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Vuelo 212 por Ultraviolet

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Notas del capitulo:

Buenas tardes a todxs!!!

Os dejo por aquí un fic que una amiga mía empezó hace un tiempo y dejó estancado, ahora he venido yo a darle vidilla de nuevo ;)Espero que os guste y le deis una oportunidad!!

Grito.

 

(De gritar).

 

1. m. Voz muy esforzada y levantada.

 

2. m. Expresión proferida con esta voz.

 

3. m. Manifestación vehemente de un sentimiento general.

 

4. m. Chirrido de los hielos de los mares glaciales al ir a quebrarse por estar sometidos a presiones.

  

Gritos, gritos y más gritos… ¿Pero de dónde provenían esos gritos? ¿De quiénes? Y lo más importante… ¿Por qué?

 

Todo estaba negro, muy negro…

 

Me revolví sobre mí misma, sintiendo como cada parte de mi cuerpo pesaba y dolía. Cada trago de saliva era como una puñalada en mi estómago. Mi boca tenía un sabor metálico y por mi garganta corría un líquido tibio y espeso que luchaba por salir a través de mi boca.

 

Abrí levemente mis párpados, observando con borrosidad todo mi entorno. Veía siluetas correr de un lado a otro, gritando, llorando desesperadas… ¿Qué estaba pasando? Aquel tibio y espeso líquido corría con fluidez por mi rostro… Encogí mis brazos, palpando y hundiendo mis manos en unos suaves y finos granos de arena.

Abrí mis ojos con sorpresa ante el tacto, ¿Dónde estaba? Lo último que recuerdo era que estaba en… ¡El avión! Levanté mi rostro con rapidez al sentir la adrenalina recorrer todo mi cuerpo. Y entonces entendí el porqué de los gritos: el avión estaba partido por la mitad, siendo la cola de éste lo único que se encontraba varado en la playa. Numerosos cadáveres y cuerpos heridos tanto en la arena de la playa como flotando en el mar. Los supervivientes corrían de un lado a otro intentando ayudar a los heridos y otros se dedicaban a apartar a los muertos.

 

-          ¿¡Eva!? – Gritaron a mis espaldas. - ¡Venid, Eva está viva! ¡Ayudadme! - Intenté levantarme, pero sentía un gran peso a mi espalda. – No te muevas, tienes una parte del ala del avión sobre ti. ¡A la de tres! ¡Una, dos! Y… ¡Tres! – Grité al sentir como el peso se desvanecía y mis pulmones se llenaban de aire.

 -          Gracias… - Dije en un suspiro ahogado y me intenté levantar. - ¡¡Agh!!  – Apreté mis dientes al sentir un gran dolor en mi rodilla izquierda.

 -          Tienes la rodilla dislocada, Eva. Deja que nos encarguemos de los demás heridos y… 

-          No. – Grité y me intenté reincorporar de nuevo sobre mi otra pierna. - ¡Yo también voy! 

-          ¡Pero si no puedes andar! – Me agarró e impidió que avanzara.

 -          Robert, te juro que como no muevas tu culo de mi vista… - Intenté dar un par de pasos, pero perdí el equilibro al apoyar la pierna de la rodilla dislocada y Rachel me sostuvo. 

-          Yo me quedaré con Eva. – Dijo ella. – ¡Tu ve a ayudar a los demás! – Robert me miró y asintió, para alejarse de nosotras corriendo hacia el mar.

 -          Me hacéis sentir como una inútil. – Me senté derrotada sobre la arena, seguida de Rachel. – No podéis dejarme en la estacada y evitar que ayude a los demás

 -          Tú estás herida también. - Suspiró y se agarró el costado con dolor. – No puedes ni siquiera moverte… 

-          ¡Todos estamos heridos! ¡Acabamos tener un puto accidente de avión! ¡El milagro es que estemos vivos! – Me volví a levantar. – ¡Lo que no podemos hacer es quedarnos quietas! ¡Hay gente que está muriendo! – Apoyé mi pierna izquierda sobre la arena, sintiendo una gran punzada de dolor, volviendo a perder el equilibro. – ¡Joder! - Suspiré y agarré mi rodilla dislocada, pensando durante unos segundos. – Ayúdame a volver a colocarla en su sitio.

- ¿Estás de coña? – Contestó Rachel. – Eres tú la que estudia medicina, no yo.

- ¡Es muy fácil! ¡Confía en mí! – Agarré sus manos, todavía viendo la inseguridad en sus ojos. - ¿Notas el hueso? – Aguanté el dolor mientras Rachel palpaba la zona con una mueca de disgusto, asintiendo finalmente. – Agárralo fuerte, tirando hacia la derecha. A la de tres, ¿Preparada?

- Debería estar tranquilizándote yo a ti, y no al revés. – Sonreí, por lo irónico de la situación. – Preparada.

- 1, 2… - Y sin previo aviso, Rachel tiró de la rodilla, fuertemente hacia el lado donde le había indicado, volviendo a colocarlo en su sitio. Un grito ahogado salió de lo más profundo de mi garganta, mirándola con un interrogante. - ¡Te he dicho a la de tres!

- Perdón, mi dentista lo hace así. – Me ayudó a levantarme, empujándola levemente.

- ¡PUES CAMBIA DE DENTISTA INMEDIATAMENTE!

- Puedes andar, ¿no? ¡Pues ya está! – Intentó empujarme, pero una punzada de dolor atravesó su abdomen y tosió con dificultad.

- ¿Estás bien? Deja que te vea. – Me acerqué mostrando preocupación, pero ella evitaba el contacto.

-          No. – Me agarró el brazo, evitando que la examinara. – Hay gente que está mucho peor. – Sonreí con tristeza ante la situación, pero feliz de la actitud de Rachel.

 -          Tienes razón. – Concluí. - Ayuda a Robert por esa parte, yo iré con Rebeca. – Asintió, corriendo hacia aquella parte. - ¡Rebeca!

 

-          ¡Eva! – Gritó al verme. - ¡Necesito levantar esto! – Agarró un gran pedazo que se había separado de la cola del avión y estaba atrapando a uno de los tripulantes.

 

-          Te sacaremos de aquí, tranquila. – Intenté calmar a la pelirroja atrapada y asintió desesperada. – Rebeca, ¡A la de tres! – Asintió. – Una, dos… ¡Tres! – Intentamos entre las dos levantarlo, pero fue inútil. Pesaba demasiado.

 

-          Iré a buscar ayuda. – Se adelantó a decir Rebeca.

 

-          Yo también iré… - Pero cuando me iba a levantar, la pelirroja me agarró.

 

-          No te vayas, por favor. – Me quedé mirándola a los ojos y asentí, tranquilizándola.

 

-          Tranquila, no me moveré. – La agarré de la mano, intentando que se tranquilizase. – Dime… - Eché un vistazo a su uniforme y llegué a la conclusión de que era una de las azafatas. - ¿Eres una de las azafatas? – Asintió. - ¿Por qué hemos tenido el accidente?

 

-          No lo sé… -  Tragó saliva pesadamente. – Tuvimos un aviso de emergencia y… - Ahogó un gemido de dolor. – Me duele mucho la pierna. – Apretó sus dientes y clavó sus uñas en mi mano.

 

-          Tranquila, no hables. – Cogí aire. – Luego hablaremos de todo, ahora la prioridad es salvar a los que podamos. Respira, por favor.

 

-          ¡Eva! – Rebeca vino corriendo junto a dos hombres. – ¡Ahora sí que podremos levantarlo! – Los cuatro nos dispusimos a levantar el gran trozo de metal que impedía a la azafata moverse. – Cuando de la señal, todos tiramos hacia arriba. ¿De acuerdo? – Todos asintieron. - ¿Preparados? ¡Ahora! – Pudimos levantar el enorme pedazo de metal, pero todos nos quedamos parados al ver como la azafata no dejaba de gritar. Ladeé mi cabeza y observé un gran río de sangre correr por su muslo. - ¡Bajadlo, bajadlo! – Lo volvimos a bajar con cuidado.

 

-          Ahora mismo, este trozo de metal es lo que mantiene con vida a la azafata. – Crucé mi mirada con la seria de Rebeca y la de los dos hombres. – Es el mismo trozo de metal el que está taponando la herida, está actuando de torniquete.

 

-          ¿No hay ninguna manera de poder salvarla? – La azafata cerró los ojos, aguantando un sollozo.

 

-          Sí, lo hay. – Dije, analizando todas las opciones que pasaban por mi cabeza en ese momento. – Pero vamos a tener que hacerlo muy deprisa. – Todos asintieron, dispuestos a ayudar a la pobre azafata que estaba atrapada. – Pero antes… necesito un cinturón. – Miré a los dos hombres, que inmediatamente desabrocharon sus cinturones, dispuestos a ayudar. – Necesitaré este. – Agarré el más grueso y volvimos a ponernos en posición. – Cuando dé la señal, levantáis el metal, yo me apresuraré para hacerle un torniquete con el cinturón. – Levanté mi vista, asegurándome de que todos estábamos preparados. - ¡Ahora! – La sangre volvió a resurgir como si fuese un río que discurría por la pierna de la azafata, me apresuré a colocarme a un lado y a taponar la herida con el cinturón, haciendo un fuerte torniquete que impedía a la sangre volver a salir. - ¡Perfecto, chicos! Apartadla de la playa, ¡vamos a socorrer a los demás heridos! – Los dos hombres cargaron a la azafata con cuidado. – Luego te echo un vistazo, no te preocupes. – La azafata asintió agradecida.

 

-          ¡Rebeca, vamos! – Fuimos con Robert a ayudar a los demás heridos.

 

-          Aquella chica tiene la pierna rota, esas tres personas de ahí tienen hombros dislocados y heridas superficiales… estos de aquí… - Nos explicó, ya que había separado a los heridos en función de la gravedad de sus heridas. – Estos de aquí son los más graves: hemorragias internas, varias fracturas… - Suspiró y se giró. – Y estos… son los muertos que hemos encontrado hasta ahora. – Giré mi rostro, observando una gran pila de muertos. ¿Cuántos habrían? ¿30?

 

-          Dios mío… - Suspiré, al mismo tiempo que Rachel. – ¿Ya no hay más personas?

 

-          No que nosotros hayamos visto. Aquí estamos todos los que viajábamos en la cola del avión.

 

-          ¿Todos? – Asintió.

 

-          Hemos contado 45 muertos, Eva. – Tosí con angustia, dejando la sangre fluir a través de mi boca, la cual limpié con el dorso de mi mano. - ¿Estás bien?

 

-          Un leve golpe interno, no te preocupes. ¿Cuántos estamos vivos?

 

-          Por el momento somos 23 personas.

 

-          Vale, vale... – Pensé durante varios segundos, conteniendo la adrenalina que corría por mis venas. – Vamos a atender a los heridos, después iremos a la cola del avión y salvaremos todo el equipaje que esté en él, además del botiquín, comida y bebida. – Miré a cada uno de los chicos y esperé a que asintieran. – Después haremos un recuento con los nombres, la edad, la procedencia y la profesión de cada superviviente. ¿De acuerdo, chicos?  - Asintieron, dándome el liderazgo de la situación, como casi siempre. O siempre.

 

 

 

Me encargué de atender a los heridos, conociendo a cada uno de ellos e intentando tranquilizarlos. Rachel, Rebeca, Robert y Nico, junto a algún herido medianamente recuperado, organizaron la comida y la bebida tras sacarlas de las reservas del avión. Así como los equipajes, que los organizamos todos en un mismo rincón para utilizar la ropa, sábanas, utensilios, herramientas… Lo que sea para poder sobrevivir.

 

Ya había anochecido, los muertos se encontraban a un lado de la playa, esperando un entierro digno. Todos los supervivientes nos encontrábamos alrededor de una pequeña hoguera creada gracias a uno de los hombres que me habían ayudado anteriormente con la azafata. Todos estábamos callados, tristes, en shock… Nadie podía creerse lo sucedido.

 

-          Kate. – Llamé la atención de la azafata, cuya mirada se encontraba perdida en algún punto de la hoguera. - ¿Cuántas personas iban a bordo en el vuelo?

 -          En total… unas 183 personas contando a las azafatas y a los pilotos…

 -          45 muertos… 23 vivos…  - Suspiré. – Somos 68 personas en la playa.

 -          ¿Qué quieres decir?

 -          Faltan 115 personas que viajaban en la parte posterior del avión. – Masajeé mis sienes, analizando la situación. – El avión se partió antes de estrellar… -  Recordé con angustia la situación. Levanté mi vista, encontrándome con la atenta mirada de todos. – Con un poco de suerte… la parte posterior del avión también está en la isla.

 -          Entonces tenemos que ir a buscarlos.

 -          Mañana organizaremos todo esto primero. – Suspiré. – Después iremos a buscar al resto.

 

-          ¿Y si vienen a por nosotros? ¿Y si vienen a buscarnos?

- No iremos todos. Organizaremos un pequeño grupo de búsqueda y el resto se quedará aquí.  

-          ¿Crees que… los pasajeros de la parte posterior del avión están vivos?- Preguntó la azafata, con ambas cejas alzadas.

 

-          Nosotros lo estamos – Coloqué mi pelo a un lado. – Aunque solo haya una persona viva… habrá merecido la pena el esfuerzo de ir a encontrarles.

 -          Iremos mañana. – Se levantó Robert. – 2 de nuestros amigos viajaban en la parte posterior.

-        Mi esposa y mi hijo también viajaban en la parte posterior del avión. Iré con vosotros. – Uno de los hombres que anteriormente habían ayudado a encender el fuego, se adelantó al resto, así como un par de personas más.

 -          Lo organizaremos todo mañana, chicos. Ahora tenemos que descansar. -. Eché un vistazo a los tres de los niños supervivientes, escondidos en los brazos de sus padres. – Hay que mantener la calma. – Miré a todos los supervivientes. – Tarde o temprano vendrán a por nosotros. El milagro es que estemos vivos. - Tomé aire, intentando afrontar la situación.

-        ¿De verdad crees que vendrán a por nosotros? – Me preguntó Robert, una vez que nos aislamos del resto del grupo.

-        Sinceramente, no lo sé. Pero… solo nos queda tener fe. – Coloqué las manos sobre sus hombros. – Mi prioridad ahora es encontrar a Liz y a Rick.

Notas finales:

Quiero leer vuestras críticas, opiniones y todo lo que queráis!Son muy buen recibidas!!

Nos leemos!!!!!!


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