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Trahison et chagrin (Traición y desamor) por Panseta22

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Notas del fanfic:

Bueno, antes de empezar esto, quien quiera que seas, bienvenido a este fic yey

Bueno la verdad este fanfic lo escribí por ahí en el 2015, y através de los años lo eh estado editando puede haber un poco de OOC en los personajes, más en Zoro porque vamos, se imaginan siendo al marimo un infiel? tipo eso es muy OOC ajsaj

Esta sería como la primera parte y si alguien quiere la segunda entonces dígamelo, porque la verdad no sé si continuarlo. Tengo una idea de como puede seguir pero weno hace tanto que no escribo y la verdad quiero mostrarle la luz a este angustioso fanfic donde lastimo al querido cocinero.

En plan empecé a escribir esto en una época donde, por alguna razón, leía muchos fics de infidelidad y de angustia y eso. Porque la verdad, repito, ya no me puedo imaginar a Zoro como alguien infiel sdnhfjadhnjfk pero weno así es en este fic. Recuerdo que cuando lo escribí andaba escuchando say my name de the neighbourhood y Liar de One Ok Rock.

Ah y avisenme por favor si ven algún error o algo. Y weno sin más a leer!

Corría lo más rápido que sus piernas le dejaban. Las lágrimas que se amontonaban en sus ojos apenas dejaban ver por donde pisaba, ni siquiera sabía en dónde estaba, se sentía tan perdido. Atravesaba y empujaba sin distinción a las personas. Su corazón, su pobre y destrozado corazón, latía desenfrenadamente lastimando aún más.

No quería llorar, no quería derramar ni una sola lágrima por ese bastardo, se aguantaría el ardor en los ojos y el nudo en la garganta, las ganas que tenían ese mar que eran sus ojos en rebalsar, quería llorar a gritos, sacar toda esa mierda que tenía encima pero no podía, no aún, no estando en mitad de la calle corriendo como loco a causa de la peor imagen que no se imaginó ver en toda su vida. La persona con la que comparte sus días, la persona a la cual le entregó su corazón desde hace años, la persona con la que compartió tantos momentos importantes tanto en su vida como la de él, la persona con la que malgasto siete putos años de su vida se estaba por coger a su supuesto colega. De seguro ya lo estaría haciendo.

Las escenas vividas hace pocos minutos golpeaban en su cabeza sin cesar.

~~~~~

Hace un tiempo que salía tarde del restaurante donde trabajaba. Después de la muerte de su padre, Zeff, él heredó el restaurante “Baratie”, actualmente era el cocinero en jefe y dueño, así que las responsabilidades eran más y requerían más tiempo. Todo eso hasta que las cosas se calmen y pudiera arreglar su horario.

Se preguntaba si el holgazán de su novio ya estaba en casa, seguramente no. Roronoa Zoro, su novio, es maestro de kendo, su Dojo iba de maravilla, así que Zoro, con su colega Trafalgar Law,-un antiguo compañero de escuela-decidieron hacer una clase vespertina, pero no duraba mucho tiempo. Así que llegaba un poco más temprano que él.

Su celular vibro. Hablando de Roma. Era un mensaje de Zoro. Decía que ocurrió un pequeño problema así que él y Law se quedarían un rato más. Nada de qué preocuparse.

Frunció el ceño. Y apretó el celular que estaba en su mano con fuerza, su corazón empezó a latir más rápido.

Tuvo un mal presentimiento.

Siempre que Law estaba con Zoro se sentía de esa manera, como si estuviera perdiendo algo. Así que solo tomó la decisión de ir a ver cómo iban las cosas por allá, ya que su instinto nunca le falló. Tomó su moto y partió para el Dojo de su pareja.

(*)

Aún no sabe si fue una bendición o la peor decisión de su vida.

Era como debatirse entre la feliz ignorancia y la cruel realidad. Solo estaba consciente que dolía. Dolía como mil demonios.

(*)

Mientras más se acercaba al Dojo, más sentía cómo se oprimía su pecho. Sentía como su instinto le advertía que algo malo estaba pasando. Se sintió un exagerado por tal pensamiento, eran solo divagaciones suyas, debía estar casado. Pero eso no quitaba el como una pequeña espina se presionaba constantemente contra su corazón, se sentía tan raro.

Estacionó cerca de la entrada. Se aseguró de esconder un poco la moto, nunca se sabe.

El lugar era bastante grande, así que tendría mucho por donde buscar a Zoro. Pasó por el enorme lugar de entrenamiento. Los pisos de madera estaban relucientes de limpios como siempre, los muñecos de entrenamiento puestos ordenadamente en una esquina del recinto. Todo parecía en orden. Se fue a buscar por los vestidores.

Se adentró a los vestidores, estaba a punto de gritar el nombre de su novio para saber su ubicación. Hasta que escucho sonidos por las puertas que daban a la salida trasera. Eran gritos. Y fueron callados abruptamente.

Se fue acercando lentamente, tal vez era una pelea entre Zoro y Law, algo en que no estaban de acuerdo, quizás. Mientras más se acercaba empezaba a escuchar murmullos, la puerta estaba un poco entreabierta, solo empujo un poquito más. Sí, podía parecer un chismoso pero le daba mucha curiosidad que podían estar discutiendo esos dos, no dudaba que si las cosas se ponían más intensas en la pelea verbal llegaran a los golpes. La personalidad del marimo y Trafalgar a veces chocaban, quería estar ahí por si algo pasara. Así que no era chismear, solo se preocupaba por esos dos.

Soy un estúpido. Eso fue lo que pensó al instante al ver la escena que se estaban montando esos dos.

Law estaba contra la pared siendo besado apasionadamente por Zoro. Su Zoro. El supuesto novio que lo amaba tanto.

Sus piernas no responden, tenía que irse de ahí, pero no lo hizo por la simple razón de que debe ser un mal entendido, que tal vez sus ojos le están mintiendo, este alucinando o que por alguna extraña razón hayan terminado así. Siguió viendo la escena que hacía que su corazón se rompa, que apenas lo dejaba con aliento y que su alma gritara de dolor.

Zoro y Law se separaron del frenético beso y se miraron un momento a los ojos, atontados. Sanji sentía sus propios ojos arder, sus lágrimas en cualquier momento exigirán salir.

-Por favor, no te vayas. No así - Zoro hablo, mirando fijamente a los ojos de Law -. Solo quiero que entiendas que no puedo dejarlo.

-No es solamente “no puedo”-Después de un pequeño silencio, Law hablo, sin correr la cara ante la mirada de Zoro. Los dos parecían hipnotizados, perdidos ante la mirada del otro. Eso no hizo más que seguir haciendo pedazos a Sanji, pero trato de concentrarse en la conversación ajena-. No quieres dejarlo, ¿Acaso no soy suficiente para que dejes a Kuroashi-ya por mí? ¿Mi amor no es suficiente, Zoro-ya? -.

Sanji estaba por gritar al escuchar eso. Law quería que Zoro lo dejara, a él, su pareja desde hace siete años. Pero qué importaban los números y los momentos vividos hasta ahora, lo que importaba en ese preciso instante era lo que iba a responder Zoro.

-No digas eso. Es más que suficiente y lo sabes, pero amo también a Sanji, siete años de pareja no son en balde, Law. Además su padre acaba de morir, mi deber es estar al lado suyo apoyándolo, por favor entiéndelo.

El nudo en su garganta se hacía más grande.

¡El muy bastardo estaba hablando de que lo amaba y que tenía que apoyarlo en ese momento tan difícil mientras le suplicaba a su amante que no se vaya! La hipocresía no tenía límites. Era un asqueroso cínico de mierda. Apretó los dientes mientras sus ojos, que le ardían como nunca, mostraban toda su furia y dolor que nadie veía.

-A pesar de que me dices que tienes que estar a su lado en este difícil momento para él, ¿Con quién estás ahora Zoro-ya? ¿Quién es el que te hace sentir mejor? –Law entrecerró los ojos- Sé que te lastime en el pasado, no sabes cómo me arrepiento de haberte rechazado en ese momento-. Ahora bajo la mirada, como lamentándose-. Pensar que si te hubiera aceptado ni siquiera te hubieras dado cuenta de la existencia de Kuroashi-ya -.Volvió a levantar la mirada con decisión en sus ojos grises-. Ahora estoy aquí, tratando de tomar lo que me pertenece, Zoro, por favor, sé mío.

Se tapó la boca con una de sus manos, tratando el contener el lastimero grito que estaba por salir de sus labios, el que exigía salir de su garganta.

Trafalgar tenía razón. Si no hubiera rechazado a Zoro en aquel entonces, ellos dos no estarían juntos, él tendría que haber vivido el sentimiento de amor no correspondido durante más tiempo mientras, seguramente, vería a Zoro y Trafalgar felices de la vida como pareja. Sanji fue el que consoló a Zoro, muy a su manera, para hacer el dolor más llevadero, para que sepa que no estaba solo y no era el fin del mundo. Alrededor de un año ya eran pareja, Sanji se confesó y Zoro lo acepto. Tal vez por agradecimiento, por lastima o porque no quería que le pasara lo mismo que a él. Aunque lo pensó mejor y supo que Zoro era incapaz de aceptar si no lo quería aunque sea un poco. Así transcurrieron siete años, tuvieron muchas peleas, muchas reconciliaciones, eso hacia su relación más fuerte. Pero una infidelidad, eso ya era otro cuento, algo que discutiría bien consigo mismo después de escuchar la respuesta de Zoro, otra vez.

-Te amo, Law-. Muy bien, creyó escuchar parte de su alma quebrarse en ese preciso momento-. Pero no puedo dejar ir a Sanji, al él también le amo. Es difícil de entender, más de una vez quise hacerlo, terminar con él. Pero al verlo no puedo, todas mis defensas se caen, es lo mismo que plantarme ante ti y pedirte que terminemos con todo esto, simplemente no tengo en coraje, no ahora.

Law solo lo miro antes de abrazarlo y besarle con pasión y amor. Zoro correspondió al instante.

Sus piernas le temblaban, en cualquier momento caería de rodillas.

Law volvió a hablar.

-No lo entiendo del todo, pero puedo esperar por ti durante un tiempo más. Solo un poco más, ¿Está bien? No seré el segundo plato de nadie, ni siquiera tuyo.-La mirada de Law se oscureció un poco mientras tomaba la cara de Zoro y lo miraba a los ojos.

Zoro asintió con la cabeza y una pequeña sonrisa. Law le devolvió la sonrisa.

-¿Qué te parece si vamos a mi departamento a cerrar el trato?- Trafalgar le guiño un ojo juguetonamente mientras una sonrisa maliciosa se extendía sobre sus labios.

-Tengo que volver a casa, de seguro él ya llego, lo siento.

-¿No me dijiste que le enviaste un mensaje que estarías un rato más por un “problema”? No creo que haya nada de malo en que te retrases una hora más, ¿No? Después de que acabemos puedes volver a los brazos de tu rubia-. Los dos soltaron una pequeña risa ante el comentario, la de Law más alta que la de Zoro.

Hijos de puta, mil veces hijos de puta. Tu puta madre, Trafalgar.

La risa de Zoro no hizo más que seguir dañándolo, como una infinidad de apuñaladas al corazón, haciéndolo desangrar. Apresurando su muerte.

-Él te patearía hasta la muerte si te escuchara.

Estaba muy equivocado. Lo estaba escuchando. Pero estaba inmóvil. Estaba paralizado.

-Créeme que él me mataría por otras cosas-. Zoro hizo una mueca ante el comentario de Law.

Sí, lo patearía hasta la muerte y también a su alma. Pero como se había dicho antes, estaba paralizado del shock y dolor.

-Bueno, bueno, ¿Vamos o no?

-Supongo que no hay problema, vamos-. La pequeña sonrisa de Law creció al escuchar a la positiva de Zoro.

Law tomó una bolsa que había en el suelo, tomó la mano de Zoro y partieron para el departamento del primero. Se fueron tomados de la mano, riendo felices de la vida, mientras él caía más y más en la oscuridad, mientras la realidad le golpeaba con una de sus mejores bofetadas.

Cerró la puerta y se dio vuelta. Todo con una impresionante lentitud, como si fuera un robot oxidado en estado automático

Olvidando su moto, corrió lo más rápido que sus piernas le dejaran y abandono el lugar. No quería estar cerca de algo que tuviera que ver con Zoro y Law.

Y así es como llegamos hasta aquí. La destrucción de una linda ilusión que era su relación con ese idiota. Un idiota al que amaba con todo su corazón. Corazón el cual estaba hecho polvo, ya no quedaban piezas para juntar.

Zoro tomó su amor e hizo lo que quiso con él, lo pisoteo, le escupió y humilló. Pero él aún lo amaba, porque le quiso casi desde el primer momento en que lo vio a los ojos. Esos ojos negros que eran su perdición y lo peor de todo, es que aún lo eran. Bueno, al menos el que se podía ver.

Ese sentimiento fue creciendo con el tiempo hasta donde está ahora, amándolo a más no poder. Y por eso se estaba odiando a sí mismo.

Sin pensarlo llego a un destino, la antigua casa donde vivía el viejo de Zeff, donde vivió toda su infancia y adolescencia, la cual había heredado, pero el dolor de la pérdida no lo había dejado entrar en ella. Se quedó parado en la vereda debatiéndose entre entrar o no, pero no quería regresar a lo que hace poco tiempo era su hogar y tampoco quería ir a la de un amigo. No quería darle explicaciones a nadie. A paso lento se acercó a la casa, enfrente de la puerta palpó sus bolsillos en busca del llavero donde tenía toda clase de llaves, las del departamento, del restaurante y su moto. Lo encontró. Con sus manos temblorosas a causa de los espasmos que sufría todo su cuerpo, después de unos intentos fallidos, exitosamente logró poner la llave en la cerradura, dio vueltas lentamente hasta que finalmente abrió la puerta y se adentró a la casa, cerrando con llave de vuelta.

Se detuvo un momento para apagar el celular. Tal vez Roronoa o alguien se acuerde de él. Pero no estaba, tanto mental como físicamente para nadie. Para algo estaba el contestador.

Lentamente fue subiendo las escaleras, no quería fijar detalle en la casa, las lágrimas acumuladas a penas le dejaban ver, y si se ponía a recordar terminaría quebrándose ahí mismo, seguro se caería de ellas. En el pasillo, con la cabeza agacha y chocándose con casi todo llego al cuarto, el cuarto del viejo. Simplemente quería sentirse un poco consolado por el olor y recuerdos de su padre.

Se sacó los zapatos, el saco, la corbata, camisa, pantalones y demás, quedando solo en boxers se acostó en la cama, tapándose con hasta la cabeza con las frazadas.

En ese momento lo libero todo. Se quebró y derrumbó ahí, dejo que el mar se desbordara inundando su cara. Ahogo sus gritos en la almohada. Quería matar a Law, torturar a Zoro, quería destruir todo a su paso, pero apenas tenía fuerzas, no sentía fuerza ni en sus brazos y piernas, así que se aferró a la otra almohada a su costado, dejó ir todo el dolor en gritos ahogados y abundantes lágrimas.

Recién pudo dormirse a las cuatro de la mañana. Por al menos ese día se olvidaría del mundo entero y dormiría. No prendería el celular y no avisara a nadie dónde está. Sería como morirse por un ratito. Justo lo que necesitaba.

Se despertó justo en el atardecer, el cielo se lucía de colores opacos. Entre anaranjados, rosas y violetas, hacía que su corazón no se sienta pesado de alguna extraña forma.

De sus labios salió una risa seca, carente de gracia y animó.

¿Por qué mierda no se dio cuenta antes?

Ah, sí. Su estúpido y ciego amor, que no lo hacía desconfiar para nada se ese estúpido de Zoro. Ahora que lo pensaba, las señales eran tan claras.

“Cejillas, iré a festejar con Law y los chicos. Volveré un poco tarde”

“Oye, Sanji, Law me necesita en el Dojo. No me esperes, tal vez duerma en su departamento. Ya sabes, queda más cerca.”

Mentiras, solo eso eran. Y él se las había tragado todas como el idiota que era.

Zoro le había mentido deliberadamente y él se dejó engañar. Joder, que no era estúpido para dejarse llevar por mentiras y menos de las baratas que daba el marimo. Pero su amor, su confianza, su estúpido amor y confianza, no lo dejaron ver lo obvio. Que alguien más sostenía la espalda de Zoro detrás de él. Y para rematar, ese alguien no era nada más ni nada menos que Trafalgar, el primer amor de Zoro.

¿Y él que era?

No lo sabía.

¿Qué mierda hacía Zoro con él si amaba a Law, al que no había olvidado para nada?

Era una cosa o la otra. Law o él. En verdad no lo entendía. Tampoco es como si quisiera entenderlo.

Pero él era masoquista. No dejaría ir a Zoro tan fácil. Mucho menos iba a luchar por él, lo que pasa una vez, volverá a suceder, sería una guerra sin fin por un amor que al parecer ya no valía la pena. Solo dejaría que las cosas transcurran normalmente como hasta ahora y después cuando esté satisfecho, lo dejaría ir todo, absolutamente todo lo que tenga que ver con Roronoa Zoro. A pesar de su masoquismo, él lo hacía por querer pasar un poco de tiempo con la persona amada antes de admitir la derrota, porque perdió. Fue el perdedor al amor verdadero del marimo desde el momento en que se volvió a reencontrar con Law, pero siguió con él y lo haría durante un rato más. Absorbería todo lo que pudiera de Zoro, se quedaría con los buenos recuerdos y aprendería de los malos. Siete años no fueron en balde, verdad, no olvidaría lo que aprendió al lado de él, guardaría cada preciado momento en su mente.

Destrozado y con eso en mente se fue a dar una ducha. Quería relajarse todo lo que pudiera para enfrentar lo que estaba por venir.

Se estaba cambiando con la ropa de ayer, que dejó tirada en el piso horas antes, cuando lo escucho.

Eran pasos. Pisotones, más bien. Rápidos y los escuchaba más y más cerca.

¿Qué mierda…?

¿Alguien entró a la casa? Pero estaba cerrada con llave. Lo recordaba muy bien, a pesar de su mal estado, sabía que había dejado con llave la puerta delantera. Solo alguien con una copia podría entrar. Y, casualmente, solo una persona tenía la copia de esa llave. La persona que había destrozado su corazón horas antes.

Mierda.

Santa mierda. Y ahora, ¿Dónde mierda se escondía? ¿Debajo de la cama? ¿En el armario? ¿En el baño? ¿DÓNDE CARAJO?

Ahora que se daba cuenta, no estaba preparado para ver a Zoro, ni tanto física como mentalmente. Pero no era un maldito cobarde, no iba a esconderse de nadie, no lo hizo antes y tampoco lo va a hacer ahora. Era mejor empezar con la fachada ahora que estaba más descansado que antes. Se preparó mentalmente, bueno, todo lo que podía hacer en esos segundos. Escuchaba puertas cerrándose a gran velocidad, y los pasos más cerca.

La puerta se abrió bruscamente. Dejando ver a Roronoa Zoro agitado, con una mirada en sus ojos donde batallaba la furia y el alivio.

¿Aliviado por qué? Ah, sí. Se suponía que lo amaba… lo amaba tanto o menos que a Trafalgar. Tan solo pensar su nombre le causaba un gran rechazo y odio. Pero todo eso se desvaneció cuando sintió unos fuertes brazos rodeándolo por completo, el sofocante y cálido abrazo que le entregó Zoro. Se sorprendió bastante. No pensaba que el marimo pudiera preocuparse tanto por solo una noche.

Noche la cual pasó con el bastardo ese.

A pesar de esa vocecita en su cabeza que dijo eso, correspondió el abrazo, rodeando tímidamente a Zoro con sus cansados brazos. Sí, tenía que absorber todo lo que pudiera de Zoro, todo hasta que ya no pueda aguantar más. Bruscamente, Zoro lo separo de él para encararlo.

-¿TIENES UNA PUTA IDEA DE LO PREOCUPADO QUE ESTABA POR TI, COCINERO DE CUARTA?- mierda, el marimo sí que estaba preocupado y enojado- Todo el jodido día buscándote. Seguramente tienes el teléfono apagado, ¿No?- Justamente, en ese momento, giró un poco la cabeza para dar a la mesita de luz, donde se encontraba su celular-¿Para que mierda tenes un celular si no lo vas a contestar? Ayer llegué a casa y te espere hasta la madrugada. Ni un puto mensaje en toda la noche, le avise a medio mundo sobre que no te encontraba en ningún parte y todos andan buscándote. No me preocupes así ¡Carajo! Pensé que algo grave te había pasado y tú aquí. A todo esto, ¿Qué haces acá?-De pronto, Zoro suavizó su expresión al ver bien sus ojos y cara, además que ni siquiera había abierto la boca en ningún momento del reclamo, eso de por sí era bastante raro. Sanji podía meterse en medio del sermón de Zoro gritando cualquier mierda y empezar la típica discusión donde ganaba el que gritaba más alto, pero al contrario, estaba callado y mirándolo con atención. Cuando se percató del estado de su pareja, se dio cuenta de lo demacrado que estaba Sanji. Su cara y ojos hinchados, sus labios secos y su palidez-. Oye, Sanji, ¿Estuviste llorando?

Y sin que Zoro lo esperara y Sanji lo planeara, el rubio se lanzó a los brazos de su pareja, llorando.

Así que aún tenía lágrimas para derramare, ¿eh?

No tenía idea del por qué se tiró en sus brazos a llorar, se suponía que se había descargado toda la noche. Pero su cuerpo sentía que lo necesitaba. Necesitaba el abrazo y la calidez de Zoro, necesitaba ese hombro donde llorar, que sabía que lo tenía… pero no por completo. Joder, lo necesitaba demasiado, eso era malo. Sería más difícil separarse de él cuando llegue el momento, sabía que tenía que empezar a poner un poco de distancia entre ellos pero ¿cómo?

-Lo siento, no te deje ni un solo mensaje, pero quería estar solo, ¿Me perdonas?- Su voz sonaba rasgada, como la lija sobre la pared y también muy apagada, no eras su usual tono de voz, ni siquiera era como la que usaba en las mañanas.l

Zoro lo miro en una especie de shock, sus ojos miraban toda su cara, como si no pudiera creerlo. Sanji sabía que su reacción no era una exageración en lo absoluto. Normalmente Sanji era un hombre fuerte, con una columna de acero alguien que podía ser fuerte por ti cuando no podías.

 A los segundo suavizó su mirada y lo abrazó con fuerza, calentando su cuerpo y corazón. Sanji soltó un suspiro entrecortado y le devolvió el abrazo, poniendo sus brazos alrededor de su cintura, con los brazos de Zoro alrededor de sus hombros.

-Solo…- soltó un pequeño suspiro- sólo no vuelvas a asustarme así, sentía el corazón en la garganta, Sanji.

Maldita sea, que bien sonaba su nombre con su voz, a pesar de los años, cada vez que Zoro pronunciaba su nombre, el pecho se le llenaba de una cálida sensación, le daban ganas de cerrará los ojos y suspirar, cosa que hizo.

Estaba tan jodido. 

                                                                                  ~~~~~~~~~~~~~    

Había pasado una semana desde la noche en que Sanji supo la verdad, unas semana de relativa normalidad, claro sin destacar el regaño que recibió de sus seres queridos (entre ellos la paliza que recibió de Nami). Nadie preguntó, pero la mayoría creyó que su desaparición era a causa de su duelo (Aunque Robin, Brook y Luffy le dirigieron una mirada que lo dejó inquieto). Una semana entera donde Zoro llegaba a horario a casa, donde Zoro ayudaba a poner la mesa y a limpiar los platos después de la cena, una semana en que comían el postre entre risas, anécdotas y muchos besos, una semana extremadamente caliente para los dos, donde su libido estaba por las nubes y toda la casa fue testigo de su alivio. Una semana donde parecía que todo el asunto estaba olvidado. A Sanji le recordaba esos días donde se había mudado a un pequeño departamento justo para ellos dos, su primer nido de amor, el cual habían abandonado hace ya unos años.

Una semana en la que Sanji no pensó en Trafalgar Law en ningún momento.

Hasta ahora.

Zoro acababa de enviarle un mensaje, donde básicamente le daba una excusa estúpida (La cual en el pasado hubiera creído) y le decía que volvería muy tarde a casa, que no le espere despierto.

Sanji sentía que su mundo volvía a romperse.

Pero lo sabía, sabía que Zoro en algún momento tenía que volver a los brazos de Trafalgar. Law podía ser un hombre paciente, la mayoría de las veces en la mayoría de las situaciones. Pero Sanji sabía que Zoro era la debilidad de Law, lo supo en el momento que vio cómo Law observaba los ojos de Zoro esa noche. Era la misma forma en que Sanji lo veía a Zoro. Law estaba irremediablemente enamorado y, ahora que Sanji se ponía a pensar y recordar, se notaba.

Se notaba en la forma en que Law miraba a Sanji y Zoro. Como si deseara algo enormemente y eso es estar en el lugar de Sanji, y Sanji no sabía en qué momento pueda estar dispuesto a dárselo o aún peor, en qué momento Zoro esté dispuesto a dárselo.

Lo único que sabía en este momento es que estaba llorando muy fuerte en su cama, la cama que compartía con su prácticamente marido, en el cuarto que fue tantas veces testigos de momentos importante. Ahora ese mismo cuarto y esa misma cama lo veían romperse, gracias a la misma persona con quien la compartía. Debía verse totalmente horrible tanto por dentro como por fuera y el saberlo con certeza solamente lo enloquecida más.

Ahogando los gritos en las almohadas, cada vez que inspiraba podía oler el aroma de Zoro, un olor masculino y algo picante, que siempre lograba consolarlo, ahora lo único que hacía era ponerlo más histérico.

Sanji nunca había tenido un ataque de pánico en su vida, pero sabía que si no era capaz de calmar su llanto ahora, era más de seguro que descubriría que se siente sufrirlo.

Se levantó de la cama y fue directamente hacia la ventana de la habitación, la abrió bruscamente y empezó a tomar bocanada grandes de aire, y entre espasmos y sollozos pudo calmarse un poco. Pero el aire puro no era suficiente.

Y entonces su mente se encendió una idea tan rápida como un encendedor.

Sanji había dejado de fumar hace ya casi dos años. Con mucho esfuerzo durante un tiempo sustituyó el cigarrillos por caramelos y papas fritas durante meses, sumándose los parches de nicotina, pero contra la expectativa de todo mundo, lo logró. Todo eso lo hizo por Zoro, el sabía que el marimo odiaba que fumara, y con sacrificio quiso darle una sorpresa. La reacción de Zoro había valido totalmente la pena.

Al diablo. Puede irse al diablo.

Lavó su cara con agua fría, espero a que el rojo en sus ojos desapareciera y se fue al mini mercado de 24 horas que estaba a dos cuadras de casa.

Ahora mismo estaba en la cocina, fumando el quinto cigarrillo del atado de veinte que se había comprado. Luego de dos años había tosido un poco a la primera pitada, el primer cigarrillo lo mareó un poco, poco después se fue acostumbrando de vuelta a los demás.

El humo se sentía tan malsanamente bien en sus pulmones, sentía que nunca debió haber dejado de fumar. Hasta ese momento no se había dado cuenta cuánto había extrañado eso.

Eran las doce de la noche cuando Zoro llegó y se encontró a Sanji fumando y tomando lo que parecía ser un té en la sala.

-¿Por qué mierda estás fumando?

Ese fue el saludo de Zoro, por decirlo de alguna forma.

-Hola a ti también, yo igualmente te extrañe, cariño.

Sanji tuvo la urgencia de responder de esa forma sarcástica y fría. La cara de desconcierto de Zoro no le había provocado nada.

-Te hice una maldita pregunta- Dijo mientras tiraba bruscamente su campera al sillón y encaraba nuevamente al rubio fumador.

-Porque quiero y puedo, por eso lo hago- levantó la barbilla, altanero- o ¿qué? ¿acaso no puedo?

Zoro se sorprendió, ese no era su marido. Fue lo primero que le vino a la cabeza. Ese hombre frente de él, con una mirada tan peligrosa y fría. Con una tono lleno de mal intencionado sarcasmo. No era el hombre que conocía y amaba, para nada.

Esta bien que siempre dimitieran pero la forma en que Sanji le estaba contestando no era la misma de siempre, estaba tratándolo con extrema frialdad y su lenguaje corporal gritaba que no sé acercará a él. Como si Sanji estuviera a nada de pegarle una patada sería. Como si realmente este dispuesto a romperle la cara.

Zoro se sentía realmente desubicado. Ese no era el mismo hombre del cual se había despedido esta mañana, fue como si en esas horas donde no se vieron alguien hubiera cambiado a su marido por un clon físicamente igual.

-Hey- Suavizando su tono de voz y sus expresiones, Zoro camino lentamente hacia el rubio y amagó con tomarlo de los hombros.

En un movimiento violento Sanji se alejó aún más y caminó rápidamente hacia la puerta, tomando su campera del perchero abrió bruscamente la puerta.

-No me busque ni me llames, tal vez vuelva mañana y que ni se te ocurra llamar a alguien más para que me rastree- Dijo Sanji con una voz susurrante, como si fuera una serpiente a punto de morder, a punto de clavarle el veneno más mortífero. Y con una mirada firme y helada, abandonó la casa con un portazo.

Zoro se quedó en shock, no se esperaba eso.

¿Qué demonios ocurrió?

Cuando se recuperó del shock y salió de su casa para tomar a Sanji y confrontarlo, lo único que pudo conseguir del rubio fue el polvo que dejaba atrás mientras se iba a todo velocidad a-quien-sabe-donde con su moto.

El rubio cocinero quería romperse las cabeza contra alguna pared, la que fuera.

¿Tan mal estaba como para haber reaccionado así?

No tenía planeado que las cosas se desenlazaran de la forma que sucedió. No era su intención responderle así a Zoro.

¿Ahora que haría? ¿Qué explicación podría darle?

¿QUÉ DIABLOS ESTÁS PENSANDO? EL MALDITO QUE DEJAMOS ATRÁS ES EL ÚNICO QUE DEBERÍA DARNOS EXPLICACIONES, REACCIONAMOS COMO DEBÍA SER.

Sanji se sentía un loco, tal vez lo estaba. Pero la vocecita en su cabeza tenía razón, él no fue el infiel y tampoco le mintió a Zoro, nunca.

Estaba tan cansado de todo, de las mentiras, de las angustias y de sus reacciones impulsivas, estaba harto de llorar durante la madrugada y de esconder un dolor que no debería llevar. Pero no sabía con certeza cómo enfrentar estos problemas.

Los problemas se deben acabar de raíz. Cortar todas las cabezas.

Lo sé, se repetía así mismo, claro que lo sé.

Pero, ¿Cómo enfrentar a Zoro? ¿Cómo decirle que lo sabía todo y que debían separarse?

Sanji no era Trafalgar Law, por lo tanto no esperaría a que Zoro se tome un decisión, en la cual sabía que él no era ganador.

Yo no seré el elegido.

En medio de todos esos pensamientos llegó al lugar que no visitaba hace tiempo. La playa.

Sanji recordaba pasar todos los veranos con el viejo Zeff ahí. Alquilando una vieja casa, se la pasaban toda la tarde en las orillas, Sanji buscando caracolas y pequeños cangrejos, mientras Zeff lo veía a la distancia.

Dejo la moto aparcada y bien encadenada.

Se acercó al agua, con los zapatos en su mano y totalmente descalzo. Como pudo volvió a prender otro cigarrillo y caminó, caminó y dio vueltas por un buen rato, sintiendo el agua en sus pies.

Se sentía bien, estar solo se sentía bien.

Pero la paz que sentía ahora no podía durar, no mientras estuviera con Zoro, lamentablemente esa era la verdad.

Estaba harto y cansado de la situación, el que Zoro lo engañara y estaba en constante duda de si iba a dejarlo o no, no lo tenían tranquilo ni bien.

Y aunque fuera tan difícil dejarlo ir, seguir con Zoro significaba la ruina, lo amaba tanto que sentía capaz de perdonarle y olvidar todo, si tan sólo le pudiera prometer que jamás volvería a engañarlo, pero Trafalgar Law lamentablemente no eras una aventura cualquiera. Zoro amaba a ese hombre y no iba a dejarlo y mucho menos olvidarlo. Sanji lo sabía y dolía tanto que podía sentir como una enredadera de espinas le apretaba y aprisionaba el corazón, haciéndolo sangrar, hiriéndolo a tal grado que quería gritar de dolor.

Sanji le dio a Zoro su amor, su confianza ciega y su cuerpo. Y así como se lo dio, se lo iba a quitar, ya que Zoro no lo cuido como se debía. No lo hizo como Sanji lo cuido a él. Y eso es algo que con el tiempo se perdonaría, pero que no dejaría que pase de vuelta.

Todas las opciones sanas que tenía era dejarlo y lo haría. Ya no había dudas, no debía tenerlas.

Y Sanji se dio cuenta que aunque amaba tanto a Zoro, se amaba aún más así mismo y toda las mierda que Zoro lo estaba haciendo pasar ahora no era algo que mereciera. Y si por alguna remota razón lo hiciera, entonces no lo quería. No iba a aceptarlo.

El viejo no crío a un hombre débil.

Suspiro ante su conclusión, mientras veía a él sol asomarse a lo lejos, creando una imagen hermosa junto con el mar.

Sanji se prometió a sí mismo que volvería a ser hermoso, justo como ese paisaje, como lo era antes o mejor, aunque no tuviese a Zoro a su lado.

A la mierda todo lo demás, Sanji se había elegido a él mismo.

Eran las ocho de la mañana cuando llegó a casa, la playa no estaba tan lejos de casa, pero no podía a arriesgarse a que Zoro esté en casa cuando llegará, primero debía resolver unas cuantas cosas.

A eso de las seis llamó al Baratie y dijo que hoy no podría ir, mintió diciendo que aún tenía algunos trámites que terminar. Sanji no sabía si le iban a preguntar algo porque colgó antes de que Paty o Carne lo regañen, cuando volviera mañana se haría cargo de esos dos.

Zoro a la hora del almuerzo siempre se la pasaban por el Baratie, ahora Sanji no sabría a dónde iría después de lo de anoche. Tal vez quedarse con Trafalgar.

Sacudió la cabeza eso último, no debía mortificarse con eso, no ahora.

Sanji fue al cuarto principal, el cuarto que compartía con Zoro, cuarto el cual ya no se sentía suyo. Tomó sus valijas y empezó a llenarlo con su ropa, toda ella. Él se iba a ir de ese maldito lugar.

Ese departamento ya no era su hogar, ya no era su lugar seguro. No con todos los recuerdos que tenía allí con Zoro. Este lugar ya no lo relajaba, lo estaba asfixiando.

Respira hondo. Uno, dos, tres, cuatro. Exhala. Uno, dos, tres, cuatro.

Bueno, tenía muchísima ropa que empacar y llevarse con él. Y muchos recuerdos que dejar atrás también.

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Notas finales:

Buenooooo y hasta ahí llegamos.
Que onda? les gusto? lo odiaron? diganme adoro los comentarios 
Nos vemooosssss


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