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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Ok, ahora si merezco todos los crucios y avadas que querais lanzarme.....

No tengo excusas salvo que me quede sin internet y tambien ha sido mi culpa por exceso de pago...

No prometere que no volvera a pasar por que no puedo asegurar nada y en compensacion dejo este capitulo largo y sin sentido... como toda la historia,XDDD

BESITOS

Harry Potter no podía borrar su sonrisa.

¿Por qué hacerlo?

Tenía entre sus brazos a Draco Malfoy, acostados en posición de cuchara, sobre una cama en enfermería…

No era el lugar mas romántico del mundo pero lo importante era que estaban juntos.

Por si fuera poco, había sido el mismo rubio quien le había pedido que les abrazara y sentía ambos corazoncitos retumbar bajo los huesos, bajo la carne, contra su propio corazón.

Harry amaba ese sonido, el del corazón de sus dos amores, latiendo fuertes y poderosos, acompasados al suyo.

Oh, y la boda…

No olvidaba que pronto Draco sería oficialmente su esposo.

Esa poción había resultado mas buena de lo que había imaginado. Tendría que besar a Slughorn en cuanto lo viera. Lo besaría enterito, de pies a cabeza. ¡El hombre se lo merecía! Menudo genio que había resultado.

Pasaba de la media noche cuando Harry escuchó voces y pasos en la estancia, y un molesto tintineo que hacía pensar que alguno de los dos (o los dos) traía colgados todos los amuletos del mundo, pero no se alejó ni un ápice del rubio para ver de quién se trataba. Reconoció la voz de Madame Pomfrey y la de un chico.

Tal vez Montague, el cazador de Slytherin.

- ¡No hale! - dijo el tío, bastante cabreado. - Ya le he dicho que no sirve de nada.

- Bueno… tenía que probar… - se defendió la enfermera igual de mosqueada. - Quiero ese medallón de vuelta, sí o sí.

- ¡Usted y todos los demás! - masculló el chico. - Deberían de castigar a Potter por agacharse justo cuando yo pasaba. ¡¡El Magneto de Malfoy no me hubiera dado!!

- No se puede castigar a alguien por no recibir un hechizo - declaró Madame Pomfrey y Potter estubo totalmente de acuerdo con ella. - Además, deberías estar agradecido que no te ha alcanzado el Pus del señor Malfoy. Solo esperó que esta noche no caiga una tormenta por que ni todos los conjuros y hechizos del mundo podrán protegerte.

Hasta donde estaba, Harry escuchó el sonoro paso de la saliva de Montague por su garganta.

- ¿Puede…? ¿Yo podría… llamar a mi mamá?

- ¿Se quiere despedir? No hace falta - dijo la enfermera con voz dura. - El efecto pasara en unas horas… quiero creer… y usted volverá a su casa. Por supuesto, no sin antes regresarme mi medallón. Es el único recuerdo que tengo de mi madre.

La voz de Madame Pomfrey se fue acercando hasta que llegó a la cama donde descansaban los dos muchachos y Harry escuchó el deslizar de la mampara que los separó del resto de la enfermería, el muchacho supuso que para que Montague no les molestara.

- ¡Si no puede quitarme el hechizo No veo por que tenga que estar aquí! - rebatió el Tío Quejicas.

- Precauciones - dijo la enfermera, visiblemente… ¿exasperada? - Es solo para que no vuelva a pasar lo de las armaduras, pero si quiere arriesgarse…

- ¡No… ! Aquí estoy bien, gracias.

Harry no podía verlo, pero a su mente vino la imagen de Montague sepultado en toda clase de objetos de metal, enfurruñado sobre la cama, con un puchero en los labios y los brazos firmemente cruzados sobre su pecho…

No sabía Madame Pomfrey, pero si esa noche había tormenta, él no querría estar para nada cerca de Montague.

Los gentiles pasos de la mujer se alejaron después de un sutil “lo imaginaba” y las luces se apagaron.

Potter no tardó mucho en quedar dormido pero el movimiento de la cama le hizo despertar de nuevo. Aun era de noche. Draco se deshizo del abrazo de Harry para ponerse de pie.

- ¿Dónde vas? - preguntó el Gryffindor.

- Vamos al baño.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No, a menos que quieras morir. Me refería a mi y al bebé, idiota.

- En ese caso… Id, pero no os tardéis por que hace mucho frío.

Harry sonrió, conciente de que, aun en la oscuridad de la habitación, el muchacho rubio lo estaba fulminando con la mirada.

- Gryffindor tenías que ser… - balbuceó Malfoy alejándose hacia el baño.

Harry se levantó y estiró las piernas. Caminó hasta las ventanas y observó la oscuridad de la noche sobre el bosque Prohibido. Las tinieblas se elevaban sobre las copas de los árboles dibujando sombras imposibles, fantasmas que parecían mas reales que uno mismo… Y de pronto una gran llamarada se elevó al cielo y despareció tras unos segundos. Harry le hubiera dado mas importancia pero debía mantener caliente la cama para que su rubio y su bebé no se resfriaran.

Pasarían dos minutos mas cuando el Slytherin ya estaba de regreso. Harry le levantó las mantas para que se metiera bajo ellas, pero cuando el rubio se pegó al cuerpo de este, se llevó el susto de su vida.

- ¡¡Potter!! ¡¿Qué crees que estás pensando?! - reclamó - ¡¡Aleja esa cosa de nosotros!!

- No seas miedicas, Draco. Además… solo es mi varita - aseguró Harry, intentando no reír. - ¡Lumos! - El lugar se iluminó y como dijo, era la varita. - Suelo tenerla cerca por si acaso.

- Ya - dijo Draco, notablemente sonrojado. - Apágala y déjanos dormir.

- Vale. ¡Nox!

El lugar volvió a la oscuridad y el rubio volvió a darle la espalda al Gryffindor. Cuando Harry iba a envolverlos con su brazo, el rubio se removió.

- Ya me canse - dijo, con la voz quejumbrosa.

- ¿Quieres regresar a tu cama?

- ¡No! Hace frío… ¡¿Por qué lo dices?! ¿Quieres que nos vayamos a mi cama? ¡¡¿Ya te has cansado de nosotros?!!

- ¡No, claro que no!

- ¡Dejad dormir, quien quiera que seáis! - gruñó Montague.

- ¡¡Cállate o morirás horriblemente!! - amenazó Draco, híper ventilando.

- ¿Ma - malfoy? - aventuró el tío, nerviosamente.

- ¡¡Sí!! ¡Y donde no te calles te colgaré la cabeza y no hablo de la que piensa!

- Auch - exclamó Harry por el otro Slytherin y Malfoy le golpeó el hombro.

- Tú también, cierra el pico y abrázame.

Esta vez Draco se volteó cara a cara con el moreno y metió sus pies entre los de este.

- ¡Huuuu, Draco, tus pies están fríos!

- Por supuesto. De no ser así no los habría puesto allí.

- Vale…

- Vale.

Y el silencio se hizo por fin.

Pero ninguno de los dos podía dormir.

Harry estaba concentrado en el aliento de Malfoy que chocaba contra su cuello y le causaba cosquillas, y el rubio estaba disfrutando demasiado su cercanía al calido cuerpo de Potter como para pensar en dormir. Los brazos de Harry rodeaban su espalada suavemente y había un par de dedos dibujando corazones en su piel

Ese acto… No sabía de que venía pero le traía imágenes a la cabeza que eran imposibles de distinguir. Pasaban a la velocidad en que escapa un sueño al despertar.

La mañana entró en la habitación, de un rosa pálido, por las ventanas y los sorprendió despiertos aun.

Y a la luz de aquella mañana, Draco le parecía a Harry como un sueño: Era hermoso con letras mayúsculas. ¿Por qué antes nunca se había dado cuenta?

Los labios bermejos ligeramente entreabiertos. Las cejas finas se perdían casi rectas bajo los mechones rubios que invadían su rostro. Las pestañas de cristal a contra luz…

- Deja de verme mientras duermo, Potter.

Los ojos del Slytherin se abrieron a tiempo de ver la gran sonrisa en los labios de Harry. Los mismos ojos que, como pequeños crisoles, atrapaban cualquier intento de luz y lo manipulaban en trémulos destellos.

- Lo siento - susurró el moreno, nada sincero, hipnotizado por el gris de ellos. Amaba verlos tan cerca de sí.

Draco quiso ser frío, decir algo desagradable, tal vez darle un puntapié pero su cerebro estaba en coma, al parecer. Potter tenía ese poder sobre él y el rubio no se lo explicaba por que jamás le había pasado antes.

No quería admitirlo pero le preocupaba dejar al gilipollas a merced de sus padres.

- Potter… te acompañaré a la mansión. No quiero que hagas alguna estupidez.

- ¿Te preocupas por mi?- preguntó parpadeando coquetamente al rubio.

- EN LO ABSOLUTO - recalcó este, disimulando mal una sonrisa - Pero quiero ver que todo se haga como se debe. Estas tan idiota que bien puedes terminar al otro lado de Inglaterra.

Harry se sintió ofendido por un momento pero pronto se dio cuenta que aquella solo era una pobre excusa para ir con él.

-“Sí me quieres”- canturreó Potter, emocionado. - “Me quieres mucho.”

Malfoy se sentó al filo de la cama y atrajo sus zapatillas de descanso para ponérselas. Se puso de pie y se estiró cuan largo era. Potter lo contemplaba aun sobre la cama, en silencio, disfrutando con el solo hecho de mirarle respirar, de moverse, de existir.

El mismo se sentía vivo. Antes Harry solo respiraba por costumbre.

Ahora tenía un verdadero sentido el hacerlo.

Ya no era una sombra. Ahora era el objeto que creaba la sombra y Draco y ese bebé eran la luz que la proyectaba.

Cuando el rubio se dirigió de nueva cuenta al baño, Harry se levantó de la cama, se desperezó y se colocó sus zapatillas de descanso. Salió de la mampara y contempló a lo que debía ser Montague debajo de toneladas de objetos grandes y pequeños de metal pegados a su cuerpo gracias al Magneto de Malfoy.

Harry se dio el lujo de reírse del muchacho hasta que recordó que pudo ser él quien terminara de aquella manera. Con gesto serio se dio la vuelta y se acercó a la cama donde antes estuviera Draco y descubrió un libro sobre el colchón.

«Madres primerizas y como ganarle al instinto de asesinar al padre» ponía con grandes letras negras de molde. Ese era el libro que Draco leía cuando Harry entró en su habitación.

Lo hojeó curioso y leyó los capítulos.

El capitulo nueve le llamó en especial la atención. Se dirigió a la pagina cincuenta y ocho y se dispuso a leer. Y lo que leyó no e gustó en lo absoluto. Tragando duro rezó a todos los santos por que Draco aun no leyera esa parte. Cogió todas las paginas que contenía el capítulo nueve y las arrancó de un tajo. Hizo un hechizo Incendio para quemar las hojas y regresó a su cama de la que pretendió no haber salido nunca.

- ¡¡Harry!!

El aludido no pudo evitar encogerse en cuanto escuchó su nombre de labios de Hermione Granger.

Como la tía no se le aventaba encima, el moreno se atrevió a abrir los ojos y ver entre el hueco de sus brazos que le resguardaban la cabeza.

La castaña, con los ojos vidriosos, se notó sorprendida ante el gesto, por lo cual se había quedado inmóvil viéndolo desde el pie de la cama. Entonces el del verde mirar se relajó y contempló con mas calma a los recién llegados: detrás de Hermy estaba Ronald Weasley hablando en voz baja con Neville y Luna abrazaba a Ginny por los hombros, esta ultima tenía pinta de haber llorado.

- Lo que faltaba - gruñó Montague, que acababa de despertarse. - Mas Gryffindor inútiles haciendo ruido.

- Si no te gusta, arrójate de un puente, Montague - invitó Ronald.

- Ya, Ronnie, ignóralo. Harry ¿Cómo te sientes? - preguntó la castaña, sentándose a la orilla de la cama - ¿Cómo estáis? - dijo, llevando sus ojos a través de la habitación y Harry supo que buscaba a Draco Malfoy.

- ¡Cuéntanos, hermano! - pidió Ron, golpeando el hombro de Harry.

- ¡¡No me lo creo!! - soltó Luna, acercándose al convaleciente, dando saltitos de felicidad. - ¡Habrá un bebé en Hogwarts! ¿Puedo ser la madrina del bebé? Eligiré un nombre muy bonito - dijo con los ojos radiantes, mientras Ginny no se atrevía a acercarse. - Por ejemplo, Sirrah, Cassiopeiae, o Sectrissa si es niña… ¡y Bisectrissa si son gemelas! Si es niño, pues me mola Nahim… o Eros… Arcturus ¡Achilles como el Héroe! Aunque podría tener una debilidad en el talón…

- Scorpius - dijo Draco, que había estado oyendo a la chiflada aquella con los ojos en blanco. - Si es un varón se llamará Scorpius.

El tono de su voz era lo suficientemente serio como para dejar en claro que no estaba en tela de juicio. Potter no dijo absolutamente nada al respecto. Parecía estarlo pensando pero Draco simplemente cogió el libro de su cama, que por cierto, se notaba ligeramente menos pesado, y se alejó hacia uno de los ventanales a leer en paz. Acercó una silla y se sentó con los pies en el asiento, doblados. Sus grises ojos se fueron a la pelirroja que también le veía. La Weasley menor tenía los ojos rojos, “a juego con su cabello” pensó Draco, suspirando. Sus ojos se deslizaron a la izquierda, donde estaba Potter, riendo de las burradas de Luna Lovegood, hasta que sus verdes ojos se encontraron con los suyos y el mundo tembló una fracción de segundo.

Malfoy odiaba que le pasara eso últimamente. Que el mundo se le estremeciera solo por que sus ojos chocaban con los de Potter como dos titanes en una guerra por el corazón… ¡¡¡Y para mas INRI se estaba volviendo un capullo meloso y cursi!!!

Decididamente apartó su mirada y la clavó en su libro de “consejos maternales” en busca del por qué no debía matar a Potter…

Pero el capitulo no estaba…

- ¡Draco! ¡Cariño! - llamó la dulce voz de Pansy Parkinson, que corría hacia él a pesar de los claros anuncios en las paredes que ponían “No corras y no grites o será lo último que hagas,” y le llamaba a gritos… - ¡¿Cómo está el rubio mas bello de todo Hogwarts?!

Ron Weasley escupió una risita sardónica, pero Potter le dio un sopapo en la cabeza, cosa de la que Draco se sintió orgulloso.

Pansy llegó a su lado y besó la mejilla del rubio, arrastró una silla a su lado y se sentó.

- ¿Cómo has pasado la noche? - preguntó en voz mas baja. Metió la mano dentro de uno de sus bolsillos y sacó tres ranas de chocolate. - Obsequio de ya sabes quién. Las hubiera tirado a la basura pero ya no hay ranas en tu cajón. - aseguró, encogiendo los hombros. - Quiero ver la cara que pondrá cuando se entere que estás en cinta, ajajá.

Draco no le dio importancia al comentario.

El gilipollas aquel le traía sin cuidado.

Dejó el libro sobre su regazo y abrió una rana para morderla.

- ¿Estás segura que…?

- Sí - dijo Pansy sin mirarle. Sus ojos estaban puestos en el extraño grupo de Gryffindor y la Ravenclaw que revoloteaba alrededor de los demás como mariposa herida. Pansy esperaba que en cualquier momento cayera muerta… - Está libre de pociones de amor y todo eso. Adivina: ¡alguien incendió el Sauce Boxeador…!

- ¡¡¡¡¿Qué?!!!! - exclamó Harry, pegando un brinco sobre la cama. - ¡¡Ron, ¿Por qué has hecho algo así?!!

El pelirrojo se encogió de hombros, sonrojado hasta la medula.

- En realidad yo no quería quemar el Sauce. Te diré: Yo estaba buscando un árbol que sirviera para nuestro cometido - dijo guiñando un ojo al moreno, pero este giró la cabeza como si de pronto no lo reconociera. - Ya sabes… para que el Hur… para que él recuerde… - Potter torció el gesto, pero no dijo nada, a excepción de Hermy que balbuceaba una retahíla de improperios. - Estaba practicando con un árbol cercano al otro cuando hubo un ventarrón y el fuego se esparció y…

- Cenizas… Fue todo lo que ha quedado - terminó Pansy, radiante de felicidad. Era emocionante vivir en Hogwarts. - ¿Y que tal vosotros? ¿Cómo vais con la situación?

- Pansy… ¿Hablas de “nosotros” - señaló tocando su vientre - o de Potter y nosotros?

- ¿De los tres? - preguntó la muchacha, con gesto de dolor ficticio. - ¡Es que, Draco, me revuelves cuando hablas de ti y el bebé como uno mismo! Y no digo que esté mal, ya sé que un bebé es lo mejor que te puede pasar en la vida, sobre todo cuando es de la persona que amas, pero… ¿Qué? ¿Por qué ríes así?

- No hagas caso - pidió Draco, tras una ronca risa forzada. - Solo intentó recordar que eres mi mejor amiga para no matarte. Ahora, pasaré tu absurdo comentario por alto y dime que esta haciendo la Comadreja menor.

Pansy hizo lo que el rubio le pidió y meneó la cabeza con reproche. Chasqueó la lengua y elevó una ceja.

- Se ha sentado sobre Potter y le acaricia la cabeza…

Antes que la muchacha terminara de decir cabeza, Draco ya se había puesto de pie dispuesto a machacar pelirrojas, pero se dio cuenta que era un timo de su amiga cuando descubrió que la pelirroja estaba aun de pie. Todos voltearon a verle tras esto, pero él, con toda la dignidad de que fue capaz, hizo un cabeceo y volvió a sentarse.

- Esta me la pagas - susurró entre dientes y con los ojos entornados en su amiga, que se destornillaba de la risa. - ¿Por qué la Weasley se nota llorosa? - quiso saber mientras mordía otra rana de chocolate.

- Se rumora que terminó con Dean Thomas. - comentó mirando a la aludida. - Dicen que ella lo terminó a él por que esta colada por tu Potter.

Draco elevó una ceja con arrogancia.

- No creo que le sirva de mucho.

- Lo cierto es que también se dice que a Potter le gusta la Comadreja Menor - continuó Pansy - pero que Dean se le adelantó al Capitán de Gryffindor y ahora que esta libre la Weasley todo puede pasar.

- Suerte para la próxima por que Potter ya está amarrado a mis piernas, si sabes a lo que me refiero.

Pansy le devolvió la sonrisa a su amigo, conciente de alguien también estaba amarrado a las piernas de Potter.

- Han suspendido las clases por que van a enterrar a la Señora Norris esta tarde - dijo Pansy cambiando el tema. El rubio se escalofrió. Ya había olvidado aquel pequeño incidente. - Esperan que el culpable aparezca hoy mismo para expulsarlo del colegio junto con la persona que quemara el Sauce… Eso se rumora.

- Mmmm… Espero que encuentren al que ha quemado al Sauce…

- Espera… - pidió la prefecta, boquiabierta - ¡Draco! ¡¿Tú…?! NOOOO. ¿Por qué?

- Bueno… - el rubio no sabía donde esconderse. - Fue un accidente. ¡¡A demás, nadie la quería!! ¿O me dirás que tú sí?

La muchacha sonrió avergonzada.

- No pero… ya sabes lo que se dice de ella… eso de que es la esposa del Conserje Filch, que era animaga y que por un error ya jamás pudo regresar a su forma humana…

- ¡¡¡Ahhh, gracias por decírnoslo!!! - ironizó Draco. - ¡Ahora podremos dormir mejor!

- Hey, que la culpa no la ha tenido el crío ¿o sí?

El castillo se encontraba vacío.

La multitud que lo habitaba se encontraba en el ala opuesta al limite del bosque, en el cementerio, bajo un atardecer de luz dorada que se filtraba entre las hojas de los árboles y daba la sensación de que el sol estaba llorando la amarga perdida de la señora Norris. De entre la multitud destacaba por su altura el Guardabosques que se sonaba la nariz sonoramente y palmeaba muy seguido con sus manazas los hombros del pobre conserje Argus Filch, El Squib lloraba con ímpetu a viva voz, dolorido.

Albus Dumbledore presidía la ceremonia luctuosa con palabras sedosas de consuelo y esperanza de una nueva vida donde podrían reunirse esas dos almas que habían sido separadas por la muerte.

Luna Lovegood también tuvo algo que decir.

“Mi amiga, la muerte, soñando vaga, negros los ojos, arriba la guadaña. Espera desdichada, la muerte llama, oculta en el hueco, el corte que sangra, Besos de adios, huesos y espadas. Túnicas rasgadas como el alma…”

Los alumnos dedicaron un aplauso cortes mientras el conserje se tendía sobre el pequeño ataúd negro y gritaba que quería morir… pero sin antes haber vengado su muerte.

Al fondo, alejados de todos, Harry Potter y Draco Malfoy contemplaban la escena.

- ¿Seguro que no quieres acercarte?

- Sí, Potter. Y no necesitamos que nos cuides. Si quieres ir, puedes hacerlo.

Harry resopló. Estaba resultando mas difícil de lo que esperaba.

- No, gracias. Los funerales me deprimen.

Draco sonrió tristemente mientras contemplaba al director y el moreno supo por algún sexto sentido que el rubio estaba pensando en el funeral de Dumbledore.

Por un momento tuvo la impresión de que Draco se lo diría. De que su rubio volvería a confesarle que tenía la tarea de matar a Albus, pero simplemente no pasó. Se preguntó si sería buena idea ofrecerse para el trabajo. Le diría algo como “ Draco, no preguntes como lo sé, por que no te lo diré, pero sé que tienes que matar a Dumbledore y yo te ayudaré.” Por supuesto, Draco lo mandaría a tomar por culo pero pasado el susto y la sorpresa inicial le daría el sí.

- Potter… La Comadreja… es decir, Ginny…

- ¿Sí?

- Yo… - Malfoy titubeó un momento. Parecía no encontrar las palabras adecuadas. - Verás… No quiero que se te acerque.

- ¿Qué? - dijo Harry, frunciendo el ceño, confundido. - ¿Por qué?

- No me gusta la forma en que te mira.

- ¿Estás celoso? - preguntó Potter, expandiendo una sonrisa triunfal, cosa que no agrado al orgullo del Slytherin.

- Piensa lo que quieras - dijo cortantemente, dando la vuelta para alejarse del Gryffindor. - Solo no la quiero cerca de ti.

- En ese caso - dijo el moreno, sujetando el brazo del rubio antes de que se alejara mas. - No quiero a Pansy cerca de ti.

Malfoy arqueó una ceja y sonrió.

- Presta atención, Potter. No te he pedido que Granger se aleje de ti. No compares a Ginebra con Pansy. Ella no pretende pillarme desnudo donde me encuentra.

Harry iba a decir que Ginny tampoco pero últimamente no estaba tan seguro.

Caminó detrás de su rubio en dirección a la enfermería pero se sorprendió cuando Draco se detuvo en el segundo piso y cogió rumbo al despacho del director.

- ¿Qué hacemos aquí? - preguntó Harry.

- Tú, lamer el suelo que piso, yo vengo a hablar con el director sobre mi expulsión.

- ¿De que hablas? - quiso saber. Y la comprensión le golpeó el rostro. - Has sido tú quien…

- Sí, Potter - dijo el rubio, encarándolo. - Fue un accidente. Intentaba matarme y ella se interpuso heroicamente. No lo he dicho por que ten…

- ¡¡¿Cómo que intentabas matarte?!! - saltó Harry, de pronto pálido. - ¿Por qué harías algo tan estúpido?

- ¡¡¡Por que te odio!!! - farfulló el rubio con las manos empuñadas. - ¡¡Desde que tengo memoria solo me has hecho de la vida una mierda y ahora vienes y me violas y me embarazas y me enloqueces y…!!

Draco no pudo decir mas por que sus labios fueron sellados por los de Potter.

Por mas que hubiera querido resistirse y pedirle a Potter que lo dejara y patearle la entrepierna, su cuerpo no respondía salvo sus labios que correspondían al apasionado beso y poco después sus manos que en lugar de empujar al otro lo atraían mas a sí. Pronto estaba de nuevo contra la pared y Harry besaba su cuello mientras las manos morenas buscaban la forma de introducirse bajo las prendas que cubrían su piel.

- He descubierto que me pones cuando estas furioso - susurró al oído del rubio, antes de morder con suavidad el lóbulo de su oreja.

Malfoy se erizó y suspiró decidido a dejarse llevar de nuevo, pero un carraspeó les interrumpió.

Ambos se separaron como si el uno picara al otro y se acomodaron las prendas que habían estado a punto de caer.

- Señor Malfoy, señor Potter, veo que vuestras interacciones están mejorando - dijo Dumbledore, sonriente.

- Yo no le llamaría exactamente así - sentenció el rubio, fulminando a Harry con la mirada. - Potter intentaba violarme de nuevo.

- En ese caso… tal vez queráis que regrese mas tarde.

Harry escupió una risita y Draco viró los ojos. Ese hombre decididamente estaba chiflado.

- ¿A que debo el honor de vuestra visita? - continuó Dumbledore, escondiendo sus manos detrás de su espalda.

- Potter viene a confesar que él asesinó a la señora Norris, profesor.

- ¡¿Qué?!

- Sí, Potttttter - dijo Malfoy, mirándolo insistentemente. - Admítelo de una vez. - Y se giró hacia el director que les miraba divertido. - Y yo estoy aquí para abogar por él, por que no puede expulsarlo ahora que será padre y que El Que No Debe Ser Nombrado ha vuelto para matarlo de la manera mas dolorosa que este en sus manos…

- Pasemos a mi despacho, si os parece - pidió el hombre, aun con esa gran sonrisa benevolente que lo caracterizaba. - Ahí estaremos mas cómodos. La profesora McGonagall me ha traído del callejón Diagon, mas precisamente, de Honeydukes una gran variedad de caramelos y golosinas que encontraran satisfactorias.

- ¿Ranas de chocolate? - preguntó Draco y Harry giró los ojos, divertido.

- Ranas de chocolate, claro que sí.

- Aun no entiendo como lo hace - admitió Draco, al salir del despacho del director con un puño de ranas de chocolate en los bolsillos. - Como es que sabe todo lo que ocurre en el castillo y sus alrededores. ¿Sabes que una vez estábamos Pansy, Crabbe, Goyle, y yo intentando quemar la cabaña del Guarda… Vale, hacíamos algo y llegó justo a tiempo de detenernos, según él, por que había estado dando un paseo nocturno por el bosque. Yo creo que nos vigila a todos con alguna clase de magia que no nos quiere enseñar.

- De hecho estoy completamente de acuerdo contigo. Una noche estábamos yo, Hermy y Ron en las mazmorras…

- Hermy, Ron y yo - corrigió Draco, con gesto fatuo.

- No, tú no estabas. Lo recordaría bien - dijo riendo ante la leche que se dio el rubio en la frente. - El caso es que íbamos a buscar un ingrediente para hacer una poción Multijugos cuando apareció en la puerta, sosteniendo el ingrediente que necesitábamos, nos guiñó un ojo y dijo: “ se me ha olvidado dejar este ingrediente aquí. Si yo fuera ustedes, tendría cuidado de no ser visto por la Señora Norris…”

Draco le miraba de hito en hito, sonriendo. No lo admitiría jamás pero le gustaba la sonrisa de Potter.

- ¿Listo para morir? - preguntó alguien con una voz grave pero ridícula, detrás de ambos estudiantes.

Al girar, Draco descubrió que solo era Pansy fingiendo la voz. La muchacha se puso en medio de los dos y pasó sus brazos por los hombros de Draco y Harry- Lindo funeral, ¿no creéis? Pero siento que Filch ha estado sobre actuado. ¿Tú que dices, Potter?

Harry se sorprendió de que la prefecta, de buenas a primeras, le hablara como si llevaran toda la vida de buenos amigos.

- A mi me ha parecido que sí le dolía.

- Mmmm, ¿y ustedes, que opináis? - se dirigió al rubio.

- A nosotros no nos importa - sentenció Draco, encogiendo los hombros.

Pansy rió suavemente y besó la sien de su amigo.

- Por eso os quiero. Oh, pero será mejor que ya no os bese o Potter podría ponerse celoso y hechizarme.

- En eso estamos de acuerdo - dijo el moreno, sonriente.

- Vale. Me caes bien, Potter. Debemos reunirnos mas seguido. Pero. Si te atreves. A lastimar. Al bello rubio. Te vas a morir. Y no será nada agradable.

Harry tragó duro y miró a la muchacha que ya se alejaba de ellos con paso altivo y elegante.

- Parece simpática - comentó Harry, sin perderla de vista.

- Puede resultar chocante a veces - reconoció Draco, restándole importancia - pero una vez que te has acostumbrado, es como una adicción: digamos que no te atreves a matarla.

- ¿Me estás retando? - preguntó riendo malévolamente.

- ¡Claro que no! Lo digo por experiencia propia.

- tendré que cuidarme las espaldas con tu amiga.

- Te lo he dicho, no la compares con Ginebra Weasley.

- Bueno, en eso no estaría tan de acuerdo…

- ¿Y por que me estas siguiendo, Potter?

- Solo me aseguro que llegues bien a las mazmorras y tal vez, solo tal vez me dejes pasar por mi ropa a tu habitación.

- Ni lo sueñes, Potter. Jamás en la vida volverás a poner un pie en mi habitación.

- Y ¿Qué tal los dos?

- Potter…

- Ya.

- Así que tendremos que ir a Azcaban - decía Harry mientras recogía su ropa del suelo.

- “Tendrás” - corrigió Draco, guardando sus Ranas de Chocolate Obsequio del Chiflado Director de Hogwarts. - Nosotros no podemos poner un pie ahí por mi estado. - Cerró el cajón con llave y miró a Potter de mala uva. - Por cierto, estamos enojados contigo.

- ¿Estáis enojados conmigo? - repitió Harry, deteniendo su labor a medias para mirar a su rubio, bebé incluido. - ¿Por qué?

Draco paseó la mirada por su habitación, sonrojado ante los feroces recuerdos de la noche anterior.

- ¿Te parece poco el haberme violado?

- Reitero a mi favor que tu madre miente, bebé - dijo con voz solemne al vientre del Slytherin, que escondió una sonrisa cuando Harry se hincó frente a él como si fuera a pedirle matrimonio. - Draco Malfoy jamás se quejó de algo y no intentó detenerme. - El Gryffindor se abrazó a la cintura del rubio y susurró - Bebé: tu madre esta en tratamiento así que no creas mucho de lo que dice.

Y Zas.

- ¡Yo no soy la ma…! Vale, eso es algo que no pensamos discutir ahora. - aseguró, alejándose de Potter, que se sobaba la mejilla con lagrimas en los ojos. Su rubio favorito tenía la mano pesada. - Termina de recoger tus cosas, por que quiero descansar. Y tú deberías hacer lo mismo. Al profesor Snape le gusta madrugar y no creo que quieras otro castigo.

Draco no prestó atención al rictus de dolor que mostró Potter cuando mencionó al profesor de DCAO.

No quería prestar atención por que sabía que Potter se lo pedía, Draco le dejaría mudarse a su habitación si así lo quería.

- ¿Vendrá con nosotros? - preguntó Harry, en un leve murmullo que Malfoy a duras penas entendió.

- El chiflado de Dumbledore quiere que tengamos protección, ¿recuerdas?

- Entonces no veo el caso de que venga él - aclaró el moreno con la nariz arrugada. - Si alguien intenta matarme, lo mas seguro es que en vez de defenderme le ayudará.

- Lo que sucede es que la protección es para nosotros, Potter. No para ti.

- Vale - dijo Harry, recogiendo las prendas que le faltaban. - Entonces… me voy.

- Mjum.

- Adiós.

- Adiós.

- Que descanses.

- Sí.

- Buenas noches.

- Sí.

- ¿Puedo quedarme…?

- Sí… ¡¡No!!

- De todos modos no quería.

- ¡¿No querías?!

- No. Pero si tú quieres…

- No.

- Vale… Si cambias de opinión… Ya sabes dónde encontrarme.

- Lárgate de una vez, Potter.

- Ya voy, ya voy.

Potter le dirigió una última mirada de niño abandonado y salió de la habitación, hacia la sala común de Slytherin.

Draco respiró profundo.

Maldito Potter. Le alteraba los nervios y las neuronas y las hormonas y las ganas…

Si Dumbledore no hubiera llegado a interrumpir…

Recordaba perfectamente las palabras del director cuando Malfoy acusó a Potter de haberle hechizado.

“Esta claro que el señor Potter le ha hechizado,” dijo el hombre con un tono molestamente magnánimo. “La magia que ha usado el señor Potter en usted, es la magia mas poderosa que existe, y lleva por nombre AMOR. Es tan poderosa que incluso los muggles mas tozudos la experimentan.”

Draco sabía que por mas que lo odiara, el director tenía razón hasta en la última letra de su palabrería.

Estaba enamorado de Potter. Loca y perdidamente enamorado del maldito de Harry Potter Con Cicatriz Incluida.

Suspirando se dejó caer sobre la cama y miró el techo que de interesante no tenía nada.

¿Por qué estaba enamorado de Potter?

No tenía nada de especial.

Que era un héroe de la comunidad mágica y que gozaba de una buena reputación en el ministerio…

Eso era algo que incluso Draco podría tener si pagaba a las personas indicadas.

Que tenía una hermosa sonrisa y los ojos mas bellos del mundo… aparte de sus propios ojos, por supuesto. Ah, y como olvidar que besaba delicioso y …

Era mejor dejar hasta ahí ese recuerdo o terminaría por aceptar la propuesta de que el moreno se mudara a su habitación… o peor aun, que Draco se mudara a la del Gryffindor…

- ¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!

La mañana trajo consigo un lúgubre gris que se extendía hasta donde el horizonte permitía ver.

Nubes tras nubes, el azul del cielo había desaparecido sin dejar rastro, así como la luz del sol.

Y el hecho de que Severus Snape fuera a acompañar en su viaje a Wiltshire a Draco Malfoy y a Harry Potter, significaba para el moreno lo miso que una muerte lenta.

Por si fuera poco vendría la mejor amiga de su futuro esposo y Harry ya sospechaba que aquello era una trampa de Voldemort para terminar con su desequilibrada vida que nada valía.

¿Un Gryffindor acompañado de tres peligrosas Serpientes a la casa de una Serpiente Mayor?

Debió hacer caso a Ron cuando le ha dicho que se llevara la capa de invisibilidad.

“ De ser así no podrá verme…” rebatió Harry.

“De eso precisamente se trata: de que no sepa hacia dónde lanzar el Avada.”

Harry sonrió conciente de que su amigo era paranoico pero tenía razón. Narcisa Malfoy era una mujer de cuidado.

Y tal vez, solo tal vez, le causaba mas recelo que Lucius Malfoy.

- Señor Potter - dijo Snape, con su voz grave, sobresaltando al incauto muchacho que no lo esperaba. “Por detrás, como los cobardes,” pensó Harry y Severus elevó una ceja y giró su rostro con arrogancia. - Pensé que había muerto con la poción… No, ya sé que no. Solo me gusta fantasear. Será mejor que nos vayamos - agregó, interrumpiendo cualquier cosa que Potter quisiera decirle. - Quiero regresar antes del almuerzo.

- ¿Nos vamos? - invitó Draco, saliendo de las sombras de las mazmorras, ataviado con una capa negra de capuchón. A su lado, Pansy Parkinson, lucia radiante con una capa verde oscuro. - Ya es tarde. Quiero estar aquí para el almuerzo.

- Sí, ya lo sé - balbuceó Harry. - Directo a la muerte, o lo que es lo mismo, a la mansión Malfoy.

Pansy estaba sujeta al brazo del rubio, pero cuando vio la cara de Potter le mostró los dientes y soltó al muchacho, que la miró extrañado pero no dijo nada.

- ¿En que nos iremos? - preguntó Harry, acercándose a Draco.

- Iremos en Thestrals - señaló Snape echándose a andar, seguido de los demás. Su capa negra ondeaba en pequeños remolinos a sus pies, cautivando la mirada de la única chica del grupo. - Será lo mas rápido ya que si usamos la red Flu alguien que no queremos, como la abuelita de Papá Noel podría darse cuenta de donde estamos.

No hacía falta que Severus dijera que la abuelita de Papá Noel era Voldemort.

Harry estuvo de acuerdo con ello.

Así como los demás.

Bajaron la colina y llegaron al Bosque Prohibido, cruzaron en silencio, Harry sin apartar su vista del rubio y Pansy sin hacerlo del profesor.

Y delante de ellos se encontraban las bestias, con su tétrica apariencia infernal…

Salvo que dos del grupo no las miraban.

Draco y Pansy se quedaron estáticos esperando una señal de que hacer.

Severus Snape escurrió su mano por su rostro y suspiró.

- Por. Que. A mi.

Harry se hubiera reído pero aun no quería morir así que dijo lo primero que se le ocurrió.

- ¿Que os parece si Draco viene…

- ¡Malfoy!

- …conmigo y Parkinson va con usted?

Muy a su pesar, Severus supo que el capullo de Potter tenía razón.

Y la muchacha de verde estaba que no respiraba de la emoción…

Harry le pidió a Malfoy que se sujetara fuerte a su cintura, pero el rubio se resistió. Negó con la cabeza y se cruzó de brazos pero cuando Potter dijo un Allá tú y el animalejo invisible se echó a volar sin que el rubio supiera de donde agarrarse, muy a su pesar tuvo que obedecer al moreno por que estaba su bebé de por medio.

Severus no tuvo que ordenar nada a la prefecta. Sus brazos eran como un cinturón de hierro en su cintura, que a duras penas le dejaba respirar.

Las alas de los Thestral se batían suavemente, cortando el aire como cuchillo en mantequilla derretida. Draco tenía la ligera certeza de haber hecho un viaje como aquel con el mismo Potter, solo que en aquella ocasión inexistente, el rubio iba al frente, y el moreno era quien le abrazaba.

Sus largos cabellos rubios bailaban con el viento fresco de la mañana, que traía consigo una lluvia, que apenas era un ligero roce.

Snape venía detrás de ellos, volando sobre el lomo del viento a apreciación del rubio que no veía al animal. Y no quería ver para bajo por que ya empezaba a marearse. Pero la sonrisa de su amiga llamó su atención y borró cualquier malestar. Si ella era feliz, Draco era feliz. Y el rubio sabía que no había nada que pudiera hacer mas feliz a su amiga, que el hecho de ir abrazada al amor de su vida…

Quizá un beso…

Pero eso era demasiado pedir de un solo día.

El colegio pronto se convirtió en un punto a la distancia.

Si todo salía bien, llegarían en media hora…

Pero a veces el destino, (en confabulación con esta autora), se empeñan en no hacer fáciles las cosas…

Un rayo de luz verde chocó contra el pecho del Thestral que montaban Severus y Pansy, y tras un grito aterrador, moreno y rubio vieron como los dos pasajeros caían en picada. El animal estaba muerto y pronto lo estarían Severus y Pansy si no hacían nada. Pero mas rayos verdes pasaron rozando al Thestral que montaban Harry y Draco y era imposible acercarse a ellos sin que uno de aquellos les diera.

Malfoy vio con alivio como el profesor abrazaba a la muchacha en una maniobra torcida y desaparecieron tras un Plap mientras que el animal chocaba contra el suelo, sin vida.

Harry intentaba ver quien los atacaba, pero no podía ver nada. El animal volaba errante, sin saber que hacer y por poco tira su carga.

- ¡¡Aterriza!! - ordenó Draco.

- ¡¡Nos darán!! - señaló Harry, intentando escudar al muchacho tras de sí. - ¡¡Abajo somos un blanco mas fácil!!

- ¡¡Creo que de todas formas somos un blanco fácil!!

Y como si el destino quisiera darle la razón al rubio, un rayo verde chocó contra el ala izquierda del animal invisible y les hizo caer.

Cuando Severus Snape regresó al lugar con otro Plap, no había señales de ninguno de los dos muchachos ni de los que les habían atacado.

- Albus se va a enojar… Presiento que se enojará…

Notas finales:

Gracias por seguir leyendo.

Un besototote a Die Potatoe y a Cler Vampire y a dark moon y a marie y a Prue y a Chunnie Jae y a lintu asakura y a toooooooooooodas las hermosas personitas que me habeis dejado un rr y que me habeis agregado a vuestros favoritos.

Os quiero


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