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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Holaaaaa a todoooooos!!!!! Mil perdones por la tardanza. He tenido pequeños problemitas pero espero que no vuelva a pasar.

Besitos.

“Nunca… jamás… quiero volverte a ver…”

Esas fueron las palabras que Draco Malfoy escuchó de labios de Harry Potter antes de taparse los oídos con las manos, cerrar fuertemente los ojos y ponerse a cantar :

“Weasley nació en un vertedero…

“Y se le va la quaffle por el agujero…

“Gracias a Weasley hemos de ganar…

“A Weasley vamos a coronar…

.

.

.

Cuando Harry salió por la puerta, la aurora aun velaba el azul del cielo: Orión desaparecía sobre su cabeza, muriendo con la noche, para dar paso al día.

Potter salió de la aldea sin un rumbo fijo. Sus pies envueltos en las botas de piel, andaban errantes, a veces volvían sus pasos y cogían un nuevo rumbo. A veces se detenían un momento, inseguros en continuar.

Harry era un océano de dudas y miedos.

Miedos, sobre todo.

Por que nunca había sentido algo así en su vida. Un sentimiento tan profundo por alguien que no fueran sus padres. Talvez por sus amigos Hermione y Ronald, pero de ahí en fuera…

Hermy Y Ron tendrían que tragarse sus palabras. ¿Qué el “inocente rubio” no tramaba nada?

!!Nada bueno!!

Debió verlo venir ¿no?

Lo sabía de antemano.

¡¡Por Dios, era un Mortífago!!

¿Acaso la maldita marca en su brazo no lo decía todo?

Miles de cosas se le venían a la mente y taladraban su cabeza dolorosamente.

¿Y si todo estuviera planeado ?

¿Si era un plan de Voldemort para que se colara por el Slytherin y así poder tenerlo en bandeja de plata?

“Pues, que bien que ha funcionado ¿no? ¡¡Enhorabuena!!”

Harry supo que era el pensamiento mas estúpido que había tenido hasta ahora, en su corta vida, pero le era inevitable que su raciocinio lo arrastrara de los pelos en esa dirección.

No, eso sería darle demasiado crédito a la sanguijuela de Voldemort…

Dorado por donde quiera que viera. La arena robándole su color al sol.

En ese momento extrañaba montones a Hermione. No le caería nada mal uno de sus acertados concejos… aunque en ese momento dudaba que la chica pudiera decir algo al respecto sin antes sufrir un sincope.

“¿Harry…? E-e-e-e-e-e-ena…”

Y ¡¡Zas!! De bruces contra el suelo.

Quizá no contra el suelo. De bruces contra Ron, por que estaba segurísimo que el pelirrojo caería apenas Potter mencionara la conjugación Draco - Beso. Hermy soportaría hasta el Draco - Amor.

“Draco - Amor”

Ahora, había que quitarle el guión.

Por que era obvio que Harry estaba ena…

No, no, él no estaba ena…

- ¿Enamorado? ¡Lo sabía! - exclamó Zumos y repitió en voz baja después del “Chist” del moreno, que miraba nerviosamente en dirección a la casita de la cual todavía no salía su “amante.” - Lo sabía. Blanco y en botella. - dijo encogiendo sus amplios hombros. - Y ¿Cómo os fue? ¿Es ardiente? ¿Es rubio natural?

- Ejem, ejem… - carraspeó Harry, de pronto mas rojo que el cabello de Lilith-mu. - El caso es que… te diré: nuestra relación es… - Potter resopló. Era obvio que ni el mismo sabía lo que era su relación. - ¿Cómo te lo explicó sin pasarme toda la vida en ello?

El comerciante cortaba de un tajo la panza de un puerco que colgaba de un gancho. Los pies de Harry le habían llevado de nuevo a la aldea, pero cuando se acercaban a la casita, habían cambiado su curso y ahora estaba en el matadero.

Muy apropiado a su estado de animo.

Zumos le miraba de hito en hito, negando con tristeza.

- Todos tenemos diferencias con las personas que queremos, Harry - aseguró el comerciante. El Gryffindor se tapó la boca para evitar vomitar sobre los trozos de carne en la plancha de metal frente a él, cuando este metió una mano dentro de la panza del animal muerto para sacar sus entrañas. - Venga, tío - se mofó Zumos. - No me dirás que te dará un vahído ¿o sí?

- Dejando de lado eso - continuó Harry cuando sintió que las nauseas remitían -, lo que quiero decir es que… No sé si deba confiar en él.

- Bueeeeeno … - murmuró Zumos, arrastrando las letras y dejando lo que estaba haciendo para darle la cara a su nuevo amigo. - No sé que ha hecho para mecer tu desconfianza, pero ya que tú le quieres y él te quiere, creo que merece otra oportunidad ¿tú no?

- Es que, ese es precisamente el problema, Zumos - aclaró Potter, quitándose las gafas para tallarse los ojos y se las volvió a colocar. - No estoy seguro que Draco me quiera realmente.

Zumos elevó una ceja y sonrió de lado.

- En ese caso… creo que debes darle la oportunidad de demostrártelo.

El comerciante tenía un buen punto ahí. Harry había oído decir a su amiga cienes de veces, que tooooodos merecían una segunda oportunidad… Menos Voldemort. Primero lo mataba antes que darle una segunda oportunidad.

Pero aun no estaba muy seguro de ello.

El moreno observó a sus alrededores: las casas redondas, de oro a la luz del amanecer, y sus sinuosas calles en las que pululaban hombres, ancianos, mujeres y niños que comenzaban su día con gran energía.

A varios metros frente a él, se alzaba la casa que había servido de nido de amor y confesionario. Pero, de nuevo, sus pies se detuvieron.

¿Qué haría? ¿Qué le diría?

¿Estaba preparado para verle a los ojos?

Escuchó los golpes a la puerta de la casita y vio que era la pelirroja. ¿Cómo era que había dejado de ser una vaca? Después se preocuparía por eso.

Se preguntó si debía interrumpir la golpiza que la pelirroja estaba recibiendo…

No.

Esperó a que terminaran de hablar y vaya que se sorprendió cuando vio que su adorable rubio abrazaba a la huerfanita.

Tal vez si había cambiado. Pero era tarde por que él ya había tomado su decisión.

Y antes de que la pelirroja lo llevara lejos, supo que era el momento de hablar.

Caminó hacia ambos y los ojos de Draco se encontraron con los suyos. A Harry le dio la impresión de que Malfoy quería salir corriendo.

Bueno, no era fácil para él tampoco. Lo que tenía que decir no sería fácil.

Se le retorcía el estómago de solo pensarlo.

- Draco, tenemos que hablar.

De inmediato el Slytherin, en un gesto muuuuy Slytherin de su parte, se escudó tras la pelirroja, sujetándola por su vestido verde limón para que no se moviera.

- Si estás muy cabreado, primero descarga toda tu furia con Lilith y después hablamos,

Harry, con un cabreo de la leche, pateó el suelo con fuerza, a lo que el rubio reaccionó encogiéndose mas detrás de la muchacha.

- No veo por que ella tenga que pagar por tus errores, Draco - dijo el moreno, intentando guardar la calma. - A ella no le puedo decir lo que te tengo que decir a ti.

- Si incluyes armas filosas en la charla, claro que sí.

- ¡¡Oye!! - se quejó la pelirroja, empezando a preocuparse en serio. - Creí que éramos amigos.

Malfoy escupió una risita mal disimulada.

- Y claro que lo somos - aseguró -: es por eso que llevare flores a tu tumba todos los días… Bueno, todos los días no. Tal vez los feriados y algún fin de semana, ¿te parece bien?

Lilith hizo un gesto que indicaba un “Ya que”

- Supongo que viniendo de ti, es un lindo detalle.

- ¿Podrían dejar de hacerle al tonto? - pidió Harry -. Y tú, Draco, sal de tu escondite.

- ¡¡¿Quién ha dicho que estoy escondido?!! Yo… esto… simplemente arrancaba un hilo de su lindo vestido que se ha salido de su lugar - dijo este, parándose y arrancando un cabello a Lilith, que de inmediato se quejó. - ¿Lo ves? Ya está.

- Lilith, ¿puedes dejarnos a solas un momento, por favor?

- Sí, claro - dijo la muchacha, con una sonrisa perversa al gusto de Harry. - Esto…- susurró la pelirroja, para que solo Potter oyera - Creo que he visto un hacha en aquella pared - comentó, señalando con la cabeza. - Solo decía… Por si no vienes… armado… Sí, ya os dejo.

La muchacha se marchó pitando ante la fiera mirada de Harry.

- Que loca está - dijo Malfoy, intentando no ver a Potter. - Me preocupa… - y alzó la voz para que Lilith pudiera oírle. - ¿Sabes? Cuando hablas solo escucho blablabla. Así que deberías callarte por que no entiendo lo que dices…

A Draco le pareció que Harry reía suavemente pero de inmediato se vino un silencio de muerte entre los dos. El rubio, incapaz de ver directamente a los ojos verdes, agachó la cabeza y cruzó sus brazos, esperando. Pero Potter parecía indeciso en decir lo que quería. Abría la boca repetidas veces y sin emitir ningún sonido la volvía a cerrar.

Malfoy, como si no supiera que hacer con sus pies, movía su peso de uno a otro y a veces hacía chocar su talón contra el suelo repetidas veces.

Aquello se tornaba irritante para ambos.

- ¡¡Maldición, Harry!! - bramó el Slytherin, que ya no soportaba mas la espera de las palabras que cambiarían su vida para siempre. - ¡¡¿quieres decirme de una puta vez lo que tengas que decir?!!

Harry resopló.

Por supuesto que iba a decir lo que tenía que decir, pero antes se acercó al rubio. De inmediato este se encogió contra la pared, sin apartar sus ojos del suelo.

El Gryffindor pasó sus brazos a los lados de Draco, encerrándolo contra la pared como una prisión. La cabeza gacha; los cabellos negros formando una barrera entre ellos.

De pronto Harry levantó lentamente su rostro en un gesto que parecía perezoso, pero que solo era para no morir en el intentó de no caer al precipicio.

Sus ojos se encontraron, y Draco descubrió en los otros turbación, miedo, dolor…

No odio.

Simple dolor.

- Solo tengo una cosa que decirte - dijo el moreno, con voz grave y tono duro - y quiero que me pongas atención por que solo lo diré una vez ¿comprendes?

En ese momento el corazón de Malfoy era un cruel torbellino de latidos. Estaba por sufrir un ataque de pánico. Lo sabía, lo sentía venir desde sus entrañas. Y estaba completamente seguro de que no era momento de ponerse a contar al moreno de la vez que, en las vacaciones pasadas, se ha puesto el sostén de su tía Bellatrix de gorrito y paseó por toda la casa, con una loca desquiciada corriendo tras él para quitárselo, jurando y perjurando que lo despellejaría vivo.

Dijera lo que dijera la mujer, Draco estaba seguro de que lo amaba.

Ya.

- Nunca… jamás… - dijo Harry, con dolor en el pecho. - quiero volverte a ver…

Y antes de que pudiera continuar, el rubio se tapó los oídos, cerró los ojos y se puso a cantar la canción que había inventado para Ron el año pasado.

Potter sonrió. ¿Cuánto tiempo mas iba a fingir que no había decidido ya que quería a Draco con o sin marca tenebrosa? ¿Cuánto mas iba a fingir que no había decidido ya que se quedaría a su lado hasta la muerte? ¿Que no había decidido desde el principio que Malfoy solo era otra victima mas en aquella estúpida guerra? ¿Qué Harry no había decidido ya, que no le daría una ni dos, ni diez, ni cien, sino todas las oportunidades que se necesitaran? ¿Qué daría su vida por él y para él?

- Nunca, jamás quiero volverte a ver llorando por que te pones feo con la nariz roja.

Y después de eso besó suavemente la nariz de Draco que se abrió los ojos tras el contacto y lo miró con ojos brillantes de gruesas lágrimas que pugnaban por salir.

- ¿Qué has dicho? - preguntó.

- Lo siento - dijo Harry, abrazándolo por la cintura y aferrándolo a él. - Te he advertido de que solo lo diría una vez. Si no has querido oírlo no es mi culpa.

Draco, con el ceño fruncido, incrédulo aun de que realmente Harry le estuviera abrazando y no maldiciendo, devolvió el abrazo.

Una lágrima se perdió de los ojos grises y Harry la encontró en los labios de Draco.

- ¿Ya te había dicho lo bonito que cantas?

- Maldito estúpido - balbuceó el rubio, conteniéndose de patearle la entrepierna.

- ¿Hay algo mas que quieras decirme? - preguntó Harry, con aprensión.

Malfoy lo dudo seriamente.

- Esto… de hecho, que bueno que lo preguntas por que sí… Creo que me has embarazado…¿Harry? Es guasa, ¿sabes? No es para que te desmayes. Además, es muy pronto para saberlo… ¡¡Es broma, es broma!!

La mañana pasó volando para los dos magos. Después de desayunar Abia les preparó un baño y Malfoy estaba dispuesto a compartir su tina con Potter, ya que quería una reconciliación mas… intensa. Pero cuando descubrió que aquella maldita aldea de la edad de las cavernas se bañaba a la intemperie, la idea simplemente se esfumó.

Al medio día, Harry se descubrió sobre un montón de pieles, bajo un techo alto de madera virgen. Risas de mujeres, alguna de hombre, y cuchicheos llenaban el ambiente. Cuando Malfoy llegó a la parte en que Harry salé cubierto de polvo y con la piedra de roseta de los babilonios las risas se acentuaron y elevaron su tono. Entre ellas, la de Lilith, era inconfundible.

- Hemos terminado - dijo Abia, acercándose a Harry para depositar en sus manos un gran tazón con frutos secos. El moreno lo cogió sin siquiera ver a la rolliza mujer. Sus ojos se imantaron por una majestuosa visión:

Un rubio de ojos grises, rodeado por jóvenes mujeres que terminaban su labor en torno al muchacho.

- ¿Qué os parece? - preguntó una mulata, de ojos rasgados, haciéndose a un lado para que pudieran admirar su obra maestra.

Un ángel, ataviado con una túnica estilo chiton, de seda blanca, que dejaba al descubierto parte del pecho de este. Su blanco rostro era adornado por dibujos arabescos de henna azul y el relieve de sus ojos era remarcado por líneas negras que realzaban la belleza de sus mercuriales pupilas. Sobre el arco de sus cejas habían cristales traslucidos y pequeños trozos de espejo.

Harry no se dio cuenta que tenía la boca abierta hasta Zumos se lo hizo notar cerrándosela de golpe.

A un lado de él, Lilith había sido adornada con henna roja, vestida con un peplo púrpura y sus cabellos ensortijados en un hermoso moño.

- “Todo un Adonis” dirían los griegos - comentó Abia y todos estuvimos de acuerdo.

Harry prácticamente se echó a la boca toda la fuente de frutos secos y masticó desaforadamente hasta que logró tragar y pasar todo con ayuda de fuertes golpes en el pecho.

Se acercó a Malfoy y le tendió una mano que este no dudó en aceptar.

- ¿Te parece si vamos a por una manzana? - preguntó Harry al oído del rubio.

- Me parece - dijo Draco, sacudido por un ligero escalofrío placentero.

- ¿Yo puedo acompañaros? - se apuntó la pelirroja.

- No por que… - Harry se devanaba los sesos en busca de una buena excusa - Por que, de hecho… nosotros vamos a …

- Vamos a ir por mi manzana - dijo el Slytherin sin ninguna contemplación.

- ¿Podríais prestarnos un caballo? - pidió el Gryffindor a Zumos.

- ¡¡Claro, claro!! - dijo este, con una sonrisa en expansión, guiñándole un ojo al moreno. - Uno o dos, los que necesitéis… ¡Oh, pero es una verdadera lastima que solo tengamos uno disponible!

De inmediato Lilith se enfurruñó, con los brazos cruzados y un tierno pucherito en los labios. Una de las jóvenes hacía señas a los magos de que se largaran y Harry haló a Draco de la mano para desaparecer.

- Hey, ya no me duelen los ojos - dijo Malfoy, observando a su alrededor como si fuera la primera vez que veía la aldea.- De ahora en adelante tendré que pintarme los ojos.

Harry sonrió mientras le ayudaba a subir al lomo del caballo. A todas luces, un caballo árabe pura sangre, blanco como la nieve, de fuertes patas y carácter agresivo.

“¿A quien me recuerda?” pensó Harry contemplando al rubio que montaba a la bestia con la soberbia de un rey

Potter se montó tras el rubio y cogió las riendas.

De hecho, él jamás había montado un caballo en su vida, pero quería suponer que era mas fácil que montar un hipogrifo o un unicornio o un centauro o un Thestral, pero cuando quiso hacer que el animal se moviera, solo logró salir disparado al suelo.

Draco se echó a reír mientras el otro se levantaba y se sobaba el trasero, de mala leche.

- Menudo Gryffindor- dijo el muy Slytherin, torciendo los ojos. - Puedes hacer que explote toda una ciudad, pero no puedes montar un caballo sin caerte. ¿Quieres que dirija yo?

- Si me haces el honor…

Harry volvió a subir tras Malfoy y este hizo un sonidito raro con la boca. El caballo echó a andar al instante.

- ¿Lo ves? - dijo el rubio con una sonrisa autosuficiente. - No puedes vivir sin mi.

- ¡Quisieras!

- ¡Admítelo! - exclamó Draco, golpeando con su codo las costillas de Harry que estaba por rodearle la cintura.

- Vale, lo admito - dijo este, sobándose el costado -: No puedo vivir sin ti.

El trayecto se volvió un juego de manos.

Las manos de Harry buscaban un paso bajo tanta tela, directo hacia la pies de Draco. Las manos del rubio intentaban someter a las del moreno, en busca de hacerle desesperar.

El pura sangre galopaba contra viento, majestuoso y poderoso, dejando atrás una estela de arena que se perdía en el aire. Y cada paso del animal servía para que Potter y Malfoy rozaran sus cuerpos, para que el deseo ya encendido se tornara fuego.

Para cuando llegaron a los vestigios de lo que una vez fue un imponente muro, la manzana y el gira tiempos habían quedado en el olvido.

Draco estaba dispuesto, a falta de mejor lugar, a ser sometido sobre el lomo del animal. Bastaba con darle la cara al Gryffindor, levantarse la túnica y abrir las piernas.

¡¡Bingo!!

Pero no. Cierto Moreno con cicatriz incluida se estaba poniendo tiquismiquis por que se cohibía en los lugares abiertos.

Bueno, eso no sería un problema. Malfoy observó, con sus ojos pintados, algún lugar, algún pequeño recoveco que pudiera servir a su propósito. Y mientras Harry besaba su cuello y sus manos ya se habían hecho camino bajo la tela, sobre sus muslos, el rubio encontró una elevación de tierra que se alzaba sobre sus cabezas, del tamaño de un edificio de cincuenta pisos.

Pero lo que llamó su atención no fue el montículo sino una abertura en él.

De inmediato el rubio se dejó caer de la bestia, dejando a Harry, que besaba su hombro, con sus labios de piquito.

- ¿Qué narices…?

Draco lo cogió por la túnica azul que llevaba ahora y lo bajó poco delicadamente del caballo.

- Ven - dijo, guiándolo hasta la entrada. - Tengo justo lo que quiere el Señor Tiquismiquis.

La cueva era una boca de lobo, habitada por una densa oscuridad que parecía flotar a su alrededor.

Harry, que llevaba bien apañada la mano de su Rubio Favorito, anduvo con los ojos entornados, intentando ver algo mas allá de sus narices, caminando con sumo cuidado, a tientas y trompicones.

- Creo que aquí estará bien - dijo Potter, deteniéndose para voltear hacia Draco.

- ¡¡Ay!! ¡Ese es mi ojo! - se quejó Malfoy, cuando Harry intentó cogerle por la nuca para besarlo.

- ¡Lo siento! - se disculpó el moreno, realmente apenado. - Es que no veo nada. No creo que esto sea buena idea. Podría equivocarme los orificios ¿sabes? - dijo este, y Malfoy ya estaba imaginándose que orificios serían esos.

Su risa sonó como el tintineo de dos copas de cristal chocando. Su eco suave se expandía por la caverna, chocando contra las paredes, creando un efecto de eternidad.

Las manos morenas se deslizaron por el dobladillo de la túnica de Malfoy hasta que se pudo hacer con ella y la elevó para sacarle de encima la prenda al rubio. Justo cuando esta salía por su cabeza, un pequeño brote de luz hizo su aparición en el lugar., que pronto se convirtió en un verdadero fulgor.

Al centro de la caverna, brillante y policromo, había un arbolito incendiándose.

- MOISES. MOISES…- se escuchó una potente voz que retumbó por toda la oquedad.

Al Gryffindor, aquella voz se le hizo conocida.

¿Pero de dónde?

- ¡!

“Oh, o”

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí.

Os quiero.


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