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Plasmar un sentimiento por DanyNeko

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Notas del capitulo:

"Si aquellos a quienes comenzamos a amar, pudieran saber cómo éramos antes de conocerlos… podrían percibir lo que han hecho de nosotros" Albert Camus.

Cuando Marik 'nació' ni siquiera podía ser llamado una sombra. 

Era menos que eso.

Era una pequeña y débil llama oscilante.

No le importa, porque tiene una utilidad, un propósito.
Incluso la llama más pequeña puede transmitir calor, si estás lo suficientemente cerca.

Marik se aseguró de estar lo suficientemente cerca de Malik.

Se instaló en su quebrada y dolida alma con facilidad, encontró un momento ideal cuando el cuerpo de su anfitrión descansaba, y su inconsciente se alzaba. 
Así, empezó a esparcir calor.

Malik, lentamente, dejó de tener pesadillas. Siendo estas reemplazadas con sueños esperanzadores y llenos de color.

A Malik empezaron a gustarle sus sueños, eran sus pequeños momentos para ser genuinamente feliz. 
Dejó de desvelarse por las noches entre lamentos y anhelos imposibles, se dormía casi tan pronto como caía en su cama, y sus hermanos tenían que esforzarse para despertarlo.

Ahora, Malik estaba un poco más feliz, y la pequeña llama que se cobijaba en su alma empezó a crecer.

Creció con los momentos en que hacía feliz a Malik, junto con sus deseos de hacer feliz al hermoso niño… Pero también creció con los momentos de dolor y desasosiego, dónde el herido niño rogaba por alguien que lo protegiera de todo el dolor que llevaba años acumulando, de su padre insensible, del establecido futuro que no quería, del estúpido faraón por el que debían vivir así, incluso de la doble lealtad que sus hermanos mayores tenían entre él y su padre.

Malik solo quería a alguien que estuviera ahí para él. Solo para él.
Alguien para quien él fuera importante, que no le importara su familia.

Malik quería alguien para él.

Y Marik quería serlo.

Marik aprendió que crecía más rápido absorbiendo el dolor y las emociones crudas de Malik, sin embargo, nunca dejó de procurar sus sueños, acariciándolo de la única forma en que podía. Mimándolo y adorándolo como el niño merecía, de la única forma en que era capaz.

Y entonces se convirtió en una sombra.

La sombra que acunaba al pequeño y herido ángel a la débil luz de las velas.
La sombra que llenaba sus sueños de pequeños afectos, caricias, palabras de aliento y adoración.
La sombra que mantenía viva la esperanza en Malik de una salida, y de una persona que fuera solo para él.

Para Marik, Malik era su sol. Uno que brillaba muy débil por culpa de otros.

Entonces, los otros debían ser eliminados para que su sol brillara incandescente, como estaba destinado a ser.
Y Marik encontró algo que podía ayudarlo a hacer su propósito realidad.

Tomó un tiempo, pero finalmente consiguió el cetro del milenio en manos de su sol. Cuidadosamente, lo empujó a dormir y se hizo cargo de la amenaza inmediata: el padre de Malik.

A Malik no le había gustado ver como su padre maltrataba a su hermano mayor. Y, aunque a Marik no le gustaba particularmente Odion, si para su ángel era una ofensa, él tomaría venganza en su nombre.

Marik haría lo que sea por Malik. Pondría el mundo a sus pies, si su ángel así lo quería y se desharía de cualquiera que osara interponerse en el camino.

Cómo ese insulso faraón.

Su Malik sería mucho mejor. Y, si tuvieran su poder, nunca nadie más se atrevería a dañar a su hermoso sol.

Marik haría cualquier cosa por Malik, y así, sé dispuso a cumplir su propósito.

No se dio cuenta que la oscuridad que lo ayudó a crecer también estaba opacando la luz de Malik.

 

~∆~Años después~∆~

 

Las cosas en el museo de ciudad Domino eran un desastre absoluto cuando una nueva exhibición estaba por abrir sus puertas al mundo.

Los cuatro Ishtar residentes estaban de aquí para allá todo el día, afinando detalles, solucionando problemas, comprobando todo dos veces. Era un caos exprés pero necesario para que todo saliera bien.

.

Ishizu y Odion seguían trabajando mucho después de que el sol se ocultara. Marik también estaba ayudando un poco, aquí y allá, un poco más lento, mientras Malik dormitaba en el sofá-cama que habían instalado en la oficina después de la primera vez que tuvieron que lidiar con un evento como este. El más joven tenía clase mañana, por lo que necesitaba el descanso y había sido enviado a dormir antes.

Ishizu pasó cerca de su hermano pequeño, en silencio para no perturbarlo, cuando el adolescente empezó a quejarse.
La mujer se volvió para ver si lo había despertado sin querer, de algún modo, pero todo lo que vio fue la cara de sufrimiento del pelicenizo, un leve temblor apenas perceptible y oyó algunos quejidos en intervalos irregulares.

Ishizu estaba a punto de intentar despertarlo cuando Marik pasó a su lado con la expresión de un hombre en una misión. Rápidamente, el ser de oscuridad se sentó a un lado de Malik, dejando de sus sombras se alzaran suavemente (aunque aún así arrancó inquietantes escalofríos de Ishizu) y envolvió delicadamente el aura de Malik con la suya propia, mientras una de sus manos acarició suavemente los mechones de su flequillo.

— ¿Él aún tiene pesadillas? —Ishizu se tardó varios momentos en preguntar, sintiendo que interrumpía una escena que no debería estar viendo.

Marik la miró por encima del hombro, con una ceja arqueada y una expresión cruda —nunca ha dejado de tenerlas, no sé si algún día dejen de aparecer por completo —la mano libre se apretó en un puño mientras que la otra se deslizó con una delicadeza magistral, para acariciar una mejilla de Malik —hago lo mejor que puedo para disiparlas.

Ishizu suspiró. Por mucho que le disgustaba ver al ser de sombras alrededor de su hermano pequeño, sabía que Malik lo necesitaba y -lo más importante- lo quería cerca… no significaba que a ella le gustara o que se acostumbrara a la vista —tu también vete a dormir. Odion y yo seguiremos con esto.

Marik le dio una mirada levemente sorprendida a la hermana mayor de su ángel (no lo atraparían vivo ni muerto llamándola hermana también) pero no cuestionó. En cambio, se sacó la chamarra y los zapatos, y se movió para unirse a su luz en el sofá-cama
Incluso con Malik dormido, ambos se acoplaban con facilidad. El menor se movió hacia su yami, reconociéndolo aún en la inconsciencia y aferrándose a él en busca de comodidad y afecto, cosas que Marik estaba más que feliz de proporcionar.

Marik acarició a Malik tanto físicamente como espiritualmente. Besando su frente y su pelo, acariciando su nariz y mejillas, enredando sus piernas al igual que sus auras mientras se acomodaban en el camastro con la misma facilidad que si fuera su amplia y cómoda cama de vuelta en casa.

Malik zumbó y tarareó felizmente mientras se acurrucaba en los brazos de su otra mitad. Las pesadillas completamente desechadas en favor de las atenciones y la adoración cruda e inagotable que su otra mitad prodigaba infinitamente. Porque Marik nunca se cansaría de transmitirle a Malik cuánto lo adoraba.

Marik era lo único que podía hacer que la luz de Malik brillara en todo su esplendor, como el sol que era. A cambio, la luz de Malik jamás volvería a permitir que Marik fuera consumido en la locura de la oscuridad desequilibrada.


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