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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Holaaaaa!!!!!!!!! Saludos a todos!!!!!!!!!!!!

debo confesar que este no es uno de mis capitulos favoritos pero es necesario ( a mi criterio, que a veces me falla). Gracias por leer y por los bellos rr, os quiero!!!!!!

La vida no le había sido fácil.

Absolutamente no.

Primero sus padres: muertos en manos de un loco desquiciado con menos sentimientos que una piedra en estado de coma.

Y luego, los Dursley: una familia tan normal como su cicatriz en la frente. ¿Los odiaba? A veces.

No, de hecho, siempre. En fin, los Dursley eran algo soportable. A regañadientes si se quiere, pero sufrible.

No lo eran tanto las muertes: Sus padres, Cedric Diggory, el señor Barty Crouch, Severus Snape… No, por mucho que lo deseara, dudaba que aquel hombre ya se hubiera unido a la lista. Tachar Severus Snape.

Y continuando con la lista, estaba su padrino…

La misma hermanita de Ron había estado a punto de morir…

Harry Potter sonrió ante el hecho de que Ginny Weasley volvía a ser la “hermanita de Ron.”

El ángel que dormía con su cabeza apoyada en el pecho del moreno, rodeado con sus brazos, mas que roncar parecía ronronear. Su rostro lucía bellamente sereno a la escasa luz de las lámparas de aceite que se filtraba por algún recoveco entre los pesados cortinajes que les protegían del frío, como si estuviera conciente que podía dormir seguro por que Harry Potter moriría antes de permitir que algo le hiciera daño. De pronto se removió bruscamente y alzó su rostro a Harry.

- ¡Harry, mi manzana… no te la comas!

Y antes de que Potter pudiera contestar que claro que no, el rubio volvió a caer en un profundo sueño.

El Gryffindor estaba completamente seguro de que no se la comería por dos razones.

Una: no tenía hambre.

Y dos: la manzana estaba demasiado lejos de sus manos, ya que se había quedado en su túnica, con el Giratiempos, en el muro de la desgracia.

¡¡Tendría que ir a por ella o el Slytherin lo mataría!!

De momento, se pondría a dormir por que realmente lo necesitaba. La vite son corte! como solía repetirle Hermione.

Sí, Hermy, había que disfrutar la vida y esos días al lado del rubio, le habían enseñado cuánto.

Dibujando un corazón repetidas veces en la espalda baja de Draco Malfoy, por primera vez en sus dieciséis años, Harry se sentía en paz con el mundo y consigo mismo, seguro de que al cerrar los ojos no vería los rostros de todas las víctimas de aquella estúpida guerra sin sentido.

Esta vez no habría pesadillas.

¿Quién hubiera podido imaginar que él, Harry James Potter, Héroe de la Comunidad Mágica, terminaría enamorado de un Mortífago? Y sobre todo, de “este” mortífago en particular. Nadie lo entendería.

Ni siquiera él podía.

Un largo bostezo le hizo temblar la quijada y antes de quedarse dormido, el moreno rememoró el rostro perfecto de Draco, sus mejillas encendidas y sus labios tumefactos, la línea recta, interrumpida, que formaron sus finas cejas blancas, en un gesto que parecía de dolor, pero que, Harry sabía, era de placer.

¿Sería tan mágico para Malfoy como lo había sido para él?

Draco Malfoy despertó con una sensación… extraña.

Permaneció inmóvil, sin siquiera abrir los ojos. Hacía mucho que no había dormido tan bien y aquella mañana en particular, la cama se sentía especialmente cómoda… aunque le seguía la extraña sensación.

Casi podía sentir unos brazos rodeándole el talle muy calidamente… Ah, y le dolía ligeramente el culo.

Continuó con los ojos cerrados, intentando decidir si era mejor seguir durmiendo para no recordar cosas que no estaba preparado a recordar o dar la cara.

Y como si tuviera un lado masoquista, su cerebro le hizo recordar cuando sus muslos aferraban con firmeza las caderas de Harry y el musculoso pecho de este se pegaba y despegaba en su rítmico vaivén al suyo…

Joder…

¿Qué narices estaba pensando? ¡¡¿Por qué coño se ponía a entregarse en cuerpo y alma al Gryffindor?!!

Vale, esa era una pregunta que no iba a contestar literalmente.

Obstinadamente, el cuerpo de Potter le seguía pareciendo el lugar mas cómodo en el mundo.

¿Se arrepentía?

No.

Vale, aun no.

A pesar de ser un sangre mestiza, Harry Potter era para Draco Malfoy algo puro. Un cuerpo con luz propia, una luz que iluminaba cualquier oscuridad.

Incluso la que lo envolvía a él.

Harry era el santo al que le encendían velas en los altares mágicos, pero, desgraciadamente, Draco sabía que él estaba destinado a soplar sobre ellas.

Notó que el brazo en su cintura estaba fláccido, lo que significaba que Potter aun dormía. Metidos bajo las pieles, Malfoy bocabajo sobre el cuerpo del moreno, pecho con pecho, sus piernas abrazando las caderas de Harry, su rostro había estado oculto en el hueco entre su cabeza y su hombro.

Reprimiendo un suspiro, abrió sus ojos y, con sumo cuidado, enderezó su tronco para descubrir que el gilipollas que tenía entre sus piernas (entiéndase Harry Potter) babeaba la almohada.

Viéndolo así, completamente relajado, sentía un dulce calor en su pecho, latiendo dentro del corazón.

Como si estuviera enamorado…

Draco se descubrió pasando sus dedos por los abdominales de Harry, observando con ternura el varonil rostro sin gafas, el cabello desordenado sobre los almohadones que sostenían su cabeza, y sin proponérselo, llevó sus labios a la quijada de Potter, y la recorrió con suaves besos.

Como Mortífago sabía que estaba tentando su suerte… Vale, es ese preciso momento estaba tentando cosas mas… interesantes que su suerte, pero también al destino.

Sabía lo que pasaría con sus padres si fallaba a la tarea que el Señor Oscuro le había impuesto.

Pero no quería alejarse de Harry… por que con él se sentía seguro, se sentía como en casa aunque estuviera a miles de años de ella. Con Harry no tenía que mantener ninguna pose. Simplemente era él. Y aunque sabía que no era la mejor persona del mundo, Potter parecía aceptarlo, incluso quererlo.

Dolorosamente, estaba conciente de que si volvían a su tiempo, todo cambiaría. Draco no podría escapar a su destino y tendría que continuar con su tarea.

Tal vez podría pedirle ayuda a su director…

¡Claro! Le diría: “Profesor Dumbledore, se que no he sido el alumno mas respetuoso hacía su persona, pero necesito pedirle un grandísimo favor. ¿Podría dejar que le mate? Si no lo hago el Señor Tenebroso matará a mi familia, empezando por mi y terminando por los gnomos del jardín que mi madre ha traído de Francia, de la forma mas cruel que se le pueda ocurrir.”

Pavadas.

Quizá no habría mucho que perder: el tío de las gafas de media luna estaba tan chiflado que tal vez accediera.

No. Comprendía que él y Harry no tenían un futuro allá, donde eran Potter y Malfoy y no Harry y Draco.

Debía hacer que el Gryffindor aceptara de alguna manera que se quedaran ahí, en ese tiempo.

De pronto, nervioso, separó sus labios del cuello del moreno, cuando lo sintió removerse.

¿Y ahora qué?

Claro que siempre podía alegar que estaba narcotizado.

- ¡Harry!

- Aquí no vive… - dijo un aletargado moreno, intentando seguir durmiendo.

- ¡Harry Potter! ¡Me violaste! - acusó el rubio, fingiendo indignación.

- No, Draco - balbuceó Harry, aun entre sueños. - Juro que el dedo se me ha resbalado por accidente.

El Slytherin no pudo evitar soltar una risita que terminó de despabilar al muchacho.

- Harry, si me embarazaste, tendrás que responder y casarte conmigo.

El moreno se incorporó como resorte, tan rápido que chocó contra el rubio, que aun tenía sentado sobre sí.

- Te estás quedando conmigo ¿cierto? - dijo Potter, poniéndose sus gafas que habían pasado la noche cerca de ellos.

Malfoy volvió a echarse a reír tan febrilmente, que los hombros le temblaron violentamente. Respiró hondo para calmarse y miró con solemnidad al Niño Que Vivió. Sus labios rojos fingieron un adorable puchero.

- ¿No te quieres casar conmigo? ¿Cuidarme toda tu vida, serme fiel aunque yo te sea infiel, darme todo el dinero de tu salario, lavar y planchar mi ropa, lavar los platos, llevarme todos los días el desayuno a la cama y hacerme el amor salvajemente cuando yo te lo pida?

- Claro que sí - contestó Potter, sorprendiendo al rubio en su seguridad. - Pero, a lo que me he referido es a lo del embarazo.

A Draco le dio la impresión de que los ojos verdes brillaban con una singular esperanza.

- De tan sencillo, es repulsivo engañar a un mestizo - espetó Malfoy, acariciando con reverencia la frente de Harry, sus dedos siguiendo el relieve de la cicatriz con forma de rayo. - Debería estar prohibido por la Ley Mágica.

Esta vez fue Potter quien rió.

- Tú ya estarías en Azcaban de ser así - aseguró, besando el curvado hombro de Draco.

Malfoy tuvo que reconocer, con un escalofrío placentero, que el menudo Gryffindor tenía razón.

Harry fue subiendo por el largo cuello del rubio, con suaves besos, hasta llegar a los labios de este, sintiéndolo temblar entre sus brazos. Su boca, como miel, alimentando su deseo con un fuego que podría derretir diamantes. Harry lo estrechó con fuerza, por la espalda, sintiéndose nuevamente excitado, pero al mismo tiempo, temeroso de lo que quería.

Y como si la vida disfrutara de verle sufrir, las manos de Draco se posaron en su pecho y le empujaron bruscamente.

- ¿Pasa algo? - preguntó Potter.

Confundido y dolido a partes iguales, buscó en los ojos grises una respuesta.

Pero Draco evadía mirarle. Cerró sus ojos, dudando un momento en contestar.

- Quedémonos aquí.

El Gryffindor no pudo reprimirse y llevó sus dedos a la, ahora, pálida mejilla del muchacho.

- Te refieres a…

- ¡Sí! Quedarnos aquí. No regresar a Hogwarts - explicó Malfoy, abriendo sus ojos en busca de la reacción de Harry. - Quedémonos.

- Aunque me gustaría - dijo Potter con voz cautelosa - sabes que no podemos. Hay gente que nos espera.

Draco, a pesar de que ya esperaba esa respuesta, no pudo impedir agachar su rostro con decepción y tristeza, cosa que causó pesar en Harry.

- Debemos regresar, Draco - continuó este, casi en un susurro. - Allá tienes a tus padres y amigos, una familia, que son los Weasley, un padre postizo, que es Dumbledore, una madre postiza, que es…

- No me digas - interrumpió el rubio, con una sonrisa mas despectiva de lo que hubiera querido -: el Guardabosques.

- Esto… en realidad iba a mencionar a Snape, pero también es fuerte candidato.

Draco rió a su pesar, imaginando tal escena. Conocía cierta muchacha que se lanzaría por la torre de Astronomía y después mataría a Albus Dumbledore.

Ya lo tenía: aquella era la solución a sus problemas.

Pansy se encargaría de matar al director y…

Ya.

Enseguida, el rubio se tornó serio nuevamente.

- Pero esa es tu familia, Harry. No la mía.

- Será tuya si la aceptas, Draco - prometió el Gryffindor, acariciando los labios del Slytherin con dulzura. - Y yo aceptaré la tuya. Seremos una gran familia.

Lindas palabras.

El rubio sonrió mientras una cristalina lágrima describía un sinuoso camino desde sus ojos grises hasta su barbilla.

Potter vio con impotencia que Malfoy cerraba sus ojos con dolor y negaba lentamente. Los labios le temblaban.

- No será tan fácil, Harry - dijo al fin, separándose completamente del moreno para ponerse de pie y darle la espalda. Salió fuera de las cortinas necesitado de aire. - Sabes que soy un Mortífago.

- ¡No me importa! - aseguró Harry, levantándose con premura para acercarse al otro. - Creí que a estas alturas ya lo habías comprendido. Estoy seguro que Dumbledore nos podrá ayudar.

En ese punto Draco soltó una risita histérica. Con todo su ser tembloroso, el Slytherin cogió una de las pieles que los abrigaran, y se envolvió en ella, a pesar de que sabía que eso no solucionaría su seísmo.

- El Señor Tenebroso me ha encomendado una tarea… - Potter, que había estado a punto de rodearle con sus brazos, se quedó inmóvil tras aquellas palabras.- Si regreso allá, Harry - continuó, sin darle la cara - tendré que terminarla y estoy seguro de que me odiaras por ello.

Tras un momento de silencio por parte de ambos, Harry se atrevió a hablar.

- ¿Puedo saber que tarea es?

Draco no respondió. Sus manos aferraban con ira la piel que le cubría su desnudez y seguía empeñado en no dar la cara.

Potter creía saber cual era esa tarea.

- ¿Debes matarme?

El ángel rió en medio de un doloroso llanto y apenas giró su rostro un poco hacia el moreno, que seguía inmóvil detrás de él.

- Si fuera así, estoy seguro de que no me odiarías tanto.

Harry no concebía algo mas terrible. No era que su persona le importara gran cosa, pero sabía que su muerte era una obsesión para Voldemort.

Rompió un poco mas la distancia entre los dos y suplicó:

- Déjame saberlo, por favor. Quizá yo pueda ayudarte.

Las rodillas de Malfoy no pudieron sostenerle y cayó al suelo rudamente, ahogándose en una silenciosa carcajada acompañada de un violento llanto. Harry intentó levantarle, abrazándolo por la espalda, pero este se lo impidió, empujándolo lejos de sí.

- Cuida lo que dices, Potter - advirtió el rubio al muchacho que lo veía confundido. - No hagas promesas que no has de cumplir… ¿O es que piensas ayudarme a matar a tu padre?

El Gryffindor lo miró aun mas confundido. Su padre llevaba quince años muerto. ¿Cómo…?

Y la comprensión fue como si su corazón estuviera dentro de una licuadora y Draco pulsara el botón de encendido.

De pronto el cuerpo le pesaba toneladas y no había poder o magia que lo ayudara a tenerse en pie. Se sentó en el suelo sin mirar al rubio. En su cabeza solo había tres nombres y una macabra revelación: Voldemort quería muerto a Dumbledore por manos de Draco.

Draco se colocó las estúpidas botas de animal muerto que le llevara Abia hacía poco, junto con unos pantalones de cuero como los de Potter, y una camisa de seda blanca. Estaban pesadas y le hacían lucir los pies tres números mas grandes. Se los contempló largamente.

¿Qué importaba que confundieran sus huellas con las del Yeti? Aquel tío seguro era un pariente cercano de Rubeus Hagrid. Si no era el mismo guardabosques en persona.

Con pesar se dejó caer sobre el lecho que aun seguía tibio y olía a Harry. O eso le parecía a él.

Había cometido el error mas grande de su vida: en un acto de estupidez prodigiosa había creído que el confesarle a Potter que sería el verdugo del viejo director de Hogwarts le haría cambiar de opinión respecto a regresar a casa.

Este había salido de la casa apenas vestirse, sin decir nada.

Y es que el rubio había equivocado las palabras.

¿Debió pedir ayuda? Por supuesto. A Harry le encantaba ayudar. ¿No era ese su pasatiempo favorito?

“¡Ayudemos al mundo!”

Debió pedir ayuda y no alejarlo de él como lo había hecho. Pero es que le era tan difícil a Malfoy pedir ayuda. Su ego no lo permitía. Preferiría huir que aceptar ayuda.

No. Mataría él mismo a Albus Dumbledore antes de pedir ayuda.

Y esa prodigiosa estupidez había hecho que dijera la verdad a Potter. Ahora, lo único que vería Harry al tenerlo enfrente, sería a un Mortífago peligroso y psicópata planeando la muerte de su “padre.”

Pero había tenido que hacerlo ¿no’ Es decir, Harry tenía derecho a saberlo y decidir si aun así quería tenerlo a su lado.

“No hubiera podido verlo a los ojos el día de nuestra boda… ¡¡Ja, ¿quién es el memo?!!

Torpemente se había sentido el ser mas poderoso del universo en los brazos de Harry.

Ahora, sin él, se sentía como una mariposa revoloteando en la oscuridad, con las alas destrozadas.

Se le vino a la mente el espejo de Sodoma y Gomorra.

¿Le habría mostrado su futuro?

Todo parecía indicar que sí.

Es decir, al menos la parte de Potter y él. Habían estado juntos, de esa clase especial de “juntos” y…felices.

“Claro, hasta que la he cagado”

¿Pero Harry le miraría con amor igual que el otro Harry?

Anoche, mientras hacían el amor, Malfoy creyó ver en sus ojos mas amor del que alguna vez había soñado.

Pero ahora… ¿Qué encontraría en los ojos de Potter?

¡¡Oh, había hecho el amor con Harry!!

Sonrió ante su descubrimiento y suplicó por que de ahora en adelante, los que juraban que Draco Malfoy se montaba en su macho, tuvieran toda la razón.

“Harry es un buen macho” pensó el ángel, con orgullo, completamente ruborizado.

Y de pronto, un rugido, como si el universo acabara de descubrir que podía sufrir una implosión en cualquier momento, le sacó de sus cavilaciones.

No era mas que sus tripas: tenía hambre.

- Os lo estáis pasando de miedo ¿eh?

Otro doloroso gruñido.

- Que sí, que sí. Veamos que hay para desayunar. - y luego cruzó los dedos - ¡¡Que sean hamburguesas, por favor, que sean hamburguesas!!

Y antes de levantarse, unos furiosos golpes sonaron contra la puerta.

Temiendo lo peor (Harry Potter en la puerta con una pica en manos… o un garrote. Se le daba bien el garrote), se acercó a esta y la abrió recelosamente.

No supo si sentirse aliviado o no.

Frente a él había una pelirroja muuuuuy cabreada. Muy seria, Lilith-mu se plantó con brazos cruzados. El rubio, con una mirada inexpugnable, imitó su postura.

- Vaya - dijo Draco, con indiferencia. - Ya no eres una vaca. ¿Cómo es que…?

- ¿Pasasteis la noche juntos? - interrumpió, con cizaña.

- No te enteras de nada, ¿verdad? - dijo Draco, venenosamente. - “Compartimos” la misma habitación - recalcó sin claudicar ante la fiera pelirroja.

- Sabes a lo que me refiero - insistió la muchacha, bajando los brazos, empuñando sus manos y dando un paso hacia Malfoy. - ¿Dormisteis juntos?

- Ya que solo había una cama… - observó el rubio, sin inmutarse. - Sí, creo que sí.

Ginny Eva Lilith-mu puso los ojos en blanco y murmuró una diatriba tan baja que era ininteligible para el Slytherin. Inhaló y forzó una sonrisa algo… traumatizante.

- ¡¡¡Que si ya habéis hecho el amor, follasteis, cogisteis…!!!

- Vale, vale, vale. - interrumpió el rubio, con aspavientos. - Ya te pillo. No soy imbécil ¿sabes?

- ¡¡Pues no lo parece, Eme!! ¿Y?

- Y…

- ¡¿Y…?! Es lo que he dicho yo.

- Y… es lo mismo que he dicho yo.

- ¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh, por la sagrada Ashtar!! A veces quisiera… - La pelirroja extendió sus manos a la altura del cuello del Slytherin y apretó algo imaginario. - Retorcer… y retorcer y retorcer y retorcer y…

- Relájate, huerfanita - sugirió Malfoy con sorna. - Si lo que quieres es saber si Harry me ha hecho perder la virginidad…

- ¡Sí, es lo que quiero saber! - resopló la muchacha, impaciente.

Draco sonrió.

- No.

- ¡¿No?! - gritó exasperada. - ¡¡¡¿Cómo que no?!!! ¿Serás tan imbécil de dejar pasar una oportunidad como esa?

- No, espera, digo que no te lo voy a negar.

Los marrones ojos se abrieron como si la pelirroja acabara de recordar que tenía el guisado en el fuego desde hacía dos horas y Draco se preparó para un ataque…

Y bofetada va y bofetada viene.

- ¡¡Oye!! - reclamó Lilith-mu, sobándose las mejillas con resentimiento. - ¿Por qué coño has hecho eso?

Draco se encogió de hombros y reprimió una sonrisa.

- Pensé que estabas a punto de sufrir un ataque de ira.

- ¡¡Pues, mira que no!! - gruñó la chica. - Lo único que iba a hacer es esto - dijo abriendo sus brazos como si fuera a abrazar al rubio.

El muy Slytherin tuvo que utilizar toda su tenacidad para no golpear a la Huérfana de Padre y Madre, cuando esta acortó el espacio entre ambos y lo abrazó. Con gesto de dolor anticipado, se puso rígido, esperando un golpe que no llegaba.

Y sin previo aviso la muchacha le soltó y empezó a dar de saltos y gritos como desaforada.

¡¡Y ZAS!!

- ¡Contrólate!! - exigió Malfoy, sacudiéndose la mano adolorida por la nueva bofetada que hizo que el cabello de Lilith-mu volara por los aires. - Lo siento, pensé que era un nuevo ataque. No me mires así. ¿Se puede saber por que has gritado? No es mi culpa que estés loca ¿o sí?

La muchacha, con los ojos llorosos y la mejilla palpitante, se contuvo de terminar lo que los sodomitas gomorrenses habían dejado inconcluso.

- Escucha, Eme: sé que no te soy grata y sabes que me causas indigestión…

- Has fila.

- … peeeeeeeero quiero a Harry y lo que él quiere es importante para mi. Dessssssssgraciadamente, parece que lo que él quiere es a ti, así que estoy dispuesta a … soportarte por su bien. Y quien sabe, tal vez podamos ser amigos algún lejano día.

Draco la miró a los ojos, deseando con todo su corazón que lo que decía fuera cierto: lo de que Harry le quería a él. Y tal vez lo otro también…

Lilith deslizaba sus dedos entre sus rojos cabellos revueltos para regresarles un poco de dignidad.

Draco le dedicó una sonrisa sincera.

- Venga: -dijo la muchacha, extendiéndole una mano. - ¿amigos?

Malfoy se mordió un labio. ¿Qué mas daba? No era Pansy pero…

- Amigos.

Le cogió la mano y la atrajo hacia sí, para darle un suave abrazo.

La pelirroja se contuvo de expresar su emoción temiendo un nuevo golpe, pero le cogió una mano y lo haló.

- Ven, vamos a ponerte guapo para Harry.

- Hey, mas guapo no puedo estar - aseguró Draco, con falsa arrogancia.- A demás, ¿te parece si primero desayunamos?

Y mientras la muchacha halaba de él, sus ojos se toparon con los de Potter. Y el hambre desapareció por completo…

Notas finales:

Muchas gracias por vuestro apoyo, sin vosotros no sería nada de nada.

 Miles de Besos.


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