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Stitches por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de The Avengers pertenecen a Marvel.

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.



··Otra de las ideas que rondan mi cabeza... intentaré que no se quede en el limbo como las demás...

··Tal vez añada advertencias, aún no estoy segura.

Notas del capitulo:

 


Miércoles 32. agosto 2022.


 

Stitches
I
A different childhood
 
 
 
 
Nacido en una vida con cobijas de seda, cuna de oro, canciones de cuna en un piano instalado en la habitación continua, y con grandes expectativas en mis pequeños hombros lleno de ciencia, números y lógica, fue un shock para todos en casa enterarnos que la Magia existe. 
 
Jarvis, el mayordomo lo tomó como un hecho más en la familia a la que servía: me observó bien, dedujo que las emociones fuertes eran la que activaban mi "magia accidental" como lo llamó una bruja (con sombrero puntiagudo, túnicas como vestidos y más túnicas que la cubrían por completo, zapatos en punta marcada además de un tacón sensible por el ruido en sus pisadas) cuando nos visitó y explicó las reglas, procedimientos y opciones de mi educación mágica: Jarvis también se encargó de hacerme sentir, no-tan-extraño en mi propia casa. 
 
Tan solo tenía ocho años. No lo entendía del todo. Papá hacía ciencia y se frustraba cuando presenciaba algún tipo de "truco" inexplicable de mi parte (magia accidental). Mamá a veces se veía contenta, otras veces ponía una cara extraña a la cual Miss Jarvis llamó envidia. Miss Jarvis o Ana como muchas veces me pidió que la llamara era la esposa de Jarvis, ambos eran amables incluso cuando era su casa donde me escondía.
 
Con su ayuda (comprensión) entendí lo que me alteraba a mí y a mi magia, aquella bruja regresó a mis once años, debía iniciar con mi educación mágica. 
 
(no quería ser diferente de mi familia) 
 
Yo lo había olvidado. 
 
(no quería ir más lejos que el internado en el que papá dijo tendría que irme) 
 
Me concentré tanto en ser como papá (para agradarle un poco) que mi cerebro dejó de creer, intenté no pensar, intenté ignorar esa constante presencia en mi interior. 
 
Mamá insistió que fuera, era importante controlar mi magia decía, ignorarla o desear no tenerla solo me haría daño repetía, a regañadientes papá ordenó a Jarvis me fuera a dejar al Colegio Ilvermornny de Magia y Hechicería. 
 
Aferrándome a Jarvis fuertemente, ignorando las lágrimas que salían de mis ojos, no pude evitar la despedida. 
 
A pesar del nuevo mundo, a pesar de las leyes de la física rotas a cada esquina, tan solo pensaba en regresar a casa. Fui asignado a la Casa Wampus, en honor a un gato único en su especie. Estudié mucho, con mi excelente memoria pude aprender cada uno de los libros necesarios para el primer año escolar, libros de historia, libros de consejos para magos procedentes de familias sin magia (me rehusé a usar los términos nomaj, muggles, squibs y otros más). 
 
No era el favorito de mis maestros, mis constantes preguntas en términos científicos y conocimiento que rivalizaba el suyo (con el que solía dejarlos como tontos frente a las clases) no ayudaron. 
 
La magia en práctica era aceptable (entre menos tocara la barita, mejor) por lo que pronto terminé mi educación mágica, los siete años de currículo escolar los hice en tres años y medio (a todos nos urgía que yo saliera de ese colegio) y regresé a casa. 
 
Me di cuenta que nada había cambiado. Mamá seguía en los círculos de la alta sociedad realizando campañas para su próxima obra de filantropía. Papá seguía con sus inventos, en su empresa y cuando tenía tiempo; organizando alguna expedición en el Ártico (en busca del hombre que era la bondad, integridad, la bonanza de la humanidad). 
 
Usé el tiempo para actualizarme en los conocimientos necesarios de la educación estándar: matemáticas, geografía, civismo, física, química, historia, cálculo, y esas cosas. Ciencias Reales, las aprobé todas con excelencia y está vez apliqué a la universidad; Instituto de Tecnología de Massachussets. 
 
Fui el más joven con solo 14 años en la carrera de Ingeniería mecánica y donde obtuve dos maestrías; ingeniería eléctrica y física; me gradué a los 17 con honores.
 
Inicié con los excesos, de todo tipo, tras una reacción... mal (sigo con una tremenda laguna mental)... a una sustancia, mamá me llevó con ella a Gran Bretaña, un departamento en Londres donde me dejó desintoxicar un tiempo para luego explicarme que la magia en mí venía de su familia, dijo que ella descendiente de una familia de squibs, dijo que hace tiempo su familia decidió cambiar de apellido pues el que tenían había sido maldecido, dijo muchas cosas a las que no presté atención. 
 
Lo único que estaba en mi cabeza a parte de un endemoniado dolor de cabeza era la (segunda) realización de mi vida; mamá me miraba con envidia por la magia que ella no obtuvo. 
 
Insistía en enseñarme el mundo mágico de esta parte del mundo, dijo que vería mi magia como algo increíble y creyendo que no podríamos regresar a casa hasta que cumpliera su objetivo, acepté.
 
Me di cuenta, varios lugares a los que fuimos, ella también lo veía como algo nuevo... con asombro... como niña en tienda de dulces. 
 
Las veces que estuve asombrado lo oculté con una máscara bien cultivada para la vida de espectáculo (y negocios) que estaba sembrando. 
 
El Callejón Diagon, El Callejón Knockturn, El Ministerio británico de Magia, El Valle de Godric, y el andén 9 3/4 en la Estación King's Cross. Era un ambiente... retrógrada. 
 
Escobas (voladoras), tinta y pluma (literal), pergaminos, oro como moneda de cambio y una terrible condescendencia hacia mamá y hacia a mí (por negarme a usar mi barita) o regaños hacia mi persona (por mis comentarios hacia su sociedad medieval). 
 
Faltaba un lugar por visitar, mamá se veía emocionada, era extraño mirarla sin su máscara para la alta sociedad y realmente feliz... no podía evitar resentir, era la presencia de magia a su alrededor lo que la ponía así pero en casa (cuando nos informaron de mi magia) nunca fue así.
 
Fuimos a un pueblo donde habitaban solo magos y brujas, era muy pequeño y no tenía electricidad, no fue de mi agrado ni con la famosa cerveza de mantequilla. A la distancia pude ver un castillo. Eso no me asombró, he visto varios castillos en mi vida aunque no puedo negar que parecía salido de un cuento de hadas... para mi sorpresa, mamá y yo podríamos visitarlo (las carrozas que se movían solas desafiaban todos mis estudios por lo que decidí no prestar atención antes de provocarme una aneurisma). 
 
Este es Hogwarts, un colegio de magia y Hechicería, la mejor escuela de magia del mundo. O eso era lo que mamá repetía a cada momento. Todo lo que ahí había desafiaba todas las leyes de la física; había retratos que se movían y hablaban y podían viajar a otros retratos; armaduras se movían, una gárgola consciente que necesitaba de una clave para poder ingresar a unas escaleras que llevaban a la oficina del Director.
 
El Director era un hombre anciano, cabello blanco, barba larga y blanca, cejas y bigote blanco, algunas arrugas pero con una extraña vitalidad para la edad que aparentaba(me recordaba a todos los Merlin de películas con temática del Rey Arturo). Hablaba con mamá como si la hubiera conocido hace tiempo, intentaba incluirme en su plática pero yo seguía mirando los retratos que rodeaban la oficina, eran antiguos directores y algunos nos miraban incrédulos o fingían dormir (¡¿un retrato podía dormir?!) y al final de tomar té (estos ingleses y su té) nos dio un recorrido por algunas zonas del castillo. 
 
La torre de astronomía era la más alta, se podía ver el bosque que rodeaba gran parte del colegio, un lago muy amplio y el pueblo que visitamos más temprano. Este lugar es lo más cerca que tuve para sentir que vuelo, con el viento que debe pasar por tras largas ventanas. 
 
Fuimos a un Comedor donde al ver el techo casi me da un infarto; a parte que era enorme y tenía cuatro largas mesas, una mesa al final de lugar donde el personal tomaba sus alimentos y detrás estaban cuatro estandartes (de acuerdo a las Casas que existen)... el techo, no había techo. 
 
No había techo. 
 
Las paredes se perdían a cierta distancia donde podía verse una réplica perfecta del cielo diurno. 
 
Cuando pude hablar, recitar leyes y fórmulas establecidas (un poco muy histérico) el anciano respondió que, con magia, todo es posible. 
 
Lo odié un poco por su respuesta y por su mirada complacida con mi desespero.
 
Visitamos algunos salones de las materias que se enseñan, visitamos un campo deportivo y al imaginarme a personas a tal atura de los postes... pensé que estas personas no tenían instinto de supervivencia. En absoluto. 
 
Y como si el anciano quisiera burlarse de mí, nos llevó a "las cocinas" donde pequeñas criaturas de ojos saltones y totalmente desproporcionados de su rostro (nariz puntiaguda y boca pequeña) solo eran eclipsado por las enormes orejas de murciélago que les colgaba de sus calvas cabezas. Eran extraños. Eran elfos domésticos que se dedicaban a servir y cuidar del mago o bruja que están a su cuidado (esclavitud, en todos lados estás). 
 
Me rendí, me senté en el suelo, varios personajes fueron a mi ayuda; unos tratando de levantarme, unos ofreciéndome comida (frutas, postres, una pierna de pollo), otros ofrecían copas con diferentes bebidas y al pedir por vino mamá dijo que estaba prohibido el alcohol, las pequeñas criaturas en seguida cambiaron a solo jugo de calabaza (muy desagradable) y solo por probar, pedí jugo de manzana, arándanos, un pastel de queso, una hamburguesa con queso y una malteada de chocolate. Se notaron felices y emocionadas, algo sobre no tener tanto trabajo en la cocina por las vacaciones de verano, en cinco minutos ya tenía mi malteada, los arándanos y el jugo, a los diez minutos la hamburguesa y el pastel. 
 
No noté que estaba sonriendo hasta que miré a mamá que cubría su rostro con enguantadas manos, tratando de ocultar sus lágrimas. 
 
Tenía 18 años y ella no fue la madre perfecta, yo tampoco fui el hijo perfecto, con todo y su distancia al ver lo mucho que me esforzaba por obtener la atención de papá ella sigue siendo una madre, que desea lo que toda madre anhela; la felicidad de su hijo. 
 
Fui a abrazarla.
 
Traté de expresar en ese abrazo lo que sentí en ese momento, nos separamos y el anciano estaba sentado en una mesa cercana, con todo listo para la cena. Participé más en sus pláticas, hice mis preguntas y le conté de Ilvermornny, de la casa en la que estuve, hice muchas más preguntas y hasta expuse algunas teorías de combinar la ciencia con la magia y él sonreía atento. 
 
Tras el té, nos llevó a la biblioteca. 
 
Fue mi perdición. 
 
El conocimiento es mi debilidad (más que nada mi curiosidad, las hamburguesas con queso, y que cuando me propongo algo no me detengo hasta conseguirlo)... había muchos libros, muchos temas, algunos con títulos que podrían ser bromas y otros que eran pura ciencia ficción (cómo un niño de siete años puede luchar contra vampiros u otras criaturas mágicas), había temas que me llevaban a otros temas y en poco tiempo me vi rodeado de libros tratando de encontrar lo que podría hacer funcionar mi idea de mezclar magia con tecnología. 
 
Era ya muy tarde por lo que dijo mamá, debían cerrar la biblioteca (la encargada debía ir a descansar), el anciano seguía mirándome un brillo en sus ojos y nos ofreció que darnos en el castillo. Mamá dijo que no, debíamos volver a Londres y comunicarnos con papá, el anciano me dijo podía regresar en otras vacaciones, hablar con algunos de los maestros y tal vez convencerlos que me tuvieran como aprendiz, dijo que las maestrías no solo existían en la educación muggle. 
 
Era genial. 
 
Extremadamente fantástico.
 
No tenía intenciones de cruzarme con estudiantes por lo que propuse asistir solo en vacaciones de verano, hice tratos con los profesores y aceptaron primero ponerme al corriente con sus asignaturas (Runas Antiguas y Aritmancia); claro que podía con dos maestrías, soy un genio. La teoría era fácil, la práctica era lo que con su ayuda debía dominar.
 
Los veranos de 1989 y 1990 me bastaron para estar corriente, fue suficiente para realizar la construcción de una Inteligencia Artificial que ya funcionaba fuera de Hogwarts y a la que le estaba dedicando todo para que funcionara incluso en lugares saturados de magia. 
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El verano de 1991 no regresé a Hogwarts, Jarvis se retiró por lo que no pude verlo más, papá decía que debía enfocarme en la empresa, discutimos mucho, casi todo el tiempo que pude verlo, de todas maneras aprendí el manejo de la junta directiva y empecé a pasar tiempo en el área de investigación y desarrollo. 
 
Luego, el 16 de diciembre de ese año, tras una nueva pelea con papá... él y mamá mueren en un accidente de auto. 
 
No recuerdo mucho, estaba enojado, muy enojado pero no sabía con quién. 
 
¿Con papá, por conducir borracho? 
 
¿Con mamá, por seguirlo aún en ese estado? 
 
¿Conmigo, por las cosas que dije, o que no dije, horas antes? 
 
¿Con la vida, por arrebatarme a mis padres? 
 
¿Con las botellas de alcohol que tanto apreciaba papá? 
 
¿Con Obie por decirme que debía presentarme a un funeral?
 
¿Debía enojarme con Jarvis, por haberse ido?
 
O por haber regresado en este momento y tratarme como cuando era niño y me daban miedo las tormentas... 
 
Sí me enojé con los que asistieron al funeral, miembros de la junta directiva (preguntaban quién se haría cargo de la empresa mientras yo estaba listo), gente de la alta sociedad (susurraban cuánto me iba a durar el dinero si solo lo gastaba en excesos), reporteros (especulaban si yo podría llenar los zapatos de papá), militares (insistían que los contratos eran de varios años por lo que las armas no debían faltarles ni defectuosas ni de baja calidad). 
 
A punto de explotar Jarvis me llevó a otro lugar donde pude llorar nuevamente con coraje, contra todos y contra todo, Jarvis me sostuvo y no me soltó. 
 
Ves bajar las cajas hacia la tierra, era fuera de este mundo, ahí iban mis padres. 
 
A reposar. 
 
Dejándome aquí, en un lugar donde habría que cuidar cada palabra, gesto o acción, otros podrían tomar mi debilidad y destruir todo lo que dejaron ellos. 
 
No estoy listo. 
 
No quiero decir adiós. 
 
Quiero que me contesten, ¿por qué ibas borracho papá? ¿estabas tan contento que se te pasaron las copas? ¿estabas enojado con algo y bebiste para no tomarle importancia? ¡¿por qué tomaste el volante si no estabas en tus cinco sentidos?! 
 
¿Que no ibas a descansar hasta que encontraras a tu amiguísimo Capitán América? 
 
¿Por qué descansas ahora entonces? 
 
Mamá, ¿estás orgullosa de mí? Lamento que tengas que estar bajo tanta tierra, ¿por qué subiste al auto con él mamá? ¿por qué no llamaste un taxi? ¿por qué no se quedaron en un hotel? ¿por qué no pediste a alguien que los trajeran a casa? ¿por qué no tomaste tú el volante? ¿por qué me dejaste mamá? 
 
No me dejen así. 
 
Por favor.
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Notas finales:

Gracias por leer.


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