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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaa!!!!!!!!!!! Lamento la tardanza. Solo tengo una cosa que deciros: BUUUUUUAAAAAAA!!!!!!!!! Y segundo, la culpa la tiene mi musa de lemon que al parecer es una mema. Pero en fin, aqui esta el lemon como prometi y si os gusta un poquito decidmelo, y si no... pues tambien, pero con delicadeza, por favor, que es mi primer  lemon. Mucha gracias por leer!!!!!!!!!!!!!!!!

- ¡Tú! - bramó Draco Malfoy.

Al rubio, sin duda alguna, le iba a dar algo.

Podría haberse abrazado a Potter y llorar en su hombro su amarga pena.

Y llorar y llorar y llorar…

Pero, seguramente, eso llevaría todo el día y el Slytherin tenía dignidad aunque a veces no lo pareciera, así que solamente la saludaría de la forma mas cordial que pudiera…

- ¡¡¿Por qué no te ha comido el pollo?!! Ah, ya. Estoy seguro que es por que ha temido que le viniera una diarrea galopante…

- Gracias por preguntar - interrumpió Ginny Eva Lilith con una sonrisa muy poco agradecida, en realidad. Estaba sentada junto a Zumos, que conducía la casa rodante, con un par de rasguños y moretones en el rostro y un brazo vendado. Iba vestida con una especie de saris rosa chillón con bordados de filigrana, muy maja. - Yo te explicaré…

Pero no explicó nada por que sus ojos se toparon con las manos unidas de Draco y Harry.

De un salto bajó del carro para acercarse a ambos y empujó a Draco lo mas lejos que pudo, para coger el brazo de Harry.

- ¡¡¡Hey, ¿que narices…?!!! - rezongó el rubio, a lo que la pelirroja respondió con un gruñido.

Pero a Malfoy no le amedrentaba ese frío y calculador brillo en los ojos marrones de la pelirroja. Cuando Potter intentaba deshacerse del agarre, el rubio cogió a la muchacha por los hombros y la alejó bruscamente del Gryffindor y se abrazó a este.

- ¡¡¡Déjalo!!! - bufó Lilith, empujándolo ella.

- ¡¡No!! ¡Déjalo tú! - contestó Draco, empujándola de regreso -. ¡¡Es mi Harry!!

El aludido, que se sentía halagado por las palabras de Malfoy, pero demasiado cansado para aquello, se acercó a Zumos, quien ahora comía un pedazo de torta y miraba muy entretenido al par de furias.

- ¿Quién crees que gane? - preguntó Zumos, ofreciéndole un pedazo de torta al moreno, que no dudó en aceptarlo.

- Te diré - contestó, suspirando - : no quiero saber. Solo espero que no demoren mucho esto por que estoy hecho polvo. Tengo varias noches sin pegar ojo. - Las furias elevaban, cada vez mas, sus voces y el Gryffindor supuso que en cualquier momento Lilith se echaría sobre Malfoy y habría que estar al pendiente. Pero mientras, comería su torta. - ¿Manzana? - preguntó a Zumos, tras morderla. Este asintió sin mirarle, ya que no quería perder detalle de la batalla campal que se le ofrecía de espectáculo.- Está buena. ¿La ha hecho tu mujer?

- Mjummm… una de ellas. ¡Hey, ¿podriais pasar de los empujones? Esto se esta volviendo monótono y aburrido!

- ¡¡Zumos, no metas baza ¿quieres?!! - rugió Harry, fulminándolo con la mirada.

- ¡Pues no es mi culpa que te “atoraras” al las garras del pollo gigante ¿o sí? - gritó Malfoy.

- ¡Claro que sí! ¡¡¡Todooooooo es tu culpa!!! - berreó Lilith.

- ¡Pues para la próxima vez cuida bien donde te paras! - aconsejó Malfoy empujándola.

- ¡¡Pues para la próxima, tú cuida bien donde te paras!! - dijo Lilith, empujándolo…

Y todo se fue al demonio por que un pie del rubito fue a dar sobre una gigantesca mierda de camello o algo así, y Harry pudo ver los fuegos artificiales en los ojos grises.

- Oh, cielos -susurró el moreno -. Habrá tormenta.

Dejando de lado su torta a medio morder (y mientras Zumos contemplaba el cielo en busca de nubes), Potter caminó hasta Malfoy justo a tiempo de detenerle antes de que le saltara a la pelirroja, que se cargaba una soberbia increíble.

- Controla a la nenita, Harry - pidió Lilith, desafiante.

El moreno abrazó a Malfoy por la cintura y notó lo dispuesto que este estaba de saltar sobre él y ponerle una buena arrastrada a la muchacha, que no le tenía miedo a la muerte.

- Vale, Draco - suplicó Harry, intentando que le mirara a él en lugar de a la pelirroja. - Ignórala.

- ¡Eso, Harry! - dijo Lilith, sonriendo maniacamente. - Detenlo por que si no le romperé esa carita de putón que tiene…

- ¡Lilith! - amenazó el Gryffindor

- Escucha Huérfana de padre y madre… - Draco tiritaba de rabia, incontrolable, y Potter lo aferró mas contra sí para que no se le escapara. - ¡¡Tú eres una vaca gorda y asquerosa…!!

Harry pudo sentir la ola de magia que había liberado el rubio, pero había sido parecido a la vez que él convirtió a Marjorie Dursley en globo.

Temeroso de lo que encontraría, el moreno dudó un momento en voltear, y cuando lo hizo no supo si reír o llorar… así que, muy a su pesar, optó por reír hasta llorar.

El rubio y Zumos estaban anonadados.

- No me… - Harry intentaba controlar su risa, ya que en cualquier momento le estallarían las mejillas, pero le era imposible - Has liberado tu magia despuecito de “Vaca.”

- Venga, Draco - pidió el moreno al muchacho, que desde que saliera de su estupefacción, no había dejado de reír como poseído. -: inténtalo.

- Lo siento, Harry… no creo que le sirva de mucho… se ve mas chula así…

- ¡¡Muuuuuuuuuuuuu!!

- Vamos, Draco. No es gracioso.

El rubio estaba a punto de echarse al suelo y patalear de la risa.

- Ya - dijo el Slytherin, intentando calmarse. - No es gracioso.

- ¡¡¡Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!

Pero Malfoy sabía que sí era gracioso. Harry había tenido que llevarse el puño a la boca para dejar de reír como loco y aun ahora no podía sacarse de la cara esa sonrisa mal disimulada. El rubio sabía que Potter estaba evitando a toda costa el mirar a la vaca pelirroja en que se había convertido Lilith.

- Vale, vale - dijo Draco, limpiándose las lágrimas y sobándose las mejillas. - Creo que yo entiendo lo que dice… ¿o debería decir “muje”?

- ¡No me dirás que hablas vacañol o sí? - ironizó el moreno, aun sonriendo.

- Muuuuuuuuuuuu

- Dice que es feliz así como está.

- ¿¿Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu??

- Y que todo está bien, que nos vayamos sin ella y que nos desea la mejor de la s suertes.

Y una vaca pelirroja muuuuy cabreada le dio una leche con su cola al rubito traductor.

- Vale, Draco, como guasa ha sido mucho - dijo Harry, acercándose mas a la vaca y a la serpiente.

- Lo sé, Harry - aseguró Malfoy, respirando profundo. - No es divertido… ¡para ti por que para mi sí…! - terminó el rubio, escupiendo otra carcajada.

- Esto va a durar todo el día - dijo Harry a Zumos, que los veía desde la comodidad de su casa rodante.

- En ese caso - propuso este - ¿Por qué no nos largamos a mi aldea y ahí vemos que pueden hacer por ella? Hay una bruja muy buena que puede curar los juanetes - apuntó señalando sus lindos pies.

Potter se reprimió de darse de morros contra la piedra mas cercana y asintió.

Mientras Zumos se encargaba de amarrar a Lilith-mu a la casa, Harry cargó a Draco para subirlo al interior de esta y este haló a Potter por la camisa para ayudarle a subir.

Malfoy no sabía donde sentarse. El lugar estaba repleto de toda clase de objetos grandes y pequeños: aceites y perfumes en elegantes frascos de cristal; estatuillas de dioses y pequeñas representaciones de animales fantásticos; lámparas viejas, telas comunes y otras preciosas; cristales y espejos hechos y deshechos; sombreros y calzado raro que tenían mas pinta de animalillos muertos que de otra cosa; frascos con otras sustancias, mas bien químicos.

El moreno se hizo de un lugar junto a unos jarrones que parecían chinos.

- Ven aquí - Harry señaló el espacio entre sus piernas.

Draco no lo pensó, puesto que el carro ya se echaba a andar, y se deslizó hasta el espacio que el Gryffindor le designó.

El moreno abrió sus piernas y el rubio se acomodó entre ellas, un poco tenso, pero antes de rodearle con sus brazos, los ojos de Harry se fijaron en tres surcos que cruzaban el omoplato de Draco.

- ¿Qué … qué te ha causado esto? - preguntó, acariciando con delicadeza uno de los cortes sobre la piel de durazno del muchacho.

Draco volvió su rostro y miró sobre su hombro.

- No tiene importancia - aseguró -. Las que lo han hecho se arrepintieron, te lo aseguro.

Reprimiéndose de seguir acariciando, el Gryffindor pasó su brazo alrededor del talle de Malfoy y lo atrajo hacia sí, para cubrirle con sus brazos.

De aquella manera el rubio se sentía pequeño y frágil, como un animalito indefenso en busca de calor para sobrevivir otra noche.

El monomaníaco se apoyó contra la pared y Draco recargó su nuca en el hombro de este. Hechos un ovillo, pronto el rubio acompasó su respiración a la del otro y Harry pasó sus manos en la cintura del rubio. Sin darse cuenta de cuando, sus dedos comenzaron a moverse sobre la piel de Malfoy.

Y Malfoy empezó a reír.

- Potter… - amenazó con la voz aguda por la risa -. Te agradecería que no hagas eso por que soy muy sensible.

- ¿También aquí? - preguntó Harry, “inocentemente” y sonrió al ver como las mejillas del Slytherin adoptaban un adorable tono rubí.

El codo del rubio se estrelló “accidentalmente” contra las costillas del monomaníaco. Y después, solo después de oírle quejarse, contestó:

- Sí, también. Pero dime como es que me has encontrado.

Harry suspiró, pensó un momento y por fin le contó como fue que sus gafas y su mano fueron cruelmente atacadas por un gilipollas y Draco interrumpió con un “Ah, por eso tus gafas tienen un cristal mas claro que le otro,” y después de asentir, el moreno continuó comentando como fue salvado por una madre y su hija y en este puto Draco resopló. Luego vino la parte en que ataca a los masagetas con su magia y que estos salieron huyendo y mas tarde se da cuenta de que su rubio favorito ha sido secuestrado y se va enseguida en su busca. Y en esta parte Draco se mostró muy complacido con la narración hasta que llega la parte en que Potter se encuentra una pobre alma que vagaba errante en pleno desierto, que tenía cabellos rojos y mas bien se arrastraba. Harry se saltó la parte en que Lilith saltó a sus brazos y le dio de besos en todo el rostro pero él se la quitó de encima muy amablemente, así que continuó cuando le preguntó cómo había escapado del hipogrifo a lo que esta respondió que el ave mitológica había estado a punto de soltarla en un volcán pero ella pataleó y se batió como fiera hasta que este la soltó y cayó varios metros sobre la ladera del volcán, lastimándose todita en le trayecto. Mientras caminaban sin rumbo, vieron a la distancia una luz que se acercaba a ellos, que resultó ser un carro, en el cual viajaba Zumos, ofreciendo toda clase de mercancía, ya que era un comerciante. Harry preguntó al comerciante sobre los bárbaros y este le dijo que cerca de ahí había una ciudad muy grande que era donde solían vender esclavos. Al moreno no le gustó la parte de que Sodoma y Gomorra, como se llamaba la ciudad (que en realidad eran dos) era un lugar muy promiscuo y que sus habitantes hacían pajas pensando en sus madres o padres o hermanas o hermanos... Zumos se ofreció a llevarlos, ya que aquel era su rumbo por que iba a visitar a un pariente. Una vez adentro de la casa rodante, el Gryffindor reconoce los químicos que lleva el comerciante y se le ocurre la gran idea de rescatar al rubio con una pequeña explosión por distracción y en esta parte Draco reviró los ojos aunque estaba fascinado con el relato. Durante el camino se toparon con los bárbaros y antes de que Harry pudiera saltarles encima salvajemente, preguntaron si conocía a un chaval de cabellos de color sol y ojos cielo nublado. A lo que de inmediato la pelirroja contesto que jamás en la vida, pero Harry dijo que sí, que se lo entregaran o morirían aterradoramente. El bárbaro que tenía una cicatriz muy mona en un ojo aseguró que no había por que ponerse violentos y que ahora mismo le decían donde estaba y que era un gran alivio que por fin lo hubieran encontrado por que habían preguntado a cienes y cienes de viajeros pero nadie parecía conocer al muchacho. Ah, y que mas le valía ir a por él y rescatarle y confesarle que él también le amaba o ya podría irse despidiendo de su cabeza. En ese punto Draco estaba completamente escarlata. El caso era que Harry había aceptado las condiciones de los tíos aquellos y se fueron directo al palacio del que les había hablado el de la cicatriz en el ojo y como Zumos oyera la conmovedora historia, se apuntó a ayudarles. Entonces Harry le pidió que mezclara ciertos químicos que llevaba, pero que se podía esperar del antepasado del tío que hacía explotar una pluma con un inofensivo Wingardium Leviosa. Y blablabla.

Malfoy se sentía bien y se sentía mal.

O solo era que sentirse tan bien en los brazos de Potter le causaba escalofríos. Lo hacía sentirse con ganas de reír y también de llorar. Y eso estaba de puta madre. Por que cuando regresaran a su tiempo todo aquello se acabaría y él sería quien saldría perdiendo… ¿Y si no regresaban? Si Potter y él se quedaban ahí…

Las manos del moreno se sentían febriles sobre su piel, inquietas. Le pareció que en un momento dado esos dedos dibujaban una y otra vez un corazón sobre su cintura.

Se sentía bien…

Y de nuevo, ahí estaba, sintiéndose jodidamente mal.

Contempló hacia afuera del pequeño mundo que eran los brazos de Potter para descubrir un crepúsculo violeta que se estiraba ante sus ojos, agitando en su interior un sentimiento de impotencia cuando recordó el momento en que los ojos verdes del moreno habían descubierto la Marca en su brazo. Harry no dijo nada al respecto. No reprochó nada. ¿Por qué? Era obvio que el moreno despreciaba aquella marca con toda su alma. ¿y quién le culpaba? No él. De hecho no la tenía por su gusto.

- Draco ¿estás bien?

El rubio asintió.

- Sí, ¿Por qué?- preguntó un tanto a la defensiva.

- Te decía que ya llegamos.

- Ah… ¿Dónde?

Harry sonrió encantadoramente para él.

- También te decía que no lo sé.

- Ah…

Malfoy se puso de pie con un poco de dificultad y apenas separase del Gryffindor sintió un hiriente frío que le golpeó con brusquedad. Sus piernas desnudas reprocharon el hecho con un escalofrío. Harry bajó primero y le ayudo a bajar después.

- ¿Dónde estamos? - preguntó el rubio a Zumos, que los esperaba pacientemente, con la vaca pelirroja cogida por un lazo.

- En mi aldea - contestó el comerciante, y como si de una señal de salida de tratara, un tropel de mocositos y mocosotes salió disparado hacia los recién llegados. Un grupo de los mocositos mas pequeños pararon frente al rubio y, con sus grandes ojos negros brillando con la intensidad de un fuego fatuo, lanzaron un UAUUUUUUUUUUU al unísono.

- ¿Tú… ?- titubeó uno de los mas grandes, que enseguida se ganó una mirada que juraba muerte por parte de Harry. - ¿Tú eres un Angel?

- ¿Eres un ángel como el que… ? - insistió otro, pero la belleza deslumbrante del rubio fue demasiado para él y no pudo decir mas.

Draco no desmintió, simplemente sacó su sonrisa mas seductora y el moreno, carraspeando, cogió el brazo del rubio para alejarlo de los mocosos esos, mientras hacía señales con dos dedos en sus ojos, de que los estaría vigilando. Pero estos se fueron tras ellos, sin despegar sus ojos del ángel.

Frente a ellos se levantaba una marea de casas circulares de lo que parecía adobe secado al sol. A esa distancia se apreciaban los altos tejados de armazones de madera que tensaban pieles de animales.

Harry, por alguna extraña causa que se le “escapaba” a la razón, detestaba a aquellos mocositos que no apartaban la vista de su adorable rubio. Potter no prestaba atención a lo que Zumos (que halaba a Lilith-mu hacia una de aquellas casas) decía, por que toda su atención estaba en esas manitas inquietas que querían tocar alguna parte del preciado angelito rubio, y ya estaba planeando una destrucción masiva de niños en el mundo (vale, en esa parte del mundo).

… Y visite Lepenski Vir por primera vez cuando tenía dos años - explicaba Zumos, que no se enteraba que nadie le prestaba atención - . No se si habéis estado ahí, pero es un lugar espectacular. Sobre todo para el comercio, por que, como sabes, soy comerciante y donde se necesite un trozo de madera ahí estaré yo dispuesto a negociar. ¿Habéis estado en ÇATAL HÖYÜK? Es una verdadera antigüedad. Claro, no como Jerico, la ciudad a la que los Hebreos han derrumbado el muro y ahora ha sido pasada entera por cuchillo. El año pasado me han enviado una solicitud para pertenecer a su religión. Ya me lo creo. Gracias pero yo paso. Sé que no soy un pan de Dios, pero no me meto con nadie ¿sabéis? Tú no te metes conmigo, yo no me meto contigo. Mientras no te metas con mi madre y mis hermanas… Las madres y las hermanas son sagradas… Ah, y ahora las vacas. ¿Habéis oído ese absurdo rumor de que las vacas son sagradas en la India? Quizá a vuestra amiga convenga vivir allá…

- ¡¡Zumos!! - gritó un hombre de entre la multitud que hacía sus quehaceres cotidianos.

El moreno no se dio cuenta el momento exacto en que llegaron a una especie de plaza publica, donde ardía una gran fogata alrededor de la cual se reunían ya los aldeanos.

- ¡¡Hermano Zumos!! - dijo el hombre, acercándose a él, con una gran sonrisa. - Tengo tanto que contarte.

Harry no pudo evitar girar los ojos cuando vio al hombre mas de cerca.

- ¿Nott? - preguntó, pero no fue Potter, sino Malfoy - ¿Theodore Nott?

- Es mi primo Lott - anunció Zumos, dándole un fuerte abrazo al aludido. - Es de quien te he hablado - se dirigió a Harry. - Vivía en Sodoma y Gomorra. He ido a buscarlo cuando… tú sabes… Pero el muy capullo no estaba.

- ¡No me lo creeréis, pero he recibido la visita de tres ángeles que me han avisado de dos cabroncetes de coña que destruirían la ciudad! ¿ Podéis creerlo? ¿A que no? - El tío no presto atención a la mirada cómplice que se dedicaron sus oyentes. - El tío de las grandes alas me dijo: “Lott (ese soy yo), sal de la ciudad por que dos orates gilipollas van a destruir la ciudad y tú has sido hallado justo entre todos los ciudadanos. Pero si conoces a alguien mas que por lo menos ha hecho algún acto noble alguna vez… ¿no? ¿nadie? Vale, entonces ve” y entonces salgo con mis rebaños, mis caballos y mis vacas y… por cierto ¿habéis oído ese absurdo rumor de que las vacas son sagradas en la India? Como sea, cargue con todos y le he dicho: “no hagáis ruido a ver si mi mujer ni se entera” y ahí vamos todos de puntillas cuando alguien grita : “¡¡Eh, tú, hijo de puta!! ¡¿Dónde mierda crees que te largas?!” Y yo he dicho: “ ¿Eh?” y ella ha dicho: “ ¡¡que donde mierdas te largas!!” y yo he dicho: “¿Eh?” y…

- Pasémonos esa parte - pidió Draco.

- ¿Eh? Ah, sí, perdonad - se disculpó Lott, ahora con toda su atención puesta en el rubio. - Y yo he dicho: “Esto… voy a… por un par de huevos para cenar.” Y ella ha dicho: “¿Con todos mis caballos y mi rebaño y mis vacas…? Por cierto, ¿habéis oído ese absurdo rumor de que las vacas son sagradas en la India? (sí, ella me lo ha dicho)” y yo he dicho: “No, mi corazón” Y ella ha dicho: “Como sea, no me chupo el dedo así que yo voy contigo. Seguro vas a por una mamada con el vecino. ¡O peor aun, con la vecina!” Y yo hhhe dicho: “no, corazoncito, para nada” Y pues nada, que ahí vamos todos, lejos de la ciudad y un ángel se me apareció así como así y me ha dicho: “Hey, Lott, la ciudad de Sodoma y Gomorra va a ser destruida por … ¡hey, ¿Qué hace tu mujer aquí?!” Y yo he dicho: “Pues nada, que es una plasta y no me he podido deshacer de ella. Por que no le lanzas un rayo o lago así” Y él se me ha quedado viendo feo y ha dicho: “Vale, tú y tu mujer habéis sido hallados justos, así que para que no perezcáis en la ciudad no debéis mirar atrás” Y “Plaf,” que desaparece. Y de pronto un “¡¡¡PUUUUUUUUUMMMMMMMMMMM!!” Y la noche se hizo día y entonces volteé con mi mujer y le he dicho: “ Querida, ¿quieres fijarte si ya se ha destruido la ciudad?” Y ella bien obediente, que va y se asoma y “ZAZ” que se pone de piedra. Y ahí vengo yo bien triste con mis caballos y mis rebaños y mis vacas y, pues nada, que llego aquí y ahora me casan con tres aldeanas. ¿Creéis que si me deshaga de las tres me haga de nueve y un rubio? - preguntó, guiñando el ojo al Slytherin.

- Esto… nosotros ya nos vamos - dijo Harry, halando a Malfoy, que había arrugado el ceño al tío.

- No, no - dijo Zumos, deteniéndoles por los hombros. - De eso nada. Primero cenaréis mientras yo voy a por la bruja. ¡Abia! - llamó el comerciante. De pronto apareció una mujer regordeta, con las mejillas arreboladas y muy sonriente. - Atiende a nuestros invitados.

La mujer, muy amable, pellizcó las mejillas de ambos y los cogió por las manos para guiarlos hasta una rustica mesa dispuesta en medio de la gran plaza, donde encendían lámparas y velas para adornar la boda de Lott con sus tres esposas. Después de ser acomodados a la mesa por Abia, Potter y Malfoy fueron servidos por dos muchachas muy bellas de largas cabelleras negras y grandes ojos café, que parecían prestarle mas atención a Harry que al ángel y que colocaban viandas y copas que parecían ser de hueso con vino. Ni loco Draco bebería en eso.

Detrás del rubio, todos los mocosos se sentaron y le admiraban como a lo mas bello del mundo.

Varios hombres, entre ancianos y jóvenes, se sentaron cerca de la mesa, en el suelo, y con rústicos tambores e instrumentos de viento, para tocar una música alegre, muy acorde con el festejo. Mujeres de todas las edades, ataviadas con tan escasas prendas como las de Draco, rodearon la fogata para danzar en torno a ella, mientras los que no bailaban aplaudían acompañando el ritmo. Las dos muchachas que servían a los magos pronto se vieron unidas a la danza y al rubio no le hizo ni pizca de gracia que Harry no apartara sus verdes ojos de ellas. Ah, y para mas INRI, Lott había ocupado el lugar junto sí y lo veía con una sonrisa muy coqueta. Abia se acercó con platos de madera que colocó frente a los adolescentes para servirles después de una gran olla, lo que parecía carne de alguna clase.

“Ojala sean hamburguesas” pensó Draco, pero se desilusionó cuando descubrió que la vaca pelirroja estaba de una pieza, muy cerca de ellos, y que una tía enfundada en un costal de papas o algo así, que tenía pinta de ser la abuela de la abuela de la abuela de la abuela de alguien, con un plumerio en la cabeza, bailaba a su alrededor con unas ramas en manos y llamando a la lluvia o que se yo.

Entre bromas y risas, las dos muchachas se acercaron a Harry, para bailarle muy sensualmente, haciendo sonar pulseras y cinturones con monedas y cadenas metálicas pasando sus cabellos sueltos por el rostro de este.

Harry no se enteró, pero Draco tenía ganas de patearles el culo. Y no se enteró por que contemplaba el espectáculo un tanto aturdido. Sus pensamientos parecían chispas que se perdían en la luz del fuego.

Y es que aun no podía creer lo que sentía por el rubio. Lo que este le hacía sentir en cada mirada, en cada palabra, en cada beso. Jamás se imaginó que un beso pudiera ocasionar incendios corporales. Con Cho jamás le pasó. Quizá fuera que con ellos experimentaba un sentimiento de humedad… Si comparaba unos besos con otros no cabía duda de cuales prefería. Y la ostia era que últimamente no solo quería besarlo…

- Estaba pensando… - dijo de pronto el rubio, alejando de sí el plato de comida intacto. Harry, que era casi montado por las muchachas sobre sus piernas sin que pudiera hacer algo, tardó un momento en reaccionar. - Eh leído algunas cosas sobre las varitas mágicas - comentó Draco con una voz desacostumbradamente ronca - Entre ellas como se hacen y estoy casi seguro de que… ¡Harry ¿me estás prestando atención?!

- Yo te presto lo que tú quieras - dijo Lott, muy sonriente, antes de que un muy sonrojado Potter pudiera contestar. Draco negó vehementemente, ligeramente receloso y se tapó el rostro con ambas manos, exasperado. - ¿Has dicho “varita mágica” - preguntó Lott, ahora con una sonrisa maliciosa.- Por que yo tengo una.

Draco destapó su rostro y lo miró incrédulo.

- ¿Tú tienes una varita mágica?

La sonrisa de Lott se pronunció aun mas.

- Claro que sí - afirmó acercándose demasiado a Malfoy.- A veces crece sola sin que la toque…

El Slytherin tragó saliva y observó en todas direcciones, para regresar su vista al tío, que ahora estaba mas cerca de él

- Esto… define “varita.”

- No - intervino Harry antes que Lott se levantara la túnica. - No es necesario. - El moreno, de pie ahora, le cogió la mano al rubio y se volvió a Abia - Estamos cansados. ¿Cree que habría un lugar donde podamos descansar?

- Claro que sí - dijo la mujer, invitándolos a seguirla con un movimiento de mano. - Venid conmigo, por favor.

Draco miró a las muchachas que habían sido abandonadas por Potter y les señaló el hecho de que su mano estaba apañada por la del moreno, elevó una ceja y sonrió triunfante. Atravesaron casi toda la aldea para llegar a una pequeña casa con techumbre de palos y chamizo. El interior estaba tenuemente iluminado por dos lámparas de aceite y Draco admiró que el suelo era una gran plancha de piedra. Alrededor de la edificación, en las paredes, habían dibujos de lunas, soles y estrellas. En el rincón mas alejado de la puerta había un gran montón de pieles y almohadones burdamente cosidos, directamente sobre el suelo y unos pesados cortinajes le cubrían desde el techo.

- Es pequeño pero acogedor - comentó Abia, internándose en el interior del lugar para encender el incienso. - Será una noche fría pero si dormís muy juntitos todo tiene solución.

Draco contempló al moreno tras aquel comentario y notó que se ruborizaba. Sonrió del hecho y agradeció a la mujer, que ya salía por la puerta para cerrarla tras de sí.

- ¿De que crees que sea esta piel? - preguntó Harry, completamente nervioso, acercándose a la modesta cama y cogió la de color blanco que era realmente suave al tacto.

Malfoy ni siquiera la observó pero se encogió de hombros.

- ¿Qué mas da? Fuera lo que fuese ya está muerto… espero. Lo que no entiendo es como pretenden que descansemos con tanta algazara - apuntó el rubio, contemplando mas de cerca los grabados en las paredes. No lo diría pero comenzaba a tornarse ansioso por la lejanía de Potter. Y como si este lo adivinase, se acercó a él -. Somos sus invitados y ellos son muy malos anfitriones.

- Mmmm. - El Gryffindor se encogió de hombros. - Tengo todo lo que necesito.

- ¡Claro! - dijo Draco intentando que sus palabras no sonaran a reproche pero sin éxito -. Al Niño Que Vivió le han puesto el culo en la cara.

Harry detectó cierto tono de celos en la voz del muchacho y decidió jugarse el todo por el todo.

- ¿Qué te parece? Bailan bien ¿eh?

Eso fue demasiado para Draco Malfoy.

Y antes de darse cuenta de lo que hacía, estrelló a Potter contra la pared y le dijo al oído:

- ¿Quieres ver un buen baile?

¿Era, acaso, necesaria una respuesta? A ambos les pareció que no.

Afuera, el ritmo tribal de los tambores era una ruda invitación a participar de su pasión. Música arcana y exótica que nublaba los sentidos.

Sin saber si aquello llevaría a algo bueno o no, Draco le dio la espalda al moreno pegándola al pecho de este. Fue su pequeña cintura la que inició la danza. Al principio tímidas ondulaciones de un lado a otro, que poco a poco se volvieron audaces y envolventes. Los largos y pálidos brazos de Draco se elevaron sobre su cabeza como serpientes en busca de su cielo perdido.

Sus formas finas y delicadas se acentuaban con el brillo de las lámparas, volviéndolo etéreo, irreal, cruel alucinación nocturna.

Su espalada desnuda se deslizaba por el pecho de Harry, a veces suave, a veces violento, y sus caderas rozaban las otras con movimientos sugerentes. A esas alturas, Harry ya había olvidado como respirar.

Cuando Draco enfrentó a Potter, sus facciones habían adquirido arrogancia y seguridad, que lejos de resultar chocante, causaba fascinación. Su mirada gris, ahora como un crisol de estaño, estaba fija en los ojos verdes y sus labios entreabiertos se curvaban carnosamente sonrojados. La pechera de diamantes y rubís lanzaba mortales brillos a los ojos, matando cualquier intención de Harry de rehuirle al destino.

Sin detener el rítmico vaivén de sus caderas, las manos de Malfoy se arrastraban ahora por el pecho de Potter, sobre la camisa hasta meterse bajo ella para subirla hasta sacársela de encima, y entonces las inquietas manos del rubio vagaron libres por los pectorales desnudos, por su torso de piel calida y suave, hasta llegar las caderas. Para entonces las respiraciones de ambos era pesada. Harry intentó cogerlo por la cintura para atraerlo a sí, pero Draco no se lo permitió y le sujetó ambas manos sobre la cabeza, para llevar sus labios al cuello de este.

Eso fue insufrible para Harry.

No tener el control…

Se zafó del agarre de Draco y lo envolvió con un brazo en la cintura para volverlo y atraparlo contra la pared, pegando todo su cuerpo al de Malfoy, que continuaba serpenteando su columna contra él.

El moreno apreció por un instante la perfección de aquella fina y curva espalda, la lozanía y tersura de su piel, la delicadeza de los pequeños hombros y la suavidad de las líneas de sus omoplatos mascados por crueles heridas. Harry recorrió cada pedazo de piel con sus labios, evocando el ritual arcano de los primitivos hombres que curaban sus heridas lamiéndolas. Pero no solo quería curar el cuerpo… quería curar el alma.

Las morenas manos se posaron en las caderas del ángel ansioso por sentirlo mas cerca. Una de las manos del rubio se posó sobre la nuca de Harry, ladeando el cuello en una clara ofrenda carnal. Draco sintió con abyecto éxtasis como los finos y febriles labios de Potter acariciaban su piel dejando a su paso un rastro de calor utópico, un ardor que evaporaba la sangre y en su lugar dejaba un torrente de fuego liquido. Los mismos dedos que antes dibujaran infinitos corazones en su piel, ahora intentaban hacerse entrar entre los pliegues de tela del faldellín y su abdomen, con lerda paciencia.

El aliento quemante de Harry en su piel le hacía estremecerse deliciosamente, conciente de que estaba por perder la cordura, pero Draco estaba en un punto en que necesitaba mas sin importar lo que tuviera que hacer para conseguirlo. Cogió en sus manos las de Potter y las guió por su propio cuerpo. Las palmas de Harry se deslizaban por la lechosa piel, calientes y desesperadas, una por su bajo abdomen , por sus pectorales apenas pronunciados mientras la otra recorría los muslos con delicadeza, como se acaricia un cristal, hasta que logró penetrar las telas que pendían de sus caderas y sus dedos rozaron el suave y fino bello pubico.

Draco gimió.

Harry jadeó.

El moreno estaba a punto de la ignición. Su miembro rozaba los glúteos de Draco, despertando bruscamente su necesidad de dejar aquel juego y tomar de una vez por todas al muchacho. Sus sentidos estaban nublando por completo cualquier posibilidad de detenerse. Necesitaba ver sus ojos. Deseaba ver en ellos que Draco lo necesitaba tanto como él. Volvió a girarlo hacia sí y le cogió del rubio cabello para levantarle el rostro hacia el suyo y poder ver esos grises ojos que eran su perdición.

Y en ellos encontró lo que tanto ansiaba. Una brillante mirada que rogaba, que suplicaba, que exigía mas. Harry lo haló hasta que de nuevo estuvieron completamente pegados, sin detener la fricción entre sus cuerpos y rozó sus virginales labios deseando fundirse en un beso con ellos…

No, no era eso lo que quería. De nada le serviría desvanecerlo dentro de sí. Lo quería sentir, estrecharle entre sus brazos, lamer, besar, desnudarle completamente y…

“Poseerlo en cuerpo y alma.”

La mano de Draco se deslizo sobre la virilidad de Harry y este sintió que su miembro se endurecía completamente, que adquiría anchura, volumen y vigor. El, ya también, firme miembro del rubio se apoyó contra el suyo y aumentó el vaivén que les arrebató un gemido volátil. Sus labios se estrellaron con rudeza, en un beso largo y profundo que, si Harry creía en el efecto Mariposa, ocasionaría explosiones de lejanos soles y estrellas.

- Poséeme - susurró Draco contra los labios de Harry y este volvió a beber de ellos con ansiedad y desesperación.

Potter no tenía experiencia en aquel campo pero dejó que su cuerpo actuara por sí solo. Si Malfoy era virgen o no, no importaba para nada.

Mordió el labio bajo del rubio, chupándolo y lamiéndolo para seguir con el de arriba, al tiempo que este continuaba moviéndose contra su pubis.

Tras un nuevo jadeo, el moreno besó la pequeña mandíbula de Draco mientras este le desamarraba ansiosamente las cintas de cuero del pantalón, y el moreno metió sus manos bajo el faldellín, deslizándolas por las piernas, por las caderas, hasta los glúteos redondos y firmes del rubio, para apretarle mas contra sí. Sus propias caderas se movían tan intensamente contra las otras, que Draco chocaba contra la pared, haciéndola cimbrarse.

- Si no te apresuras - susurró el rubio, con una voz cargada de deseo, al oído de Harry - voy a tirar la casa.

Potter sintió que las piernas le temblaron en el acto.

- No hagas eso - exigió dulcemente, apenas respirando. - Amenos que quieras que termine antes de bajarme los pantalones.

- Eso sería triste - aseguró el rubio, alzando sus brazos para quitarse la pechera. La desbrochó con manos temblorosas y la botó lejos. Entonces los labios recorrieron la exquisita piel del cuello Malfoy, sin estorbosas gargantillas de rubís, aspirando el dulce aroma que emanaba su piel blanca, deleitándose en el calor de su cuerpo, mientras este cerraba los ojos para disfrutar tal caricia. Su respiración ya agitada y errante, se intensificó cuando los labios de Harry bajaron desde el cuello hasta las clavículas sinuosas y continuaron bajando directo a las tetillas, con una lentitud desesperante para Draco. Sin detenerse en ellas, la tibia lengua de Harry siguió su camino hasta el ombligo, dejando un rastro de saliva a su paso, al tiempo que el moreno se arrodillaba frente al rubio y con manos torpes bajó el faldellín hasta que calló a sus pies.

A Harry le pareció que la prenda caía con irreal lentitud .

Con suaves mordiscos, Potter fue marcando el abdomen de Draco hasta llegar a la virilidad erguida y henchida del ángel. El rubio tembló ante la sola idea de lo que estaba por pasar, completamente excitado, mientras se acomodaba contra la pared y separaba sus piernas. Harry continuó con las mordidas y caricias y rodeó el tronco del miembro erecto del muchacho, con una mano, al tiempo que prodigaba besos y lamidas en la cara interna de los muslos y con la otra mano intentaba bajar su pantalón.

A esas alturas, Draco había dejado de respirar inconcientemente, ardiendo en deseos de que aquella mano en su palpitante pene comenzara a moverse y los labios del moreno abandonaran su labor en sus muslos para que se les unieran, pero el moreno parecía dispuesto a hacerle sufrir.

- ¡¡Por piedad, Harry!!

El aludido sonrió con malicia y movió su mano con suaves movimientos de arriba bajo. Llevó los labios a la punta del miembro, que había pasado de un sonrosado a un sonrojado, para apresarlo con suavidad dentro de su boca. Apenas rozarlo con los labios, el rubio arqueó la espalda y gimió sensualmente. Sus largos dedos se enredaron en el negro cabello de Potter, con desesperación, moviendo sus caderas hacia este, que paseaba su lengua por todo lo largo del miembro sin detener su mano en torno a él.

Draco anhelaba los labios de Harry en los suyos, pero no quería que pararan su labor. Potter saboreaba aquel pedazo de carne como si fuera un antídoto contra el veneno que era el deseo. Lo apresaba con labios y manos, lo estiraba con suavidad y violencia, arribabajo, desesperado por oírle gritar de placer y sentirle eyacular en su boca. El ángel gemía sintiéndose desfallecer. Con las piernas temblorosas y el cuerpo en un perpetuo estremecimiento, se sintió como un volcán en erupción, y, sacudiéndose violentamente, escurrió su semen entre los labios de Harry, con un gruñido de placer.

Harry lo recibió por completo, aun masturbándolo, deseando exprimir el satinado miembro, observando con deleite el rubor que se extendía por las mejillas de su rubio, hasta el fino cuello y las clavículas pronunciadas. Cuando consiguió deshacerse de su pantalón ( en ese momento detestaba con toda el alma al inventor del cuero) y sus botas, escupió sobre su mano todo el semen de Draco y embalsamó con él, su miembro, que ya dolía de impaciencia. Levantándose frente al rubio, abrazó la cintura de este, que aun estaba en éxtasis, ambos ahora completamente desnudos, piel con piel, nieve y fuego, leche y miel, y le volvió a besar con dulzura, mientras su mano, que seguía impregnada con la esencia de Draco, se escabulló hacía sus glúteos y buscó abrirse paso entre la carne, hasta encontrar lo que buscaba: la entrada al cuerpo de Malfoy. El rubio sintió como aquel dedo entraba en su ano con facilidad, lubricando con su propio esperma, su interior, mientras sus labios eran golosamente apresados por los otros y el duro pene de este empujaba contra su abdomen. Draco levantó ligeramente su pierna para darle mayor acceso a los dedos de Harry que ya eran dos. El deseo comenzaba a encender cada una de sus células de nuevo, pero con mayor intensidad. Y de pronto ya eran tres los dedos que se movían inquietos en su interior. Dolían un poco pero eso era lo de menos. Draco deseaba con toda su alma que dieran lugar al miembro de su Harry para completar la unión de sus cuerpos, de sus esencias, de sus almas.

- Ven - invitó Potter, guiándolo hacia la improvisada cama sin separarse de él. - Déjame hacerte el amor.

Por respuesta, Draco se apretó contra el moreno. Potter le separó de sí, solo para recostarse sobre las pieles y volverlo a atraer, hasta que el ángel, aun jadeante, posó sus rodillas sobre las pieles mientras sus muslos abrazaban las caderas de Harry.

Draco no podía creer que estaba apunto de perder la virginidad de aquella manera y con aquella persona, pero, a decir verdad, no se antojaba otra forma. Buscó los labios de Harry con los suyos y lo besó con pasión desmedida, con ardor, con furor, sintiendo como los dedos del moreno abrían sus glúteos para rozar su entrada con su turgente pene que le hacía sufrir una intensa oleada de deseo. Su corazón era un tambor hechizado que quemaba en el pecho, y los labios de Harry, ahora en su cuello, dejaban marcas con rojas cicatrices, como si fueran hechas a fuego lento. El rubio fue introduciendo suavemente el miembro de Harry, gimiendo adolorido y a la vez con placer, sintiendo como aquel intruso se abría paso entre su carne. Potter no quería lastimarle con su inexperiencia, por lo que le cedía el control absoluto de sus movimientos. Cuando Draco se sintió listo, empezó a cabalgar suavemente sobre Harry, acostumbrándose a sentirse lleno. Movimientos apenas superficiales, que al moreno le parecían como un arpegio torturante. Quería, necesitaba penetrarlo completamente, pero no quería ser brusco. El ángel paseaba sus palmas por los duros abdominales del moreno, por su pecho firme, sus hombros anchos y sus biceps marcados, mientras sus labios recorrían su quijada deslizando sus dientes con suavidad, casi con reverencia, por la húmeda piel, conteniéndose de marcarla como su propiedad. Eran deliciosas las caricias de Harry sobre sus muslos, el roce de su nuevamente erecto miembro contra el duro abdomen de este, que se movía al compás de Draco, subiendo y bajando sus caderas, adentro y afuera del rubio, buscando profundizar las embestidas que ya eran mas placenteras.

No era suficiente.

Harry volteó a Draco para quedar sobre él, sin salirse de su interior, y se acomodo entre sus piernas, excitado al limite de lo racional, embistiendo con fuerza. Sus manos se deslizaban por la escarchada blancura de la espalda de su ángel, por la cóncava línea de su columna vertebral que se movía sin parar, húmeda de sudor brillante, a pesar del frío del ambiente.

En ese momento Harry se dio cuenta que adoraba y amaba con locura y pasión infinita cada pedazo de Draco: La delicada armonía de sus finas facciones, el gris vítreo de sus ojos , la delicadeza de cada uno de sus miembros, la suavidad de terciopelo de toda su epidermis… pero aun mas, para su propia sorpresa, lo amaba a él, lo que era y lo que no era; cada movimiento, cada palabra, cada pensamiento… cada mirada y cada sonrisa que le pertenecía.

Y como si de un cruel latigazo se tratara, le golpeó la visión de la Marca en el brazo de Draco. El templo que era su cuerpo había sido marcado como propio por la persona que mas odiaba en la vida. Y aunque por algún motivo tenía la certeza de que el altar que era su alma le pertenecería de ahora en adelante solo a él, corroía su alma.

Intentando desechar aquel pensamiento de su mente, aumentó sus embestidas concentrándose en los gemidos que le arrancaba a Draco, que levantaba mas sus caderas, buscando ser penetrado mas profundo por aquel a quien se aferraba con uñas y dientes, adoptando un movimiento frenético y unos momentos después, ambos se sacudieron violentamente y tocaron el sol con los dedos y su fuego los consumió…

Notas finales:

Vale, pues nada, Miles de gracias.


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