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Sweet Nothing (Sid x Diego) por Nightmarefrexy

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Notas del fanfic:

Todos y cada uno de los personajes no me pertenecen, son exclusiva propiedad de Sky Blue Studios.

Argumento: los personajes mantienes sus formas originales. Es una narración asincrónica delas películas, así que no tienen nada que ver. Todo sucede dentro del valle de la primera película.

Notas del capitulo:

Estoy muy contento de presentar este trabajo. Es otra de mis parejas favoritas de las que siempre quise escribir. 

Espero que les guste.

Yacían sobre su tumba.

Hacía unas horas que la ceremonia había concluido.

Los llantos desgarradores aún se escuchaban alrededor. Nadie podía con esto.

Una aflicción inmensurable cubría el valle.

—¡Oh, Sid! —sollozo Elly junto a Morita—, al menos ahora ya estarás en paz.

Manny se voltio frente a Diego, lo miró con una furia y rabia inmensas, recriminando sus pecados.

—¡Te das cuenta de lo que has hecho!

No hubo sonido.

—¿Cómo pudiste hacerle esto a Sid?

Manny lo golpeó con su trompa, haciéndolo retroceder.

Diego lo miró, abatido y aún incapaz de hablar tras lo sucedido.

—Yo...

—No quiero oírte decir nada, es más que suficiente lo que has hecho —gimoteo—, él te amaba y que hiciste tú, ocultarte bajo esa falsa fachada de alfa que buscas mantener siempre. Es que acaso no tienes consideración, te había entregado todo y tu solo lo rechazaste como alguien más. No mereces ni nuestro perdón. Y lo siento por Sid, no por ti.

Manny dio la espalda al tigre, alejándose junto a su familia.

Diego permaneció allí, inmóvil. ¿Qué demonios había hecho? Se orgullo había ganado, su miedo a ser rechazado por el mundo lo corrompió, lo obligó a rechazarlo. No quería esto, nunca lo quiso, solo no quería que nadie saliera lastimado, pero eso fue soberbio.

—¡Mierda! —grito—, idiota, idiota, idiota.

Gritó cuanto sus pulmones le permitieron, derramaba lágrimas de tristeza y rabia, odiaba su ser, se sentía impotente: "Sid que te he hecho".

Salió a la carrera, no soportaba seguir viéndolo, no podía convencerse de la realidad, la muerte del que alguna vez fue su amigo era algo indigerible, como alguien podría soportar tal acontecimiento.

Corrió sin rumbo fijo, solo le preocupaba escapar...como siempre.

《––––————––––》

Sid miró con tristeza las estrellas. Tantas noches que había pasado en vela por la pena y el desdén. No podía siquiera imaginar un momento más con esta desdicha.

Desde que había conocido a aquel tigre, no podía pensar en otra cosa, era una obsesión perversa, que solo lo arremetía a la pasión y al pecado.

Como era posible que Sid, uno de los seres más nobles e inocentes fuera perturbado por los impulsos carnales de aquel. La manía de sentir el roce de pelaje sobre pelaje cada noche desde su primer encuentro hacía suspirar al perezoso.

No había mejor sensación que el orgasmo tras el coito, nada se le comparaba.

Pero ahora, todo se derrumbaba, Diego había asentado cabeza y Sid permanecía ahí, inerte ante la reciente confesión de su compañero.

Diego había avanzado; superado la aventura que mantenía junto a Sid, dejándolo abandonado, no lo había consultado, tan solo continuaba su vida como si nada hubiera existido entre ellos.

—No podemos seguir con esto —susurró Diego.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste Sid

—Pero —exclamó—, ¡¿por qué?!

—Shira y yo...

Sid se incorporó.

—Así que finalmente ha pasado —suspiro con pesadez

—Sid, ambos sabíamos que este día tendría que llegar.

—¡¿Y tan fácil como esto?!

—No agrandes más esto —se incorporó—, terminemos esto como se debe y continuemos como si nada. Es lo mejor.

—Lo mejor...—río—, como diablos es lo mejor, mejor para quién, ¿para ti? ¿Es que acaso no tienes corazón?, ¿tienes idea de cuanto he sufrido por esto?, ¿cuántas veces he tenido que autoconvencerme de que no hay nada malo con lo que hacemos tú y yo?

—Solo quiero que estemos bien, que sigamos siendo amigos. Sé perfectamente que lo que hemos hecho durante los últimos tres años no ha estado del todo bien, pero no fue más que un polvo casual entre compañeros.

Sid quedó mudo, la rabia que sentía en aquel instante era inmensurable, como era posible que fuera tan prepotente aquel animal que consideraba su amigo.

Ahora todo estaba claro, Diego había jugado con él, todas las palabras que alguna vez le había dedicado eran oraciones vacías. Como se había dejado engañar por tan incoherentes frases.

Sid tomó lo restante de su dignidad y caminó sin rumbo fijo, ignorando por completo a su acompañante.

—Sid, no te enfades, ven y hablemos de esto.

Continuo. No se dejó inmutar por la grave voz de Diego.

《––––————––––》

Se dirigió al riachuelo dentro del valle, quería limpiar todo rastro del tigre.

Se sumergió en la helada agua, sintiendo la incómoda sensación al cubrir su cuerpo.

La tristeza lo invadió, una gigantesca nostalgia lo acongojo, como si toda la melancolía y pena que sentía sobre su cuerpo se manifestará al exterior.

Lloro con fuerza, derramó lágrimas de ira y aflicción, azotando con energía el agua salpicando los alrededores. Gritó con violencia, todo aquel dolor que había sentido durante los años que jodio con Diego se encontraba a flor de piel.

Sollozaba mientras se insultaba a sí mismo. Cada una de las palabras o frases altisonantes que se le ocurrieron salieron de sus labios, se sentía inseguro, implacable frente a sus deseos de desaparecer.

—¡Soy un idiota! —grito.

Sumergió nuevamente el cuerpo, cubriendo por completo su ser, impregnándose de la esencia del agua.

Un sin fin de ideas cruzaron por su mente, que haría ahora que ya no tenía a nadie. Manny tenía a su familia, y ahora Diego había conseguido una, a lo que solo quedaba él, un solitario o marginado perezoso que había perdido al que consideraba su acompañante de vida.

Toda su aventura junto a su manada paso por su mente, como si aquella experiencia que sentían los que estaban por morir le ocurriese. Fallecer, pensó. No era tan mala idea ahora.

Se había tratado de convencer de lo contrario, desde el primer encuentro que había conciliado con Diego, lo supo. No habría final feliz para él.

《––––————––––》

Habían marchado en busca de los padres de bodoque, un simpático humano bebe que había sido entregado por su madre a la singular manada. No era obligación de nadie, podían haberlo dejado a merced del tigre, pero Manny era astuto, no había cabida para que la convivencia entre depredador y presa fuera una solución fortuita. Por lo que decidió embarcarse a la búsqueda de la manada humana; acompañado de Sid, un perezoso singular, inocente, irónico y cínico.

Quién hubiese dicho que aquellos días surgiría una amistad en el trío. Eran casi como una familia.

Recordó su primer encuentro, la primera vez que se entregó, dando a la suerte el cuerpo virgen para solventar la pasión y la lujuria de un pervertido Diego.

Sid rebuscaba en los arbustos alguna baya o fruta comestible.

Diego lo miraba a la distancia, recostado sobre la tierra, aún se encontraba resentido de las heridas hechas en la batalla contra Soto.

Lo observó con calma analizando el pequeño cuerpo del perezoso, nunca se había detenido a verlo, vislumbro las caderas anchas y robustas acompañadas de un abdomen y pecho desparramados que hacían ver simpático al menor. Lo que algunos consideraban como una repugnante imagen, Diego lo veía con admiración y deseo.

Algo en su interior se encendió, como si una vela fuera prendida. Pensamientos impuros e impíos surgían en su mente, algo le atraía de Sid, pero en su muy acalorado pensar no se distinguía el motivo.

Una idea surgió en su mente, aquel perezoso ¿se vería sumiso frente a sus más perversos deseos?, se preguntó.

Se acercó con cuidado a Sid, respirando con nerviosismo y ansiedad. Se sentía estúpido y loco al imaginar un futuro en el que aquello sucediese.

—Deberías probar aquellas—Soltó

El menor se cisco, a pesar de que ya no había una rivalidad entre ambos, el perezoso no podía aún evitar sus instintos de supervivencia.

—Están demasiado arriba para alcanzarlas

—Podemos llamar a Manny y que te ayude.

—No quiero molestarlo, podría enfadarse conmigo.

—De acuerdo, la bajaré yo.

—No tienes que...

Diego se levantó en dos patas recargando las patas delanteras sobre la madera del roble junto a ellos, alcanzando así con el hocico las bayas.

—Listo —sonrió

—Gracias, pero no tenías que molestarte pude haber buscado en otro lado y...

El tigre lo cayó.

—Come ya

Acercó una mora al hocico del perezoso. Sid trago saliva, esta nueva cara de Diego no era algo a lo que estuviera acostumbrado el menor. Sobre todo, de un varonil y viril macho como el tigre.

La comió, sintiendo alivio al poder saciar su hambre finalmente.

Diego no perdió oportunidad. Recargo sus labios sobre los del menor, saboreando por completo la esencia a moras que desprendía el perezoso.

Diego quedó hipnotizado, atrapado en los aromas y sabores que recién había sentido.

No hubo resistencia, era como si aquello fuera deseado por ambos, dando permiso al tigre de aventurarse a lo desconocido para Sid.

Recostó con cuidado al menor, posicionándose como el dominante de la situación.

Lamió con delicadeza su cuello, impregnando su nariz de su aroma, saboreando cada una de las feromonas.

Sid gimió, la corriente de nuevas sensaciones lo cubrió, haciendo demostrar a su acompañante su satisfacción. Aunque, a simple vista la entrepierna del menor era una prueba contundente de lo bien que se sentía.

Diego prosiguió, lamió, beso y mordisqueo su abdomen, saciándose de su inocencia.

Una vez llegó a su entrada, inhalo con pesadez, saboreando la virginidad del perezoso.

Lamió con cuidado, procurando no herir al menor, lubricando por completo para no lastimarlo.

Sid gimió de dolor, era la primera vez que alguien hacía posesión de una zona totalmente personal. Instintivamente empujó al tigre.

—Debes relajarte, si no, no sentirás lo bien que se siente.

Sid suspiro, dejándose llevar por la guía de su acompañante.

—De...acuerdo—gimió entre dientes

Diego se sintió satisfecho, escuchar al menor lo encendió aún más, lamió con intensidad y necesidad.

Pronto comenzó con los juegos.

—Debo dilatarte pequeño, sino dolerá como nunca.

Asintió inseguro.

Introdujo uno de sus dedos con delicadeza. Una ráfaga de sensaciones invadió al perezoso, desde el dolor hasta el placer.

Poco a poco el dolor desapareció, llenando solamente de placer al menor.

Diego sonrió, los inocentes y gentiles gemidos del menor eran música para sus oídos.

Y una vez que estuvo completamente dilatado, se posicionó sobre Sid, acomodando su miembro directo a la entrada del menor.

—Ahora concéntrate en mí, no me pierdas de vista

Sid lo miro —Okey...

Presionó contra su cuerpo, hundiendo su longitud con cautela dentro del perezoso. Gimieron los dos, uno de placer y el otro de dolor y placer a la vez.

—Detente no...—exclamo empujando al tigre.

—Relájate, solo calma tu cuerpo y el dolor pasara.

Sid apretó los dientes, soportando con todo su ser, no quería decepcionar a Diego, era demasiado tarde para arrepentirse.

Sin notarlo lo había logrado.

—Ya está, no me moveré hasta que te acostumbres.

No paso mucho tiempo para que la necesidad de sensaciones obligara al perezoso a indicarle al tigre que podía moverse.

Las embestidas comenzaron despacio, cada uno sentía con intensidad las sensaciones que aquel acto impuro generaba, como si una nueva necesidad de saciarse uno del otro surgiese.

Progresivamente las embestidas aumentaron de nivel haciendo gemir a la pareja con altitud, pero debían ser cautelosos, no quería llamar la atención de algún otro animal que los encontrase en aquella posición.

—Gime bebe, gime.

Sid gemía con intensidad.

—¡Dios! —gimió Diego— no durare demasiado.

Apretó la mandíbula, y finalmente llego al coito, anudando a Sid.

Ahora le pertenecía, su semilla había sido sembrada sobre el perezoso.

Sid gimió al sentir el nudo en su interior, no era que él supiera todo sobre los tigres, pero vaya que aquel nudo al final de sus miembros dolía como el carajo.

—Mierda —soltó Diego—, olvide salir antes de terminar

—Está bien, no ha pasado nada

Diego cambio de posición, abrazando ahora el cuerpo del menor. Coloco sus manos en sus caderas.

—¿Lo he hecho bien? —pregunto.

—Lo has hecho increíble—lamió su mejilla.

Le pareció tierno a Diego que hubiera preguntado aquello.

—¿Significa que ahora somos pareja?

Diego lo medito un momento, no había pensado en ello en ningún momento, qué haría ahora, tenía que dar una justificación a sus acciones

—No Sid, esto es más como un juego —balbuceo.

—No entiendo

—Si, ya sabes, como un juego donde nos damos placer el uno al otro, no hay necesidad de comprometernos a nada, solo es por diversión.

—Ya veo.

Diego agradeció al cielo que no hubiera una contra respuesta. No se sentía preparado para una relación, tan solo era un juego secreto entre ambos para complacer, no para enamorarse.

Permanecieron ahí toda la noche, abrazados uno al otro.

《––––————––––》

Todo había comenzado ahí.

Como se había auto convencido de que aquello era normal, que gigantesca venda cubría sus ojos. Diego lo había convertido tan solo en un objeto sexual, un juguete con el cual jugar cuando se le plazca.

Era un idiota al pensar en que lo amaba. A pesar de que él lo hacía.

No fue un descubrimiento fácil, nunca se hubiera imaginado que aquel temible tigre que había conocido hacía unos años se convertiría en un meloso y cariñoso compañero. Y aquello le molestaba, Diego era todo lo que había deseado.

Desde pequeño había sido abandonado y olvidado, pero en cuanto conoció a su manada todo cambió, se sintió amado y aceptado.

Sin embargo, al sucumbir a los deseos de Diego se sumergió en una falacia, una mentira donde él era la única víctima.

Todas las bellas palabras que le decía tras el polvo lo mantenían atado a eso: "Hoy estuviste increíble" "Te vez genial esta noche" "Estás precioso esta noche".

Cada noche se imaginaba a su lado, como pareja. Divagando en su creatividad de la vida perfecta, donde Diego al fin le pedía ser pareja. "Que estúpido", pensó.

Salió del agua. Sentándose sobre un tronco junto a la orilla.

Miró sus patas.

—Qué habré hecho mal —soltó.

Las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas, se consoló a sí mismo, abrazándose.

El frío lo embriagaba, habiéndolo temblar.

No se sentía lo suficientemente fuerte como para encender una fogata, por lo que permaneció allí, inmóvil, titiritando; al fin si moría aquella noche nadie lo extrañaría, pensó.

《––––————––––》

—Elly, ¿has visto a Sid? —exclamó Diego.

—Creí que estaba contigo, los vi irse juntos.

—Así fue, pero...—suspiro—...peleamos y, desapareció.

—Así que finalmente ha sucedido.

Diego lo miró extrañado.

Elly se le acercó, y de un movimiento abofeteó al tigre.

—Has dejado a Sid por Shira, ¿verdad?

Asintió.

—Busquémoslo antes de que haga una locura.

—¿Ya sabías de lo nuestro?

—Elly río— ¡Oh querido!, muchas veces las personas que amamos no pueden ver más allá de su nariz, crees de verdad que no era obvio lo de ustedes. Pudieron engañar a Manny, pero a mí, sin embargo, no.

Diego se incomodó.

—Sid cambio, si lo notaste —continuo—, nos contó todo a mí y a Manny, pero nos suplicó porque no te hiciéramos nada, no sabes la rabia que nos dio no haberte colgado de los testículos por haberlo tratado así, pero Sid es un ser persistente, te protegió, dando excusas absurdas para encubrirte, y déjame decirte que podrías vivir un millar de vidas y aun así no merecerlo.

—Elly yo no tenía idea, yo...

—No quiero escuchar tus excusas, no eres tú la víctima, y mucho menos quiero escuchar tus lloriqueos —exclamó—, mejor ahora ayúdame a buscar a Sid, es lo mínimo que puedes hacer.

Diego se resintió, se sintió miserable e hipócrita, era un sinvergüenza egoísta que solo había pensado en él. Ni Sid, ni Shira merecían a un bastardo como él.

Ahora solo importaba encontrarlo. Como había sido tan ciego todos estos años, su felicidad que tanto había buscado yacía frente a sus ojos, y la venda de los prejuicios lo cegaba.

Solo quería disculparse, pedir perdón por todo el dolor que no se imaginaba que le había hecho sentir al perezoso. Y ni aun así lograría saldar su deuda.

《––––————––––》

Cada vez sintió más frío. Calando hasta sus huesos.

Que maravillosa forma de morir, pensó. No habría dolor, ya había sufrido lo suficiente como para seguir sintiéndolo.

Tan solo quería descansar, dejar atrás a Diego y volver a ser feliz, que increíble paisaje se aproximaba.

Pronto dejó de sentir frío, y solo el cansancio lo invadió, como si toda la fatiga acumulada recayera sobre sus hombros.

Sus ojos pesaban como piedras poco a poco. Y su respiración se cortaba, como si sus órganos también se apagaran.

Solo quedaba la salvación, ya que ahora, por fin, había alcanzado la paz.

Que egoísta de su parte, no podría decirle adiós a sus amigos, pensó.

《––––————––––》

Lo encontraron junto al rio, sobre un tronco de madera. Parecía dormido desde la distancia. Pero al acercarse...lo miraron con terror y tristeza. Ya no estaba más en este mundo.

No había alguna señal de sangre o de menjurjes, tan solo tierra mojada y agua.

Sid había muerto de hipotermia aquella noche.

Diego cayó contra el suelo, abatido por el inerte cuerpo de su amigo. Soltó rugidos desgarradores.

Tanto la mamut como el tigre derramaron lagrimas a granel. Sid, el inocente perezoso había fallecido.

Gritaron y gimieron de dolor.

—Dios, no, no, no, no, no... —repitió Diego

Se incorporo, y corrió hacia el cuerpo.

Lo toco, sintiendo la frialdad bajo sus patas. Lo recostó sobre el suelo, intentando de todo para revivirlo.

—Despierta, despierta Sid. No me abandones, no —lloro sobre su cadáver— no me puedes dejar aquí, lo siento, perdóname, yo...—lloro sin consuelo

Elly lo alejo del cuerpo.

—Se ha ido...ya no hay nada que hacer—sollozo

—No es cierto, aun puedo...

Lo callo.

—Diego, se ha ido carajo, no se puede hacer nada.

Diego miro de nuevo el cuerpo lamentadose y culpándose. "Sid perdóname yo no quería esto" pensó.

Lloraron durante el resto de la noche.

《––––————––––》

La noticia sacudió el valle. Todos lloraron, lamentando la enorme pérdida.

Al alba, los animales se reunieron en el sabak, la zona ceremonial para los muertos.

Los topos junto a otros animales cavaron el agujero, haciendo todo lo necesario para el sepulcro del perezoso.

Todos se despidieron, desde los que lo amaban hasta los que no.

—Que descanse en paz...—exclamó Manny

《––––————––––》

—No mereces a nadie, hacerle aquello a Sid no se equipará a nada igual.

—Lo sé, y por eso no quiero estar contigo, no quiero que sufras lo mismo por mi culpa.

Shira lo miró con desprecio, recriminando sus fechorías.

—Espero que algún día encuentres consuelo y perdón, porque lo que has hecho no tiene nombre.

La tigresa se retiró, saliendo del valle decepcionada.

《––––————––––》

—Diego, creo que me gustas, sé que dirás que no es posible y que solo estoy alucinando, pero de verdad quiero que seamos pareja.

No hubo respuesta

—Ojalá, y estuvieras despierto para escuchar esto...

Habían pasado unos cuantos años desde que habían iniciado sus encuentros y Diego sintió un nudo en la garganta, era la primera vez que escuchaba aquello del perezoso.

—No me gusta Shira, quiero que la eches, no quiero perderte. Por favor, hazme ese favor como amigos, como jugadores que somos de este juego tuyo.

Se sintió mal, no era la primera vez que Sid le recalcaba esta situación, pero no estaba preparado para una relación, de qué servía ser pareja y demostrarlo en público, si pueden entregarse durante las noches.

Tendría que hablar con Sid en algún momento.

—De cualquier modo, te quiero —exclamó el perezoso abrazándolo.

Lo sintió como una puñalada al corazón, escuchar aquello lo llenó, lo hizo feliz, quería complacer a Sid, pero su maldito orgullo era más grande. Tenía que trabajar en ello, y después vería cómo deleitar al menor.

《––––————––––》

Diego callo rendido sobre las praderas. Una zona alejada del valle. Su cuerpo lo traicionaba, ya no poseía fuerzas para continuar.

Morfeo lo consumió.

Soñó cual cachorro, soñando con recuerdos junto a Sid, experiencias y diversiones junto a él.

—Has venido a buscarme —escuchó entre sueños—, sabía que no me dejarías.

Diego busco alrededor.

—No sabes cuanto desee esto, verte aquí, frente a mí, ¿has venido a pedírmelo?

Vislumbro a Sid.

—¡Sid! —exclamo— bebe perdón, no sabes cuanto...

—shhh, no es tiempo de eso, perdono todo lo que hicimos en vida, no me arrepiento de mucho, fuiste una magistral experiencia, y te agradezco por ello

—No debí tratarte así, nunca te merecí.

—Bueno, si no hubiera sido así no estaría aquí —sonrió.

Diego lo miro extrañado.

—Quiero escucharlo, escuchar aquello que anhele con toda mi alma en vida.

Diego pensó por un instante. Soltando una risilla hablo con nerviosismo:

—Sid —exclamó sonriendo—, ¿quieres ser mi pareja?

Sid salto sobre el tigre, abrazándolo

—Absolutamente —susurro a su oído












































































《––––————––––》

Despertó. Observando a su alrededor.

—¿Qué? —exclamó el perezoso—como que no podemos seguir con esto.

Diego permaneció inerte, inmóvil frente a lo sucedido. Todo había sido una pesadilla.

—¿Me estás oyendo?

Diego lo abrazó, impregnándose de su calor y aroma. Lo miro de arriba a abajo. Soltando lágrimas de felicidad.

—Perdóname Sid, por todo.

Sid quedó extrañado.

—Quiero que seas mi pareja, se mío —exclamó el tigre.

—¿me he perdido de algo? —musito el perezoso— que te ha sucedido.

—Me he dado cuenta de mi error, lamento haberte hecho sufrir, ya nunca volverá a suceder, a partir de hoy todo será diferente, lo prometo.

—Diego yo...

Diego lo beso.

—No tienes que decir nada, lo sé todo ahora.

Sid sonrió, y lo abrazo, lleno de felicidad.

—Absolutamente —susurro a su oído.

Lo que hubiera ocurrido era desconocido para ambos, pero aquello los ayudo, les hizo entender al otro.

Tal vez los cielos se habían apiadado de ellos, o quién sabe, quizá solo fue culpa de un cínico perezoso.

Notas finales:

Estoy muy contento por este trabajo, no me arrepiento de nada.


Doy gracias a todos mis amigos que me apoyaron y ayudaron a concluir este proyecto.


Continuare a partir de ahora con mi otra historia: Scared to be lonely; que si no la has leído te invito a hacerlo.


Gracias por todo.


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