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Amigos de infancia. por Artemisa El Britannia

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Notas del fanfic:

Sigo en la convocatoria, si quieren que continue el fic tendré que ver muchos comentarios.

 

Saludos.

Notas del capitulo:

Espero que disfrutene en leerlo como yo al escribirlo.

Amigos de infancia.

 

-      Con ese cabello rubio pareces niña – un niño de cabello negro acompañado de otros dos niños acosaba a un pequeño rubio.

-      Déjenme en paz – el chico rubio ya quería llorar, pero no pensaba darles el gusto, era su primer día de clases y ya lo estaban molestando por su color de cabello, ya había pasado antes y gracias a eso sabía defenderse.

-      Acaso vas a llorar para que tu mami venga a defenderte – el niño rubio se lanzó sobre el chico de cabello negro, para poderlo golpear, si lo iba a insultar no se iría limpio. Durante la lucha los otros dos niños también se abalanzaron sobre él, siendo una pelea de tres contra uno, pero eso no duró mucho, ya que apareció otro chico de cabello castaño para poder taclear a uno de los abusivos y así poderlo ayudar. Al final los tres brabucones salieron corriendo porque no pudieron vencer a los dos niños.

-      Gracias, por ayudarme – el chico rubio le daba la espalda al castaño, no quería que lo viera llorar, odiaba su cabello siempre hacía que los demás se burlaran de él.

-      Esos niños también molestan a mi hermano, así que era mi oportunidad de vengarme – se sacudía el polvo de la ropa, al voltear vio que el otro chico ni siquiera lo veía – ¿oye estás bien? – lo volteo y lo vio llorando.

-      Sí, sólo que odio mi cabello, por culpa de eso siempre me molestan – el sollozo era bajo, pero aun así había muchas lágrimas corriendo por sus mejillas.

-      A mí me gusta tu cabello – el chico de cabello castaño se sonrojo, pero sentía un vacío en el estómago al verlo llorar – es como el sol, a mí me gusta el sol, así que me encanta tu cabello – el chico rubio dejo de llorar al escuchar eso y pensó que tal vez no era tan malo como creía.

-      Gracias, mi nombre es Joey Wheeler – extendió la mano y le regalo una sonrisa honesta.

-      Yo soy Seto Kaiba – le tomó la mano y le regresó la sonrisa.

-      Hermano – llegó un pequeño chico pelinegro que había visto todo de lejos y al ver que era seguro se acercó a ambos.

-      Él es mi hermano Mokuba – y así los tres se volvieron amigos.

 

 

Joey estaba feliz de ir a clases, ahora convivía con los hermanos Kaiba, él pasaba por los dos a su casa… bueno mansión, según Seto ambos eran huérfanos y habían sido adoptados y por eso vivían ahí, pero ambos parecían tenerle fobia a su casa, ya que nunca quería regresar, de hecho, pasaban más tiempo en el departamento de la familia Wheeler que en cualquier otro lugar

 

-      Mira, mi papá me lo trajo hace poco – le enseño un juguete que había querido por meses y que había pedido, pero siempre recibía la misma respuesta negativa, ahora por azares del destino su papá se lo había comprado.

-      Es increíble – Mokuba lo tomó y empezó a jugar con él, mientras Seto se dedicaba a leer sobre la cama del rubio.

-      ¿No te cansas de estudiar?, es demasiado aburrido, si yo pudiera no estudiaría, pero mi mamá seguramente me mataría – dijo recordando el horrible carácter que tenía su mamá cuando se refería a estudios.

-      Si no lo hago Ganzaburo empezara a molestar a Mokuba – dijo Seto serio, Joey había visto como su amigo cambiaba poco a poco, si bien con él era el mismo, en clase se había vuelto retraído, no hablaba con nadie salvo con él, además en la época de exámenes parecía que se le metía algún demonio porque estudiaba para siempre salir en primer lugar, su amigo era listo, pero parecía que quería ser aún más listo.

-      Si no quieres estar con él, porque no vives con nosotros – Joey creía que era fácil adoptar, llevar a una persona a tu casa y cuidarla, no se veía tan difícil, además su mamá amaba a los hermanos Kaiba y Serenity se llevaba bien con ambos, además ser familia de ellos debía de ser increíble.

-      No es tan fácil Joey, pero te prometo que algún día seremos familia oficialmente – Seto se tapó la cara con su libro al decir eso, ya que no quería que viera su sonrojo.

-      Si tú lo dices, seguro será verdad – Joey no entendió la indirecta, pero Seto siempre cumplía sus promesas, así que no le iba a cuestionar las cosas, si él decía que serían familia entonces lo serían y punto.

 

Los días transcurrieron y llegó diciembre la época de navidad, a pesar de ser una fecha muy feliz y de que su casa parecía la villa navideña de Santa, Joey notaba el ambiente tenso, su padre apenas si iba a dormir a casa, su madre no dormía en su cuarto sino con Serenity y cuando le preguntaba solo decía que era su imaginación, al final él tampoco quería estar en su casa y no quería que los hermanos Kaiba también se sintieran incomodos cuando estaban con él, prefería hacer cualquier cosa antes de que ellos le dejaran de hablar o no quisieran juntarse con él.

 

-      Mira Seto sin manos – Serenity y Mokuba estaban en los juegos mientras Joey acompañaba a su mejor amigo a estudiar, odiaba verlo tan presionado, pero Seto decía que mientras estuviera junto a él podía hacer cualquier cosa, así que, si acompañándolo podía ser de ayuda, se quedaría sentado las horas que fueran necesarias.

-      ¿Por qué ya no vamos a tu casa? – la pregunta le había caído como balde de agua fría – ¿incomodamos a tu familia? – la pregunta había salido como un susurro, pero Seto no quería ser la causa de que Joey fuera infeliz con sus padres.

-      Claro que no, mi mamá te ama, dice que sería lindo que me quedara contigo – Seto se sonrojó, ¿acaso la señora se había dado cuenta? – pero últimamente mi papá esta raro, no llega a dormir y pasan semanas para que podamos verlo, mi mamá llora por las noches y cada día se ve más cansada, no quisiera que ustedes vieran eso… – Seto se sorprendió por la revelación del rubio, pero ya se imaginaba por donde iba la cosa, habría pronto un divorcio y su amigo sufriría mucho.

-      Joey aun soy un niño y no puedo hacer mucho, pero cuando sea un adulto voy a cuidar de ti y de tu hermana, seremos familia y nadie más va a impedir que sonriamos juntos – Joey vio sorprendido como Seto se tomaba las cosas tan intensamente, pero eso le gustaba, sentía que, si permanecía a su lado, aunque se callera el mundo podía sobrevivir sin problemas.

-      Ya lo sé Seto, tú y yo estaremos juntos para siempre – e inocentemente Joey le dio un beso de piquito a su mejor amigo, había visto en un programa de televisión que decía que los besos eran la mejor forma de mostrar afecto y solamente las personas que eran muy cercanas se daban besos en los labios, si él y Seto iban a pasar toda la vida juntos entonces eran lo suficientemente cercanos para poderse dar un beso en los labios.

-      ¿Qué haces? – Seto se sonrojó a más no poder y se tapó la cara con su libro, él había soñado que besaba al rubio, pero siempre se detenía porque había leído que no era tan normal aún a pesar de que se había vuelto algo cotidiano ver a dos hombres besarse, así que no quería incomodar al rubio.

-      Dicen que si vas a pasar la vida con alguien y se vuelve cercano a ti lo más normal es besarse, así que tú y yo podemos hacerlo sin ningún problema, porque ya me prometiste que seremos familia – el castaño no podía creer como para su amigo las leyes, lo racional o lo cotidiano podían estar en un mundo completamente aparte del suyo, era como si nada le afectara, era tan libre que a pesar de los malos momentos que vivía podía seguir avanzando sin miedo.

 

Al final Seto siguió pasando casi todas las tardes en la casa del rubio mantenían a los menores ocupados para que no vieran la triste realidad que los rodeaba y ambos se volvieron cercanos, cuando iban a la casa del rubio Seto tomaba la mano de su amigo e iban todo el camino así, cuando lograban tener breves momentos a solas Seto le robaba besos y Joey ni se inmutaba, al contrario, sentía algo tan cálido en su corazón que no podía evitar querer seguir besando a su amigo, pero Seto había determinado que no lo harían frente a sus hermanos, por el momento.

De las pocas veces que Joey visitó la mansión fue un día que tuvieron un trabajo en equipo y en la casa del rubio no tenían la tremenda biblioteca que tenía Ganzaburo en su mansión, así que solamente sacarían información y volverían a trabajar como siempre en el departamento, claro que en esa biblioteca tan grande no había nunca nadie, así que en lugar de estudiar ambos se la pasaron pegados besándose el uno al otro.

 

-      Me siento raro – decía Joey cuando por fin se separaron para respirar, estaban agitados y él ya veía borrosas las cosas, además sentía que algo en su parte baja le molestaba, así que había tenido las manos ahí tratando de mitigar el dolor, pero no cesaba.

-      ¿Por qué, te molesta que te bese? – Seto por su lado tenía al rubio sentado sobre sus piernas y estaban escondidos en la parte más alejada entre los estantes, tampoco podía ver bien solo podía enfocar al rubio, lo demás era como si no existiera, sentía que sus pulmones no se llenaban de suficiente aire y su corazón latía a mil por segundo.

-      No es eso, me duele aquí – señalo su parte baja – y cuando nos separamos duele más, es como si no quisiera que me separara de ti – Seto había leído mucho por culpa de Ganzaburo, así que había entrado a los peligrosos terrenos de la reproducción a la corta edad de 12 años y ahora tenía al rubio sobre él diciéndole que estaba excitado y que no entendía que pasaba, era tan lindo que podía morir en ese momento.

-      Déjame ver – Joey abrió su pantalón y sacó su miembro, se sorprendió al verlo de esa manera, estaba parado y tenía un color rojizo en la punta – se parece al mío – Seto saco también el suyo mostrando que también estaba excitado, sabía que la educación sexual sería hasta el siguiente grado escolar, pero decidió poner en práctica sus conocimientos, que eran nulos, pero eso no lo tenía que saber su amigo.

-      ¿Qué significa? – preguntó inocentemente el rubio.

-      Solo tienes que tocarlo y te sentirás mejor – así Seto tomo el miembro de su amigo y empezó a mover su mano de arriba hacia abajo, Joey por su parte sintió un espasmo eléctrico que le recorrió toda la espalda y soltó un gemido, sus pensamientos se nublaron por completo y en menos de un minuto se corrió, un líquido transparente llenó la mano de su compañero.

-      Rayos, si funcionó, espera yo también te ayudo – y así aun con la mirada perdida en algún lugar del limbo como pudo tomó el miembro de su mejor amigo y también empezó a masturbarlo, Seto al igual que Joey sintió la corriente eléctrica, pero tardó un minuto más en llegar al orgasmo, había sido increíble, más de lo que describían los libros de reproducción.

-      Joey esto solo lo puedes hacer conmigo o pensando en mí, nadie más puede tocarte o hacerte sentir esto, prométeme que nadie más cruzara jamás por tus pensamientos – Seto lo abrazó posesivamente y Joey aún sin entender que pasaba y sin tener sus pensamientos claros solo asintió.

-      Eres el único que está siempre en mis pensamientos, por más que quiero no puedo dejar de pensar en ti, cuando me levanto pienso en que haremos juntos, mientras estamos en la escuela pienso que odio a Ganzaburo por hacerte estudiar, cuando jugamos pienso en besarte y cuando duermo pienso en que quisiera que vivieras conmigo y me abrazaras, por más que gire el mundo o por más que mis papás pelen solo pienso en ti – Seto se separó de Joey y continuo besándolo todo lo que había dicho era perfecto, a él le pasaba lo mismo y saber que era reciproco era mejor de lo que pensaba, sus sueños no superaban para nada ese momento.

-      Entonces a partir de ahora eres mío.

 

 

 

 

Y así crecieron ambos siempre juntos, siempre en los mismos salones, Seto no hablaba con nadie en la escuela y menospreciaba a todos y Joey siempre iba con él a todos lados, pero no lo culpaba, había consolado muchas veces a su amigo, ya que siempre había personas interesadas en su dinero y no en su persona se había cansado de confiar, así que Joey defendía a Seto de todo daño y viceversa.

A la edad de 14 años los padres de Joey se separaron, pero el rubio ya sabía que eso pasaría, Seto se lo había explicado y a pesar de que se sintió mal al saber que su madre no lo quería lo supero rápidamente gracias a su mejor amigo, de cierta manera agradecía que se hubieran divorciado, ya que ahora Seto y Mokuba podían estar en su casa más tiempo, Ganzaburo jamás se había preocupado por ellos así que solamente les dio un chofer y una limosina para que volvieran a casa, bajo la clara amenaza de que si Joey empezaba a interferir en los estudios se Seto los separaría de inmediato.

Mokuba y Joey se había vuelto también buenos amigos y se había vuelto como una madre substituta para él, al final jugaban a la casita en el departamento del rubio gracias a que su papá desaparecía semanas y solo regresaba para dejarle dinero al menor y viviera como pudiera, esa relación había hecho que los tres se volvieran aún más cerrados al mundo, pero gracias a eso el mundo no los dañaba.

 

 

Era un día normal en su vida ya tenían ambos 16 años y ese día Mokuba se había quedado dormido temprano en el sofá, al parecer la clase de educación física había sido demasiado extenuante y si a eso le sumaban que había hecho kilos de tarea el pobre estaba en nocaut sin ninguna posibilidad de despertar hasta el día de mañana.

 

-      Cierra la puerta – dijo el rubio mientras tenía al castaño sobre el besándolo y restregando su miembro contra el suyo, causando que ambos empezaran a gemir durante el beso, Seto se separó muy poco para medir el espacio y de una patada cerró la puerta para continuar con lo suyo.

-      Ya – la voz de Seto había cambiado drásticamente con la adolescencia y se había vuelto sensualmente grave y cada vez que estaba así con Joey se volvía aún más grave, lo cual hacía que el simple hecho de escucharlo hablar Joey sintiera corrientes eléctricas recorrer todo su cuerpo.

 

Ambos se estaban acariciando por debajo de la ropa, mientras se besaban, Joey amaba ver como Seto perdía el control por sus manos, así que siempre iba directo hacia su pantalón para sacar su miembro y empezar a masturbarlo, cosa que hacía que el castaño gruñera y sus ojos se nublaran por completo, pero ese día Seto quería pasar a otro nivel, quería hacer suyo al pequeño rubio que estaba debajo de él, quería marcarlo a un nivel diferente, ya no se sentía satisfecho solo con el orgasmo al cual llegaba por las manos del chico, quería sentir como era por dentro, había estudiado para poder llegar a ese punto y poder hacerlo bien, así que esta vez tomó las manos del rubio y las mantuvo sujetas en la parte de arriba de su cabeza, si lo dejaba ir y llegaba hasta su pantalón no podría hacer todo lo que tenía planeado en esa oportunidad que tenían.

Joey se estaba dejando hacer por el mayor, ya que las atenciones que le estaba brindando solo lograban excitarlo más y sentía que solo con los besos que le estaba repartiendo por el torso y la boca podría llegar a un orgasmo, grande fue su sorpresa cuando vio como le abría el pantalón ágilmente con una sola mano y lo bajaba por completo junto a sus interiores, nunca lo había desnudado tanto para tocarlo, pero ahora no se iba a poner de penoso, Seto le conocía cada parte del cuerpo, en una ocasión cuando fue a su casa habían entrado juntos a la ducha y se habían tocado completamente el uno al otro, en esos tiempos aún eran niños de 12 años por lo cual había sido bastante inocente, pero a la vez bastante íntimo para ambos era de los mejores recuerdos que tenían en esa casa que tanto odiaban.

Al ver desnudo a su mejor amigo Seto trago en seco, era increíble tenerlo ahí recostado, sonrojado, con los ojos perdidos en el placer, su cuerpo tenía espasmos y su miembro estaba expulsando liquido pre seminal como desesperado, casi rogando que lo hiciera llegar a un orgasmo, soltó las manos del menor y empezó a acariciar su torso mientras besaba toda la piel que tenía expuesta bajo sus manos por los costados hasta llegar a las piernas y las tomó por detrás de las rodillas para subirlas al pecho del rubio.

Ahora estaba más visible la entrada por donde por fin podría marcar a su presa actual, así que bajó más y metió el miembro del menor en su boca, pero no pasó ni un minuto cuando el chico se corrió, retuvo el semen en su boca y lo escurrió en la entrada del menor “¿confías en mí?” y el chico movió su cabeza afirmativamente “esto te dolerá al principio, pero te juro que valdrá la pena” Joey lo vio a los ojos y vio como el castaño acercaba la mano a su entrada, no entendía que hacía, pero al sentir el primer dedo dentro una punzada de dolor le recorrió la espalda, había prometido confiar en su amigo, pero eso dolía horrores.

Fue ingresando digito por digito mientras estaba muy al pendiente de las reacciones de su amigo, se aseguró de que ya no sintiera dolor al momento de continuar, tenía ya 3 dedos adentro cuando vio que el rubio se movía al compás de su mano y empezaba a gemir de nuevo, así que saco sus dedos y se colocó entre las piernas de Joey, se acomodó, tomo su mano y lo beso, para después ingresar su miembro de una sola estocada en el interior.

Joey sintió que el primer dolor no era nada a comparación del que actualmente sentía, en el beso gimió y le enterró las uñas al castaño causando que también se quejara, pero no se separó de su rubia adoración hasta que sintió menos presión en su agarre. Por su parte Seto sentía que no duraría mucho el previo juego lo tenía demasiado excitado y su amigo era tan estrecho que apenas podía mantener el control de sus acciones, espero unos minutos más con todo el dolor que eso le generaba, pero su esfuerzo se vio recompensado, ya que Joey empezó a moverse para tener más contacto con él, así que lentamente empezó a embestirlo.

Los gemidos no se hicieron esperar y se les había olvidado por completo que Mokuba podía despertar y escucharlos desde la sala, el movimiento fue lento breves momentos, ya que cuando Seto sintió que llegaba el clímax acelero las embestidas al punto que podía ver estrellas por todos lados, era como si se fuera a desmayar de tanto placer, ahora entendía porque en la película eran tan escandalosos, ese momento que vivía era la gloria total, volvió a sentir como el trasero de Joey lo apretaba de nuevo.

 

-      No, Joey si haces eso de nuevo me voy aaahhh – no terminó su frase porque sin ser su decisión se corrió dentro del rubio, no había podido aguantar los espasmos de su interior ni tampoco todo el placer acumulado durante la sesión. Cayó rendido sobre su amigo aun viendo estrellas por todos lados, no podía creerlo había sido fantástico, todo en Joey era delicioso, no había probado nada mejor.

-      Seto esto fue increíble – Joey fue el primero en recuperar el aliento, aun veía borroso y le dolía su trasero, pero podía pensar más claro que el castaño.

-      Lo sé, me siento igual – se quedaron acostados descansando, platicando de cosas sin sentido, como siempre lo habían hecho hasta que se recuperaran del ejercicio reciente.

-      Joey, tú fuiste mi primera vez y sé que soy tu primera vez, así que a partir de ahora no hay vuelta de hoja, solo me perteneces a mí, te doy permiso de jugar con Mokuba y de quererlo, pero solo debes de amarme a mí – Seto tenía muchas pesadillas siempre pensando que Joey encontraría a alguien mejor que él y eso le asustaba.

-      Eres demasiado posesivo – Seto se levantó asustado, pensando que le iba a decir que no – me encanta cuando te porta así, por supuesto que soy tuyo, también te doy permiso de querer a Serenity, pero no puedes amar a nadie más – al terminar la oración ambos se rieron y continuaron jugando en la cama, besándose y tocándose.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

5 años más tarde

 

-      ¿Dónde deje el ramo? – gritaba una peli castaña que estaba moviendo todo como si estuviera poseída.

-      Lo traigo yo – dijo un pelinegro sonriendo.

-      Mokuba me espantaste – el menor le sacó la lengua y se echó a correr molestando más a la chica que desde niños veía como una hermana.

-      Vamos Serenity, Joey nos espera y si no llegamos rápido se puede arrepentir – la castaña sonrió ante la ocurrencia de su “hermano”.

-      Aunque llegaran los ovnis a conquistarnos se casaría con Seto, sin importar nada – Mokuba se rio por la ocurrencia, pero sabía que era verdad, ambos chicos habían esperado pacientemente a cumplir la mayoría de edad solo para casarse y ese día a pesar de que los dos estaban muy nerviosos no habría poder en la tierra que les impidiera decir “acepto”.

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW.


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