Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La guerra por el televisor familiar por Katt-chan

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

El anime y manga, junto con sus personajes, le pertenecen a Haruichi Furudate.

El equipo de Karasuno acababa de salir de un partido importante, ganando tanto el juego como un puesto en el campeonato nacional. Fue un momento de gran emoción, con abrazos y muchas lágrimas.

“¡Chicos, muchas felicitaciones!” Exclamó feliz el profesor Takeda mientras todos se reunían en un círculo.

“Vayan a cambiarse para volver a la escuela, y el viernes los premiaremos con un almuerzo especial. Se lo ganaron.” Ukai agregó con orgullo. Los jóvenes obedecieron, partiendo a los camarines con rapidez.

--

Yamaguchi y Tsukishima fueron los primeros en terminar, y luego los siguieron Hinata y Nishinoya, reuniéndose en la entrada del recinto mientras esperaban al resto para volver a la escuela todos juntos.

“¿Por qué tardan tanto?” Nishinoya reclamó impaciente.

“Tranquilo, no han tardado tanto.” Intentó de calmar Tadashi al muchacho de segundo.

En ese momento, se aparece Tanaka buscándolos con la mirada, hasta que comenzó a correr cuando los visualizó.

“¿Solo están ustedes aquí?” Dijo sorprendido. “¿Y el resto?”

“Deben seguir en el camerino.” Los mayores lanzaron un bufido molesto ante las palabra de Tsukishima.

Se quedaron esperando unos minutos más, cuando se acercó una mujer rubia de cabello corto ondulado con una gran sonrisa.

“Disculpen.” Exclamó de forma amistosa. “Ustedes son los muchachos de Karasuno, ¿cierto?” Ellos asintieron con la cabeza algo confundidos. “Ahh, entonces son compañeros de Tobio. Yo soy su mamá, me llamo Akira. Encantada de conocerlos al fin.” Finalizó la mujer luciendo una sonrisa deslumbrante.

Los cinco chicos miraban incrédulos a la rubia. Se notaba que era una persona energética y alegre, con una enorme sonrisa contagiosa. ¿Cómo era posible que alguien como ella haya engendrado a alguien como su compañero?

“Yyyyy… ¿Dónde está Tobio?” Akira preguntó mientras lo buscaba con la mirada.

“Es probable que siga en el camerino.” Dijo con lentitud Hinata, quien seguía sorprendido.

“¿Les molesta si lo espero aquí con ustedes?” Los jóvenes negaron con la cabeza. Rio ligeramente, atrayendo las miradas a ella. “Parece que son algo tímidos, ¿no? ¡Qué lindos!” Todos ellos, excepto Kei, se sonrojaron un poco. “Me gustaría conocer a los compañeros de Tobio, ¿me dirían sus nombres?”

“Lo sentimos mucho. No quisimos ser maleducados.” Se apresuró en decir Yamaguchi. “Yo soy Yamaguchi Tadashi.” Luego indicó a su compañero rubio. “Él es Tsukishima Kei.” Antes de que continuara, los demás se le adelantaron, perdiendo su timidez ya pasada la sorpresa inicial.

“Yo soy Nishinoya Yuu.”

“Yo Tanaka Ryunosuke.”

“Soy Hinata Shoyo.”

La mujer los escuchaba atentamente con una sonrisa, hasta que el pelinaraja se presentó. Lo miró sorprendida un instante, para luego volver a sonreír. De repente, una voz masculina se oyó en el lugar.

“¡Akira!”

La rubia se volteó al escuchar su nombre, buscando algo con la mirada, hasta que lo encontró y alzó su mano derecha, moviéndola de forma energética de un lado a otro.

“¡Aquí estoy!” Gritó ella en respuesta. Pronto, apareció un hombre junto a una joven, ambos de cabello negro lacio. La pelinegra, con un corte hasta sus hombros vistiendo un atuendo bastante juvenil de blusa y shorts, se acercó con una sobria sonrisa poniéndose al lado derecho de la mujer rubia. El hombre, con un pantalón de vestir junto a una polera negra y una camisa blanca sin abotonar encima, se puso al otro lado de Akira frunciendo el ceño. El pelinegro de ojos oscuros atajo la atención de los jóvenes. ‘¡Es como una versión adulta de Kageyama!’ pensaron todos ellos.

“¿Cómo se te ocurre salir corriendo de esa forma?” Le reclamó él a la rubia. “¿Acaso eres idiota?”

“Ay, Hiro, no seas exagerado.” Akira respondió haciendo una pequeña mueca. Pronto, cambió a un gesto más amistoso. “Mira, estos son algunos de los compañeros de Tobio.” Ella se dirigió a los jugadores nuevamente y el pelinegro relajó su facciones mirándolos. “Bueno, les presentaré a la familia: Ella es Miwa, la hermana mayor de Tobio.” Dijo poniendo una mano afectuosa sobre el hombro de la joven que hizo una reverencia.

“Encantada de conocerlos.” La pelinegra parecía amable y seria al mismo tiempo.

“Y el energúmeno de aquí...” Dijo señalando con su pulgar al hombre, quien la comenzó a ver como si quisiera desintegrarla con la mirada. “Es el padre de Tobio y mi marido, Hiroshi.”

Hubo un momento de silencio. Los más jóvenes seguían mirando al quien sin lugar a duda era el padre de su compañero. ¿Cómo una mujer tan hermosa, alegre y de sonrisa tan brillante terminó con… eso?

“Yyy… a ver si recuerdo sus nombres…” Comenzó nuevamente Akira. “Yamaguchi, Tsukishima, Tanaka…” Decía indicando a cada muchacho, deteniéndose en el miembro más bajo. “Disculpa, se me olvidó tu nombre.”

“Nishinoya.” Respondió él rápidamente.

“Nishinoya, ¡eso!” y pasó a señalar al último joven. “Y él… Es Hinata.” Al decir esto último, miró con sutileza a los otros dos Kageyamas. Miwa tuvo una reacción muy parecida a su madre, mientras Hiroshi entrecerró los ojos mirando intensamente al pelinaranja. Shoyo comenzó a sentirse nervioso, algo que la joven pelinegra pareció notar.

“Papá, deja de asustarlo. Tu cara da miedo.” El hombre se tensó un momento y parecía querer rebatir, cuando Akira intervino.

“Hiroshi, das miedo. Acéptalo.” Dijo la mujer adulta con tranquilidad, para que después el hombre hiciera una mueca extraña con sus labios parecida a un puchero y un aura oscura comenzara a sentirse.

Así que de ahí viene eso...’ Pensaron los estudiantes con gracia.

“¿Y Tobio no está aquí?” Preguntó la hermana del susodicho.

“Parece que sigue en el camerino.” Respondió su madre. “Pero es una genial oportunidad para conocer al fin a sus amigos, ¿no les parece?”

El hombre fijó su atención en el Shoyo nuevamente.

“Así que tú eres Hinata. Tobio habla mucho de ti.” Dijo él en un tono neutral. Ahora entendían las reacciones de los familiares de Kageyama cuando se presentó.

“Bueno, sí, la verdad teníamos algo de curiosidad por conocerte.” Mencionó la rubia, mientras su hija acentuaba su sonrisa con interés.

“Yo pensé que se trataba de una chica.” Soltó Hiroshi alzando los hombros despreocupadamente. Para Hinata, este fue un golpe sorpresa y no sabía como reaccionar. Comenzó a balbucear sin decir nada en concreto. La joven Kageyama se comenzó a reír, mientras su madre le pedía que desistiera conteniendo su propia risa y el grupo de estudiantes hizo su mejor esfuerzo para no explotar ahí mismo. El único que no le halló el chiste, aparte del objeto de burla, fue Hiroshi, quien aparentemente había dicho eso totalmente en serio.

“Yo igual.” Miwa Apoyó. “Y tú también, mamá. No te vayas a corretear ahora. Todos nos metimos en la apuesta para ver cuando nos presentaba a esa tal ‘Hinata’.”

“En nuestra defensa, Tobio nunca fue muy claro con eso.”

“¿Puedo preguntar...” Comenzó Shoyo. “ …Qué les ha dicho Kageyama de mí?” Las dos Kageyama se miraron con cierta complicidad antes de responder.

“Sale temprano por las mañanas porque dice que debe acompañarte a la preparatoria.”

“Recuerdo que estuvo buscando toda una noche por internet sobre... ¿qué era? ¿bicicletas? Porque ‘Hinata estaba teniendo problemas con la suya’.”

“O todos esos partidos de volley que grabó para verlos con Hinata.”

“Y no olviden las 3 veces que incendió la cocina intentando preparar comida porque ‘había perdido una apuesta contra Hinata y le debía el almuerzo’.” Dijo en tono cansado el hombre.

“Fueron 4 veces...” Le corrigió la mujer. “Encontraba muy tierno que quisiera prepararte el almuerzo, así que me ofrecí para enseñarle. Espero que hayan sido de tu agrado.”

“Emmm… s-sí, muchas gracias.” En realidad, él no tenía idea que había sido su compañero quien había preparado esas comidas; siempre le dijo que había tomado unas sobras de la noche anterior y listo. Pensar que Kageyama se había tomado tantas molestias para prepararle el almuerzo como penitencia por sus apuestas le hacía sentir importante, pero por sobre todo muy avergonzado. Mientras intentaba recordar cuando Kageyama lo había ayudado con su bicicleta, la mujer volvió a hablar.

“Deberías venir a cenar alguna vez a nuestra casa.” Akira exclamó emocionada. “Sería una excelente oportunidad para conocerte mejor y sé que a Tobio le haría muy feliz.”

“Y si te quedas a dormir pueden ver todos los partidos que grabó.” Agregó el padre en un tono suave. “A ver si logro así que desocupe algo de memoria en la televisión.” Susurró por lo bajo.

“¡Qué buena idea, Hiro!” Por primera vez, el hombre sonrió ligeramente con orgullo mientras miraba a su esposa.

Él y su gran bocota. ¿Por qué tenía que preguntar? Podía sentir la mirada burlesca de sus compañeros sobre su espalda, y lo peor es que no los podía culpar. La situación era totalmente absurda. La joven Kageyama estaba muy divertida con la situación, y no se preocupaba por ocultarlo.

“Oigan, por más gracioso que sea esto, si seguimos el engendrito nos va a matar.”  Los dos adultos la miraron sin entender, ladeando su cabeza ligeramente de manera sincrónica. La pelinegra comenzó a abrir la boca, posiblemente para explicar todo lo que estaban haciendo, mientras sus padres la seguían mirando de manera inocente. “Ah, olvídenlo.” Volteó a ver Hinata y alzó sus hombros en un gesto que intentaba ser compasivo.

“¿Q-qué están haciendo aquí?” Se escuchó de repente la voz sorprendida y temblorosa del menor de los Kageyamas llegando junto a los de tercero.

“¡Tobio, cariño!” Exclamó su madre, corriendo a abrazarlo. “¡Estoy tan orgullosa de ti!”

“Bien hecho, hijo.” Le dijo el padre desordenando un poco su cabello.

“No jugaste nada mal, engendrito.” Miwa agregó con una sonrisa de medio lado.

“No me llames así.” Le reclamó sonrojado su hermano, que procedió a mirar a sus compañeros que estaban desde antes con su familia para constatar daños.

Él amaba a su familia, de verdad lo hacía, pero era un hecho que sus padres tenían una habilidad especial para avergonzarlo. Por eso, prefería que no fuesen a verlo a sus juegos. Cuando vio que todos lo veían de forma burlesca conteniendo una carcajada, mientras Hinata miraba hacia el suelo con su rostro totalmente rojo, supo que sus padres habían hablado de más.

“No hiciste nada para detener esto, ¿cierto?” El 9 de Karasuno miró a su hermana como si lo hubiese traicionado.

“¿Qué te puedo decir? Simplemente no pude. Es que era tan pero tan divertido.” Respondió aparentemente seria.

“¿De qué están hablando?” Preguntó su madre inocentemente, mientras sonreía ampliamente. Kageyama soltó un suspiro agotado.

“De nada, mamá.” Comenzó a escuchar unas risitas de los chicos que seguía al lado de un claramente avergonzado Hinata y se sintió irritado.

“¿Ustedes son la familia de Kageyama?” Comenzó a hablar Daichi de forma amistosa. “Es un gusto conocerlos, soy Sawamura Daichi, el capitán del equipo. Y ellos son Sugawara Koshi y Azumane Asahi. Estamos muy felices de que Kageyama sea parte de Karasuno, es un gran jugador.” La mujer seguía abrazando a su hijo y lo miraba con mucho orgullo.

“El gusto es nuestro. Soy Hiroshi, su padre; ella es Akira, su madre, y allá está Miwa, su hermana.” Dijo señalando a cada mujer. “Muchas gracias por cuidar de Tobio.” El hombre hizo una pequeña reverencia. “No es nada de fácil aguantar su carácter, supongo.” Al decir esto, la rubia le pegó un manotazo en el brazo, que no pareció causarle dolor alguno al hombre.

“Hiroshi, deja de molestar a mi bebé.” Le reclamó ella, mientras abrazaba con fuerza la cabeza del chico contra su pecho, obligándolo a hincarse levemente por la diferencia de altura. Los tres estudiantes mayores rieron algo nerviosos. En tanto, los demás se reían lo más silenciosamente que podían y el pelinegro de primero lucía absolutamente miserable.

“Miwa… mátame…” Susurró éste.

“No, aun no~” Le canturreó bajito. “Aun queda una sorpresita más~”

Ay, no…

“¡Adivina, Tobio!” Le dijo su madre con un brillo especial en sus ojos, en tanto alejaba rápidamente al aludido con sus manos sobre sus hombros para mirarlo.

Ay, nono, ¡por favor no!

“¡Invitamos a Hinata a cenar! ¿No es genial?”

¡No! ¡No es genial!

“Podrías prepararle su plato preferido, ahora que ya tienes práctica preparándole el almuerzo, ¿no?” Señaló Tsukishima totalmente divertido.

¿Cómo ese bastardo sabe eso?

“¡Pero esta vez no incendies la cocina tus padres!” Gritó Noya, riéndose a gusto con el rubio y Tanaka.

Estoy absolutamente jodido.’

--

Justo antes de que Tobio logró convencer a su familia de retirarse del lugar, no fue capaz de mirar a Hinata a la cara. Al día siguiente durante la práctica, era claro para el armador que al pelinaranja le molestaba algo, ya que desde que se encontró con los Kageyama permaneció callado, serio y pensativo. Sin embargo, no sabía con claridad toda la información que sus estúpidos padres habían revelado, y eso lo tenía bastante nervioso; necesitaba saber todo lo que le habían dicho para entender el inusual comportamiento el otro chico. Lamentablemente, por lo que logró extraer de la conversación con sus padres y de los comentarios nada graciosos de sus compañeros, no sería extraño que el más bajo concluyera que sentía cosas más allá de la amistad por él.

La verdad era que a él efectivamente le gustaba Hinata y no tenía ni la más mínima idea de como decírselo, pero sabía que debía hacerlo tarde o temprano. Ahora, gracias a su familia, sería temprano… y seguía sin estar preparado para enfrentar la situación.

Durante la práctica, la tensión entre los dos muchachos le causaba gracia a los demás, sobre todo a Noya, Tanaka y Tsukishima. Pero a medida que avanzaba el día, su aspecto nervioso e incluso deprimido (sorprendentemente por parte de Kageyama) les comenzó a preocupar. Ambos actuaban muy distinto a sus fuertes personalidades, manteniendo la vista baja y levantándola ligeramente para observar al otro, para luego retirarla antes de captar su atención.

Este comportamiento siguió durante un día más hasta que llegó el viernes, cuando estaba planeada la celebración del equipo en casa de su entrenador. Incluso el ambiente festivo y el tener a su disposición un gran banquete no lograba sacarlos de ese extraño estado. Ver el rostro serio de Hinata era extraño para todos, pero para el armador de primero también era una especie de señal de derrota.

¿Acaso el pensamiento de que podría quererlo románticamente lo tiene así?’ Justo en ese momento, el pelinaranja alzó la vista y sus miradas se encontraron por unos segundos. Rápidamente, Shoyo rompió el contacto para seguir comiendo pausadamente. ‘No siente lo mismo por mí… por eso no puede ni mirarme, porque no sabe como rechazarme…’ Pensó Kageyama con amargura, bajando su cabeza derrotado.

“Kageyama, ¿estás bien?” Preguntó Sugawara, quien estaba sentado a su lado en la mesa, mirándolo con preocupación.

“Sí…” Contestó de manera automática, pero luego consideró mejor su respuesta. “La verdad no me siento muy bien del estómago. Mejor me voy a casa.” Dicho eso, se levantó dispuesto a irse inmediatamente. No quería comer, no quería despedirse… solo quería salir lo más rápido posible de ahí. Caminó a paso acelerado hasta la puerta principal, donde había dejado su bolso al entrar. Mientras el pelinegro terminaba de alistarse, aparece el dueño de casa.

“¿Kageyama? ¿Ya te vas?” Dijo sorprendido.

“Sí.” Volteó para mirar directamente a su entrenador e hizo una pequeña reverencia. “Muchas gracias por su hospitalidad, lamento tener que marcharme temprano.”

“No te preocupes por eso, pero…” Ukai lo miró con cierta suspicacia posando una mano en el hombro del menor. “¿Te sientes bien?”

“No me siento del todo bien, por eso me retiraré antes.” Se explicó rápidamente. “Que esté bien.” así dio media vuelta, tomó sus cosas y se fue.

“Emm… Tú igual.” Alcanzó a decir el hombre antes de que la puerta se cerrara.

--

“Aquí les traigo unos bocadillos más.” anunció Ukai poniendo un enorme plato en la mesa mientras los estudiantes le agradecían con entusiasmo.

“¿Y Kageyama?” Preguntó Takeda.

“Se retiró hace un rato porque no se sentía bien.” El aparente tono casual que usó el entrenador no fue suficiente como para no provocar una ligera tensión en el ambiente, por lo que terminó lanzando un suspiro cansado. Esa era una de las cosas que precisamente odiaba de las preparatorias: el drama adolescente. Era obvio que algo había ocurrido, no sabía qué, pero con solo mirar a Kageyama y Hinata al reunirse después del partido notó algo extraño. No era algo que le correspondiese a él, y tampoco le gustaba la idea de meterse en lo que fuese que ocurrió, pero se suponía que debían estar celebrando y en lugar de eso ahora tenía a un grupo de adolescentes mirándose con complicidad unos a otros. La situación se extendió unos minutos hasta que el hombre decidió dar un ultimátum. “Miren, esto es una celebración para ustedes. Así que, o seguimos celebrando y dejan sus dramas para después, o me cuentan el chisme.” Dijo con tranquilidad.

“Tal vez haya sido culpa nuestra.” Comenzó el libero con un dejo de culpabilidad. “Se aparecieron los padres de Kageyama después del partido y contaron algunas cosas que él claramente no quería que supiéramos, y estuvimos bromeando con eso. No pensamos que fuese para tanto, pero creo que lo avergonzamos más de la cuenta.”

“Ok, eso explica por qué él estaba raro.” El entrenador dirigió su mirada al pelinaranja, quien se tensó al instante. “¿Y a ti qué te pasa?” No había reproche en su tono, pero claramente la sensibilidad no era parte del kit básico de ese hombre.

“No es necesario que nos cuentes si no quieres.” Habló el profesor de cabello castaño con una pequeña sonrisa conciliadora.

“Es que…” Hinata parecía dispuesto a hablar pero se veía muy avergonzado e indeciso, tardándose en expresar lo que sea que estuviese en su mente. Tsukishima lo interrumpió con un bufido frustrado, captando todas las miradas presentes.

“Si te estás preguntando si el Rey te quiere en serio, de verdad eres más tonto de lo que creí.” Se detuvo para estudiar la cara de Shoyo un momento, dándose cuenta que aun no entendía. “Es obvio que le gustas, y es obvio que Kageyama cree que no lo quieres porque lo has estado evitando desde que sus padres soltaron la bomba y por eso se fue.” Aclaró en un tono molesto y aburrido. Hinata se comenzó a sentir atacado.

“Pero… pero él tampoco se acercó a hablarme, ¿cómo se supone que…?”

“Primero, él es igual de estúpido que tú; no hay hacerse expectativas con ninguno de los dos.” Dijo serenamente el rubio. “Y segundo, después de escuchar que aprendió a cocinar para hacerte almuerzos, que se dedicó horas a investigar sobre bicicletas para ayudarte, que grabó horas de partidos de volley para verlos contigo y que se levanta más temprano solo para tener una estúpida carrera sin sentido contigo cada mañana… después de escuchar todo eso sobre alguien como Kageyama, ¿cómo no te das cuenta que está loco por ti?” El pelinaranja se sonrojó aun más de lo que estaba al oír aquello. “Kageyama ya debe saber que quedó expuesto y probablemente sobreestima tu inteligencia pensando que te diste cuenta de sus sentimientos…”

“Debe creer que estás pensando en la forma de rechazarlo ya que no diste ninguna señal de corresponderlo sabiendo lo que siente por ti.” Dijo Koshi, comenzando a unir las piezas con la información que entregaba el estudiante de primero. Se creó un silencio incómodo en la habitación.

“Bueno, creo que lo que queda por aclarar aquí es…” Ukai comenzó a hablar. “Hinata, ¿a ti te gusta Kageyama?” Shoyo se encorvó nervioso y sonrojado, hasta que asintió evadiendo mirar a los demás. El hombre sonrió ligeramente. “Sabes, no se fue hace tanto. Si te apresuras, todavía lo puedes alcanzar.”

Al oír esto, Hinata alzó la cabeza y vio como todos lo miraban expectantes con una pequeña sonrisa alentadora, excepto Tsukishima que conservaba su mueca de superioridad. Eso definitivamente, le dio más confianza en sus sentimientos y se levantó rápidamente para salir a buscar al pelinegro.

Una vez afuera, notó por la luminosidad que debían ser cerca de las tres de la tarde. Intentó correr en dirección a la casa de su compañero para seguirle el paso, y miraba hacia todos lados en caso de toparse con él. Se detuvo cuando vio un parque que era bien conocido para él, ya que pasaba por ahí por las mañanas con Kageyama para ir a la preparatoria. Sin embargo, lo que le llamó la atención fue que en la banqueta de aquel parque se encontraba un joven de cabello negro usando una chaqueta también negra dándole la espalda. Si bien no le podía ver el rostro, estaba seguro de que se trataba de la persona que estaba buscando, por lo que se relajó y se fue acercando a un paso pausado hasta ubicarse a su lado. El armador, por su parte, se percató la presencia de otra persona acercándose y volteó a verla, sobresaltándose al notar que se trataba de su compañero.

“¿Hinata?” Preguntó Tobio con sorpresa. “¿Qué estás haciendo aquí?”

“Te estaba buscando.” El pelinaranja se comenzó a sentir nervioso nuevamente al estar al lado suyo y bajó su cabeza en un intento por esconder su cara sonrojada. “Te fuiste, y ni siquiera te despediste.” El pelinegro se tensó sin saber que responder. “Le dijiste al entrenador Ukai que te fuiste porque te sentías mal.”

Tobio seguía extremadamente nervioso, sin saber como lidiar con la situación, evitando cruzar miradas con el otro. El más bajo, al no recibir respuesta, decidió alza su cabeza y vio el rostro conflictuado y sonrojado de su compañero.

“Kageyama, tenemos que hablar.” Dijo con un renovado aire de confianza. Al decir esto, notó como el pelinegro cerraba los ojos con fuerza, tal como si esperara el recibimiento de un golpe muy duro.

“Lo sé.” Susurró en respuesta.

Debe creer que estás pensando en la forma de rechazarlo ya que no diste ninguna señal de corresponderlo sabiendo lo que siente por ti.

“Me sorprendió mucho todo lo que tus padres dijeron que hacías para mí…” No obtuvo respuesta, así que continuó hablando. “Me puso muy feliz, porque pensé que debería importarte mucho como para que hicieras eso. Pero no quería… hacerme ilusiones…” Esto sí llamó la atención del más alto, que dirigió su mirada a él. “Tú… m-me… gustas, y al hablar con tus padres, fue que tuve por primera vez la esperanza que me quisieras igual. Pero tenía tanto miedo de que solo haya sido un malentendido que…”

No pudo seguir hablando, ya que sus labios fueron atrapados por los del otro chico en un tierno beso. Cuando el armador se separó de él, miró hacia abajo completamente sonrojado.

“T-tú también me gustas...” Le aseguró serio, con la cara completamente roja. Shoyo al verlo directamente, no pudo evitar reír. “¿¡De qué te ries, idiota!?” Le reclamó molesto.

“¡Lo siento, lo siento! Es que te veías tan tierno…” Este comentario no le hizo gracia Tobio, quien resopló enojado haciendo un pequeño puchero. “Además que estoy tan feliz.” Dijo abrazándole el cuello, derritiendo su enojo.

“Yo también.” Le reafirmó rápidamente. “Aunque no era la forma en como quería que pasaran las cosas.”

“¿Eso realmente importa ahora?” Hinata le preguntó mirándolo directamente mientras seguía anclado a su cuello.

“No sé, tal vez no…” Reflexionó un poco mientras sujetaba la cintura del más bajo. “¡Pero! ¡Mi familia es un fastidio! ¿Cómo se les pudo ocurrir decirte todo eso? ¿Es que acaso no…?” Ahora, fue el pelinaranja quien lo interrumpió con un beso, pero esta vez más profundo que el anterior.

“Cálmate, Kageyama. En cierta forma, igual nos ayudaron, ¿no lo crees?” El pelinegro solo respondió con un puchero. “Oye, Kageyama.”

“¿Sí?”

“Estamos… saliendo ahora, ¿cierto?” El otro frunció el ceño.

“Por supuesto que sí.” Dijo como si fuese un sacrilegio siquiera ponerlo en duda. Luego se detuvo, alejando un poco a Hinata mientras mantenía su cabeza gacha. “A no ser… que no quieras…” Dijo con una inseguridad que sorprendió levemente al más bajo.

¿Cómo puede en un segundo sonar tan seguro y al otro no?’ Para darle más seguridad, el pelinaranja sonrió. “¿Crees que te besaría si no quisiera?” Respondió retóricamente, apegando su cuerpo más a él en un abrazo. Se quedaron en esa posición un largo rato, cuando ambos levantaron la mirada y se miraban fijamente. “¿No te gustaría volver a la celebración con el equipo?”

“No creo…” El más pequeño lo miró curioso. “Es que… me gustaría estar más tiempo así contigo.” El pelinegro agregó balbuceando.

“¿Quieres quedarte aquí?”

“S-si quieres, puedes venir a mi casa a comer refrigerios y ver unos partidos.” Tobio intentaba lucir normal, pero se notaba que tenía un lado romántico por pulir, faceta que a Shoyo le comenzaba a gustar. “Además puedo conseguir que te quedes esta noche y que no nos molesten si prometo liberar la memoria del televisor.” El pelinaranja rio con ánimo.

“¿Qué les pasa a ti y a tu papá con la memoria del televisor?” Kageyama entrecerró los ojos al escuchar esto.

“¿Mencionó eso?” El pelinegro quedó pensativo por un momento hasta que abrió los ojos y comenzó a lucir realmente enojado.

“¿Qué pasa?” Le preguntó preocupado Hinata rompiendo el abrazo.

“No tiene importancia.” Se tomó un momento para calmarse y luego volvió a mirar al otro a los ojos. “Entonces… ¿Te parece quedarte en mi casa?” Preguntó recuperando algo de la timidez anterior. El más bajo sonrió y asintió efusivamente. Ambos se levantaron de la banqueta tomando sus bolsos, y el pelinegro se sorprendió cuando vio la mano extendida de Hinata. Algo inseguro, tomó su mano sonrojándose con el contacto. El pelinaranja entrelazó sus dedos mientras disfrutaba los gestos tímidos del otro ante sus acciones.

Caminaron en un silencio cómodo hasta que ya se encontraban frente a la casa de los Kageyama, y Tobio soltó con cuidado el agarre para poder buscar su llave para abrir la puerta.

“¿No debimos avisarles a tus padres que venía?” Preguntó ligeramente preocupado.

“Nah, está bien, no creo que tengan problema.” El pelinegro respondió abriendo la puerta y haciéndose a un lado para que el otro entrara primero. Mientras volvía a asegurar la entrada, una conocida voz se hizo escuchar.

“¿Tobio? ¿Eres tú?”

“Sí, mamá.” Respondió en voz alta, y luego le comenzó a hablar al pelinaranja. “Puedes dejar tus zapatos aquí.”

“¡Ah, Hinata! ¡Qué placer tenerte acá!” Exclamó Akira entrando al hall. “No tenía idea que venías acompañado.” Dijo ella mirando a su hijo.

“Surgió recién. No hay problema si se queda esta noche, ¿cierto?” La rubia miró a ambos jóvenes en silencio. Por un momento, el pelinaranja temió haber cruzado una línea y haber molestado a la amable mujer. Sin embargo, ese miedo desapareció cuando una sonrisa cómplice apareció en el rostro de ella y sus ojos comenzaron a brillar.

“¿Me tienen buenas noticias?”

“Mamá…” Se comenzó a quejar Kageyama.

“¡Ay, mi bebé ya está tan grande!” Ella lo ignoró.

“¡Mamá!” El pelinegro gritó avergonzado.

“¡Hay que celebrar!” Exclamó la mujer alzando sus brazos. Luego se dio media vuelta.

“Espera, no…” Intentó detenerla en vano su hijo.

“¡Hiro! ¡Miwa! ¡Bajen! ¡Tobio trajo a Hinata!” Gritó hacia una escalera que se veía ahí en el hall. Volvió a dirigirse a los dos jóvenes. “Vamos, no se queden ahí. Tobio, ¿Dónde están tus modales? ¡Tienes que poner cómodo a Hinata!”

“Sí, engendro, haz que mi cuñadito se sienta en casa.” Dijo la joven apareciendo por las escaleras con una sonrisa burlona, mientras detrás de ella bajaba Hiroshi.

“Bien por ti, Tobio.” Mencionó su padre con una pequeña sonrisa. “Cuídalo. Alguien que te aguante como este chico vale oro.” Así, él junto a las dos mujeres entraron por otro pasillo del primer piso.

“Cállate, Hiroshi. Si salió igualito a ti.” Se seguía oyendo a pesar de haberlos perdido de vista. “¡Tobio, Hinata! ¡Vayan a dejar los bolsos a la habitación y bajan enseguida!”

Los estudiantes obedecieron en silencio. Una vez en su habitación, Kageyama se giró para ver al pelinaranja sintiéndose muy avergonzado.

“No me vas a dejar después de esto, ¿verdad?” Hinata se relajó un poco al escuchar esa pregunta hecha con total seriedad y se rio por lo bajo.

“Tu familia parece muy divertida.”

“No sé si divertida sea la palabra adecuada.” Gruñó molesto por semejante espectáculo. “Lo siento, debí anticipar harían algo así…” Hinata notó que el chico realmente se sentía mal.

“Oye, oye.” Le habló a su ahora pareja. “Está bien. De verdad que no es para tanto.” El pelinegro lo miraba con desconfianza. “Es decir, sí fue un poco vergonzoso, pero estoy feliz porque creo que le agrado a tu familia.”

“Sí, lo noté, maldita sea.” Kageyama se veía frustrado.

“¿Te molesta que les agrade?” Preguntó el más bajo confundido y algo preocupado. ¿Acaso no era algo bueno que se llevara bien con la familia de su pareja?

“No es eso…” Le respondió en un tono bajo. “Es que… quería estar contigo a solas.” Explicó con un pequeño puchero. “Pensé que sería más fácil aquí que en la casa del entrenador con todo el equipo ahí. Y ahora parece que mi familia está tan emocionada contigo que no nos dejarán en paz.” Shoyo sonrió al escuchar esto.

“Bueno, pero ya tendremos tiempo. No me iré a ningún lado.” Le aseguró con una gran sonrisa. Tobio lo abrazó con fuerza, y después separó un poco sus cuerpos para acercar sus rostros. El pelinaranja veía expectante como el más alto estaba cada vez más cerca, cerrando sus ojos para sumergirse en el momento. Kageyama estaba concentrado en Hinata, en cada una de sus reacciones, posicionando su mano derecha sobre la mejilla del pelinaranja, esperando…

“¡Tobiooo! ¡Bajen de una vez, no me hagan subir por ustedes!” Ese grito por parte de la dueña de casa hizo que se separaran de golpe totalmente sonrojados.

“Por la mierda…” Maldijo entredientes Kageyama.

“Mejor bajemos…” El otro le dijo aun con su cara completamente roja.

---

Los cuatro Kageyama junto a Shoyo estaban sentados en una mesa cenando, en un ambiente ameno y familiar. En un inicio, el pelinaranja se sentía algo tímido por estar en una reunión con la familia de su pareja de hace poco más de dos horas, pero pronto comenzó a tomar confianza y a abrirse. Ahora, tres pelinegros veían curiosos como la rubia y el invitado tenían una animada conversación como si fuesen viejos amigos, hasta el punto de comenzar a llamarse por su nombre de pila.

“Entonces, Shoyo, ¿tu hermanita es tan deportista como tú?”

“Es muy activa, pero no estoy seguro si realmente le interesan los deportes.” Respondió riendo. “Y cuándo usted practicaba baile, ¿nunca pensó en dedicarse a eso en lugar de ser profesora, Akira-san?”

“Ufff, ¡Por supuesto!” Ella hizo un gesto sobreactuado de cansancio. “Pero después comencé a ayudar a unos compañeros que no les iba muy bien en los estudios y me di cuenta que realmente me gustaba mucho enseñar.” La mirada soñadora en el rostro de la mujer hacía ver que no había ni una pizca de arrepentimiento en su elección de carrera. “Bueno, por ese tiempo también fue que conocí a Hiro.”

“¿En serio?” Preguntó Hinata con emoción. “¿Cómo fue?” Akira se rio un poco.

“Al principio, nos odiábamos. No soportaba que fuese tan altanero.” Ella hizo una mueca de disgusto en juego mirando a su marido. “Él era parte del equipo de atletismo, y, sí, era muy bueno… Pero nadie lo soportaba porque siempre estaba recalcando los errores de los demás.”

“¿Cómo aprenderían si no les decía que hacían mal?” Dijo el hombre tranquilamente mientras seguía comiendo.

“Hiro, la gente no aprende si les pasas gritando que ‘son idiotas que no pueden hacer nada bien’.”

“Pero lo eran…” Akira limitó a dirigirse nuevamente a Shoyo.

“¿Ves de lo que hablo?”

“La entiendo perfectamente. Este…” Señaló a Tobio, quien se sobresaltó al sentirse aludido. “Es igual.” Ella negó con la cabeza en una señal de resignación, aunque mantenía una sonrisa en su rostro.

“Bueno, y pasó que como me gustaba tanto ayudar a otros a estudiar me metí a un programa de tutorías en la escuela. Y adivina quién fue mi primer alumno.” La rubia cruzó los brazos y miró con superioridad a su marido, que seguía comiendo pausadamente y se detuvo para levantar su mano.

“Wooooow. ¿entonces en ese momento ya se conocían? ¿O se conocieron ahí?” Preguntó el pelinaranja totalmente intrigado. Los hermanos Kageyama sabían que sus padres se conocían desde la preparatoria, pero no sabían los detalles del comienzo de su relación, por lo que, aunque no lo demostraran, también escuchaban con interés.

“Nos conocíamos solo de nombre.” Akira respondió. “Yo escuchaba muchos rumores de él: que era grosero, que tenía malgenio… Así que no me gustaba la idea de tener que hacerle clases.”

“Yo ni quería tomar esas tutorías, pero el entrenador amenazó con sacarme del equipo si no lo hacía. Y después me entero que me toca con la niña más gritona y ridícula del grado.” Dijo serenamente un nostálgico Hiroshi. La rubia lo volteó a ver algo ofendida y le golpeó el brazo.

“¿¡Cómo que ridícula!?” Todos saltaron ante el grito, excepto el hombre, que la miró directamente.

“Es una de las cosas que más me gustan de ti.” La mujer sonrió ampliamente al escuchar eso. “Eres una idiota, pero eres MI idiota.” Hinata sintió como la romántica confesión del hombre se esfumaba en el aire por semejante final; lo peor era que se imaginaba perfectamente al hijo de ese sujeto diciéndole lo mismo a él.

“Bueno, Hiro, tú eres MI energúmeno… Que no se te olvide.” Le advirtió de forma juguetona también, sacándole una suave sonrisa a Hiroshi. Miwa se aclaró la garganta con la clara intención de detener lo que, el invitado recién comprendió, era su forma particular de coqueteo. La mujer rio levemente sonrojada, mientras el hombre se limitó a seguir con su cena. Akira comenzó a hablar nuevamente.

“Continuando, le comencé a hacer clases, y al principio fue de lo peor. Discutíamos todo el tiempo, hasta que le pedí al profesor a cargo del programa que me asignaran a otro estudiante.”

“¿Lo cambiaron así no más?” Preguntó algo decepcionado Hinata.

“Sí, no fue muy difícil; todos en la escuela, incluso los profesores, sabían que tenía pésimo carácter.”

“Solo era honesto.” Aclaró brevemente el aludido.

“En fin…” Prosiguió Akira. “Me asignaron a otro tipo, un estúpido insufrible que se creía irresistible, pero era tan asqueroso.” Explicó ella con una expresión de repulsión.

“Esos son los peores…” La joven Kageyama intervino, en un gesto de solidaridad.

“Pero todas mis compañeras me decían que tenía suerte, porque supuestamente ‘era tan lindo y popular’. No sé si eran ciegas o derechamente tontas.” Por primera vez, Hinata percibió un sentimiento amargo por parte de esa mujer. Se notaba que el recuerdo de aquellas personas realmente le molestaba. Su marido también hizo cuenta de ello y comenzó a acariciar la parte posterior de su cabeza delicadamente, lo que tuvo un efecto inmediato en las facciones de ella.

“Eran tontas. Por eso tú eras la mejor tutora de esa mierda de escuela, mientras ellas con suerte pasaban las materias.” Después de la aclaración, bajó su cabeza para que la mujer volviese a tomar el protagonismo. Akira pronto recuperó la compostura.

“Y resulta que el tipejo ese me invita a salir, y como a mí no me gustaba lo rechacé.” Lanzó un suspiro cansado. “Después de eso, él se encargó de hacerme ver frente a toda la escuela como a una rara que no le gustaban los hombres, porque aparentemente era imposible que él no me gustara, lo que llevó a que hubiesen rumores de que era lesbiana…” Pronto se dirigió a los dos jóvenes. “No es que haya algo malo en eso.” Aclaró rápidamente. “Pero en esa época la gente era muy cerrada de mente, y se veía la homosexualidad como un trastorno o como una perversión.” Los dos muchachos asintieron comprensivamente. “Y eso provocó que nadie quisiera tenerme como tutora, y presionaron para sacarme del programa, lo que finalmente lograron.”

“Pero eso es muy injusto.” Replicó con pena y molestia Hinata. Volteó a ver a los hermanos, y notó que ambos tenían el ceño fruncido.

“Después de eso, me deprimí y pensé en no ir a la escuela. Pero, aunque la pasaba mal y nadie me hablaba, creí que el no ir me haría una perdedora, y no pensaba perder contra ese bastardo asqueroso.” Los jóvenes sintieron cierto orgullo al oír el relato de la madre. “Un día, el profesor encargado del programa me citó y me pidió que volviera para hacerle clases a un alumno. Yo no sabía por qué me habían vuelto a llamar, o quien quería tenerme de tutora, cuando fui a la primera sesión y me encontré con Hiroshi.” Ella lo miró con dulzura un momento para luego seguir hablando. “Trató de hacerse el interesante diciendo que solo quería aprender y que todos los otros tutores eran unos idiotas y que yo no lo era tanto.” Dijo riendo suavemente.

“¿’Hacerme el interesante’?” Preguntó el hombre en voz baja genuinamente confundido. Las dos mujeres junto a Shoyo rieron ante esto, mientras Tobio alzaba sus hombros aparentemente tan confundido como su padre, lo que provocó más risas de los otros tres.

“Y comencé a enseñarle. Él estaba más receptivo que antes, así que no peleábamos tanto. Y así lo fui conociendo mejor, y me di cuenta que simplemente era inepto socialmente.” El hombre la miró con los ojos entrecerrados. “Pero que a pesar de eso, tenía un concepto del mundo mucho más amplio que cualquier otro muchacho que hubiese conocido, y tenía más empatía, sensibilidad y perspectiva de lo que aparentaba.”

“¿Hablas de papá? ¿En serio?” Preguntó Miwa, con la clara intención de molestar a su padre. La mujer continuó para evitar una pelea entre ellos.

“A Hiro no le podría importar menos si yo era lesbiana o no, o si la gente hablaba mal de él por estar conmigo. Con el tiempo, cuando nos acercamos más, me di cuenta que él es capaz de mirar a las personas como eso exactamente: personas. Que el género, la raza, la orientación sexual… eran cualidades neutrales para él y que no implicaban algo bueno o malo; sino que eran una parte de cada uno y listo. Hiro siempre fue muy crítico con los que lo rodeaban, pero siempre criticaba sus acciones cuando creía que la gente estaba haciendo algo erróneo que podían mejorar, como a sus compañeros de atletismo que no practicaban más de 2 horas semanales; y siempre ha sido muy honesto en ese sentido. Y eso hizo que me enamorara de él.” Finalizó contenta.

“¿Y tú, papá?” La joven Kageyama preguntó. “¿Cuándo te enamoraste de mamá?”

“No lo sé.” Tanto Miwa como Shoyo miraban sorprendidos y algo decepcionados al hombre.

“Ay, papá…” Soltó la pelinegra resignada. “Bueno, y ¿qué te enamoró de ella?”

“Su sonrisa.” Respondió con simpleza. “Y su capacidad de hacer todo divertido.”

“Casi lo único que hacíamos era discutir y pelear.” Akira agregó algo incrédula.

“Era divertido pelear contigo. Además cuando te enojabas y discutías era cuando más sacabas a relucir tu inteligencia, tu visión social, tu fortaleza y tu ambición.” Explicó seriamente.

“¿¡Por eso siempre me decías estupideces!?”

“Por eso, y porque te veías bastante linda enojada… como un hámster, u otra rata peluda de esas.”

Miwa y Shoyo miraron a Hiroshi con los ojos entrecerrados. Akira se dirigió a su hijo.

“Tobio, yo sé que tu padre intenta hacer un cumplido, pero no le digas a Shoyo que se ve como una rata peluda. Solo dile que es lindo y ya, como una persona normal.” El joven asintió algo tieso, mientras Hiroshi comenzó a hacer una mueca como puchero. ‘Se parece tanto a Kageyama…’ Pensó Hinata aun sorprendido por las similitudes entre ambos.

“Papá.” Habló por primera vez el pelinegro de primero. “¿Amenazaste a tu entrenador para que te volvieran a asignar a mamá como tutora?” Preguntó intrigado, mientras Shoyo, Akira y Miwa ya se comenzaban a reír tomando la pregunta hecha con total seriedad como un chiste.

“Sí.” El hombre respondió y las risas se detuvieron al instante. “¿Por qué la pregunta?”

“Suena a algo que tú harías y me dio curiosidad la misteriosa vuelta de mamá al programa.” Y así ambos pelinegros volvieron a comer dando por finalizado el tema, ante las miradas de shock de los demás.

“Espera, espera. Nunca me dijiste eso, Hiro.” Akira expresó conmocionada. “¿Cómo es eso que lo amenazaste?”

“Él dijo que debía tomar las tutorías sino me sacaba del equipo, y yo le dije que las tomaría solo contigo. Así que, o pedía tu reincorporación formal al programa, o yo renunciaba al equipo.” Señaló despreocupado.

“Pero, ¿y si te sacaban del equipo?”

“No me iban a sacar.”

“¿Cómo estabas tan seguro?”

“Porque era el único que valía la pena y todos lo sabían.”

“Pero…pero…” La mujer ya comenzaba a conflictuarse un poco. “¿Por qué llegaste tan lejos por unas tutorías que ni siquiera querías tomar?”

“Ya te lo dije: eras la mejor tutora por lejos, tú más que cualquier otra persona merecía estar en ese programa.”

Esto emocionó enormemente a Akira, quien se lanzó sobre su marido y lo abrazó con fuerza. Hiroshi se acomodó para poder recibirla.

“¡Ay, Hiro! ¡Te amo, te amo, te amo!” Decía mientras le daba besitos fugaces en el rostro.

“Mamá, contrólate, tenemos visitas…” Miwa dijo con sorna, pero se notaba que las jugarretas de sus padres le divertían. Tobio, por otra parte, tenía una mueca aburrida en el rostro, y Shoyo sentía algo cálido en su pecho. Al inicio, cuando conoció a esa pareja no entendía como era que podían estar juntos, como siendo tan distintos podían tener una vida compartida. Pero al estar con ellos durante esa velada, pudo ver que sus diferencias hacían que se complementaran y se alentaran mutuamente. Con este pensamiento, el pelinaranja volteó a ver a su pareja, que seguía mirando a sus padres como si les pidiera telepáticamente que detuvieran sus expresiones amorosas, y tomó su mano por debajo de la mesa. Tobio se sorprendió por el contacto y dirigió su mirada a Shoyo quien le sonreía cariñosamente, haciendo que respondiera el gesto. “Ay no, ¿Ustedes también?” Reclamó la joven pelinegra al notar a la pareja más joven. “¿Voy a buscar el violín, les prendo unas velitas?” Terminó con sarcasmo. El menor se sintió levemente avergonzado y se quedó en silencio, pero el padre le respondió a la pelinegra.

“Ya que estás tan servicial, comienza a lavar la loza.”

“Vamos, papá, ¿no puede esperar…?”

“No.” Dijo en un tono que no daba lugar a discusión. Mientras la joven se levantaba para juntar los platos con una mueca molesta, su hermano se rio bajo en forma burlesca. “Tobio, tú también.” El aludido abrió mucho los ojos.

“Pero…” Comenzó a señalar al pelinaranja.

“Vayan y terminen de una vez.” El hombre sentenció. Ambos se levantaron en silencio y se llevaron la loza sucia a la cocina. Akira se rio mientras veía a sus hijos alejarse mientras discutían en voz baja quien lavaría y quien secaría.

---

Cuando todo estaba ordenado, el joven pelinegro se reunió con el pelinaranja en el sofá de la sala de estar, donde aparentemente fue acarreado por los adultos para seguir conversando. Los padres se habían levantado y estaban buscando algo en un aparador, así que Tobio aprovechó para hablar con su pareja en confidencia.

“¿Fue incómodo estar solo con mis papás?” Preguntó con un cierto grado de preocupación.

“¿De qué estás hablando? Tus papás son geniales.”             

“Sí, claro.” Dijo el armador con sarcasmo, relajado por el buen comentario hacia su familia.

“Es muy gracioso que pienses así cuando eres una versión mini de tu papá.” Shoyo respondió divertido. El otro lo miró con el ceño fruncido.

“Te has estado juntando mucho con mi mamá.” El pelinaranja estaba por argumentar a favor de su postura en esa pequeña discusión, cuando Tobio siguió hablando en un tono más suave y tranquilo. “Siempre pensé que ustedes congeniarían bien.”

“Es muy divertido platicar con ella. Es muy buena para contar historias también. Mientras veíamos tus fotos de bebé me contó como jugabas y…”

“Espera… ¿Fotos de bebé?” Preguntó sorprendido y algo avergonzado. “¿Por qué decidió mostrarte eso?”

“De hecho, fue idea de tu papá.” Shoyo vio como su pareja arrugó la frente mostrando desconcierto. En ese momento, notaron que Hiroshi se sentó en un sillón frente a ellos. Ambos pelinegros se comenzaron a mirar intensamente, como si tuvieran una lucha mental.

“Tú…” Comenzó el hijo, pero fue prontamente interrumpido.

“50%”

“¿Qué?” El hombre puso un control remoto sobre la mesa entre ellos.

“Borra al menos el 50% de tus porquerías de la televisión. Tienes hasta mañana.”

“Y si no lo hago ¿qué?” Le preguntó en tono amenazante el joven pelinegro. El pelinaranja comenzó a temer lo peor cuando en el rostro del padre aparecía sonrisa tétrica.

“¿Sabes, hijo? Estuve pensando, y creo que la pequeña incursión a tu partido nos ha permitido conocerte mejor y acercarnos más como familia.” El joven miraba con suspicacia al mayor. “Estoy seguro de que tu madre se pondrá muy contenta cuando le cuente lo beneficioso que fue, ¿no te parece?” Hinata notó como el rostro de su pareja pasaba de denotar molestia a mostrar espanto. Habiendo cumplido su cometido, el hombre volvió a ponerse serio. “Ya sabes, al menos el 50%.” Dicho eso, se levantó y se alejó de ahí.

“Maldito psicótico extorsionador.” Tobio murmuró con molestia, mientras tomaba el control remoto y encendía el televisor.

“Emmm… ¿Qué fue eso?” Preguntó Shoyo totalmente confundido, susurrando para que no los oyeran.

“Mi papá molesto.”

“Da miedo…” El pelinaranja acotó temblorosamente abrazándose a sí mismo.

“Sí…” Dijo en un tono agotado.

“¿Y todo porque ocupaste mucha memoria en la televisión?” El más bajo se preguntaba temeroso si tomaba tan poco para desatar la furia del hombre.

“Ajá”

“¿Y por qué no lo borró él simplemente si estaba tan molesto?” Kageyama se tensó levemente.

“Es que… solo yo los puedo borrar.” Hinata estaba confundido. En su casa había un sistema similar, grababa programas y su hermana también, y ambos borraban cosas que ya habían sido vistas; no era para nada difícil ni del otro mundo. “Le cambié el código al software del decodificador para pedir una contraseña para borrar alguna grabación.” El pelinaranja le quedó mirando como si fuese un alien.

“Disculpa, ¿qué?”

“Que cambié el software del aparato para…”

“Sí, sí, escuché eso…” Le interrumpió y movió su cabeza de un lado al otro rápidamente. “A ver, déjame ver si entiendo bien… ¿reprobaste casi todas tus pruebas la semana pasada pero puedes hackear esa cosa?” Preguntó señalando el decodificador de la televisión. “Es decir, ni siquiera sabía que eso fuese posible.” Tobio enrojeció un poco.

“No quería que borraran los partidos que había grabado…” Le explicó el pelinegro en un tono bajo. Shoyo no estaba seguro si debía sentir orgullo o miedo, hasta que recordó algo de su primer encuentro con los Kageyama.

O todos esos partidos de volley que grabó para verlos con Hinata.

¿Acaso Tobio se había empeñado tanto en conservarlas porque quería verlas con él? Ese calor en su pecho volvió a aparecer esa noche, y abrazó con fuerza el brazo del pelinegro, quien solo lo miró extrañado.

“Bueno, tenemos muchos partidos que ver esta noche.” Le dijo muy animado. “¡Tal vez podamos crear un nuevo movimiento juntos!” Terminó con emoción.

“Lo dices como si fuese sencillo.” Dijo seriamente Kageyama. “Además, ¿no deberías concentrarte en jugar relativamente decente antes de crear un movimiento?”

“¿¡Qué dijiste!?” Le reclamó ofendido el más bajo mientras rompía el abrazo y se alejaba de él. Tobio se quedó callado apretando los labios mientras miraba al otro.

Sí parece una rata peluda… o un gatito erizado. Es tan lindo.’ Pensó el pelinegro.

“¿Y ahora qué te pasa?” Shoyo preguntó aun molesto.

“Nada…”

--

Shoyo comenzó a abrir los ojos, y a ver donde se encontraba, distinguiendo que estaba en la cama de la habitación de Tobio. Pronto, llegaron a su mente los recuerdos del día anterior: la confesión, los besos, los Kageyama y la gran maratón de partidos de volley para desocupar la bendita memoria de la televisión. Su cara se empezó a sentir caliente, mientras en su estómago había una sensación extraña. Intentó levantarse, pero unos fuertes brazos lo tenían sujeto de la cintura y se reusaban a soltarlo. Volteó para ver que su ahora novio lo abrazaba por detrás mientras seguía dormido.

Cierto que llegamos y nos acostamos así no más…’ Pensó tallándose los ojos.

“Kageyama…” Lo comenzó a llamar. “Kageyama, despierta.” El pelinegro, en lugar de hacer lo que esperaba el pelinaranja, murmuró algo en sueños y apretó más el abrazo que lo tenía prisionero en esa cama. “¡Kageyama!” Terminó gritando, ante lo que el otro comenzó a despertar mientras se reusaba a abrir los ojos.

“¿Queeeeé?” Reclamó de mala gana. “No hagas tanto ruido, idiota.” Aparentemente el más alto no tenía ni la más mínima intención de moverse.

“Suéltame.” Hinata trató nuevamente zafarse infructuosamente. “Quiero saber que hora es.”

“¿Qué importa?” Dijo Tobio escondiendo su cara en la espalda del más bajo.

“Tengo que darle alguna señal de vida a mi mamá también.”

“Aun es temprano.”

“¿¡Y cómo puedes saber eso!? ¡Con suerte has abierto los ojos!” Y así ambos comenzaron a forcejear. “¡Déjame ir!”

“¡No quiero!”

“¡Suéltame!”

“¡No!”

Estaban tan sumidos en lo que estaban haciendo que no notaron que la puerta de la habitación se abrió.

“No sé si sea apropiado que duerman en la misma cama.” Escucharon los jóvenes que temblorosamente voltearon a ver a la puerta, donde se encontraba Hiroshi. “Solo tienen 15 años.” Ambos se sentaron en la cama, uno al lado del otro con rapidez.

“De hecho, yo tengo 16.” Acotó Hinata sin pensar, y ambos pelinegros lo quedaron mirando seriamente. “N-no importa…” Terminó bajando la cabeza.

“¿Están familiarizados con el artículo de obscenidad juvenil?” Preguntó el hombre con tranquilidad. Vio como los dos adolescentes ladeaban sincrónicamente la cabeza con un rostro confundido, y lanzó un suspiro resignado. “Básicamente significa que si me entero de que hicieron algo sexual, tengo la facultad de llevar arrestado a Hinata por exposición a actos obscenos.”

“¿¡Arrestado!?”

“¿¡Exposición a actos obscenos!?”

“¡Un momento! ¿¡Y por qué yo me iría arrestado y no él!?” Preguntó el pelinaranja indicando al Kageyama menor.

“Lo siento, Hinata. Pero Tobio tiene 15 años y tú 16. Además que no tiene edad suficiente para consentir un acto sexual aun.”

“¿No la tengo?” El joven pelinegro preguntó intrigado. “¿Y cuándo tendré…?”

“Cuando yo lo diga.” La intensidad en la voz del hombre hizo que ambos bajaran la cabeza. No estaba gritando, pero se notaba que estaba hablando absolutamente en serio.

“Kageyama-san, le prometo que no pasó nada y tampoco pretendemos hacer algo. Solo nos quedamos dormidos.” Le aseguró el pelinaranja algo nervioso, para luego voltear a ver al otro menor. “Kageyama, di algo.” Le susurró y le dio un codazo. Por un momento el joven se quedó callado, hasta que notó que también Hiroshi lo miraba esperando que dijese algo.

“Solo quiero abrazarlo y… y… besarlo… y tal vez tomarle la mano” Respondió gruñendo sonrojado y frustrado. El pelinaranja apretó los labios mientras sentía su cara arder. “Eso está bien, ¿cierto?” Su padre asintió. Una risa reprimida irrumpió en el lugar.

“Wow, ¿quién diría que eras tan cursi, Kageyama?” Dijo Hinata totalmente divertido, superando la vergüenza de hace unos segundos atrás.

“Cállate…” El pelinegro desvió la mirada.

“No me digas que ahora te vas a avergonzar, ¡por favor!” Se comenzó a reír el más bajo, picando el brazo de Tobio con su dedo índice.

“¡Que te calles!” Gritó el otro encarándolo.

“Bueno, confiaré en ustedes.” Hiroshi mencionó en forma serena. ‘Creo que no tengo mucho de que preocuparme, son los dos unos idiotas infantiles… Pero para asegurarme…’ “Sin embargo, si me llego a enterar que hicieron algo…”

“N-n-no lo haremos, Kageyama-san.”

“Bien. Dicho eso, noté que cumpliste con nuestro acuerdo, Tobio.”

“No quiero se vuelvan a autoinvitar a uno de mis partidos.” Advirtió el joven pelinegro.

“Podemos llegar a otro acuerdo.” Tobio lo miró con suspicacia. “Si borras al menos un 20% más y arreglas el decodificador para esta noche, podría considerar que Hinata se quede el próximo fin de semana cuando nosotros vayamos a la reunión con los socios de tu hermana fuera de la cuidad.” Los ojos del Kageyama menor comenzaron a brillar. “Por ahora, levántense, arréglense y desayunen. Quiero que se queden pendientes de la casa en lo que vamos a pasear con Akira… A no ser que debas irte, Hinata.”

“¿No tiene problemas con que me quede?” Preguntó algo inseguro Shoyo. Él quería quedarse y pasar el mayor tiempo posible con Kageyama, pero el hombre le daba miedo.

“¿Debería tener algún problema acaso?” Le respondió en un tono más intimidante del que tenía planeado. Hinata negó violentamente con la cabeza. “Bien, entonces quédate cuanto gustes. Pero avísale a tu madre para que no se preocupe.”

“Muchas gracias, Kageyama-san.” Y con eso, Hiroshi se retiró. Shoyo se quedó viendo la hacia la puerta, asegurándose que el hombre no apareciera sorpresivamente, y le susurró a su pareja. “Oye, Kageyama…”

“¿Qué pasa?” Preguntó el aludido tallándose los ojos.

“Tu papá… Estaba jugando cuando dijo todo eso de arrestarme, ¿cierto?”

“Quien sabe…” Dicho eso, hizo una pausa para bostezar y luego continuar hablando. “Él puede arrestarte, es detective, ¿recuerdas? Mamá te lo dijo anoche.” El pelinaranja palideció. “¿Qué te pasa?”

“Tu papá me da miedo.” Lloriqueó Hinata.

--

Los padres estaban a punto de salir del hogar, ambos con ropa que lucía bastante cómoda. Shoyo, viéndolos desde el sofa con su pareja al lado, no podía dejar de pensar que ambos eran realmente atractivos. Akira se acercó a los jóvenes de primer año y les dio un beso en la frente a cada uno.

“Pórtense bien mientras no estamos, ¿sí?” Dijo ella sonriendo ampliamente. Los jóvenes vieron por detrás de la mujer como Hiroshi mantenía la vista fija en ellos, con un rostro que les restregaba toda su autoridad, y asintieron de forma tiesa.

“No intenten pasarse de listos, porque me daré cuenta.” El hombre advirtió con seriedad. Akira se acercó a su marido, tomándolo del brazo.

“Si ya dijeron que se portarían bien. ¡Vamos!” Exclamó ella divertida mientras jalaba del brazo a Hiroshi hacia la puerta de la casa. “¡Nos vemos, chicos!” Los adultos salieron, cerrando la puerta detrás de ellos. Hinata soltó una bocanada de aire en el momento en que se cerró la puerta, y pronto sintió que el pelinegro se sentó más cerca de él en el sofá.

“¿Y qué quieres hacer?” Preguntó Tobio.

“Bueno, ¿no tenemos que ver ese 20% más de partidos?”

“No tenemos que hacerlo si no quieres…” Le respondió frunciendo levemente el ceño y mostrando un ligero sonrojo. Hinata sonrió y se acomodó mejor en el sofá.

“De hecho, la maratón de anoche estuvo bastante entretenida.” Dijo mientras tomaba el control remoto y se lo pasaba a Kageyama. “Aunque no sé si quiero quedarme todo el día dentro de la casa tirado en el sofá…”

“Yo tampoco, quiero practicar o algo.”

“Pero no podemos irnos, ¿recuerdas? Le prometimos a tus padres que cuidaríamos la casa.” Tobio lo miró con una ceja levantada.

“Hay muchas formas de entrenar volley… lo sabes, ¿cierto? Yo practico hasta en mi cama.” El pelinaranja entrecerró los ojos alejándose levemente del otro.

“¿Estás tratando de hacer un comentario de doble sentido?” Esto hizo enrojecer a Kageyama de golpe.

“¿De qué mierda estás hablando? ¿Por qué yo haría…?” El pelinegro lanzó un gruñido frustrado para luego respirar hondo en un intento por calmar un poco su vergüenza. “Estoy hablando de ejercicios de volley, para practicar recibimientos y tiros simples sin requerir mucho espacio.”

“Ahhhh. Comprendo.”

“Idiota…” Murmuró por lo bajo el más alto. Ante el insulto, Shoyo infló sus cachetes molesto.

“Deberías dejar de llamarme idiota todo el rato, soy tu pareja ahora.”

“¿Y qué? ¿Ahora esperas que te llame ‘pastelito’ o alguna de esas burradas? Porque no haré eso.” Rebatió molesto Kageyama. Hinata lanzó una pequeña risa reprimida.

“Jajaja, pastelito. Los sobrenombres definitivamente no son lo suyo.” Justo cuando vio el rostro enojado del armador y su mano alzándose peligrosamente hacia su cabeza, se puso más serio. “No me refiero a eso. Quiero decir… si somos pareja y se supone que me quieres, ¿no deberías dejar de atacarme todo el tiempo?” Finalizó sin usar un tono recriminatorio, apelando a utilizar la lógica con el chico. Kageyama, por su parte, se calmó considerablemente, pero se alejó un poco del pelinaranja y desvió la mirada.

“Yo sí te quiero…” Susurró ahogadamente. “No digas que ‘se supone que te quiero’ como si no fuese cierto o no me creyeras.”

Hinata estaba sin palabras. No sabía bien como lidiar con este Kageyama que aparentemente era mucho más sensible de lo que estaba acostumbrado.

“Lo siento, no quise decir eso.” Le aseguró con rapidez. “Por supuesto que te creo y sé que me quieres. Es solo que…” Shoyo se quedó meditando como podía continuar esa oración. ¿Cómo explicarse ante este ser tan extraño que era su pareja? “Nunca había salido con alguien, así que no sé como es, pero tenía la idea de que las parejas eran más…” Hinata movía las manos mientras trataba de llegar con la palabra apropiada. “¿Cariñosas entre sí?” Terminó inseguro.

El más bajo vio con nerviosismo como el pelinegro miraba hacia el suelo con un rostro totalmente inexpresivo. Estaba por retirar lo que había dicho, cuando el otro le habló.

“No… no soy una persona particularmente cariñosa. Yo…” Se detuvo un momento para respirar con algo de dificultad. “Si tú esperas a alguien que sea cariñoso o amoroso, entonces… entonces no sé si te pueda hacer feliz. Lo puedo intentar, pero… yo no soy así.” ¿Era idea de Hinata, o Kageyama se veía como si quisiera llorar? ¿¡Qué era lo que estaba pasando!? En ese momento, Shoyo no halló nada mejor que pegarle con fuerza en la parte posterior de la cabeza a Tobio para hacerlo entrar en razón. “¡¿Qué te pasa?!” Le reclamó el pelinegro al recibir el golpe.

“¡Eso es lo que debería preguntar yo! ¿Qué es lo que te está pasando? Solo mencioné que pensaba que las parejas deberían ser más cariñosas entre sí y te pones todo depresivo.” Su respiración estaba agitada. “Sé perfectamente como eres, un maldito engreído egocéntrico que lo único que hace bien es jugar volley.”

“…Pensé que las parejas no se atacaban…” Dijo con sarcasmo Kageyama al oír la descripción de su persona. El más bajo solo lo ignoró.

“Sé como eres, y así y todo quiero estar contigo. ¿Está claro?” El pelinaranja al ver que el otro tenía un gesto dudoso, lo golpeó en el brazo.

“¡¿Puedes dejar de pegarme?!”

“¿Está claro?” Insistió Hinata, para recibir una afirmación con la cabeza por parte de un malhumorado pelinegro. “¡Dios! Solo fue un comentario estúpido, ¿por qué te complicas tanto?”

“Sonó a que estabas decepcionado…” Contestó en forma lastimera. “Pensé que podrías haberte arrepentido.”

“¿Necesito golpearte de nuevo, Kageyama?” Dijo, alzando una mano como si se preparara para tirar un golpe.

“¡No, gracias!” El pelinegro tomó la mano alzada de Shoyo y la bajó con brusquedad. “Ya entendí, ¿de acuerdo?”

“¡Perfecto!” Exclamó Shoyo antes de abrazar el cuello de Tobio y darle un beso en los labios. El pelinegro rodeó la cintura del otro, apegándolo más a su cuerpo.

“Así que… ¿Soy un maldito engreído egocéntrico que lo único que hace bien es jugar volley, eh?” Kageyama recriminó de forma desafiante cuando se separaron. Hinata, al escuchar ese tono más común en su compañero, se relajó aun más.

“Tal vez…” Canturreó con una sonrisa. “Pero aunque tú no lo creas, también creo que eres tierno en tu propio estilo, ¿sabes?”

“No lo soy.”

“Sí, lo eres. Y también atractivo, un poco atento…” Continuó haciendo un gesto con su mano, casi juntando el pulgar con el índice. “Solo un poquito.” Kageyama reprimió una risa y sonrió de medio lado, con un sonrojo.

“¿Cómo logras decir cada tontería vergonzosa así nada más?” Hinata lanzó una risita.

“Me sorprende lo tímido que puedes llegar a ser con ciertas cosas. Ya nos confesamos, besamos y hasta dormimos abrazados, ¿y te avergüenza que te diga que eres tierno y atractivo? ¿Quién te entiende?” Kageyama lo quedó mirando directamente durante varios segundos. “¿Qué?” Preguntó nervioso, ante la mirada fija del otro.

“Nada, solo que…” El pelinegro comenzó a sonreír delicadamente mientras hacía una pequeña pausa. “Te quiero.”

“Kageyama…” Pronunció el más bajo, completamente enternecido.

“Y aunque pasemos casi todo el tiempo compitiendo o peleando, los momentos que paso contigo son los más divertidos que he vivido.” Hinata amplió su sonrisa y se acomodó mejor sobre el otro. “Eres el idiota más lindo y divertido.” El pelinaranja rodó los ojos.

“¿Para qué me molesto?” Terminó diciendo por lo bajo, intentando aguantar una carcajada. ‘De tal palo, tal astilla’ pensó el joven.

“¿Qué?”

“Nada. Solo cállate y enséñame los ejercicios de volley que mencionabas antes.”

 

FIN

Notas finales:

Les agradezco cualquier comentario o retroalimentación para poder mejorar ¡Muchas gracias!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).