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Competencias. por RLangdon

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Las competencias entre ellos habían tenido inicio casi desde el momento de conocerse, pero habían ido empeorando los últimos meses, tornándose cada vez más imprudentes y estúpidas a vista de cualquiera que les mirara.
 
Disputaban para ver quien era el más rápido en la clase de educación física. Durante la merienda, volvía a suscitarse el alboroto en la cafetería por probar quien podía comer o beber más, aún si ello desencadenaba en futuras arcadas.
 
Competían para probar quien era el mejor, el más fuerte o el que poseía más resistencia, y la única manera de demostrarlo, era retandose entre ellos mismos.
 
La última competencia había tenido lugar después de clases. Era fin de semana. Sakura y Sai habían acordado reservar una mesa en uno de los bares al centro de la ciudad.
 
Naruto había sido el último en llegar y fue, no obstante, el primero en sugerir la siguiente competencia para ver quién podía beber más rápido media botella de vodka.
 
Los primeros tragos habían ido a la par, costumbre que se repetía en casi todas las competiciones que solían llevar a cabo. Sin embargo, los últimos tragos dejaron a Naruto en un estado de perpetuo estupor y somnolencia.
 
Sai se había retirado primero. Y Sakura lo había hecho minutos más tarde, alegando que recibiría una severa reprimenda de parte de su madre si llegaba a enterarse de que había estado bebiendo.
 
A Sasuke no le había hecho la menor gracia que le relegaran a él solo el problema. No tanto por tener que lidiar con el incesante balbuceo incoherente del rubio, sino porque, se encontraba casi igual de alcoholizado que el atolondrado Uzumaki.
 
Ya podrían ingeniarse alguna convincente falacia para justificarse al día siguiente, pero presentarse en esas condiciones a sus respectivos hogares con la insípida excusa de una mutua competencia, sería el equivalente a acudir directamente a la boca del lobo.
 
La idea de abordar un taxi y alquilar una habitación de hotel resultaba a todas luces tentadora y acertada.
 
Naruto dormitaba de lado sobre la mesa, con la cabeza apoyada sobre sus brazos cruzados. Media hora antes no se callaba y ahora lucía tan tentadoramente indefenso que, costaba creer se tratara del mismo rubio hiperactivo que no dejaba de inventar retos estúpidos para probarle que estaba a su altura.
 
Todavía mareado a causa del alcohol, Sasuke se levantó de la mesa para despertarlo.
 
*
 
Trasladar a Naruto al cuarto había sido una compleja y liosa tarea, ya que, había tenido que levantarlo para que el Uzumaki anduviera por su cuenta, apoyando únicamente su brazo sobre los hombros de Sasuke, casi arrastrando los pies, lo mismo que las atropelladas frases que salían de su boca a medida que recorrían el extenso tramo hasta la habitacion asignada.
 
Fue, sin embargo, minutos más tarde de haberle recostado sobre la cama, que la aturullada mente de Naruto volvió a la carga, mientras Sasuke intentaba sobreponerse al mareo y las náuseas. Sentado a la orilla de la cama, quitándose los zapatos, sintió a Naruto susurrarle a su espalda, casi a la altura de la nuca.
 
—Hey, bastardo. ¿A que no puedes aguantar la respiración más tiempo que yo?
 
Era increíble que aún tuviera energía después de haberse bebido casi media botella de alcohol por si sólo.
 
—Naruto— Sasuke se había dado vuelta, molesto por el insistente jugueteo de los dedos al ir y venir sobre su espalda, cuando de repente los labios de Naruto se estamparon impredecibles y con desmedida fuerza en un contacto labial asfixiante y demandante.
 
Con los ojos totalmente abiertos por el pasmo, Sasuke trató de empujarle del pecho para sacárselo de encima, pero el potente y húmedo roce le resultó tan agradable que su autodominio se desvaneció antes de siquiera manifestarse del todo.
 
Fue él quien lo atrajo hacia sí, estrechandolo con fuerza, sujetándolo de la nuca para profundizar el ardoroso roce de sus lenguas, explorándose y restregandose a prisa, como si la competencia formara incluso parte de ello. Meses y meses de tontos retos les habían orillado a reprimir sus emociones, mismas que ahora desembocaban en un tórrido frenesí de deseo mutuo.
 
Se gustaban. La atracción había nacido como un chispazo en medio de la oscuridad desde la primera vez que se habían visto en los pasillos del colegio. Había un inherente magnetismo entre ellos que les unía, a la par que les impulsaba a una mutua e interminable rivalidad.
 
De pronto, la espalda de Naruto tocó el colchón y sin soltarle de la nuca, instó a que Sasuke se tendiera encima suyo, haciéndole lugar en medio de sus piernas. Cuando el beso dejó de ser suficiente, las manos de ambos viajaron por el cuerpo del contrario en una ansía provocativa de explorarse. Las caricias de uno eran tan toscas, como vacilantes y torpes las del otro.
 
El alcohol había roto toda muralla de decoro y falsa moralidad sostenida hasta entonces. Desvanecida la falaz fachada recalcitrante y enemistosa, se besaron con ardiente desespero.
 
Las prendas de Naruto desaparecieron rápidamente y Sasuke sintió la calidez de su cuerpo cuando él también se deshizo torpemente de su ropa.
 
Allí no había molestos e irritantes testigos. Solo ellos dos, dispuestos a ceder y entregarse a una mutua fogosidad hasta entonces subrepticia.
 
Los labios de Sasuke se mostraban reacios a pactar una tregua con los de Naruto, en tanto hacía un esfuerzo por acomodarse entre sus piernas, casi al tiempo que trataba de desabotonarse el pantalón, instigado por un impulso cegador y crepitante. Cuando el aire era brutalmente indispensable, Sasuke retrocedió apenas lo suficiente para respirar, todavía aferrando el rostro de Naruto con ambas manos, estudiando brevemente en sus mejillas el intenso rubor que debía tener él mismo en ese momento.
 
Los ojos índigos de Naruto le observaban apremiantes y anhelantes mientras su boca entreabierta le incitaba a continuar con lo que había dejado a medias.
 
Podía sentir el empuje tirante, pulsátil y electrizante de su erección, a punto en la entrada del Uzumaki, quien jadeó en un sorpresivo arrebato al sentir el firme roce, sujetando a Sasuke por la espalda y tirando suavemente del lóbulo de su oreja en un instinto primario por ponerle aún más de lo que ya estaba.
 
El calor comenzaba a subirseles a la cabeza, lo mismo que el alcohol hacía mella en sus apasionadas acciones.
 
Excitado, Sasuke inhaló profundo y exhaló ahogando un suspiro, con el pulso martilleandole el pecho, la temperatura ascendiendo, y los pensamientos embarullados (pero hasta entonces todavía lúcidos pese al alcohol) nublandole el juicio.
 
Sin pensarlo demasiado, se acomodó sobre él. Al diablo que fueran hombres. Y si era o no correcto. Sasuke hizo otro esfuerzo, apalancandose entre ambas piernas, frotando la punta de su goteante miembro para abrirse paso poco a poco hasta el fondo. Su primer embestida fue firme y segura, abriéndole a él. Lo penetró sin mayores miramientos.
 
Con gimiente anhelo, Naruto alzó las caderas, provocando un contacto más profundo. Sasuke soltó un largo suspiro de placer mientras le sujetaba primero de las muñecas y luego de los hombros, comenzando a moverse dentro, muy dentro, hosco y sin ningún ritmo en tanto sus labios se entreabrían, buscando saborear aún la dulce y tibia saliva en los ajenos.
 
Sus cuerpos se friccionaban con fogoso capricho, sabiéndose envueltos en ininterrumpidos besos jadeantes, con la mente obnubilada por el placer y el vodka, acompañados del sopor ardiente en sus mejillas que iba progresivamente en aumento, extendiéndose ahora en su bajo vientre y por todo su cuerpo.
 
El rostro sudoroso de Sasuke rebosaba placer, sus ojos negros se estaban empañando a la par que sus fricciones hacían chirriar los muelles de la cama, mientras Naruto se sabía sacudido por la pura fuerza animal del arrebato amoroso, por aquella presión gloriosa e intermitente. Una incomodidad, primero cálida y después lacerante que aparecía y desaparecía dentro de él. Su mente estaba aturullada y no sabía cómo responder. Su inconsciente físico se movía, estremeciéndose y clamando bajo aquellos impulsos como si supiera lo que hacía, pues él mismo lo había desencadenado.
 
Invadido por un calambre involuntario en su baja espalda, se adentró impetuoso lo más que pudo en Naruto. Su pulso se aceleraba, la sangre bullía caliente por todo su cuerpo en tanto sus músculos se tornaban rígidos. A cada bamboleo su espalda se tensaba con brío.
 
Naruto gemía y boqueaba en busca de aire. Sasuke jadeaba, sintiendo que los dedos de Naruto se clavaban como fuertes garras a su espalda, exhalando, suspirando, reteniendo su aliento. De pronto tensandose entero, y derramándose a un tiempo dentro, aturdido con su potente orgasmo e impulsando el del otro, estremeciéndose ambos a impulsos de las cada vez más débiles sacudidas corpóreas.
 
Jadeantes y con la mente todavía nubosa, se tendieron uno al lado del otro en sepulcral silencio, apenas roto por sus desacompasadas respiraciones.
 
–¿Gané?
 
Entonces la voz de Naruto se alzó, aguda, trabada y lenta a causa del alcohol en su sistema.
 
Cubriéndose la frente con el brazo, Sasuke atinó a sonreír. Incluso en esos momentos aquel idiota arruinaba el ameno ambiente instalado entre ellos.
 
–Si, ganaste– contestó secamente antes de rendirse al sueño, ya habría tiempo de hacerle ver su error.
 

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