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La primera vez. por dark kirito

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# La primera vez #
Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo.

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La primera vez.

Alguien que ha vivido nueve veces ya con nada se sorprende.

Yunan x Aladdin

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Se puede llegar a pensar que Yunan no quiere escoger más candidatos a rey y por ello es que se ha recluido en la gran falla pero, no es a los conquistadores lo que este magi rehúye, sino a la humanidad en general. ¿Por qué escoges a una persona como tú candidato? Porque hubo algo en ella que le destacó del resto, que le hizo diferente, que llamó su  atención y sin notarlo, es lo más parecido al amor que hay. Si, el sistema magi, el sistema ideado por el rey Solomón, aquella persona que no quería estar sola, que pensó en un vínculo cimentado en el sentimiento más puro y que más fortaleza le da a los seres vivos además de inspiración, el amor y siempre el amor. Tan claro, sencillo y hasta “tosco” por lo primitivo que puede ser, tan básico y aún así ha terminado con la vida de muchas personas, ha iniciado guerras e incluso destruido países. Es algo tan sublime y majestuoso que llega a la aberración. Nueve vidas han sido más que suficientes para Yunan, eligió a un chico amable y valiente que se convirtió en tirano y con el tiempo le asesinó, fueron esas mismas manos que acariciaban su cabeza para felicitarlo, las que sostuvieron la espada que atravesó su pecho, no podía creerlo, aún hoy día se niega a aceptar la traición y odio que le profesaba su primer amor. Cuando reencarnó le costaba confiar en las personas pero una chica le devolvió la fe, le hizo arriesgarse de nueva cuenta. Ella era tan dulce y gentil que inspiraba respeto, más fue asesinada frente a sus ojos sin que nada pudiera hacer, le faltaba maldad. Esto se repitió hasta el cansancio. Humanos que son buenos se corrompen con el poder. Humanos buenos a los que les falta un poco de maldad. Humanos malos que fingen ser buenos demasiado bien. Humanos tibios que no se inclinan hacia ningún lado de la balanza y encuentran un terrible final en manos de aquellos decepcionados. Humanos malos que confiando se volvieran buenos solo se hicieron peores. Llegado a cierto punto se preguntaba qué buscaba, ni el lo tenía claro. Estaba hastiado pero ni así sentía repulsión, únicamente terror. Ya no tenía la fortaleza para depositar su fé en alguien, la perfección no existe. No soportará el equivocarse de nuevo, es por ello que si ha de convivir lo hará lo menos posible. “Déjenme en paz” es lo que se dice internamente mientras le sonríe a Aladdin que ha ido a visitarle sin razón aparente.

—¿A qué debo el honor de tu visita? — interroga con una falsa expresión amistosa.

—Bueno Yunan-onisan, tengo la impresión de que estés fastidiado de algo — vaya, no esperaba ser tan evidente — sería bueno que salieras a tomar aire fresco, a distraer la mente. Verás como pronto te sientes más ligero — si, siempre ha considerado a Aladdin como el típico niño dulce, ingenuo e inclusive vacío — Si no tienes a dónde ir, puedo acompañarte — tan solicito y ofrecido, el tipo de persona que cae en cualquier tipo de treta que le pongan —¡Vamos a un burdel a tocar pechos de las onesan!

Yunan quedó boquiabierto. Espera… ¿qué? Ese mocoso calenturiento si que inspira… inspira… ¿por qué dice algo tan vulgar e impropio con la más encantadora expresión que haya visto jamás? ¿Es que Aladdin no pensaba en ello como un acto prohibido? ¿Qué de interesante puede tener el acariciar los senos a una desconocida? Y así por primera vez en años había algo que se sobreponía al miedo, intriga. No es necesario decir que esa noche fue un rotundo desastre, de inmediato le quedó claro a Yunan que no tendría ningún tipo de revelación espiritual, si ahí algo hubo se limito a lo carnal. Si que era de alarmarse lo atascado que era el niño que no hallaba paz ni sosiego al estar enterrado en la voluptuosidad femenina, poco le faltaba para babear cuál animal hambriento en busca de alimento. Incluso tenía la impresión de que le ignoraba, así que sintiéndose despreciado el rubio tomó una copa de vino, con ello mataría el tiempo y no tendría ese complejo de haber sido superado, más esa copa fue reemplazada por una más, luego un vaso, varias jarras y un montón de botellas… o era ello lo que su cuerpo libre de vicios le hizo sentir luego del primer trago que derivó en imágenes que le daban vueltas. Estando desorientado optó por recargarse en el sillón y cerrar los ojos, total, pronto pasaría. Aún así el malestar no desaparecía, era como dar piruetas en un remolino. El corazón se le aceleró  y un sudor frío le recorrió la espina. Llegó a suponer que moriría en un lugar de nota dudosa y moral relajada. Si perecería ahí y a nadie le importaba. Abrió los ojos solo para encontrar a pocos centímetros unos zafiros.

—¿Quieres que te lleve a casa? — le interroga el infante con genuina preocupación.

—No es necesario, solo no estoy acostumbrado… creo.

—Lo lamento, quería animarte y me deje llevar.

—¿Animarme? — dice confuso. Si bien en su interior es todo un embrollo emocional, se las ha arreglado para aparentar felicidad, de menos tranquilidad, con tal eficacia que su máscara ha engañando al mismísimo rey de los siete mares; y ahora viene a enterarse de que un simple niño se ha percatado de su secreto mejor guardado. Frunce el ceño.

—Espera aquí, voy por un poco de agua.

Yunan se quedó solo con sus pensamientos, con decenas de preguntas. ¿Es que el ser el hijo de Solomón hacia a Aladdin diferente? ¿Estaba equivocado al suponer que era igual a los demás humanos? Siendo un magi de Alma Toran, ¿podía ver su alma cuan vaso cristalino?

El mayor coge el receptáculo con el líquido una vez se lo entregan, bebe lentamente. No se fía. Ya sea porque se ha refrescado o por la alerta en cada partícula de su cuerpo pero está en sus cinco sentidos. Deja el vaso en la mesa y mira con seriedad al pequeño.

—¿Cómo te has dado cuenta? — expresa agresivamente.

—Bueno… — luce incómodo. Posiblemente no quiera descubrirse ahora, tal parece que las sospechas sean acertadas, contempla el techo, a la lejanía — Hubo un tiempo en que no sabía nada, incluso ahora, eres un magi mucho más experimentado que yo. Pero hay algo en lo que soy experto — sonríe con tristeza, le toma del rostro — soledad. Es lo que veo en tus ojos. No sé por lo que has pasado, también entiendo que somos personas distintas con experiencias diferentes, no puedo prometer que seré de ayuda, a lo mejor solo estorbo pero al menos habrá alguien que te escuche.

—Oh vamos Aladdin, no seas insolente. ¿Qué podría necesitar de alguien como tú? Si es todo lo que tenías por decir, me has subestimado — Yunan no pretendía ser tan poco amigable, le recuerda a aquella vez en que encerró al niño con él en una cabaña hecha con alquimia, Aladdin fue secuestrado y estaba más impresionado por el conjuro que otra cosa.

—¿Es así?

Vaya que la interrogante le dejó helado y sin palabras. A veces Aladdin le daba un poco de miedo, más que el resto, era impredecible. Así como podía llorar podía ser casi frío al analizarle con una desafiante mirada de la que no podías huir. ¿Y ahora? ¿Qué es correcto? ¿Discutir, acceder? Es que todas las opciones parecen equivocadas. ¿Hace cuánto que no se ponía tan nervioso?

—Le dije a Alibaba-kun que debíamos buscar una manera para que duerma mejor — se cruza de brazos — siempre me cae encima y su trasero queda en mi cara.

—¿Eh? — le desconcierta por completo. ¿Es que han cambiado de tema sin que lo haya notado? ¿Tan borracho estaba?

—Y eso no es todo. ¡El otro día me mordió la mejilla pensando que era comida! ¡Hasta babeaba y decía algo como umjuju quhe risho estuva! — declaró con una cara y voz demasiado graciosa, mismas que hicieron reír a su acompañante. Y entonces Yunan lo entendió. Aladdin no era un ser todopoderoso, era alguien misterioso si, pero no en el mal sentido. Era alguien capaz de humillarse para hacer sentir bien a alguien, ¿por qué? Porque Aladdin no pensaba en el ridículo, sino en la tranquilidad que le brindaba a otros. ¿Cómo sabía hacerlo si estuvo tanto tiempo aislado? Posiblemente era algo inherente al niño, su naturaleza.

—Gracias Aladdín pero yo…

Y de nuevo se encontraba ante una encrucijada. El pequeño mostrando tanta amabilidad y él no tenía el valor para aceptarla.

—Está bien onisan. No vinimos a hablar, lo harás cuando y si lo necesitas. Las palabras no siempre son necesarias, solo quiero que tengas presente que nunca estarás solo.

Esa noche no conversaron más. Aladdin siguió jugando con las chicas, aparentemente olvidando a su compañero y Yunan volvió a intentar dormir, mas no podía hacerlo, ya sea por la música, los aromas o risas que transmitían vitalidad, alegría y ¿por qué no? Lograron dibujarle una sonrisa en el rostro… Aladdin le tomó de la mano.

—Vamos a descansar. Muchas gracias onesan — se despidió de cada una.

Una vez afuera el mayor reunió su rukh pero el contrario le sonrió.

—Es culpa mía el que vayamos tan tarde, déjame llevarte en mi turbante.

—Será más rápido… — lo meditó un poco — Te tomaré la palabra, estoy un poco aturdido y podría equivocar alguna orden y entonces estallaríamos en mil pedazos — curvo los labios amigable.

—¡Waaaaaaaah! — se llevó las manos a la boca, aterrado — ¡No me asustes así!

Qué raro, las personas normalmente tomaban su humor como uno de mal gusto, nadie de lo había tomado tan a pecho. ¿Es que el Infante no se fiaba de las habilidades de un magi de su calibre? No… no era un asunto de confianza, por muy ingenuo que fuera estaba muy lejos de ser crédulo, por más pervertido que fuera no hacia nada sin permiso y no llegaría a convertirse en un cretino. Aladdin no es un ángel y tampoco un demonio, sin embargo la tibieza tampoco le describe.

—Eres raro — esa fue la primera vez que Yunan dejó salir sus verdaderos sentimientos en público, luego de décadas.

—Eso creo — invocó la magia en su turbante y ambos subieron con rumbo a la gran falla.

Yunan se echó contemplando las estrellas, Aladdin se dispuso a entonar una bella melodía usando su dulce voz. El pecho del magi errante se sentía lleno de algo nostálgico y no era un idiota como para no notar que era luego de nueve vidas.

—¿Amor? — emitió en un susurro inaudible.

Yunan pasó por muchas decepciones, le rompieron el corazón tantas veces y al mismo tiempo experimentó las distintas formas del amor. ¿Ha tenido sexo antes? Por supuesto, incluso ha experimentado cientos de fetiches. Al nacer como hombre algunas veces y mujer en otras no tiene preferencia en particular. Tanto podía acariciar pechos como prepararse para la intrusión masculina. Más era la primera vez que le gustaba alguien como Aladdin, un niño al que le lleva tantos años que lo hace ilegal, como que tiene cuerpo de espagueti y está enano y aún así, posee la cara más hermosa que haya contemplado jamás y no por esos rosados labios o los ojos zafiros, menos aún el tierno rubor, es porque emite un brillo que no se ve pero se siente. Es porque hace mucho solo quería tomar su mano y nada más. ríe para sus adentros.

«—Nueve vidas, una basta experiencia y entonces… ¿cuándo pasó? ¿Cuándo me conquistó?»

Las mejores cosas en la vida nacen de manera espontánea y sin complicaciones. Uno nunca sabe cuántas veces pisará este mundo, por eso siempre hay que disfrutar como la primera vez… amar como la primera vez, con todo.

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Notas finales.

Como que el título hace pensar otra cosa o solo soy yo? XD. Hasta la próxima compañeros de vicio y gracias por leer


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