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Jueves por JoAt

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Notas del fanfic:

ahora si creo que no me voy a extender como verdolaga XDuuu

solo aclarare tres cosas ñ_________ñU:

1) este fic lo hice yo solita, Joshihita, pero mi imouto me da permiso de utilizarla pa subir mis fics por que mi cuenta tiene erios problemas tecnicos ú___u

2) tal ves para entenderla mejor kieran escuchar, despuesito, la canción Jueves de la oreja de van gogh ya que en esa canción me inspire, aunque no se si a esto se le pueda llamar song fic (que alguien me diga por fis *~*)

3) este fic va pa las personitas que he conocido ultimamente, pero en especial, pa mi chibi-imouto, mi oba-chan y tambien pa jeni-chan

 sin as por favor lea y disfruten nos vemos abajito n_n

Notas del capitulo:

De locura logre bajar de 16 a casi 6 paginas Ouo

Otra ves aquí, hace mucho que no volvía a este lugar y sin embargo está igual que siempre, la misma gente, no mucha para la hora que es, y sin embargo sabe que en cuanto el tren aparezca la multitud se aglomerará a tal punto de aplastarse escandalosamente con tal de tomarlo enseguida y no esperar al siguiente, ciertamente aquello era un fastidio, y como de costumbre él daría unos cuantos pasos atrás y se recargaría del muro para poder ver con mofa aquella “batalla” cotidiana, ver con tranquilidad a la gente ser introducida a la fuerza en lo mas profundo del vagón, otros tantos que llegan corriendo a estamparse contra las puertas que con dificultad logran cerrarse, y al igual que él, unos cuantos sensatos que esperan el próximo, de todas maneras no tardará mas de diez minutos en aparecer el siguiente.

Ocho y cuarto, marcaba su reloj, y sonrió complacido al ver que el directo ya comenzaba a anunciarse desde lo mas profundo del túnel, aquel imponente ruido dejaba de ser un eco conforme la veloz máquina se acercaba a la estación; apenas y las puertas empezaban a abrirse y la gente ya se arremolinaba contra estas, dando crédito a lo que ya había pronosticado.

 Cuando el ruido de la locomotora dejó de escucharse, pudo comenzar a percibir la suave música que las bocinas reproducían como distracción a los usuarios, viajó la vista por el lugar, y para gusto suyo la estación volvía a quedar prácticamente desierta, solo el policía de los torniquetes dando instrucciones, de seguro sobre alguna dirección, un conserje platicando con alguien mas y un puñado de pasajeros dispersados por todo el lugar. Volvió a mirar el reloj, ahora con cierta impaciencia, le valía nada si se le hacía tarde o a dónde debía llegar, simplemente temía no volver a encontrarle, su eterna preocupación, qué tal si esta ves de verdad hubiese tomado el directo y él ahí esperándole, o que tal si simplemente esta ves no aparecía, etc. Ya habían pasado ocho minutos y cada vez miraba más ansioso su negro reloj.

Sin embargo el entrecejo que comenzaba a fruncirse tomó su forma natural cuando volvió a escuchar las maquinas del tranvía, esperó, ya con mas calma, a que el tren se acomodara y le abriera las puertas de par en par, caminó hasta llegar a la última puerta del último vagón e ingresó con el mismo talante de sofisticación que ya ni trabajo le costaba desplegar, y con alivio le encontró, con una ropa distinta a la que le vio por última ves, le daba la impresión de que aquella persona se arreglaba especialmente para él, o eso esperaba, pues él siempre se esforzaba por poder dejarle la mejor impresión posible, por mas estúpido que eso sonara en la situación en que se encontraba… después de mirarle por eternos segundos tomó el lugar de siempre (en un asiento de la fila derecha, a lado de la ventanilla quedando “cara a cara” con el otro), mientras desplegaba su periódico, volvió a dirigir su mirada al chico de la fila contraria y con alegría y cierta gracia le cachó mirándole a él, en cuanto el joven se vio descubierto, apretó el libro que leía, se sonrojó notoriamente y cerró los ojos bajando la mirada dando la impresión de que “volvía” a su lectura mientras se agazapaba cada vez mas en su asiento y sus manos hacían temblar ligeramente el libro.

Él, fingiéndose desentendido, giró su vista al otro lado simulando ver el paisaje que le ofrecía el trayecto; el juego había sido el mismo desde que ambos se notaran, salvo que la ropa y las gentes eran distintas, ellos eran los mismos, él fingiendo leer el diario del 11 de marzo, de vez en cuando contestando llamadas a su celular o leyendo alguna revista; su compañero por su parte trataba de leer literatura variada, mientras, de vez en cuando, traía puestos unos enormes audífonos y las últimas veces que lo vio, jugando con un simpático gatito blanco con unas peculiares marcas en su lomo que le daban la impresión de un  cachorro de tigre muy travieso.

Así se entretenían hasta que ambos se descubrían mirándose, escudriñándose, reconociéndose, y era entonces cuando, justo como ahora, uno terminaba acomodándose nerviosamente en su lugar y el otro lo miraba entretenido a través del reflejo de su ventana.

Entreteniendo sus carmines ojo en unas golondrinas que revoloteaban muy cerca de su vagón, comenzó a escuchar cómo una calma voz iba hilvanado poco a poco una tranquila canción, se sonrió, pues, conociéndole, eso quería decir que ya se había relajado, y tal vez su mente ya estaba por las nubes, pues siempre cantaba inconciente de hacerlo; una rápida mirada a todo el compartimiento le constató que aparte de ellos dos solo había una señora, ya mayor, dormitando hasta el otro extremo, y justo en el centro del vagón, un estudiante que parecía muy apurado tratando de acabar alguna tarea mientras el aire que se colaba por la única ventana abierta amenazaba con volarle un par de hojas.

Regresó su mirada a su propia ventana donde las gaviotas ya se habían perdido de vista; perdido en el paisaje, recordó la primera ves que chocó con él, y al igual que ahora, quedó pasmado por los largos hilos azabache que, trenzados, caían como una larga cuerda  por la orilla de su asiento, aquellas hebras eran con las que se entretenía jugando el inquieto “tigrillo” que ocasionalmente aparecía; a pesar de todo el tiempo que llevaba viéndole solo se conformaba con admirar sus dorados ojos, recorrer por el rabillo del ojo aquella canela piel que se le antojaba muy suave, que candorosamente se coloraba cada ves que el pelinegro se ponía en extremo nervioso; desde hace cuánto tiempo que aquellas escenas se presentaban y él, a pesar de todo, tampoco se había atrevido a hacer el mínimo movimiento para poder hablarle.

Llegaban a una nueva estación, sin embargo en el interior nadie tomó importancia, la señora se coloca en otra posición para seguir con su sueño y el estudiante solo desvió su vista rápidamente para asegurarse de que no se fuese a pasar de estación y luego seguir sus frenéticas anotaciones, por un momento y con diversión se le pareció a su pelirrojo amigo; suspiró pensando en lo agradable que era volver a estar ahí, cuando sintió que el profundo bostezo de su “compañero” era cortado, dirigió su vista para saber la causa y entonces lo encontró jugando con el minino que de pronto aparecía tratando de atrapar la punta de los negros cabellos.

En su rostro se dibujó algo muy semejante a una sonrisa tranquila, vaya que aquel muchacho era especial pues gracias a él era posible que sonriese sin ninguna preocupación, sin tener que ocultarlo, era relajante estar en ese lugar… ahí… con él… repentinamente escuchó un par de risillas y maullidos, era el chico de piel canela que ahora frotaba la pancita del gato que echado trataba de hacerse de los lacios mechones.

Maldición”, siendo él quien era, por qué ilógica razón sus piernas no le respondían y simplemente cruzaba el pasillo de medio metro y le preguntaba su nombre.

Mientras trataba de encontrar la respuesta, una excusa, que le permitiera acercársele, una pequeña y suave ráfaga le acarició su mejilla, esto provocó que con rapidez inspeccionara nuevamente el vagón, no encontró ninguna anomalía sino hasta que regresó la vista al pequeño felino que ahora trataba de agarrar a un pequeño petirrojo que revoloteaba a su alrededor dando la impresión de que ambos animales se divertían.

El gato blanco brincoteaba en los asientos tratando de dar alcance al ave, ellos se limitaban a ver el juego, bueno, mentalmente se preguntaba si de verdad era un juego, o el gato trataba de obtener un delicioso desayuno, hasta que por fin volvió escuchar la voz del pelinegro…

-Vamos, Drigger, ven acá, deja en paz al pajarito… ven, regresa -Le llamaba inútilmente; hasta ahora sabia como se llamaba el gato, no obstante no previó que el nuevo amigo de “Drigger” fuese a utilizarlo de escudo y en consecuencia, el gato, ignorando olímpicamente al de ojos ámbar, escaló presurosamente el asiento de un sorprendido bicolor, y subiéndose en sus piernas ahora se recargaba en su pecho maullándole insistentemente. El de ojos rojos no salió de su estupor hasta que oyó al contrarió llamar al inquieto animal, fue entonces que ambas miradas se volvieron a conectar, y como de costumbre el moreno se sonrojó ligeramente, sonriendo ampliamente para después apretar fuertemente sus ojos, acomodándose en su asiento y tamborilear sus dedos en sus piernas; él por su parte, volvió a desviar su mirada al repetitivo paisaje y con algo de desazón suspiró prolongadamente hasta que una palabra entrecortada le sorprendió a sobremanera.

-K… Ka… eeh… ¿Kai?

            Fue un murmullo, vago y tartamudeado, casi creyó que fue su imaginación, y así lo hubiese asegurado de no ser porque cuando encaró a su compañero este le veía fijamente, sonrojado, jugando con sus manos, mordiéndose el labio inferior, mostrándose expectante; él ni siquiera quería saber que cara tenía porque estaba seguro que tal era su expresión que cierto par ya estaría carcajeándose hasta caer al suelo, cuando vio que el otro iba a volver a colocarse los audífonos, actuando automáticamente tomó entre sus brazos al gato que aún se empecinaba en alcanzar al petirrojo.

            Cuando comenzó a caminar, vio con regocijo cómo el otro simplemente le miraba incrédulo, con la mirada perdida, cruzó el estrecho pasillo y  esta vez si se sentó frente al dueño del necio gato, sin decir palabra, le extendió al tigrillo que forcejeaba entre sus manos.

-Gra… gracias -le dijo mientras tomaba al animalito por sus “axilas” y le estrechaba para tratar de calmarlo. Tenía en el rostro la clara muestra de expectación, de una genuina curiosidad. Como única respuesta simplemente inclinó la cabeza.

Se mantuvieron un momento más en silencio, viendo un nuevo panorama, desde el punto de vista del ruso, hasta que con la misma naturalidad con la que le hablara a sus amigos, le comentó…

-Te eché de menos -Con esa frase no esperaba más que le tomara de loco, pero, vamos que estando en aquel sitio casi cualquier cosa era posible, notó que por la sorpresa el muchacho dejó que el minino se escapara de su agarre y comenzara nuevamente a perseguir al ave carmín, ahora por todo el vagón, de verdad se empezaba a sentir muy tonto por lo que había dicho y su tensión aumentó al sentir que cierto calorcito comenzaba a alojarse en sus pálidos pómulos.

            No obstante cuando regresó su vista para encararle “como un Hiwatari debe hacerlo” -diría su abuelo- todo él se relajó con la dulce sonrisa que le dirigía el moreno, quedó embobado ante tal gesto que, aunque el joven se levantó para quedar frente a él, simplemente se limitó a observar el sonrojado rostro acercarse cada vez más al suyo.Lo tuvo lo suficientemente cerca como para percibir el suave olor a vainilla que emanaba su piel, olor que se hizo mas claro cuando el moreno deslizó su rostro hacia su oído derecho escuchando un tímido “Yo… también” para luego sentarse justo a su lado.

            En sus rostros se dibujaron sencillas y tranquilas sonrisas mientras fingían observar a los dos animales que a lo lejos jugaban, Kai deslizó su mano por el asiento buscando la mano contraria y justo cuando logró alcanzarla una oscuridad casi absoluta envolvió por completo al lugar; a lo lejos se escuchó la maldición del estudiante y los respectivos sonidos del “tigrito” y el petirrojo y, si no había escuchado mal, al parecer un ligero ronquido.

 Aprovechando aquella oscuridad afianzó mas la mano de su “compañero” entrelazando sus dedos, movimiento al que el otro también contribuía; tratando de analizar como realizar su próximo movimiento se vio gratamente sorprendido, pues en un ágil movimiento el de ojos oro se sentó en su regazo, regalándole un beso que poco a poco fue subiendo de intensidad; le rodeó con sus brazos la cintura, en tanto el otro le abrazaba por el cuello.

-Te quiero… -Le dijo sin mas, después de tanto tiempo, sin pensarlo tanto solo dijo lo que mucho trabajo le había costado sacar de su corazón, pese a que sonase precipitado.

             Sintió como el de hebras negras le sonreía abiertamente mientras le daba un rápido beso en la mejilla, tal ves fuese su imaginación pero en cada segundo que transcurría el cuerpo del otro chico le parecía mas liviano.

            Entonces a lo lejos comenzó a vislumbrar tenues rayos de luz que se iban apoderando de aquel espacio, señal inequívoca de que el túnel llegaba a su fin, sin embargo…

-Te estaré esperando… -aquel susurro en su oído le regresó la atención a quien por mucho tiempo quiso conocer, pero aquella frase le pareció muy extraña, ¿qué era lo que esperaba de él, dónde? Se lo iba a preguntar justo cuando el vagón salió por completo del túnel, pero su pregunta murió en su boca por lo que estaba presenciando; con terror veía cómo el cuerpo que sostenía se estaba evaporando en el aire, poco a poco podía ver lo que se encontraba tras aquel ser.

-¿Qué dem…? -sus ojos no podían abrirse mas

-Te estoy esperando -le repitió con una sonrisa que irradiaba felicidad, al parecer no estando consiente de lo que sucedía con su cuerpo… o tal vez… ¿si?

-Espera… -musitó tratando de aferrarse al fantasma que se le diluía entre sus manos… -Espera!!! -gritó incorporándose en su lugar… descubriéndose sentado en su enorme cama, respiraba agitado y sudaba frío, después de unos instantes logró tomar conciencia de lo que había sucedido y ya mas sereno se volvió a tumbar en la cama, totalmente estirado, sus ojos se entrecerraron ocultando parcialmente sus gemas color sangre y tras normalizar su respiración una sonrisa tranquila se dibujo en su tatuado rostro, vaya que de verdad había extrañado tener esos sueños, le había extrañado a él y la tranquilidad que le embargaba siempre que lo veía, no obstante, esta era la primera vez que llegaban a tal extremo, contando que es la primera vez que “hablaban”…

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el estridente sonido de la alarma, con pereza se levantó y se fue desnudando en lo que llegaba a su baño…

-…ueves fue la canción que acabamos de escuchar y ahora, para aquellos que apenas se van levantando… -escuchaba a lo lejos su radio, siendo que las voces se debilitaron aún mas con el sonido del agua de la regadera -el con… ierto… del fin de sem… hoy… onc… marzo… los que… llamen… -y dejó de escuchar al radiolocutor mientras que inconcientemente mantenía una suave sonrisa en aquel estoico rostro al tiempo que rememoraba su sueño como un video que se reproducía automáticamente en su cabeza sintiendo las frescas gotas correr libremente por todo su cuerpo.

            Cuando acabó de bañarse, abrió una caja de leche y un paquete de pan tostado, empezaba tomar unos tragos del cartón cuando su celular sonó indicándole que le había llegado un mensaje:

Hay un problema con el trabajo, ven rápido a la universidad. Yuriy”

Con un gruñido cerró su celular y se dirigió a cambiarse mientras se acababa su pan; ya arreglado comenzó a buscar la llaves de su motocicleta, con cada minuto que pasaba se ofuscaba mas, pues no las encontraba, hasta que en la mesita de la sala encontró una nota que lo único que logró fue enojarlo mas.

Tomé la moto, voy a tardar, pide algo bueno para la comida. Bryan”Frustrado y presionado hizo bolita el papel y lo aventó hasta el otro lado de la estancia, para luego tomar rápidamente su chaqueta, la bufanda y el periódico, saliendo estrepitosamente del departamento.

Y pensar que había iniciado tan bien el día” pensaba mientras caminaba por las calles para llegar a la estación del subterráneo, se dio cuenta de que hasta el reloj se le había olvidado y maldijo nuevamente, bajó las escaleras mas aprisa escuchando los trenes emitiendo diversos ruidos, pero justo al llegar ambos trenes partían en direcciones contrarias.

Apretó su puño tratando de controlarse, y cuando un señor se le acercó tratando de venderle el periódico, este salió huyendo ante su fulminante mirada.

Miró al reloj de la estación notando que ya pasaban de las nueve y media, caminaba al fondo del lugar mientras pensaba en que aquello sería más llevadero si de verdad su compañero de sueños existiera y apareciese en el vagón, el tren no tardó en llegar y en cuanto las puertas se abrieron tuvo que esperar a que un grupo de personas terminaran de descender, sin embargo todavía no terminaba de cruzar el marco de las puertas eléctricas cuando sintió que entre sus pies se escurría una bola de pelos, se quedó ahí parado inspeccionando el lugar, pero su reconocimiento quedó suspendido al escuchar a lo lejos gritar…

-Espera Drigger, no corras… -Aquella voz la reconoció al instante, pero se temió estar delirando, por eso cuando se giró para encarar a aquel que pedía a gritos que no dejaran que cerraran las puertas, se quedó con los ojos totalmente absortos y la mente en blanco al ver bajar corriendo por las escaleras a aquella persona que tantas veces había soñado con tanta realidad, tan sorprendido estaba que ni siquiera vio venir el tremendo choque que tendrían cuando el otro no pudo parar a tiempo, quedando los dos tirados en el engomado suelo del vagón.

            Al sentir el golpe salió de su pasmo llevándose las manos a su cabeza, aún sintiendo un ligero peso extra abrió los ojos y aún sin poder creerlo le vio ahí encima de él, abriendo apenas los ojos cuando sintió el movimiento del transporte, notando como al igual que en sus sueños este se sonrojaba al verle, unos maullidos les dieron a entender que era necesario que se levantaran, así el chino ofreció una mano al soviético quien sin chistar la aceptó.

            Uno se mantenía en silencio mientras el otro balbuceaba tratando de armar oraciones…

-Ya estoy… -comenzó a decir, sin embargo se detuvo al pensar que aquello solo había sido un sueño, así que un poco incrédulo todavía, suspiró y le dijo -Será mejor que nos sentemos

-A… aja… -musitó el moreno tomando su respectivo lugar, suspirando ambos al mismo tiempo, tratando de saber que decir, tratando de averiguar si aquello era un sueño mas, sin embargo fue ahora el de piel canela quien rompió el silencio -Me… me alegra que ya estés aquí… Kai

            Kai se volteó sorprendido apreciando la sonrisa que el otro le mostraba, entonces él también sonrió y por ese momento decidió dejar de lado las preguntas…-Si, ya estoy aquí…

-Rei -se apresuró a completar, ya mas relajado -Mi nombre es Rei K…

            El sonido del celular de Kai le interrumpió, este lo abrió y una mueca de molestia se asomó en su rostro leyendo el mensaje de su amigo que le pedía apurarse

-¿Tienes prisa? -Le preguntó el otro con un deje de desazón, le vio y antes de responder a sus oídos llegó un dulce silbido, y al voltear vio al gato albino encima de los asientos de la fila contraria tratando de alcanzar al petirrojo que le “hablaba” desde la ventana; sonrió sinceramente…

-¿Y tú? -preguntó sin quitar su vista del ave

-No, no realmente, estoy de vacaciones… -respondió sujetándole la mano, dándole a Kai la sensación de que el chico temía que se fuera…

-Yo… tengo que arreglar un asunto en la universidad… -comenzó a decir mientras sentía como la mano morena comenzaba a soltar su agarre, sin embargo Hiwatari se apresuró a afianzarlo y así, solamente mirando sus manos continuó- Pero después de eso… ¿Te gustaría conocer la ciudad, Rei? -Solo escuchó un largo suspiro de alivio y queriendo saber que ocurría levantó el rostro

-Me encantaría -Contestó Rei con una fresca sonrisa y las mejillas un tanto más coloradas que las de él.

Con esa respuesta él también suspiró internamente; las puertas del vagón nuevamente se cerraban, y con ellas a Kai cayó en la cuenta de algo:

-¿Y tú cómo sabias mi nombre?…

-¿Eh? Pues una vez tú contestaste el celular y se puso en alta-voz y alguien gritaba… - vaya con ello ahora recordaba que llevándole tendría que explicar algunas cosas, pero para ello todavía quedaban cinco estaciones y esta vez ninguno de los dos sentía el temor de la hora de despertar.

Notas finales:

Lo sé lo sé cada veaz me estoy volviendo mas cursi TToTT y lo peor es que no puedo evitarlo TT0TT pero espero que no l@s haya empalagado y pasaran un buen momento

sin mas que reportar y como buena neka esperando unos rrs....

loka yaoista cambio y juera


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