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Provocación por Dazftel

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Notas del fanfic:

Si te agrada la historia, espero que puedas dejar un comentario como apoyo, para seguir actualizando ;(

La mirada de aquella joven de cabellos castaños era desafiante, tanto que lograba provocar a una rubia de cabellos cortos y alborotados.

Presiono con más fuerza el agarre de aquellos brazos contra la pared, mirándola tan fijamente a los ojos que cualquiera hubiera desviado la mirada, pero no, aquella mujer de menor estatura permanecía dura como una roca, soportando aquel fuerte agarre sin mostrar ninguna expresión de dolor.

No se soportaban la una a la otra, pero ahí estaban, teniendo que compartir el mismo espacio.

-Eres una estúpida. - Dijo con rabia aquella rubia, mientras se dignaba a soltar los brazos de la otra.

-La estúpida eres tú que ni siquiera lograste aprobar Física. - Se burlo provocándola de vuelta.

La iba a empujar contra a la pared cuando escucho unos tacones acercándose a aquel pasillo, se alejó de la castaña y vio a su mamá acercándose.

- ¿Qué sucede? – Enarco una ceja al ver los brazos enrojecidos de la más pequeña.

-Intento golpearme. - Se quejo fingiendo que estaba a punto de llorar.

La rubia la miro sorprendida para luego negar rápidamente con la cabeza.

- ¡No es cierto! – Se quejo agarrando con rabia a la castaña que gimió de dolor.

Volvió a mirarla con incredulidad, apenas la había tocado, no como minutos atrás.

- ¡Julia! ¡Déjala ahora mismo! – Grito su madre sosteniendo de ambas manos a su hija.

Miro asustada hacía la castaña que estaba ocultando su rostro entre sus manos.

-Lo siento muchísimo Sofía. - Intento mirar a la otra joven.

Fijo nuevamente su vista hacía su hija que se estaba resistiendo a su agarre, logrando zafarse. La fulmino con la mirada y esta frunció el ceño para irse rápido de ahí.

Suspiro y se giró frente a Sofía, observando sus muñecas bastante rojas.

- ¿Estas bien? – Pregunto inclinándose ligeramente para tratar de ver su rostro.

Levanto la mirada y asintió con la cabeza, sus ojos al fin asomaban unas cuantas lagrimas y las borro con el dorso de su mano.

-Mi hija es una boba, por favor, perdónala. - Pidió la madre, verdaderamente avergonzada. - Avísame si te vuelve a tocar. - Dijo antes de poner una mano sobre el hombro de la joven.

Asintió de vuelta con la cabeza y le regalo una sonrisa a aquella mujer de unos treinta y tantos años.

La mayor sonrió aliviada y se volteo hacía donde se había ido corriendo su hija menor, ahora mismo iría a hablar con ella, de vuelta.

La menor observo como la mujer se iba decidida con el rostro serio tras Julia y sonrió divertida mientras se frotaba las muñecas, siguiendo los pasos que tomaron aquellas dos personas.

Al dar con el jardín trasero, habían varías personas ahí, pero una en especifica capto su atención y sonrió divertida cuando sus miradas se cruzaron.

Julia estaba aguantando el sermón de su madre mientras miraba a Sofía reírse, presiono con fuerza sus dientes y la siguió con la mirada ignorando las palabras de su madre.

La vio sentarse alado de sus padres y está volvió a girar el rostro para mirar a Julia, provocándola nuevamente con su sonrisa.

Le estaba hirviendo la sangre y fijo su vista hacía su mama que cansada dejo de dirigirse hacía ella, no la estaba prestando atención.

-NO la lastimes más. - Dijo, por último, usando un tono de advertencia.

Asentí de muy mala gana para que se fuera, y así fue, se acercó a la mesa ubicada en el jardín, donde todos se estaban reuniendo para compartir el almuerzo.

Me acerqué a la mesa y vi que la única silla libre en el lugar era justamente frente a ella, maldije internamente y pensé en mover de lugar la silla, pero no había espacio.

De mala gana me senté y cruzamos miradas, no tardo en poner la mirada en blanco cuando vio que me senté justo ahí.

La situación era así, la joven rubia de casi dieciséis años era vecina de Sofía Bardello de la misma edad. Todos los fines de semana era una obligación para Julia Bachmann almorzar con esas personas que no formaban parte de su familia, salvo la nueva integrante.

Observo con indiferencia a una mujer de unos veintitantos años de edad que parecía tener un embarazo de cinco meses, y a su lado su hermano Arturo.

Suspiro con fastidio, mirando la casa que se encontraba a un lado de donde se encontraban ellos. ¿No era suficiente con ser vecinas?

Se dedico a comer en silencio, mientras que la joven de largos cabellos castaños hablaba animadamente con la familia.

-No me contaste sobre eso. - Dijo la madre de Julia y esta levanto la mirada de lo que estaba comiendo.

- ¿Qué? – Pregunto confundida.

Su madre frunció el ceño al ver a su hija tan metida en su mundo y nunca compartía con ellos.

-Tendrás un viaje con tu clase. - Contesto tratando de no sonar molesta.

- ¡Ah! – Dijo de pronto. - Es verdad, olvide avisarte. - Sonrió de lado y su hermano se rio en voz alta.

-Ya, mamá. - Pidió Arturo. - No seas tan dura con Julia. - Coloco una mano sobre el hombro de su mama.

-Pero planeaba irse de viaje y no me iba a avisar. - Dijo molesta.

-No exageres. - Agrego Julia provocando a su madre. - Te ibas a dar cuenta de todas formas. - Dijo sin darle importancia a sus palabras.

Luego sonrió de lado.

-Pero si no quieres que vaya, no voy. - Miro de reojo a su mamá y esta resopló por las fosas nasales.

-Ni sueñes, quieres que te prohíba viajar, pero sí iras. - Me miró fijamente para luego hacer un movimiento con su mano de “Ni lo pienses”

Ladee la mirada y continúe comiendo en silencio. Suspire con mucho fastidio y levante la mirada, chocando con aquellos ojos verdes.

Hice una mueca de desagrado y la vi sonreír divertida. Me sacaba de quicio esa niña.

No soy una mala persona, bueno, eso pensaba, simplemente había dos personas en este mundo con quienes no me llevaba bien, una era mi madre, y la otra era la castaña de ojos verdes que siempre tenía que estar metida en mis asuntos.

Cuando terminamos de comer por fin estaba libre de cumplir con esa maldita obligación, le sonreí a mi mamá que sin decirme nada me vio correr de aquella residencia.

-Me disculpo por su actitud. - Dijo mi madre a los padres de Sofía.

-No es necesario, pero insisto que las dos deberían tratar de llevarse mejor. - Respondió una mujer mayor, mirando a su hija Sofía. - Invítala a salir a alguna parte. - Pidió y con todo el esfuerzo del mundo sonrió la joven.

-Lo intentaré. - Sonrió pensando que ni loca saldría con aquella odiosa.

 

Encendió rápidamente su PlayStation y ubico su headset sobre su cabeza uniéndose a una llamada.

- ¡Ey! – Dijo animada al escuchar a su mejor amigo y compañero de clase.

- ¿Por qué tardaste tanto? –Se quejo Christian, su mejor amigo.

-Mi madre me obliga a comer con los vecinos. - Conteste un tanto irritada. - Se atrasaron con el almuerzo. - Agregué, aceptando otra solicitud para la llamada.

- ¿Alo? – Se escucho una voz con gripa.

- ¿Fabián? ¿Todavía no te curas? – Pregunte entre risas y me acompaño mi amigo.

-No, es un sufrimiento, quería viajar con ustedes. – Se le escuchaba con la nariz completamente trancada.

Miré la pantalla un tanto desanimada, tanto Christian como Fabían faltarían el día del viaje, uno por enfermedad y otro por motivos familiares, definitivamente no quería ir a ese estúpido viaje si no estarían ellos.

-Ni me lo digas. - Comente con un bajón. - Tendré que ir sola.

-Sola, sola, no. - Dijo Christian entre risas y rodee la mirada.

-No empieces. - Pedí, pero fui completamente ignorada.

-Esa chica te mueve el piso, no estarás sola. - Escuche la risa de ambos. - Imagínate tenerla una noche contigo, porque yo sí me la imagino. - Agrego y puse una mueca de asco.

-Que me gusten las mujeres, no quiere decir que me tenga que gustar justamente ella. - Respondí de mal humor.

-No. - Escuche a través de los cascos. - Pero justamente, ella SI te gusta, estoy absolutamente seguro. - Puse la mirada en blanco esperando que terminara de una vez.

Vi el perfil de Sofía a través de la ventana pasando frente a mi casa, y rápido solté mi control en el piso, tirando el casco y corrí rápidamente hacia la puerta de la entrada con intención de ponerle el seguro, pero la puerta se abrió y tuve que tirarme para atrás, evitando así que me golpeé en el rostro la puerta.

Caí sobre mi trasero con la mirada de una indiferente castaña observándome.

- ¿Qué quieres ahora? – Pregunte molesta levantándome rápidamente del piso.

-Ni que quisiera venir a verte. - Bufó burlonamente. - Me obligan a traerte el postre. - Se acerco sobre la mesa donde había tirado mi casco y dejo el pequeño recipiente alado.

- ¿Es Sofía? – Se escucho bajo, pero lo suficientemente claro, era Christian. - ¡Atácala tigre! – Grito.

Hice un jadeo ahogado mientras el calor subió a mi rostro. Sofía enarco una ceja al escuchar eso y se giró a mirarme.

- ¿Tus amigos siempre son tan desagradables? -Pregunto con una mueca de disgusto.

-Siempre. - Conteste rápido acercándome a desconectar el sonido. - ¿Te puedes ir ya? – Le señale la puerta, provocando que se riera.

-Definitivamente sí, no quiero que se me pegue la mugre. - Me señalo para luego regresar hacia la puerta.

Cogí rápidamente el almohadón del sofá se lo lancé, dándole directamente en la cabeza.

Se giro con el rostro muy enfadado y sonreí ampliamente, la vi dar pasos muy largos hacía mí, directo con intención de querer empujarme.

-Vas a perder. - Le dije antes de que llegara a mí.

Sus manos se agarraron a mi hombro y la sujete con ambas manos por encima de su codo y la mire muy divertida pensando que nunca podría tumbarme con su fuerza. Di un paso atrás pisando descalza el control del PS4, levanté el pie por el dolor, volvió a empujarme tirándome duramente contra el piso.

-Que idiota. - Murmure adolorida.

Casi al instante la vi sentarse sobre mi pelvis, cogiendo rápidamente con su mano desnuda el postre que había traído y lo embarro por mi boca sin antes agregar un comentario de que lo comiera.

Fruncí el ceño y apoyé mi codo en el piso para tomar impulso, tratando de sentarme rápidamente. Se tambaleo, intentando evitar que me sentara, pero la tire con brusquedad contra el piso, la escuche gemir de dolor y la miré un poco asustada, no supe si me había pasado con la fuerza o no.

Pero apenas abrió los ojos trato de patearme en el estómago, lo ataje con ambas manos divertida y me acerque a ella, forzándola a separar ambas piernas, pegue mi pelvis a su entrepierna y le enseñe mis caninos en una sonrisa.

- ¡Para! – Grito avergonzada por la posición. - ¡Eres peor que tus amigos! - Chillo intentando sacarme de encima de ella.

Su puño casi impacto en mi rostro, lo agarre con mis manos apresando su brazo contra el piso y la mire totalmente divertida.

- ¿Te da vergüenza esto? – Pregunte sorprendida, curvando mi sonrisa.

- ¿Eres estúpida? – Me pregunto.

Antes hubiera reaccionado, pero en esos momentos me encontraba bastante distraída mirándola. Definitivamente era una posición erótica. Era la primera vez que la veía con esa expresión, siempre me había mostrado solo un rostro indiferente o de asco.

Escuche el sonido de la puerta y como entraba mi hermano con su futura esposa, hermana de Sofía, los cuatro nos miramos.

-Ay, dios mío. - Dijo Samanta, la hermana de Sofía y luego miro en su novio.

-Mejor no mires. - Dijo Arturo tapando los ojos de su novia y la guio hasta las escaleras.

Jadee sorprendida, viendo como los dos se hacían de los que no habían visto absolutamente nada.

- ¡Hermanaaaa! ¡Ayúdame! - Grito Sofía, pero está la ignoro perdiéndose en el segundo piso de la casa.

- ¡No grites idiota! – Me queje mirando hacia la ventana, para ver si venía mi madre.

-Gritaré aún más fuerte si no me sueltas ya mismo. - Amenazo y fruncí el ceño.

-Está bien, te soltaré. - Le dije sin hacerlo y frunció aún más el ceño.

Con una mano sostuve sus manos sobre su cabeza, para luego pasar mi mano libre por los restos de pastel que estaban por mi boca y mentón para luego restregárselo por sus labios, mejilla y nariz, empezó a patalear y mover la cabeza para que dejará de ensuciar su rostro.

-Listo. - Dije divertida, mirando aquel rostro bañado en chocolate.

La solté y me aleje lo más rápido que pude para evitar que me diera una patada en el proceso.

Me miro totalmente enfurecida, bajando la falda que se había levantado por mi culpa y luego se pasó el dorso de la mano por la boca, tratando de limpiarse inútilmente.

La vi agarrar el control de mi PS4 y salió corriendo rumbo hacía su casa, jadeé intentando contener la risa.

Pero apenas la perdí de vista estallé en una carcajada, aquella expresión ruborizada valía oro, al fin la había hecho enojar de verdad, y no solamente ella a mí.


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