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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Holaaaa, gracias a todos por continuar aqui, ya estoy mejor, gracias. En el cap pasado se me olvido agregar que el cap 21 sucede al mismo tiempo que el 22 en distintos puntos de vista.

Gracias por la paciencia.

No os merezco.

Os quiero.

¿A que tenía miedo?

Harry Potter no podía evitar pensar en eso, aun cuando tenía en sus brazos a la persona que mas amaba en el mundo.

A perderlo…

A eso temía.

Por que Draco Malfoy no podía saber cuanto le necesitaba.

No tenía idea de nada.

Mientras Harry le hacía el amor contra la pared, Draco no tenía idea de que sin él todo era desesperante. De que sin él nada importaba, ni siquiera el respirar.

Los recuerdos le quemaban cada vez que se aparecían… sin piedad. Desgarraban la carne, rompían los huesos, destruían su alma.

Se suponía que era un Gryffindor. Se suponía que era valiente. ¡¿Entonces como es que tenía tanto miedo de perder a Draco?! De que no le importara ese dolor que crecía a cada respiración sin él…

- Te amo - dijo Harry aferrando mas el cuerpo sudoroso de Malfoy contra sí - Te extraño tanto.

- Te necesito - contestó Draco, afirmándolo con un profundo gemido. - No sé por qué… pero te necesito.

Labio a labio, respirando a Draco, Harry sentía todo su cuerpo latir, como si fuera un corazón gigante.

Las uñas del Slytherin seguían clavadas en la espalada de Potter, hasta que el rubio se relajó lo suficiente y entonces fueron apenas un toque suave.

Harry no entendía como alguien podía sentir tanto dolor y tanta felicidad al mismo tiempo.

Pero a pesar de que acababa de inundar con su esencia el interior de su rubio, Harry aun sentía el fuego del deseo calcinándolo por completo. Un fuego que solo se apagaría al saciar su sed de Draco.

¿Y cómo saciar esa sed si cada respiración solo servía para avivar mas el fuego?

Harry quería mas.

Por que no sabía cuando volvería a tenerlo entre sus brazos, o si simplemente lo tendría otra vez.

- Estoy sudando - señaló Draco en medio de una risa traviesa. - Tal vez debería darme una ducha antes de despertar - volvió a reír, guiñando un ojo al Gryffindor.

Los ojos de Harry brillaron peligrosamente, aun inconcientemente para él.

Lo sintió alejarse y lo permitió, pero no por mucho.

El moreno lo siguió al baño, lo dejó girar la llave de la regadera pero antes de que entrara a la ducha lo cogió por la cintura y lo estrelló contra la pila con cierta brusquedad controlada. Le sujetó de los cabellos con fuerza y le hizo la cabeza hacia atrás mientras sus labios lamían su cuello, su sudor que sabía a ambrosía.

- Señor Potter - gruñó Draco, ignorando el agua que caía en la ducha y que extrañamente inundaba el suelo en lugar de irse por la cañería. Contemplando sus reflejos en el espejo que tenía frente a sí, abrió sus piernas para que Potter hiciera de él lo que quisiera. Sus labios rojo sangre se encendieron aun mas, como sus mejillas y sus ojos grises adoptaron un brillo liquido. - ¿Quiere mas de mi?

- Todo - contestó Harry, escurriendo su mano por el abdomen de Malfoy, por su pelvis hasta su miembro que se tornaba erecto de nuevo ante aquella caricia. El miembro de Harry, siempre en pie de guerra, volvió a abrirse camino entre la carne del Slytherin, que gimió y se mordió un labio, como si intentara no demostrar lo mucho que lo deseaba - Quiero todo de ti.

Draco cerró los ojos y tragó saliva haciendo temblar la pequeña nuez de su delicado cuello mientras el moreno subía y bajaba su mano alrededor de su miembro y el de Harry dentro de él adoptaba un suave vaivén. Su espalda se arqueaba al ritmo de las caderas del moreno, que chocaban contra sus glúteos, y de la mano que no detenía su labor en su miembro.

- Eres un manitas - aseguró el rubio en medio de un suspiro.

Harry sonrió complacido con la declaración. Sus labios apresaban el cuello de Malfoy, los dientes rasgaban y marcaban la epidermis de nieve del muchacho que se retorcía en sus brazos.

Su espalda se pegaba y despegaba del pecho de Potter cada vez mas frenéticamente. Harry lo sentía temblar y aumentó sus movimientos conciente de que en cualquier momento el muchacho se derramaría. Su piel se volvía fuego y Potter fue testigo de cómo el agua de la ducha se encendió. Las llamas se expandieron en un circulo a su alrededor, sobre el agua, formando pequeñas mareas flamígeras que ardían sin lastimar. Era un circulo protector, el fuego de Prometeo.

Draco abrió sus ojos y admiró un instante el fuego que los rodeaba pero no parecía sorprenderle.

Harry se hundía cada vez mas en su amante, queriendo penetrar hasta el alma. Aferrándose a la pila con la mano libre, embistió aun mas fuerte y volvió a sentir esa pequeña muerte que era el orgasmo, sabiéndose incapaz de detenerse por él. Draco se estremeció violentamente, envuelto en el éxtasis que le regalaba Potter.

La ducha seguía en llamas, consumiendo todo y nada, al igual que el deseo de Harry, que salió del Slytherin solo para darle la vuelta y libar el dulce néctar de sus labios. Lo subió a la pila y volvió a hundirse en su interior.

- ¡Madre mía! - exclamó Draco, ligeramente asustado. - Aun no te has saciado.

Aquella no era una pregunta.

Pero era obvio que no. Que jamás se saciaría de él.

- Hay que recuperar el tiempo perdido - logró decir Potter.

Y mientras las llamas que bailoteaban sobre el agua dibujaban espirales, extrusiones, contorciones, mandalas de luz, el Gryffindor apresaba los labios de Malfoy, contra el espejo que ya se había resquebrajado y amenazaba con caerse a pedacitos como la esbelta espalda del Rubio siguiera golpeándose contra ella.

Pero es que Draco no tenía la culpa sino la bestia de Potter que parecía creer que el rubio era de goma o lago así.

- A veces pienso que… - el Slytherin se vio interrumpido por un intenso gemido. Respiró profundo para calmarse, se aferró aun mas al cuerpo del Gryffindor y continuó. - A veces pienso que solo me quieres por el sexo.

- ¡¿Te estás quejando?! - dijo Harry, deteniendo las embestidas completamente, mirándolo a los ojos.

- ¡¡¡¡¡Ahhhhhhhh!!!!! Me voy a quejar en serio si no te mueves… - sentenció Malfoy, y Potter sonrió maniacamente.

Harry volvió a beber de sus labios con ansiedad infinita. No hacía falta que Draco lo pidiera. No podía detenerse, pero aquellas simples palabras le causaron un placer desconocido. Sus manos estaban recargadas a ambos lados del espejo, a la altura de los hombros de su rubio, con los pies de este sobre sus morenos hombros. Se sentía esclavo por completo de su necesidad de él.

Draco respondía con movimientos audaces y violentos, descubriendo que nada sería suficiente en su urgencia por percibir en su totalidad a su amante.

Un gemido ronco surgió de la garganta de Potter y se transformó en río dentro del ángel.

Draco le recibió herido de muerte y resucitó en sus labios, con un sopló de su aliento., derramándose entre ambos, consumiendo el fuego a su alrededor.

Completamente agitados, el rubio bajó sus pies y sin permitirle al otro salir de sí, le estrechó por la cintura y pegó su mejilla al cuello del moreno, perlado en sudor, pero Harry le cogió por la barbilla y depositó sus labios en los otros, apresándolos golosamente.

- Júrame… - dijo Potter, entrecortadamente. - Júrame que siempre serás solo mío…

- Ab Aeterno Post Mortem.

Potter llevó sus dedos a la mejilla del rubio y acarició la tierna piel con reverencia. Con dulzura.

Cogió al muchacho entre sus brazos y lo metió bajo el chorro de agua de la ducha para lavarlo. Echó un poco de jabón liquido en sus manos y las deslizó por todo su cuerpo. Draco sonreía, observando a los ojos verdes del otro, disfrutando del momento a pesar de que se notaba somnoliento.

- ¿Por qué no eres real? - balbuceó.

Harry no contestó. Su mano izquierda se deslizaba por el bajo abdomen del rubio, palpando el pequeño abultamiento en él. Había algo mágico ahí adentro. Y de pronto fue como si los tres corazones que había dentro de aquel pequeño espacio se acompasaran, fueran uno. Harry los sentía latir a través de su mano y el rubio se abrazó a su cuello, declarando lo cansado que estaba. Potter cerró el agua y secó ligeramente el cuerpo del Slytherin, lo volvió a coger en brazos y lo llevó hasta su cama donde lo deposito con sumo cuidado.

- ¿Te quedarás con nosotros, Harry?

- Para siempre.

Draco suspiró sin borrar su sonrisa y de inmediato cayó en la inconciencia de un sueño tranquilo.

El Gryffindor sabía que debía marcharse pero quería retrasar aquel amargo momento tanto como pudiera. Se recostó tras de él y lo abrazó por la cintura, apoyando la palma de su mano en el vientre, sintiendo, deleitándose en el sutil latido de ese corazoncito que abarcaría de ahora en adelante toda su existencia como ya lo hacía el rubio en sus brazos.

Cerró los ojos solo un momento.

Las vibraciones se esparcían por su cuerpo, causando tranquilidad.

Así era como quería pasar la vida entera.

No le hubiera molestado en lo absoluto el hecho de que alguien decidiera detener el tiempo…

Los golpes en su brazo le despertaron y no pudo mas que quejarse por que aquellos no eran ni suaves ni tiernos.

Cosa que lamentaría toda su vida…

- ¡¡¡¡¡Potteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer!!!!!! - fue el grito mas espeluznante que Harry hubiera podido oír en su vida.

Intentó ponerse de pie pero perdió el equilibrio y terminó en el suelo, mientras Draco Malfoy se paraba sobre la cama y le apuntaba con su varita.

- ¡¡¡¡¡¿Cómo coño te atreves a …?!!!!! ¡¡¡¡Hijo de puta, me violasteeeeeeee!!!!!

- Anoche no pareció que te estuvieras quejando - se defendió Harry.

Grave error…

La Maldición Cruciatus pasó rozando la mejilla de Potter, que si no se agacha hubiera sufrido una cruel tortura.

Draco saltó sobre él intentando golpearle los gemelos, pero el moreno interpuso su pierna y el rubio se lastimó la rodilla. Se retorció de dolor y Harry se acercó a auxiliarle.

- ¿Estás bien? - preguntó revisando la rodilla del rubio.

- Lo estaré… - aseguró con displicencia y luego agregó - ¡cuando te mate!

Harry volvió a echarse para atrás cuando el Slytherin se incorporó como si nada y apuntó con su varita.

Esta vez lanzó un Maleficio de Expulsión de Entrañas que chocó contra el suelo y se perdió en el cuarto de baño. El moreno, viendo que la situación se tornaba seriamente peligrosa, se cubrió con lo primero que encontró y se dispuso a salir de ahí por su propio pie antes que con los pies por delante.

- ¡Solo dame cinco minutos! - gruñó Malfoy, corriendo detrás del moreno. - No te pido mas… Venga, un minuto…¡¡Con un minuto tengo para que sufras horriblemente!! ¡¡Solo déjame alcanzarte y ponte flojito!!

- No te gustará flojito - dijo Harry, dispuesto a desafiar aun mas su suerte, mientras cruzaba la sala común de Slytherin.

Y entonces Draco Malfoy hizo uso de toda su capacidad mental y conjuró hasta el último hechizo que recordó, entre ellos un Conjuntivitis, un Magneto y un Reduccio. Este último pasó muy cerca de la entrepierna del moreno, que se detuvo de inmediato cuando se dio cuenta.

- ¿Quieres tener cuidado con eso? - preguntó, dándole la cara a la furia. - Si uno de esos le da a Harry Jr. No nos gustará a ninguno de los dos…

- ¡¡¡¡Ahhhhhhhh, Flagellum!!!!

De la punta de la varita de Draco salió el espectro de un látigo de luz dorado que atravesó el aire y chocó contra la pared, muy cerca del Gryffindor. Pedazos de pared saltaron dejando un gran hoyo en el lugar.

- ¿Estás loco? - bramó Harry. - ¡¿A caso quieres matarme?!

- ¡¡¡Seeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!

- Oh.

Y Harry echó a correr seguido muy de cerca por Draco, que hacía explotar todo a su paso…

 

 

 

 

 

 

 

 

TERCERA PARTE

 

 

 

DE ARCANOS MAYORES DE LA MUERTE O DURMIENDO CON EL ENEMIGO

 

 

 

Severus Snape caminaba hacia el despacho del director, inundando todo a su paso con esa magnética presencia que hacía voltear a cualquiera, con su pijama negra de estrellas plateadas flotando, como si arrastrara la noche tras de sí.

Cada paso medido, cada gesto calculado.

Un hombre que tenía muy en claro su superioridad sobre esa panda de críos que se hurgaban la nariz en publico y que levantaban la pierna para orinar.

Los alumnos, aun en pijama, debido a la hora, se abrían en su camino como el mar rojo a Moisés.

Toda una jodida buena suerte que esos gemelos Weasley ya no estuvieran dentro de las paredes del colegio.

Aun le parecía escuchar sus maniacas risas detrás de alguna armadura que tarde o temprano terminaría cayéndole encima, de alguna forma extraña pero así sería.

Esos pelirrojos eran peligrosos. Si se unían al Lord traerían una era de oscuridad jamás antes vista y después ni aunque Voldemort uniera sus fuerzas con Dumbledore podrían con ellos.

“Magia de Broma, que estupidez.”

La Gárgola que conducía al despacho del director se movió sin ninguna contraseña, señal de que el viejo lo esperaba con ansias.

Meneó la cabeza, en un gesto divertido.

Era bueno haberse quedado en el colegio.

Era bueno destrozar las mentes débiles de sus estudiantes.

Era bueno burlarse en sus caras.

Pero era mejor ver a Potter castigado de por vida.

Ya tenía varios castigos en mente.

Solo por el hecho de hacerlo levantar tan temprano…

Cuando la puerta de caoba del despacho le cedió el paso, descubrió a un Draco Malfoy la mar de cabreado, paseándose por la habitación circular, lanzando maldiciones en arameo y estrangulando un objeto invisible en sus manos. Minerva McGonagall estaba de pie junto a Albus, que vigilaban al muchacho por si este decidía atacar al Gryffindor. Por su parte, sentado frente al escritorio, Harry Potter le saludo muy sonriente.

Snape gruñó un saludo y se paró junto al director, que disimulaba perfectamente su alegría.

Ya antes le había hecho saber que estaba de acuerdo con la situación.

“El amor obrará en Harry como un malagro.”

Snape podía traducirlo como que el amor sería la fuerza motora del muchacho.

“Por supuesto, tiene el amor de sus amigos, de los Weasley, y de todos los que le queremos (no hacía falta decir que no lo contara a él), pero ninguno como “esa” clase de amor que solo el señor Malfoy puede darle.”

Muy a su pesar, Severus entendía el concepto.

- Señor Malfoy - dijo el director, señalando una silla junto a Potter. - ¿Podría coger asiento? Hay cosas que necesitamos aclarar y es mejor si usted deja de balbucear.

El Slytherin clavó sus grises ojos inyectados en sangre en el viejo, y Snape sintió un escalofrío.

Potter la había cagado en serio.

Cuando Madame Pomfrey le informó la tarde anterior del estado de Malfoy casi se va de espaldas.

¿Qué rayos estaba pensando Draco al dejarse tocar por Potter? Por que era obvio que el padre de la criatura era Potter si el muchacho no recordaba cuando había concebido. Había sido dentro del paréntesis temporal y ahora era un desaguisado total.

¿Qué haría cuando el Lord le llamara?

¿Cómo iba a ocultar su estado?

No había forma. Draco no manejaba a la perfección la Oclumancia.

Si Snape penetraba en su mente descubría un aparente caos que, el hombre sabía, era la barrera mental de una buena serpiente, pero no era lo suficientemente buena. Severus podía ver tras esa pared de ladrillos, por sus grietas, imagines de lo ocurrido y…

“¡Merlín… ! Estos niños de hoy.”

En cambio Potter… eso si era caos.

Igualito al padre.

- Severus… - llamó el viejo, sacándolo de la mente liquida del Gryffindor. - Tal vez puedas traerle al señor Malfoy una bebida calmante.

- ¡Estamos bien! - rezongó Malfoy, indignado. Al parecer, Draco había adoptado el plural para referirse a si mismo… y al bebé. - ¡¡¡Lo único que queremos es que Potter sea juzgado culpable por el ministerio y que los Dementores le saquen el alma por donde mas le duela!!!

El señor Potter escupió una débil risa que cabreó aun mas a la victima de los hechos.

El viejo llevó sus ojos a Severus, casi suplicante.

- ¿Está seguro de que es lo que quiere? - preguntó Snape. - Tal vez debería pensar en vuestro “futuro.”

El tono en que pronuncio la ultima palabra, y el gesto que hizo con una de sus cejas, pareció surtir el efecto deseado.

- ¿Qué sugiere? - preguntó un poco mas calmado.

- Estoy segura de que el señor Potter aceptará las consecuencias de sus actos - intervino Minerva, con gesto fatuo y sus pupilas firmemente clavadas en su alumno. - Si es su decisión, el señor Potter arreglará esta situación con un matrimonio…

- ¡¡¿Matrimonio?!! - se burló Malfoy. - ¿Con quien se casará? ¿Con una elfina?… - Cuando la mirada de Mcgonagal, detrás de sus gafas cuadradas, se posó en él, Draco tragó saliva. - ¿Con nosotros?

- Solo con usted, señor Malfoy - aclaró, acaloradamente.

- Disculpe, pero entonces el castigo sería para mi. ¡¡Yo soy la Victima!!

Severus rió de buena gana.

- Creo que en eso tiene razón - se dirigió a Albus, pero cuando notó la dura mirada del hombre en su siniestra persona, carraspeó y añadió. - Pero de esa forma usted puede asegurar vuestro “futuro.”

- ¿Es una especie de clave? - preguntó Potter, pasando sus ojos del profesor al Slytherin.

- ¿Perdón? - siseó Snape.

- “Futuro” - dijo, haciendo comillas con los dedos. - Usted pronuncia “futuro” de forma rara y Draco parece calmarse…

- ¡¡Que no me llames “Draco“!! - bramó el prefecto.

- Pues, ya que nos vamos a casar no veo por que no…

- ¡No escuches eso, bebé! - dijo Malfoy colocando sus manos sobre su vientre, como si así cubriera los oídos de la criatura. - Y tú, no pareces muy infeliz con esto - aseguró, admirando con inquina a Potter.

- ¿Será por que no lo soy?

Malfoy se quedó callado ante esto. Una fina ceja se había elevado sobre su ojo y se notaba confundido.

Severus sabía lo que pasaba por su cabeza. Se preguntaba si sería lo mejor aceptar ese matrimonio. Si él mismo lo quería… Si serviría a sus planes.

En este punto sus ojos se desviaron a Snape y este le asintió suavemente.

“¿Qué mejor obsequio al Lord, Draco, que Harry Potter?”

- Supongamos por un momento que aceptamos este… ridículo matrimonio…

- ¿Sí? - dijo Dumbledore, invitando al muchacho a proseguir.

- Se hará bajo mis reglas, sí o sí.

- ¿Qué clase de reglas serían estas? - preguntó McGonagall, obviamente preocupada por su alumno favorito.

- Para empezar… - dijo Draco, formulando una siniestra sonrisa.

- ¡¡¿Quiere que seas tú quien le informe a sus padres en persona que seréis parientes?!! - preguntó Hermy, pálida como la cera.

Harry contestó un débil sí.

Estaba mareado. Feliz por que Draco sería oficialmente su esposo, pero mareado por lo que tendría que enfrentar.

- Te compadezco - dijo Ron, palmeándole el hombro.

- No me siento bien - dijo Harry, sentándose pesadamente en el sillón frente a la chimenea de su sala común. - Creo que voy a morir pronto. Si no lo hace Voldemort, serán mis suegros. Y entonces no conoceré a mi hijo.

Y de pronto aquella palabra le hizo vibrar el alma.

- Venga, Harry - animó Hermy. - Te has enfrentado a Basiliscos, Dementores, Acromántulas, a Umbridge… ¿Crees que pueda haber algo peor que Dolores Umbridge? Por que yo lo dudo.

- Te dije que te buscaras una novia muggle - comentó Ron, abrazando a la castaña. - De esa forma no te pueden hechizar si las llamas brujas.

- Pero yo sí que puedo - sentenció Hermione, golpeando el costado de su adorable novio.

- Bueno, pero yo sería incapaz de llamar a tu linda madre de esa manera.

- Eso espero - dijo Hermy, con los ojos entornados. Y se volvió al moreno. - ¿Cuándo es la cita?

Pero Harry no contestó. Se puso de pie y se sintió en el acto mas mareado que antes. Cerró los ojos esperando que la habitación dejara de girar para dar el siguiente paso que lo llevaría a su dormitorio.

Las rodillas se le doblaron y regresó al sillón.

- Harry ¿estás bien? - preguntó Ron.

El aludido negó con la cabeza, agachado sobre sus piernas.

- Se ve amarillo - dijo Granger.- ¡Y tiene fiebre! ¿Desde cuándo te sientes así?

- Desde que tomé la poción para los nervios - murmuró Harry.

La castaña se levantó del sillón y cogió el frasco de la poción.

- No esta caduca… ¡Madre mía! Harry ¿Quién te dio esto?

- Snape - logró balbucir.

Y fue todo lo que dijo…

Y en la enfermería…

- «Contraindicaciones: Perdida del cabello, embarazo, fiebre, ceguera temporal (o permanente, según la cantidad ingerida) sordera, vomito, traumatismo craneal (cuando pierda la fuerza de las piernas y ruede por las escaleras), dificultad para hablar ( y para gritar cuando la carne se le caiga a pedacitos), lujuria, perdida de la memoria ( cuando le recriminen todo lo que hizo por la lujuria), desordenes alimenticios y de sueño, sangrado anal, dificultad para respirar, muerte prematura y sensación extracorpórea (este síntoma generalmente se muestra después de la muerte prematura)»

- ¿Algo mas? - preguntó Snape.

- ¿Le parece poco? - recriminó Madame Pomfrey mostrando la etiqueta del frasco donde se ponía todas esas lindezas. - Profesor Snape, usted es un profesional de las pociones. No entiendo como a podido equivocar las etiquetas. Ahora el señor Potter y el señor Malfoy podrían morir - dijo, señalando a los dos muchachos que descansaban inconcientes en camas contiguas.

- El señor Malfoy no morirá - aseguró el hombre, hastiado.

- ¿Y el señor Potter?

- Para mi desgracia, tampoco. Déjelos unos cuantos días aquí y todo se arreglará, ya lo verá. Ah, y no olvide dejar la temperatura baja… por lo de la fiebre, ya sabe.

La mujer, poco convencida de ello, arrugó la nariz y dio media vuelta, indignada, balbuceando algo como “Ahora vienen a decirme como hacer mi trabajo.”

Severus admiró a los dos alumnos que dormían tranquilamente.

“Disfrute la paz mientras pueda, Madame Pomfrey”

Al salir de la enfermería se topó con los amigos de Potter, que se paseaban inquietos, a la espera de noticias. Mas allá, Pansy Parkinson estaba recargada contra la pared, abrazando un libro a su pecho y con la cabeza gacha, también a la espera de noticias.

Sus ojos se cruzaron por un momento y aun a esa distancia, Severus pudo notar como se estremecía.

Sin dar mas importancia al hecho, dio la vuelta y se disolvió en las sombras del castillo.

Draco abrió el libro que le dejara Pansy antes de salir de enfermería y dejarlo con el estúpido de Potter… Solos.

Ignorando decididamente esa parte, los ojos del rubio pasearon por las palabras, incapaz aun de comprender como su vida perfecta había dado aquel giro tan inesperado.

Ahora sería padre, y sería esposo.

Y la maldita idea no le molestaba tanto como debería.

¿Quién querría a Potter como esposo y padre de sus hijos?

Al parecer, él sí…

Cuando su madre le informó en esa charla tan hermética que habían tenido a sus doce años, que podía engendrar como una mujer, Draco decidió que jamás lo haría. Su madre se mostró triste por aquella decisión pero la aceptó.

¿Ahora, como le diría que siempre no?

Fácil… Por que sería Potter quien lo haría.

 

 

 

GUIA DE LA MADRE PRIMERIZA

 

 

CAPITULO PAGINA

1. Como usar correctamente “GUIA DE LA MADRE PRIMERIZA”………………………………3

2. Introducciones útiles para madres primerizas………………………………………………..........15

3. ¿Qué es un embarazo?…………………………………………….................................................19

4. ¿Qué es un bebé?…………………………………………….........................................................19

5. ¿Para que sirven?…………………………………………….........................................................22

6. ¿Qué hacer en caso de que se parezca al padre?……………………………………………..........30

7. ¿Qué hacer en caso de que NO se parezca al padre?……………………………………………...42

8. Las primeras semanas de embarazo ¿Eres la única que desea matar al padre?……………………55

9. Ciento cincuenta razones para matar al padre………………………………………………..........58

10. La única razón para No matar al padre………………………………………………...................80

11. Animales de poder para el bebé según la fecha de concepción…………………………………..80

12. Lugares de poder para el nacimiento………………………………………………......................86

13. Nombres de poder para el bebé………………………………………………..............................89

14. Profecías mayas del 2012 para el bebé………………………………………………...................100

z88;

Draco se cubrió los pies con las mantas. Hacía un puñetero frío pero Madame Pomfrey estaba reacia a subir la temperatura. Se saltó los agradecimientos y las aclaraciones y se fue a la pagina tres.

 

«Si usted esta embarazada y es mujer (espero que así sea, o estará en graves problemas) y tiene en sus manos este libro:

¡¡Felicidades!!

Cuenta usted con la mejor guía para la madre primeriza que pueda haber en todo el mundo.

Si es hombre…

Venga, suéltelo ya, arrójelo al fuego.

No querrá enterarse de nada, se lo aseguro.»

 

Malfoy bufó. Estúpido libro.

Miró a Potter. Roncaba quedamente, despatarrado en la pequeña cama.

Le entraron desquiciadas y absurdas ganas de acostarse a su lado y que este le abrazara.

¡Tenían frío!

Pero el gilipollas estaba inconciente.

 

«Es normal que estés asustada:

Tu hijo podría nacer con un ojo de mas, con un brazo de menos, sacar lo feo al padre…

A demás, te crees (con justa razón) que no estarás a la altura de sus necesidades.

Por si no has tenido suficiente con los malestares del embarazo,

El bebé llorará:

O sí.

De noche:

Llorará.

De madrugada:

Llorará.

De tarde:

Llorará.

De noche:

Dormirá por que ha llorado mucho pero no te emociones por que tú no podrás por que estarás al pendiente de silenciar cualquier sonido que pudiera despertarlo y entonces:

Llorará.

Sabemos que te gustaría hechizar al padre desde este momento (si no lo has hecho ya), pero te recomiendo leer antes el capitulo diez de este libro antes de hacerlo»

 

Draco resopló en este punto.

Tendría que leer el estúpido capitulo antes de lanzarle un avada…

Suspiró, conciente de que era incapaz.

Dejó el libro de lado y se acomodó en su cama, cobijándose todo cuanto pudo pero aun así… tenían frío.

Se levantó de mala leche y se acercó a la cama de Potter.

Cogió su manta y la haló. Regresó a su cama y se tapó.

Mucho mejor… pero insuficiente…

Se levantó de nuevo, cogió ambas mantas y regresó a la cama de Harry. Se recostó a su lado, despertando al muchacho de paso.

- Potter, tenemos frío, así que abrázame.

Bueno, no tendría que decirlo dos veces…

 

Notas finales:

Chiquito y meloso.

Como me gustan... XD y no hablo de capitulos...

Gracias por leer

millones de besitos


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