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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!!!! Este capitulo va dedicado a todas esas personitas que quieren ver a Ginny - Eva bien lejos de Harry y Draco. (Creo que alguien se a emocionado escribiendo esto. Alguien quería mucho romance y besos, no me culpéis, yo obedezco). Si os parece muy cursi, hacedmelo saber y no volvera a pasar. X♥

BESOS.

- ¿Eme? - preguntó Harry Potter, con una sonrisa radiante.

Draco Malfoy rodó los ojos.

- La muy mema no puede pronunciar “Mal-foy” como Dios manda. La única neurona que tiene no le ha de dar para tanto.

Harry sonrió, asintiendo con suavidad.

Se habían alejado lo suficiente de la Zona del Desastre Accidental pero no habían salido de la ciudad, ya que Harry supuso y Draco estuvo de acuerdo ( Eva estaba de acuerdo con cualquier cosa que este dijera ), que era mejor no largarse de ahí con la noche tan próxima. “Ser sorprendidos en pleno desierto por la noche es algo que no de le deseo ni a Snape,” aseguró el moreno. Y Eva estuvo de acuerdo… aunque no sabía quién era Snake.

Habían intentado que aquel armatoste del demonio girara una vez más, pero el muy gilipollas se rehusaba. Así que ahora descansaban a la sombra de dos palmeras, a orillas del río, mientras la pelirroja de Eva intentaba coger un papagallo de su parvada, que revoloteaba de un lado a otro, conforme la muchacha se le acercaba.

El moreno la contempló: aquella túnica (que Malfoy juraba y perjuraba era la única que habían podido conseguir, pero que Harry no estaba muy seguro), le arrastraba, ya que era diez tallas más grande, pero le daba un aspecto tierno y dulce y se había echo un tocado con flores amarillas que caían dócilmente por su frente.

- ¿Crees que las manzanas estuvieran envenenadas o algo así? - preguntó Potter a Draco, solo por que sí. Por algún indescifrable motivo, últimamente le desagradaba la conjugación Malfoy-Silencio. -Es decir, estaban prohibidas por algo. Además, he sabido de una tía que ha muerto por morder una.

- Vale - dijo el rubio, encogiendo los hombros, un gesto que, por lo que fuera, ya extrañaba Harry. - Y me dirás que vivía con ocho duendes.

- En realidad solo eran siete enanos… pero volviendo a lo importante… me he dado cuenta de que las manzanas son peligrosas.

- Pero tengo entendido que tienen vitaminas.

Potter resopló.

- Pues digas lo que digas, a mi nadie me quitará de la cabeza que esas cosas son peligrosas. Definitivamente, desde hoy, dejarán de estar en mi lista de alimentos saludables.

Draco, muy a su pesar, rió de buena gana y Harry se vio contagiado por el gesto.

Malfoy hizo una exhalación.

Había olvidado desde cuándo reía con Potter en lugar de hacerlo de él.

Contempló el paisaje con cansancio: el sol brillaba, radiante aún, a pesar de que se admiraba bastante cerca de donde muere el horizonte; el cielo tenía el color de un zafiro en un extremo, y en el otro, el más alejado de la estrella diurna, se tornaba índigo; una suave brisa fresca soplaba desde el poniente, esparciendo un aroma a flores que el rubio no sabía de dónde provenía; frente a él, el río, con su largo puente uniendo la ciudad antigua a una más nueva, con pequeñas embarcaciones moviéndose perezosamente por su superficie acuosa; inmediatamente, la pelirroja estaba aferrada a coger un ave de la parvada que nadara pacíficamente a orillas del río antes de su llegada, y más allá el gran muro que ocultaba la metrópoli de sus ojos; a su derecha, Harry Potter le contemplaba silentemente.

No pudo evitar un ligero sobresalto al descubrir aquellos ojos verdes puestos en su persona, al parecer, con mucho interés. Esos ojos verdes que de una forma u otra siempre captaron su atención. Los mismos que ahora ocasionaban que su corazón sufriera de un desequilibrio pasmoso y que un extraño estremecimiento le recorriera de pies a cabeza.

¡¿Por qué cojones le ponía tan nervioso la mirada insignificante de Potter?!

Maldición.

- ¿Y a ti qué te pica? - preguntó incomodo con esas absurdas sensaciones.

Harry sonrió para si mismo y apartó su mirada hacia la pelirroja, quien había conseguido tres plumas de la cola de una de aquellas avechuchas.

- Me pica la curiosidad - balbuceó por fin.

Draco arrugó la nariz.

- Pues ami me pica la arena - dijo, rascándose un costado. - Necesito un buen baño.

El Gryffindor volvió a reír y el Slytherin bufó. Estaba echo polvo gracias a la loca carrera que había echo para salvar la vida. Estaba hambriento, sucio, somnoliento y extrañaba a Pansy, a sus amigos en Hogwarts, a sus padres… pero sobre todo a su madre. Extrañaba a Narcisa contándole una vez más su cuento favorito; extrañaba la voz de su madre, dulce siempre, tan suave y sutil que podía convertir un cuento de terror en un poema de amor.

De haber estado solo, Malfoy habría sollozado. Deseaba que su madre pudiera hacer eso con su vida: cambiar ese cuento de horror en que se habían convertido sus vidas desde el regreso del Señor Tenebroso, por un final feliz.

- Esto, Ginny… Eva -dijo Harry, arrastrando la atención de Draco hacia sí. - ¿Cómo es que no tienes padres?

La aludida dejó de perseguir al ave y se volvió al moreno, con una sonrisa coqueta.

El rubio se cruzó de brazos y frunció el ceño. ¿Qué mierda le importaba a Potter la vida de la tía aquella?

- Pues nada, que el Altísimo me ha creado de una costilla de Adán, quien, por cierto, aseguraba que podía tener tantas evas como costillas tuviera. Si es así, imagino que a esta hora ya tendrá otra mujer a su lado, y por el bien de la pobrecilla, espero que no le nombrara Eva. El tío tiene una especie de manía con el nombre. Y ¿vosotros tenéis padres?

Draco y Harry se miraron uno al otro con mutismo. El rubio notó que la quijada de Potter se tensaba y por primera vez en su vida le dolió el pasado de Harry Potter. Antes de que pudiera levantarse a aporrear a la pelirroja, el moreno contestó.

- Un día tuve - dijo con una sonrisa nada sincera.

Draco sintió el impulso de cogerle la mano y asegurarle que todo estaba bien… Y aunque nada estaba bien, llevó su mano a la de Harry y la apretó gentilmente.

- Tengo entendido - comentó el Slytherin, alejando su mano de la del sorprendido y agradecido muchacho que tenía a su lado - que tu madre era una mujer muy hermosa.

Durante un momento Potter no supo que contestar. Por supuesto que su madre fue la mujer más bella concebida en la tierra, pero el hecho de que Draco Malfoy lo reconociera… Le hizo sentir que se había tragado el sol entero y que ahora resplandecía radiante en su pecho.

- Sssí - balbuceó al fin, dedicándole una fervorosa sonrisa al rubio. - Lo era…

- Y ¿Cuál era su nombre? - preguntó Eva, acercándose unos pasos a ellos y Draco sintió que trataba de hacerse con la atención de Harry.

- Lily - dijo Harry en un susurro reverente.

- Lilith -repitió la muchacha, con la vista en el cielo, como si intentara descifrar uno de los grandes misterios del universo. - ¡Me gusta Lilith! De ahora en adelante me llamaré así en honor a tu madre. - anunció la muchacha, feliz de la vida.

Harry y Draco se miraron de nuevo y ambos rieron por la ocurrencia. Malfoy llegó a la conclusión de que no estaba mema, quizá idiota y sorda, pero no mema.

- Ey, Potter: ¿Qué crees que salga de un estribo?

Harry lo pensó un momento. Estribo… ese se lo sabía. Estribo, estribo… Ah, ya. Estribo.

- ¿El hueso del oído? - Draco asintió. - ¿quizá un Flitwick?

Ambos rieron a carcajadas y por algún motivo Draco se sintió bien por que la pelirroja quedara fuera de la conversación…

- ¿Qué es un Fliki… tiqui?

Malfoy paró de reír al instante, para soplar hacia arriba, donde un mechón de su rubio cabello había decidido balancearse frente a sus ojos.

Potter volvió a reír por la inocente pregunta, y los ojos brillantes, aún infantiles, de “Lilith.”

Viéndola así se sentía un pederasta.

“¡Por Merlín! Es una cría… En cambio Malfoy es de mi edad.”

- Es una especie rara de Magus-pequeñus-gruñonis que está en peligro de…

“¡¿Y qué coño tiene que ver la edad de Malfoy?!”

-¿En peligro de qué? - insistió la pelirroja.

- ¿Cuál peligro de qué? - inquirió Harry, confundido.

- Has dicho que está en peligro de.

- ¿Quién?

- La cosa esa.

Harry frunció el ceño. De verdad él no entendía a las mujeres. Como a Cho Chang. Nunca entendió que se pusiera de las lágrimas cada que él intentaba besarla decentemente.

“En cambio Malfoy…”

Escuchó que el rubio a su lado intentaba disimular una risita sardónica y lo descubrió realmente radiante, burlándose de la tía esa que estaba mosqueada en serio.

Se preguntó lo que aquella cabecita rubia podía estar maquinando. Y tratándose de Malfoy, muchas cosas se le venían a la mente. Cada una peor que la anterior.

“Piensa mal y acertarás.”

Eso decía su castaña amiga. Y, joder, que también por eso le había soltado su “Vale, Harry. Te estás volviendo monomaníaco. Deja en paz a Malfoy y ponte a hacer algo mejor con tu tiempo que estar achacándole cosas malas al tío. Y no es que no lo crea capaz, sino que te va a hacer daño obsesionarte con él… más… de lo que ya estás.”

Y todo por que les había asegurado a ella y su novio que Draco Malfoy era un Mortífago y que planeaba algo muuuuy malo. Y ya puestos en el asunto, también recordaba a Ron diciéndole a Hermy “Vabos, He’nione - lo que, traducido a un español decente significaría ‘Vamos, Hermione.’ Pero el pelirrojo estaba con un gran pedazo de pollo en la boca, a la hora de la cena y Harry estaba viendo al rubio para encontrar cualquier actitud sospechosa que lo delatara como Mortífago. - De’alo E’pas. - y continuó después de darse tremendos golpes en el pecho. - Sí él quiere obsesionarse con algo, pues muy su culo.”

Vaya, que memoria la suya. Si así fuera para recordar Historia de la magia… no se hubiera sacado esa D de Desastroso. Por supuesto, toda la culpa de esa D la tenía Voldemort por ocasionarle un desmayo en medio del examen…

Harry regresó su mirada a Lilith y la descubrió blanca de aves que se habían parado en cualquier parte de su anatomía . El moreno sonrió y golpeó con su codo ligeramente el costado del Slytherin, que se contemplaba las uñas. Malfoy le miró de mala leche y este le hizo un gesto con la cabeza para que mirara lo mismo que él. De pronto algo brincó sobre la cabeza de Harry, una bola peluda y café que corría en cuatro patas a toda leche en dirección a la pelirroja, asustando todas las aves de un solo tirón. El animalillo saltó directo a sus brazos y la muchacha lo recibió, asustada al principio.

- Mira - dijo Malfoy, ahora codeando él a Harry -. La comadrejita ha tenido bebe.

En ese momento una sombra les pasó por encima y ambos muchachos llevaron sus ojos al cielo, en busca de la causa. Apenas descubrirla, Harry supo lo que estaba por pasar.

- ¡¡Ginny… Eva… Lilith o quien seas!! - gritó, poniéndose de pie ipso facto. - ¡Suelta ese animal yayaya!

Demasiado tarde.

El enorme hipogrifo de color azafrán se lanzó en picada como un rayo y tan rápido como bajó, subió con su presa entre sus garras. El moreno se arrojó al aire, intentando alcanzar alguna parte de la tía “quien seas” que gritaba como loca, batiéndose como un pez fuera del agua, pero sus manos no alcanzaron a aferrarse a su túnica. Cayó de bruces al suelo, en medio del revuelo de las aves, que se habían elevado en vuelo, mientras la pelirroja llamaba afónica a Harry.

El Hipogrifo azafrán se alejó del moreno, batiendo sus grandes alas con majestuosidad, y de pronto la visión del Gryffindor fue obstaculizada por una mano.

Malfoy le extendía su mano, invitándole a usarla para ponerse de pie, cosa que el monomaníaco no rehusó.

- ¡Qué… desgracia! - dijo el rubio, halando a Potter, para ponerlo de pie.

- Malfoy…

- ¡¿Qué?! - se defendió Draco, arqueando una ceja. - El hecho de que me veas sonriendo no significa que por dentro no este llorando. Además, no es como si la fuera a devorar ese pollo - explicó mirando a la distancia, donde el hipogrifo azafrán se volvía un punto oscuro en el cielo, y con un gesto radiante agregó: - En cuanto el pájaro gigante se dé cuenta de lo que lleva, la arrojará a algún volcán o basurero… imagino que lo que encuentre primero - y luego cruzó los dedos y balbuceó “que sea el volcán, por favor, que sea el volcán.” Potter, a pesar de la situación, se echó a reír agitadamente… hasta que se dio cuenta de que su mano seguía apañada a la de Malfoy, de lo cual, el otro se dio cuenta al mismo tiempo.

- Eeee…. Esto - dijo el Gryffindor, apartando lentamente su mano de la del Slytherin, un poco abochornado. - Creo que debemos ir a por ella.

El rubio mas rubio de Babilonia suspiró distraídamente.

- Ir o no ir… he ahí el di… Vale, vale. Pero no pongas los ojos en blanco por que me excitas. Estás advertido. Ah, otra cosa: no pienso recorrer la distancia hasta donde esté la huérfana a pie.

- No será necesario - dijo Harry, mirando al rubio de hito en hito, preguntándose si había oído mal a la serpiente -. Fuera de los muros hay una parvada de hipogrifos, y antes de que me reclames cualquier cosa, la vi cuando estaba sobre la torre y pensé que era mi imaginación.

Pero el rubio no había abierto sus ojos como galeones por que al menudo Gryffindor se le hubiera pasado ese detallito que les podría salvar la vida, sino por que se le había venido algo a la mente, que inconcientemente le hizo sobarse el brazo izquierdo, donde tenía el pequeño recuerdo que le dejara Buckbeack en su tercer curso.

Reprimiendo un sollozo, se echó a correr tras el moreno, que ya le llevaba ventaja y se notaba decidido.

Siguieron la orilla del río, que a Harry se le antojaba una herida épica y amenazante a la vez, en la faz del desierto. Atravesaron la muralla exterior en completo silencio y a buen paso, y en unos minutos se encontraron frente a la parvada de hipogrifos que retozaban placidamente, airosos y ajenos a cualquier intención malsana de dos estudiantes ansiosos (uno más que otro) de montarles salvajemente e ir a rescatar pelirrojas tiquismiquis a quién sabe dónde coño, joder.

El moreno se paró frente a un hipogrifo de plumaje carmesí tornasolado que tenía una corona de plumas amarillo sepia. El fantástico animal observó a Harry, con sus ojos color sol, de una forma penetrante y, hasta cierto punto, desafiante. El Gryffindor hizo como le enseñara el Guardabosques de Hogwarts; una pequeña reverencia con todo el respeto del mundo y el ave ladeó la cabeza, como si intentara encontrar otro ángulo con el cual, la criatura amorfa e incomprensible que contemplaba frente a sí, adquiriera un poco de sentido.

Cuando Potter comenzaba a perder su paciencia, el ave mitológica correspondió a la reverencia haciendo lo propio y Harry sonrió a Draco, quien contemplaba de muy lejos al pollo, ya que no pensaba cometer el mismo error de tercero: no quería otra cicatriz en su hermoso cuerpecito, gracias.

- Esto… creo que… yo os espero aquí.

Harry puso los ojos en blanco (en parte para saber si había escuchado bien hacía un momento pero el rubio no lo estaba viendo a él), bufó y caminó hasta él; le cogió por la muñeca y lo acercó al hipogrifo carmesí.

- ¡Harry, no creo que esto sea una buena…!

- Cierra el pico y agáchate - pidió el moreno sin permitirle correr. Draco estaba notablemente tenso y eso no ayudaba en nada. Y no podían perder más tiempo. Harry se volteó hacia él y con delicadeza le tomo el rostro en una mano sin soltarle la otra. Malfoy se obligó a mirarle a los ojos y suspiró.

-Escucha, “Draco,” no voy a permitir que te lastime, ¿me crees?

El rubio tembló al contacto de los dedos de Potter en su mejilla. Maldición, claro que le creía, aunque en ello se le fuera la vida…

Asintió con suavidad, lívido aún, y agachó la cabeza con respeto.

El Hipogrifo volvió a ladear su cabeza y un poco después correspondió.

- ¿Has visto? - preguntó Harry, halándole por la muñeca y subió al lomo del pollo, ayudando a Draco a subir frente a él. - No ha estado tan difícil ¿o sí?

- Vale - aceptó el rubio. Y se maldijo a si mismo cuando un brazo de Potter (¿izquierdo o derecho? Malfoy no quería abrir los ojos) envolvió su cintura firmemente contra él y su insensato corazón se manifestó con emoción. “Maldito traicionero.” - Pero sujétame fuerte - exigió cogiendo la otra mano de Harry (que no se quejó) para pasarla alrededor de su cintura - por que si morimos juro que…

El aleteo del hipogrifo y su despegue hicieron que el Slytherin callara de inmediato, aferrándose a los brazos de Potter que lo envolvían ferozmente contra sí.

- Yo te protegeré - dijo el moreno al oído de Malfoy, rozando con sus labios el lóbulo de su oreja. - Prometo que te cuidaré.

El cuerpo del Slytherin respingó cuando sintió que el efímero contacto entre los labios de Potter y el desaparecía y Draco se obligó a no recriminarle el hecho al moreno.

De pronto Draco fue golpeado por la realidad de donde estaba: Nada más y nada menos que en el lomo de un pollo gigante y abrazado por Potter. ¿Quién lo diría que once simples palabras harían milagros? Su terapeuta llevaba casi tres años intentando que Malfoy perdiera el miedo a los hipogrifos y nada. Pero llega Harry Potter con sus promesas y ya está. “Has de mi lo que quieras.”Definitivamente iba a despedir a su terapeuta en cuanto volvieran…

El hipogrifo batía sus grandes y majestuosas alas con rapidez. Harry no supo cuánto tiempo permanecieron en silencio, pero hacía ya rato que el sol había sido sepultado por la noche y ahora una luna pálida y distante desenmarañaba las tinieblas nocturnas y el clima era terriblemente frío. Sentía a Draco temblar suavemente entre sus brazos. Por un segundo se preguntó si debía intentar acercarse más al muchacho, pero no se atrevió. Es decir, era Malfoy, el muchacho que había odiado toda su vida mágica.

Sin embargo lo había notado. Había notado la vertiginosa rapidez con la que se había acostumbrado a él, a su cuerpo contra el suyo, a su aroma que seguía teniendo ese toque a jazmín, al latido de su corazón y su suave respiración, a la suavidad de terciopelo de sus labios. Al calor de sus labios…

Se preguntó si el Slytherin estaría despierto o no, pero lo sintió dejar escapar un tímido suspiro.

Era ahora o nunca.

- ¿Malfoy?

El aludido giró su rostro al que le abrazaba, en señal de atención. Sus rostros muy cerca uno del otro.

- ¿Qué piensas de una tregua?

- ¿Una tregua? - repitió este, girándose un poco más, lo posible sin dejar de ser abrazado por Potter. - Define tregua.

Harry lo pensó un momento.

- Según el diccionario, tregua es una interrupción temporal de hostilidades.

Draco contempló directamente a los sinuosos labios del moreno, sutilmente entreabiertos, que a la tenue luz de la noche, adquirían un tinte envinado. Desvió la mirada hacia el horizonte y se recostó sobre el pecho de Harry, antes de que el impulso idiota de besarle otra vez, se apoderara de él. Su corazón aún no se reponía de la última vez.

- ¿Temporalmente? - preguntó, suspirando. - Me parece bien. Y ahora que somos alguna especie de “amigos” ¿te parece si velas mi sueño? Imagino que como tu héroe merezco gozar de tus favores.

A Potter de inmediato se le vinieron a la mente otra clase de favores que es mejor no describir.

- ¿Cómo mi héroe? - preguntó, plasmando una sonrisa divertida que Malfoy no fue capaz de ver. ¿Cuándo se olvidaría de aquello? ¿Se lo repetiría hasta la muerte?

- Te he salvado la vida ¿recuerdas? - dijo Malfoy, intentando reprimir otro bostezo - Y siendo, como eres, el héroe de la comunidad mágica y yo tu héroe personal, de hoy en adelante eso debería convertirme en alguien mas importante que tú mismo - aseguró con la voz ya somnolienta. -Así que creo que lo menos que puedes hacer es velar mi sueño. ¡Y juro que si me dejas caer mi fantasma te perseguirá por toda la eternidad!

- Define eternidad.

-¡!…

- Ya te pillo.

Y antes de que el silencio regresara a ambos, el hipogrifo bajó su altitud hasta que sus patas fueron capaces de tocar el agua, y las estrellas que brillaban sobre sus cabezas se fundieron con las que se reflejaban en el agua, convirtiendo al río en una extensión del cielo, dando el aspecto de que flotaban entre los astros de luz, de que estaban al alcance de sus dedos.

Harry y Draco se miraron el uno al otro sabiéndose participes de un evento mágico, de un secreto intimo entre el cielo y ellos. La mano de Potter se alejó de la cintura de Draco y antes de que el muchacho pudiera reclamar, la llevó a la barbilla de este, y atrajo su rostro al suyo, sus labios a los suyos y su cuerpo al suyo.

Draco entreabrió su boca en espera de la otra, sintiendo el calor de su aliento chocar contra si. No había tiempo de pensar en si era correcto o no besar a Potter. No quería pensarlo siquiera. Dejó que Harry rozara con sus labios los suyos mientras el fuego que nacía entre los dos cada vez que se acercaban tanto, surgía impaciente, envolviéndoles y Harry sentía como si una extraña fuerza centrípeta lo obligara a acercarse mas a Draco. Era una sensación estremecedora. Draco sentía que estaba entregando el alma, esa alma que muchas veces creyó no poseer, en los labios de Harry, y que este estaba compartiendo la suya con él. Y el fuego crecía y quemaba sin hacer daño, consumía sus corazones mientras sus bocas se confundían, se mordían, se lamían vorazmente y caían en la conciencia de que ya nada sería lo mismo entre los dos.

Notas finales:

Gracias por leer y por vuestros hermosos rr!!!!!!!!!!!!!!!


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