Rin llevaba varios días sin asistir a la escuela y la única explicación que Haru recibió fue que no se sentía del todo bien y necesitaba un par de días en casa para reponerse antes de volver.
Incluso sus padres habían dicho que sería mejor dejarlo descansar tranquilamente durante unos días antes de ir a buscarlo. Pero ninguna de esas respuestas lo satisfacía, Rin no desaparecería sin dar explicaciones y necesitaba saber que ocurría.
Así que con el pretexto de llevarle los apuntes y tareas visitaría su hogar tan pronto saliera de la escuela incluso si eso significaba meterse en problemas por ir a buscarlo cuando todos dijeron que no.
Sabía el camino de memoria y emprendió su viaje en cuanto las clases terminaron. Nada lo detendría para ver a Rin, podía ser encantador si se lo proponía y estaba seguro de que podría convencer a cualquiera para poder verlo.
Llegó por fin a su destino y justo cuando estaba por tocar la puerta un fuerte olor a brisa marina llegó hasta su nariz. No tenía ningún sentido pues el hogar de Rin no estaba cerca de la costa y tampoco había pasado por la playa en su camino.
Era consciente de que luego de su primer celo sus sentidos se agudizaron y era capaz de percibir estímulos que antes no podía, pero pensar que lograba percibir el aroma de la playa desde tan lejos era ilógico.
Dejó que su olfato lo guiara pues se sentía intranquilo por el aroma y tenía la sensación de que era necesario descubrir de donde provenía. Fue así que llegó hasta la parte trasera de la casa y escaló uno de los árboles cercanos.
El aroma provenía de una de las habitaciones en la planta alta, pero el árbol no era lo suficientemente alto para alcanzar a ver el interior. Sabía que hacer eso no era correcto, pues incluso si era la casa de Rin no tendría que estar espiando de esa manera.
Pero no podía detenerse, mientras más cerca estaba de esa habitación el aroma se intensificaba y menos podía detenerse. Algo dentro de él lo impulsaba a acercarse aun más a sabiendas de que era incorrecto.
Ni siquiera pudo darse cuenta en que momento sus colmillos se hicieron más prominentes y habían comenzado a asomarse por la orilla de sus labios mientras sus ojos reflejaban un ligero brillo dorado.
De pronto su vista también se agudizó y descubrió una silueta en el interior. Sabía perfectamente de quien se trataba, conocía a la perfección esa figura y no tenía más dudas sobre el origen del aroma.
Por fin salió del trance en que había caído, y fue consciente de los cambios que su cuerpo había sufrido. No terminaba de entender lo que ocurría, pero algo en él decía que tenía que alejarse de ahí lo más pronto posible y sin dejar rastro.
Pero no fue el único que había percibido algo extraño, mientras Rin descansaba un fuerte olor a cerezo llegó hasta su nariz, eso lo había hecho levantarse y acercarse a la ventana intentando descubrir porque habría cerezos floreciendo en esa época del año.
Pero no logró ver nada pese a pasar algunos minutos buscando en los alrededores, aunque el olor comenzaba a desvanecerse lentamente. Sin embargo, también notó algo extraño en su cuerpo, pues sus ojos se habían tornado dorados y sintió un ligero cosquilleo en su nuca.
Todo era muy extraño, y ninguno lograba entender la razón para que ocurriera, no obstante, sentían que algo había cambiado luego de eso incluso si en ese momento no lograban entender cual fue el cambio.