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Si el destino lo permite por LLS

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Notas del capitulo:

La siguiente es una obra original, esta dividida en 4 partes con 4 protagonistas principales. Los capitulos son extensos, pero solo son 4 como tal. Cada parte se subira un jueves cada dos semanas. Espero lo disfruten. 

Mi único y verdadero amor

En aquella mañana soleada de ese veintisiete de julio Hiroshi se encontraba practicando sus lanzamientos en los campos de béisbol del instituto. Él es un chico alto, sus ojos grisáceos y su delicada boca son realmente atrayentes, él es el prospecto de muchas chicas, desde muy niño siempre había estado rodeado de mujeres, lo que hacía que este al entrar en una edad de pubertad se convirtiera en un mujeriego, se decía que no duraba más de tres meses con la misma mujer. Ahora él está cursando el último grado de preparatoria, es un chico popular no solo por pertenecer al equipo de béisbol del instituto, sino que también por su gran habilidad artística.

Muchas mujeres del instituto alentaban desde muy temprano al equipo de béisbol, Hiroshi por supuesto se llevaba la mayoría de miradas. A las ocho de la mañana los integrantes del grupo de béisbol se dirigieron a las duchas y después a los casilleros, allí se colocaron sus uniformes correspondientes. Hiroshi fue uno de los últimos en salir, las chicas siempre esperaban afuera del vestier a los hombres que salían de este, por esta razón decidió salir por otro lado, había momentos en los cuales tanta atención le hacía sentir asqueado. Él avanzó hacia su destino, sin percatarse que esa acción seria la culpable de próximos sentimientos que lo harían sentir de una manera inexplicable, pero que de igual manera serían los culpables de que muchas lágrimas cayeran de sus hermosos ojos. 

—Las chicas del instituto a veces suelen ser muy pesadas —murmuró mientras subía las escaleras dirigiéndose al salón, el timbre que anunciaba que las clases estaban iniciando sonó retumbando en todo el lugar.

—Mierda, voy a llegar tarde —dijo Hiroshi mientras subía corriendo las ultimas escaleras, al llegar al último escalón se resbalo con un pedazo de dulce que habían dejado allí tirado, para su sorpresa sus reflejos tardaron en responder, por lo que cayó de cara hacia el piso, en un impulso colocó su brazo entre el suelo y su rostro, al alzar levemente su mirada se encontró con una mano que le ofrecía ayuda, alzó más su vista para ver de quien se trataba, un chico de cara linda y sonrisa cautivante le ofrecía su ayuda, en altura Hiroshi lo sobrepasaba, pero de igual manera parecía un buen prospecto, un suave tono rojizo empezó a sobresalir en sus mejillas mientras que su corazón se empezaba acelerar, por un instante Hiroshi había quedado estupefacto ante la belleza de ese chico.

—¿Te quieres levantar? —preguntó este soltando una pequeña risita.

 

—Gracias —contestó levantándose, cuando estuvieron frente a frente Hiroshi devolvió su agradecimiento esbozando una espléndida sonrisa, lo que ocasiono que aquel chico se ruborizara, su corazón se empezó a acelerar mientras la vergüenza y algo más subía a su cabeza. Él agachó su mirada, se sentía demasiado nervioso, aunque no lo quisiera admitir Hiroshi encajaba con el tipo de hombre que más le atraían y al mismo tiempo que más le disgustaba, por un momento ambos se quedaron callados mirándose fijamente.

—Mi nombre es Hiroshi Takaraji —dijo rompiendo aquel incomodo silencio.

—Izanami Ryu —contestó el otro con un suave tono de voz que hizo que el corazón de Hiroshi volviera a latir fuertemente.

—Bueno gracias por ayudarme, nos veremos después —dijo dirigiéndose a su salón. Al entrar a este todos se quedaron mirándolo haciéndolo sentir incomodo, él se sentó en la silla que le correspondía al pie de su amigo Hyuja, este también pertenecía al equipo de béisbol, por esta razón se le hacía extraño que Hiroshi llegara tarde. Los minutos en el salón pasaban lentamente, era como si el tiempo corriera en forma de una envejecida tortuga, todos en el salón estaban pendientes de la clase dictada en esos momentos, excepto Hiroshi, quien se encontraba absorto en sus pensamientos, en lo único que podía pensar era en el hermoso rostro de Izanami.

«¿Por qué este chico me atrae tanto?, se supone que yo soy hombre y él también lo es, entonces…, ¿por qué su rostro esta tan claramente reflejado en mi mente?»

El timbre sonó anunciando el fin de la jornada estudiantil. Todos los estudiantes se levantaron de sus sillas y salieron del salón con sus grupos de amigos, Hiroshi como siempre estaba con Hyuja y un buen grupo de mujeres que le acompañaban a todas partes.

—¿Qué vas hacer hoy Hiroshi? —preguntó Hyuja mirando de reojo a las mujeres que los seguían.  

—Quiero ir a casa, no me siento muy bien.

—Lo sé, lo note desde que entraste a clase, quizás hay una chica que por fin se ha robado tu corazón —dijo Hyuja con un tono burlesco y una sonrisa juguetona en su rostro, la imagen de Izanami volvió a su mente haciendo que se volviera a sonrojar.

—Claro que no.

—¡Wua! ¡Qué sospechoso! 

—Solo estoy un poco distraído, nada más.

—No lo creo, a ver dime ¿Quién es la afortunada? ¿La conozco?

—Ya te dije que no se trata de eso.

—Hyuja —gritó una chica detrás de ellos, ambos voltearon su cabeza hacia el lugar en donde se había producido el grito.

—Lo siento, hablamos después tengo un asunto que atender —dijo apartándose de Hiroshi y acercándose a la chica, ellos cogieron otra dirección diferente a la de Hiroshi, mientras que él se dirigía a su casa.

—Por fin llegué —murmuró mientras abría la puerta de su acogedora casa.

—Ya llegué —gritó al entrar, dejó sus zapatos en la entrada, al no escuchar respuesta alguna subió las escaleras, camino apresurado hasta llegar a su habitación en donde se dispuso a leer. Su colección era en su mayoría novelas de terror y suspenso. El tiempo pasaba rápidamente, en un abrir y cerrar de ojos ya había anochecido.

—Hermano, deja de ver porno y abre la puerta —dijo Mimiko, su hermana menor por un año, mientras golpeaba la puerta.

—No estoy viendo nada —contestó abriendo con fuerza la puerta de su habitación, la chica se encontraba plantada en el pasillo, tan solo con un saco largo que le llegaba hasta la mitad de sus muslos, ella entró a la habitación y se sentó en la cama junto a un viejo libro que tiempo antes Hiroshi había dejado allí.

—Descuida no le voy a decir a nadie que ves porno —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.

—Has lo que quieras, de igual manera ambos sabemos que no es verdad, así que simplemente estarías inventándote cosas de tu genial hermano.

—Como digas, jamás te delataría, eso arruinaría mi magnifica popularidad.

—Popularidad que has cosechado gracias a mí.

—De igual manera soy muy popular y no voy a dejar que nadie me bajé de mi pedestal jamás.

—Claro como quieras, más bien ¿Qué quieres?

—Ayúdame con matemáticas.

—Claro que no, pregúntame cualquier cosa que no sean las malditas matemáticas, sabes muy bien que soy malo para eso.

—¡Estúpido Hiroshi! —dijo haciendo un puchero

—Muy bien, si soy tan estúpido, ¿por qué no le dices alguno de tus admiradores que te expliquen las cosas que no entiendes?, seguro que ellos te sabrán enseñar mucho mejor de que lo haría yo.

—No quiero, ellos son aburridos y feos, además a mi novio no le gusta que yo ande con otros hombres a excepción tuya y de papá.

—Ah con que con esas tenemos, bueno pues muy sencillo ve y dile a tu novio que te explique, ahora por favor salte de mi habitación voy a dormir, mañana tengo practica y tengo que madrugar.

—Que aburrido —dijo ella saliendo de la estancia y cerrando la puerta después de salir. Quedándose solo en su habitación Hiroshi se pusó su pijama y se acostó a dormir.

«¡Mierda! Estoy realmente cansado, hoy fue un día muy pesado, lo único que quiero es dormir» pensó sintiendo el peso de su cuerpo, como si este estuviera echo de plomo.

Casi al llegar la madrugada empezó a soñar con aquel chico Izanami, sus ardientes ojos miel y su atrevido cabello castaño junto con su hermosa sonrisa hacían que su cuerpo se estremeciera, él lo volteó a mirar acercándosele, su corazón latía como loco, casi podía jurar que sus latidos se podían escuchar en el silencio de aquella habitación. El chico se acercó de tal manera que hizo que él quedara paralizado ante este, Izanami acaricio suavemente su mejilla mientras acercaba sus labios semi abiertos hasta los labios de Hiroshi, este perplejo por la situación se dejó llevar, dejando que el otro tomara posesión de sus labios, sintió los carnudos labios deslizarse de los suyos y volver a sentirlos después de un par de segundos, el ciclo se repetía haciendo que el ambiente se elevara, lentamente Hiroshi empezó acercar el cuerpo de Izanami al suyo, ambos latidos del corazón se unieron en uno solo.

—Hiroshi —susurró Izanami. Él despertó de manera repentina, su corazón aún se encontraba agitado, levantó levemente las cobijas notando el bulto que sobresalía de su pantalón, estaba erecto.

—Izanami —susurró mientras se sentaba en la cama, pequeñas gotas de sudor bajaban de su pálido rostro, él llevó sus manos congeladas a su rostro sudoroso.

«¡Mierda!, ¿qué hago soñando este tipo de cosas con él?, ¡yo no soy gay!, el chico al que todas las mujeres desean tener no puede ser gay, esto solo fue una pesadilla, nada más, yo no me puedo excitar con un chico, no puedo hacerlo» pensó aun sosteniendo su cabeza en sus manos, se incorporó intentando no pensar en su sueño, tomó una rápida ducha, la cual le ayudó a calmar su pronunciada excitación, se pusó su uniforme de béisbol, alisto su maleta y uniforme normal. Salió de su casa un poco aturdido, el frio de las mañanas de la ciudad golpeó su cara haciendo que su mente se despejara. Se dirigió al instituto, allí ya se encontraba todo el equipo de béisbol reunido, unas cuantas chicas también se encontraban detrás de la reja, él dejó sus cosas en el casillero y se encamino al campo, hoy le tocaba practicar bateando, algo en lo que también era muy bueno, no por nada era el as del equipo de béisbol. Sin embargo, aquella mañana era extraña, casi no le pegaba a ninguna de las pelotas lanzadas y era como si estuviera sumergido en sus propios pensamientos, él bajó el bate sintiéndose frustrado, miró hacia el suelo sintiéndose en extremo confundido, una pelota con gran velocidad se acercó a su rostro golpeándolo en la parte inferior de su labio, el impacto y su desconcentración hicieron que se tambaleara y cayera al suelo.

—Cuidado —gritó un chico al ver caer a Hiroshi, él aún se encontraba un poco aturdido por el golpe, la mayoría de personas se empezaron acercar bastante preocupadas.

—¿Estas bien? —preguntó una chica al pie suyo, la pelota había impactado en la parte inferior de su labio haciendo que se rompiera, él se levantó un poco desorientado y sin decir nada se dirigió al baño, Hyuja lo acompañaba dándole pequeñas palmadas en su espalda, al llegar al baño se lavó la boca mientras escurría sangre de esta, su rostro estaba pálido y sudoriento. Hyuja se recostó sobre la puerta de uno de los cubículos y suspiró mientras lo miraba con lastima.

—¿Qué? —preguntó Hiroshi mirándolo con impaciencia.

—Nada, solo estaba pensando en que te haría esa persona para desconcentrarte de esa manera.

—No pasa nada, solo estoy un poco desconcentrado, creo que estoy cansado nada más.

—Si quieres te puedo presentar a una amiga, ella podría ayudar a liberarte de ese estrés.

—¿A qué te refieres?

—Bueno ya sabes, puedes tener a alguien que te haga ciertos favores, en todo caso si te interesa me avisas, vamos a las duchas ya deben de estar todos allí.

Ambos se dirigieron a las duchas donde ya se encontraba todo el equipo de béisbol.

—Lo siento, no fue mi intención —dijo uno de sus compañeros.

—Descuida —le contestó saliendo de las duchas a los casilleros, ese día decidió salir por el mismo sitio por donde había salido ayer, subió con mucho afán las escaleras, su corazón latía fuertemente con cada paso que daba. Al llegar a las ultimas escaleras recordó a Izanami, subió estas con mucha cautela y un poco deprimido al no encontrarse con él, entró al salón cariz bajo, allí se encontraban Hyuja rodeado de mujeres, él se sentó al pie de este sin prestarle mucha atención a las mujeres que le hablaban, eran lindas y él lo tenía que admitir, pero de alguna manera no las podía mirar de esa manera.

—Siéntense por favor —dijo la maestra entrando al salón —. Buenos días estudiantes hoy tenemos aún nuevo alumno así que por favor cuiden de él.

—Buenos días, encantado de conocerlos mi nombre es Izanami Ryu, desde hoy voy a estar estudiando junto a ustedes espero que cuiden de mí.

Al escuchar el nombre de aquel chico Hiroshi levantó atónito su mirada, boquiabierto ante la situación empezó a sonrojarse y su corazón empezó a latir bestialmente.

—Izanami —murmuró para sus adentros, el chico volteó a mirar a Hiroshi y le sonrió dulcemente.

—Si quiere puede sentarse al pie de Hiroshi-kun —dijo la maestra señalándolo, Izanami acato las ordenes y se sentó junto a él.

—Qué envidia —murmuraban algunas chicas, Hiroshi volteó a mirar a Izanami quien se encontraba mirándolo de reojo, Izanami se sonrojó y dejó escapar una pequeña risa.

—¿Por qué te ríes? —preguntó Hiroshi levantando una de sus cejas extrañado por tal acción.

—¿Te golpeaste o te golpearon? —preguntó señalando la parte inferior de su labio, Hiroshi adquirió un leve tono rojizo en sus mejillas y se rio de igual manera.

—Me golpearon con una pelota de béisbol.

—¿Tanto te odian?

—Claro que no, lo que pasa es que me distraje y la pelota cayó justo en la parte inferior de mi labio.

—¡Que tonto! —rio Izanami

—¡Tu mocoso! —rio Hiroshi un poco más duro

—Hiroshi-kun por favor compórtese de manera correcta, está en un aula de clases no en un parque, ¿acaso es la impresión que desea que su nuevo compañero se llevé? —le reprendió la maestra, en ese instante todos los presentes soltaron una estruendosa carcajada, a excepción de Hiroshi quien simplemente encogió los hombros.

—No me corrompas —susurró Izanami

—Creo que soy yo el que está siendo corrompido por Izanami-kun —Bromeó.

—Puedes llamarme solo Izanami, es más cómodo de esa manera.

—Está bien, siendo así solo llámame Hiroshi —dijo mientras volteaba a mirar hacia el tablero. Al sonar el timbre de salida Hiroshi salió junto a Hyuja y algunas chicas a su alrededor, Izanami por su parte se fue en dirección contraria a estos.

Al otro día Hiroshi se encontraba mejor que nunca en su entrenamiento, muchos le felicitaron por el cambio tan repentino, un egocéntrico como él, obviamente se sentía alagado y nada modesto ante los halagos. Al ir hacia las duchas Izanami cogió su mano e hizo que Hiroshi le siguiera hasta un extremo del instituto.

—Juegas muy bien —le dijo con un tono de entusiasmo.

—Gracias —contestó Hiroshi levantando su pecho.

—Que egocéntrico —rio con un tono rojizo en sus mejillas.

—Veo que tengo un nuevo fan —bromeó cogiendo la cara de Izanami y mirándolo directamente a sus ojos, el corazón de ambos chicos empezó a latir con fuerza.

—Claro que no —contestó Izanami agachando la mirada, Hiroshi soltó la cara de este retrocediendo unos cuantos pasos, Izanami lo volteó a mirar sonriéndole, de igual forma él le sonrió relajando el ambiente. Empezaron a hablar sobre cosas graciosas que les había sucedido, dejando que el tiempo pasara y pasara. Después de tres horas se dieron cuenta que ya era demasiado tarde para ir a clases, así que decidieron ir al club de arte donde Hiroshi acostumbraba pintar.

—Te mostrare otra de mis grandiosas habilidades —le dijo Hiroshi mientras lo llevaba de la mano, ninguno de los dos presto objeción ante esta acción, era como si a ambos les agradara el contacto del otro. Hiroshi empezó a mostrar sus diferentes pinturas a Izanami, quien alagaba cada una de ellas.

—Eres grandioso —dijo Izanami mirando extasiado cada una de las pinturas, había algunas que estaban empeñadas en mostrar situaciones o reacciones de la gente en común, otras simplemente mostraban diferentes paisajes.

—¿Quieres que te haga una? Será solo para ti —dijo entusiasmado.

—¿En serio? ¿Harías eso? —preguntó Izanami dejando ver un pequeño destello en sus ojos.

—Claro que sí, obviamente necesito un poco de tiempo y me tendrás que decir que quieres que te haga.

—Tendré que pensar en algo realmente grandioso.

—Claro, dímelo cuando ya sepas lo que quieres.

—Está bien —dijo Izanami con su hermosa sonrisa, Hiroshi de nuevo dejó escapar un leve rubor en sus mejillas.

—Vamos es tarde —dijo Hiroshi saliendo de la estancia, se dirigieron a la casa de Izanami, en donde Hiroshi se despidió y se fue con afán.

Al amanecer de ese sábado Hiroshi se levantó un par de veces intentando desesperadamente reconciliar de nuevo el sueño, pero le era imposible, a las nueve de la mañana se levantó definitivamente de su cama. Su casa estaba en completo silencio, puesto que sus padres no tenían que trabajar los fines de semana y acostumbraban a dormir hasta tarde, su hermana Mimiko tampoco se levantaría temprano. Hiroshi aprovecho la tranquilidad y se dispuso a pensar cual sería el tema para su próximo cuadro, le emocionaba la idea de hacer cosas que a la gente le agradara. Sin poder escoger un tema en específico se levantó y se ducho, al salir de la ducha sus padres ya se encontraban despiertos al igual que Mimiko.

—Hermano —lo llamó ella mientras se acercaba a la habitación de este.

—¿Qué quieres?

—¡Que odioso!, solo quería saber si… ¿Te gustaría salir con alguna de mis amigas?

—Lo siento no me interesan las mocosas que te rodean.

—¿Por qué eres así? Por lo menos dale una oportunidad.

—¿Por qué habría de darle una oportunidad a alguien que no quiero y que ni me interesa? Además, si no quieres que ella salga lastimada entonces no hagas que se meta conmigo.

—Ah, sabía que sería imposible, pero aun así ella me insistió en preguntarte.

—Lo siento, dile que no estoy interesado —dijo cerrando la puerta de su habitación, aquel día Hiroshi se la pasó encerrado en su cuarto jugando videojuegos y leyendo novelas de terror, el tiempo transcurrió realmente rápido y sin darse cuenta el lunes ya se había acercado. Ese lunes no fue a entrenar, se sentía un poco enfermo y era imposible que en ese estado pudiera ser útil, solo volvería a ser un estorbo en el entrenamiento.

—Hiroshi —gritó Hyuja a sus espaldas, él se volteó perezosamente hacia este quien se apresuraba en llegar a donde él se encontraba.

—Hola —dijo Hiroshi justo cuando Hyuja llegó a su lado.

—Nada de “hola” ¿Por qué no viniste al entrenamiento? El entrenador estuvo preguntando por ti, recuerda que eres muy bueno, pero se está acercando el campeonato nacional y necesitamos entrenar lo más duro que podamos si es que queremos ganar.

—Lo sé, solo que me sentía enfermo, mañana iré sin falta y le explicare al entrenador la razón de porque no pude asistir hoy.

—Está bien.

Ambos entraron al salón sentándose en sus sillas correspondientes, poco tiempo después se vieron rodeados de muchas chicas y minutos más tarde llegó Izanami, su rostro estaba pálido, grandes ojeras se pronunciaban debajo de sus ojos, él se sentó calladamente al pie de Hiroshi sin siquiera saludarlo.

—¿Estás bien? —preguntó Hiroshi con un tono de preocupación.

—Claro que sí, lo siento por no saludar, solo pensé que interrumpiría algo si lo hacía.

—No, descuida.

—¿Cómo la pasaste este fin de semana?

—Bien supongo y tú.

—Bastante bien, casi no tuve tiempo de dormir, pero la pasé muy bien.

—Sí, eso puedo ver.

Hiroshi acaricio las ojeras de Izanami, haciendo que este se sonrojara.

—Siéntense por favor —dijo la maestra entrando al salón, todo el mundo se dispuso a sentarse y a poner cuidado a la clase. Al terminar su jornada académica Hiroshi se levantó de su silla y se dirigió a la salida, donde varias chicas de grados inferiores le esperaban, Izanami al ver su gran popularidad frunció el ceño, encogió los hombros y se fue sin despedirse. El día transcurrió normalmente para estos dos personajes.  

 

Izanami despertó un poco cansado, no se sentía muy bien para ir a estudiar, pero de igual manera tenía ese sentimiento frustrante que solo desaparecía al ver el rostro de Hiroshi. Se había dicho que aquel chico no era su tipo y que jamás lo seria, pero por alguna extraña razón a veces su corazón latía fuertemente a causa de él, por experiencia propia sabía que esa reacción era por la atracción que sentía por alguien, pero simplemente se negaba a creer que podía sentir algo hacia alguien tan excéntrico como Hiroshi. Se levantó de su cama y se uniformo, tomó una taza de café y salió del lugar de camino al instituto.

—Ryu espera —gritó este al verlo.

—Aki, que sorpresa —dijo Izanami agachando la mirada.

—¿Ya te vas a clase?

—Sí.

—No tienes ni un minuto —dijo Akima mientras acariciaba el cabello de Izanami, este se estremeció al sentir su caricia y retrocedió unos pocos pasos.

—No, lo siento —dijo Izanami apartándose de Akima, este intentó agarrar el brazo de Izanami, pero antes de que lo hiciera, él ya había salido corriendo en dirección al instituto. Al llegar a este se encontró con todo el equipo de béisbol, cayó al suelo junto con otro chico.

—Oye maldito, miré por donde va —dijo el chico mientras que sus amigos le ayudaban a levantar.

—Lo siento.

—¿Acaso no vio que nosotros veníamos?

—Ya déjalo —gritó Hiroshi acercándose a ellos, Izanami se levantó del suelo y sacudió su pantalón.

—¿Estás bien? —preguntó Hiroshi acariciando su mejilla, al sentir el roce de la pálida mano de Hiroshi, él se estremeció y apartó la mano de este con un pequeño golpe, Hiroshi estupefacto no supo que decir ni que hacer, Izanami se apartó y se alejó rápidamente de ellos. Al llegar al salón de clases un grupo de mujeres ya se encontraban reunidas, él entró a este cariz bajo, se sentó en su silla correspondiente, sentía que su corazón iba a salirse de su pecho y se sentía muy agitado, se tapó el rostro con sus manos mientras reorganizaba sus ideas.

«¿Por qué corrí al sentir la mano de Aki? ¿Porque él simplemente se comporta de esa manera? Él es tan estúpido, él quizás sea una de las personas más especiales que tengo y eso me hace enojar tanto» pensó revolviéndose en su escritorio, pusó sus manos sobre su cabeza tratando de hallar respuesta alguna, pero le era imposible pensar coherentemente en esos instantes.

Minutos después llegó Hiroshi junto a Hyuja y montón de chicas guapas, Izanami levantó su frágil rostro mirando fijamente a Hiroshi.

—Él siempre es tan popular, siempre rodeado de mujeres muy atractivas —murmuró Izanami desviando su mirada.

Después de entrar al salón, Hiroshi se sentó en su puesto ignorando por completo la presencia de Izanami, tiempo después entró la profesora al salón y empezó la clase. Al salir de clases Izanami fue hasta el baño del instituto apresuradamente, no se sentía bien, estaba mareado y tenía ganas de vomitar, entró a uno de los cubículos del baño y allí empezó a trasbocar, gotas de sudor bajaban de su pálido rostro, un fuerte dolor se empezó a posar en su estómago y garganta en el momento que dejó de trasbocar, con un pañuelo húmedo limpió su boca y el sudor de su rostro mientras bajaba la cisterna, abrazando sus piernas, encogido como un pequeño niño regañado Izanami dejó escapar pequeñas lagrimas que bajaban por su pálido y enfermizo rostro, en esos instantes en los que se encontraba enfermo sentía la necesidad de tener un hogar al cual volver. Minutos después se levantó y abrió la puerta del cubículo, al salir del lugar se encontró con Hiroshi, quien estaba parado en frente suyo mirándolo con ojos compasivos.

—Entonces estas enfermo —dijo este intentando acercarse a Izanami, él retrocedió unos cuantos pasos y desvió su mirada.

—Claro que no.

—Estas mal, acabó de escuchar como vomitabas y sollozabas ¿Qué es lo que tienes? ¿Por qué nunca te dejas ayudar? —gritó Hiroshi sosteniendo a Izanami en sus brazos.

—Solo estoy un poco mareado.

—Vamos a tu casa, yo te llevó.

—Tienes club de arte.

—A la mierda el club de artes, vamos a tu casa hoy voy a cuidar de ti.  

Ambos salieron del baño mientras un grupo de chicas ya se acercaba a ellos, Hiroshi cogió la mano de Izanami jalándole lo más rápido que podía, salieron del instituto y tiempo más tarde llegaron a la casa de Izanami, este abrió la puerta de un pequeño apartamento dejando pasar al otro.

—Con permiso —dijo Hiroshi quitándose sus zapatos.

—No tienes que decirlo, de igual manera no hay nadie para responderte —le contestó dirigiéndose a su cuarto, Hiroshi lo siguió sin cuestionar nada, Izanami lo miró mientras se sentaba en su cama, palmoteo está indicándole a Hiroshi que se sentara, él lo acato sin decir nada, miró fijamente a Izanami quien solo se ruborizaba y agachaba la mirada, suavemente se acercó a este último colocando su mano sobre la frente del pequeño, Izanami estaba ardiendo.

—¿Cómo puedes decir que estas bien, cuando te encuentras ardiendo en fiebre? —le reprendió levantándose.

—Lo siento —contestó Izanami, Hiroshi suspiró mientras se dirigía a la cocina, lleno una taza con agua.

—¿Tienes compresas o alguno paño que pueda utilizar para ponerte en el rostro?

—En el cajón de allá hay telas que puedes utilizar —contestó Izanami mientras se acostaba en su cama, cerró sus ojos sintiendo un leve mareo, después de un tiempo se durmió sintiendo el placentero frio en su frente de los paños húmedos que le ponían.

Hiroshi se pusó en pie dirigiéndose de nuevo a la cocina, allí preparó un té de cebada mientras remojaba de vez en cuando el paño húmedo y lo volvía a colocar en la frente del chico, poco a poco la fiebre de Izanami descendía.

—¿En dónde estoy? —preguntó Izanami intentándose levantar.

—No te muevas, estás en tu casa.

—¿Hiroshi? ¿Qué haces aquí?

—Estoy aquí porque te pusiste demasiado enfermo, hice un poco de té de cebada ya te lo traigo.

—No tenías que hacer tanto por mí, pero de igual manera gracias por todo —contestó Izanami esbozando una sutil sonrisa, Hiroshi se sonrojó y se apresuró en salir de la habitación, al llegar a la cocina su corazón latía fuertemente, esperó un momento a tranquilizarse, llevó un pocillo lleno de té a Izanami, él lo tomó por completo adquiriendo un poco de color en su rostro.

—Así que vives solo —dijo Hiroshi mirando a su alrededor.

—Algo así.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, cada fin de semana vienen algunos amigos, vienen a beber o simplemente a pasar el rato.

—Ya veo.

—Si quieres en algún momento venir, eres bienvenido a mi casa, seguro que los otros chicos también te agradaran.

—Bueno quizás venga algún fin de semana, se escucha divertido.

—Lo es.

—¿Y tus padres?

—Bueno es un tema un poco complicado.

—Lo siento, no debí preguntar.

—No importa realmente ¿Quieres que te cuente lo que pasó con ellos?

—Solo si tú lo deseas.

—Claro, mis padres y yo nunca tuvimos una relación muy amigable que digamos, al cumplir diez años mi madre murió en un accidente automovilístico, al cumplir los quince años mi padre me echo de la casa al enterarse de que yo no era como un hombre normal, obviamente cada mes él manda dinero para mi mantenimiento, pero es el único contacto que he tenido con él desde entonces. Cuando llegué a esta ciudad descubrí este apartamento y me hice amigo de unos chicos de la universidad T, son ellos los que vienen cada fin de semana a mi casa a pasar el rato.

—Ya veo, pero ¿Por qué dices que no eres un hombre normal?

—Es algo que no encaja en tu mundo, es algo que las personas heterosexuales no podrían comprender.

—¿A qué te refieres?, no entiendo.

—Lo ves —rio Izanami, Hiroshi dejó ver un tono rojizo en sus mejillas mientras su corazón volvía acelerarse, él acaricio el cabello de Izanami suavemente mientras este le sonreía tiernamente.

—Es mejor que vuelvas a dormir, quiero que te mejores Izanami—. Hiroshi recogió el pocillo de este y lo llevó a la cocina.

—Como ordene —dijo Izanami volviéndose a recostar, al rato de haber puesto la cabeza sobre la almohada quedó totalmente dormido, Hiroshi volvió a la habitación en donde este ya dormía profundo, sus labios semi abiertos se veían demasiado provocativos, él se sentó junto a Izanami mientras acariciaba lentamente sus labios, su corazón empezó a latir tan fuerte que sentía que despertaría a Izanami con sus latidos, se empezó acercar a los labios de Izanami mientras este aún dormía, lentamente posó sus labios en los labios del otro y aunque fuera solo un suave roce se sentía muy bien, el contacto con esos labios era algo que había estado pensando hacia mucho, se separó lentamente de este mientras lo apreciaba cada vez más. Fue en ese instante en donde empezó a sentir como un sentimiento inexplicable se posaba en su mente y corazón, el sentir aquellos labios era la prueba de que se sentía realmente extraño hacia Izanami.

Silenciosamente salió del lugar mientras su corazón latía descontroladamente, su mente se encontraba en blanco y no comprendía el porqué de sus actos, corrió hasta llegar a su casa en donde se apresuró a entrar a su habitación, allí se recostó en un rincón de su habitación mientras recapacitaba sobre sus acciones, sin darse cuenta cayó dormido en aquel lugar.

Al despertarse al otro día, tenía una fuerte jaqueca que duro hasta que llegó al campo de entrenamiento, después de practicar se dirigió rápidamente al salón, sentía un deseo de ver el rostro de Izanami desesperadamente, en una de las sillas ya se encontraba Izanami con una bufanda que le tapaba la mitad de su rostro y una mascarilla debajo de esta, Hiroshi se acercó a él mientras este lo saludaba con su mano.

—¿Cómo sigues? —preguntó Hiroshi acariciando su mejilla, el beso del día anterior le volvió a la mente haciendo que se sonrojara.

—Un poco mejor, todo es gracias a ti.

—De nada supongo.

—No cambias ¿Cierto?

—¿Por qué? ¿No te gustó de esta manera?

—Claro que si me gustas.

Ambos se quedaron por un momento callados mirándose fijamente a los ojos, Izanami se sonrojó y agachó su mirada

—Como amigo obviamente —susurró Izanami, antes de que Hiroshi pudiera dar una respuesta la maestra ya estaba entrando al salón, todos se sentaron y se quedaron callados mientras que ella dictaba la clase. Después de las últimas palabras de Izanami, Hiroshi sintió un poco dolor y desilusión. Al terminar la clase ellos dos se fueron juntos al apartamento de Izanami, en donde ya se encontraba un chico un poco más alto que Hiroshi, quien estaba parado en frente del apartamento de este.

—Ryu, te has demorado en llegar —dijo este dirigiéndose a donde estaban ellos.

—¿Qué haces aquí Aki?

—¿Qué? ¿Acaso no te puedo visitar?

—Has lo que quieras —dijo Izanami abriendo la puerta, Akima entró a la casa de este justo después de que él abriera.

—Es mejor que yo me vaya —dijo Hiroshi retrocediendo, Akima lo volteó a mirar sonriendo —. No quiero interrumpir— volvió a decir yéndose de allí.

—¡Hiroshi! —gritó Izanami en varias ocasiones, pero este simplemente no le pusó cuidado, se sentía frustrado por alguna extraña razón, sentía que odiaba a ese chico y que no le caía nada bien, el dolor de su pecho se hizo un poco más fuerte y se sentía de una manera en la que nunca se había sentido, de nuevo recordó como lo miraba mientras sonreía, apretó sus puños lleno de rabia.

«Jodido imbécil, ¿cree que no me doy dé cuenta con qué tipo de ojos lo estaba mirando, o con qué tipo de ojos me miró a mí?, se nota que solo soy un mal tercio entre esos dos, solo estorbaba allí, no soy un estúpido» pensó empezándose a sentir desilusionado e irritado. 

En los días siguientes su estado de ánimo fue recayendo progresivamente, no se sentía muy animado, razón que afecto su relación con Izanami, a quien no le prestaba tanta atención. Izanami por su parte noto el brusco cambio y a su manera lo animaba intentando que las cosas volvieran a ser como antes, en varias ocasiones se ofreció acompañarlo a su casa, pero este se negaba o le saca alguna patética excusa.

Ring ring

Hiroshi miró su teléfono, se trataba de un número desconocido, lo observó extrañado, pero aun así contestó.

—Buenas noches.

—Hiroshi, hablas con Izanami.

—¡Ah! Izanami cuéntame.

—¿Podríamos vernos?

—¿Ahora?

—Si, por favor.

—¿No tienes personas que atender en tu casa? —preguntó apretando el teléfono con fuerza.

—No, simplemente quiero hablar contigo.

—¿En dónde?

—En frente de aquel parque que está cerca a mi casa.

—Muy bien, llegó en quince minutos —dijo Hiroshi colgando el celular, se pusó un abrigo y salió aquella fría noche de sábado, el viento azoto su cara al salir de la casa, se dirigió de nuevo hacia el apartamento de Izanami, en aquel parque ya se encontraba Izanami con una bufanda y unos guantes, sus mejillas estaban rojas, posiblemente había esperado bastante tiempo en el frio, Hiroshi se acercó a él mirándolo con unos ojos llenos de amor, Izanami se levantó y lo abrazó sin decirle absolutamente nada.

—Lo siento —dijo Izanami después de soltarlo.

—¿Por qué me pides perdón?

—No lo sé, simplemente te noto extraño y si estas así por algo que hice simplemente lo siento.

—Está bien, no es que haya estado así por ti, no le des mucha importancia.

—Ya veo —dijo Izanami bajando la mirada

—Siento haberte preocupado —contestó Hiroshi abrazándolo, ambos se sentaron en los columpios del parque y hablaron hasta que la media noche llegó, de risa en risa ambos se sentían cómodos, ellos se conectaban de una manera inexplicable, cuando sus miradas se cruzaban ambos desprendían tonos rojizos en sus mejillas. El sentimiento que Hiroshi sentía empezó a crecer más y más, Izanami también empezaba a sentir algo, pero no era algo tan fuerte como lo que sentía Hiroshi, ambos se levantaron de los columpios y se despidieron. Hiroshi se sentía de una manera muy tierna, se sentía demasiado atraído por Izanami, aunque esa no era una de sus posibilidades, entró a su casa calladamente luego entró a su habitación de la misma manera, con una sonrisa de idiota se acostó en su cama aun pensando en Izanami

«Izanami, eres una persona tan extraña, no quiero admitir que me siento atraído románticamente hacia ti, pero, de alguna manera siempre que te veo mi corazón empieza a latir como loco y mi mente se olvida de todo lo que pasa a nuestro alrededor, no puede ser, jamás me había sentido de esta manera, es como si de alguna manera me hicieras experimentar nuevas cosas, ¿seré gay?, no, aún me gustan las chicas, mierda, ¿entonces qué es?»

 

Después de su agradable encuentro con Hiroshi, Izanami volvió a su apartamento en donde Akima se encontraba junto con otros dos amigos, él se unió a ellos y empezó a beber, después de un rato los dos amigos de Akima salieron del apartamento directo a sus casas, Akima se quedó un rato más, cuando Izanami volvió a la sala después de haberles abierto la puerta a los otros dos, Akima lo miró lujuriosamente mientras tomaba más sorbos de su botella, él se sentó junto Akima y lo empezó a besar apasionadamente.

—¿Me extrañabas? —preguntó este botando a Izanami al suelo, se volvieron a besar, sus lenguas se unían de una manera embriagante, las manos de Akima se empezaron a pasear por el cuerpo de Izanami hasta llegar a su miembro ya duro.

—Tienes un cuerpo muy lascivo Ryu —susurró sensualmente Akima mientras Izanami dejaba escapar pequeños gemidos de placer, ambos se quitaron las camisetas rápidamente, sus cuerpos ya no soportaban más estar separados, Akima empezó a lamer el pezón de Izanami mientras este se estremecía de una manera erótica que lo excitaba, sus suaves gemidos acompañados con las caricias y besos que ambos se daban hacían de ese un ambiente muy embriagador y cautivante, antes de que alguno de ellos dos pudiera despojarse de sus pantalones Akima se separó de golpe de Izanami quitándose de encima de él.

—¿Por qué te detienes? —preguntó Izanami jadeando.

—Lo siento Ryu, hoy no eres mío.

—¿De qué hablas?

—Siento que tu cuerpo está conmigo, pero tu mente está en otro lugar, es como si te excitara más el hecho de pensar en otra persona mientras te lo hago, no estás pensando en mí.

—Claro que no Aki, tú eres el único que puede volverme de esta manera —susurró Izanami lambiendo la oreja de Akima, este se estremeció y se volvió a excitar, volteó a mirar a Izanami con su cara erótica, este agarró sus mejillas y lo besó desenfrenadamente.

—No soy el remplazo de nadie y mucho menos tu juguete sexual —dijo Akima levantándose, se acostó en la cama volteando su cuerpo hacia la pared, Izanami se quedó callado, volteó a mirar a otro sitio, no quería pensar en nada problemático o al menos por esa noche.

El lunes por la mañana Izanami llegó temprano al instituto y se pusó a ver el entrenamiento de béisbol, allí se encontraba Hiroshi lleno de sudor junto con un bate con el cual mandaba las pelotas fuera del campo, después de un rato todos se fueron a duchar y más tarde salieron de los casilleros con sus correspondientes uniformes. Hiroshi se encontraba de una manera muy excitante sus cabellos mojados dejaban caer pequeñas gotas de agua por su rostro, las chicas le miraban embobadamente mientras este sonreía para todos lados, Izanami volvió a sentir ese extraño sentimiento de unos días antes, su mente ahora solo la ocupan pensamientos de Akima y de Hiroshi, él se levantó de las gradas y se dirigió a donde se encontraba este último, el cual al verlo acercarse corrió hacia él.

—Izanami-sama, que milagro verlo tan temprano.

—Solo quería ver al jugador estrella del equipo de béisbol.

—Pues gracias por su atención.

—De nada, más bien ya sé que quiero que me hagas de pintura.

—¿Qué quieres?

—Quiero unas sombras que se parezcan a nosotros dos.

—Vale en estos días me pongo hacerlo en un mes o dos ya te lo tendré hecho solo espera, va a quedar genial.

—Eso espero, vamos a clase.

—Sí.

La mayoría de días siguientes se la pasaron hablando casi todo el tiempo. Había días en los que Hiroshi se quedaba hasta tarde haciendo el cuadro de Izanami, cada vez que hacia eso sentía que su corazón se llenaba de una extraña alegría, era como si sus sentimientos estuvieran reflejados en aquel cuadro, se sentía tan feliz de esa manera, es más se sentía feliz casi siempre que pensaba en Izanami, deseaba volver a besar aquellos labios que había probado casi como un intento suicida, pero aún se negaba a creer que se había enamorado de un chico, cada día se sentía menos atraído hacia las chicas, en cambio sentía una atracción muy grande por Izanami, quizás su nuevo amor.

El viernes al salir de clase, ambos se sentaron en las gradas del campo de béisbol del instituto, Izanami se había mejorado de su resfriado y no padecía de aquella incomoda tos que queda después de un resfriado.

—El aire fresco de las tardes te ayuda a relajarte ¿No crees? —dijo Izanami mirando de reojo a Hiroshi

—¿Qué es lo que te atormenta?

—¿Por qué crees que algo me atormenta?

—En el poco tiempo que he pasado contigo, he aprendido a conocerte ¿Qué es lo que te aflige Izanami? —preguntó Hiroshi acariciando la mejilla de Izanami.

—Mi padre quiere que vaya por el dinero de este mes a la casa, también quiere que hablemos sobre ciertos temas.

—¿Quieres ir?

—Ya sabes la relación que tengo con mi padre.

—Entonces ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé, me gustaría que me acompañaras.

—Claro, pero no habrá ningún problema en que vaya.

—Ya hablé con él y me dijo podía llevarte, así que no hay problema.

—Está bien ¿Cuándo vas a ir?

—Este domingo ¿Te parece bien?

—Sí.

—Me alegro, en serio creo que serias una fuerte ayuda para mí.

—Lo sé —después de terminar de decir esas palabras, Hiroshi se llevó la mano a su corazón como si intentara detener los alborotados latidos, Izanami estaba sonrojado y no podía evitar tampoco que sus latidos se aceleraran, empezando a sentir una atracción romántica hacia Hiroshi, se quedaron en un incómodo silencio esperando que alguno de los dos hablara sobre algo, por lo normal esos momentos casi nunca pasaban, pero cuando lo hacían eran realmente frustrante para ambos.

—¿Qué pasa con aquel tipo que te llama Ryu?, ¿de tanta confianza es? —preguntó Hiroshi con un tono un poco alterado.

—Aki y yo solo somos amigos, nada más —contestó Izanami con un hilo de voz y bajando la mirada.

—Ya veo.

—¿Por qué crees que pasa algo con él?

—Por nada, solo preguntaba.

—Lo siento si te hice sentir incomodo en algún momento respecto a él.

—No, en realidad no, solo quería decirte que creo que yo he estado empezando a sentir… —antes de proseguir con su frase Hiroshi se mordió el labio y prefirió callar, era como si sintiera que algo malo iba a suceder si le decía eso a Izanami.

—Sigue, quiero escucharte.

—No, más bien te llevó a tu casa, tengo cosas que hacer.

—Está bien ¿A qué horas te pasó a recoger el domingo?

—A la hora que quieras.

—Pasare a la una, así que espero que estés listo para entonces.

—Está bien.

Ambos se fueron en silencio directo a la casa de Izanami, al llegar Hiroshi se despidió y se fue directamente a su casa.

—Maldición que he hecho —dijo este pegándole un fuerte golpe al muro de una casa.

«¿Por qué diablos iba a decirle ese tipo de cosas a Izanami? ¿Por qué diablos?, yo no siento nada por él, simplemente es un buen amigo que necesita mi ayuda, nada más, pero… ¿Por qué mi corazón late tan fuerte cuando estoy a su lado? ¿Por qué me enloquece de esta manera? ¿Por qué me excita?»

Al entrar a su casa subió a su habitación, allí se dispuso a terminar el cuadro que le hacía a Izanami, era un lindo detalle, de alguna manera ese cuadro había quedado mejor que los otros cuadros hechos. Este era de distintos y hermosos colores, dos sombras se encontraban sentadas en una especie de muro, ambos se encontraban recostándose en la espalda del otro, un fondo de un hermoso amanecer se encontraba armonizando aquel ambiente, una ciudad muy iluminada se encontraba justo detrás de ellos, mientras que uno de ellos sostenía una rosa, debajo de las sombras estaban sus iniciales marcadas en cada una de ellas, una I en la sombra de la derecha y una H en la otra, Hiroshi creía que tal vez en un futuro ese cuadro podría significar más que una amistad profunda, el hecho de que le gustaba a Izanami empezó a mostrarse en su mente después de recordar cómo había besado esos provocativos labios mientras el otro dormía.

El domingo por la mañana Hiroshi se levantó muy temprano, no soportaba el hecho de esperar hasta la una que llegaba Izanami, se pusó una camisa blanca y unos pantalones negros, por lo menos se veía presentable. A la una en punto llegó Izanami, ambos cogieron un taxi y se dirigieron a uno de los distritos más elegantes de todo Tokio, allí se bajaron en frente de una enorme mansión, un guardia abrió la reja de la mansión dejándolos pasar, Hiroshi miró estupefacto aquel lugar, él sabía que tenían dinero, pero no en esas dimensiones, un mayordomo muy elegante abrió la gran puerta de la mansión.

—Buenas tardes Izanami-sama e invitado.

—Buenas tardes —contestaron.

Al entrar al lugar el mayordomo los guio a uno de los salones, en donde había una mesita rodeada de sillas junto con una biblioteca que hacia juego con los muebles, allí se sentaron y esperaron a que el mayordomo les trajera algo de té, minutos más tarde apareció trayendo el té con él.

—Izanami-sama, su padre lo está esperando en la oficina.

—Ya voy —dijo Izanami con una voz un poco nerviosa, Hiroshi cogió su mano y la apretó con fuerza, este volteó a mirarle con asombro, él simplemente le sonreía con mucha confianza, era como si le estuviera diciendo “yo estoy aquí no tienes por qué preocuparte”, Izanami se sonrojó y le devolvió de igual manera una sincera sonrisa, aunque un poco nerviosa. Él salió del lugar en dirección a la oficina de su padre, Hiroshi se quedó allí mientras el mayordomo le servía el té.

—Qué pena que me entrometa, pero ¿Cuál es su relación con el Izanami-sama? —preguntó el mayordomo mirándolo directamente a los ojos.

—Somos amigos y compañeros del instituto.

—Ya veo.

—No tengo intención de molestarle, pero tengo una duda que me ha estado molestando ¿Por qué echaron a Izanami de su casa?

—No sé si deba ser yo el que le diga esto, pero, ya que Izanami-sama lo tajo aquí, debe ser de confianza. Bueno en realidad él nunca fue feliz en este sitio, siempre peleaba con alguno de sus dos padres, su padre desde niño lo golpeaba con frecuencia, su madre siempre le recordaba que él no tenía derecho de llamarle mamá, por el simple hecho de que nunca lo quiso tener; él era muy solitario y antisocial, siempre se encerraba en su habitación y leía miles de libros, su madre lo negaba siempre y le decía que cuando alguna de sus amigas vinieran a casa, él tenía que esconderse en el baño del segundo piso y fingir que no existía, esto creo grandes traumas en él, había veces en las cuales me lo encontraba a altas horas de la noche durmiendo en el piso frio del baño, lo tenía que llevar a su cama cuidadosamente y al otro día cuando le preguntaba la razón de que estuviera allí tirado, siempre me contestaba que su madre aún no le había dado permiso de salir. A los diez años su madre murió en un accidente de tránsito, ella iba ebria y se llevó por delante a otro carro causando su muerte instantánea, en el entierro de ella nadie lloró. Él creció como lo venía haciendo con la única diferencia de que empezó a reflejar cosas que nunca había dejado ver, a los quince años él le confeso a su padre sobre su inclinación sexual, este se enfureció y lo mando a varios psicólogos, ninguno pudo arreglarlo y esto enfureció más al señor, por lo que lo hecho de la casa con el único compromiso de que le iba a enviar mensualmente un dinero para su manutención. Cuando él terminara la preparatoria, también estaba dispuesto a pagarle la universidad, después de terminar esta él tendría que valérselas por sí solo, pensé que Izanami-sama jamás regresaría, pero ya veo que no fue así, tal vez su padre se arrepintió de todo lo que hizo y lo injusto que lo trato.

—Ya veo.

—Solo espero que esto no vaya a causarle problemas a Izanami, él es una persona muy buena.

—Lo sé.

—Y el señor que nos acompaña podría decirme su nombre.

—Ah perdón lo había olvidado, me llamó Hiroshi Takaraji.

—Sea bienvenido cuando desee Hiroshi-sama.

—Gracias.

—¿Cómo se conoció con Izanami-sama?, él no suele hacer amigos como usted.

—¿A qué se refiere amigos como yo?

—Bueno se ve que usted es un personaje que llama mucho la atención de los dos géneros, a Izanami-sama no le gusta juntarse con personas muy llamativas o bueno así solía ser.

—Tengo que admitirlo no se equivoca, si soy una persona bastante popular en el instituto, pero eso no afecto en nada el hecho de que él y yo nos hiciéramos amigos, lo que pasa es que como pertenezco al grupo de béisbol suelo llamar mucho la atención de otros.

—Ya veo.            

Ellos siguieron conversando sobre cualquier tema relacionado con Hiroshi o Izanami, ellos habían alcanzado un nivel de confianza alto en unos pocos minutos, claro que también hablaban del mayordomo y su vida en un sitio como ese.

 

Al salir de la sala de estar Izanami se dirigió a la oficina de su padre, si mal no recordaba esta quedaba en el segundo piso en la tercera puerta en su parte izquierda, él subió las escaleras sin mucho ánimo, se dirigió a la oficina de su padre, pero antes de abrir o golpear la puerta empezó a sentir fuertes golpes en su corazón, esperó unos minutos intentando recuperar el orden de las cosas, por fin abrió la puerta y entró al despacho, allí se encontraba su padre sentado en su silla justo enfrente de él, el padre de Izanami levantó la mirada mirando la inexpresiva cara de este.

—Toma —dijo su padre extendiéndole el sobre con el dinero de ese mes.

—Gracias —contestó Izanami cogiéndolo, se iba a dar la vuelta para poderse marchar de ese maldito lugar, pero antes de que pudiera hacerlo su padre le agarró la mano.

—Solo dime que has cambiado y podrás volver.

—Jamás cambiare, entiéndelo.

—Entonces solo vuelve a casa.

—Jamás volveré, soy feliz en la manera como estoy viviendo no necesito volver a esta casa.

—He cambiado, solo dame otra oportunidad.

—¿Quieres decir que podrás decir con orgullo que tu hijo gay volvió a tu casa y hablarlo normalmente con tus amigos de alta clase?

El padre de Izanami calló por unos minutos, pero después contestó con un hilo de voz:

—Yo solo diré que mi hijo ha regresado.

—Entonces no, lo siento, pero el hijo que nunca quisiste tener jamás regresara.

—Hijo yo…

—Deja así, no quiero escuchar nada más, gracias por el dinero y hasta luego —dijo Izanami abriendo la puerta de la oficina.

—Espera, el chico que viene contigo ¿Acaso es tu pareja?

—No, él solo es mi amigo, si te llegas a meter de alguna manera con él, jamás te perdonare, todos menos con él.

—Ya veo, lo amas —dijo su padre poniendo una ridícula sonrisa en su rostro, Izanami salió de la oficina sin darle una repuesta, se recostó en la pared esperando tomar el control de sus extremidades.

—Quizás si —murmuró casi para sus adentros, esbozó una sonrisa nerviosa y se volvió a incorporar, bajó apresuradamente las escaleras metiéndose el sobre en su chaqueta, abrió la puerta de la sala de estar en donde se encontraba Hiroshi hablando muy amenamente con el mayordomo, él los miró sorprendido mientras el mayordomo se paraba y le ofrecía la silla, Hiroshi lo miraba y le sonreía de una manera muy reconfortante, aquella sonrisa lo hacía sentir de una manera agradable, se acercó a Hiroshi y le cogió la mano jalándolo hacia él, este se levantó de la silla siguiéndolo, ellos se dirigían a la salida, el mayordomo los siguió hasta la puerta.

—Que tenga buen día Izanami-sama e Hiroshi-sama.

—Igualmente —dijo Hiroshi sacudiendo su mano mientras se alejaban del lugar, cuando estuvieron a pocos metros de la mansión Izanami se sentó en una banca y agachó su mirada, Hiroshi lo miró compresivamente mientras acariciaba su espalda.

—¿Qué pasó en la oficina de tu padre?

—Él me pidió que regresara a la casa.

—Mansión diría yo.

—Vale, mansión.

—¿Qué le respondiste?

—Que no iba a regresar a esa estúpida mansión.

—¿Por qué no?

—No quiero volver a ser infeliz.

—¿Ahora eres feliz?

—De alguna manera sí.

—Bueno pues me tienes a mí, así que no habrá ningún problema creo —bromeó Hiroshi intentando sacarle una sonrisa a Izanami, él lo miró y le sonrió discretamente, Hiroshi le acaricio la mejilla y se acercó significativamente, ambos pensaron que se besarían, pero antes de poder hacer algo Hiroshi se alejó y le sonrió.

—¿Regresemos a casa? —preguntó Izanami cogiéndole la mano, ambos se fueron en todo el camino de esa manera, de igual manera ya era tarde nadie notaria que iban cogidos de la mano. Al llegar al apartamento Izanami abrió la puerta y le invito a pasar, se dirigieron a la cocina.

—¿Quieres quedarte por hoy? —preguntó Izanami extendiéndole un vaso de gaseosa.

—Vale, tendré que llamar para que no se preocupen.

—En la sala hay un teléfono, puedes llamar desde ahí.

—Gracias —Hiroshi se levantó de la silla en donde estaba y se dirigió a la sala, allí empezó a marcar a su casa, después de dos timbrazos contestó su hermana menor Mimiko.

—Buenas noches ¿A quién necesita?

—Hola hablas con Hiroshi, ¿me puedes pasar a mamá?

—Y si no lo hago ¿Qué?

—No seas fastidiosa y pásamela.

—Mamá ya está durmiendo igual papá ¿Qué horas crees que son? —Hiroshi miró de reojo el reloj de la sala que marcaba las diez de la noche.

—Está bien, si preguntan por mí diles que me quedé en la casa de algún amigo.

—¿En dónde estás hermano? ¿Estás con alguna chica en algún hotel del amor?

—Claro que no, sabes creo que tú las únicas palabras que conoces son las palabras pervertidas que tu mente cree que hago.

—Solo pensé que estabas con tu novia, pero ya veo que no.

—Pues no adiós —colgó el teléfono y volvió a la cocina en donde Izanami le había preparado un sándwich.

—Me quedó.

—¿Estás seguro?, te escuchabas un poco furioso en el teléfono, ¿seguro que eso no te causa problemas?

—Es solo que mi hermana es una pesada, nada más.

Ambos comieron su sándwich con gaseosa y después se fueron al cuarto de Izanami en donde tendieron un futon en el suelo en el cual se acostó Hiroshi, Izanami insistió en que se acostara en la cama, pero él no había querido, ambos se acostaron un poco más tarde de ser las once y cayeron rendidos del cansancio.

Al otro día Hiroshi se levantó más temprano, ya estaba acostumbrado puesto que tenía entrenamiento, se levantó, besó la frente de Izanami y salió del lugar. Hacía mucho frio esa mañana, así que se fue con pasos apresurados hasta su casa, entró con rapidez dirigiéndose a su cuarto, allí se pusó el uniforme de béisbol y se dirigió al instituto.

Los días avanzaban rápidos hacia el gran campeonato y el entrenador les exigía más que nunca, después del entrenamiento cada uno se dirigió a sus respectivos salones, era un día común y corriente las chicas los esperaban, como siempre se iba junto a Hyuja, al llegar al salón Izanami ya se encontraba allí escribiendo algo en su cuaderno.

—Hola —dijo Hiroshi sentándose en la silla 

—Hola.

—¿Qué haces?

—La tarea de matemáticas.

—Mierda, ¿había tarea?

—Sí, ¿tan ocupado estabas que no la pudiste hacer?

—Bueno y ¿Tú qué? ¿Acaso estabas tan ocupado?

—Pues sí.

—Aja, ¿ya la terminaste?

—Sí, pero no sé si me quedó bien.

—Préstamela por favor.

—¿Y que gano a cambio?

—No sé, solo préstamela.

—Vale.

Hiroshi pasó los ejercicios a su cuaderno de una manera muy rápida, al entrar la profesora él acababa de terminar de escribirlos, las clases para Hiroshi eran aburridas por lo normal no le agradaban las matemáticas, casi ninguna de las materias, lo único que le agradaba era educación física, era el mejor en esa materia después le seguía Hyuja.

—¿Vamos a comer algo? —preguntó Hyuja a Hiroshi mientras este empacaba sus libros en su maleta.

—Vale, solo espera.

—Claro te estaré esperando en la salida te tengo una sorpresa —dijo Hyuja saliendo del salón.

—Lo siento Izanami hoy no podre estar contigo.

—Tranquilo ya lo he escuchado, tampoco es que piense monopolizarte —rio Izanami saliendo delante de Hiroshi, ambos se dirigieron a la salida en donde cada uno cogió por su lado, Hyuja estaba esperando a Hiroshi junto a dos chicas.

—Hiroshi te presento a Asuna-chan y a Sakura-chan, ellas serán nuestras citas en el día de hoy.

—Buenas señoritas —dijo Hiroshi haciéndose el galán, se dirigieron a un karaoke cerca en donde las chicas cantaban todas las canciones que les ponían, Hiroshi y Hyuja estaban sentados en uno de los sillones observándolas.

—¿Por qué no me dijiste sobre esto? —preguntó Hiroshi mirando a las chicas, en esos momentos ninguna de ellas le producía atracción, era como si hubiera perdido la atracción hacia las mujeres, Hyuja rio y miró de reojo a Hiroshi

—No has vuelto a salir con nadie como en dos o más meses, ya me estabas empezando a preocupar.

—Pues gracias por preocuparte tanto.

—En serio, además te veías un poco distraído, al principio pensé que alguna chica por fin había flechado tu corazón, pero creo que no es así o ¿Sí?

—Correcto, no es así.

—Entonces ¿Por qué no te diviertes un poco?, las chicas son las más guapas que pude conseguir, por lo menos dales una oportunidad.

—Está bien.

Después del karaoke se dirigieron a un café en donde las chicas comieron pastel y ellos decidieron tomar una coca cola fría. Después de esto se separaron en dos grupos, Hyuja se fue con Sakura mientras que Hiroshi se fue con Asuna, pero, aunque estuviera caminando al pie de una linda chica, Hiroshi no podía despejar su mente de Izanami, ese chico era en el único que podía pensar.

—Hiroshi-san desde hace un tiempo había querido decirte que yo estoy enamorada de ti —dijo Asuna con sus mejillas rojizas, ambos se miraron fijamente, pero después de un rato Asuna no pudo aguantar la penetrante mirada de Hiroshi, así que agachó la mirada y se pusó inquieta, aquella noche el viento soplaba haciendo que su cabello se deslizara al son del viento, la chica era realmente guapa, cualquier hombre en sus cabales hubiera aceptado el amor que se le estaba ofreciendo.

—Lo siento, no creo que pueda salir con nadie en estos momentos —contestó Hiroshi agachando la mirada, sabía que no le podía corresponder por el simple hecho de que él no sentía atracción alguna por ella.

—No me des una respuesta ahora, tan solo piénsalo y me avisas, solo te pido que lo pienses, ¿vale?

—Está bien —después de que Hiroshi terminara de decir esas últimas palabras, la chica se apartó de él y se fue corriendo por otro lado sacudiendo la mano en forma de despedida. Hiroshi se quedó parado en ese lugar unos instantes, sentía que le estaba dando falsas ilusiones, pero tampoco quería hacerle daño, una razón extraña para un ególatra como él. Se dirigió a su casa caris bajo, no tenía muchos alientos, subió las escaleras sin animo y cerró la puerta de su habitación tras entrar, lo primero que su campo visual pudo observar fue la pintura ya terminada de Izanami, sus recuerdos volvían otra vez a su mente, se recostó en su cama en donde cayó dormido.

Los demás días pasaron normalmente. El viernes por fin había llegado y muchos esperaban aquel día para salir de fiesta, Hiroshi e Izanami salieron del instituto directo a la casa de Izanami, en donde abrieron un par de cervezas y empezaron a beber.

—¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó Hiroshi.

—Pues supongo que ellos vendrán.

—¿A ellos te refieres a tus amigos de la universidad T?

—Sí.

—¿También Akima? —preguntó Hiroshi tomando un poco de su cerveza, Izanami vacilo un poco en contestar, pero con un suave tono dijo:

—Supongo —después de esas palabras se produjo un silencio incomodo, Hiroshi sentía pequeñas agujas que atravesaban su corazón causándole un poco de dolor.

—¿Quieres venir a pasar la noche en mi casa?, mis padres no van a estar y me da pereza quedarme con mi hermana, de igual manera no puedo salir porque supuestamente me toca cuidarla, ¿qué dices?

—Claro —respondió Izanami al instante que Hiroshi dejó de hablar, ambos se sonrieron y se echaron a reír.

Ring ring

—Lo siento déjame contestar y vengo —dijo Izanami yéndose a la cocina, allí se sentó en una silla y descolgó el celular.

—Aki, que sorpresa ¿Para qué me llamas? —dijo en una voz muy suave casi inaudible,

—Llamó para ver si estarás en casa, ¿puedo pasarme?

—Ahora estoy con un amigo así que no.

—Pues bebemos con él ¿Cuál es el problema?

—Ya sabes cuál es el maldito problema.

-—¿Qué? ¿Ya estás tan ansioso?

—Claro que no.

—¿Quieres que ya esté dentro tuyo? o ¿Me equivoco?

—Maldita sea, mira cuando él se vaya puedes venir, mientras que él esté aquí no puedes ¿Entiendes?

—¿Qué? ¿Acaso ese mocoso es más importante que yo?

—Cállate, te llamó más tarde adiós —dijo esto y colgó el celular volviendo a la sala, Hiroshi ya estaba levantándose y poniéndose la maleta de nuevo, quizás lo había escuchado y se había enojado, a Izanami le aterraba pensar en que Hiroshi se enojara con él, no quería alejarse de ninguna manera de Hiroshi.

—¿Por qué te vas? —preguntó Izanami preocupado.

—Lo siento, tengo que regresar a casa, nos vemos mañana, ¿vale?

No estaba enojado, eso alivio profundamente a Izanami.

—Vale, ¿a qué horas llegó?

—Si quieres desde las seis puedes llegar o antes como quieras.

—Allá estaré lo prometo.

—Vale, nos vemos —dijo Hiroshi dándole un beso en la frente, salió del apartamento de Izanami y se fue directo a su casa, tiempo después Izanami llamó a Akima  quien en cinco minutos llegó a su apartamento, Izanami abrió la puerta y lo dejó pasar, después de que Izanami cerró la puerta, Akima le empezó a besar desenfrenadamente, sin vacilaciones se fueron quitando la ropa que en esos momentos estaba sobrando, el calor del momento se fundía con las pasiones de ambos, Izanami empezó a recorrer con su lengua el cuello de Akima mientras este recorría su espalda haciéndole estremecer de una manera muy excitante, aunque odiara admitirlo, Akima sabia como hacerlo y lo hacía muy bien, Izanami pasó de estar arriba a estar abajo, Akima empezó a quitarle el pantalón mientras lo acariciaba lentamente, los gemidos de Izanami eran como música para los oídos de Akima, le excitaban tanto, ver aquella cara erótica estremeciéndose de placer era deliciosamente excitante, para Akima Izanami era el mejor pasivo que jamás hubiera conocido, le hacía sentir mejor que cualquier chica o tal vez simplemente le gustaba hacerlo más con un hombre que con su propia novia, aquella noche Izanami y Akima tuvieron sexo.

 

Hiroshi se levantó temprano, quería tener todo preparado para cuando llegara Izanami, arreglo muy bien la casa incluyendo su habitación. Sus padres no estarían en todo el día ni en la noche, el único problema que había era su estresante hermana menor. Se sentía ansioso de tener a Izanami en su casa, pero más que eso se sentía ansioso de mostrarle el cuadro a él, esperaba escuchar que le gustaba mucho, pues había puesto un considerable esfuerzo en ese cuadro.

Cuando fueron las cinco y media alguien timbro en la casa, Hiroshi se apresuró a abrirle a la persona que estaba esperando, su corazón empezó a latir fuertemente mientras abría la puerta, Izanami se encontraba allí parado con un paquete de cervezas y uno de papitas fritas, ambos entraron a la casa y se dirigieron a la habitación, Izanami entró a está observándola asombrado, él tenía muchos carteles sobre beisbolistas famosos, un televisor junto a una consola de juegos estaban en uno de los extremos y una especie de muebles cómodos al frente de este, Hiroshi cerró la puerta mientras que Izanami dejaba las cosas en una mesita que tenía esa habitación.

—Te tengo una sorpresa.

—¿En serio? ¿Cuál?

—Cierra los ojos.

—No me vas a hacer nada ¿Cierto? —dijo Izanami cerrando los ojos

—Claro que no, a menos que tú quieras —esa última frase se le había escapado de su boca, simplemente no la había querido pronunciar, Izanami se sonrojó, Hiroshi alcanzó de un extremo de la habitación el cuadro ya terminado después lo pusó enfrente de Izanami.

—Ya puedes abrir los ojos —él obedeció y abrió lentamente sus ojos, su expresión cambio a ser de sorpresa, se encontraba en frente de una verdadera obra de arte para él, sus ojos se llenaron de felicidad y lo único que fue capaz de hacer fue abrazar a Hiroshi.

—¿Qué tal te parece?

—Me encanta, gracias.

—De nada.

Ambos rieron y se sentaron en el mueble, Izanami empezó a observar la pequeña biblioteca que tenía Hiroshi en su habitación, casi todos los libros eran novelas de terror y suspenso.

—Hermano —dijo Mimiko entrando a la habitación, Hiroshi e Izanami la voltearon a mirar, ella quedó asombrada al mirar a Izanami y se sonrojó.

—¿Qué quieres? —dijo Hiroshi poniéndose justo en frente de ella e Izanami, ella volteó a mirar de nuevo a Izanami y sonrió.

—¿Quién es él?

—Un amigo.

—Hola soy Mimiko —dijo ella apartando a Hiroshi del camino, extendió la mano hacia Izanami.

—Izanami Ryu —dijo él apretándole la mano.

—Bueno, ¿ahora qué quieres? —dijo Hiroshi molesto al darse cuenta de la expresión de su hermana, la conocía tan bien que sabía que Izanami le había gustado. Él apartó a su hermana dejando un gran espacio entre ellos, miró de reojo a Izanami a quien le había causado risa aquella ridícula acción.

—Solo quería ver si me podías ayudar con matemáticas —dijo coquetamente y mirando constantemente a Izanami, quien ni siquiera le prestaba atención.

—Sabes que yo soy malo para las matemáticas —respondió Hiroshi después de un suspiro, Izanami rio cortésmente haciendo que Hiroshi se sonrojara.

—¿Qué no entiendes? —preguntó Izanami acercándose a ella.

—Estas ecuaciones, no las he podido realizar —dijo mostrándole su cuaderno, Izanami observo por un instante los ejercicios de este y alzó su vista hacia donde estaba Hiroshi, él estaba mirando a otro lado parecía enojado.

—Vale, yo te puedo explicar si así lo deseas.

—Gracias —dijo ella llevándose a Izanami de la mano, ambos entraron al cuarto de ella y se sentaron en el escritorio. Él le explicaba cada ejercicio, pero ella parecía prestarle más atención al atractivo de Izanami que a su tarea. Fuera de la habitación se encontraba Hiroshi mirándolos, hubo momentos en donde los dos reían por cualquier cosa, pero retomaban con la misma rapidez sus estudios. Hiroshi se sentía de una manera horrible, se sentía frustrado, decidió volver a su habitación y dejarlos solos, se sentó en el suelo poniendo su cabeza sobre la cama, miró el reloj eran las seis y media, su corazón latía fuertemente, pero no de una manera agradable, sentía rabia cada vez que su hermana se acercaba lo bastante a Izanami, un dolor en su pecho le hacía sentir peor, por fin estaba comprendiendo lo que sentía por Izanami, quizás después de todo si se estuviera enamorando de él, pero de igual manera los veía a ellos dos y pensaba que harían buena pareja, era una situación normal.

«Que dos chicos estén juntos de una manera romántica no es para nada normal, pero… aun así creo que estoy empezando a sentir grandes cosas por él, mi cuerpo se calienta y el ritmo de mi corazón cambia siempre que estoy a su lado, creo que me gusta Izanami» pensaba, pusó uno de sus brazos en sus ojos mientras tenía la cabeza recostada en la cama, esperó y esperó, le impacientaba saber por qué se demoraba tanto en volver a su lado, pero de igual manera no quería comprobar lo que hacían, después de una hora Izanami volvió al cuarto con una sonrisa en su rostro, cerró la puerta después de entrar y se quedó mirando fijamente a Hiroshi quien de igual manera lo miraba, Hiroshi apartó su vista mostrando su rabia, Izanami se sentó al pie de él y recostó su cabeza en el hombro de este.

—Lo siento —dijo Izanami un poco tenso.

—¿Por qué?

—Siento que te has enojado, quizás no te gusta que tu hermana se meta con personas como yo.

—¿Por qué habría de molestarme ese hecho? —preguntó Hiroshi sosteniendo los brazos de Izanami, ambos se miraban fijamente —. Además, no es que me enojara por esa razón —dijo agachando la mirada.

—¿Entonces?

—Bueno ni yo sé cómo explicarlo, es que me sentía…

—¿Acaso estabas celoso? —preguntó Izanami casi como un susurro, acaricio la mejilla de Hiroshi sonrojándose y haciendo que este de igual manera mostrara pequeños tonos rojizos en sus mejillas, Hiroshi cogió las mejillas de Izanami atrayéndolo hacia él, ambos se empezaron acercar era como si desearan unir sus labios.

Ring ring

—Perdón, es mi celular —dijo Izanami apartándose de Hiroshi, ambos se quedaron pasmados al comprender lo que sucedía, Izanami contestó su celular mientras salía al pasillo, sentía que su corazón latía desenfrenadamente.

—Alo —contestó con un hilo de voz.

—Hola Ryu ¿Estás en casa?

—Aki, no, no voy a estar en toda la noche, estoy en la casa de un amigo.

—Ya veo, espero que no me estés traicionando.

—No, y de igual manera no es que tengamos una relación.

—Que frívolo, ¿acaso no eres mi putita?

—Si…, y para serte sincero ya me estoy aburriendo —murmuró suavemente.

—¿Qué? No se te escucha bien.  

—Nada no importa.

—Como quieras, nos vemos.

—Adiós —colgó su teléfono y entró de nuevo a la habitación, Hiroshi se encontraba aún en el suelo abriendo dos latas de cerveza y el paquete de papitas, se volvió a sentar en el suelo, cogió una de las cervezas y una papita.

—¿Quién te llamaba? —preguntó enfadado Hiroshi, Izanami tomó unos tragos.

—Akima.

—Te llama bastante.

—Solo quería saber si iba a estar en casa.

—¿Qué le dijiste?

—Que estaba contigo.

—Ya veo —dijo tomando grandes tragos.

—¿Quieres venir el próximo fin de semana a mi casa?

—No lo sé.

—¿Por qué?

—¿No te causaría problemas con Akima?

—Claro que no, además tú eres bienvenido a mi casa igual que él, ¿qué dices?

—Está bien.

Siguieron tomando el resto de las cervezas y después se pusieron a jugar videojuegos, al ser las doce de la noche apagaron el televisor y se acostaron juntos en el suelo, Izanami volvió a recostar su cabeza en el hombro de Hiroshi mientras este lo abrazaba, así se durmieron aquella fría noche.

Hiroshi despertó siendo las nueve de la mañana, observo como Izanami dormía en sus brazos, le besó la frente y lo sacudió suavemente, Izanami se despertó y se quedó mirándolo un poco atontado, Hiroshi le sonrió.

—¿Cómo has despertado? —preguntó Hiroshi acariciándole la mejilla.

—Bien ¿Qué horas son?

—Las nueve de la mañana.

—Pero si aún es temprano volvamos a dormir —dijo Izanami haciendo un puchero.

—Pues vuelve a dormirte, ahí esta la cama.

—No, quiero seguir durmiendo en tus brazos.

«Quiero seguir sintiendo tu calor, así sea solo por unos instantes» pensó Izanami mientras cogía la mano de Hiroshi a modo de súplica.

—Está bien.

Hiroshi volvió abrazar a Izanami, pero esta vez se acostaron en la cama, a ambos les gustaba sentir el calor acogedor del otro, allí se volvieron a dormir, como dos amantes. A las once de la mañana se volvieron a despertar con el sonido de la puerta de la casa, Hiroshi miró el reloj mientras que Izanami se estiraba, este se quedó mirándolo mientras que el otro le cogía la mano, se sonrieron y se pararon de la cama

—Mimiko, Takaraji bajen un momento —gritó su madre asomada en las escaleras.

—Yo tengo visita —gritó Hiroshi. 

—Pues entonces, baja con tu visita.

—Está bien —Hiroshi volvió a cerrar la puerta de la habitación y volteó a mirar a Izanami.

—¿Bajamos? —preguntó Izanami haciendo ademan de salir.

—No, espera —Hiroshi le cogió la mano y lo jalo hacia él, Izanami volteó su cuerpo cayendo en brazos de Hiroshi, ambos se miraron sin decir una sola palabra.

—¿Acaso te quieres quedar conmigo? —preguntó Izanami con una sonrisa pícara en su rostro, él empezó a arrinconar a Hiroshi, al llegar a la pared Hiroshi se deslizo cayendo al suelo, Izanami se montó encima de él y acaricio su mejilla, Hiroshi le cogió las caderas, algo que asombro a Izanami, ya no se podían detener, ambos se empezaron acercar lentamente, buscando los labios del otro.

Toc toc

Alguien golpeó la puerta interrumpiéndolos, se levantaron del suelo con afán, sus corazones latían fuertemente.

—Hermano ábreme.

Hiroshi abrió la puerta dejando entrar a Mimiko.

—Buenos días Izanami-san —dijo ella poniéndole una cara muy dulce, Izanami no le presto la más mínima atención, en esos momentos la odiaba por interrumpirlos, él sabía que era mejor que no hubiera pasado nada, puesto que Hiroshi era heterosexual, pero de igual manera lo deseaba.  

—Buenas —contestó a regañadientes.

—¿Van a bajar ya? —preguntó ella.

—Si —le contestó Hiroshi cogiendo la mano de Izanami y arrastrándolo con él, bajaron los tres las escaleras de la casa, los padres de Hiroshi los estaban esperando en la cocina, Izanami se sentía un poco avergonzado, deseaba salir corriendo de allí. Al entrar a la cocina se encontraron con los padres de Hiroshi y Mimiko, quienes ya tenían servido cinco trozos de pizza y cinco vasos de té.

—Buenos días —dijo Izanami inclinando su cabeza, todos lo voltearon a mirar, la madre de Hiroshi sonrió ante los buenos modales de Izanami.

—Qué lindo, si mis hijos tan solo fueran como tú, mira ni siquiera nos han saludado.

—Mamá —dijeron en unísono Mimiko e Hiroshi.

—Calma —bromeó su mamá, Izanami soltó una pequeña risita, apenas si Hiroshi la alcanzó a escuchar, él se pusó rojo ante esa acción.

—Bueno, él es mi amigo Izanami Ryu.

—Un gusto conocerlos.  

—Él gusto es nuestro —dijo el padre de Hiroshi extendiéndole la mano, Izanami apretó la mano de este un poco tenso, era una idea estúpida, pero se sentía como si le estuvieran presentando a los suegros y como si Hiroshi fuera su amante.

—Ven siéntate y come pizza con nosotros —dijo la madre de Hiroshi mostrándole una silla, él se sentó acatando sus órdenes, Hiroshi se acercó a este para sentarse al pie suyo, pero antes que se sentara su hermana pasó encima de él y le quito la silla mientras le coqueteaba a Izanami, él al ver esa acción hizo mala cara a Mimiko

—Ven siéntate aquí —dijo mostrándole otra silla junto a él, Hiroshi le sonrió y se sentó en donde él decía, ambos se dispusieron a comer su pizza, Mimiko al ver esto dio media vuelta e intentó ignorar a Izanami, quien no le prestaba ni una pizca de interés, era extraño, según ella cualquier chico estaría pendiente de ella, jamás la habían dejado de esa manera y menos por su hermano.

Después de terminar la pizza volvieron a subir a la habitación de Hiroshi, Mimiko se les intentó pegar, pero Hiroshi le cerró la puerta en la cara antes de que ella pudiera entrar.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Mi mamá me hizo pasar mucha pena y mi hermana prácticamente tenía un letrero que decía mírame maldita sea.

«Si supiera que al único que yo he mirado desde que llegué a sido a su lindo hermano, no pensaría lo mismo de mí, es más, estoy más que seguro que a Hiroshi le daría asco» pensó Izanami

—Descuida.

—¿Porque tienes que ser tan relajado? —preguntó Hiroshi acariciando su mejilla, se miraron, pero después de un rato se separaron y se pusieron a jugar videojuegos. A las dos de la tarde Izanami se fue a su casa llevándose la pintura que Hiroshi le había hecho.

En el entrenamiento del lunes les dieron fechas exactas de cuando jugarían, por fin había llegado el comienzo del campeonato, todos se sentían emocionados. Hiroshi se alisto lo más rápido que pudo ese día, subió las escaleras corriendo y se encontró con Izanami quien estaba por entrar a la clase.

—Hola.

—Hola.

—¿Por qué te ves tan feliz?

—Bueno, nos dieron fechas de cuando jugamos, empezaremos este miércoles a las dos de la tarde contra uno de los mejores equipos, el campeonato este año está muy reñido, espero que vengas a verme jugar.

—Claro, iré a todos tus partidos te lo prometo. 

—Gracias, que tú vayas me ayudara muchísimo. 

—Lo hare.

Entraron al salón y se sentaron, ese día la profesora entró más temprano e inicio la clase.

—Se mi tutor —le susurró Hiroshi, este lo volteó a mirar con una ceja levantada.

—¿De qué?

—Matemáticas o más bien de todas las materias.

—Vale, ¿cuándo puedes?

—Después de clases.

—Está bien.

El resto de la clase se la pasaron callados, después de que terminó la clase salieron del salón y se dirigieron a la entrada, era la primera vez que Hiroshi salía sin Hyuja, a este le pareció extraño, pero de igual manera no le prestó atención.

—Hiroshi-san —gritó una chica que se aproximaba a ellos.

—Hola Asuna-san.

—Veo que no me has olvidado, pero por favor llámame solo Asuna —dijo sonriéndole coquetamente, Izanami empezó a sentir rabia.

—Claro, más bien, tengo un poco de afán, así que con permiso —dijo haciendo ademan de irse, Asuna cogió su brazo con fuerza este la volteó a mirar.

—¿No podrías salir conmigo? —preguntó en forma de puchero, era una de las formas que muchas chicas utilizaban para coquetearle, pero él simplemente ya no la podía ver de esa manera, ni siquiera le parecía linda, la única persona que le pareció endiabladamente tierna y linda al hacer eso fue Izanami.

—Lo siento, no puedo —dijo Hiroshi soltándose con fuerza y yéndose con Izanami, Izanami sonrió en forma de victoria, se sentía bien, era como si Hiroshi prefiriera estar con él que con cualquier chica atractiva. Al llegar a casa de Izanami entraron y se pusieron a estudiar, este era un buen profesor, por lo que por fin Hiroshi sentía que entendía en su totalidad las lecciones. Cuando por fin fueron las siete ambos se levantaron, Hiroshi cogió sus cosas llevándolas a sus hombros.

—Me voy, gracias por tu ayuda.

—Espera, quiero darte esto —dijo Izanami entrando a su habitación, al regresar de ella, se acercó a Hiroshi con una coqueta sonrisa que hizo que él se sonrojara.

—Estira tu mano.

—¿Para qué?

—Solo hazlo.

Hiroshi estiró su mano tal como dijo Izanami, este pusó una manilla en su muñeca, era de oro mezclada con pequeñas piedritas de colores, Hiroshi lo miró sorprendido y después levantó su vista con la misma expresión hacia Izanami, él solo sonreía.

—¿Te gusta?, perteneció a la única persona que me quiso en mi casa, por eso es muy especial, cuídala.

—No podría aceptarla.

—Claro que sí, tú eres una persona muy especial para mí, quiero que cojas esto como un amuleto, que siempre te recuerde que yo estoy junto a ti.

—Izanami —susurró.

Él le sonrió, Hiroshi lo abrazó y le besó la frente, se sentía emocionado por aquella acción, tanto que su corazón empezó a latir rápidamente. 

Después de esto Hiroshi se fue a su casa, subió a su habitación y se acostó en su cama, se sentía enloquecidamente feliz, definitivamente empezaba amar a Izanami.

—Lo amo —susurró, besó su nuevo amuleto de la suerte y no se lo quito ni para dormir, después de un tiempo de derramar sus sentimientos se durmió pensando en Izanami.

El martes también fue a casa de Izanami después de clases y tuvieron otra vez una intensa sesión de matemáticas y física, Hiroshi volvió hacer lo mismo de ayer al irse de la casa de Izanami, estaba nervioso, el miércoles por fin se acercaba.

El miércoles se levantó muy temprano, por fin el día había llegado, ese día salieron más temprano de clase. En autobús los llevaron hasta el campo en donde jugarían, se encontraba ansioso, quería que les fuera extremadamente bien, llevaba puesto su amuleto y él era uno de los mejores jugando béisbol, así que se sentía más que capacitado para ese partido, al llegar al campo entraron a los casilleros y allí llamó a Izanami.

—Alo.

—Hola hablas con Hiroshi.

—Ya lo sé idiota.

—¿En dónde estás?

—Ya voy llegando.

—Pero ¿En qué parte estas? —le preguntó Hiroshi muy ansioso.

—Ya llegué, tranquilo estaré en las bancas de la parte izquierda, en la hilera de la mitad, espero que les vaya bien, buena suerte.

—Gracias.

—Hiroshi apúrate —dijo Hyuja saliendo de los casilleros.

—Adiós hablamos luego —dijo y colgó su celular, el solo haber escuchado la voz de Izanami lo hacía sentir reconfortado, salió de los casilleros hacia el campo en donde una gran gente estaba reunida, el otro equipo los miraba con recelo. Él miró apresuradamente a las gradas buscando a Izanami, allá en la mitad de la zona izquierda se encontraba él con una gorra que apoyaba a la escuela, le sonrió e hizo que le reconfortara un poco.

Salieron a jugar y ganaron, Hiroshi y el equipo de béisbol celebraron junto con Izanami, después de esto anunciaron que el próximo partido seria el sábado por la tarde y cada uno volvió a su casa, Hiroshi como siempre acompaño a Izanami a su casa.

—Este sábado, si ganas tendremos una gran fiesta en mí casa —dijo Izanami abriendo la puerta de su apartamento.

—Iras otra vez ¿Cierto?

—Ya te prometí que iría a todos tus partidos y pienso cumplir mi promesa.

—Gracias, adiós —dijo Hiroshi yéndose hacia su casa, el resto de días pasaron normalmente, por lo normal iban a la casa de Izanami o a la de Hiroshi para repasar. El sábado por la mañana Hiroshi se levantó de la cama emocionado, se vistió para ir al partido y se fue al instituto, allí seria el partido.

 

Izanami ese día también se levantó temprano, quería estar lo más rápido posible junto a Hiroshi, miró el cuadro que había puesto al frente de su cama, siempre que se levantaba lo encontraba allí recordándole la existencia de Hiroshi. Se vistió y salió hacia el instituto, se hizo en las primeras filas, un grupo de chicas bullosas animaban a los chicos, una de esas chicas se acercó al verlo llegar.

—Hola mi nombre es Asuna.

—Hola, Izanami.

—Eres muy cercano a Hiroshi ¿Cierto?

—Si ¿Por qué?

—No solo pensaba que clase de relación tenían.

—Solo somos amigos.

—Ya veo, bueno voy a volver con mis amigas que disfrutes el juego —dijo ella marchándose del lado de Izanami, él cogió su teléfono y llamó a Hiroshi quien le contestó al instante.

—Llegué —dijo Izanami emocionadamente.

—Gracias por estar aquí.

—Que te vaya bien, buena suerte —dijo Izanami y después colgó el celular, los chicos ya estaban saliendo del sitio a jugar. Ese partido también lo ganaron, todas las chicas se reunieron en la salida esperando a que los chicos salieran, Izanami se hizo un poco más alejado de ellas, pero de igual manera esperaba ansioso a Hiroshi. Ellos salieron con el pecho en alto, la mayoría empezó a conversar con las chicas que se encontraban allí, Hiroshi salió del lugar y varias muchachas se amontonaron sobre él, al ver a Izanami se quitó a las chicas de encima y se dirigió a donde él estaba.

—Te felicito —le dijo Izanami sonriéndole.

—Gracias —contestó igualmente sonriéndole, Izanami miró la muñeca de Hiroshi observando que llevaba puesta la manilla que le había dado.

—La llevas puesta —dijo señalando la manilla.

—Claro que sí, es mi amuleto de la buena suerte, de igual manera como es que me llames y me digas buena suerte.

—Vale, entonces no lo dejare de hacer —rio Izanami.

—Gracias —dijo Hiroshi acariciándole la mejilla, Izanami le sonrió y se pusó rojo, su corazón latía fuerte, deseaba que Hiroshi lo besara, pero apartó rápido esa idea de su mente al acordarse de que Hiroshi era heterosexual, desvió su vista, la chica de hacia un rato los estaba mirando de una manera molesta.

—Nos vamos a mí casa —dijo Izanami llevándose a Hiroshi de la mano.

«Por hoy quiero ser un maldito egoísta, quiero tenerte para mí, aunque sea solo por hoy» pensó Izanami mientras se dirigía a su casa, allí ya se encontraba Akima junto con otras dos personas, al entrar Hiroshi se sorprendió al encontrarse con ellos, los chicos lo felicitaron por ganar el partido y cada uno se presentó.

—Akima, tercer año de leyes.

—Kou estoy con Aki.

—Toshiiki igual que estos dos bastardos —todos rieron después de que aquel chico digo eso.

—Hiroshi —dijo él sentándose al pie de los chicos, Izanami trajo más cervezas y todos empezaron a beber desenfrenadamente, jugaron póker mientras bebían y bebían, a las doce de la noche todos salieron del apartamento de Izanami exceptuando Hiroshi, Izanami acompaño al resto a la puerta mientras que Hiroshi se quedó en la sala.

—¿Quieres que vuelva más tarde? —preguntó Akima mirando lujuriosamente a Izanami.

—No, hoy se va a quedar Hiroshi, así que no.

—No te atrevas a engañarme Ryu.

—Aja.

Akima se fue junto a los otros dos, Izanami cerró la puerta y se fue a la sala en donde Hiroshi se encontraba destapando más cerveza, llevaron más cerveza a la habitación de Izanami en donde se sentaron en el piso y bebieron, a la una de la mañana el alcohol ya había empezado hacer efecto en ellos.

—Sabes me agradaron tus amigos.

—Me alegra, puedes venir cuando quieras.

—Eso hare, ¿puedo volver el próximo fin de semana?

—Claro que sí.

Izanami le sonrió, Hiroshi en cambio lo miró y se acercó más a él, le acaricio la mejilla y lo atrajo hacia él, al estar lo suficientemente cerca de Izanami lo empezó a besar, Izanami abrió sus ojos sorpresivamente, no sabía cómo reaccionar ante esta acción, aquel hombre que deseaba, lo estaba besando y de qué manera, la lengua de Hiroshi hacia que Izanami se estremeciera, aquellos besos eran tan dulces, algo que Izanami jamás había probado, él se abalanzo a Hiroshi apretándolo con fuerza, Hiroshi de igual manera lo abrazó rodeándolo con sus brazos, entrelazados físicamente y sentimentalmente dejaron que el tiempo corriese como quisiera, Izanami se acercó un poco más, sintiendo el calor del otro cuerpo, sus deseos irreconocibles se hacían palpables, generándole sentimientos que oscilaban en una delgada línea entre el deseo y la culpa.

«Maldita sea como lo deseo, definitivamente lo deseo, no, es algo más que deseo, quizás es amor, pero él es tan simpático que me enloquece, hace que mi cuerpo se estremezca de una manera que ni siquiera Akima ha logrado, pero al que amo es Akima, entonces ¿Esto es como engañarlo?, además Hiroshi es heterosexual, pero…»

Hiroshi pusó a Izanami en el suelo posándose encima de él, con sus tibias manos empezó acariciar el cuerpo de Izanami mientras este se estremecía y gemía de placer, Hiroshi posó sus manos en el miembro ya duro de Izanami, lo acaricio haciéndolo poner más duro, le bajó hasta las rodillas sus pantalones y su bóxer, este empezó a lamer el miembro de Izanami mientras este gemía más y más de placer, maldita sea lo hacía sentir muy bien, poco tiempo después Izanami se corrió haciendo que pocas gotas chorrearan la cara de Hiroshi, él se limpió de una manera tan excitante mirando la cara erótica de Izanami, que lo hacía excitar más de lo que estaba, lo besó de nuevo en la boca, otra vez volvieron a besarse de una manera pasional, Hiroshi cayó al suelo y allí se quedó dormido. Izanami se levantó volviéndose a vestir, terminó de limpiar los residuos de líquido blanco que aún quedaban en la cara de Hiroshi, se acomodó al pie de aquel chico que empezaba a adueñarse de su corazón y pensamientos, lo miró reflexivamente, pequeñas lagrimas empezaron a caer por su pálido rostro, se sentía de una manera horrible, a pesar de que Hiroshi lo había hecho sentir tan bien, no podía dejar de pensar en Akima y en la chica que se le había acercado hoy, seguramente ella estaba enamorada de Hiroshi, además también pensaba en Hiroshi, de quien se había aprovechado injustamente, sabía que seguramente Hiroshi no recordaría nada, puesto que estaba muy ebrio, pero de igual manera él no podría olvidar lo que acababan de hacer. 

Al despertar Hiroshi se encontró en el piso del cuarto, estaba emocionado, por fin había podido besar a Izanami, por fin fue una realidad haber estado de esa manera con Izanami, era un deseo que tenía reprimido, pero no creía que Izanami recordara todo lo que habían hecho la noche anterior, después de todo ambos se encontraban ebrios. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina en donde estaba Izanami cocinando.

—Hola ¿Cómo amaneciste? —dijo Izanami sin mirarlo, no se atrevía hacerlo.

—Muy bien ¿Cómo amaneciste tú?

—De igual manera —Izanami lo miró con felicidad, agradecía que Hiroshi no se acordara de nada, le sirvió unos huevos revueltos con café, y se sentó junto a él.

—Gracias por la comida —dijo Hiroshi empezando a comer, todo volvía a ser como antes, después de terminar su desayuno Hiroshi lavó los platos y luego se fue a la sala en donde estaba Izanami recogiendo las latas de cerveza, le besó la frente y se despidió de él, era hora de que se fuera a su casa, Izanami se quedó solo con sus pesares, ahogándolo.

 Hiroshi se dirigió a su casa con una sonrisa en su rostro, se sentía realmente feliz, hacer algo así con la persona que amas, es una de las cosas más bellas y emocionantes del mundo. Hiroshi entró a su habitación y allí la pasó el resto del día.

La siguiente semana volvieron a ser los mismos como si nada hubiera cambiado, Izanami iba constantemente a la casa de Hiroshi a enseñarle y a estudiar para los exámenes, Mimiko siempre le intentaba coquetear, pero este no le prestaba la más mínima atención, acción que la enfurecía hasta la medula, jamás nadie la habían ignorado de esa manera, no sabía cómo más intentar persuadir a Izanami, ese hombre la traía loca.

 Hiroshi jugo un partido el martes en el cual perdieron, allí siempre estaba presente Izanami apoyándolo, esa semana se había pasado tan rápido que ya se encontraban en sábado, ese día Hiroshi le había prometido a Izanami que iría a su casa, pero tuvo que cancelar su cita puesto que al otro día tendría partido.

Izanami se encontraba solo en su habitación, deseaba volver a tener a Hiroshi postrado a sus pies, pero cada vez que pensaba en eso se acordaba de Akima y le dolía el hecho de que jamás se podía separar de ese tipo, lo amaba, maldita sea como era posible que lo amara tanto, su cuerpo se derretía cada vez que lo veía, era tan sexy que cualquier aspecto en él le parecía endiabladamente lindo, pero por otro lado estaba Hiroshi, aquel por el cual su corazón latía de una forma alocada, aún se seguía preguntado si lo que sentía por Hiroshi era un simple deseo lujurioso o era algo más, algo inexplicable, quizás se estaba enamorando de él, pero eso no era posible, jamás podría serlo, le cabreaba el solo pensar en eso, siendo las ocho de la noche llegó Akima a su casa, se encontraba solo y con unas latas de cerveza.

—¿Tomas? —preguntó este levantando la bolsa en donde estaban las latas.

—¿Estas solo hoy?

—Sí, ¿por qué?

—Solo preguntaba, no es nada.

—¿Qué es lo que te pasa Izanami? Estas extraño, ¿estas enfermo?

—No, lo que pasa es que… —antes de terminar de decir algo se mordió el labio, y volvió a callar.

—Izanami, más bien ¿Quieres beber?

—Sí.

Empezaron a beber sin control, lata por lata, más que todo Izanami, necesitaba trago para poder pasar sus penas, pasaron unas cuantas horas en las que Izanami se quedó callado solo bebía, nada más.

—Me voy a dormir ya son las once, mañana tengo que madrugar.

—¿Por qué tienes que madrugar?

—Tengo que asistir a un partido.

—¿Acaso es de aquel chico que vino la vez pasada? Por el cual me dejaste con las ganas fundidas.

—Pues sí, es por él, además si tenías tantas ganas ¿Por qué no las descargaste con alguna de tus cuantas mujeres?

—Lo hice, pero es que ninguna me hace sentir como tú lo haces Ryu —susurró Akima en el oído de este, Izanami se estremeció y retrocedió unos pasos hasta llegar a una pared, Akima se acercó a él y lo besó, empezó a desabotonarle la camisa.

—No, hoy no.

—¿Por qué no? ¿Acaso te gusta aquel chico?

«¿Cómo lo supo?»

—No —dijo Izanami casi conteniendo un gemido.

—Vamos Izanami, se nota que él es heterosexual, ¿por qué tiene que ser él? —susurró de nuevo Akima, besó a Izanami, quien se dejaba llevar por las acciones del mayor, Izanami se acostó en el suelo volviendo a poner aquel rostro que excitaba Akima, este le empezó a besar y a lamber cada parte de su cuerpo haciéndolo estremecer, Izanami no entendía por qué estando con la persona que amaba, pensaba en Hiroshi, sus únicos pensamientos en esos momentos estaban ligados a él, recordaba aquella noche tan perfectamente, se reprochaba por estar pensando en otra persona estando con Akima. Ellos dos empezaron a tener sexo en suelo de la sala del apartamento, pero era algo vacío y nada excitante.

—Definitivamente sabes como arruinar un buen ambiente ¿No? —dijo Akima separándose del pequeño, retiro el condón de su miembro aun duro y lo arrogó en la caneca, se fue hacia la habitación acostándose a dormir. Izanami recogió sus cosas y de igual manera se empezó a vestir, sintió las tibias lágrimas bajar por su rostro, las había tenido desde el momento en que empezó a pensar en Hiroshi, se secó las lágrimas y se acostó a dormir sollozando.

Al otro día se levantó muy temprano, Akima todavía estaba en su apartamento, se pusó una ropa informal y salió de su apartamento dirigiéndose a donde sería el próximo juego de Hiroshi, tenía una resaca espantosa no solo por el trago, sino que también por lo confundido que se encontraba; sin embargo, fue a verlo jugar, lo llamó antes de salir deseándole suerte, era un ritual que acostumbraban hacer, al salir Hiroshi de los casilleros, Izanami pudo notar que aún tenía la manilla que le había obsequiado, esto lo hizo inmensamente feliz, ese día quedaron empatados, al salir del lugar, de nuevo el equipo de béisbol estaba rodeado de chicas atractivas, Hiroshi le sonrió a Izanami y se acercó a él.

—Sé que siempre te lo dijo, pero gracias por venir.

—Como te había dicho antes ya te lo he prometido.

—Aun así, déjame invitarte a comer algo.

—Debería ser yo el que te invite.

—Vamos no seas obstinado.

—Vale.

Él le sonrió haciendo que Hiroshi se sonrojara, lo veía igual que antes, los pensamientos del día anterior habían desaparecido. Se fueron juntos a un restaurante en donde comieron una hamburguesa y se fueron andando hasta su casa, al abrir su apartamento Akima ya se había ido, agradeció ese hecho haciendo pasar a Hiroshi, ellos dos se la pasaron todo el día juntos, hablando sobre estupideces. Siendo las seis de la tarde Hiroshi se fue del apartamento de Izanami despidiéndose con un beso en la frente, no se atrevía a volverlo a besar en la boca, pero de igual manera sentía que se acercaba más a Izanami, se fue a su casa dejando a Izanami solo, él se recostó en su cama esperando no recordar a Hiroshi por más tiempo, miró la pintura que él le había hecho, sonrió al ver que su vida se estaba volviendo un desastre de emociones.

 

Hiroshi despertó con dolor de cabeza se sentía enfermo, pero necesitaba energías para entrenar, estaban en pleno campeonato, no estaban tan mal, eran el segundo grupo que mejor iba a pesar de tener solo dos juegos ganados, uno perdido y uno empatado, necesitaban ganar el otro, él se levantó de la cama y se pusó su uniforme de béisbol, se sentía grande con ese uniforme puesto.

Había una chica que lo había estado llamando constantemente a citas y cosas por el estilo, pero el simplemente se negaba, él sabía que esa mujer era Asuna y que constantemente lo estaba vigilando, parecía una maldita psicópata, aunque él ya le había dejado las cosas claras, ella seguía detrás de él y también estaba su hermana que cada vez que veía a Izanami se le insinuaba de una manera cada vez más vulgar, este no le había puesto cuidado, pero sabía que su hermana sería capaz de hacer cualquier cosa para tener Izanami a sus pies. Salió de su casa directo al campo de béisbol, empezó a practicar bateo, mientras estaba entrenando se dio de cuenta que entre las mujeres que los animaban estaba Asuna.

«Maldita sea ¿Acaso nunca se rinde?» pensó.

—Hiroshi, espera —gritó ella antes de que él entrara a las duchas.

—¿Qué quieres esta vez?

—Sabes que me gustas, pero ¿Por qué no correspondes a mi amor?

—Porque no me gustas.

—¿Por qué no? —ella empezó a sollozar, todos los presentes los miraban, Hiroshi cogió el brazo de Asuna y la arrastro con él a un extremo del instituto, miró a la chica quien lloraba descontroladamente.

—Estoy enamorado de alguien más —dijo Hiroshi cuidadosamente.

—No soy yo ¿Cierto?

—Lo siento, no puedo corresponderte.

Hiroshi se fue dejándola a ella sola con sus lágrimas recorriendo sus mejillas, volvió a las duchas y allá se juago, se vistió, pero no entró a la primera clase, no se sentía de la mejor manera, últimamente se había vuelto más blando y le había dado pesar de aquella chica; sin embargo, él no podía hacer nada.

—Lo siento, pero amo a otra persona —murmuró secándose la cabeza.

«Lo siento, amo a Izanami de una manera que jamás me podría desprender de lo que siento por él y luchare hasta el final para poder estar con él, sé que él puede estar sintiendo lo mismo que yo, solo es darle tiempo al tiempo para que él acepte sus sentimientos» pensó mientras observaba la manilla que Izanami le había dado, jamás se la quitaba, era su amuleto de la suerte, sonrió aun mirando la manilla, la besó saliendo de los casilleros y dirigiéndose al salón, allí se encontraban todos esperando la próxima clase, el asiento de Asuna estaba vacío, él entró y se sentó en la silla.

—¿Por qué diablos te has saltado la primera clase? —le preguntó Hyuja enojado, Izanami les miraba de reojo.

—Lo siento, tenía que encargarme de algo.

—¿Tiene que ver con Asuna?

—Es una maldita loca acosadora, ayer la descubrí espiando afuera de mi habitación.

—Está enamorada nada más.

—Está obsesionada y tú me tendrás que ayudar con ella, ¿entendiste Hyuja?

—¿Qué? ¿Por qué yo?

—Bueno tú fuiste él que hizo que yo me conociera con ella.

—Solo quería ayudarte.

—Ahora me ayudaras más deshaciéndote de ella.

—Que cruel —murmuró Izanami, Hiroshi lo volteó a mirar poniéndose un poco tenso.

—Lo siento —murmuró Hiroshi, Izanami se sonrojó y su corazón empezó a latir fuertemente, Hyuja empezó hablar con una chica que se le aproximó, Hiroshi volteó a mirar a Izanami y le acaricio la mejilla.

—No es conmigo con quien te tienes que disculpar.

—Bueno es que ella…

—Cualquiera se enamoraría de un chico como tú, hasta yo lo haría —ambos se sonrojaron y se pusieron tensos, Hiroshi volvió acariciar la mejilla de Izanami y le miró de una forma en la que jamás le había mirado.

—Si fueras tu no me molestaría —susurró en el oído de Izanami, ambos se separaron al ver entrar a la profesora.

Después de salir de clase se dirigieron a la casa de Hiroshi, allí ya se encontraba Mimiko junto con Asuna, esto sorprendió excesivamente a Hiroshi e Izanami, ellas al verlos llegar les hicieron mala cara y no los volvieron a mirar, Hiroshi cogió la mano de Izanami y subieron juntos a su habitación, cerraron la puerta tras entrar y se sentaron en el suelo.

—Ves por tu culpa ahora también me odian.

—No es mi culpa, ni siquiera sabía que ellas dos se hablaban.

—Pues ya nos damos cuenta que sí, yo de ti revisaría tu habitación que tal que hayan puesto cámaras ocultas.

—Cierto —Hiroshi se levantó y empezó a buscar indicios de estas, Izanami soltó una carcajada haciendo que Hiroshi se sonrojara.

—Maldito, ¿de qué te ríes?

—No pensé que lo fueras hacer.

—Es posible que lo hayan hecho.

—No creo que sean capaces, además no eres tan importante.

—Maldito ya verás —Hiroshi se acercó a Izanami correteándolo por toda la habitación, al alcanzarlo le hizo cosquillas poniéndose encima de él, ambos se echaron a reír y se recostaron en el suelo, Izanami cogió la mano de Hiroshi y se quedó mirándolo de una manera lujuriosa, quería volver a besar esos dulces labios.

—Izanami, este sábado tengo partido, es en el instituto.

—Allí estaré.

—Gracias, vamos de segundas en la tabla.

—Eso me alegra, los felicito.

—No podría hacerlo si tú no estás allí, siento que eres mi maldito amuleto de la suerte, así que por favor nunca me falles Izanami.

—No lo hare.

—Bueno vamos a estudiar —dijo Hiroshi levantándose del suelo y soltando la mano de Izanami, empezaron a estudiar, a las siete de la noche Izanami se fue a su casa, Asuna ya no se encontraba cuando ellos bajaron al primer piso, Hiroshi besó la frente de Izanami y esperó hasta que este doblara la esquina después de eso entró a su casa y se fue a dormir.

El resto de la semana la pasaron de igual manera, el sábado Hiroshi se pusó su uniforme y salió a la escuela, estaba emocionado por el juego, Izanami ya había llegado y lo había llamado para desearle buena suerte, se sentía feliz, estaba realmente enamorado de Izanami, era un sentimiento nuevo para él, definitivamente Izanami era su primer amor.

«Lo amo, lo amo y lo voy a seguir amando, si supieras cuanto te amo Izanami» pensó esto mientras observaba su amuleto de la suerte, salieron a jugar, el juego iba bien iban ganando y lo hacían por bastantes carreras a comparación del otro equipo, cada uno se sentía de la mejor manera y daba todo en el juego, Hiroshi de nuevo volvía a ser el centro de atención, era una estrella en el béisbol. El juego por fin había finalizado, ellos ganaron con una gran diferencia, Izanami salió de la gradería a esperar a que Hiroshi saliera de los casilleros, Asuna la chica de hacía unos días le observaba continuamente, él se sentía incómodo no sabía cómo contrarrestar esa acción, ella se empezó a acercar a él, su cara mostraba que estaba realmente enojada, él no quería tener una discusión y menos con una mujer, Izanami pasó saliva mientras ella se acercaba más y más, al llegar al pie de Izanami pusó una sonrisa de oreja a oreja, Izanami se quedó allí inexpresivo.

—Tranquilo, no soy mala.

—¿Quien ha dicho eso?

—Bueno pues como no muestras ninguna expresión al acercarme a ti.

—Tampoco es que me importe poner una.

—Que odioso.

—No mucho, creo que necesitas decirme algo ¿Por qué no vamos al grano y ya?

—Relájate.

—Estoy relajado.

—Vale, quiero saber ¿Qué clase de relación tienes con Hiroshi?

—Creo que ya te había dicho que éramos amigos.

—¿En serio?, yo no lo creo.

—Me vale si tú no lo crees, así son las cosas y ya.

—Mira yo tengo experiencia con estas cosas y ustedes no se ven como amigos comunes y corrientes, amigo de Hiroshi, Hyuja, él si es su amigo, en cambio tú pareces más su juguete.

—¿De qué hablas?

 —Sí, es como si fueras alguien solo para pasar el rato, nada más.

—Para pasar el rato serás tú.

—Maldito estúpido.

—En todo caso ¿Qué quieres?

—Bueno si te digo que quiero que te alejes de él ¿Lo harías?

—Eres estúpida, obvio que no, si él no desea que yo me alejé de su lado ¿Por qué razón debo alejarme de él?

—Sabía que ibas a decir algo así.

—¿Entonces?

—Solo me conformo con recordarte que él es un hombre heterosexual, pronto va a quedar rendido a mis pies.

—Eso no va a pasar ni porque lo drogues.

—Eres un asco.

—No tienes ningún derecho de decirme eso.

En ese momento salió Hiroshi, Asuna se empezó a poner tensa y nerviosa.

—En todo caso, te recuerdo que él es un hombre hecho y derecho, él no se metería con un gay asqueroso como tú —dijo ella alejándose de Izanami y acercándose al grupo de chicas que rodeaba a Hiroshi, las palabras de ella lo hirieron profundamente, él estaba al borde de las lágrimas.

—Ya sé que él jamás me pondrá cuidado —susurró, Hiroshi se quitó a las mujeres de encima incluyendo a Asuna, quien miró a Izanami con rabia al ver como Hiroshi se acercaba a él, Izanami tenía los ojos aguados, se limpió rápidamente estos y le sonrió. Ambos se fueron del lugar directo a la casa de Izanami, allí celebrarían con Akima y otros chicos más. Al llegar, ellos ya se encontraban con muchas latas de cerveza, estaban esperando a que llegaran ellos dos.

—Hiroshi Izanami, por fin llegan, se demoraron un siglo —bromeó uno de ellos.

—No exageren —dijo Izanami sentándose junto a ellos, Hiroshi hizo lo mismo poniéndose en la mitad de Akima e Izanami.

—Bueno a beber —dijo Akima mirando con recelo a Hiroshi, quien constantemente abrazaba y molestaba a Izanami, ellos se habían vuelto muy íntimos, empezaron a beber y beber mientras jugaban y reían. A las doce de la noche los chicos se empezaron alistar para irse de allí, Hiroshi también se tenía que ir, tenía muchas cosas que hacer ese domingo así que no se podía quedar en la casa de Izanami, los dos chicos se fueron primero, tiempo después se paró Hiroshi y se dirigió a la puerta acompañado por Izanami.

—¿Estás seguro de que te quieres ir?

—Sí.

—A mí no me importaría que te quedaras.

—Lo siento, tengo cosas que hacer mañana, será la próxima vez, ¿te parece?

—Vale.

—Bueno chao.

—Espera, por favor ten cuidado —dijo Izanami con una voz muy tierna mientras sostenía el brazo de Hiroshi, Izanami tenía sus mejillas sonrojadas y su corazón latía fuertemente, Hiroshi se acercó y posó sus labios en la boca del otro, después acaricio su cabello, Izanami estaba sorprendido ante ese beso, pasó saliva y recordó las duras palabras que le había dicho Asuna “En todo caso, te recuerdo que él es un hombre hecho y derecho, él no se metería con un gay asqueroso como tú”, esas crueles palabras que habían perforado su corazón, Izanami soltó el brazo de Hiroshi sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas. Hiroshi se dio media vuelta y se empezó alejar de allí, Izanami entró de nuevo a la casa, cerró la puerta mientras volteaba a mirar a Akima, se abalanzo sobre él buscando un escape emocional, él lo recibió en sus brazos y lo empezó a besar.

—Házmelo Aki —dijo Izanami con lágrimas en los ojos y una voz al borde de la excitación.

—Está bien, como lo desees —susurró Akima en su oído, él empezó a besarlo y hacerle el amor.

 

Hiroshi avanzo unas cuantas cuadras de la casa de Izanami, pero al voltear la esquina empezó a caer una fuerte tormenta que mojo por completo a Hiroshi, su casa estaba más lejos que la de Izanami, así que decidió devolverse para pedirle un paraguas prestado, de igual manera deseaba verlo otra vez, ese sentimiento de amor era el más dulce que había sentido y crecía entre más lo veía.

—Lo amo definitivamente —dijo mientras se devolvía a la casa de Izanami, al llegar se percató de que la puerta estaba abierta, entró muy cuidadosamente intentando sorprender a Izanami, su único pensamiento era el deseo de verlo así fuera dormido, al entrar a la sala fue como si le clavaran un puñal en su débil corazón, allí encontró a Izanami teniendo sexo con Akima, sus ojos empezaron a soltar lágrimas, mordió su labio con fuerza hasta hacerlo sangrar, un pequeño hilo de sangre bajó por su mentón mientras las lágrimas caían de sus mejillas, sus sentimientos estaban siendo destrozados en esos momentos, tenía tanta rabia y desilusión que no sabía cómo actuar, no sabía si irse de allí o decir algo ante ese acto, sus piernas no respondían, él solo quería salir corriendo de allí, su pecho empezó arder como si lo estuvieran quemando, maldita sea su corazón estaba hecho pedazos en esos momentos, pobre infeliz viendo como el amor de su vida estaba siendo devorado por otro, más lagrimas caían de sus ojos, era la primera vez que sentía que le arrancaban el corazón del pecho, por fin volvió a retomar el control sobre sus piernas, salió corriendo de allí sintiendo como la lluvia azotaba su cara, pero eso era lo que menos le importaba, se recostó en una pared en donde cayó al suelo, tenía sus dos manos en la cabeza mientras gritaba lleno de dolor.

—¡No por favor no! —gritaba dando golpes al suelo.

«¿Por qué las cosas tienen que ser así? ¿Por qué me tuve que devolver por un maldito paraguas? Maldita sea no, amo a Izanami lo amo, pero ¿Por qué te dejas tocar por él? Debería ser yo el que este de esa manera contigo no él, ¿qué tiene él que no tenga yo? Maldita sea» pensaba mientras las gotas de lluvia se mezclaban con sus lágrimas, su dolor era intenso, no lo soportaba. Empezó a deambular por las cuadras sin rumbo fijo, en momentos pensaba en llamar alguna chica para poder vengarse de Izanami, pero ellas no tenían la culpa de lo que acaba de ver, no podía simplemente hacerles eso, se dirigió a su casa con el corazón en la mano, más sangre salía de la parte inferior de su boca, entró en ella  y se encerró en su cuarto, allí terminó de descargar toda la rabia que tenía, recostó su cabeza sobre la cama, las lágrimas empezaron a caer de nuevo por sus mejillas, ahora entendía como se sentían muchas de las mujeres a las que había traicionado, era un sentimiento horrible. Hiroshi se quedó dormido de sollozo en sollozo.

A la mañana siguiente despertó en el suelo, le dolía su cabeza y sus ojos estaban rojos, también tenía ojeras, bajó a desayunar con muy poco ánimo. Ese día su familia estaba muy alegre, cada uno reía por su cuenta, Hiroshi ni siquiera podía sonreír, su corazón ardía, en todo el día se la pasó encerrado en su habitación, había momentos en los que otra vez volvía a dejar caer lagrimas amargas, de nuevo se durmió en sollozos.

Ese lunes se despertó con un insoportable dolor de cabeza, se tomó una pasta para el dolor, pero esto no funciono, su delicado rostro era dañado por grandes bolsas negras que se dibujaban debajo de sus ojos, salió de su casa al entrenamiento en el cual no le fue nada bien, todos le miraban con lastima sin siquiera saber la razón.

—¿Qué te pasa amigo? —preguntó Hyuja sobándole su espalda.

—Nada, descuida.

—Es obvio que te pasa algo, pero si no me quieres decir nada no estás obligado, solo quiero que recuerdes que yo te apoyare.

—Gracias.

Ambos entraron al salón de clases, la bulla de este se escuchaba muy a lo lejos, al pie de su puesto estaba Izanami con una gran sonrisa, miles de agujas se volvieron a clavar en su corazón, el recuerdo de la noche del sábado vino a su mente, ignoro por completo a Izanami, este se sorprendió ante aquella reacción, Hiroshi recostó su cabeza sobre el puesto, la maestra entró en ese momento antes de que Izanami pudiera decir algo.

—Hiroshi-kun, por favor levanté su cabeza.

—No puedo, creo que estoy enfermo.

—Entonces vaya a la enfermería.

Hiroshi acato las ordenes de la profesora, pero antes de poder dar un paso él cayó de golpe en su silla, Izanami y Hyuja se levantaron en ese instante, ambos lo cogieron del brazo y se lo llevaron de allí.

—Izanami-kun, por favor quédese hasta que Hiroshi se sienta bien, como puedo ver son muy buenos amigos.

—Si señora.

—Yo también soy muy buen amigo de Hiroshi —reclamo Hyuja.

—Sí, pero usted necesita poner más atención al inglés, sus notas no son presentables.

Hyuja no contestó nada, los tres salieron hacia la enfermería en donde recostaron a Hiroshi en una camilla, Hyuja salió de esta haciendo mala cara, la enfermera entró tiempo después de que Hyuja se fuera.

—¿Qué le pasó? —preguntó ella a Izanami.

—Se desmayó en clase.

—Tiene fiebre —dijo tocándole la frente.

—La profesora me ordeno que me quedara aquí hasta que él se recuperara.

—Está bien, solo no toqué nada.

Ella cogió un termómetro en donde midió la temperatura de Hiroshi, sobrepasaba los 38° C., aplico un medicamento para bajar la fiebre y después salió del lugar, Izanami acaricio el cabello de Hiroshi, era hermoso, acaricio sus labios deseando tenerlos bajo los suyos, una herida se encontraba en la parte inferior de sus labios, pasó saliva y se empezó acercar a Hiroshi, lo besó por menos de un minuto, al separarse de él se dio cuenta que pequeñas lagrimas salían de los ojos de aquel chico, él limpió las lágrimas con sus manos mientras lo observaba detenidamente.

—Izanami —susurró Hiroshi volviendo a retomar la conciencia, apenas él abrió los ojos se topó con la sonrisa de Izanami, esto lo sobresalto haciendo que se alejara un poco.

—¿Qué te pasa? Desde esta mañana has estado esquivo conmigo.

—Es solo tu imaginación.            

«¿Y todavía preguntas el por qué?»

—¡Claro que no lo es!, ni siquiera eres capaz de mirarme a los ojos.

«¿Quién sería capaz de volver a mirar a los ojos a la persona que ama después de verla de esa manera?» mordió su labio intentando reprimir un impulso de rabia.

—No quiero hablar —dijo Hiroshi levantándose de la camilla.

—Aun estas débil, quédate —dijo Izanami intentando acercarse a él, posó sus manos en el pecho de este, él lo empujó con fuerza y después salió corriendo de allí, se dirigió al salón de artes en donde se encerró hasta que fueron las seis, salió muy prevenido del lugar no quería volverse a topar con Izanami, aún le dolía, es más le ardía el pecho.

Hiroshi volvió a ignorar a Izanami tres días más, Izanami se sentía tan enojado y triste, no entendía lo que le pasaba a Hiroshi, solo quería arreglar las cosas con él. El jueves por la tarde se encontró con Hiroshi quien se dirigía al salón de artes, Izanami se le acercó silenciosamente, cuando estuvo lo suficientemente cerca le agarró el brazo jalándolo con fuerza, lo metió en el salón a las malas, se posiciono al frente de este cerrando la puerta detrás de él, lo que dejaba a Hiroshi sin rutas de escape.

—¿Qué te pasa? —gritó Hiroshi.

—Necesito hablar contigo.

—¿Para qué?

—¿Por qué has estado actuando de esa forma?

—¿De qué forma? No sé de qué me hablas.

—No te hagas el loco por favor, yo solo… —dijo Izanami agarrando fuertemente a Hiroshi, sus ojos se aguaron en ese momento, volteó a mirar a otro lado esperando que Hiroshi no se percatara.

—¿Qué quieres?

—Solo no quiero que te alejes de mi —dijo Izanami, su voz temblaba, parecía que en cualquier momento se derrumbaría.

Hiroshi volvió a sentir que algo atravesaba su corazón, era verdad se estaba comportando infantilmente, había dejado que Izanami se preocupara de él, maldita sea le había causado un gran daño a Izanami, él no tenía la culpa de no amarlo, pero Hiroshi estaba tan enamorado de Izanami, no podía simplemente dejarlo ir.

—Lo siento —dijo por fin Hiroshi, Izanami lo volvió a mirar, sus ojos ya no estaban aguados.

—Si hice algo que te molestara yo soy el que lo siente.

—Es que los vi.

—¿A quién viste?

—Te vi a ti teniendo sexo con Akima el sábado pasado —gritó, Izanami quedó perplejo, estaba tan sorprendido, los había visto, la persona que deseaba los había visto, seguramente en esos momentos lo odiara o le diera asco, un helado escalofrió recorrió el cuerpo de Izanami.

—Así que nos viste.

«¿Cómo puede decir eso tan relajado?»

—Pues sí, me devolví porque quería que me prestaras un paraguas y en el piso de la sala te encontré con Akima.

—Tal vez es un mundo que no comprendas, pero hay personas a las cuales les gusta su mismo sexo.

—Claro que lo comprendo.

«Lo comprendo tan bien, tú eres él único que no entiende que yo me siento enojado es porque te amo»

—¿Entonces?

—¿Estás enamorado de él?

—Algo así.

Una puñalada más, ¿acaso su corazón podía soportar más dolor? Izanami estaba enamorado de Akima y Hiroshi sentía que no se podía interponer.

—Ya veo, yo simplemente… —volvió a morder su labio, se levantó y abrió la puerta del salón, volteó a mirar a Izanami esbozando una sonrisa, Hiroshi dejó escapar lagrimas que bajaron por su rostro, Izanami se sorprendió ante aquella acción.

—Hiroshi, ¿estas llorando? —preguntó, su voz se estaba quebrantando en esos momentos, se intentó acercar a Hiroshi, pero este salió corriendo antes de que Izanami pudiera atraparlo. Hiroshi corrió tan rápido como podía, todavía no creía que se había derrumbado de esa manera delante de la persona que más amaba, corrió hasta su casa en donde se recostó en su cama y otra vez empezó a llorar, tenía que dejar ir a Izanami, él no lo amaba, él amaba Akima.

Ese sábado Hiroshi también tenía partido, otra vez se quedaría en la casa de Izanami, se había prometido no interferir entre Izanami y Akima, pero le amaba tanto que le era imposible evitar no tenerlo a su lado. Ese día de nuevo antes de salir lo llamó Izanami a desearle buena suerte, de nuevo volvieron juntos a su casa en donde bebieron junto Akima y los otros dos, Hiroshi no soltaba para nada a Izanami, había momentos en los que Akima y él se lo peleaban, pero siempre salía ganando Hiroshi, Izanami se sentía feliz, pero a la vez culpable.

 Así fueron pasando más y más días, más y más juegos en donde siempre estaba presente Izanami, el invierno se estaba acercado y con este vendría los exámenes, cada uno tendría que empezar a buscar que hacer con su futuro, Hiroshi tenía claro que estudiaría artes en la universidad T.

—¿Vienes hoy a mi casa? —preguntó Hiroshi mientras caminaban hacia la salida, ese día era un miércoles oscuro y frio, el invierno estaba dando sus primeros pasos, ellos llevaban guantes y bufandas.

—Está bien.

Ambos se dirigieron a la casa de Hiroshi, Mimiko ya se encontraba allí, ella aún no se había rendido con Izanami, lo iba a tener así tuviera que amarrarlo con grilletes en su habitación. Ellos dos subieron al cuarto de Hiroshi, en donde jugaron videojuegos.

—Te gane —dijo Izanami mirando a Hiroshi, él estaba haciendo pucheros a la pantalla refunfuñando por su perdida, ellos jugaban Gears of War 3, Izanami acaricio la mejilla de Hiroshi, este lo volteó a mirar haciendo que se ruborizara y su corazón latiera fuerte, él se estaba empezando a enamorar de Hiroshi, si es que ya no lo estaba.

—Oficialmente te odio Izanami.

—¿En serio? Eres muy rencoroso.

Ellos rieron, se recostaron en el suelo de la habitación, Izanami apretó la mano del otro con fuerza, no quería dejarlo jamás. Hiroshi se quedó dormido en el suelo de su habitación, el agotamiento lo estaba consumiendo, las practicas se hacían cada vez más difíciles, eran de los mejores en el béisbol, pero de igual manera tenía que entrenar fuertemente si querían ganar el campeonato y el otro problema eran los exámenes que se acercaban con rapidez. Izanami se quedó observándolo aun sosteniendo la mano de Hiroshi, sus labios rojos eran una tentación, él acaricio estos acercándose poco a poco, lo empezó a besar, hacía mucho no volvía a probar esos dulces labios.

Mimiko dispuesta hacer cualquier cosa por estar con Izanami, se propuso ser una buena chica, llevó unos pastelitos con gaseosa a la habitación de Hiroshi, abrió suavemente la puerta, no quería molestarlos en sus estudios, levantó su vista observando sorprendida como Izanami besaba a su hermano, no entendía lo que sucedía, decidió callar y hacer de cuenta en ese momento que nada pasaba, la rabia se empezó apoderar de ella, todo ese tiempo estaba enamorada de un maldito que estaba enamorado de su hermano, ella volvió a la cocina, se sentía frustrada y necesitaba vengarse de alguna manera de ese imbécil que le había hecho perder toda la dignidad.

 Izanami se separó de Hiroshi, y se volvió a recostar al pie de él, allí se durmió de igual manera, a las seis ambos se levantaron, Izanami cogió su maleta disponiéndose a irse, Hiroshi lo acompaño hasta la puerta.

—Cuídate —le dijo mientras este se alejaba de allí, subió las escaleras directo a su cuarto en donde se encontró a Mimiko parada justo al pie de su puerta.

—¿Qué quieres?

—Advertirte.

—¿De qué?

—Vi como Izanami te besaba hoy. 

«Mierda, nos vio» pensó mientras se ruborizaba.

—¿Y que con eso?

—¡Es un hombre! —gritó ella mirándole a los ojos.

—Puede que sea un hombre, pero es la persona de la que estoy enamorado.

—¿Papá y mamá lo saben?

—Aún no y espero que cierta persona no se atreva a decirles.

—¿Acaso son novios?

—No —dijo Hiroshi agachando la mirada.

—¿Es por eso que desde hacía mucho no tenías novia?

—Sí, porque me he enamorado profundamente de él.

—¿Él sabe que estás enamorado de él?

—No, aún no lo sabe.

—Sabias que a mí me gustaba y aun así te metiste con él.

—Jamás podrás estar con él, a Izanami no le interesan las mujeres, él no es bisexual como yo.

—Eres un maldito —dijo Mimiko pegándole una cachetada, ella salió corriendo a su habitación, al entrar cerró la puerta fuertemente, empezó a planear la mejor forma para vengarse de Izanami por haberle hecho eso, era cierto que a ella le gustaba Izanami, pero no se había enamorado de él como lo había hecho su hermano, a pesar de eso dejó escapar unas pequeñas lagrimas que la hacían sentir cada vez más furiosa.

 

Hiroshi entró en su habitación, sabía que su hermana solo tenía un capricho con Izanami, por eso no le dolía ese hecho, en cambio él lo amaba de una manera incondicional. Se sentó en su cama y allí se durmió, era mejor hacer eso que pensar en algo inalcanzable, pero ¿Por qué aún se seguía aferrando a Izanami si sabía que jamás podría estar con él?, sintió sus lágrimas tibias bajar por sus mejillas, hacía mucho que no lloraba.

 

Izanami se levantó con un horrible frio, se pusó su uniforme y salió hacia el instituto, el volver a besar esos dulces labios lo hacía sentir feliz, subió las escaleras hacia su salón

—Espera —dijo una chica deteniéndolo.

—Dime.

—¿Eres Izanami-san?

—Sí.

—Aquí te enviaron —ella le entregó un sobre sin marcar, él lo miró detenidamente.

—¿Quién me lo manda?

—No puedo decirlo —contestó ella, se despidió con una venia y después salió corriendo antes de que Izanami pudiera formular otra pregunta, él entró al salón pensativo, se sentó en su silla y abrió el sobre, adentro había una especia de carta, estiró el papel en donde había un mensaje que lo dejó paralizado.

“Los he visto, tú y Hiroshi jamás podrán estar juntos, él es heterosexual, es mejor que te alejes de él si no quieres tener problemas” cada letra de este estaba compuesta por letras de revistas, así que no tenía ninguna pista de quien podría ser el que lo amenazaba, pasó saliva esperando que eso fuera solo un sueño, pero no lo era, él no estaba dispuesto a dejar que una carta anónima lo asustara, jamás se alejaría de Hiroshi, se había apegado de una manera inseparable a él. Hiroshi entró al salón acompañado de Hyuja, él arrugo el papel metiéndolo en su maleta.

—Hola —dijo Hiroshi sonriéndole.

—Hola —contestó Izanami sonriendo nerviosamente, no podía imaginarse una vida sin Hiroshi, la maestra entró al salón y empezó a dictar clase, Izanami no podía ni siquiera prestar atención. Salió junto con Hiroshi yéndose a su apartamento allí Izanami se quedó mientras que Hiroshi se fue a su casa, entró a su apartamento y sacó la nota de su maleta, la estiró y analizó de quien podría ser, en la única persona en la que podía pensar era en Asuna, pero si ella quisiera separarlos lo hubiera hecho hacia mucho, era por ella que él se había acostado con Akima ese día, recordó sus crueles palabras de nuevo.

—No lo voy a dejar, nunca lo hare —susurró.

En varias ocasiones de la noche se despertó sudando y con un dolor horrible en el pecho, el frio de mitad de diciembre tampoco le ayudaba, eran esas noches las que le hacían sentir solo y vacío.

Pasaron dos semanas sin recibir ninguna carta, ni tener pistas de aquel que la había enviado, intentó hablar en varias ocasiones con la chica que se la había entregado, pero ella siempre se negaba a hablar con él, decidió no contarle a Hiroshi no quería preocuparlo, en esos momentos él tenía que estar pendiente solo de sus entrenamientos y sus estudios para el examen de admisión, ese frio miércoles Izanami volvió a recibir otra carta anónima

“Recuerda que jamás estarás con Hiroshi, tienes dos semanas para alejarte de él, si no lo haces tendrás que enfrentarte a las fatales consecuencias”, de nuevo el mensaje estaba escrito con trozos de letras de revistas, Izanami volvió arrugar el papel metiéndolo en su maleta, no le pensaba hacer caso a un cobarde que ni siquiera era capaz de decírselo en la cara, estaba más que seguro que Asuna tenía que ver en todo esto, Hiroshi entró al salón junto a Hyuja y una chica, cada uno se sentó en su puesto correspondiente. Al salir de clases Izanami se fue directo a su casa, allí pusó la carta justo al pie de la otra sin prestarle atención.

Los días fueron pasando sin alejarse ni un poquito de Hiroshi, tampoco había recibido ninguna carta amenazadora, era un viernes muy oscuro y frio, a pesar de estar ya en enero el invierno no daba auras de parar, la lluvia azotaba la ciudad, él tuvo que irse solo a su casa, a Hiroshi se le había presentado un problema y tenía que resolverlo urgentemente, de camino a casa empezó a sentir un ambiente pesado, tenía un mal presentimiento, movió su cabeza despejando sus ideas, se detuvo un instante para correr su flequillo, sintió un fuerte golpe en su costado mientras caía al suelo de un callejón, levantó su mirada aturdido, había un tipo en frente de él.

—¿Qué le pasa imbécil? —dijo levantándose, el tipo lo empujó dentro de un callejón, Izanami cayó al suelo raspándose sus brazos, al levantar la cabeza para divisar a su agresor, este le pego una patada en su rostro rompiéndole el labio, Izanami empezó a ser golpeado por varios tipos que tenían máscaras, algunos le pegaban patadas en su estómago, en su torso, él simplemente tapaba su rostro con sus manos, en varias ocasiones se intentó defender pero no pudo hacer nada, no había ninguna parte de su cuerpo que no estuviera siendo golpeada.

—No más, suficiente —gritó una voz femenina que no pudo reconocer, los hombre dejaron de golpearlo y se empezaron alejar de él, se intentó reincorporar, su respiración era agitada, empezó a toser hasta que un leve dolor se posó en su pecho, miró a su alrededor, habían roto su sombrilla y no había ni una sola persona que le pudiera ayudar, así que tuvo que irse a su casa de esa manera, sosteniéndose de pared en pared por fin logro llegar, allí abrió la puerta y cayó en el suelo, le dolía todo su cuerpo, se durmió un rato en el suelo, cuando fueron las ocho de la noche se levantó y empezó a limpiar sus heridas, ardía, todo su cuerpo le ardía, sabía que la razón de que lo hubieran golpeado tenía que ver con el hecho de alejarse de Hiroshi, algo que jamás haría, se levantó del suelo, boto los algodones llenos de sangre y se acostó en su cama.

Al otro día todo su cuerpo le ardía, tenía grandes moretones, se levantó haciendo un gran esfuerzo, se fue al instituto de esa manera, tenía el labio partido y tenía un moretón muy visible en su cuello, antes de entrar al salón volvió a recibir otra carta.

—Espera —dijo Izanami a la chica antes de que esta se fuera, él abrió el sobre y leyó la carta.

“Eso le pasa por no alejarse de Hiroshi si quiere que no pasé algo peor, aléjese de él, tiene dos semanas”, de nuevo las letras eran de revista, él arrugo el papel y lo metió en su maleta, sacó una hoja y un esfero, en la hoja escribió un mensaje con una letra un poco pequeña pero legible.

“Jamás voy alejarme de Hiroshi, así que háganme lo que quieran” escribió, él metió esa nota en el sobre.

—Dáselo a la persona que te manda a que me entregues estas cartas —dijo entregándoselo a la chica quien lo miró estupefacta.

«¿Tan mal me encuentro que hasta asusto a las de grados menores?» sonrió ante su pensamiento y entró al salón, Hiroshi ya se encontraba allí, él lo volteó a mirar sorpresivamente, bueno casi todos lo hacían, se sentó en su silla esperando que Hiroshi digiera algo, pero antes de decir algo Hiroshi acaricio su labio partido y agarró su mano con fuerza arrastrándolo por el salón, todo el mundo los miraba, se dirigieron al salón de artes en donde Hiroshi soltó la mano de Izanami y se postro en la puerta sin dejarle ruta de escape, se quedó mirándolo como esperando una explicación.

—¿Qué? —preguntó Izanami agachando la mirada, no quería contarle nada a Hiroshi, no quería preocuparlo, pero era lo que estaba haciendo.

—¿Quién te volvió así?

—Nadie.

Tras la respuesta Hiroshi lo cogió de las dos manos recostándolo en una mesa, le quito el buzo que traía y le empezó a desabotonar la camisa, al quitársela se dio de cuenta que Izanami tenía moretones en su cuerpo, le acaricio uno de ellos y después lo volteó a mirar a la cara, este tenía la mirada agachada, Hiroshi cogió su mentón e hizo que este lo mirara.

—¿Quién te hizo esto?

—No lo sé, tenían mascaras así que no pude ver quiénes eran.

—¿Te intentaron robar?

—Sí.

—Mentiroso, esto lo hizo Akima ¿Cierto?, ese maldito —dijo Hiroshi volteándose para salir, Izanami le cogió el brazo haciendo que este se devolviera a mirarle.

—No, Aki no fue.

—¿¡Por qué insistes en protegerlo!? —gritó Hiroshi ya fuera de sus casillas

—¡Porque no fue él! —gritó de igual manera Izanami.

—¿Entonces?

—Desde hace unos días he recibido estas cartas —dijo sacando la carta de su maleta, se la pasó a Hiroshi quien la leyó rápidamente, este lo volteó a mirar abrazándolo.

—Lo siento por mi culpa te han hecho esto, lo siento —dijo Hiroshi su voz se quebrantaba con cada palabra que pronunciaba.

-—amás me alejare de ti así que me vale lo que me hayan hecho —dijo Izanami volviéndose abotonar su camisa, se pusó de nuevo el buzo y salió del salón con Hiroshi, se fueron a su casa sin regresar a clase, Izanami se quitó la ropa y dejó ver a Hiroshi los moretones, él abrazó el frágil cuerpo de Izanami, estuvieron así por un rato hasta que Izanami se soltó y se sentó en la cama haciéndole ademan a Hiroshi de que hiciera lo mismo, Hiroshi obedeció, cogió la mano de Izanami y recostó su cabeza sobre el hombro desnudo de este, él acaricio aquellos cabellos negros con la acción más tierna.

Los días pasaron e Izanami se mejoraba progresivamente después de diez días ya se encontraba de buena forma, no volvió a recibir más cartas, ese lunes Hiroshi tampoco lo pudo acompañar, por lo menos ese día no estaba lloviendo así que procuro irse rápido a su casa.

—No te vayas a casa tan rápido lindura —dijo un tipo cerrándole el camino, él levantó su vista mirando el grupo con máscaras, lo volvieron a empujar dentro del callejón, esta vez llevaban bates de béisbol con los cuales le empezaron a golpear mucho peor que la vez anterior, ayuda intentaba gritar Izanami, pero en el momento de abrir su boca no lograba emitir ningún sonido, lo único que salía de su boca era la sangre que brotaba de su boca que estaba totalmente toteada, tenía cortadas en sus labios, esta vez Izanami necesitaba ayuda urgente.

«Hiroshi, ayúdame por favor ayúdame»

—Hiroshi —susurró mientras más le golpeaban.

 

Hiroshi salió del colegio en busca de Asuna, aquella mujer estaba creándole inconvenientes que se empezaban a agrandar, sus constantes chismes y rumores lo estaban convirtiendo en el centro de conversación, lo que lo incomodaba y al mismo tiempo lo hacía sentir nervioso, no quería que ninguno de esos rumores llegara a oídos de Izanami. Se fue hacía donde acostumbraba a estar Asuna, un karaoke cerca del instituto, entró al sitio y empezó a revisar todo el lugar, ella no se encontraba en ninguna parte, la llamó esperando que contestara, primer timbrazo, sin ninguna respuesta, en el segundo timbrazo por fin contestó.

—Alo.

—Alo Asuna hablas con Hiroshi.

—Hiroshi-san —contestó ella sorpresivamente

—Mira no tengo mucho tiempo ¿Será que podemos hablar?

—Claro ¿En dónde nos podemos ver?

—Estoy al frente del karaoke al que sueles venir, te esperare acá.

—Vale.

Hiroshi colgó su celular y se dispuso a esperar, en todo el instituto se escuchaban varios rumores, se decía que el origen de todos estos había sido Asuna, según los rumores se decía que Asuna venía diciendo que Hiroshi y ella eran novios, que estaban profundamente enamorados, que por fin Hiroshi se había logrado enamorar de alguien y esa persona era Asuna. Tiempo después apareció Asuna con un vestido de flores y muy bien arreglada.

—Hola —dijo ella con una gran sonrisa.

—Para ya con esta mierda —dijo Hiroshi con un tono muy serio.

—¿Qué te pasa?

—¿Por qué has inventado todo eso sobre mí?

—¿Qué tiene que diga lo que ya es obvio?

—¿Obvio? ¿De qué hablas?, jamás voy a estar con una persona como tú, ya te lo he dicho antes, no me gustas, no me interesas, ¿cómo más quieres que te lo diga?

—Pero tu hermana me dijo que próximamente lo seriamos, ¿por qué no puedo decir lo que pronto va a ser realidad? —dijo ella llorando.

—Jamás estaré contigo, me vale lo que haya dicho mi hermana, nosotros jamás estaremos juntos, entiéndelo.

—¡No! —gritó ella aferrándose a Hiroshi, él la apartó delicadamente.

—Es mejor que acabes con estos rumores —dijo Hiroshi dándose la vuelta.

—¿No se supone que estás enamorado de alguien?

—Sí, si lo estoy.

—Entonces si no soy yo, ¿de quién estás enamorado?

—Eso no es de tu incumbencia.

—¿Acaso es de Izanami? —preguntó con un tono burlesco.

—Y si así lo fuera ¿Qué?

Ella calló sorprendida ante la respuesta de Hiroshi, él se empezó alejar del lugar, quería ver a Izanami, lo quería tener en sus brazos, fue directo a la casa de este, en uno de los callejones alguien estaba siendo atacado, corrió hacia este, al ver a Izanami en el suelo y tres tipos con bates golpeándole, gritó empezándoles a pegar, uno de ellos logro escapar, los otros dos empezaron a golpear a Hiroshi.

—Él no —gritó una chica que también tenía mascara, ellos se fueron corriendo, la chica también salió corriendo pero antes de eso Izanami cogió su tobillo haciéndola caer, su máscara salió volando hacia una esquina, al golpear con su pie a Izanami ella se levantó, Hiroshi agarró su brazo haciéndola voltear, la chica de la máscara era Mimiko su hermana menor, ella sacudió su mano haciendo que Hiroshi la soltara y salió corriendo de allí, Hiroshi levantó a Izanami ayudándole a llegar a su casa, abrió la puerta del apartamento y entraron casi arrastras, Hiroshi pusó a Izanami encima de la cama, él tenía el labio roto pero no estaba tan mal como Izanami, rápidamente trajo el botiquín poniéndolo encima de la cama, el castaño se levantó y lo miró mientras Hiroshi dejaba escapar lagrimas que bajaban por su rostro.

—Gracias —susurró Izanami.

—Es mi maldita culpa que esto pasara, no sé por qué Mimiko está involucrada en esto, pero lo averiguare cueste lo que cueste.

—Tranquilo, estuve llamándote mientras me golpeaban y después apareciste tu ¿Acaso estamos conectados telepáticamente? —rio Izanami —. Que estupideces dijo ¿No crees?

—Tal vez nuestra conexión no sea telepática, pero es algo más fuerte que eso —Izanami se ruborizo, Hiroshi lo volteó a mirar acariciando su mejilla y se empezó acercar, levantó suavemente el mentón del otro mientras tomaba posesión de sus labios, ellos se empezaron a besar dulcemente, la sangre que salía de ambos labios se mezclaba creando un sabor un poco amargo, les dolía besarse, pero ninguno de los dos se quería separar, Hiroshi era un gran besador o eso pensaba Izanami, se aferró fuertemente a Hiroshi mientras este lo abrazaba, al separarse los dos se miraron, Hiroshi después de un momento reacciono y se alejó, bajó su mirada no se atrevía a mirarlo.

—Lo siento, no debí de haberlo hecho, sé que perteneces a Akima, pero aun así yo… —no pudo terminar la frase, aún no estaba listo para declarársele, le volvió a sonreír y salió del lugar, fue hasta su casa en donde recordó a Mimiko y los hechos sucedidos, subió las escaleras dirigiéndose a la habitación de ella, empezó a golpear fuertemente la puerta.

—Sé que estás ahí ábreme la maldita puerta Mimiko.

—¿Qué quieres estúpido? —preguntó ella abriendo la puerta con rabia.

—Eres la persona que ha estado enviado cartas amenazantes a Izanami ¿Cierto?

—Ese maldito —dijo ella en un susurro casi inaudible —¿Para qué preguntas lo que ya sabes?

—Eres una maldita.

—También fui yo la que lo mandó a golpear, eso le pasa por maricon.

—Ah si entonces golpéame también, porque yo también soy un gran maricon.

—Jamás vas a ser gay Hiroshi, solo estas confundido por una serpiente seductora como Izanami

—Solo estás celosa porque Izanami está conmigo y nunca te presto atención, ¿acaso es tan duro que alguien te haya bajado de tu pedestal?

Mimiko se sonrojó llena de rabia.

—Cállate imbécil.

—Pues no, deberías dejar de ser tan caprichosa e inmadura, si Izanami no quiere estar contigo déjalo y ya, ningún hombre debe doblegarse a tus pies.

—Todos lo hacen.

—Así, pues que Izanami y yo seamos la jodida excepción.

—Cállate.

—No, mira Mimiko si te vuelves a meter con Izanami en algún sentido, te las tendrás que meter conmigo también.

—Así, ¿qué me puedes hacer tú?

—Humillación pública, bajar tu reputación y hacer que seas odiada, por muchas personas.

—No —chillo ella.

—Ah se me olvidaba, deja de decirle a Asuna que yo voy a tener algo con ella, porque no es así, jamás tendré nada con ella, yo estoy enamorado de Izanami.

—Tú eres heterosexual.

—Pues no, no lo soy.

—Hermano.

—Cállate —dijo Hiroshi saliendo de la habitación de Mimiko, ella cerró su puerta con fuerza, Hiroshi entró a su habitación furioso no soportaba más a su hermana.

—Maldita sea —gritó a todo pulmón, empezó a golpear su cama con fuerza, se acostó furioso, se durmió refunfuñando.

 Al otro día se encontró con Izanami quien le sonrió demostrándole que todo estaba bien, Hiroshi pusó su brazo sobre los hombros de Izanami, muchas personas los miraban, pero no le importaba solo quería estar con Izanami. Pasaron varios días sin que nada pasara, no se habían vuelto a besar, pero de alguna manera ambos se sentían más unidos que nunca, Izanami había dejado de tener sexo con Akima, obviamente lo amaba, pero su relación no se tenía que basar solo en sexo, quería que Akima lo tomara en serio, pero a la vez también sentía algo muy fuerte por Hiroshi.

Después de un tiempo los primeros retoños empezaron a salir, la graduación se aproximaba, ya quedaba un poco más de un mes aproximadamente entre seis a siete semanas, Hiroshi e Izanami habían vuelto a la normalidad, no habían vuelto a tener acercamientos, el campeonato estaba próximo a terminarse, el equipo del instituto ganaba casi todos los partidos y se habían convertido en los favoritos, el as del equipo de béisbol era Hiroshi y por consiguiente se le exigía más que a los otros, Izanami siempre apoyaba a Hiroshi, de igual manera antes de cada partido lo llamaba para desearle buena suerte, su sagrado ritual como lo solía llamar Hiroshi.

Ese día estaba oscuro y frio como ningún otro, las nubes grises se encontraban repletas de agua, se notaba que pronto iba a llover. Hiroshi, su madre y Mimiko se encontraban en la sala viendo televisión, Mimiko e Hiroshi no se volvieron a llevar bien, constantemente peleaban por cualquier cosa, en venganza a Hiroshi, Mimiko les había contado a sus padres sobre la inclinación sexual de su hijo, esa noche hablarían en familia sobre ese “problema” como solían llamarlo sus padres, Hiroshi sabía que a sus padres no les agradaría en nada saber que lo que les había contado Mimiko era verdad. Su padre aún no había llegado, antes de hablar con Hiroshi se había ido a tomar unas copas, la inclinación sexual de su hijo lo había dejado atónito, ese día salió de la taberna con unos tragos de más, estaba cayendo una espantosa tormenta, subió a su auto Mazda, encendió el motor y se dirigió a su casa, iba a una velocidad excesiva, en una cuesta su auto empezó a patinar en la acera, perdió el control del vehículo, intentó retomarlo, pero no servía de nada, su auto se estrelló en un poste de una calle, él murió instantáneamente mientras la gente gritaba horrorizada, uno de ellos llamó a urgencias, tiempo después llegó una patrulla junto con una ambulancia, al sacarlo comprobaron que ya estaba muerto, su cara estaba llena de sangre y tenía fragmentos de vidrio incrustados en la parte derecha de su rostro, de igual manera la ambulancia se lo llevó rápidamente, los policías empezaron a registrar el auto en donde encontraron los papeles de este, allí estaba el número telefónico de su casa, decidieron llamar mientras se dirigían al hospital a donde llevaban el cadáver.

Ring ring

El timbre del teléfono alerto a Hiroshi, Mimiko y su madre quienes se encontraban absortos en la película, Mimiko se levantó de la silla y se dirigió al pasillo en donde estaba el teléfono, minutos después se escuchó un grito ensordecedor proveniente del pasillo, Hiroshi y su madre se levantaron aproximándose al pasillo, Mimiko había soltado el auricular del teléfono y se encontraba temblando, su madre la abrazó e intentó hacer que ella reaccionara, pero era imposible, Hiroshi cogió el auricular y con voz temblorosa dijo:

—Alo.

—¿Habló con algún familiar del señor Hiroshi Kagami? —preguntó un hombre con voz gruesa.

—Sí, habla con el hijo.

—Necesitamos que se dirijan lo más pronto posible a la Clínica King.

¿Qué ha pasado?

—Su padre está gravemente herido, posiblemente esté muerto.

—¿Qué? —tartamudeó Hiroshi.

—Es mejor que vengan.

—Gracias —Hiroshi colgó el teléfono, volteó a mirar a su madre con terror, ella pasó saliva e intuyó lo que quería decir su hijo, pequeñas lagrimas salieron de sus ojos, Mimiko aún se encontraba temblando.

—Papá está gravemente herido, está en la Clínica King.

—Vamos —dijo su madre soltando a Mimiko, cada uno se pusó un abrigo y salieron de la casa, su madre encendió la camioneta y arranco hacia el hospital, al llegar a este la lluvia se había vuelto aún más fuerte, esta se había convertido en una oscura tormenta, muchos rayos caían alumbrando los cielos, ellos entraron al hospital temblando de miedo, un doctor salía de una de las habitaciones, Hiroshi se acercó a este con lágrimas en sus ojos.

—Doctor, he recibido una llamada de que tenían a mi padre gravemente herido —la voz de Hiroshi temblaba.

—¿Cómo es el nombre de su padre?

—Hiroshi Kagami.

El hombre de bata blanca empezó a revisar unos papeles, miró pensativamente a Hiroshi, su madre junto con Mimiko se empezaron aproximar a ellos, el doctor les miró y pasó saliva.

—Lo siento mucho, pero Hiroshi-san ha muerto.

Todos se quedaron en shock, la madre de Hiroshi cayó al suelo mientras gritaba de dolor, Mimiko mientras tanto lloraba y temblaba como una niña pequeña, Hiroshi se encontraba allí parado sin saber qué hacer, levantó a su madre del suelo sentándola en una silla, en esos momentos tenía que ser fuerte, después de todo ahora era el hombre de la casa, el doctor se aproximó.

—Lo siento mucho.

La madre de Hiroshi salió corriendo del hospital, Hiroshi salió después de ella, Mimiko salió un poco después.

—Todo es culpa tuya, maldito homosexual —gritó su madre señalándolo, él quedó perplejo ante las palabras de ella, su corazón dolía tanto.

—Mamá —dijo Hiroshi su voz le temblaba.

—Cállate, todo es tu maldita culpa, vete no quiero verte —dijo ella dándole la espalda, él salió corriendo de allí, los cabellos mojados se pegaban a su mejilla, la tormenta parecía que no iba a acabar, él empezó a deambular por todas partes, se encontraba perdido en su propio mundo, sin que se diera cuenta había llegado involuntariamente al apartamento de Izanami, golpeó la puerta de este, Izanami salió minutos después, Hiroshi levantó su mirada ante Izanami quien lo miraba con sorpresa, empezó a llorar desenfrenadamente, Izanami lo entró a su apartamento, se encontraba solo, sentó a Hiroshi en una silla y esperó a que él hablara primero.

—Ha muerto.

—¿Quién?

—Mi papá murió.

—Hiroshi, como lo siento —dijo sinceramente Izanami.

—Todo es mi culpa.

—Claro que no lo es —gritó Izanami sosteniéndolo en sus brazos compasivos, él empezó a llorar aferrándose a Izanami con fuerza, este solo acariciaba sus cabellos, Hiroshi se levantó de la silla mirando a Izanami, ambos se empezaron acercar, Hiroshi agarró la cara de Izanami besándolo, sus labios eran tan dulces, sus besos eran tan adorables como la primera vez que lo había besado, ambos se empezaron a desvestir impulsivamente, las ropas caían en todo el sitio, Hiroshi se separó de Izanami agarrándole la mano y arrastrándolo hasta el cuarto, al llegar a este tiro a Izanami en la cama y se posó encima de él, ambos se empezaron a besar semidesnudos, Izanami no podía controlarse más estaba al límite, lo deseaba demasiado, por el contrario Hiroshi mas allá de desear a su compañero, deseaba escapar de la realidad, necesitaba llenar el vacío que se empezaba a posar en su pecho.

 Izanami se dejó llevar por lo que el otro quisiera hacerle, Hiroshi empezó a lamer los pezones de Izanami, este se estremeció de una manera excitante dejando escapar gemidos llenos de placer, Hiroshi se levantó mirando a Izanami, le sonrió de una manera lasciva mientras este le incitaba con su seductor rostro, Hiroshi empezó a bajar su mano hasta llegar al miembro ya duro de su compañero, desabrochó sus pantalones tirándolos con fuerza, después sacó rápidamente su bóxer dejando a Izanami completamente desnudo, Hiroshi empezó a tocar el miembro de este haciendo que este se excitara más y más, empezó hacerle sexo oral, Izanami se estremecía dejando escapar más gemidos.

—No, me voy… a correr —gimió.

—Déjalo —susurró Hiroshi en su oído, Izanami se vino, Hiroshi lambio dos de sus dedos mientras miraba al castaño, empezó a introducir ambos dedos en la entrada apretado de Izanami, quien se expandía entre más excitado estaba, después de un tiempo introdujo otro y después su miembro ya duro, empezó a penetrar a Izanami haciéndolo gemir como nunca lo había hecho, en el calor de aquella noche sus más profundos y oscuros deseos se estaban cumpliendo, ambos se encontraban en un éxtasis que los embriagaba y no los dejaba escapar, Hiroshi cayó en la cama junto a Izanami, estaba totalmente satisfecho y perdido, en su mente no entendí que sucedía, su mente estaba desconectada del mundo real, Izanami se encontraba de la misma manera, confundido, Hiroshi miró fijamente a Izanami gotas de sudor bajaban de su frente, él se volteó y encaro a Hiroshi, acaricio su mejilla y le sonrió.

—Lo siento, sé que tu aun eres de él, pero por favor se mío esta noche.

—Yo soy tuyo Hiroshi —dijo Izanami abrazándolo, esa noche durmieron juntos, como dos amantes.

Hiroshi despertó muy temprano ese día, se levantó semidesnudo de la cama de Izanami, se empezó a vestir de nuevo, observo a Izanami quien se hallaba dormido y completamente desnudo bajo las sabanas, se acercó a él y lo besó en la comisura de los labios.

—Adiós Izanami, siento tanto lo que te hice, lo siento…

«Te amo Izanami, te amo tanto»

Se levantó y salió del apartamento, se dirigió a su casa desolado y triste, volvía a llorar, de nuevo las lágrimas bajaban por sus mejillas, había despertado del trance en el que estaba, por lo tanto, sentía el peso de la muerte en sus hombros, miró el cielo nublado, quería volver a desconectarse, no volver a pensar y solo dejarse llevar por los impulsos, pero esa realidad solo era un escape fantasioso a lo absurdo que se estaba volviendo su vida. Siguió su camino pesado hasta su casa, al llegar abrió la puerta con poco ánimo, su madre lo abrazó apenas entró.

—Lo siento cariño, jamás quise decirte eso, perdóname —dijo ella entre sollozos, él la abrazó, era gratificante, levantó su vista encontrándose con Mimiko, ella lo miraba con tanto odio, pero a la vez también se veía la culpa en sus ojos, se separaron en lágrimas, ella acaricio la mejilla de Hiroshi y después lo besó en la mejilla.

—Me preocupe tanto cuando te fuiste, lo siento —dijo ella con lágrimas en sus ojos.

—Tranquila mamá, ya estoy aquí.

—¿Con quién estabas? ¿Con la putita de Izanami? —preguntó Mimiko mirándolo de reojo.

—¡Mimiko! —gritó su madre reprendiéndola, ella encogió sus hombros, pero no dijo nada.

—Descuida mamá, si estaba con él es mi problema no el tuyo.

—Bueno ustedes dos ya se comportan.

—Más bien ¿Qué pasó con papa después de que yo me fui? —preguntó Hiroshi con su voz temblorosa a punto de quebrarse.

—El entierro va a ser pasado mañana, el velorio será mañana a las siete de la noche —dijo su madre a punto de desbordarse en lágrimas.

—Lo siento mamá, todo fue mi culpa.

—Claro que no Takaraji, fue culpa de tu padre por ser tan irresponsable. 

—Mamá, yo…

—Ve a cambiarte esa ropa esta húmeda —dijo su madre palpando la camisa de Hiroshi, él le sonrió y subió a su habitación, allí se cambió de ropa, se recostó en la cama, no se sentía nada bien, amaba a Izanami y deseaba tenerlo de esa manera, pero se sentía diferente, era como si Izanami no estuviera con él aquella noche cuando más lo necesitaba o tal vez era él, quien a la fuerza había irrumpido tomando posesión de aquel que le brindo ayuda, no se atrevía a volverlo a ver, la noche anterior estaba fuera de sus cabales. Pero más allá de su amor no correspondido, sentía un peso y sentimiento de culpabilidad que lo estaba consumiendo, la muerte de su padre a fin de cuentas había sido culpa suya, cuanto rogaba porque aquel accidente nunca hubiera existido, cuanto deseaba ser quien hubiese muerto ese día.

El día siguiente no fue al instituto, no se sentía bien para asistir, muchos los llamaron para darle las condolencias. El martes por la noche fue la velación de su padre, los compañeros de Hiroshi se encontraban casi todos reunidos, Izanami se encontraba en un rincón de la funeraria, lo miraba con ojos tristes y compasivos, Hiroshi se acercó a él con lágrimas en los ojos, Izanami lo abrazó y salió con él de la funeraria.

—Gracias por venir, sin ti no sería capaz.

—Descuida, ¿cómo están?

—Mi mamá ya está un poco más calmada, Mimiko me odia.

—¿Y tú?

—Yo no lo sé, maldita sea no lo sé.

Hiroshi se recostó encima de Izanami, este lo abrazó con fuerza, acaricio su cabeza intentándolo reconfortar.

—Hiroshi yo… 

«Te amo, cuanto te amo» pensó Izanami. 

—Dime.

—Lo siento.

—Yo soy el que lo siente, te obligué hacer eso conmigo, sé que tú no querías y que amas a Akima.

—Yo no lo amo —se apresuró a decir Izanami.

—No me mientas Izanami, estás enamorado de Akima, eso ya lo sé, descuida.

—No —susurró Izanami mirándolo, pasó saliva y acaricio la mejilla de Hiroshi, se acercó y lo besó, de nuevo volvía a sentir esos labios dulces que nunca ponían objeción, Hiroshi le rodeo las caderas con sus fornidos brazos, mientras él le rodeaba el cuello, las lágrimas no paraban de salir de los ojos de Hiroshi, después de unos segundos se separaron y volvieron a subir al cuarto de velación. En el día del entierro de igual manera Izanami estaba presente apoyando a Hiroshi.

Los días pasaban, el campeonato estaba llegando a su fin al igual que su vida estudiantil, el último partido que decidiría todo sería ese viernes, Hiroshi poco a poco se recuperaba de la muerte de su padre, pero igual le dolía tanto la ausencia de este, su madre parecía cada vez más deprimida y su hermana Mimiko lo seguía odiando, él sabía que nadie le decía que había sido su culpa, pero igual sentía que todos lo creían, él era el culpable de la borrachera de su padre, su madre lo trataba de igual manera, pero el cariño que le había brindado ya no se encontraba presente en ella.

El día del partido esperaba a Izanami y su madre apoyándole, se fue primero al campo de béisbol del instituto en donde se jugarían el último partido, su última oportunidad de ser campeones, Hiroshi le había dicho con insistencia a Izanami de su último juego, pero días antes habían tenido un par de peleas, siempre las habían arreglado, pero de igual manera Hiroshi no se sentía cómodo en esos momentos, casi siempre peleaban por los celos que Hiroshi le tenía a Akima o cosas por el estilo. Hiroshi se pusó su uniforme de béisbol y esperó con el corazón en sus manos la preciada llamada de Izanami, los minutos pasaban y pasaban, pero no había señal de su amuleto de la suerte, intentó llamarlo en varias ocasiones, pero siempre lo mandaban a buzón, miró el reloj de los casilleros, este le advertía que solo quedaban cinco minutos, cogió de nuevo su teléfono y marcó rápidamente a Izanami.

—El numero al que llama no está disponible temporalmente —dijo la contestadora después de unos timbrazos.

—Maldita sea, lo tiene apagado —dijo colgando su celular, esperó otros minutos más, ya todos estaban saliendo y pronto iba a empezar el juego, miró por última vez su celular, ya era hora del juego.

—Así que así son las cosas —dijo mientras sonreía tristemente, se levantó de la banca y se dirigió al campo, era una tarde fría, miró por todo el lugar, pero no había rastros ni de su madre, ni de Izanami, intentó contener las lágrimas, pero no pudo evitar dejar caer una que otra. El partido inicio, el pitcher le lanzó una pelota fuerte a Hiroshi, este la batió mientras corría hacia la primera base, el juego siguió normalmente, pero después de un rato Hiroshi empezó a desmejorar tanto que el entrenador decidió dejarlo en la banca, después de todo ya tenían bastante ventaja, Hiroshi se sentía vacío, no se sentía completo, se agarró la cabeza con sus frías y sudorosas manos. A lo lejos escuchaba el festejo de todos, habían ganado el partido, todo ocurría lentamente en su mente, en la premiación a cada uno se le entregó una medalla conmemorativa junto con un trofeo que alzó Hiroshi, todos aplaudían, después de un rato cada uno se fue hacia donde se encontraban sus familias reunidas, Hiroshi se sintió tan desgraciado que decidió salir lo más rápido de allí, se quedó una hora o más sentado en una banca cerca al instituto, no podía dejar de pensar el por qué Izanami y su mamá no habían ido a verlo jugar, se levantó de la silla y se dirigió a la casa de Izanami, ya eran las siete de la noche, él no podía dejar que ese pensamiento siguiera carcomiendo su alma, antes de poder entrar al apartamento de este, Izanami salió abrazado de Akima, el corazón de Hiroshi se paró en ese momento, la tristeza se apodero de su alma, dejó escapar pequeñas lagrimas ante esa escena, Izanami lo volteó a mirar sorpresivo, Akima simplemente lo miraba inexpresivo, Izanami bajó su vista hasta el medallón que colgaba del cuello de Hiroshi, lo volvió a mirar esta vez en sus ojos sintiéndose realmente culpable.

—Mierda, hoy era la final ¿No? —dijo Izanami intentando acercarse a Hiroshi.

—Si —dijo este con un hilo de voz, al sentir la presencia de Izanami acercándose salió corriendo hacia su casa, Izanami se abalanzo hacia el intentando irse detrás, pero antes de que lo hiciera Akima cogió su brazo y lo jalo con fuerza.

—Recuerda que me dijiste que hoy serías solo mío —dijo Akima apretando con fuerza la muñeca de Izanami.

—Lo sé, pero…

Hiroshi corrió rápido solo quería llegar a su casa, no quería creer que Izanami lo había olvidado, lo había olvidado solo por estar junto Akima, se sentía infeliz, ¿acaso Akima siempre había sido más importante que él?, su corazón no creía aguantar otro golpe más, entró a su casa cerrando la puerta con fuerza, se encontró con su madre quien lo miraba con expresión alegre, ella miró la medalla de Hiroshi, pero no se atrevió a decir nada, ni siquiera lo siento por no haber ido, Hiroshi subió corriendo los escalones hasta llegar a su habitación allí se encerró, no volvió a salir en todo ese día, dejó que todos sus sufrimientos fluyeran por sus lágrimas, se sentía débil, maldita sea se sentía tan mal, de nuevo lloraba por culpa de otros, su madre, Akima, Izanami… Su vida prácticamente se estaba desplomando.

 Al día siguiente tampoco salió de su habitación, su madre lo había llamado con insistencia, pero él nunca había respondido, por fin ella se había rendido y se había ido por esa noche de la casa llevándose a Mimiko con ella, Hiroshi estaba casi en un trance desolado, el timbre de la casa empezó a sonar con insistencia, Hiroshi miró el reloj, eran las diez de la noche, se levantó, bajó las escaleras hasta la puerta y la abrió sin mucho esfuerzo, allí al frente de la puerta estaba Izanami con sus ojos inundados en lágrimas, sus cabellos mojados lo hacían ver muy sexy, él se aferró con fuerza a Hiroshi jalando su camisa, las lágrimas no paraban de salir de sus ojos miel.

—Lo siento tanto Hiroshi, maldita sea perdóname, no quiero que te alejes de mi lado, te amo, pero tú eres un maldito heterosexual, también amo Akima, pero contigo es diferente, jamás creí llegar a sentir algo por ti, pero mientras más pasaba el tiempo contigo, sentía que más te amaba, tengo miedo a que me rechaces y te alejes de mí, la graduación está a menos de dos semanas y maldita sea como temo alejarme de tu lado, tengo miedo a volverme a quedar solo en la oscuridad de mi habitación, tú fuiste la única persona que logro sacarme de mi infierno, soltaste todas las ataduras que la sociedad me había puesto y siempre sonreías de una manera sincera, te amo Hiroshi —dijo Izanami antes de que Hiroshi digiera algo, este se quedó paralizado ante las palabras de Izanami, lo apartó de su lado y lo miró a los ojos.

—Estas borracho —dijo fríamente.

—Sí, estoy borracho, pero simplemente porque si estuviera con mis cinco sentidos, jamás sería capaz de tener el valor de decirte estas palabras.

—No te creo —dijo Hiroshi llorando.

—Créeme, por favor.

—Lo siento.

—No —chillo Izanami, Hiroshi cogió sus delicadas manos y lo entró a la casa, subió con él a su cuarto en donde cerró las puertas y lo besó desenfrenadamente, Izanami se echó encima de este, el pelinegro lo apartó impulsivamente, ambos se miraron, pero no soportaron el no besarse, se besaron con más fuerza y pasión, fue un beso que jamás habían probado, se acostaron en el suelo de aquella fría habitación, Izanami encima de Hiroshi, se durmieron entre sollozos. Izanami se levantó ese día más temprano, miró a Hiroshi y se fue de su casa, se dirigió a su apartamento en donde se echó a llorar de nuevo.

—¡No! —gritó dándole un golpe a la pared de su habitación.

«¿Por qué maldita razón te disculpaste Hiroshi?, sé que me amas entonces ¿Por qué no puedes estar conmigo?, ¿por qué ni Akima ni tu quieren estar conmigo?, mierda»

 

Hiroshi se levantó del suelo, su camisa estaba húmeda y caliente, su madre ya había llegado a su casa, bajó a la cocina en donde tomó un poco de jugo de naranja.

—Lo siento Takaraji, lo olvidé por completo.

—Lo sé, descuida.

Takaraji, en serio lo siento.

—Ya lo sé y te perdono, dejemos las cosas como están.

Él subió los escalones a su habitación y se dispuso a leer un libro, hacía mucho que no lo hacía y la verdad en esos momentos quería estar sumergido en otra realidad.

El siguiente sábado hacia un calor intenso, hacía mucho que no había un clima así en Tokio, quedaba exactamente una semana para graduarse, habían terminado todos sus cursos, ellos dos siguieron juntos, pero no era igual que antes, Hiroshi salió aproximadamente a las ocho de la noche, el aire refrescante de aquel día hacia que pudiera despejar su mente, a las ocho y media regresó a su casa.

Ring ring

Cogió su celular y contestó sin fijarse quien era.

—Buenas noches.

—Hiroshi, soy yo Izanami.

—Ah, hola.

—Hola, te llamaba para saber si ¿Querías asistir a una reunión en mi casa?

—No lo sé, no tengo ganas.

—Vamos Hiroshi, sin ti no sería divertido, todos queremos que asistas.

Hubo un momento de vacilación, pero con una voz un poco indecisa por fin dijo.

—Está bien. 

—Vale te esperó acá en mi casa.

Hiroshi colgó el celular y salió de nuevo de su casa, al llegar al apartamento de Izanami lo recibieron con una cerveza en la mano, miró a todos los presentes a quienes solo conocía a cuatro, Akima se encontraba en un rincón mirándolo con una sonrisa burlesca, la sangre de Hiroshi ardía cada vez que lo veía, volteó la mirada al otro extremo en donde se encontraba Izanami sonriéndole, él agachó su mirada y entró al sitio, varias personas estaban conversando sobre temas poco entendibles para Hiroshi, después de un tiempo uno de ellos golpeó una lata con un cubierto que había traído de la cocina, todos voltearon a mirarlo.

—Bueno muchachos, Akima tiene algo que contarnos, ¿cierto?

—Claro que sí, no me lo tienes que recordar —dijo él agachando la mirada

—Bueno hombre esto vale la pena.

—Mi novia está embarazada, me voy a volver serio con ella. 

Al decir la noticia Hiroshi volteó a mirar a Izanami quien se encontraba paralizado, sonreía, pero era una sonrisa falsa, Hiroshi lo podía notar perfectamente.

—Felicitaciones —dijeron en unísono todos los que estaban reunidos incluyendo Izanami, Hiroshi lo miró de nuevo, él estaba a punto de estallar, el resto de tiempo la pasaron bebiendo y riendo, al llegar las dos todos se fueron exceptuando Hiroshi, quien le ayudó a recoger el reguero a Izanami.

—Ahora si puedes llorar todo lo que quieras, no diré nada —dijo Hiroshi dándole la espalda a Izanami.

—No puedo. 

—¿Por qué? —Hiroshi se volteó y lo miró a los ojos.

—Todas las lágrimas que tenía las desborde contigo.

—Izanami —susurró Hiroshi.

—Todo lo que te dije es verdad —dijo él agachando la mirada, Hiroshi levantó con suavidad su rostro atrayéndolo hacia él, empezaron a besarse.

«Adiós, mi querido amor» pensó Izanami mientras lo besaba, las lágrimas cayeron por su mejilla, lloraba por Akima y por Hiroshi, jamás los volvería a ver, se separaron mirándose a los ojos, Hiroshi dio media vuelta y salió del apartamento, su corazón latía ferozmente cada vez que estaba cerca de Izanami, volvió a su casa y se recostó en su cama en donde cayó rendido.

El lunes de su última semana Hiroshi entró un poco desanimado, miró la silla de Izanami aún vacía, recordó el beso del anterior sábado. En todo el día Izanami no apareció, por lo cual, decidió ir a su casa por si algo le había pasado, suponía que este no se sentía emocionalmente bien como para asistir, antes de llegar a la casa vio como Izanami se subía a un carro que arranco detrás de un camión de mudanzas, en esos momentos un sudor frio bajó por su columna, sabía lo que sucedía, pero no quería creerlo, salió corriendo detrás del camión con su corazón en vilo, lágrimas salían de sus ojos.

—Izanami no, mi cabeza da vueltas, mi cuerpo tiembla y mi corazón palpita a mil por horas cuando te siento cerca de mí… Te amo Izanami siempre lo he hecho —gritó detrás del auto, Izanami lo volteó a mirar y le sonrió con lágrimas desbordándose por sus ojos.

—Gracias —susurró sacudiendo su mano en forma de despedida y se volvió a voltear, Hiroshi se detuvo no podía seguir corriendo, empezó a llorar desenfrenadamente. 

—Mierda no —dijo pateando una caneca de basura del sitio, volvió de nuevo al apartamento de Izanami, el cual se encontraba abierto, empezó a revisar todo el lugar, Izanami se había llevado absolutamente todo, encima de la mesa de la cocina había una carta con su nombre, la leyó mientras dejaba escapar más lágrimas.  

Hiroshi:

Te amo, maldita sea te amo tanto que odio amarte de esta manera, jamás podremos estar juntos y eso ya lo sé, por eso para no seguirnos haciendo daño, me iré de este sitio. Desde el primer momento que nos conocimos sentí que tú eras importante para mí, yo había decidido no creer en el amor, pero ya era demasiado tarde, ya tu sonrisa había hecho efecto en mí, fuiste la única persona que logro que olvidara Akima, te amo mucho más que a él, al principio mantuve la esperanza  de estar contigo, pero tú eres el chico ideal de muchas chicas, jamás me podría meter contigo, una persona heterosexual, solo estas confundido por mí, por eso me alejó de tu lado para que puedas ser feliz de nuevo, te amo Hiroshi, te amo y siempre lo hare, adiós.

 

—No, vuelve Izanami por favor —gritó Hiroshi sosteniendo el papel contra su pecho, lloró otro rato más y después salió del lugar, se dirigió a un parque cercano en donde se sentó mirando el atardecer, las lágrimas seguían corriendo por su pálido rostro, sonrió débilmente.

«Porque amarte no fue un error, solo fue algo que no predijimos ni tú ni yo, tal vez fue solo algo del destino, lo único que sé es que tal vez es hora de olvidar lo que pasó y de olvidar el sentimiento que sentimos ambos, es mejor que tú sigas con tu vida y yo con la mía, es mejor dejar en el pasado lo que sucedió y mirar hacia un próximo destino sin ti, pero siempre se consiente que siempre estuviste en mi corazón y que siempre te amé, lo siento es el fin de algo que nunca comenzó» pensó Hiroshi, el dolor consumía su alma insoportablemente haciéndolo caer en un abismo, en donde caen los sueños perdidos y las esperanzas que una vez se tuvieron, cosas que son imposibles de recuperar, él quería rehacer la catastrófica vida en la que estaba, quería que su realidad pudiera ser cambiada por sus propias manos, pero un simple humano no puede jugar a ser Dios. Y allí se quedó Hiroshi sentado en una banca del parque solo en su oscuridad.


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