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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Notas del fanfic:

Debido a un error de este sitio, no puedo acceder a mi cuenta anterior. Este es el fic activo, el otro con el mismo título ya no se actualizará.

***

Traducción al español del fic escrito originalmente en italiano "Risorgere dalle ceneri di Herbay", concluido en su versión original.


Traducción autorizada por la autora (que soy yo misma :-D).

Correcciones lingüísticas realizadas por Arwen Diosa.

 

Dana Burn.

Riki consiguió convencer a Katze de que lo llevara a Dana Burn para encontrarse con Guy y arreglar las cosas.

"Espérame aquí fuera", le dijo el mestizo. "Guy no está bien y no sé cómo podría reaccionar si te viera. Podré convencerle de que salga de ahí y deje esta locura". Dicho esto, entró en la fortaleza abandonada.

Caminaba con dificultad, cojeando y sudando profusamente. Katze no estaba seguro de que fuera capaz de realizar tal esfuerzo físico y se maldijo internamente por no haber seguido su primer instinto de llevarlo a Eos para que lo trataran.

Volvió a intentar ponerse en contacto con Iason, pero sin éxito. El comunicador del rubio era inalcanzable. Quizás fue lo mejor, Katze aún no se sentía preparado para decirle a su amo que su mascota había sido secuestrada y enmasculada por un antiguo amante enloquecido.

¿Cómo habría reaccionado Iason ante la noticia? Con ira, seguramente. Si Riki hubiera conseguido hacer entrar en razón a Guy, no habría sentido ninguna compasión por su locura. Tal vez incluso Katze hubiera terminado siendo víctima de su ira por acompañar a Riki a Dana Burn en lugar de llevarlo a un lugar seguro. Pensando en posibles castigos, trazó sus dedos sobre el surco irregular de su mejilla marcada.

De repente, el sonido de una fuerte explosión.

Katze no perdió tiempo, atravesó la gran puerta de acero y comenzó a correr por los húmedos y poco iluminados pasillos de la fortaleza. El interior era un laberinto y no sabía por dónde se había ido Riki, pero la pesada capa de polvo que cubría el suelo se había desplazado en los puntos en los que pares de pies lo habían pisado recientemente. Esto lo guió.

Una segunda explosión sacudió las paredes. Fragmentos de piedra y metal cayeron del techo. El rugido de algo enorme que se estrellaba contra el suelo obligó a Katze a taparse los oídos y a dejar de correr por un momento.

Algo voló en su dirección. Era un cuerpo humano, Katze lo reconoció como Guy. Estaba inconsciente y en mal estado, pero aún vivo. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba Riki?

Cuando la nube de polvo se despejó, lo vio. El mestizo estaba al pie de una pendiente, arrodillado junto a un montón de escombros.

"¡Riki levántate! ¡Vamos! Todo se está desmoronando", gritó, corriendo hacia él. Sin embargo, la imagen que le recibió fue inesperada.

Iason estaba allí, en el suelo. La pierna derecha girada a la altura del tobillo. El muslo izquierdo cortado por encima de la rodilla. El hueso metálico expuesto que relucía brillante. La sangre azul que goteaba de las heridas. Riki estaba ante él, pálido y tembloroso. 'Ve, no hay tiempo. Pon a Guy a salvo', habían sido las palabras que acababa de pronunciar Iason y que el comerciante había interrumpido. Ambos se volvieron sorprendidos hacia él.

Katze se sintió disgustado al ver a su Maestro en tal estado, pero su entrenamiento y sentido común superaron su consternación. Con frialdad, se hizo cargo de la situación. "Riki, ve con Guy. Yo me encargaré de Iason".

Si había una persona en la que Riki confiaba y a la que no se opondría a una orden, ese era su jefe del mercado negro, Katze. Confiando en que dejaba a Iason en buenas manos, hizo lo que se le había ordenado.

No había tiempo para formalidades. Katze rodeó el torso del androide con sus brazos y aseguró un agarre tan firme como pudo. "Mi señor, le sacaré de aquí. No puedo levantar su cuerpo, pero intentaré arrastrarlo".

"Procede", aceptó Lord Mink.

Caminando hacia atrás, consiguió moverlo lentamente. Iason - cuyo esqueleto estaba hecho en su mayor parte de titanio - era extremadamente pesado, pero Katze luchó contra sus propias limitaciones humanas y siguió adelante sin detenerse. La vida de su Maestro dependía exclusivamente de él en ese momento. No podía fallar. Descubrió una fuerza que ni siquiera sabía que poseía.

El androide permaneció en silencio, ni un gemido a pesar de la carne expuesta que se desgastaba sobre la piedra áspera y mugrienta, dejando tras de sí un rastro azul de sangre Elite. Llegaron a la salida casi simultáneamente con un Riki exhausto que llevaba el cuerpo desmayado de Guy.

Katze no podía perder la claridad. "¡Al coche, rápido!" Y, "¿Riki, puedes hacerlo? Necesitaré tu ayuda".

"Por supuesto", contestó el mestizo con un hilo de voz.

Cargaron a Guy en el asiento delantero y a Iason - que ayudó usando la fuerza de sus brazos - en el trasero. Riki se sentó a su lado.

Katze se puso al volante, arrancó e inmediatamente pisó el acelerador para alejarse a toda velocidad. Justo a tiempo. A los pocos minutos de su partida, la onda expansiva de una enorme explosión los empujó por casi medio kilómetro, haciendo girar el vehículo sobre sí varias veces.

Una vez restablecido el rumbo, Katze dio algunas indicaciones. "Riki, tenemos que frenar la hemorragia de Iason. Hay un botiquín de primeros auxilios bajo el asiento delantero. Usa torniquetes, vendas, gasas, lo que sea. Limpia la herida con un antiséptico".

Riki hizo lo que se le indicó. Limpió suavemente la sucia carne y aplicó gasas y cordones para limitar el flujo de sangre. Iason, recostado en su asiento, permaneció en silencio. Los músculos de su rostro, ligeramente contraídos por el dolor, no desvirtuaban en general su porte solemne. Acariciaba suavemente el lomo de su mascota para tranquilizarla.

Cuando terminó, las manos y los brazos de Riki - temblorosos por el nerviosismo - estaban salpicados de sangre androide. El joven apoyó su mejilla en el pecho del rubio. "Lo siento. Lo siento", logró susurrar, antes de ceder a un ataque de llanto silencioso.

Iason tomó su cabeza entre las manos y le acarició el pelo. "Te encontré, Riki. Todo lo demás no importa".

Amo y mascota permanecieron en silencio durante unos minutos, respirando y oliendose el uno al otro. Con el corazón palpitando ante la huida del peligro, intentaban evitar de pensar en lo que ambos habían perdido.

Un infierno de fuego y polvo era visible a través de la ventanilla del vehículo aéreo. Iason siguió acariciando los queridos mechones de ébano de su mestizo mientras sondeaba las intenciones del conductor. "Informa de tu destino, Katze".

"Me dirijo a la Torre de Júpiter, Maestro. Allí repararán su cuerpo y curarán a Riki".

"Permiso denegado. En Tanagura me vería obligado a informar a Júpiter del motivo de mi estado. Como resultado, Riki sería eliminado y mi mente despejada y restablecida para el desempeño de mis funciones. Elabora otro destino".

Katze jadeó. No había previsto un resultado tan extremo, pero Iason tenía razón. Esto era exactamente lo que sucedería si la I.A. se enterara de que su hijo favorito se había dejado mutilar de tal manera para salvar a una mascota y al humano mestizo que lo había secuestrado.

"Conozco una clínica de Mistral Park. A cambio de un gran pago en efectivo por adelantado, trabajarán de forma diligente y discreta, no harán preguntas y no exigirán ninguna identificación. Personalmente he tenido ocasión de dirigirme a ellos por varios asuntos relacionados con el mercado negro".

"Es aceptable, Katze, llévanos allí".

***

Cuando llegaron al lugar, Katze salió del coche e informó a la sala de emergencias que tenía tres heridos a bordo. Varios enfermeros con camillas se dirigieron inmediatamente al vehículo.

Riki se resistía a que lo llevaran, pero en el momento exacto en que se levantó, se dio cuenta de que el dolor era demasiado intenso para caminar. La emoción y la adrenalina de Dana Burn le habían sostenido durante su huida de la fortaleza, pero ahora su estado de debilidad estaba superando su fuerza espiritual. Los analgésicos que había ingerido antes de ponerse en contacto con Katze habían agotado sus efectos y debían de haberse abierto algunos puntos, a juzgar por las manchas de sangre que se extendían por la entrepierna de sus pantalones. Así que no tuvo más remedio que aceptar subirse a la camilla.

El levantamiento de Iason requirió la participación conjunta de cuatro enfermeros. Guy seguía inconsciente.

El jefe de la clínica, que reconoció al boss del mercado negro, se dirigió a él con la máxima amabilidad y comprendió perfectamente la situación. Estaba acostumbrado a los casos que requerían secreto y a recibir pacientes 'especiales' - normalmente extraterrestres humanoides o quimeras modificadas genéticamente. Era la primera vez que trataba con una Élite, ya que eran inmortales, extremadamente difíciles de herir y no enfermaban, aparte de que las escasas veces que las Élites necesitaban algún tipo de servicio médico acudían directamente a la clínica de la Torre de Júpiter, pero le aseguró que los medios y el personal a su disposición le ofrecerían la mejor atención posible.

***

El primero en salir del quirófano fue Guy. Katze lo miró de pasada. Le dijeron que habían tenido que amputar uno de sus brazos - las partes internas del miembro, es decir, los huesos, los nervios, las venas y los músculos, estaban demasiado dañados para intentar una reconstrucción - y que tenía varias costillas rotas y fracturas faciales, pero que su vida no corría peligro.

Katze asintió con desinterés. En ese momento no le importaba mucho el estado de salud de Guy. Si hacer que lo trataran no fuera una petición explícita de su Maestro, lo habría abandonado a su suerte en un callejón.

El segundo fue Iason. Su tobillo derecho había sido reposicionado adecuadamente, los huesos de titanio reparados y soldados, los elementos dañados reconstruidos y las heridas suturadas. Dada la acelerada curación de los Blondies, volvería a ser funcional en poco tiempo. Mientras tanto, tendría que permanecer inmovilizado. Para ello, se le había colocado una especial bota metálica rígida.

Sin embargo, en lo que respecta a la pierna izquierda, los cirujanos no pudieron hacer mucho más que ligar los nervios y los vasos sanguíneos, limar el fémur y suturar el muñón. Por muy avanzada que fuera, la tecnología médica de Amoi no podría regenerar un miembro cortado, ya sea humano o androide. El único que podía hacer que Iason volviera a estar entero era Júpiter, pero a un gran precio.

Lord Mink había sido consciente de ello desde el principio. Estaba despierto y lúcido cuando lo llevaron a su habitación. Su expresión, tan serena e impasible como siempre, hacía parecer que no acababa de salir de un accidente con riesgo de muerte y una complicada cirugia.

Riki permaneció en el quirófano durante mucho tiempo, hasta el punto de que Katze - a petición de Iason - fue a preguntar por el motivo del retraso. Se le explicó que, aunque el paciente estaba fuera de peligro, estaban procediendo con algunas técnicas urológicas experimentales e innovadoras.

Era bien entrada la noche cuando Riki, aún dormido, fue llevado a la misma habitación que Iason, que había estado despierto esperándole.

Los últimos diez días habían sido extremadamente dolorosos para Lord Mink. Desde la desaparición de Riki, había seguido desempeñando sus funciones políticas y mantenido una fachada fría y distante, soportando la mirada vigilante de Júpiter, aunque por dentro su alma estaba inquieta y atormentada.

¿Dónde estaba Riki? ¿Por qué había desaparecido de repente justo cuando creía que había logrado encontrar un compromiso entre poseerlo y permitirle mantener cierto grado de libertad y autonomía? ¿Por qué no funcionaba el rastreador de su anillo? Estas preguntas le habían destrozado interiormente y le habían causado días y días de agonía sin dormir.

Luego, finalmente, esa reveladora llamada telefónica.

La razón: un secuestro.

El culpable: Guy, su antigua pareja.

Riki no había escapado, había sido secuestrado. Iason no había fallado.

Con claridad y conciencia, había aceptado ir solo a Dana Burn para negociar la liberación de Riki. Pero entonces, al descubrir que el secuestrador no quería devolverle, que Riki no estaba allí, al ver que le habían quitado su anillo de mascota y comprendiendo la forma como se lo habían hecho, Iason perdió la cabeza y la ira se apoderó de él.

Un único e irracional pensamiento: matar al que había herido a Riki y destruirlo todo.

Los derrumbes y las explosiones no habían logrado detenerlo, pero el sonido de la voz de Riki había hecho el milagro. Descubrir que estaba vivo, que estaba allí. Envolver sus brazos alrededor de él. Aquel calor palpitante hizo que Iason recobrara el sentido.

Le hubiera gustado llevarlo a un lugar seguro y retomar sus vidas donde las dejaron, pero Riki no podía salvarse de sí mismo y de sus remordimientos. No podría haber sobrevivido sabiendo que había sido la causa de la muerte y la locura de Guy sin al menos intentar salvarlo.

Así que lo había hecho. Por Riki. Había recogido al hombre que le había quitado lo que más quería en el mundo y que había intentado matarlo. Incluso cuando se había dado cuenta de que no podía ir más lejos, su único pensamiento había sido hacía Riki. Ve, pon a Guy a salvo, vive. Iason estaba dispuesto a morir solo en Dana Burn con tal de que su mascota viviera sin remordimientos.

La llegada de Katze fue totalmente inesperada, al igual que el descubrimiento de que todos podían salvarse.

Tres vidas rotas cuyos pedazos había que recomponer. Tres nuevas esperanzas para el futuro.

Finalmente, el androide apagó sus sensores y cayó en la inconsciencia.

***

Cuando le ofrecieron a Katze una habitación y una cama para pasar la noche, aceptó con gusto. Estaba agotado. No tendría fuerzas para volver a casa y enfrentarse al mundo exterior.

Todos los habitantes de Amoi sabían de la gran explosión de Dana Burn que había sacudido el planeta y dañado gravemente los sectores cercanos de Ceres y Herbay. Este último, en particular, había sido completamente destruido. El orfanato de Guardian sólo se había salvado porque había levantado su cúpula protectora a tiempo, lo que también había evitado la aniquilación de gran parte del barrio marginal que había detrás, pero el resto había quedado reducido a un montón de escombros.

Por no hablar de la ausencia de Iason en Eos. Debería haber dado muchas explicaciones para las que aún no se sentía preparado.

Tras echar una última mirada a los dormidos Iason y Riki, Katze salió al balcón y encendió un cigarrillo. Llevando el humo a su boca, arrullado por el silencio y la familiaridad de las lunas gemelas, sus sentimientos se liberaron, su pecho tembló y las lágrimas comenzaron a fluir.

Eran lágrimas de alivio por lo que podría haber sucedido y no sucedió. Había estado tan cerca de perderlo, pero su amo había sobrevivido. Riki, sin quien sabía que la existencia de Iason perdería sentido, también estaba vivo.

Terminó su cigarrillo, se tragó sus emociones y recuperó la compostura. Con ese reconfortante calor en el pecho, él también se fue finalmente a descansar.


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