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Orgullo (oneshot) por Girlyfairly

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—No te muevas.

Light frunce el ceño, su mirada viajando entre su libreta y el inquieto modelo que tiene enfrente, quien sin camisa posa sentado usando las manos como apoyo sobre el colchón para inclinarse levemente hacia atrás.

—Ya me aburrí. —Elle hace un puchero mientras se talla los ojos, provocando que el castaño vuelva a chasquear la lengua porque de nuevo se movió— Llevamos horas haciendo esto.

—No llevamos tanto, y terminaríamos más rápido si dejarás de moverte tanto —hace algunos trazos más, tratando de captar a la perfección cada curva, sombra y detalle de ese torso desnudo. Lo hace por hobbie pero espera poder estudiar arte una vez salga del instituto—. Además tú aceptaste así que deja de quejarte tanto.

—Solo accedí porque me prometiste un pastel. —Echa la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Quizá para su novio sea fácil decirle «no te muevas» pero quiérase o no la posición lo obliga a tensar el abdomen y sus brazos están soportando parte de su peso.

Antes que Light pueda volver a quejarse porque de nuevo se movió, la puerta de la habitación se abre, quedándose los dos muy quietos al ver bajo el umbral al jefe de la casa. Soichiro pasea la mirada entre uno y el otro, tiene a un muchachito semi desnudo en la cama mientras el otro está con una libreta sentado en una silla, es claro que nada extraño ocurre ahí, es solo su hijo practicando su pasión, sin embargo nunca le ha gustado que se encierren solos.

—Light, ¿qué te he dicho sobre cerrar la puerta cuando está tu novio? —Sabe que su hijo es muy correcto y Elle... bueno, Elle al menos sabe comportarse, pero eso no cambia que son un par de adolescentes de diecisiete años, muy seguramente con la hormona alborotada.

—Sí, papá, lo siento, no volverá a pasar... —el castaño agacha la cabeza levemente avergonzado.

—Lo siento, señor Yagami. —Dice Elle también mientras se cubre un poco con una almohada.

Soichiro asiente y les pide que sigan en lo suyo antes de dejar el lugar con la puerta abierta. Tras dicha interrupción ambos coinciden en que lo mejor es no seguir por hoy y como Light lo prometió, salen a la pastelería más cercana para comprarle un pastel a Elle.

oOo


—¿Y entonces qué piensas? —Elle se empuja con los pies para que su lado del balancín vuelva a subir. En el otro extremo su novio hace lo mismo, solo que con menos esmero.

—No lo sé... —se le ve dubitativo, de hecho todo su semblante cambió desde que el pelinegro sacó el tema de vivir juntos— No creo que a mis papás les guste la idea.

—No es como que les vayas a pedir permiso, ya somos mayores de edad. —Su cabello negro aletea mientras su cuerpo va de bajada una vez más.

—¿Y no te parece que somos muy jóvenes? —se muerde los labios, pensando en todos los escenarios posibles. Llevan un año y medio de relación y su novio siempre ha sido más arriesgado que él— Independizarse no es tan sencillo.

—Pero cuento con el apoyo de mi abuelo. Por ejemplo, en este momento él me está ayudando con los gastos mientras me estabilizo, eso es una ventaja, ¿no? Yo te amo, Light y nada me haría más feliz que vivir contigo.

El castaño sonríe, hay un cosquilleo en su panza y duda mucho que sea solo debido al balancín. Es una sensación que siempre aparece cuando ve a su novio. La mayor parte de la relación la vivieron en el instituto, con besitos a escondida de los profesores, no fue hasta que se graduaron que pudieron tener más libertad, quizá porque hasta entonces sus papás se convencieron que Elle es realmente un buen muchacho, y aunque le da temor pensar en lo que dirán al enterarse que quiere irse a vivir con su novio cuando no tienen ni los diecinueve años aún, asiente guiado por esa fantasía en la que se ve envuelto cada vez que está a su lado.

oOo


—¿¡Por qué aún no estás listo!? —Light aparece en la sala solo para darse cuenta que su novio está sentado en el sofá, viendo tele tranquilamente.

—¿De qué hablas? —Elle no se inmuta y con parsimonia toma una tartaleta de frutas de la charola que ha dejado sobre la mesa de centro— Eres tú el que no está listo.

—No pensarás ir así, ¿verdad? —Parpadea confundido, sus manos se detienen sin poder terminar de anudar su corbata mientras lo observa de pies a cabeza, lleva uno de esos jeans azules flojos que suele usar y una camiseta negra un poco más entallada pero no es lo que él tenía en mente— Pe-Pero si te deje el traje en la cama, ¿¡acaso no lo viste!?

—¡Yo no uso trajes, Light! —Voltea hacia él, empleando el mismo tono molesto.

—¿¡Te mataría usar uno!? ¡Vamos a un almuerzo con mis padres! —Empuña las manos, sin embargo destensa los hombros y suspira, recobrando la compostura— Yo lo único que quiero es que mis papás vean que estamos bien.

—¿Y el que yo use un traje los hará pensar eso? —Si bien no emplea un tono de voz alto, si hay un poco de saña en sus palabras, y esa respuesta es más de lo que él contrario está dispuesto a tolerar.

—¿Sabes qué? Les llamaré y les inventaré alguna excusa —gira sobre sus talones, dirigiéndose después hacia la habitación—. Ya no estoy de humor para almuerzos. —Y tras decir lo último, se encierra dando un portazo.

Sin embargo, Light se queda de espaldas contra la puerta, esperando por algo que no sucederá. Luego de unos minutos sin que Elle vaya a buscarlo como él esperaba, se arranca la corbata y la lanza al suelo. Lo único que él quería era demostrarle a sus papás que no cometió un error al irse a vivir con Elle hace tres meses, que todo era perfecto; o quizá más que convencer a sus padres, quería convencerse a sí mismo.

oOo


Light mueve despacio la cucharita dentro de su taza de café mientras en el otro extremo del comedor Elle termina de untar mermelada a unas tostadas. No se han dicho ni el buenos días, de hecho no se dirigen la palabra desde hace una semana, salvo para contadas ocasiones en que hacerlo fue imprescindible. No obstante, si se lo preguntan ninguno recuerda por qué discutieron esa vez, en lo único que coinciden es que ambos piensan que es culpa del otro por no dar su brazo a torcer.

—¿No te parece demasiada mermelada? —Comenta Light, dándole un sorbo a su café mientras observa con asco la montaña de mermelada que lleva una sola tostada.

—Parece ser que soy digno de que me dirijas la palabra y lo primero que haces es... ¿criticarme?

En realidad Light solo quería una excusa para romper esa estúpida ley del hielo que existe entre ambos, el problema es que por no querer dar el primer paso, optó por un comentario que sabía molestaría al otro solo para mantener su postura en esa riña absurda. Por otro lado, Elle podría haber simplemente reído, de hecho se le cruzó por la cabeza hacerlo porque es verdad, al dar el primer bocado media mermelada salió desparramada por todas partes, sin embargo no piensa ser él quien baje la guardia.

—Lo decía por salud —pone los ojos en blanco, apartándose el flequillo de la frente—, que tú todo lo tomas a crítica es otra cosa.

—¿Y cómo no hacerlo si todos los días te quejas hasta de lo más insignificante?

—¿Te parece insignificante que no quiera que dejes tu ropa tirada por todos lados? Ya no vives solo, Elle Lawliet —frunce el ceño, arañando levemente la madera del comedor, ese hombre le pone los nervios de punta—. No te haría daño ser un poco más ordenado.

—¿Y qué pasa cuando soy yo quien guarda la ropa? Te quejas porque no te gusta cómo la comodo.

—¡Es que no puedes revolver pantalones y camisas! ¡Cada uno tiene su espacio! ¡Es más fácil así!

—¿Y qué si para mí es más fácil de la forma en que yo lo hago? —Fija sus enormes ojos en los del contrario, tensando la mandíbula— ¿Qué te hace creer que solo como tú lo haces está bien? ¡Deja de creerte Don Perfecto!

—¡Sabes que odio que me digas así! —Light rechina los dientes, empuñando las manos sobre el comedor.

—¡Entonces deja de comportarte como tal! ¡Si se supone que me amas, deberías aceptarme pero tú todo el tiempo pretendes cambiarme a tu manera!

—Suficiente —murmura, empujándose con la silla hacia atrás—, no pienso escuchar tonterías.

—¡Ah, claro! ¡Cuando eres tú si puedes darte media vuelta pero cuando se trata de mí, yo sí tengo que escucharte!

—¡Si tanto te molesta, no te preocupes! —golpea la mesa con las palmas, sin meditar sus siguientes palabras— ¡No tendrás que escucharme más porque me voy! ¡Sé feliz con tu estúpida mermelada, con tu ropa tirada por todas partes y sobre todo... Sé feliz sin mis "quejas"! —Forma las comillas en el aire antes de dar media vuelta, rumbo a la habitación.

Elle parpadea, su pecho desinflándose como si fuera un globo. Podría gritarle una última respuesta pero su mente apenas y puede procesar lo que acaba de escuchar, ¿cómo que Light se va?, traga saliva y nervioso se relame los labios, sin embargo no se pone de pie, en cambio se queda con la vista fija en el umbral bajo el cual el castaño desapareció, esperando que regrese y admita su error.

En la habitación ocurre algo similar, Light tiene una maleta abierta en la cama, completamente vacía mientras hiperventila debido al peso de sus palabras. ¿En qué momento se le ocurrió decir que se iba?, pero ya lo dijo, no puede echarse para atrás. No obstante, la maleta sigue vacía a la vez que su mirada observa la puerta, esperando que ésta se abra y Elle llegue a pedirle perdón. Espera por algo que nunca llega, y él no va a admitir que se equivocó al decir que se marchaba, así que comienza a meter su ropa con un nudo en la garganta, pensando en lo que han sido estos seis meses que han vivido juntos, seis meses llenos de discusiones constantes, sin embargo lo ama, ama a Elle con locura, ¿entonces por qué las cosas no pudieron ser diferentes?

oOo


Elle se muerde el pulgar nervioso mientras encoge las piernas sobre el sofá, abrazándolas con su brazo, como si eso le ayudara a mantener su temple, él no piensa llorar.

—¿Y por qué no lo buscas? —Vuelve a preguntar Nate, su mejor amigo.

—¿Por qué no me busca él a mí? —Frunce el ceño, respirando con dificultad debido al nudo en su garganta.

—Porque conoces a Light. —Mantiene la voz suave y al mismo tiempo estira un brazo para acariciar con ternura la rodilla del contrario.

Por supuesto que lo conoce, su novio... o mejor dicho, su ex adora esas tontas películas románticas, y está seguro que se derretiría si lo ve llegar con un ramo de rosas, pero se niega a hacerlo.

—Él sabe que esa cursilería no va conmigo —masculla, pegando más las piernas a su pecho, aunque quiera mantenerse fuerte, ya pasó una semana y cada día se vuelve más difícil no correr hacia él—. Además no estamos en una de esas tontas películas románticas, ¿por qué lo haría?

—Porque sabes que a Light le gustaría.

—¿Y por qué no lo hace él? Fue él quien decidió irse.

Nate suspira, es inútil intentar razonar con él. Elle siempre ha opinado que Light es una persona demasiado orgullosa, lo cual es cierto, sin embargo no se da cuenta que él es alguien a quien no le gusta perder, y el ego de ambos es lo que está asfixiando su amor.

—El único consejo que te puedo dar es que lo pienses, ¿realmente vale la pena dejar ir a la persona que amas solo por no desear darle el gusto?

Lawliet aprieta los labios y aparta la mirada, sus facciones son las de alguien que se mantiene firme con su decisión, sin embargo el nudo en su garganta se ha vuelto más espeso porque su corazón está luchando por convencerlo de lo contrario, de que lo busque, pero él no lo piensa hacer.

Él no es el único que la está pasando mal, en una cafetería de la ciudad Misa también ha estado escuchando las quejas de su mejor amigo desde hace media hora.

—¿Por qué ni siquiera me ha llamado? —Lloriquea Light, cubriéndose el rostro con las manos.

A diferencia de Elle, él no trata de fingir frente a ella, ya es suficiente con tener que hacerle creer a sus padres que todo está bien.

—Fuiste tú quien tomó la decisión, quizá él piensa que no quieres que te busque. —Comenta tras darle un sorbo a su malteada.

—Él me conoce lo suficiente para saber lo que yo espero. —Se retira las manos del rostro, dejando ver unos ojos acuosos pero a la vez la mandíbula demasiado tensa.

—¿Y qué esperas? ¿Que llegue con rosas? —Encarca una ceja casi de forma burlona. Ella no hace un esfuerzo de mantener un tono apacible como lo hace Nate con Elle.

—Que me llame sería su fuente. —Masculla, frunciendo el ceño. Así como dijo antes, Elle lo conoce lo suficiente para saber que él sí esperaría que lo buscara con rosas, por lo que sí tanto lo ama, lo haría aunque ese tipo de cursilerías no sea lo suyo, sin embargo a este punto se conformaría con al menos una señal.

—¿Y por qué no lo llamas tú?

—¿Y por qué lo tengo que llamar yo?

—Porque si no quisieras hacerlo, no estarías aquí llorando mientras se enfría tu café. —Señala la taza frente a él, la cual desde hace minutos dejó de humear.

—Fue él quien inició la discusión. —murmura, agachando la cabeza.

—Mira, te diré esto aunque te enojes —se remueve en el asiento y estira los brazos para cubrir con sus manos las manos del otro que reposan encima de la mesa—, los dos son unos orgullosos de mierda —Light frunce el ceño de inmediato, apartando las manos—. Tú no quieres dar el primer paso y está claro que él tampoco.

—¿Por qué debería...

—Lo único que puedo decirte —interrumpe Misa, alzando un poco la voz— es que lo medites con la almohada. Ponte a pensar si realmente vale la pena seguir así solo por no dar tu brazo a torcer.

Elle lo piensa y Light lo medita con la almohada tal y como sus amigos les dijeron, pero los dos se mantienen reacios a dar el primer paso porque para ellos el culpable debería hacerlo, y si se los preguntan lo único en lo que coincidirían es que la culpa fue del otro. Dicho sentimiento opaca cualquier clamor que venga de sus corazones, y así como si nada pasa un mes completo.

Lawliet no puede decir que ha superado la ruptura, no obstante ese día se siente más tranquilo y decide ir por su pastel favorito a una tienda de conveniencia, tal vez al volver pueda seguir ahogando sus penas en azúcar.

—Un tres leches, por favor.

La joven detrás del mostrador sonríe y asiente. —Son $4.50, al final de la barra le entregarán el pedido y ahí puede pagar.

Elle acata las indicaciones y tras recibir su compra en una bolsa de papel, se despide con una sonrisa.

Sale del establecimiento, degustando desde ya el suave y dulce sabor del pan húmedo de su postre, lo cual le provoca una media sonrisa fugaz. No obstante, se detienen de pronto y su corazón da un vuelco cuando sus retinas registran a la persona que se encuentre al otro lado de la calle.

Justo frente a la pastelería hay un parque y en una de las bancas se encuentra Light, con su libreta y lápiz en mano porque minutos atrás intentaba dibujar un diente de león que está sobre el césped, casi a sus pies. Ese día se sintió más tranquilo y decidió salir a distraerse un poco, sin embargo su reacción es muy similar a la de Elle una vez que sus ojos lo enfocan al otro lado de la calle. Traga saliva y sin poder evitarlo deja caer su lápiz, sin embargo se niega a recogerlo por miedo a que la silueta de Elle no sea más que un espejismo, el cual desaparecerá si aparta la mirada.

Pese a que el corazón de ambos va demasiado rápido y sus labios tiemblan por sonreír, los dos mantienen un semblante estoico. Los únicos sinceros son sus corazones, los cuales brincan y corren a encontrarse con el del otro.

«Si de verdad me ama, va a cruzar la calle y admitirá que fue su culpa» piensa Elle; «Si de verdad me ama, lo va a demostrar viniendo a pedirme que arreglemos las cosas» se dice Light mientras sus corazones continúan danzando y haciendo el amor a la mitad de la avenida, hasta que su esperado reencuentro llega a su fin.

Elle gira sobre sus talones para continuar su camino, Light vuelve su atención a la libreta que tiene entre manos como si lo de hace unos segundos nunca hubiera pasado y ahora el mismo pensamiento es lo único que los une a ambos: «Si te hubieras cruzado la calle, yo habría corrido a tus brazos, pero al final tu orgullo fue más importante que lo nuestro». 

 -


Notas de autor: 

Otro oneshot chiquitito y sacado así a las primeras, es una idea simple que se me ocurrió hace unos días gracias a una amiga, jaja. Espero lo disfruten. 

Si a ustedes les tocará decidir, ¿quién creen que tuvo la culpa? 

¡Muchas gracias por leer!


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