Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Giratiempos Roto. por aerosoul

[Reviews - 263]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaaa. Si, soy yo de vuelta. Miles de disculpas por la tardanza, no vuelve a pasar (cross my heart). En el capitulo anterior no he advertido a las personitas que sois sensiblemete religiosas, y lo siento mucho. Espero no haberos ofendido mucho. Mil disculpas. En este cap, como ya lo imaginareis, nada sucedera como en el relato biblico, asi que leed con precaucion y bajo vuestra responsabilidad.

Muchas gracias por vuestro apoyo. 

- ¿Estás bien? - preguntó Draco Malfoy a Harry Potter, que lloraba desconsoladamente en su hombro y temblaba entre sus brazos.

Harry se separó del rubio, se limpió las lágrimas y asintió. Contempló de nuevo a Moisés y un lastimero sollozo rompió su garganta. Llorando con mas sentimiento, hipando y temblando, fue envuelto por los brazos de Draco, que estaba por llorar con él.

- Shhhhhh, todo va a estar bien, no pasa nada - decía Malfoy, dando suaves golpecitos en sus cabellos negros. - ¿Quién es el semental?

- Querrás decir “sentimental” - corrigió Lilith., de brazos cruzados, sobre su caballo.

Draco le miró con los ojos entornados.

- También.

Harry intentó tranquilizarse, limpiando sus nuevas lagrimas, pero apenas ver a aquel hombre, el llanto se renovaba.

- ¿Se puede saber que le pasa? - preguntó Kamâl, mirando al muchacho con el ceño fruncido, por que el rubio lo abrazaba, muy cariñoso. - ¿A caso es un eunuco?

Potter se volteó hacia el dandy, dispuesto a machacarle la cara, pero en el trayecto vio a Moisés y se volvió a abrazar a Draco.

Moisés los contemplaba con una anémica sonrisa, tal vez temiendo que aquellos locos en cualquier momento le saltaran encima. Había escuchado noticias de dos hombres que estaban sembrando destrucción por todo el territorio, y bien podían ser una nueva secta. Como esos tales Asasains. Solo que estos se veían mas peligrosos.

- Pasa que este señor… - contestó Malfoy, enojado por que alguien pudiera dudar de la “hombría” de su macho - le recuerda a su padrino, Sirius Black, que ha fallecido unos meses atrás.

La pelirroja, Kamâl y Moisés formaron una larga “O” con sus labios.

- Tu padrino, ciertamente debió ser muy apuesto - dijo Moisés, con una sonrisa muy chula. - ¿Era un sirviente de la diosa Isis? ¿Sabéis? Yo he vivido mucho tiempo en Egipto y conozco todos sus sacerdotes pero nunca había oído hablar de Sirio Black, no señor. ¿Sabíais que ponen nombre a sus orificios corporales y a sus miembros? Por ejemplo, mi pie izquierdo se llama Badru, por que ha nacido durante la luna llena… y el derecho se llama ishaq, por que me hace cosquillas la sandalia al caminar… Pero, os doy un concejo: jamás, nunca de los jamases, pregunten a un egipcio por sus orificios, no señor. Yo lo aprendí a las malas…

- ¿?

Después de un silencio general muy incomodo, durante el cual Harry decidió que aquel tío no se parecía gran cosa a su Gran y Heroico Padrino, Moisés les invitó a pasar al interior de su tienda donde fueron recibidos gratamente por Séfora, la hermosa mujer de Moisés, que les ofreció bebidas a todos.

- Así que… ¿os conozco de algún lado? - preguntó Moisés, admirando a los recién llegados.

- En realidad, no - contestó Harry, que aun suspiraba y tenía los ojos hinchados y rojos. - Pero hemos venido a ti, por que tu Dios nos ha pedido que te demos un mensaje… ¿De que es el agua? - preguntó observando que la bebida era color amarillo raro, cuando todos bebían de su vaso.

- Oh, es pis de camello…

Draco, Kamâl y Moisés escupieron sus bebidas sobre Lilith, que estaba al medio de todos.

- ¿Cuántas veces te pediré que no me des esa porquería? - preguntó Moisés, muy mosqueado. - Y no me importa que sirva contra la deshidratación…

Harry vio que Draco salía de la tienda y escuchó que vomitaba hasta su primera papilla. Salió tras él.

- ¿Estás bien? - preguntó al muchacho, mientras sostenía sus rubios cabellos sobre su cabeza para que no se ensuciaran. Su frente se encontraba perlada de sudor.

- Será el calor - dijo Malfoy, con la voz ronca por el esfuerzo, intentando que el moreno no viera lo que había devuelto - Y por supuesto, esa porquería de bebidas poco saludables. Necesito lavarme la boca.

Potter reconoció frente a ellos un pozo. A esas horas del día estaba solo, así que se acercó a buscarle un poco de agua a su rubio. Se asomó sobre el brocal y descubrió que el agua era cristalina. Justo lo que su Draco necesitaba. Se hizo con la polea para subir el cubo con agua, cuando sintió algo reptando por su brazo.

- ¡Madre mía! - bramó Draco, que se había acercado al pozo. Ahora estaba mas pálido que una luna de invierno, viendo con terror como la serpiente reptaba por su hombro y se dirigía a su cuello hasta rodearlo por completo. Y… - ¡¡Oh, Merlín amado!! - Otra mas subía por su pierna derecha - ¡¡No te muevas!! ¡Por los calzones de mi abuela, no te muevas!

Harry, que sufría de constantes escalofríos, notó que su rubio favorito estaba mas inmóvil que él mismo, con sus manos en su pecho, como si intentase detener su corazón para que el sonido de su palpitar no molestase a las serpientes.

Era una puta suerte que el Gryffindor tuviera la habilidad de hablar pársel…

Malfoy volvió a respirar cuando escuchó el siseo de los labios de Potter y se sintió un idiota por no recordar antes que su esposo hablaba la lengua de las serpientes. Pero no le dio buen presentimiento cuando los ofidios, que no eran cualquier ofidio sino cobras de cuello negro según su experiencia, se irguieron y mostraron sus colmillos, sacaron sus bifurcadas lenguas y sus olivaceos cuerpos empezaron a oscilar como metrónomos.

- ¿Qué… que sucede? - preguntó el Slytherin en un susurro, para no molestar mas a aquellas tías que amenazaban con dejarlo viudo antes de consumar el matrimonio.

- Creo que no hablan español…- susurró Potter.

Malfoy estuvo a punto de soltar una risita nerviosa, pero se convenció a tiempo de que eso sería inoportuno.

“Si le escupen,

pensó el rubio, con las piernas temblorosas, no habrá quien pueda salvarlo.”

- No entremos en pánico -exigió Malfoy. - He visto lo que esas cosas pueden hacer y no te gustaría que te escupieran por que entonces morirías de la forma mas agónica posible y rogarías por que alguien te lance un Avada con tal de terminar tu sufrimiento, así que no muevas ni un…

Draco muchas veces se había preguntado si había algo que pudiera viajar mas rápido que la luz. Pues, bien, ahí tenía su respuesta: Harry corría a todo gas, de un lado para otro, gritando como loco que alguien le lanzara un Avada. Y a Draco le pareció que mas rápido que la luz…

- No se que es un avada - dijo Kamâl, de pronto, al lado del rubio.- Pero si deja de moverse yo le puedo lanzar una flecha o un cuchillo. Tengo tan buena puntería que estoy seguro que le daría entre los ojos…

- ¿A la serpiente?

- ¿Cuál serpiente?

-…

Draco caminó en silencio hasta el caballo de Harry y sacó el cayado que el arbolito ardiente les había dado para Moisés y…

¡¡Zas!!

Minutos después, Harry estaba sentado en medio de la tienda, tomando agua limpia del pozo, con las manos temblorosas aun, sin rastros de serpientes. A su lado, Kamâl detenía un pedazo de carne cruda sobre su cabeza y no quería sonreír por que le faltaba un diente. Del otro lado, Draco estaba realmente muy apenado, por que el cayado se había partido en dos.

- Creo que necesitaremos otro cayado - dijo el rubio, completamente rojo.

- Yo os explicaré - se ofreció Lilith, que se había lavado ya la cara. - Pasa que Eme es un salvaje.

- Nop. Yo os explicaré - anunció Potter, antes de que el Slytherin demostrara lo salvaje que podía llegar a ser. - “Yo Soy” te ha enviado este presente - dijo, señalando el cayado en el suelo.

- ¿Un palo? - dijo Moisés, con el ceño fruncido.

- Lo mismo he dicho yo - anunció alegremente Malfoy, feliz por que al menos alguien estaba en sintonía con él.

- Pues, gracias pero yo ya tengo uno. ¡¡Séfora!! Mi cayado.

La mujer apareció por la puerta, con un palo en las manos.

- De hecho, son idénticos, ¿no os parece? - preguntó Lilith.

- Sí, sí… - dijo Harry, parándose para acercarse al objeto. - Pero este no es un simple palo ¿vale? Mirad: ¡Transfórmate en una serpiente!… ¡En una cobra!… ¡En una boa!… ¡En un pitón!…

- ¡En un palo! - ordenó Kamâl. - Ah, mirad, si se transformó… Oh, no, ya era un palo - dijo con una estruendosa carcajada.

- Venga - dijo Harry al dandy, con el puño cerrado en su cara - Al parecer te gusta quedarte sin dientes ¿cierto?

- Si no hicieras el ridículo… - balbuceó este.

- No, no - intervino Moisés. - A mi me ha parecido que sí se ha movido cuando ha dicho “en cobra.”

- No - dijo Draco, aun apenado -. Ha sido mi pie que sin querer lo ha golpeado un poco.

- Oh, pero no os acojonéis - repuso el mayor, viendo la tristeza del rubio. - Estoy seguro de que quizá solo necesita una palabra mágica como ¡Abracadabra! o ¡Abraxas!… ¡Palíndromos!… ¡Ambigramas!…

- Espera, espera - pidió Harry, agachado sobre el palo - Creo que se ha movido cuando has dicho “Palíndromos.”

- No, no, de nuevo ha sido mi pie…

- ¿Alguien quiere vainas de tamarindo?

- Por favor - dijo Moises.

Y al instante, el cayado se transformó en una cobra dorada.

- ¡¡Hey!! - exclamó Kamâl - ¿Quién lo hubiera dicho? La palabra mágica era “Vainas de tamarindo.” Jamás lo habríais adivinado ¿A que no?

Y mientras comían vainas de tamarindo, Draco le contó a Moisés su loca carrera, desde que llegaron al desierto, encontraron a una loca pelirroja llamada Lilith, que había sido creada por Dios del barro mas inmundo que se ha encontrado, que, por cierto, había sido expulsada del paraíso por que la muy mema no quería tener relaciones sexuales como Adán manda. Y como estaba loca se fue al mar rojo donde se encontró con unos tíos endemoniadamente feos y se entregó a su lujuria con ellos por que ellos si le dejaban estar arriba. Y como la pelirroja lo viera con cara de asesina serial, Draco agregó que no hiciera caso a nada de lo que dijera por que estaba loca y lo único que querría sería arrastrarlo a la locura. Después el rubio contó que habían llegado a Babilonia, donde Dios había derrumbado la gran torre de Babel por que los tíos esos querían subir a Lilith a su casa, y luego llegaron a una ciudad muy promiscua donde dos ángeles se les aparecieron para sacarlos de ahí por que Dios iba a destruir la ciudad de Sodoma y Gomorra por que sus habitantes habían sido corrompidos por la indecencia de Lilith. Ah, y que también había sido culpa de Lilith el que la esposa de Lott se pusiera de piedra. Entonces se habían escondido en una cueva de la fastuosa Lilith, que los perseguía con sus terroríficas alas de Murciélago que le habían salido después de tener sexo con uno, y que también por eso tenía cara de rata vieja. A Draco no le importó que Lilith estaba por romper de nuevo el cayado de Moisés, pero Harry y Kamâl se le echaron encima para contenerla. Así que continuó con su relato y esta vez contó como se encontraron con un árbol, a todas luces, una Zarza, que se estaba incendiando. Y Draco aseguró que antes del suceso, su cabello era negro pero que con el susto se había puesto blanco. Y contó que antes del suceso Harry tenía una vista veinte veinte pero que por el susto ahora usaba gafas. Y fue ahí cuando el arbolito, que aseguraba llamarse “Yo Soy” les ha pedido que encontraran a Moisés para que saque a su pueblo elegido de Egipto. Ah, sí, y que llevaran consigo a Lilith por si el Faraón no se asustaba mucho, la cara de la muchacha lo aterrorizaría hasta hacerlo enloquecer…

Como fue que consiguieron que Moisés aceptara tan poco ortodoxa tarea y Lilith no matara a Draco en ese momento, es un misterio que sobrevivirá para lo posteridad. Baste con decir que justo cuando Moisés aseguraba, juraba y perjuraba que no habría forma de que lo convencieran, Séfora le anunció a su esposo que le tocaban los platos y Moisés, muy decidido a salvar a sus hermanos del cautiverio, anunció a su mujer que eso tendría que hacerlo ella por que el tenía una misión muy importante que cumplir.

Durante su recorrido por el desierto a Egipto, esta vez en dromedarios que se balanceaban sobre la arena como barcos en tempestad, Harry no apartó sus verdes ojos de Draco, quien avanzaba a unos metros de distancia frente a él.

Su sutil figura, frágil y grácil, resaltaba de las demás, por su elegancia y belleza. Su cabello blanco, que había ganado unos centímetros desde la última vez que se lo había recortado, flotaba en el aire como una ráfaga de fuego iridiscente surgiendo de la víspera de un nuevo ocaso. Había que reconocer que el nuevo largo de cabello le acentuaba las facciones haciéndolo lucir mas delicado y la túnica que llevaba, se elevaba a sus espaldas con el calido viento, creando la ilusión de que el rubio tenía alas.

Lilith, sobre su dromedario, se deslizaba a la derecha de Malfoy, con un toga amarilla y un raro tocado que la amable esposa de Moisés le había obsequiado. Al frente de todos, el mismísimo futuro salvador de Egipto, Moisés, avanzaba expectante y emocionado, murmurando alguna canción que pretendía ser solo para él.

Harry no quería prestarle mucha atención a este último, no quería ponerse a llorar de nuevo, gracias.

Un suspiro lo saco de su ensimismamiento : Kamâl, a su lado, contemplaba a Draco y sonreía con honrada estupidez.

Potter estaba seguro de que el pobre Cedric Diggory, que no le había hecho nada, en realidad, e incluso le simpatizó cuando lo conoció, jamás nacería. Y estaba completa y absolutamente seguro de eso, por que en cualquier momento mataría a su antepasado.

De pronto, ante sus ojos, apareció algo que le distrajo de asesinatos sangrientos. Una estructura de piedra blanca que se levantaba solitaria en medio del desierto, dando la bienvenida a los visitantes.

El Slytherin elevó sus grises ojos al cielo, contemplando aquella pieza.

Desde su punto de vista, una larga flecha… un obelisco. Y aun mas allá, donde el cielo se fundía en un abrazo con la tierra, una muda efigie con cuerpo de león y cabeza de hombre, que miraba con indiferencia y arrogancia, testigo sigiloso de la transfiguración del horizonte celeste y sus astros, Un vigía inmortal de los tres colosos que irrumpían el paisaje con su desafiante majestuosidad, que guardaban los arcanos de la alquimia espiritual.

El rubio volteó el rostro en busca de su Harry, queriendo compartir con él aquel momento de recreación para sus pupilas, pero lo descubrió en un duelo de miradas con el dandy… eso o pretendía asesinarlo con la mirada. Si Draco hubiera sido un muggle y hubiera visto Star Wars, sabría que es la manera Jedi de asesinar personas sin dejar evidencia…

Sonrió.

Suspiró.

Necesitaba deshacerse de ese palurdo antes de que terminaran lastimándose en serio.

Miró a la pelirroja que iba a su lado.

- Oye…, ahora que somos amigos y todas esas estupideces… ¿has notado lo gallardo y majo que es Kamâl?

Draco no notó las miradas que se clavaron en su nuca apenas salir aquel repugnante nombre de sus labios. Así como tampoco notó la sorna con que le sonrió el dandy a Harry, ni que este se ahorcaba con una soga invisible hasta sacar la lengua y morir ficticiamente.

- ¿Quién? - preguntó Lilith, con el ceño fruncido, apuntando al dandy con la cabeza. - ¿Esa cosa?

- Sí, sí, debió calcinársele el cerebro con tanto sol, pero de que es guapo, es guapo. Tiene excelentes músculos y … ¿piel bronceada? Si te molan así…

Harry, al parecer, resucitado, ahora se apuñalaba incansablemente el corazón con un cuchillo invisible. Kamâl sonreía, pagado de si mismo. Buscó dentro de su bolso de viaje hasta que encontró lo que buscaba: un estilete que le ofreció al moreno.

- Pues, no sé - contestó Lilith, encogiendo los hombros -. Me mola mas Harry. No tiene grandes músculos como ese fardón, pero es lindo.

Draco estaba por aprender el método Jedi de asesinatos mentales.

- ¡¡Peeeeeeeeeero Kamâl es mas alto, mas fuerte y mas guapo!!

Potter volvió a clavar su mirada con grima en el sujeto que se burlaba de él. De arriba bajo. Con sus ojos entornados anunciando su sentencia de muerte.

- Si, pero me gusta mas Harry - respondía la pelirroja testaruda. - Si tanto te gusta el tío ese, ¿por que no te divorcias de Harry y lo dejas libre de ti para que sea feliz conmigo?

Draco resopló.

- ¿Alguna vez, alguien te ha dicho lo hermosa que eres? - preguntó el rubio, con una falsa sonrisa.

- Sí - dijo Lilith, emocionada.

- Pues te han engañado por que eres horrenda…

De pronto, un dromedario paso por un lado del rubio, a toda pastilla y sin jinete. Cuando Malfoy reconoció que era el de Potter, se detuvo en seco y volvió la vista atrás.

El moreno y el dandy estaban en el suelo, revocándose a patadas, mordidas y puñetazos.

- ¡¡Hey, deteneos ahora mismo!!

Al instante ambos se paralizaron como si el rubio les hubiera lanzado un Petrificus: Kamâl mordía la pantorrilla de Harry y Harry estaba por golpear la cabeza del capullo con una gran piedra.

- Kamâl, déjame en paz a Harry; Harry, suelta eso.

- ¡¡¡Aaaaaaaaaauch!!!

- ¡¡¡Harry!!!

- ¡¿Qué?! Yo solo he hecho lo que me has pedido. He soltado la piedra.

- Sí, pero no se refería a en mi cabeza - rebatió el dandy, sobándose, resentido.

Draco les dio la espalda para que no vieran su sonrisa.

- Tendré que amarrarte las manos, Harry - sentenció el Slytherin, duramente.

Eso sonó realmente excitante para el Gryffindor, a quien de inmediato se le vinieron a la mente, látigos y trajes de cuero que un día viera en el armario de tía Petunia… Jamás quiso imaginarse para que los querría ella. No, no era buena idea imaginarlo.

- Pues, de saber que este seria el castigo…- anunció Harry, feliz de la vida por que ahora iba en el mismo dromedario que su rubio, detrás de este, y con sus brazos rodeando su cintura y las manos de ambos bien apañadas al frente. Detrás de ellos, el dandy iba muy enfurruñado y la pelirroja no les apartaba la vista. - Lo hubiera hecho hace mucho…

- Eres un cabrón - dijo Draco, recargado contra el pecho del Gryffindor, sonriendo. De nuevo estaba sudando y ya se sentía débil y mareado. - Hace un puñetero calor y tengo una sed de mil demonios. No entiendo cómo es que la idea de Zumos de víveres sea una bolsa llena de henna roja y la de Séfora sean dos serpientes escupe veneno.

- Ni idea - Harry se encogió de hombros y torció su tronco para coger su pellejo de agua. La zangoloteó para saber cuanta contenía. No mucha. - Bebe.

El rubio cogió el pellejo, dispuesto a beber, pero cuando se dio cuenta de la cantidad que contenía, intentó devolverla.

- No, Harry. Es tuya. Yo ya me he bebido la mía.

- Bebe - insistió el moreno.

- Que no.

- Bebe.

- Que noooo.

- ¡Bebeeeee!

- ¡Que nooooooo…!

- ¡¡Que bebas!!

- ¡¡No quiero, no quiero, no quiero!!

Harry resopló y se hizo de su vena Gryffindortestaruda.

- Vale - musito. Se echó toda el agua del pellejo a la boca y atrajo el rostro del Slytherin hacia si para besarlo. Cuando menos pensó, Draco había bebido un gran sorbo de agua. Y sin separarse, sus labios buscaron compenetrarse mas. El moreno ya había perdido la cuenta de cuantos eternos segundos llevaba sin besarlo, y su cuerpo ya lo reclamaba. Sus manos, autómatas, buscaron piel, mientras el rubio se retorcía hasta darse la vuelta sobre el animal y quedar cara a cara con su esposo, con las piernas rodeando sus caderas. Piernas que, obviamente, quedaron desnudas. El fuego salvaje que les consumía se volvía mas rudo que de costumbre y Draco sentía que cada una de sus células se encendían y …

- Niños, niños - llamó Moisés, algo escandalizado. - Comportaos o os dejaré aquí.

Malfoy se separó de Potter, de muy mala leche, se volvió a sentar como era debido y admiró con grima a su guía.

- Pero aun estoy molesto contigo- dijo de pronto, Harry.

- ¿Por qué? - quiso saber Draco.

- ¿Así que Kamâl Mujil Soyal Yamil o como se llame, es mas majo que yo?

- ¿Escuchaste? - preguntó Draco, ahora sonrojado, aunque sabía que su Harry no estaba enojado en realidad, por que, vaya manía, dibujaba con sus dedos, corazones sobre su cintura.

- Cada palabrita.

- Sí, esto… Pues nada, es un hortera y nada mas. Yo solo he querido hacerla de cupido y ver si la muuuuuuy bestia de Lilith emparejaba con esa cosa para matar dos tiros de un pájaro, pero…

- Dos pájaros de un tiro.

- …al parecer esa pelirroja esta testarudamente colada por ti.

- ¿De dónde has sacado lo de los pájaros? - preguntó Harry, que no quería que su rubio le diera muchas vueltas a lo de Lilith.

- De Pansy y sus Estudios Muggles - dijo Draco, con sorna.- Es una pequeña plasta pero la amo.

Potter estaba por preguntar que tanto la amaba, cuando Moisés llamó su atención.

- Mirad la majestuosidad del Hapy… o Nilo, como le nombran los griegos.

El río, que se expandía frente a sus ojos, serpenteaba hasta perderse en el fin del mundo. Pequeñas esquifes navegaban en su superficie, pacientes, a la espera de ver morir al dios sol en el abrazo de la noche. Palmeras de cocos, acacias, tamaris y otros árboles, adornaban la ribera del río, donde parvadas de flamencos sonrosados descansaban de sus vuelos diurnos. La gran necrópolis se alzaba, imponente, con sus estatuas de dioses y diosas, con sus columnas de colores brillantes; templos y palacios regidos por el dios solar. Las aldeas, insignificantes en comparación, predominaban la ribera opuesta.

- Este es el dios Ptah - señaló Moisés a un tío dorado con gorrito azul, que sostenía el ank entre sus manos.- Y esta es la diosa Hathor - señaló esta vez a una tía con unos enormes cuernos en la cabeza.

- ¿Podemos pasar de la cátedra? -preguntó Harry, que ya quería acabar la misión para regresar a casa y ver a sus amigos y contarle a todo el mundo que ahora era un hombre casado.

Hermy y Ron definitivamente nunca creerían con quien…

- Vale, vale - dijo Moisés, con los ojos en blanco. - Yo solo quería amenizar el recorrido. ¿Sabéis? Mi esposa jamás me deja de dar caña y llegáis vosotros y me jodéis la vida…- rezongó el hebreo, cogiendo su nuevo cayado, y luego añadió en voz baja algo así como “En cuanto me libre de estos locos voy a hacerme una secta donde no se permitan mujeres y gentiles…” - Vamos, vamos.

Draco desató a Harry las manos para que bajara del vehiculo todoterreno, y enseguida bajó él. Potter ni siquiera pudo hacer un arrumaco a Malfoy por que Lilith y Kamâl ya les esperaban con los brazos en jarras.

Siguieron al guía hasta la entrada a palacio, sorteando egipcios con pelucas y falditas monas, que se recreaban en sus tareas. Algunos saludaban a Moisés y este apenas les movía la cabeza en respuesta.

El moreno cogió la mano del rubio, solo por que tenía ganas de demostrarle al palurdo de Kamâl que verlo de aquella manera no cambiaría el hecho de que Draco era suyo.

El dandy le peló los dientes y desvió su mirada hacia la patosa pelirroja que iba delante de él.

Ni siquiera se dieron tiempo de admirar las grandes y lujosas paredes que conducían a la sala hipóstila adornada con gigantescas columnas, la cual a su vez conducía a la sala del trono.

Apenas entrar, toda la multitud de egipcios que hacían de lameculos con el faraón, dirigieron sus miradas a los intrusos.

- ¿Qué pasa? - preguntó alguien, al fondo de la sala, donde, supuso Harry, debía estar el mentado trono, ¿sino por que el nombre de sala del trono? Pero eso era lo de menos, por que aquella voz también se le hacía conocidísima… Como que la escuchaba hasta en sus peores pesadillas. - ¡¡Dejadme ver!!

La multitud se abrió en torno a los visitantes para cumplir el capricho de su Faraón y al instante, Moisés se interpuso entre la diabólica visión y sus verdes ojos.

- Acercaos - exigió Faraón.

El hebreo hizo señas de que se acercaran y los demás le obedecieron.

- Ay, no lo puedo creer - balbuceó el rubio, con una sonrisa un tanto perversa. - Creo que nos dará algo, Harry…

Sin duda alguna, Draco ya había visto quien era aquel Faraón.

Y cuando estuvo cara a cara con aquel sujeto, los pelos se le retorcieron con gravidez.

Un hombre con un gran tocado alto, de oro, que tenía una serpiente al frente de este, los ojos pintados de azul oscuro, una peluca de cabellos negros, sin duda alguna, hasta los hombros; ojos oscuros y perversos y nariz ganchuda, vestido con un faldín blanco y sobre sus hombros una piel de leopardo, sentado sobre un trono de oro, veía a los recién llegados con rudo escrutinio.

- ¿Mas esclavos para mi colección? - preguntó con indiferencia, mientras bebía de su copa.

- ¡¡Ramiecito, soy yo, tu hermano Moisés!!

El aludido escupió su bebida al oír aquello, bañando en el proceso a Lilith, que no alcanzó ni a cerrar la boca.

- ¡¡Moisés!! - exclamó el antepasado de Severus Snape, saltando de su trono para abrazar al hombre, que ya le esperaba con los brazos abiertos. - ¡¡Mi querido hermano putativo!!

- ¿Puta que? - preguntó Harry a Malfoy.

- Tivo… O sea que es algo así como su hermano adoptivo.

- Ohhhh…

- ¿Pero que te has hecho? - inquirió el Faraón, ignorante de las olas de escalofríos que tal escena provocaba en el Gryffindor. ¿Sirius Black abrazando a Severus Snape como si fueran hermanos de toda la vida? Ni en sus mas locas pesadillas. - Mira como has crecido. Estoy seriamente enojado contigo por no escribirme ni un solo papiro.

- Bueno, eh, yo he estado sumamente ocupado. ¿Sabes? Me he casado.

El Faraón hizo un ruidito con la garganta, como si fuera un claro indicio de que aquel tío la había cagado en serio.

- Te lo he dicho ¿no es así? “Moisés, no te cases.” Pero jamás has hecho caso a tu hermano mayor. ¿Recuerdas cuando éramos unos críos y jugábamos a que tu eras Isis y yo Osiris y engendrábamos a Horus? Que días aquellos…

De pronto, Moisés, rojo a rabiar, parecía no saber donde meterse.

- Eh, sí, esto… He venido a liberar a los hebreos, hermano.

- Tan bromista como siempre - dijo Ramses, dando un sopapo al menor. - Pero, venga. ¿A que esperáis? Traedles bebidas a nuestros invitados. Y tú, querido hermano, siéntate conmigo - dijo guiándolo a su silla de oro, para sentarse y sentar al sonrojado hombre sobre sus piernas. - Recuerdo cuando eras pequeñito y te escabullías a mis habitaciones y me preguntabas por que mi cabrito era mas grande que el tuyo…

Oh, aquella imagen, definitivamente, fue mucho para Harry, así que decidió admirar a Draco, en tanto aquella escena continuara.

Su bello esposo demostraba inquietud. Parecía estar pensando en algo. Sus ojos errantes, vagaban por toda la habitación, iluminada gracias a espejos, en busca de algo que parecía no encontrarse ahí.

¿Pero que podía estar tramando esa cabecita rubia? De la blancura del crisantemo, sus mejillas adquirieron el rojo de los rubís, cuando sus ojos se encontraron.

- ¿En qué piensas? - preguntó el moreno, al oído de Malfoy. cogiéndole una mano.

Este sonrió tímidamente.

- En cuál sería un buen lugar para una rápida luna de miel…

Antes que Harry pudiera contestar muy emocionadamente, que había visto un hueco detrás de una de las estatuas, un vozarrón se alzó sobre las demás.

- ¡Libera a mi pueblo, Ramses!

- ¡Pues, por mi como si te operas!

- Bien… Tú lo has querido así. ¡¡Séfora!! Mi cayado.

- Estoooo… Séfora libra hoy. Y el cayado lo traes en la mano - apuntó el moreno, con disimulo.

- Ah, sí… Vale - Moisés colocó el cayado en el suelo y ordenó con suficiencia -: Contemplad el poder de “Yo Soy“ - anunció golpeando el suelo con el palo, con gran fuerza - ¡Nada puede acercarse al poder divino del dios de los hebreos! - vocifero, golpeando con mas fuerza. - ¡Conviértete en serpiente!… ¡Por favor!

- No creo que sea buena idea chocar así el palo en el suelo - comentó Draco a Harry.

De repente el cayado rodó y tembló, y al final, con una especie de pequeña explosión, se transformó en una cobra dorada… que parecía muerta.

- Te dije que no ha debido golpear el suelo con el cayado… - dijo Draco, en voz baja, al moreno.

Potter se contuvo de lanzar maldiciones en arameo y balbuceó algo al oído del rubio.

- ¡¡¿Quééééé?!!

- ¡¡Por favor, por favor!!

- ¡¡Que estás loco!! - bramó Draco.

- ¡¡Por favor, ¿sííííííí?!!

- Harry, hacer pucheritos no te va ha servir de nada… ¡¡Ahhhh!! Vale, pero me deberás un graaaaaaaaan favor.

- Lo que tú quieras - prometió Harry, con un beso fugaz, y salió corriendo por la gran puerta.

Mientras tanto, Draco Malfoy, absolutamente nada convencido de que lo que le había pedido su moreno fuera a servir de algo, se agachó sutilmente junto al cadáver de la serpiente y la movió con la mano, siseando, como si esta estuviera viva. De izquierda a derecha, en zigzag.

Los presentes, incluidos Lilith, Kamâl y Moisés, lo miraban con cara de palo.

- ¡¡¡Esta me la pagas, Harry!!! - balbuceó con una gran sonrisa entre dientes. - ¡¡Que te pica, que te pica!! - exclamó a la pelirroja, echando el cadáver a sus pies -… ¡¡Lilith, que la has matado!!

Moisés no sabía donde esconderse a llorar…

- ¿Por qué me he dejado convencer?

En tanto, Harry ya corría de regreso con las cobras de cuello negro en manos.

“ No escupas, no escupas, no escupas”

Pasó a toda pastilla por un lado de Kamál, susurrándole algo así como que se iba a ir de bruces, pero lo dijo tan rápido y tan bajo que el dandy no estaba muy seguro de haber entendido bien.

¿Y dónde estaría Draco? No se salvaría de un beso suyo, de eso estaba completamente seguro.

El antepasado de Cedric buscaba entre la multitud hasta que lo encontró jugando con una serpiente muerta a todas luces.

Como el gilipollas de Kamâl no apagara las luces, Harry tuvo que encomendarle la tarea a Lilith, que estaba siendo aterrorizada por el cadáver de la serpiente que ahora subía por su espalda, siseando, gracias a Malfoy.

- Creí que estaba muerta - dijo Ramses, refiriéndose a la serpiente, con sorna.

- Sí… esto, pues ha resucitado - aseguró el rubio, desafiante.

Harry aprovechó que Draco y Ramses tenían un duelo de miradas y cambió la serpiente muerta por una de las vivas. El rubio, que no se dio cuenta, la cogió por el cuello para pasarla sobre sus hombros y sonrió a Faraón con arrogancia.

- Draco - susurró Potter.

- Ahora no, querido - dijo este, acariciando la cabeza de la serpiente. Harry no sabía que Malfoy fuera tan temerario.

- Recuerda que si te escupen, la palmas.

- Sí, pero si están muertas no pue… - se interrumpió el Slytherin, mirando a la serpiente, que también lo miraba, mientras balanceaba su cabeza como si estuviera ebria. -¡¡ Haaaaaaaaaarry… Quítamela, quítamela…!!

Mientras Draco intentaba quitarse la serpiente de encima, Lilith se sacó una sandalia y la arrojo a lo alto y al caer dio contra la cabeza del Faraón. Tímidamente se acercó a este y quitó el calzado de su tocado, mientras Ramses la miraba de hito en hito.

- Lo siento… es mi sandalia… salió volando… fue sin querer…

Y como por arte de magia, la pelirroja desapareció entre la multitud.

Draco cogió la copa de una de las egipcias que le ofreció una bebida refrescante. Necesitaba bajar el susto. Esa serpiente casi casi caaaaaasi le escupe. El rubio ignoró la sandalia que volvió a salir por los aires para volver a aterrizar en la cabeza de Severus Egipcio.

- Oh, ¿es vino? Tal vez no debería beber - annunció, devolviendo la copa pero la muchacha se la regresó.

- No, no es vino.

- Bien, en ese caso, beberé.

- Es la bebida de la fertilidad hecha de polvo de escarabajo…

Draco escupió la bebida en la pobre Lilith, que estaba bajando su sandalia de nuevo de la cabeza del Faraón.

- ¡¡Yo ya soy fértil!! - rezongó el rubio. - Solo quiero agua ¡¿Es demasiado pedir?!

- ¿Cómo es eso de que ya eres fértil? - preguntó el moreno.

- Estooooo… define fértil.

- Pues, ya que tú lo has dicho, ¿Por qué no lo defines tú?

- Esto… emm… ¡¡Kamâl me ha besado a la fuerza y me ha tocado el culo!!

- ¡¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿Quééééééééééé????!!!!!!!! - gritó Kamâl, detrás de Moisés, intentando esconderse de Harry, que ya le estaba fulminando con la mirada.

Y mientras tanto, Lilith se limpiaba la cara de bebidas de escarabajos, Harry estaba por cometer homicidio y Moisés cantaba alegremente La Canción Del Mar, Draco decidió que era momento de huir.

- Ven Lilith - dijo, cogiéndole la mano - vamos a vomitar.

- Pero yo no quiero vomitar.

- ¡Pues deberías…!

- Vale, vale - aceptó Lilith, mientras era arrastrada por el rubio. - Solo déjame… - La pelirroja apuntó al espejo que tenía sobre la cabeza del Faraón, y arrojo la sandalia nuevamente, que esta vez si chocó contra el gran espejo redondo y este se astillo al instante, y estalló en fragmentos dejando todo en la oscuridad. - ¡¡Bien!!

justo cuando Harry iba a matar al capullo de mierda, una sandalia salió volando a uno de los gigantescos espejos dejando en la oscuridad todo el recinto. Carreras, gritos, empujones, pisotones, golpes, mordidas, siseos, picaduras… La serpiente que llevaba Harry en sus manos, de pronto ya no estaba en sus manos y alguien o algo lo estaba estrangulando. Cuando alguien reemplazó el espejo y se hizo la luz, el Gryffindor pudo ver que quien lo estaba ahorcando era Moisés, pero eso era lo de menos, por que a unos pasos frente a él, Kamâl, hecho un ovillo, al parecer, completamente pisoteado por la multitud.

- ¡¡¡Aquí va a correr sangre!!! - bramó Harry, echando chispas por los ojos.

- ¿Qué ha dicho? - preguntó un egipcio a Moisés.

- Que va a correr sangre.

- Vale, gracias… ¡¡¡Oh, divino Ra !!! - gimió el egipcio, halándose los pelos de su peluca - ¡¡NO, POR FAVOR!! - y se volvió hacia los demás. - ¡¡El Nilo se va a volver sangre!!

La voz se corrió mas rápido que adolescente con eyaculación precoz y la multitud, temerosa y excitada a partes iguales, salió del palacio con Ramses a la cabeza, en busca de tal milagro.

- ¿Ya. Quieres. Dejar. De. Estrangularme? - rugió Potter.

- Yo… emm… esto… sí, sí, que pena, disculpa por favor, es que me aterroriza un poco la oscuridad.

- Bien, gracias. Ahora podré matar a Kamâl…

- ¡¡¡¿Qué?!!! - chilló el dandy, temiendo por su futura salud, a la vista de que el moreno le miraba con los ojos entornados y los puños fuertemente cerrados, y balbuceando quien sabe que tantas cosas entre dientes. Y de pronto, los mismos ojos verdes que prometían horrorosas muertes para cualquiera llamado Kamâl Yâsid Talâl Zahîr, se posaron en la pared, donde descansaba una gran colección de armas: espadas, hachas, lanzas, mazas, arcos y sables…

Los egipcios corrían hacia el Nilo, felices de contentos, por que iban a ver su gran río lleno de sangre, pero conforme se acercaban a él, su paso se fue aminorando.

Ahí no había mas que agua pura y cristalina. Nada de rojeces ni coágulos ni nada de nada de sangre.

Alguien les había tomado el pelo.

- ¿Y la sangre? - preguntó un niño, muy decepcionado de la vida.

Aquel crío era un crío muy mimado, por lo que se podía ver. Iba en hombros de dos grandes hombres que tenían cara de ser malos con Eme mayúscula, y detrás de ellos, dos bellas mujeres de ojos infinitamente pintados, le hacían aire con sendos abanicos de plumas.

- Al parecer hemos llegado tarde - dijo uno de los súbditos de la corte, con cara de consternación.

- ¡Pues yo quiero ver sangre! - sentenció el crío, cruzando los brazos y mirando con resentimiento a medio mundo.

- Yo os daré sangre - declaró Draco Malfoy de Potter, que casualmente pasaba por ahí.- Es decir, Moisés y su dios os darán sangre en el Nilo.

- Eso tendríamos que verlo - dijo un egipcio. y la multitud estuvo de acuerdo.

Draco murmuró algo al oído de la pelirroja y esta corrió a toda leche al dromedario del rubio, cogió una de las bolsas que colgaban de la joroba del animal y regresó con el muchacho.

- Bien, ahora distráelos - pidió el Slytherin, escondiendo tras de si, la bolsa.

- ¿Que los distraiga?

- Sí.

- Pero… ¿Cómo?

- Yo que sé… desnúdate, muéstrales las tetinas o lo que quieras.

- ¿Eh? Esto… - La pelirroja observó en todas direcciones. Si Harry estuviera ahí, arriesgaría con lo de las tetinas, pero ya que no se andaba por ahí, no tenía caso. - Esto… ¡¡Mirad!! ¡¡Se escapa una de vuestras estatuas!! - La turba de egipcios se volvió a ver lo que la pelirroja les señalaba. - ¡Sí, creo que es Ptah! - dijo, colocando su mano sobre sus ojos, para cubrir el sol, en tanto, Draco vaciaba la henna roja en el río. - No, no alcanzo a distinguir si es Ptah o Ra o un becerro… No, creo que solo ha sido un becerro. Disculpadme.

El gentío regresó su vista a la pelirroja y antes de lincharla, admiraron su río.

- ¡¡Sangre… !! - exclamó el Faraón, emocionado. - Nuestro río sangra. Ahora deberemos matar a Moisés por sangrar nuestro río.

- Sí, matemos a Moisés - gritó una mujer al fondo.

- Yo quiero su cabeza para mi habitación - dijo el crío mimado.

- Sí, su pequeña majestad - dijo Ramses, muy sonriente, alborotando los cabellos negros de su pequeño y dulce retoño.- Ya habéis oído a su futuro Faraón - declaró el Severus egipcio. - Cortadle la cabeza..

Y mientras la procesión de egipcios, ahora con gesto maniaco, sedientos de sangre extranjera, marchaba a palacio, cierto muchacho de gafas con cicatriz incluida, cambiaba sus verdes ojos por unos rojo demoniaco y los cabellos negros que pululaban su frente fueron presa de un vientecillo inquieto que poco a poco se fue volviendo mas rudo hasta convertirse en un verdadero monzón y el cielo fuera de aquel lujoso palacio se vestía de negro, indiferente al tío con pocas ropas, en el suelo, luchando por sobrevivir. Moisés, al parecer, estaba escondido tras el trono, murmurando alguna plegaria que incluía pestes para todos en aquella sala, y una que otra desgracia para sus parientes mas cercanos.

Los pobres egipcios que caminaban rumbo a palacio, fueron testigos de el poder de la naturaleza que parecía completamente enfadada. El dios Sol pronto fue eclipsado por la oscuridad que manaba de una gruesa capa de nubes que se deslizaba por el cielo como una marea infinita. Los rayos que nacían en las entrañas nubosas iluminaban apenas lo suficiente para que unos y otros pudieran notar que el mundo se les terminaba.

“Se cae el cielo" gritaban estos, abrazados al que tuvieran a un lado.

- ¡Esto es un castigo del dios de los hebreos - sentenció un tío completamente rapado, que vestía de blanco y tenía aire de superioridad. - Primero ha vuelto el río de sangre y ahora nos envía una oscuridad de tres días y fuego del cielo. Hemos ocasionado su furia y ahora deberemos dejarles en libertad.

Malfoy se adelantó a los egipcios y les detuvo en seco.

- Parad, parad, ¿Dejaréis ir a los esclavos? - preguntó con el ceño fruncido. - ¿Solo por un poco de tempestad? ¡Vosotros si que sois unos miedicas! ¿Tan poco orgullo tenéis? ¿Os dejaréis humillar así por esos esclavos? Nooooo. Dadles el doble del trabajo y hacedles entender quien es el hombre.

- ¡¡Sí, que mueran los esclavos!! - gritó la misma mujer de al fondo.

Y antes de que Harry Potter pudiera invocar a Baphomet para destrozar al dandy, la multitud de egipcios, precedidos por el Faraón irrumpió en el lugar se apelotonaron frente a la gran representación de su dios solar.

El Gryffindor, que rabiaba por la intromisión de los tíos apeluquinados, ya se temía que la salida de los hebreos de Egipto no se efectuaría jamás, a esas alturas de la vida, y de igual forma, jamás irían a casa el Slytherin y él, decidió que era buena idea tener un Plan B. Y el Plan B tendría que incluir a Kamâl, que debía estar lo mas lejos posible de Draco Malfoy de Potter.

En tanto los egipcios y, por ende, el Faraón, hacían sus oblaciones al dios, Harry cogió al dandy por los cabellos y lo puso de pie para salir de ahí.

- Tú y yo tenemos un trabajo que hacer - sentenció Potter, con una sonrisa muy poco Gryffindor.

Notas finales:

Miles de gracias por vuestra paciencia con esta testaruda personita y millones de besos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).