“Si me lo preguntan a mí, diría que los humanos son los seres más estúpidos que pueden existir en el mundo. Al menos hablando en cuestiones del amor, claro está. No quiero que alguien venga a quejarse después y comiencen los insultos o el odio hacia mi persona. Y si no me creen, miren a su alrededor. Toda persona enamorada cae en los mismos patrones, y sinceramente a mí me repugna.
Todo comienza con el descubrimiento. Y no, no me refiero a nuevos planetas para conquistar; más bien hablo sobre el descubrimiento de "la persona". Que resulta ser el sujeto que más habías odiado en toda la vida; ese que detestas por su ridículo entusiasmo por la vida y su ingenuidad… Ya saben, los hay por montones. ¿Como pudo pasar de ser "eso" a ser "lo más importante en tu vida"? ¡Argh! Patrañas y cursilerías.
Después de darte cuenta de que -realmente- tienes sentimientos y que ahora hay alguien importante para ti, llega la hora de ponerse en acción. Y un cambio en la apariencia será lo primero en lo que se piensa. En serio, cuando alguien se da cuenta de que otra persona le gusta, da un giro de 360° a su forma de vestir o incluso de peinarse. Todo por un estúpido comentario que su "persona especial" quizá le dijo fugazmente: "Oye te ves mejor con ropa casual que con tu uniforme de combate de Namek" o alguna estupidez por el estilo. Ustedes saben a lo que me refiero.
Después vendrá el cambio en la actitud; de ignorarle por completo pasas a prestarle toda la atención del mundo. En el camino, en el trabajo, en las fiestas; en todas partes ves a esa persona. Y si antes tratabas de mantener una sana distancia entre ese ínfimo ser y tú, ahora tratas de pasar todo el tiempo a su lado, argumentando que "necesitan entrenar más seguido por los próximos enemigos que vengan" o alguna tontería parecida. Te tienes que tragar tu orgullo real y actuar como si ambos estuvieran al mismo nivel para poder pasar más tiempo a su lado. Incluso tienes que soportar mocosos en tu casa con tal de que puedas verlo por una fracción de minuto mientras recoge al pequeño insecto... En fin, me estoy desviando del tema.
Cuando ya has hecho estos sacrificios, ha llegado el momento cumbre. Aquel en que, si todo sale bien, logrará hacerte feliz el resto de tu vida -bueno, no exactamente, pero al menos sí un par de años. - O, por el contrario, te hará revolcarte en el fango por el dolor, logrando que todo tu orgullo se vaya por el drenaje y quedes sumido en la más absoluta vergüenza...
O al menos eso dicen. A mí no me pregunten porque un saiyajin de mi clase, jamás se rebajaría a hacer una cosa tan estúpida como enamorarse. Nosotros solo aseguramos la continuidad de nuestra especie. Ese tipo de cursilerías se las dejamos a especies inferiores como lo son los humanos.
Esa es la conclusión del magnífico príncipe Vegeta …”
Toc, toc, toc.
- ¿Qué quieres, Trunks? - Grité mientras mi primogénito entraba a la habitación. - ¿Qué no ves que estoy terminando mi columna para el periódico?
- Perdón, papá. Pero el Sr. Goku y Goten ya están aquí. - Me dijo con su inmadura voz. - Ya tenemos que irnos y... - ¿Qué, ¿Kakaroto está aquí? Y yo que ni siquiera me he duchado, ni cambiado, ni arreglado, ni... - ¡Papá! - Me volvió a gritar esta vez con su voz más fuerte.
- Si, si ya te oí. En un momento bajo. - Comencé a tomar mi ropa con prisa.
- ¿No te pondrás tu traje de combate? - Me avergoncé por completo. Tenía que inventar algo.
- ¿Y quieres que tu madre me vuelva a fastidiar con eso? Han pasado tres años desde que nos separamos, pero aún me obliga a vestir decentemente. - "Si, claro", me dije para mis adentros.
- Está bien. - Salió. De inmediato entre en la ducha.
¿Qué diablos me pasaba?, ¿Por qué demonios me importaba tanto estar presentable para el imbécil de Kakaroto? Ni que fuéramos amigos o algo por el estilo. Lo único que compartíamos era nuestro amor por entrenar. Y que nuestros hijos y ex esposas fueran mejores amigos. Nada más. Estaba intentando ordenar mis ideas cuando de pronto, el cancel de mi baño fue a estrellarse del otro lado, dejándolo abierto por completo.
- ¡Hola, soy Goku! - Me saludó con esa sonrisa tan idiota que siempre tiene.
- ¡Ya sé que eres tú, imbécil! - Le grité con todo el odio que algun dia sentí por él. - ¿Qué no ves que me estoy duchando?, ¿Acaso no tienes modales?
- Ah, ya veo. ¿Tienes frio, ¿verdad? - Me miró con un semblante serio. - Si quieres yo puedo calentarte...
- ¿Qué? - Sentí que mi rostro se encendía, y no era por el agua de la ducha. Ese idiota lo dijo como si nada. Se acercó a donde estaba yo y entonces... ¡abrió la llave del agua hirviendo!
- ¡Ah! - grite con fuerza. - ¡Eres un completo idiota! - Aparté su mano y de inmediato le cerré. El humo podía notarse dentro del baño. - ¿Por qué no te sales a cuidar a los mocosos o algo así?
- Ya se fueron. - Me dijo sin preocupación.
- ¿Qué? ¿Y los dejaste ir, así como así?
- Ya, cálmate, Vegeta. Son los niños más fuertes del mundo, estarán bien. - Se sentó en mi cama mientras yo salía con una toalla enredada.
- Cuando Bulma y Milk se enteren nos comenzaran a fastidiar. -
- ¡Vamos!, ¿acaso le temes a Bulma más que a Buu o Freezer? – Me dijo con un tono burlón.
- ¿Y acaso tu a Milk no? - Le pregunté con sarcasmo. Se detuvo a pensarlo un minuto y después asintió sonriendo.
-Vamos, date prisa. Tenemos que ir a un lugar. – Me dijo poniéndose de pie.
- Solo deja que me ponga mi ropa. - Comencé a ponerme la camisa formal, pero puso su mano sobre la mía, deteniéndome por un momento… la mano y el corazón.
- ¿Acaso vas a ir a una cita? - Lo miré y me avergoncé. - La ropa casual no te queda, no sé por qué insistes en usarla.
- ¡Qué? Pero si tú mismo dijiste que... - Me interrumpí, para mi sorpresa, comenzó a rascar su cabeza de forma nerviosa. Era su forma de demostrarme que estaba avergonzado.
- Lo siento, era una broma. - Le arrojé con furia la camisa en la cara. Reía de esa forma tan suya, es decir, tan torpe. - No creí que me harías caso. Con eso de que siempre eres tan frío, en verdad me halagas. - Lo miré con todo el odio que pude mostrarle. Tomé mi usual traje azul y me cambié rápidamente. El asintió. - Si, definitivamente me gustas más con tu traje de Namek. - Me sonroje como si fuera una adolescente. Afortunadamente no me vio ya que se dirigió de inmediato a la ventana. ¡Que imbécil! Le di un codazo y salí primero.
- Ya vámonos, Kakaroto. – Le grité.
Volé con velocidad para alejar el calor de mi rostro y después de unos minutos me rebasó. No podía parar de contemplarlo, ¿qué rayos me pasaba?
- Eso no fue una broma, ¿sabes? - Lo miré y me sonrió.
- ¿Lo del traje? - Le pregunté, ingenuamente, lo reconozco. Movió la cabeza y de nuevo sonrió
- No, lo otro. - Tomó más impulso y voló más rápido.
No, lo otro.
La realidad de sus palabras hizo que de nuevo me avergonzara. Me quedé contemplándolo como un idiota mientras se alejaba y después sonreí, creo que en contra de mi voluntad. Después de unos minutos lo seguí.
Sigo sosteniendo que, respecto al amor, los humanos son los seres más estúpidos que pueden existir en el mundo... y creo que los saiyajin también.