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Ataraxia por Eira Baker

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Notas del fanfic:

Holi, cositas bellas y hermosas, vine aquí con un fic corto para avisar que subire dos fics más que son cortos y luego un fic largo :3 sepan que para mí un fic largo significa un fic de 11 mil palabras, por ahí u.u solo eso... Y luego empezaré a subir por Fanfiction *u* 

Notas del capitulo:

Death note no me pertenece y este fic surgió gracias a un vídeo super tierno y hermoso de mi Ereriren *//* en dónde Levi le hace una lectura a Eren y le dice lo mismo que Near a Mello en este fic, así que agradecimientos especiales a la persona que hizo ese vídeo (corazones).

Ataraxia: el estado de la serenidad dichosa y calmada. 

 

Ataraxia.

 

Mihael terminó de hacer unas galletas de mantequilla y las dejó enfriar arriba de la encimera, echando un vistazo a la hora y teniendo un leve ataque de pánico al ver que estaba llegando tarde a su trabajo. 

 

—¡Mierda! —se quejó, quitándose el delantal y corriendo hacia su habitación para buscar su chaqueta y ponérsela rápidamente, acomodando su camisa y dejando los dos primeros botones desabrochados. Vio a su esposo durmiendo en la cama y le dió un rápido beso en la frente, corriendo luego a la cocina para dejar las galletas recién horneadas en un plato de porcelana. 

 

Lavo rápidamente todo lo que ensució y después de un rato escuchó el ruido de unos pasos lentos arrastrando los pies. 

 

—Buenos días, amor.

 

Mihael sonrió radiante al ver a su esposo aparecer por la puerta, vistiendo solo unos calzoncillos azules, decorado con figuras de dinosaurios, y con una sudadera negra que reconoció como suya, que le llegaba hasta los muslos, haciéndole ver cómo si no tuviera nada debajo, mostrando sus largas y bonitas piernas blancas.

 

—Buenos días… —Nate venía arrastrando los pies, recién despertando y frotando con delicadeza uno de sus ojos, todavía adormilado. 

 

De repente a Nate le llegó un olor dulzón que no le pareció nada mal. 

 

El pequeño de cabello blanco se puso a olisquear el aire y despertó completamente, con sus enormes ojos brillando al ver unas deliciosas galletas en la mesa. 

 

—¡Galletas! —gritó con cierta emoción notándose en su voz, corriendo hacia donde estaba Mihael—. Dame —exclamó emocionado, poniéndose a un lado de su esposo y abriendo la boca. 

 

Mihael sonrió suavemente, agarrando una galleta con forma de estrella y metiéndola en la boca de Nate.

 

Nate mastico lentamente, con un aura brillante rodeándolo y haciendo muecas de felicidad. 

 

Mientras Nate disfrutaba de más galletas, Mihael miró atentamente como su delicado hombro quedaba al descubierto cuando se movió, notándose en su frágil piel muchos chupetones rojos y morados de la noche apasionada que tuvieron. 

 

—Mihael, están muy ricas —dice Nate muy feliz, realmente le gustaban las galletas caseras de su esposo. Eran sus favoritas. 

 

Mihael despierta de sus recuerdos de anoche con un pequeño sonrojo. 

 

—Me alegra escuchar eso —dice Mihael con una sonrisa satisfecha, acomodando cuidadosamente el cabello blanco enmarañado de su niño para luego agarrarlo de sus regordetas mejillas, dándole un suave beso en sus cálidos y afelpados labios. 

 

Nate le sonríe de forma cálida y luego nota la forma en la cual estaba vestido Mihael, haciendo una mueca. 

 

—¿Irás a trabajar? 

 

—Si, amor, llegaré por la tarde —contesta mientras lo vuelve a besar, apartándose de su lado sin notar la expresión triste de su esposo. 

 

Mihael no necesitaba verse en el espejo para saber que lucía bien, así que pasó de eso y fue a la sala de estar a recoger los archivos sobre el caso que tenía que investigar. 

 

Nate apareció justo detrás de él, abrazándolo por la espalda.

 

—¿Tienes que ir? —preguntó desanimado, sin deseos de que Mihael se fuera. 

 

—Es un caso en curso, Nate… Tengo que ir —explicó Mihael, haciendo que su esposo lo soltara para poder girar y quedar frente a frente con él—. Pero te prometo que volveré lo más rápido que pueda, ¿de acuerdo?

 

Nate hace un puchero de esos que le encantan mucho a Mihael, sacándole una pequeña sonrisa y que envuelva sus brazos alrededor de la pequeña cintura del más bajito. 

 

—Vamos, solo serán unas pocas horas. Ni siquiera notarás que me fui —trata de consolarlo, uniendo su frente a la de su adorable esposo y sonriéndole de forma cálida. 

 

Nate lo mira con sus enormes ojos grisáceos y asiente lentamente, llevando sus manos al cabello rubio de Mihael para jugar un rato con sus hebras doradas. 

 

—¿Qué es lo que haces para que sea tan suave y sedoso? —murmura, todavía tocando el cabello de su esposo y maravillándose por lo suave que era y lo bien que olía. 

 

—Tu cabello también es suave, Nate —responde Mihael con amor, tocando el esponjoso cabello de su esposo que ahora era más largo, cayendo rizado sobre su adorable rostro. 

 

—Pero el tuyo es más bonito —aseguró Nate. 

 

Mihael rió entre dientes y negó con la cabeza, presionando sus labios contra los de Nate.

 

—Que sea un empate… —susurró contra sus labios, acariciando dulcemente la mejilla suave de su esposo. 

 

Nate quiso protestar pero en su lugar miro con atención la mano de Mihael, agarrándola suavemente entre las suyas. 

 

—¿Qué haces? —preguntó arqueando una ceja, recordando luego que ya llevaba media hora de retraso—. Nate… Emm, tengo prisa.

 

—Espera, voy a leerte la palma —dijo Nate sosteniendo con más firmeza la mano de su esposo entre sus pequeñas manos para que no se la quitara, mirando con atención la palma y tocando suavemente las líneas que tenía ahí con sus pulgares. 

 

—¿Sabes leer manos? Que sorpresa —Mihael lo miraba divertido, dejándole hacer lo que quisiera. 

 

—Solo espera… 

 

Nate estuvo mirando por largo tiempo aquellas líneas con una expresión seria, tocandolas suavemente y haciéndole cosquillas a Mihael cuando pasaba su dedo índice por las líneas de su mano. 

 

—Mihael, tu… —hablo con un tono de voz serio que inquietó un poco al rubio. 

 

—¿Qué? —preguntó algo temeroso. 

 

—¡Hay una línea en tu palma que dice que te casarás conmigo! —exclamó el pequeño mirándolo con sus ojos abiertos en sorpresa y con un bonito sonrojo en sus mejillas. 

 

Mihael lo miró incrédulo y luego se echó a reír, mirándolo dulcemente cuando calmó un poco su risa. 

 

—Eso ya pasó, Nate —dice con una pequeña sonrisa, acariciando con su mano libre las hebras blancas y plumosas de su esposo. 

 

—Oh, es verdad —Nate sonríe con cariño, acariciando el anillo que Mihael tiene en el dedo anular. 

 

Una sonrisa divertida adorna el rostro de Mihael y besa la pequeña nariz de su amado. 

 

—Bien, tengo que irme, Nate —lo besa suavemente en los labios—, al volver traeré empanadas, ¿si? —fue quitando su mano de las de Nate, haciendo que este reflejará inquietud en su rostro. 

 

Inmediatamente Nate se puso delante de Mihael, impidiéndole pasar. 

 

—No, está vez lo haré de verdad —Nate extendió su mano, en espera de que Mihael le diera la suya—. Realmente aprendí a leer el futuro en la palma de las manos. 

 

Mihael lo miró por un momento y luego finalmente cedió a lo que quería Nate por sus bonitos ojos suplicantes, a los cuales era débil.

 

—Bien —Mihael le tendió su mano. De todas maneras ya estaba llegando tarde, que importaban unos minutos más. 

 

Nate sonrió emocionado y volvió a mirar la palma con atención. 

 

—Hooh… que interesante. 

 

—¿Qué dice? 

 

—Dice que pertenecen a mi trasero —dijo Nate curvando los labios hacia arriba en una sonrisa traviesa y mirándolo con picardía. 

 

Mihael lo mira con diversión. 

 

—No hay una línea que diga eso. 

 

—Si la hay. 

 

—No la hay. 

 

—Lo juro por ti —se rió Nate—. También dice que deberías faltar al trabajo si no quieres sufrir el ataque de unos cuervos asesinos quita ojos. 

 

Mihael niega lentamente con la cabeza, acariciando las pequeñas manos de su esposo. 

 

—No es posible, Nate, realmente tengo que ir. 

 

—¿El caso es realmente importante? Estoy seguro de que tus empleados podrán lidiar con eso —Nate lo mira suplicante. 

 

—Mis empleados apenas saben hacer un café decente —suspira con pesadez. 

 

—Eso es verdaderamente triste —se burló Nate, obteniendo una expresión deprimida por parte de Mihael—, ¿de que es el caso?

 

—El asesinato de la hija de una jueza. 

 

—¿Estaba casada? 

 

—Si. 

 

—El porcentaje de esos casos siempre indica que el esposo es el culpable. 

 

—No está vez, tiene una coartada bastante buena. 

 

—Seguramente contrató a alguien. Listo, caso resuelto… ahora te puedes quedar. 

 

A Mihael no le gustaría nada más que hacer lo que le pedía su esposo. Realmente quería quedarse, abrazarlo y llenarle de besos su bonito rostro, olvidándose de su trabajo y yendo a dormir con Nate a su habitación. 

 

Pero no podía hacerlo. Primero estaban las responsabilidades. 

 

—¿Tú piensas investigar otro caso, Nate? —intentó cambiar de tema, haciendo que Nate hiciera un puchero. 

 

—No —dijo dejándose caer en el sofá, subiendo sus piernas en el y acomodándose para jugar con su cabello—. Ya recuperé todo el dinero que utilicé para lograr escapar de esos fanáticos desquiciados. Puedo tomarme unos merecidos días de descanso. 

 

Mihael hizo una mueca al recordar eso, realmente no le había gustado para nada esa situación. Si alguien se hubiera atrevido a tocar a su niño, hubiera armado un alboroto enorme y ahí correría sangre. A Nate no podían tocarle ni con el pétalo de una rosa. 

 

—Eso es bueno. 

 

—Aunque me pidieron investigar sobre el robo a un museo. Ya van tres museos que dejan completamente vacíos y parecen ser cometidos por la misma persona con diferentes cómplices… —comentó Nate, todavía jugando con su cabello—. Me gustaría saber que piensas sobre ese caso y si debería tomarlo. 

 

—Al volver te diré mi opinión sobre eso, ¿bueno? 

 

—Si… —dijo algo desanimado, mirando con aburrimiento el piso. 

 

—Mmm —Mihael tanteó sus bolsillos—. Mierda, me estoy olvidando mis llaves —movió algunos papeles que estaban en la mesa de café y las encontró ahí. 

 

—¿No estás olvidando nada más? 

 

—No. 

 

—¿El celular? 

 

—Ugh —Mihael vuelve a tantear sus bolsillos y no lo sentía—, ¿dónde está? —gruñe mientras lo busca por todos lados, encontrandolo tirado debajo del sofá. 

 

—¿Ahora sí? ¿Ambos brazos, piernas, las orejas? —pregunta Nate con una pequeña sonrisa de lado. 

 

—Si, si y si… —Mihael parece que entra en pánico por un momento pero luego se calma—. Oh, mi corazón lo tienes tú. 

 

Los pómulos de Nate se colorearon de un hermoso tono rojizo, girando más rápido el mechón de su cabello blanco entre sus pequeños dedos mientras desviaba la mirada con pena. 

 

Una sonrisa hermosa apareció en el atractivo rostro de Mihael cuando de repente se dió cuenta que no sentía el frío de su cadena contra la piel de su pecho. 

 

—Espera, estoy olvidando mi rosario. 

 

—¡Oh! Olvide que te lo había quitado, lo siento —dijo Nate, levantándose apresuradamente del sofá y yendo a la habitación de ambos para buscarla. 

 

Nate regresó corriendo, trayendo el rosario de Mihael. Se acercó a él y se lo puso amorosamente. 

 

—Mihael —tarareo suavemente, con un pequeño rubor en sus mejillas—, encontré dos condones sucios tirados en el suelo… 

 

El rubio sonrió con una clara diversión y con sus ojos azules brillando. 

 

—Si, porque no me dejaste tirarlos adecuadamente cuando saltaste sobre mí y me pediste desesperado otra ronda, pervertido.

 

El rostro de Nate se puso rojo en cuestión de segundos. 

 

—No soy un pervertido —Nate infló las mejillas indignado. 

 

Mihael apreció encantado los pómulos sonrojados de su esposo, acercándose a él y tocando sus suaves mejillas. 

 

—Eres más pervertido que Meliodas de Nanatsu no taizai… y eso es decir mucho —se burló. 

 

Nate lo miró avergonzado. 

 

—¡Pruébalo! —le gritó molesto, pero luego sus mejillas se encendieron con violencia al caer en cuenta del doble sentido de lo que había dicho—. Ah, no, espera, eso no. 

 

—No entiendo —dijo confundido Mihael pero luego reflexionó por unos segundos, mirándolo con diversión—. Ah, estoy seguro de que deseas que lo haga —una sonrisa maliciosa se formó en su rostro.

 

—Cierra la boca —se sonrojó aún más, tirando de algunos mechones de su cabello blanco y bajando la mirada—. Sabes que no me refería a eso —se quejó Nate. 

 

Mihael mantuvo su sonrisa, atrayendo a Nate hacia su cuerpo para darle un beso en cada una de sus mejillas. 

 

—Lo sé, y también sé que serás capaz de ordenar nuestra habitación en mi ausencia —lo beso en la frente, soltándolo y caminando hacia la puerta—. Bueno, me voy antes de que comiencen a ponerse histéricos por mi tardanza. 

 

Nate corrió hacia Mihael, agarrándolo del brazo. 

 

—Espera, ¿no estás olvidando algo? —le dice con reproche. 

 

—¿Eh? 

 

Nate se paró de puntillas y tiró del rostro de Mihael hacia abajo para besarlo rápidamente en los labios, con sus pómulos pintados de un rojo carmesí. 

 

Mihael lo miró agradablemente sorprendido. En el calor del momento, Nate se volvía muy apasionado y entregado, sabía bien lo que quería e iba por ello, pero cuando eso pasaba, normalmente era pudoroso; una persona muy tímida que nunca había sido capaz de empezar nada. 

 

—Mi beso de despedida, tonto —le saca la lengua viéndose infantil, volviendo a estirar el cuello para llegar a los labios de Mihael y besarlo otra vez. 

 

El rostro de Mihael se puso rojo, pero sonrió muy complacido y unió sus labios con los de Nate en un apasionado beso antes de que se alejara, cargandolo fácilmente entre sus fuertes brazos. 

 

Nate respondió gustoso su beso y enredó sus piernas en la cintura de su esposo, siendo llevado hacia el sofá, quedando sentado sobre el posabrazos. 

 

Continuaron besándose con ferviente deseo, con Mihael recorriendo con su lengua cada centímetro de la boca del más pequeño, acercándolo más a su caliente cuerpo. 

 

Anhelaba sentirlo más cerca suyo. Lo necesitaba. 

 

Sus miradas se encontraron cuando se apartaron para recuperar el aliento, sintiendo la acelerada respiración del otro. 

 

Ojos grises se enfrentaron a unos azules, con la mirada del más joven siendo impaciente y ansiosa, en espera de que Mihael notara lo que quería. 

 

Nate estiró sus brazos hacia Mihael, y el chico rubio sintió como los suaves y cálidos dedos de Nate desabrochaban su camisa. 

 

—Podrías faltar… —susurra suavemente Nate, tocando el pecho desnudo de Mihael con sus cálidas manos y sintiendo como el corazón del mayor palpitaba como loco, haciéndolo sonreír—, y hacerme el amor…

 

Mihael se mordió el labio inferior al sentir las manos del más joven bajando más, acariciando sus abdominales. 

 

Los ojos grises de Nate estaban abiertos y brillaban, mirándolo con ansias de que lo hiciera suyo. 

 

Mihael intentó quitarse de encima esas manos traviesas y Nate hizo pucheros, por lo que Mihael decidió abrazarlo efusivamente y atraerlo más hacia sí, haciendo gemir al más joven al sentir el calor de su cuerpo envolverlo y sus cálidos labios contra los suyos, besándolo con tranquilidad y amor. 

 

Nate se aferró a los brazos de Mihael, casi desesperadamente, mirándolo fijamente. 

 

—Dejarme con las ganas es muy cruel… —susurra Nate, uniendo sus frentes y rozando sus labios—. ¿Te puse caliente también o no?

 

Mihael le sonríe sincero y feliz, negando con la cabeza. 

 

Nate ladeó la cabeza, mirándolo inocentemente. 

 

—Yo esperaba que si. 

 

—No, ya no me seduces, Nate —dijo entre risas, pero sin embargo lo dejó caer en el sofá, poniéndose inmediatamente encima suyo. 

 

Nate separó los labios para gemir suavemente al sentir los cálidos labios de Mihael besar su cuello y hombro, con sus grandes manos apretando con firmeza su trasero. 

 

—¿Esto quiere decir que te quedas? —las mejillas de Nate se pusieron de un agradable tono rojo, viéndose muy adorable y bonito para Mihael. 

 

—Si —susurra para tomar su rostro y besarlo a lo bestia, saboreando por completo su pequeña boca. Nate gime en medio del beso y le corresponde de la misma forma, envolviendo sus delgados brazos por el cuello del mayor, atrayéndolo más hacia su cuerpo y dejándose embriagar por el olor tan masculino y delicioso de Mihael. 

 

Mihael fue bajando lentamente los calzoncillos de Nate y éste abrió sus piernas una vez que le quitó la prenda, permitiéndole ver su pequeño agujero rosado. 

 

—¿Estás tan desesperado porque te haga mío? —jadea contra sus labios, acercándose al oído de Nate—, ¿quieres que me corra dentro tuyo hasta dejarte embarazado? —muerde el lóbulo de su oreja, sintiéndose muy excitado—. Lo haré, Nate… Te haré mío una y otra vez… No pararé hasta que te desmayes, eso te lo prometo. 

 

La respiración de Nate se iba tornando cada vez más intensa, mirando con completo deseo y anhelo al chico encima suyo. 

 

—Si, si… hazlo, ah, p-por favor… —gime ruidosamente, sintiendo un intenso calor acumularse en su vientre—. Te amo, Mihael… mmh…

 

Mihael sonríe contra el cabello suave de Nate, bajando para repartir besos por toda su sonrojada cara, con el pequeño dejándose mimar con una sonrisa complacida y feliz. 

 

El rubio subió la sudadera que tenía el más joven y vio con deseo sus pezones que eran muy rosados y pequeños, bonitos y perfectos para él. 

 

No se resistió más y rápidamente se llevó uno a la boca, chupandolo con fuerza y mordiendolo delicadamente con sus dientes, jugando y pellizcando el otro pezón con su mano libre.

 

Nate se ruboriza aún más y gime suavemente, sintiéndose muy caliente y con el corazón latiendo deprisa, amando como Mihael succionaba su pezón rosado hasta dejarlo inflamado y erecto. 

 

Mihael llevó sus dedos a la suave boca de Nate, quien se encargó de chuparlos bien hasta dejarlos empapados de su saliva. Con la mente ya nublada, Mihael se encargó de ensanchar rápidamente la entrada de Nate, con el pulso acelerado y con unos enormes deseos de sumergirse ya en su niño, gozando de lo caliente y apretado que era Nate por dentro. 

 

El sudor ya cubría el cuerpo de Nate, quien apretaba desesperado los cojines del sofá y gemía ruidosamente, arqueandose y quedándose indefenso ante la dicha que le otorgaban los largos dedos de Mihael moviéndose rápidamente en su interior. 

 

De repente el celular de Mihael suena, haciendo que el rubio suelte un gruñido irritado y tenga que separarse de Nate.

 

El más joven reprimió un gemido de queja por la pérdida de la deliciosa fricción, poniendo una expresión molesta. 

 

Mihael sacó el celular de su bolsillo y notó que era una llamada de su jefe. 

 

Con su adorable rostro arrugado por el disgusto, Nate le arrebató el celular a Mihael de las manos y lo arrojó lejos, sin importarle ni un poco si se rompía. 

 

—Maldición, Nate… —se quejó, aunque la verdad no estaba nada molesto, más bien se sentía más caliente, mirando los labios suaves y rojos de Nate. Unos labios hermosamente brillantes por la saliva que compartieron. 

 

—Solo diles que se te presentó una emergencia… —tiró de él para besarlo con ganas, profundizando inmediatamente el beso al introducir su lengua húmeda en la boca de su esposo. 

 

Mihael correspondió gustoso, besándolo de una forma demandante y salvaje, llevando sus manos hacia el cierre de su pantalón para liberar su hinchado miembro que ya le dolía. 

 

Nate rompió el beso y lo miró, sintiendo aún más calor, con verdaderos deseos de chuparle la verga a su esposo y tragar su delicioso semen. 

 

Mihael se tomó unos momentos para mirar con ternura los grandes y hermosos ojos grises de su Nate, besando suavemente sus mejillas sonrojadas.

 

—Me metes en muchos problemas… 

 

Nate lo miró juguetón y llevó su pequeña mano a la enorme polla de Mihael, sintiendo a su esposo tensarse y ponerse más duro. 

 

—Pero tienen solución, así que Mihael no debería preocuparse… —le da un beso de pico, moviendo lentamente su mano de arriba hacia abajo, sintiendo la polla palpitar—. Ahora cúmpleme… —sonrió, con su rostro enrojecido y sus rizados mechones blancos viéndose alborotados. 

 

Mihael sonrió de forma torcida, inclinándose para besar dulcemente los labios de su pareja, agarrándolo de sus muslos suaves para separar aún más sus piernas. 

 

No iba a ser suave con él. 

 

—Por supuesto… Te haré el amor tan intensamente que no podrás caminar por varios días —Mihael enfiló su hombría, apoyando la gorda cabeza contra el pequeño agujero rosado de Nate, gimió por la sensación y empujó sus caderas hacia adelante con firmeza, disfrutando de las paredes cálidas y suaves del mas joven que se iban apretando con desmedida fuerza alrededor de su palpitante polla. 

 

Nate cerró los ojos con fuerza, jadeando y gimiendo mientras lo sentía deslizarse por su recto, formándose pequeñas lágrimas en los bordes de sus ojos por lo grande que era. 

 

—¡Nn…! ¡M-Mihael! —gimió, aferrándose al cuerpo de su esposo, gozando de como Mihael lo llenaba tan bien hasta el punto de hacerle ver estrellas y que sus piernas temblaran. 

 

Mihael lo beso con hambre, acariciando la piel enrojecida y suave de Nate, sujetando las encantadoras piernas del chico para ponerlas sobre sus hombros, empezando a embestirlo con verdaderas ganas y con más intensidad conforme el tiempo pasaba. 

 

Nate correspondía su beso como podía, dejando escapar muchos sollozos húmedos por los empujones rápidos de Mihael. 

 

El olor a sexo estaba sintiéndose densamente en el aire, con el sonido de sus cuerpos chocando una y otra vez, ambos estando sumergidos en una burbuja de placer del cual no querían salir, uniendo sus labios en un apasionado beso mientras Mihael lo abrazaba como podía, envolviendo al más pequeño completamente en su calor. 

 

Nate suspiraba cuando se alejaban para tomar un poco de aire, volviéndose a besar inmediatamente después, una y otra vez hasta dejarse los labios hinchados y rojos. 

 

Mientras Mihael se perdía en el placer y en la fragancia a lavanda de su adorable esposo, que lo enloquecía de deseo, pensaba que mañana mismo renunciaría y solo se dedicaría a consentir a su querido Nate, después de todo él era lo más importante que tenía en su vida y solo quería recorrer y explorar el mundo con él… y simplemente disfrutar.

 

Y así sería. 

 

Ambos ya habían pasado por mucho y se merecían eso. 

 

Nate tarareó con aprobación cuando Mihael aumentó la velocidad de sus estocadas, entrando y saliendo de su cuerpo cada vez más rápido y más fuerte. 

 

—Mierda, Nate… me aprietas tan bien —jadeó de placer, embistiendo a Nate tan fuerte como podía, mordiendo su mejilla sonrojada y bajando hasta su cuello para avivar aún más las marcas de mordeduras y chupetones que ya tenía en su pálida piel.

 

Nate gimió de satisfacción cuando Mihael comenzó a empujar ferozmente contra él, acostándose completamente sobre su cuerpo. 

 

Su respiración iba saliendo más rápida, disfrutando de como Mihael follaba brutalmente su agujero. 

 

—Ah, M-Mihael… m-mas, ah, por favor… —gemía adorablemente, con el placer creciendo en su vientre hasta el punto en que lo dejo con la mente nublada de lujuria y sin capacidad de pensar en nada más que no fuera Mihael y lo bien que se movía y lo llenaba. 

 

Nate dejó escapar un sonoro gemido y tiró la cabeza hacia atrás cuando Mihael embistió con fuerza contra su próstata, provocándole agradables escalofríos y que una ola de placer lo embargara. 

 

—Oh, si… justo ahí, ah… no pares, por favor —gimió Nate, con un delgado hilo de saliva brillante saliendo de la comisura de su labio, deslizándose por su mejilla hasta perderse en sus cabellos nevados. 

 

Mihael sonrió arrogante, continuando follando con más fuerza la próstata de Nate, observando divertido como el más pequeño se mordía el labio bruscamente, temblando debajo suyo y sintiendo sus pequeñas manos aferrarse con fuerza a su camisa ya empapada de sudor. 

 

—¿Te gusta así, mi adorable conejito? —susurró lascivo, recorriendo el cuello de su pequeño con su caliente lengua, arrancandole más gemidos de sus hinchados labios y que se estremeciera adorablemente. 

 

Un gruñido salió de sus labios cuando sintió que Nate se apretaba aún más a su alrededor, siendo difícil de soportar. Se incorporó y mordió la suave carne de la pierna de Nate, haciéndolo estremecer. 

 

—Vamos, Nate, si me aprietas así no voy a durar —siseó, moviendo las caderas hacia atrás y luego hacia adelante, golpeando con fuerza contra el chico de cabello blanco. 

 

Nate esbozó una temblorosa sonrisa, haciendo gruñir al hombre encima suyo que quedó embobado al ver su hermoso rostro esbozar una sonrisa malditamente tentadora y hermosa. 

 

—Es lo que quiero… —Nate tembló por el placer de que lo follaran tan frenéticamente, con Mihael golpeando su próstata con cada furiosa embestida. 

 

—¿Deseas mucho que te llene con mi semen? —preguntó lascivo y de forma entrecortada, apretando los dientes mientras golpeaba lo más fuerte que podía contra Nate, una y otra vez, como un animal en celo. 

 

—¡Si, Mihael, s-si! —gritó acaloradamente, sintiendo como Mihael iba más rápido y más fuerte que nunca antes—. ¡Lo quiero! 

 

Era glorioso. Increíble. Quería más. 

 

Mihael baja bruscamente las delgadas piernas de Nate de sus hombros y rápidamente agarra al chico para colocarlo en su regazo, quedando ambos cara a cara y logrando que su polla se adentrara aún más en Nate.  

 

El pequeño chilló cuando sintió la gruesa polla de Mihael enterrandose profundamente en su cuerpo, haciéndolo alucinar de éxtasis. 

 

—Nate… sabes qué ocurrirá si eyaculo dentro de tí… —hablo con una voz ronca y excitada, moviéndose lentamente y gimiendo suavemente por lo increíblemente apretado que estaba el más joven. 

 

Nate pestañeó, algo aturdido por ser levantado tan de repente, siendo incapaz de pensar bien por el abrumador placer que sentía. 

 

—¿Eh? —preguntó confundido, con sus mechones blancos estando pegados a su pegajosa frente y a sus mejillas rojas. 

 

Mihael envolvió sus brazos alrededor de la diminuta cintura de Nate, besandolo dulcemente en los labios. 

 

—Podriamos tener un hijo… 

 

Nate abrió los ojos de par en par y se sonrojó profundamente, colocando sus pequeñas manos en los hombros del rubio.

 

—¿Tu quieres tener un hijo? —preguntó suavemente y con su corazón latiendo con violencia, aún sintiendo las suaves y lentas embestidas del rubio. 

 

Mihael se mordió el labio y pensó por un momento. 

 

—La verdad si, Nate… quiero tener un hijo. 

 

Los ojos de Nate brillaron hermosamente y abrazó a su esposo, presionando con fuerza sus labios contra los de Mihael. 

 

—Yo también… quiero tener muchos hijos contigo —susurró Nate una vez que rompió el beso, sonriendo cálidamente y abrazando con más fuerza a Mihael. 

 

Mihael también sonrió y lo volvió a besar con fuerza, presionando a Nate contra el sofá otra vez y separando sus piernas tanto como pudo para reanudar sus embestidas que iban siendo cada vez más salvajes, golpeando directamente contra la próstata del dulce chico; haciéndolo estremecer y poner expresión complacida. 

 

Nate gemía, clavando sus uñas en los hombros de Mihael y sintiendo su cuerpo muchísimo más caliente, con una sensación conocida en el estómago que le anunciaba que estaba por llegar al orgasmo. Echó la cabeza hacia atrás y gritó acalorado cuando Mihael lo agarró de las caderas con demasiada fuerza para empujar profundamente dentro suyo, golpeando su próstata sin piedad. 

 

El pequeño se tensó y gimió sonoramente, apretando la polla dentro suyo. 

 

—¡Mihael! —gimió su nombre, con los ojos llorosos y su pequeño cuerpo temblando violentamente. Mihael en ese momento pensó que si de por sí Nate era hermoso, llorando de placer lo era aún más—. ¡E-estoy por… aah! ¡Ah!

 

Mihael jadeo de placer y supo que ya estaba por llegar al climax al igual que su dulce y bonito esposo, buscando la boca de Nate con necesidad para poder besarlo y continuar embistiendolo fuertemente, aprovechándose de lo estrecho que se volvió su pequeño para hundirse más profundo. Dios, la tensión alrededor de su hinchada longitud era tan buena y deliciosa. 

 

Nate se apartó de los labios abrasivos de Mihael para soltar un pequeño sollozo de placer, temblando por las miles de emociones que sentía cada vez que Mihael salía y volvía a entrar en él, empujando con entusiasmo contra su próstata. 

 

—¡Mihael, por favor! —gritó Nate con su dulce voz haciendo temblar a Mihael, quien lo beso una vez más en sus tentadores labios y se incorporó.

 

El rubio lo agarró con fiereza de sus pequeñas caderas, dejando moretones, y empujó fuertemente contra él, mirando lujurioso como su polla desaparecía en el pequeño agujero de Nate. 

 

—Aaah… ¡Mngh! —Nate sintió su rostro enrojecer y como su cuerpo se sacudía al ritmo de las frenéticas embestidas de Mihael, haciéndolo babear por lo bien que se sentía en esos momentos. 

 

Era demasiado, y cuando Mihael volvió a chupar de su pezón y hundió profundamente su polla en él, terminó llegando al orgasmo con un sonoro gemido de placer, arqueandose y apretando con más fuerza alrededor del miembro del rubio. 

 

—¡Mierda! —gruño Mihael, mordiéndose el labio inferior por el inmenso placer recorriendo su cuerpo. 

 

El agujero rosado de Nate se volvió más apretado, haciendo que Mihael también llegará al orgasmo luego de unas cinco fuertes y duras estocadas, enterrándose lo más profundo que pudo y liberándose dentro de Nate con un ronco gemido saliendo de sus labios. 

 

El cuerpo de Nate se sacudió y convulsionó cuando sintió el semen caliente y pegajoso de Mihael llenándolo, separando los labios para gritar el nombre de Mihael.

 

El rubio se dejó caer encima de un agotado Nate, con su polla todavía dentro de él, y lo agarro de sus mejillas sonrojadas para besarlo en los labios con fervor, hasta dejarlo sin aliento. 

 

—¿Cómo te sientes? —preguntó Mihael mientras besaba la cara sonrojada de Nate, acariciando con una de sus manos el vientre ligeramente abultado del dulce chico. 

 

—Incómodo —dijo Nate con sinceridad, envolviendo sus temblorosos brazos alrededor de Mihael y besándolo suavemente en los labios—, pero feliz… 

 

Los dos se miraron con una pequeña sonrisa y volvieron a unir sus labios casi desesperadamente, cambiando de posición para que ahora Nate quedara encima del rubio, apoyando sus pequeñas y delicadas manos en el pecho de Mihael. 

 

—¿Vamos por una segunda ronda? —preguntó travieso, moviendo sus caderas y sonriendo divertido cuando sintió la polla de Mihael endurecerse dentro suyo. 

 

Mihael lo agarró de las caderas, apreciando el aspecto tan deliciosamente desastroso del pequeño; sus mejillas coloradas, sus labios regordetes y rojizos, y su cabello nevado empapado por el sudor, con sus atrayentes y bonitos ojos grisáceos mirándolo con absoluto deseo y pasión. 

 

—Definitivamente no pienso dejarte dormir, Nate… —susurró, moviendo su pelvis hacia arriba y disfrutando de ver a Nate cerrar los ojos y abrir sus deliciosos labios rojos, dejando escapar lindos gemidos mientras lo montaba. 

 

Mihael pensaba cumplir, no iba a dejar dormir a ese hermoso y adorable angelito. 

 

The end.

Notas finales:

Uuuufff, perdonen por las faltas de ortografía, escribo desde mi celular y a veces es complicado u.u una vez me cambio "ano" por "año"... Aww, más tierno (? 

¡Gracias por leer! 

 

 


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