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Fairytale for Christmas por elenaa

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Notas del fanfic:

Corto Oneshot sasunaru semicharamen por motivo de navidad n_n

Todos los personajes pertenecen a Kishimoto

Reconfortado por la calidez que emanaba de la chimenea de piedra, Itachi Uchiha disfrutaba plácidamente de uno de sus libros favoritos, lo había leído tantas veces que ya no recordaba cuantas.

Ensimismado en toda la escena que se formaba en su cabeza, solo oía el ligero crepitar del fuego y justo cuando estaba a punto de dar vuelta a la página, su mamá lo saco de la lectura; pidiéndole que observara como estaban Sasuke y Naruto, los cuales se encontraban jugando en la nieve.

Relajado asintió y se levantó del cómodo sillón en donde se encontraba, colocando sobre la repisa de la chimenea su preciado libro.  

Con un lento andar se acercó a la ventana y se encontró con la figura de dos pequeños de nueve años, enfrascados en una mortal pelea de bolas de nieve.

Los vio y no pudo evitar preguntarse internamente como estos habían pasado de hacer un muñeco de nieve a esa feroz batalla.

Se quedó mirando un poco más a los niños por la ventana; soltó un suspiro y colocando su mano sobre su mejilla, recordó el primer encuentro de estos.

Un recuerdo que se mantenía muy fresco en su memoria, porque desde el momento en que su pequeño hermano de meses de nacido conoció al neonato Naruto; el hijo de la mejor amiga de su mamá, pensó que ambos bebes serían los mejores amigos.

Lo intuyo cuando cargando a Sasuke bajo la atenta mirada de sus progenitoras, lo acerco a un Naruto bebé acostado en su cuna y su calmado hermano que no era un bebé muy expresivo sonrió a la par que con su pequeña mano tocaba el escaso cabello del rubio; ambos bebes se sonrieron y todos los presentes se enternecieron al ver la escena. Sin embargo, la alegría no duro mucho, ya que Naruto atrapo con su boca los dedos de Sasuke y empezó a succionarlos como si de un chupete se tratara, causando que este empezara a llorar.

Rápidamente alejo a su hermano del otro bebé, ocasionando que ahora el rubio rompiera en llanto y todo terminara con una dramática escena de bebes llorones.

Y desde aquella ocasión Naruto y Sasuke se la habían pasado peleando.

 

La fuerte carcajada que Sasuke soltó al pegarle a Naruto en la cara con una bola de nieve, lo saco de su recuerdo, así que salió a ponerle fin a la batalla, antes de que se lastimaran o se les congelara el trasero.

 

*****

 

Sentó a los malhumorados niños cerca de la chimenea para que entraran en calor y los miro pensativo antes de decirles:

—Es víspera de Navidad, al menos podrían portarse decentes hoy.

—Hermano no pidas un milagro navideño.

—¿Qué me dices tú Naruto, obedecerás a tu hermano mayor?

Y antes de que el rubio respondiera, Sasuke interrumpió y dijo—Tu único hermano soy yo.

—No seas envidioso Sasuke, puedo ser el hermano de ambos.

—¡Patrañas! —exclamo el pequeño azabache haciendo un mohín.

—¡Pues… lo mismo para ti! —soltó Naruto mirando a Sasuke imitando el mohín, sin saber el significado de la palabra.

Recargo la mejilla derecha sobre la palma de su mano y con un gesto cansado miro a los pequeños cabezones, que no lo dejaban continuar con su apacible lectura; y pensó en una idea para tranquilizarlos, en lo que su mamá y la tía Kushina terminaban de preparar la cena y su padre y el tío Minato acababan de envolver los regalos.

—Les voy a contar una historia y la van a escuchar atentamente, sin ninguna pelea. Si no, no habrá regalos para ustedes mañana—les dijo a los pequeños de nueve años, que, ante su amenaza, se miraron mutuamente a los ojos y con silenciosas miradas, no tuvieron más opción que aceptar lo dicho.

«Bien» pensó al ver que tanto Sasuke como Naruto estaban dispuestos a obedecer y dijo:

 

Había una vez en el frio y lejano reino de Bell, un joven rey, con un carácter igual de helado que el de las tierras que gobernaba.

Poco importaba la bella apariencia del monarca, porque con un espeso cabello negro e iris de un azul glacial, se abría paso por todo su reino, dejando en claro quien mandaba.

O al menos así fue, hasta que cierta noche, cuando una tormentosa nevada cubrió todo el reino, este desapareció.

Los primeros años de su misteriosa desaparición, todo el reino lo busco, porque a pesar de su carácter el rey gobernaba con justicia.

Eventualmente con el paso del tiempo, dejaron de buscarlo y el único recuerdo que quedo de aquel joven y distante monarca, fueron los poemas de los trovadores y las canciones de los juglares; que entre lágrimas y risas narraban la curiosa historia del triste “Rey del Hielo”, aquel que amaba tanto el frio que decidió desaparecer entre la nieve.

……

—¡¿Qué más, que le paso al rey del hielo?! —pregunto entusiasmado por la historia Naruto, ante su pausa.

Sasuke por el contario solo permaneció en silencio, mirando como el rubio se había quedado enganchado a la historia antes de soltar—si no interrumpieras, Itachi podría seguir contando la historia.

—Sasuke—dijo suavemente notando como su hermano, andaba buscando una nueva pelea con Naruto.

—¿Qué? —pronuncio Sasuke con fingida inocencia.

—ignóralo Itachi, solo quiere estar de amargado—declaro el rubio viendo al azabache menor, para después hacerle una mueca.

—Yo no soy ningún amargado.

—Si lo eres.

—No lo soy.

—¡Si lo eres!

—¡Que no lo soy!

—¡Que sí!

—¡Que no!

Soltaron los chavales a la par que se iban levantando del lugar en donde estaban sentados.

—Parece que de verdad no quieren sus regalos este año—comento mientras cruzaba sus brazos y miraba con el ceño un poco fruncido a los menores.

Quienes nuevamente se miraron entre sí y con miradas silenciosas, que solo ellos entendían, se volvieron a sentar.

Les dio una rápida escudriñada a los cabezones, checo la hora en su celular y continuo con el cuento diciendo:

 

muchos años pasaron antes de que un hechicero que estaba de pasada por el reino, escuchara en la posada en la que se estaba quedando a un bardo cantar sobre el Rey del Hielo, y a pesar de que estaba muy ocupado coqueteando con las mujeres del lugar, aun así, presto atención a lo cantado por el bardo.

Y un día, cuando seguía su camino por el bosque más peligroso de las heladas tierras de Bell, encontró custodiando la entrada a una cueva un curioso hombre de nieve.

Sintió un leve flujo de magia emanar del cuerpo de aquella cosa y curioso se acercó a examinar al peculiar hombre de hielo; este tenía los brazos y las piernas hechos con pedazos de madera muy bien tallados, un cuerpo y cabeza hecho en su totalidad de hielo. Vestido con un sencillo pantalón y túnica, adornado por un hermoso collar de un intenso azul, que estaba oculto bajo la túnica.

Un poco codicioso tomo el collar del muñeco de nieve y justo cuando iba a continuar con su camino; un fuerte viento lo empezó a rodear.

Se protegió con su magia y noto como una pesada nieve comenzaba a caer, a la par que el hombre de nieve que solo unos momentos había estado inmóvil se empezaba a mover en su dirección.

Con cada paso que daba la extraña creatura, más fuerte se volvía el viento y la nieve. No queriendo seguir gastando su mana, uso un hechizo de rayo y rompió el collar, creyendo que con eso el hombre de hielo se detendría.

Efectivamente el viento y la nieve se detuvieron, no obstante, el monstruo de nieve se empezó a retorcer.

Observo atentamente con sus iris de obsidiana, como el hombre de nieve que tenía en frente, se empezaba a transformar en un semihombre de nieve; a excepción de su rostro que adquirió la apariencia de un apuesto joven, la mitad derecha de su cuerpo se transformó en brazos y piernas normales, sin embargo, la parte izquierda de este permaneció de madera y hielo.

El semihombre de hielo abrió sus ojos y el hechicero quedo paralizado al ver los glaciales iris de este, nunca había visto unos ojos así y a su memoria llego el recuerdo de la canción del bardo; específicamente un estribillo que hablaba sobre unos iris de un azul glacial, reconociéndolo rápidamente como el Rey del Hielo perdido.

—¡Eres el Rey de Hielo de las canciones! —exclamo emocionado el hechicero.

—¿Canciones? —soltó confundido el ex-rey, intentando recordar lo que le había pasado.

—Eres casi una leyenda, llevas 100 años desaparecido, a los bardos les encanta cantar sobre ti—menciono un poco divertido el de ojos obsidiana.

—Maldito Madara—bramo el ex-rey a la par que su mirada se volvía más fría.

—¿Madara, el hechicero Madara? —cuestiono el hechicero sorprendido.

—¿Lo conoces? —pregunto ahora el otro pelinegro.

—Que si lo conozco, el maldito lleva un siglo escapándoseme. No sabía que estaba en este Reino—comento el hechicero dejando atrás su sonrisa de burla, cambiándola por un semblante serio.

—Si han pasado los años que dices, tal vez ya no esté aquí—menciono el semihombre de hielo, pensativo.

—Sí estuvo aquí y te hechizo, debe de seguir en este Reino. Esa rata se queda donde se siente seguro, es experto en pasar desapercibido—dijo el hechicero mientras miraba pensativo los anillos de su mano izquierda.

—A todo esto. ¿Tú quién eres? —cuestiono el ex-rey.

—Aparentemente tu salvador—respondió sencillamente el hechicero, sin dejar de mirar sus anillos.

—No estoy bromeando. ¿Quién eres, de donde conoces a Madara? —volvió a preguntar el ex-rey.

—Soy un hechicero y Madara es un familiar lejano, con quien tengo una cuenta pendiente—contesto sencillamente el hechicero, mientras quitaba un poco de nieve de su capa.

—Y tu nombre brujo—soltó despectivo el ex-rey.

—Que no escuchaste. Soy un hechicero, no un brujo—comento el hechicero chocando miradas con el semihombre de hielo.

—Parece que el que no escucha eres tu brujo—soltó el ex-rey con un brillo glacial en su mirada.

—Parece que quieres volver a ser un hombre de hielo, durante otros 100 años—dijo el hechicero.

—Claramente no tienes el poder para volverme a transformar, sino el hechizo se hubiera roto completamente—declaro con superioridad el semihombre de hielo. 

 

Hizo una pausa al notar que, desde la cocina, Kushina se acercaba con una bandeja de chocolate caliente.

La pelirroja llego a ellos le entrego una taza de chocolate y se agacho un poco para que los menores tomaran una.

Naruto rápidamente tomo la taza alegre, observando con un brillo en la mirada a la galleta de jengibre que su mamá coloco sobre la crema batida.

Su hermano por el contrario miro indeciso la taza.

—No te preocupes querido, es de chocolate amargo, como te gusta—menciono Kushina y sonrió al ver como Sasuke tomaba y bebía de la taza, a la par que, con su mano libre, tomaba servilletas.

—¿Y que han estado haciendo, que están tan calladitos?

—Itachi nos está contando un cuento—le respondió Naruto a su madre, antes de darle otro sorbo a su chocolate.

—Bueno en ese caso, los dejo seguir con su historia. La cena ya casi esta lista—dijo la pelirroja sonriendo y dándole una mirada de agradecimiento por tener calmados a los cabezones.

Naruto le dio otro trago a su bebida y comento—¿Por qué el rey del hielo, se estaba peleando con el hechicero, si este lo salvo?

—Esa es una muy buena pregunta—Respondió viendo como su hermano, se limpiaba la crema batida de la cara.

Este capto su mirada, pero la ignoro y giro a ver a Naruto; frunció el ceño al verlo con bigotes de crema y expreso—límpiate, a la par que soltaba servilletas en la mano del rubio.

Naruto rápidamente se limpió y Sasuke menciono—es claro que el rey, solo está probando al hechicero. Antes de darle una mordida a su galleta de jengibre.

—No me parece que sea eso Sasuke—declaro el rubio dudoso.

—Claro que sí, ya verás.

—No lo sé, el rey parece ser algo tonto, dejo que lo hechizaran y le quitaran su reino. El Hechicero por el contrario parece muy genial, viaja por todo el mundo, viviendo aventuras y conociendo chicas.

—¿Qué tiene de bueno estar rodeado de chicas fastidiosas?

—Tú dices eso, porque estas harto de que las chicas te persigan.

—Yo no tengo la culpa de que seas feo. Pero descuida, tu fealdad es útil para ahuyentar a las fastidiosas que se me pegan.

Naruto miro ofendido a Sasuke, pero no dijo nada, solo le hizo una mueca y volvió a darle otro sorbo a su chocolate, mientras su hermano ponía una sonrisa de superioridad y con un amistoso gesto le limpiaba los bigotes de crema batida al rubio.

Él por su parte, solo miraba divertido la escena que protagonizaban los cabezones y no pudo evitar formar una sutil sonrisa al ver como estos, tenían un talento nato para discutir y calmarse entre ellos de una interesante manera.

Carraspeo un poco para captar la atención de los chicos y continuo con la historia:

 

—Ja…yo soy muy poderoso, la prueba eres tú, de no ser por mi poder, seguirías siendo un hombre de hielo en su totalidad, mi poderosa magia te ha vuelto casi a la normalidad. Porque ese tipo de hechizo, solo puede ser roto por quien lo lanzo en un principio—Informo el hechicero engreído.

El ex-rey estuvo pensativo antes de fijar sus glaciales iris en el hechicero y decir—Aun no me has dicho tu nombre.

—A diferencia de Madara. Yo soy un fiel creyente de que los nombres tienen poder, y no le doy mi nombre a nadie. Sin importar que sea un rey o semihombre de hielo—soltó el hechicero.

—Si eres tan poderoso como dices ser, entonces ayúdame a atrapar a Madara. Así tu saldas tu cuenta y yo rompo mi hechizo—expreso el semihombre de hielo.  

—¿De que me podría servir la ayuda de un rey derrocado y hechizado? —cuestiono el hechicero.

—Se usar la espada y conozca a la perfección cada rincón del castillo—declaro el ex-rey.

—Mmmm ayudarte o no ayudarte—comento el hechicero al mismo tiempo en que usaba sus manos como si fueran una balanza, siendo observado fríamente por el otro pelinegro.

El semihombre de nieve, se aburrió del teatral hechicero, le dio la espalda y emprendió camino en dirección a la salida del bosque.

—¡Espera, no te he dado mi respuesta! —exclamo el hechicero siguiendo al ex-rey.

—¿Entonces que decides, me ayudaras o no? —cuestiono el semihombre de hielo.

—Dado que no tengo nada mejor que hacer y que Madara me las debe, supongo que sí puedo ayudarte—menciono con fingido desinterés el hechicero, porque en verdad quería ayudar al triste rey del hielo de las canciones, además de que llevaba tantos años viajando solo, que hasta había olvidado lo divertido que era tener un acompañante.

—¿Supones? —pregunto el de ojos azules, cruzado los brazos.

—Lo ayudare su Majestad Invernal—respondió con una sonrisa y una reverencia el hechicero.

 

—Lamento interrumpirlos chicos, pero ya está lista la cena— les dijo Minato.

—¡No! Nos quedamos justo en la mejor parte—Soltó Naruto pasando la mirada de su papá a él.

—Cuando terminemos de cenar si quieren pudo seguir con la historia.

—¡Sí queremos, verdad Sasuke! —menciono el rubio colocando su mano en el brazo del azabache menor a la par que lo veía con ojos brillosos.

—Sí—comento no muy interesado Sasuke, pero aceptando la por petición de Naruto.

—Bien entonces váyanse a lavar las manos—comento Minato mandando a los pequeños al baño, mientras él se iba rumbo al comedor.

Aprovecho que se quedó solo y se sentó a la par que soltaba un suspiro por la improvisada historia que se tuvo que inventar sobre la marcha y mientras pensaba como continuarla, vio a lo lejos como tanto Sasuke como Naruto, quienes venían saliendo del baño, se quedaban estáticos bajo el muérdago que se encontraba colgado en medio de la puerta y nuevamente con miradas silenciosas, tomaron una decisión.

Observo como el rubio giraba la cara sutilmente, a la par que su hermano levemente sonrojado, depositaba un rápido beso en la mejilla de un aún más colorado Naruto; y no pudo evitar soltar una gran risa, porque no importaba lo mucho que estos se pelearan, al final del día, solo bastaba una de esas silenciosas miradas que solo ellos comprendían, para que esos cabezones se olvidaran de pelear.

 

Fin

Notas finales:

Espero que les gustara y feliz Navidad n_n


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