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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Hola otra vez.!!!! Gracias por seguir aquí, vuestro apoyo no tiene precio. Ah, y una mención honorifica y las llaves del reino para esa personita que me ha puesto en sus favoritos, Dark Moon...: quintillones de gracias!!!!!

Merlín quisiera que Darco Malfoy se hubiera quedado dormido en el despacho del director mientras esperaba a que su, próximamente, víctima regresara, por que si no… estaba en grandes problemas.

¿Y cómo saber que aquello era un sueño?

Malfoy había escuchado decir a Pansy que los muggles tenían una curiosa forma de saberlo: se remolineaban la carne.

Lo cual sería un problema: si hacía aquello seguro le saldría un hematoma y…

“¡¡Mieeeeeeeeeeeerda!!”

¡Se había olvidado de su ojo!

Segurito ya estaba hinchado y morado.

Vale, Potter le había hacho aquello así que…

Draco llevó su mano al trasero de Harry y remolineó la carne con nada de delicadeza.

-… por que yo cre¡¡¡Arggggg!!! - se quejó el moreno, saltando lejos de Malfoy - ¡¿Se puede saber que dementores te pasa?! - preguntó sobándose el trasero.

- Solo me aseguraba de que no estuvieras dormido - aseguró el rubio, con una media sonrisa.

El Gryffindor puso cara de poker.

- ¡Ya! Por que llevo no sé cuánto parloteando como sonámbulo, seguro.

El Slytherin se encogió de hombros.

- Puede ser. Este calor es de locos. Pero si mi padre supiera que…

Malfoy guardó silencio en cuanto recordó donde se encontraba su padre y Harry prefirió hacerse el desentendido. No tenía ganas de empezar otra pelea con él… Por ahora.

El de la cicatriz suspiró por… ¿décima? ¿centésima? ¿milésima? Vez.

Lo del calor era cierto. Debía estar volviéndose loco si le había contado a Malfoy de la vez que, el año pasado, Neville Longbottom le mostraba como su mimbulus mimbletonia se defendía de un pinchazo de su pluma, chorreándolos con su liquido verde que olía a estiércol. Y justo en ese momento entra Cho Chang…

Harry aun tenía pesadillas sobre eso.

Aunque, por lo ocurrido hacía unos momentos, dudaba seriamente que el señor En la cara no hubiera puesto un poquito de atención a su narración.

Vale, al menos tenía el consuelo de que había sido el otro quien propició la charla.

Se preguntó cuánto llevarían caminando. Tenía un dolor de puta madre que le palpitaba la cabeza. Lo que necesitaba era una de esas vicodin que la tía Petunia (“Petunia. ¡¿quién coño le pone Petunia a alguien?! Seguro que mi abuela no la quería y escogió el nombre mas horrible que se halló. Por que ¿Quién, en su sano juicio, pondría ese nombre a alguien que quiere? ¿ Qué se viene a la mente cuando piensas en una Petunia?”). Y regresando a lo importante… (“En cambio Lily si que es un bonito nombre”) … Harry necesitaba uno de esos estupefacientes que la tía Petunia… (“¡Por la abuela de Merlín, pasa ya del puñetero nombre!”). ¡Maldición¡ Seguro que era por que se había saltado el desayuno… O lo habían hecho saltárselo. Malfoy tenía la culpa de todo.

Harry se volvió a su acompañante, quien murmuraba algo y veía hacia la nada. El moreno casi podía ver que sus ojos ponían “Fuera de servicio. Por favor, intente mas tarde.”

Ya lo perdimos,” pensó Harry, sonriendo. Pero él sabía como hacerlo regresar.

- Malfoy ¿Qué hora era cuando la has cagado con el gira tiempos?

Y como Harry pensó, el rubio regresó de su tumba mental y lo miró a la defensiva.

- Ahora resulta que me vas a cargar el muertito a mi ¿no? ¡pues que te den, Potter!

- Ya. Al menos no me has llamado Popotter. Pero no te pongas así. Recuerda que tú no eres Paranoico.

- ¡¡Vale, ya está!! Hasta aquí llegaste - masculló Draco, buscando en su bolsillo… vacío. - ¡Mi varita! No está. ¡¿Cómo mierda voy a convertirte en una mierda si no tengo mi varita?!

Sin ánimos de vivir, se dejó caer de rodillas en la arena, recargando sus palmas en ella, pero las quitó al instante.

- ¡Joder, esto quema!

- Venga ya, Malfoy. No dramatices - pidió Harry en un tono bastante impertérrito para gusto de Draco -. No pasa nada. Ya veras como…

- ¡¿Qué no pasa nada?! - gimió el rubio, levantando una ceja - Eres de efecto retardado, Potter. ¿Acaso te has dado cuenta donde estás? ¿Sabes cuando es? ¡Yo creo que no! Pero yo te lo voy a decir: esto es el culo del mundo, en algún lugar del tiempo perdido y no tenemos agua ni comida ni ranas de chocolate ni varitas ni sombra ni ranas de chocolate ni nada de nada. ¡¡Potter, vamos a morir abrasados!!

- No es para tanto, Malfoy - repitió Harry, un tanto exhausto -. El que hemos mantenido una charla medianamente decente no significa que te voy a dejar abrazarme.

Draco abrió la boca. Si hubiera sido anime la quijada le habría llegado al suelo.

- E-e-e-e-estás… - Harry vio, complacido por cierto, como el rubio, quien ya estaba sonrosado por el sol, adquiría un rojo radiante de rabia. - Tú… grandísimo… ¡¡Ahhh!! ¡Me refiero a morir quemados, calcinados, carbonizados por el calor, ignorante de mierda!

Harry se echó a reír febrilmente, lo que cabreó aun mas a la serpiente. Cuando el moreno se dio cuenta que el otro empuñaba con fuerza sus manos y le miraba un tanto psicópatamente, decidió dejar de hacerlo.

- Vale, veras - dijo Potter, intentando hacer las pases -, si te sirve de algo, Hermione, que es como mi terapeuta personal, solo que mucho peor, te lo puedo jurar, me llama… monomaníaco.

El rubio, aun en el suelo, hizo un gesto que indicaba a las claras un “¿y a mi que?” Para Harry mejor, por que no estaba dispuesto a confesar su manía.

- Como sea - dijo el Gryffindor, quitándose las gafas para limpiarlas -, creo que será mejor que sigamos caminando. Tarde o temprano tendremos que encontrar a alguien…

- ¡Claro! - ironizó Malfoy. - Cuando aparezcan las primeras formas de vida. ¿Qué? ¿En unos diez… mil años?

Harry se mordió la lengua para no escupir veneno, pero no aseguraba que su paciencia fuera a durar mas. Terminó de limpiar sus gafas con la túnica y se las volvió a poner.

- Anda, vamos.

- ¡No! Yo no me muevo de aquí - se enfurruño el rubiecito -. Si de todas formas he de morir, no pienso dar un paso mas.

- Como quieras - concedió Harry, caminando hacia él y cogiéndolo de una mano.

Solo había una manera de tratar con un mocoso malcriado.

- ¡¿Qué…?! ¿Qué haces? - preguntó Draco, intrigado e indignado, cuando el moreno lo hizo poner bruscamente de pie.

- Si tu no te mueves yo te voy a mover.

Yantes de que pudiera chistar, Harry agachó su hombro a la altura del estómago del rubio y lo levantó sobre él con un poco de dificultad.

- ¡¡Pero ¿que coño te crees?!! - reclamó Draco golpeando la amplia espalda del otro y pataleando.

- ¿Podrías quedarte quieto? - exigió Harry, intentando ignorar los gritos del Slytherin que pesaba mas de lo que había creído.

- ¡¡Que me sueltes, pedazo de mierda!!

- Ya.

Harry hizo lo que el otro pidió y lo soltó. Malfoy cayó al suelo, levantando una nubecilla de arena con un Jummmp.

- ¡¡Ahhhh!! ¡Eres el idiota mas grande del mundo! ¿Ya te había dicho que te odio?

- Sip

- ¡Pues parece que no lo suficiente!

Harry rodó los ojos y continuó los pasos que faltaban para subir una alta duna y, una vez en la cima, divisó algo. Aunque bien podría tratarse de un espejismo, muy común en los desiertos… o cuando se tenía tanta hambre como él…

Debía asegurarse.

Se quitó las gafas empañadas por el sudor para limpiarlas una vez mas y se las volvió a poner otra vez limpias. En la cima de aquella duna, a la que había accedido por una suave pendiente, descubrió a poca distancia lo que bien podría ser un oasis en medio del desierto, que se extendía ante sus ojos como una laguna de palmerales y olivares.

Aunque Harry no recordaba que los oasis fueran tan extensos.

Aquel mas bien le parecía un Paraíso

“¡Gracias, Dios!”

Solo había un pequeñísimo problema, cosa de nada:

Para salvar la distancia entre sus pies y el oasis, primero tenía que bajar una pared, casi vertical, de arena, que se perdía de izquierda a derecha hasta donde el horizonte permitía ver.

Bien… De algo tendría que servir el rubio. Lo subiría hasta la cima, lo empujaría y si, solo si, este sobrevivía, Harry no buscaría otro camino.

El Gryffindor bajó la duna en dirección a Malfoy cuando lo escuchó quejarse.

- ¡No puede ser! - rugió Draco, sobándose un tobillo.

- ¡¿Qué es lo que no puede ser?! - se aventuró el muchacho, armándose de paciencia.

- Ah, nada… solo que me ¡lastimaste el puto tobillo!

Potter sintió ese familiar impulso salvajemente asesino apoderarse de él pero, haciendo uso de todo su autocontrol y raciocinio, decidió a tiempo descargar su frustración pateando la arena bajo sus pies.

“¡Maldita serpiente y maldita mi suerte!”

¡¿Acaso alguien lo había nombrado Primer ministro de Gafelandia y nadie se lo había informado?!

Karma o casualidad (en realidad Causalidad, aunque no descarto las otras posibilidades), la arena salió volando directamente a los grises ojos de Malfoy.

- ¡¡¡AAAHHHH!!!

- ¡Lo siento, Malfoy! - se disculpó el moreno, intentando acercarse al Slytherin, que se tallaba los ojos con desesperación.

- ¡Aléjate de mi! - masculló Draco, gimoteando y con sendas lágrimas escurriendo por sus mejillas. - Eres un PELIGRO, joder! ¡Deberías estar feliz: me estas matando por partes! En poco tiempo tendrás éxito…

- Malfoy… lamento… decirte que tu terapeuta mágico tiene razón: eres un paranoico con manía persecutoria y delirios de grandeza.

- Dijo el monomaníaco - masculló Malfoy, con cara de entierro.

Harry soltó una risita que intentó disimular con los labios cerrados. Por algún motivo la ira estaba desapareciendo completamente.

- Venga, te voy a ayudar…

- ¡¿Para que esta vez me tires de un desfiladero?! Ni lo sueñes, Potter.

- ¿Eres vidente y no me habías dicho?

- No me haces ni pizca de gracia.

Draco se cruzó de brazos y se volteó a mirar la interesantísima nada lejos de Harry Potter. Escuchó que este suspiraba de nuevo.

Que manía la suya,” pensó. Y de pronto se preguntó cuál sería esa manía por la que la Sabelotodo Granger le llamaba Monomaníaco. Aunque, claro, esa cara no ayudaba mucho. “Cualquiera podría confundirlo con un mono maníaco.”

Obvio, no lo iba a preguntar.

Y otra vez el moreno le cogió por la muñeca para levantarlo sin pizca de delicadeza, y lo subió a su hombro.

“¡¿Pero que se cree este imbécil?! ¡¿Qué soy su muñeca de trapo?!”

- ¡¡Oye!!

- ¡¡Cállate!!

- ¡Así, de buen modo, pues sí! ¿Qué te costaba ser un pringo educado… ? ¡¡Gilipollas!!

Potter lo ignoró. El estúpido Gryffindor ese subía la duna con el culo de Malfoy apuntando al cielo y, para mas INRI, empezaba a sudar.

¡Y él, jamás de los jamases, sudaba!

Draco no se podía quedar callado cuando la vida era tan injusta con él. Y aunque sospechaba (después de todo, quizá sí tenía algo de vidente) que el moreno le tiraría por la duna mas alta que encontrase…

- ¡¡Como me vuelvas a tirar, Harry Potter… !!

- ¿Qué? ¿Me vas a patear la nariz?

- ¡Sabes que eso te lo tenías bien merecido por meter las narices donde no te llaman!! - razonó el rubio, observando el trasero de Potter.

“Con ganas de darle otro remolón…

El elegido no solo sintió ganas de tirar a Malfoy por la pendiente mas alta del mundo, sino de patearlo hasta el cansancio, que en ese caso ya no sería mucho, pero se contuvo por una razón: sabía que el calor infernal no les dejaba pensar con claridad (como si se necesitaran mas de cincuenta grados para que Malfoy fuera odioso).

Ah, sí. Y dos: estaba demasiado débil como para obtener el resultado que quería y ese era que ni su madre, la señora Narcisa Malfoy, lo pudiera reconocer.

Con las piernas hundiéndose hasta media rabadilla, Harry logró llegar a la cima, jadeante y sudoroso. Dejó caer al rubio, esta vez con mas suavidad, que a cada paso le pesaba cien kilos mas, y recargó sus manos en sus rodillas, intentando recobrar el aliento.

- ¿Mi… miras eso que yo miro? - preguntó Harry, enderezándose con dificultad.

Draco miró al moreno con desden, de arriba abajo y desvió su gris mirar hacia donde el Gryffindor le indicaba.

Y Harry volvió a ser testigo de uno de los muchos cambios en la personalidad del Slytherin, cuando apareció en su rostro una sonrisa radiante que se dibujó tanto en sus ojos rojos, como en sus carnosos labios, y de las lágrimas que humedecieron sus ojos al final.

Con infinita emoción, el rubio menor se volvió a Potter y le cogió el rostro con ambas manos.

- ¡Por Salazar Slytherin, Potter: Estamos salvados!! - exclamó acercando su rostro al del otro y plantándole un rudo y fugaz beso en los labios.

En cuanto se dio cuenta de lo que acababa de hacer desdibujó su sonrisa, soltó al moreno y se limpió los labios con vehemencia.

Harry, por su parte, frunció el ceño y se alejó un paso de él.

- Sí, veras… - dijo sin perder de vista a Draco. Nunca se sabía cuando al rubio se le ocurriría besarlo de nuevo. Y Harry esperaba no estar ahí cuando eso pasara. - Solo tenemos que bajar…

- ¿Te han dicho que tienes un gusto tan dulce como la bilis? - interrumpió Malfoy, observando hacia bajo.

Harry puso los ojos en blanco y muy delicadamente empujó al Slytherin, quien de inmediato soltó un gritito poco decoroso que juraba venganza contra “El Estúpido Gryffindor Hijo de Puta,” y enseguida se dejó caer él.

De inmediato la fuerza centrífuga hizo de las suyas y Draco tuvo que lidiar con la molesta túnica que insistía en golpearle el rostro y revelarle al mundo sus desnudas piernas sin siquiera pedir permiso. Su espalda encontró respaldo sobre la arena que, a varios metros de su caída, formaba una casi imperceptible pendiente, pero lo suficientemente pronunciada como para hacerle deslizar en vez de caer.

A un escaso metro de distancia sobre él, el menudo paleto aquel, bajaba como si de un paseo por Hogsmeade se tratara. Lo peor de todo era que Draco sospechaba (definitivamente Draco tiene el don de la videncia) que le iba a caer encima. Y con un nuevo “Juuummmp” y una nubecilla de arena, el trasero de Malfoy chocó contra el suelo, deslizándose hasta quedar acostado.

Gracias a la fuerza de gravedad (y a esta autora) Harry no tardó en caer… sí, sobre el rubio, causando que a ambos se les escapara el aire por el fuerte golpe entre sus cuerpos, ahora cara a cara.

- ¡POTTER… ! - musitó Draco con la voz quebrada y los ojos fuertemente cerrados.

- ¿Qué? - preguntó este, intentando tomar aire.

- ¡¡¡Te. Odio!!!

 

Notas finales:

Bien, hasta aqui he llegado la primera vez, espero que ahora sea diferente y pueda llegar hasta el final.

Muchas gracias por leer.

Besos.


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