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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Quinto, quinto, quinto!!! Bien, este cap va con  mucho cariño para esas hermosas personitas que me han dejado un rr y me han agregado a sus favoritos (el sueño de todo escritor, supongo). Ah, por cierto, unos capitulos mas y la historia volvera a ser tan seria como en el primer capitulo XD. palabra de autora.

Os quiero.

- ¿Ginny? Pero ¿Qué…? ¿Cómo…? ¿Cuándo…?

Delante de Harry Potter había una muchacha bañada en la luz del sol: sus cabellos rojizos cayendo en largos tirabuzones, cubriendo sus pechos desnudos, apenas pronunciados, de piel blanca; sus ojos de un bello color caramelo quemado miraban con inquietud a los dos jóvenes y… vale, realmente no estaba en pelotas, sino que llevaba una muy escasa vestimenta de hojas de parra estratégicamente situadas en sus partes nobles.

Cuando el Gryffindor la observó más de cerca, notó que aquella preciosa muchacha tenía gran parecido con la menor de los Weasley, pero no era ella.

Lo cual era un alivio para Potter, por que no tenía idea de cómo confesarle a la verdadera Ginny que había besado a un tío. Y no cualquier tío (aunque, pensándolo bien, fue el rubio quien se le lanzó encima), sino que a un Malfoy. Y que no estaba completamente seguro de que si el rubio lo besaba de nuevo, él no lo dejaría ser. Lo sentía, pero no podía prometerlo por mucho que le doliera.

- Soy Eva - declaró la tía en casi pelotas - ¿Vosotros quién coño sois?

- ¡Estáis de cachondeo! - dijo el rubiecito, mirando de la pelirroja a Potter, como si los odiara a ambos. Hasta entonces seguía torpemente envuelto en su túnica, dejando bastante piel a la vista. - ¿Podríais cerrar los ojos?

- Malfoy, la muchacha no está en pelotas.

- ¿A quién coño le importa ella? Lo digo por mi.

Moreno y pelirroja reviraron los ojos y le dieron la espalda al rubito tiquismiquis, cruzados de brazos, gesto que no paso desapercibido para el Slytherin.

- Así que… ¿eres de por aquí? - preguntó el de gafas, moviendo rítmicamente su pie izquierdo contra el suelo.

- Sí, justamente de ahí, donde estás parado.

- Oh, ya veo…

- ¡No, no veas!

-¡No hablo contigo, Malfoy!

-¡Ya lo sabía!

- ya… Y te llamas Eva.

- Sí.

- Hecho - dijo Draco, cojeando hasta ellos con dificultad, completamente vestido y con los brazos en jarras.- ¡¿Alguien podría explicarme que dementores pasa aquí?! - preguntó mirando insistentemente a Harry.

- ¡Tengo la misma puta idea que tú! - gruñó.

- ¡Pues no lo parece! - rebatió Malfoy, picando con su dedo el brazo de la pelirroja. - ¿Me puedes explicar que hace aquí tu noviecita santa?

La muchacha, que no se iba aquedar atrás, imitó al rubio, picando con mas fuerza el brazo de este.

- ¡No me toques! - exclamó Draco, volviendo a picar a Eva.

-¡Pues tú no me toques a mi! - se defendió, picándolo otra vez.

- ¡Vasta con eso! - rugió Harry, cogiendo en cada una de sus manos, la mano con que se lastimaban uno al otro. - Para empezar, ella no es Ginny, ya lo has oído - se dirigió a Draco, con sus verdes ojos centellando. - Y seguido… (y Harry no entendía por qué la necesidad de aclararle ese punto al Slytherin) Ginny Weasley tampoco es mi novia… Gracias. Voy a soltaros y confío en que os quedareis en paz el uno con el otro… Bien - se volteó hacia Eva, ignorando al rubio que se había cruzado de brazos y en una pose muy chula y miraba hacia algún punto inconcreto, murmurando algo como “ ¡Ja, como si a mi me importara de algo que la comadrejita fuera su novia, ja. Ya no hay respeto por la gente de bien en este mundo…! - ¿Eva? Podrías explicarme dónde y cuándo estamos?

- Nada de eso. ¡¿Quién coño sois?!

- Si te sirve de algo - interrumpió Draco cualquier cosa que fuera a decir Harry -: Yo soy Draco Malfoy y él es Harry Popotter…

- ¡Potter! - corrigió el Gryffindor, dedicando una mirada feroz al Slytherin. - Pero puedes llamarme Harry.

- Pues a mi puedes llamarme Señor Malfoy o Su Majestad.

Harry rió por lo bajo y la muchacha elevó una ceja, muy al estilo Malfoy. Luego sacudió la cabeza como si quisiera sacarse de la mente cualquier estupidez que le recordara el rubio aquel.

- Pues, nada, que os habéis comido las manzanas y “ahora” - enfatizó - pasivamente moriréis.

- Por que tú lo digas - dijo Malfoy, con un gesto que a Potter le pareció de elegante frialdad - : Yo creo que estás mema.

La pelirroja le ignoró. Se paró a unos centímetros del moreno y, con la curiosidad de una niña de tres años, revisó los ojos de este.

- No estoy eso que tú dices - aseguró la tía, levantando el parpado derecho de Potter - “El” lo ha dicho y yo le creo.

- ¿”El”? - quiso saber Draco, mirando con recelo a la tía que, ahora, revisaba el ojo izquierdo de Harry.- ¿Quién es “El”?

- El Altísimo - dijo Eva con displicencia, ahora abriendo la boca al moreno.

El rubio miró en todas direcciones, con los ojos muy abiertos, y se acercó al Gryffindor.

- ¿Te refieres a que hay gigantes por los alrededores - preguntó Malfoy, en un susurro trémulo - y que son sus manzanas y se encabronaran por que nos las hemos cargado?

- Así es - dijo Eva, alegremente -. ¿Cuántas os habéis cargado? - preguntó, haciendo que Harry abriera la boca lo suficiente como para verle el esfínter.

- ¡Yo no me he comido nada, ha sido él…! - dijo Draco, pateando disimuladamente los corazones de las manzanas que había ingerido, mientras apuntaba al Gryffindor. - Vale, no me miréis así - dijo, revirando los ojos. - Me he comido una, pero él me ha obligado.

- ‘Ie’icas. - balbuceó Harry, aun con la boca abierta y una Eva colándose en su interior.

- ¡Atrévete a …!

- ¿Re’etirlo? ¡’Ie’icas!

- ¡Hey, hey! No me obliguéis a morderos - amenazó la pelirroja, mostrando sus perfectos dientes, en una traumatizante sonrisa… o algo parecido -. Contestad la pregunta.

- Sí, esto… - Potter, ahora libre de las pequeñas manos de la muchacha que no era Ginny, examinó el suelo con rapidez e hizo un calculo mental - yo creo que unas diez cada uno.

- “Yo creo que”… habla por ti, Potter.

Eva, con un gesto de asombro, volvió a acercarse al moreno para llevar su oreja al pecho del Gryffindor y escuchar su corazón.

- ¡Oye! - gruñó el rubio a la muchacha, al instante. - ¿No te han enseñado nada sobre respetar el espacio personal?

Y el moreno iba a poner cara de “mira quién lo dice” pero a fin de cuentas decidió mirar hacia otro lado.

- ¡No entiendo! - exclamó Eva, con tono decepcionado. - Deberíais haber muerto… - Repentinamente sus ojos claros se toparon con el Slytherin y sus labios se abrieron en un ¡Oh! - Ya está. Ha iniciado.

- ¿Qué ha iniciado? - quiso saber Draco, alternando su mirada de Eva a Potter. - ¿Qué pasa?

- La descomposición - explicó la tía, pacientemente -. Lo sé por que lo he visto antes - aseguró acariciando la mejilla de Malfoy -: la carne se pudre y huelen mal.

Harry se metió el puño a la boca para no reír de la expresión salvaje de Draco y se interpuso entre ambos antes de que el rubio se le lanzara encima a Eva.

Y dudaba en serio de que fuera para besarla.

- Esto… de hecho, eso fue mi culpa.

- ¡¡Claro que fue tu culpa, capullo descerebrado!! - rugió Malfoy, que había vuelto a híper ventilar y tiritaba de rabia. - ¡¡Te puedo jurar que no tiene nada que ver con las manzanas!!

- Pero, es que “El” lo ha dicho: “Eva, si comes de ese árbol pasivamente morirás.”

- Venga - aulló Malfoy, dándose una leche en la frente - : quizá sea que solo estás mema.

La muchacha negó vehementemente.

A Harry ya le volvía el dolor de cabeza.

Draco resopló cansado de aquella pelirroja.

Le iba a demostrar de una vez por todas, que nadie iba a “morir” por comer una manzana.

Dio media vuelta y se dirigió al manzano, cojeando aun. ¿Qué importaba un poco de dolor? Lo importante era demostrarle a Potter que la pelirroja se equivocaba de todas, todas. Buscó en el suelo alguna manzana que hubiera sobrevivido al apetito voraz de Potter y la cogió.

Eva contemplaba a Potter como si no hubiera algo mas lindo de admirar en el mundo, que aquel que tenía por un lado. En cambio, Potter tenía toda su atención en el rubio. Reconocía aquel gesto en los labios de Malfoy: uno que conocía perfectamente de los Gemelos Weasley. Solían utilizarlo tras hacer alguna broma, de esas de las que, a la persona a quien la hacían, lo menos que haría, sería reírse.

Potter aun tenía muy presente (¡y como olvidarlo?) todas las graciozadas que habían hecho al profesor Severus Snape antes de su apoteósica huida de Hogwarts, el curso pasado.

Como la vez que esperaron a que entrara al baño para cubrir el piso frente a la puerta con aceite de cocina, y mandaron al Poltergeist del colegio, Peeves, a que gritara que había mortífagos en el colegio. Severus Snape salió a todo gas, aun subiéndose los calzoncillos con una mano, y con la otra sosteniendo su varita, lista para atacar… Y al primer paso fuera voló literalmente por los aires, mostrando sus calzoncillos verdes de corazones plateados con la leyenda “Yo ♥ Slytherin.”

Harry no logró dormir esa noche, pues tenía ataques de risa cada diez segundos.

Y ni hablar de la vez que Peeves volvió a avisarle al profesor, pero esta vez “había” mortífagos en la torre de Astronomía. Apenas entrar sus pies fueron atrapados por una soga mágica amarrada a la cola de una escoba que salió volando por el alfeizar… Momentos después Snape salió del Bosque Prohibido cubierto de Acromántulas, y sacándose una rama del trasero.

¡Oh, sí! Y la vez que hicieron una apuesta de quién llegaría primero al suelo desde la torre de Astronomía: Snape o la armadura dorada que custodiaba el paso a los subterráneos. Pues nada, que ganó Fred, quien apostó al profesor de Pociones, ya que la armadura regresó automáticamente a su lugar antes de tocar el suelo. George alegó que eso fue trampa pero Fred no le devolvió sus calcetines de la suerte.

Harry se preguntaba cómo era que Severus Snape seguía cayendo con lo de los Mortífagos…

“Que días aquellos”

El rubio se acercó a ambos, con la manzana en la mano y se dirigió a Eva.

- Muérdela - pidió, depositándola en la pequeña mano de la muchacha, pero al instante, como si le quemara, esta la soltó y se abrazó a Potter.

- Malfoy ¿Qué…?

El rubio le indicó al Gruffindor con la mirada que se callara y se agachó a por la manzana, la cogió y la limpió repetidas veces.

- Si la muerdes no va a pasar nada - dijo el rubio, volviendo a ofrecerla - ¡Pero si no la muerdes, puedo jurar sobre tu tumba que Morirás de la forma mas dolorosa que se me pueda ocurrir! ¡¡Así que muerde de una puta vez!!

La muchacha se aferró a Potter, encogida y temerosa.

El Gryffindor sintió que su cabeza estaba a punto de estallarle.

- Ya está. Tú la sujetas - dijo Draco, con un gesto amenazador - y yo la mato.

- Harry, Maltrecho me asusta - dijo Eva, escondiéndose tras Potter.

- Espera - pidió Malfoy - :¿Por Maltrecho te refieres a mi?

- Pues así te llamas, ¿no? - dijo ella, sin amedrentarse - ¿O era Malandrín? ¿Malévolo? No lo recuerdo. Eres taaaaaan raro…

- Rara te voy a dejar la nariz cuando termine contigo - aseguró el Slytherin, dispuesto a cumplir promesas, pero Harry se interpuso entre los dos.

-¡Valevalevale! Será mejor que os comportéis.

Pero Draco le ignoró. El hecho de que la pequeña pelirroja gilipollas abrazara así como así a Potter… No era que tuviera nada que ver, pero no ayudaba a calmar sus ánimos.

- Escucha, Huérfana de padre y madre…

- ¡No me jodas, Mameluco!

- ¡Malfoy! ¡Soy Malfoy!

- ¡Tenéis que ser tan puñeteramente tercos ¿cierto?! - preguntó Harry, arrebatando la manzana de manos del rubio. - Tú: no insultes a sus padres - se dirigió a este, que soltó un bufido -. Y tú: no te vas a morir por morderla ¿vale?

- A ti si te creo, Harry - dijo Eva, abriéndole la boca, insinuantemente.

El monomaníaco tardó unos segundos en darse cuenta de lo que quería la pelirroja.

Observó furtivamente a todos lados, pero nadie tenía la intención de ayudarle. Quizá tenía que ver el hecho de que solo estaba Draco ahí, con él.

Malfoy contuvo las bascas como pudo. ¡¡Esa pelirroja sí que era una… !! Draco ni siquiera tenía una palabra lo suficientemente descriptiva para ella. Y ahí va el estúpido Gryffindor a darle en la boca.

- Vale, no ha pasado na…

- ¡¡¡Por el fruto prohibido, Eva!!! - chilló una masculina voz a la distancia. - ¿Qué has hecho?

De pronto Eva tosía como si estuviera poseída por el muñeco diabólico y manoteaba desesperada. Malfpy no tardó en darse cuenta de que se estaba ahogando con el pedazo de manzana atorado en la garganta y muy solicito, se apresuró a darle de leches en la espalda, pero como todo apuntaba a que primero le sacaría los pulmones, Harry hizo a un lado al Slytherin y le abrazó por la espalda.

Por suerte el moreno había aprendido la maniobra de Heimlich, de ver a la tía Petunia utilizarla para sacar algún pedazo de carne que se le hubiera atorado a un muy azulado Dudley.

Potter envolvió con sus brazos a la muchacha, que hacía ruiditos roncos, y presiono sus pechos hasta que el pedazo de manzana salió disparado por su boca… y cayó sobre los rubios cabellos de la serpiente.

- ¡Lo habéis hecho a propósito! - reclamó Draco, manoteando hasta quitarse la porquería esa de la cabeza.

Moreno y pelirroja le miraron de mala leche, pero de inmediato los acaramelados ojos de ella se dirigieron a un punto mas allá de la comprensión de ambos.

Hacia un hombre de piel oscura y cabellos afro, que llevaba la vestimenta de moda regional: hoja de parra unisex y unitalla, al módico precio de cogerla con la mano.

Sus ojos, negros como un pozo, pasaron de la pelirroja a los extraños y, enseguida, al lugar del crimen, donde estaban los cadáveres de las manzanas.

Draco balbuceó un “Esto tiene que ser una horrible pesadilla” mientras Harry se había quedado con la boca abierta, hasta que se obligó a reaccionar.

- ¿Dean? - preguntó Potter, con un gesto que tenía pinta de que algo le dolía mucho.

- Soy Adán - aseguró el tío. Malfoy escupió una risita nerviosa y el moreno presintió que estaba a punto de echarse a llorar.- ¿Quién sois?

Sí, Malfoy estaba por llorar.

Aunque, si alguien preguntaba, el juraría que era por su alergia a las pavadas y a Potter, que si lo pensaba bien, entraban en la misma rama.

- Esto… él es Harry - presentó Eva, señalando al aludido. - y este… - dijo con desden - es Murciélago o algo así. Es taaaaaaan raro.

Draco apretó los puños con fuerza, Esa se la iba a pagar la estúpida comadrejita y el estúpido Gryffindor por tenerla a un lado y no patearla.

- Y ¿estáis aquí para tentar a mi costilla… es decir, a mi mujer?- inquirió el afro, con una mirada feroz que pasaba de uno a otro.

- Quizá él - dijo Malfoy, empujando al moreno frente a si -: estaba viendo sus tetinas.

- ¡Claro que no… es cierto! - rebatió Harry, tragando duro.

Aquel Dean que no era Dean sino Adán, estaba una cabeza y media mas grande que Potter y tenía los músculos mas grandes que hubiera visto tan cerca de él, en su vida. - ¡Prometo que yo no he tentado nunca a tu mujer! Mis manos han estado siempre muy lejos de ella y sus pechos… ecepto hace un momento. ¡Pero solo ha sido para salvarle la vida!

Y mientras la integridad física del moreno pendía de un cabello afro, el rubio intentaba recordar si últimamente había ingerido alguna poción para dormir que pudiera haber estado caduca o si había algún elfo en las cocinas que lo odiara… Todos, así que por ese lado no había problema. Mierda. Si alguno quisiera matarle, hacía mucho que estaría bajo tierra. Vale, al menos disfrutaría del espectáculo, ya que no podía hacer nada; el moreno, que juraba una y otra vez que Malfoy estaba pachucho, era levantado del cuello de su túnica, varios centímetros del suelo, por las fuertes manos de Adán, que juraba una y otra vez que lo mataría.

Bueno, se lo tenía bien merecido por intentar verle las tetinas a Eva.

“Requiescat in pace, Potter,”pensó Draco, pero no contaba con cierta pelirroja Muy Cabreada que se interpuso entre los dos.

- ¡Déjalo!- exigió Eva.

- ¡No metas tus narices donde no te llaman!

Draco solo alcanzó a ver un manchón informe que a todas luces era la huérfana de padre y madre, quien se había lanzado contra el afro, hasta que los distinguió en el suelo: la pequeña pelirroja arrancando mechones de cabellos rizados e intentando hundir sus pulgares en los ojos de Adán; Harry Potter intentando quitársela de encima al pobre tío, que se arrastraba por el suelo, intentando huir…

Harry resopló.

Se daba por vencido.

Era asombrosa la forma en que esa muchacha tan delicada, pequeña y linda hacía pedazos a un tío como aquel en tan poco tiempo. Definitivamente ahí había mas que parecido físico entre las dos pelirrojas.

- ¡¡Potter ¿Qué pasa?!! - gritó Draco.

- ¡¡¿Qué pasa de qué?!!- también gritó Harry.

Y ¿Por qué gritaban?

Ya. Quizá tuviera que ver la estruendosa tormenta que, como si el fin del mundo abriera sus puertas, transformó el azul cielo en negro cielo y un terrible ventarrón azotó con frialdad el pequeño paraiso. El cielo, que tenía pinta de estar a punto de caerse, retumbo haciendo temblar la tierra y Draco Malfoyse arrojó a lo brazos de Potter.

- ¡¡¡¡Harry, vamos a morir!!!!

- ¡¡¿Qué?!!! ¡¡No… espero que no!! - gritó “Harry” sintiéndose como en uno de esos aparatos que utiliza la NASA para asegurarse de que sus astronautas resistirán la fuerza centrífuga. - ¡¡Creo que alguien esta muy enfadado allá arriba!!… - De pronto Potter se sentía muy cansado. “OH.” - ¡¡Esto… Malfoy, no es que me queje, sabes que eres mi rubio favorito, pero ¿podrías bajarte?!!

El ludido, que hasta entonces estaba de lo mas cómodo en los brazos del Gryffindor, arrugó la nariz levemente sonrojado al percatarse de donde estaba.

- ¡¡Primero me besas dos veces - dijo el rubio al tiempo que bajaba sus piernas de los brazos del moreno -, luego tratas de violarme y ahora resulta que no me quieres ni tocar… ¿Quién es el miedicas?

- ¿ALGUIEN PODRIA DECIRME QUE HA PASADO AQUÍ?- se escuchó como un trueno parlante.

- ¡¡Creo que…!! - Harry se interrumpió cuando se topó con los ojos grises de Malfoy, muy, demasiado, cerca de los suyos. Pero antes de pedirle de nuevo que se bajara de sus brazos, decidió ignorarle un momento y continuar - ¡¡Creo que es el altísimo del que hablaba Ginny… Eva. Es tan grande que no alcanzo ni a ver sus pies!!

“Upppssss”

Y hablando de ella…

El Slytherin la buscó con la mirada. Primero se topó con Adán, quien se había acurrucado debajo del manzano y se mecía frenéticamente, abrazando sus rodillas, con los ojos enajenados… y de pie, a su lado. Eva, ahora tan blanca como una hoja de papel, temblaba muy asustada, mirando hacia el cielo.

- ¡PERO… OH, POR MI SAGRADA DIVINIDAD! QUIEN NARICES SE HA COMIDO MIS MANZANAS?

La serpiente, sin pensárselo dos veces, apuntó a Eva…

Notas finales:

Gracias por vuestro apoyo, no tengo con que pagarlo.


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