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El Giratiempos Roto. por aerosoul

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Notas del capitulo:

Hola!! Ya he vuelto con otro cap que espero, sea de su agrado. Muchas gracias a esas encantadoras personitas que me dejaron un rr. Se agradece de corazón.

- Por suerte no se ha roto muchos huesos - explicó el director de Hogwarts, Albus Dumbledor, a ambos alumnos, en su despacho sentado detrás de su escritorio. Sus gafas de media luna desprendían un inestable brillo a la luz de las velas. Fawkes, en su percha tras la puerta, dormitaba como los antiguos directores del colegio, en sus respectivos retratos -. Tenemos suerte de que sea una mujer dura - agregó expandiendo una sonrisa. Había intentado quitarse de la mente la imagen de la pobre profesora McGonagall, vestida con su túnica azul cielo y su sombrero de plumas negras ( o lo que había quedado de él) al sacarla de detrás del armatoste endemoniado, pero le era imposible no reír al recordarlo. Y, para bien o para mal, Albus Dombledore era una persona con muy buena memoria. - ¿Cuántas veces tendré que deciros? ¡Los pasillos no son lugar para vuestras escaramuzas matutinas! Mirad lo que habéis provocado: la profesora McGonagall debera pasar varios días con madame Ponfrey.

Harry Potter estaba que se subía a las paredes. Suspiró pesadamente, sentado al lado de Draco Malfoy (quien se cubría un ojo con una mano, por que la tía de la enfermería no había tenido tiempo de curarle tremendo moretón - “Bien por ti, Harry”- y Dumbledore lo creía un buen castigo). Había logrado que Hermy se calmara y tardó menos de lo que hubiera imaginado, en que ella aceptara que el Moreno de las Gafas aceptara toda la culpa. Lo que sí le extrañaba era que el Rubio Menor aun no dijese nada al respecto. Quizá su acostumbrado “Yo. No. He. Hecho. Nada.” Aunque, si hurgaba en su mente, probablemente el Gryffindor hubiera descubierto una retahíla de improperios, promesas y otras lindezas hacia su persona.

“Pues le está bien empleado.”

El Muy Pijo se lo había ganado a pulso.

Aun le preocupaba que el puñetas de Goyle tuviera en sus manos Elaboración de Pociones Avanzadas.

- No pienso echaros otro sermón - aseguró el anciano profesor mesándose la larga barba blanca y observándoles con paciencia -. La verdad es que ya estáis lo suficientemente grandecitos para saber que lo que hicisteis fue malo (“Malo con eme mayúscula.” habría dicho la tía Petunia. Por suerte, para los tres en aquella habitación, Albus Dumbledore no era la tía Petunia). ¿Un caramelo? - preguntó extendiéndoles el deposito de los dulces -. Una rana de chocolate. Coged sin pena. - El anciano director cogió un caramelo, lo desenvolvió y se lo llevó a la boca. - Como os decía… ¿Qué os decía? Ah, sí: habrá que pensar en un buen castigo para ambos…

- ¡¡Profesor Dumbledore!! - exclamó alguien desde la puerta del despacho. Harry reconoció enseguida la voz de madame Ponfrey - ¡¡Profesor Dumbledore!!

La mujer atravesó la puerta, agitada y nerviosa. Harry nunca la había visto así.. Por su bien (el Rubio Le importaba una mierda) esperaba que la profesora McGonagall estuviera aun viva o ya podría irse montando en su escoba para huir de Azcaban.

- ¿Hay alguna mejoría? - quiso saber el anciano.

-¡Parece que sí! - comentó la mujer muy sonriente, cosa que hizo que Potter volviera a respirar. - He logrado que dure mas de tres segundos despierta.

- Eso es bueno - razonó Dumbledore, observando a sus alumnos estrella. Se levantó de su asiento y cruzó la habitación rumbo a la puerta -. Confío en que puedo dejaros unos minutos solos sin que terminéis embarrados… - dijo, disimulando una sonrisa - en la pared.

Ambos estudiantes resoplaron y el director compuso un gesto sumamente ambiguo, que ninguno de los dos vio. Se dio la vuelta y salió arrastrando su túnica azul oscuro de estrellas y lunas amarillas.

Una vez solo, Harry comenzó a tamborilear sus dedos sobre el reposabrazos del asiento, aburrido a pesar de todo.

El Rey de las Serpientes Plateadas casi le daba la espalda al Moreno, sentado a su lado, con las piernas cruzadas y la mano aun cubriendo su ojo.

- ¡¡¿Puedes parar de una PUTA vez?!! - rugió el Rubio, de pronto, sin voltear a mirarlo.

Aquel ruidito le sentaba como una trepanación sin anestesia.

- ¿Por qué? - preguntó Harry, sin detenerse.“Por favor,”habría dicho Hermione, aunque Potter no se refiriera a eso.

- ¡¡Por que me estas volviendo loco con ese sonidito de mierda!! - contestó Malfoy, poniéndose de pie para darle la espalda al gilipollas aquel.

- Pues a mi no me molesta - aseguró el Moreno, ahora usando ambas manos.

Draco suspiró. Sabía que el Muy Cabroncete del Elegido lo hacía a propósito, solo ,para fastidiarle la vida un poco mas.

Se imaginó volviéndole a chutar la nariz y eso lo tranquilizó un poco. Era estupendo tener esa imagen para él, para cuando el Estúpido Potter se salía con la suya. Como cuando ganó la botella de Felix Felicis, el cabrón.

Le hubiera gustado haberle pateado la nariz mucho tiempo antes, por ejemplo, cuando el Mocosito Potter le rechazó frente al mugriento de Ronald Weasley (su terapeuta mágico personal le aseguró que estaba obsesionado con eso. Malfoy le mandó a tomar por culo), o cuando se pusieron a alabarlo en todo el colegio por haber vencido el troll en Hallowen.“O como cuando venció al Basilisco o ganó el Torneo de los Tres Magos, el hijo de Puta”.

En cambio él… “Hagas lo que hagas la cagas” le dijo una vez su padre, Lucius Malfoy, el Rubio Mayor.“Pues, bien, padre; esta vez no he sido yo quien la ha cagado. Yo no estoy en Azcaban.”

“Pero para allá vas,”parecían decirle los ojillos negros del Fenix

- ¡¡Idiota!! - murmuró al ave, pero ésta le ignoró dignamente.

- ¿Has dicho algo? - preguntó Harry.

- Nada… Vale, sí: te he llamado idiota. ¿Vas a hacer algo al respecto?

- Nada… mas que esto.

Y Harry Potter aumentó la fuerza del golpe de sus dedos en el reposabrazos.

- Idiota - repitió Malfoy, suspirando exasperación .

Draco paseó la mirada por el despacho circular, mas concretamente por los instrumentos de plata que zumbaban y humeaban en las mesas. Un destello dorado capturó su atención.

El Rubio se acercó a la mesa y contempló una cadena dorada, colocada en espiral, que disparaba su brillo a cualquier superficie que quisiera captarlo.

Era hipnotizante.

El Rey de las Serpientes Plateadas la cogió con sus blancos dedos y la elevó a la altura de sus ojos grises.

Al final de la cadena de oro, bailando ante él, pendía un giratiempos.

Draco jamás de os jamases había tenido uno tan cerca.

- Fascinante - susurró Malfoy inconcientemente.

- ¿Qué es fascinante? - preguntó Harry, ahora parado detrás del Rubio, sobresaltándolo.

- ¡¡Idiota!! - gimió Malfoy, que había estado a punto de saltar al techo -. ¡No vuelvas a hacer eso!

- Ya. ¿De quién es eso? - inquirió, reconociendo el objeto que colgaba de la mano de Malfoy.

Draco dejó caer el giratiempos en la palma de su otra mano y se la llevó al bolsillo.

- Es mía.

- ¡Claro que no! - atajó Harry, deteniéndole por la delgada muñeca, antes de que el Rubio se la embolsara. - Malfoy, no sabía que estabas tan necesitado.

- ¡Qué es mía, grandísimo idiota! - rebatió Draco, intentando zafar la mano de la otra, pero el Moreno era mas fuerte. Harry le hizo dar la vuelta y le abrió los dedos - ¡No tienes derecho a…!

- ¡Que no es tuya!

Pero Draco no iba a dejar así como así que el Moreno de Gafas le arrebatara aquel pequeño tesoro. Cerró los dedos justo a tiempo de apresar en ellos el giratiempos, mientras Harry tiraba de la cadena.

- ¡Suéltalo, Malfoy!

- ¡Oblígame!

- ¡No es tuyo!

- ¡Que sí!

- ¡Que no!

- ¡Que sí!

- ¡Que no!

-¡Que sí, que sí!

- ¡Que no, que no!

Y entre que sí y que no, Harry tiró de la cadena mas fuerte y los bordes del giratiempos se abrieron paso entre los frágiles dedos del Rubio, ocasionándole un corte entre ambos, mientras la cadena se rompía.

- ¡¡Joder!! Que me haz hecho sangre, cabroncete de…

- ¡Mierda!

- ¡Mierda! Exacto - coincidió El Slytherin.

Pero el Gryffindor no miraba a Draco Malfoy. Ni siquiera recordaba que existiera. Sus ojos verdes estaban en el giratiempos que flotaba entre los dos y giraba y giraba y giraba…

Y giraba.

- ¡¡¡¡¡Mierrrrr……..!!!!!

Fue lo último que se escuchó en el despacho del director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, antes de que dos estudiantes desaparecieran de él sin dejar rastro…

z88;Muchos creen que al inicio de cada universo reina el caos. Lo cierto es que el caos viene cuando aparecen los primeros Humanos.

Todo era negro.

Oscuridad negro intenso.

Casi diluido.

Era sobrecogedor y muy silencioso…

-… ¡¡¡¡¡daaaaaaaaaaaa!!!!

… O lo era.

Harry Potter se sintió mucho peor que cuando utilizo la aparición conjunta, no hacía mucho, junto a Albus Dumbledore, por primera vez en su vida (“Ser menor de edad es un asco“).

Nada de banditas de hierro en el pecho, ni hundimiento de los glóbulos oculares, ni de tímpanos…

No.

Aquello era una extraña mezcla entre catatonia e histerismo, como si fuera a sacar el recto por la boca en cualquier momento. Un poco de retardo mental, que, Merlín quisiera, esperaba que no fuera permanente, y la horrible sensación de ser horizontal en vez de vertical.

Harry aun temblaba… sabía que temblaba aunque no estaba seguro de dónde. Se sentía como flotar. Flotar en una negrura tan densa que el moreno estaba seguro que de estirar sus manos podría palparla.

Vale, de eso estaba casi seguro, por que él casi sabía la diferencia entre tener los pies en la tierra y la cabeza en las nubes. Y en ese caso no se sentía ni como lo uno ni como otro.“¡¡Oh, mierda. Parece que el retardo mental si es permanente!!”

De pronto algo llamó su atención lejos de si mismo. Un ruidito extraño y cadencioso, como si alguien o algo intentara respirar todo el aire del universo lo antes posible.

Hasta entonces Harry recordó a Draco Malfoy.

- ¿Malfoy?

Al instante el ruidito menguó y el Gryffindor hubiera podido jurar por su lechuza que el Rubio Menor había vuelto su rostro en dirección a su voz.

- ¿Po- pottter? - farfulló la temblorosa voz del Slitherin.

- ¡Y dale con lo mismo! - bramó Harry, mosqueado. - ¿No te sabes algo nuevo?

- ¡Potter!

-¡¿Qué?!

- ¡Te odio!

- ¡Pues, desde ya puedes estar seguro de que el sentimiento es mutuo!

Harry escuchó suspirar al muchacho. Se apreciaba mas calmado que al principio, después de desahogarse con él y eso parecía mejor.

De momento su propia mente parecía mejor y ya no temblaba tanto como un terremoto de nueve punto nueve grados Richter. Sus pensamientos podían descifrarse mas fácilmente, cosa que, en serio, agradecía a Merlín. Aunque aun se sentía débil y no veía nada ( ni siquiera estaba seguro de tener los ojos abiertos. De ser así, se iba a sentir realmente estúpido y patético si la oscuridad se debía a que tenía los ojos cerrados), pero tenía el presentimiento de que todo estaba mejorando poco a poco.

Y después de un momento de silencio por parte de ambos…

- Eeeehh… Potter ¿sigues ahí?

- No, ya me fui sin ti… ¡¡Claro que sigo aquí, imbécil!! - masculló Harry, sintiendo ganas de saber exactamente donde se encontraba el Rubio para partirle toda la cara.

El Rubio Menor volvió a respirar con agitación y a Harry le pareció que intentaba no gruñir cuando preguntó:

- ¿Dónde crees que estamos?

El Gryffindor se invitó a serenar sus ansias asesinas viendo el esfuerzo de Malfoy.

- No tengo ni una puta idea de dónde sea - aseguró, conciente de que voltear en todas direcciones sería inútil, pero incapaz de evitarlo -. Por las vueltas que vi dar al Gira tiempos, podría ser la noche de los tiempos… ¡Mierda! ¡El giratiempos! ¡¿Dónde rayos está?!

- Relájate, Potter - dijo el Slytherin.

Y de pronto Harry apreció un leve resplandor dorado elevándose lentamente. Cuando lo tuvo a la altura de su boca pudo notar la pálida mano que lo sostenía y el afilado rostro del dueño de esa mano. A aquella frágil luz, rostro de Malfoy se le antojó irreal, escalofriantemente bello.

El fulgor dorado brillaba contra los ojos plateados creando un contraste fascinante.

Cuando Harry observó que aquellos Fascinantes ojos también le miraban a los suyos, se sintió incómodo. Escupió mentalmente aquella apreciación y arrebató el giratiempos de la mano del otro.

- ¡Hey, ¿qué crees que haces?!

- Voy a girarlo para ver si nos mueve de aquí, sea donde sea.

- No será peligroso ¿cierto?

- Miedicas.

- ¡¿Qué?! - exclamó el Rubio. - Atrévete a repetirlo.

- Miedicas.

- ¡Y te atreves a repetirlo!… A demás no es miedo sino precaución.

- Ya.

Harry se obligó a no reír y dio un delicado giro al trasto aquel…

Sin embargo no fue capaz de contar las vueltas que dio y de improviso hubo una explosión de luz intensa y el Elegido fue testigo de una muy rápida creación y organización del universo.

Con la boca abierta Potter pudo ver bajo sus pies una bola de metal que se formó mas rápido que ya y, una a una, las capas de la tierra se fueron formando de la acumulación de polvo, cercana. Y el sol, a lo lejos, brillaba nuevo y refulgente, invitándoles a quedarse ciegos admirándolo.

Antes de poder articular palabra alguna, Harry y Draco pisaban tierra firme, y sobre sus cabezas ya no se veían mas estrellas, sino un cielo azul limpio.

- ¡¿Qué - qué - qué…?! - tartamudeo Malfiy.

- ¡Hola, operadora! - se mofó Harry, riendo - ¿podría desconectar a Malfoy? Creo que se le ha pegado la línea.

- Ja, ja, ja - ironizó el Rubio saliendo de su estupefacción. - ¡Jodete, Potter!

- Sí, yo también te amo.

Draco se volvió a mirarlo y se metió el dedo corazón en la boca.

A Harry no le apeteció decirle que el dedo que se mete a la boca para indicar asco no es el cordial sino el índice.

- Bonito gesto, Malfoy.- aseguró el moreno. - Muy… muggle.

- ¡¿Qué?! - gritó Draco, con los ojos redondos como galeones - .Debes estar de guasa. Pansy siempre lo hace - dijo el Slytherin, como si eso lo disculpara todo, y luego balbuceó algo que a Harry le sonó como un Aunque pensándolo bien, Pansy lo hace desde que va a esas clases de Estudios Muggles.

Harry negó con la cabeza y contempló a su alrededor.

- ¿Dónde estaremos ahora? - preguntó Malfoy, imitando a Potter en su intento de reconocimiento. - ¿O debería decir cuando? Esto debe ser el culo del mundo…

No. De hecho no era nada esperanzador.

- Impresionante…

- ¿Impresionante? - preguntó el Rubio, de muy mala uva. - ¡¿Qué es lo que te parece impresionante?!

- Impresionantemente desolador - terminó el Moreno de Gafas sin inmutarse.

Draco bufó y volvió a mirar el escenario.“ Arena (

de hecho, un mar infinito de olas de arena en cualquier dirección que mirase), nubes, cielo, sol, mucho sol, y un estúpido Gryffindor por único compañero en el culo del mundo… ¡Mierda!”

- ¡Has girar ese endemoniado trasto! - exigió Malfoy con todas sus ínfulas de mandamás.

Harry, quien de todas formas iba a hacerlo (y no tenía nada que ver que el Slytherin se lo demandara), giró con un mucho de delicadeza una vez mas el trasto y…

Nada.

- ¡No funciona! - rugió Potter, insistiendo con un poco de rudeza.

- ¡¿Por qué, de todos los malditos tíos del mundo, me tenía que pasar esto contigo?! - dijo Draco, pateando la arena bajo sus pies.

- ¡Pues ya puedes estar seguro que yo no me lo estoy pasando mejor que tú!

El Rubio le ignoró. Si alguien le hubiera preguntado “¿Con quién te gustaría perderte en el tiempo?,” Draco estaba seguro de que primero hubiera elegido a Argus Filch, el conserje del colegio, que al Maldito Harry Potter.

- ¡Ahhhh, esto debe ser el segundo cero del minuto cero de la hora cero del día cero de la semana cero del mes cero del año cero… del siglo cero… del milenio cero…!

- Ya te pillo, Malfoy - dijo Harry, intentando no exaltarse mucho con el pobre muchacho. Se notaba que él lo estaba sobrellevando mejor que el Rubio. Contempló el giratiempos detenidamente y se dio cuenta de que le faltaba una pieza. No estaba seguro de cual. Seguramente Hermy sí que lo sabría, pero él no era la Sabelotodo Granger, y eso, personalmente, era un alivio. De solo imaginarse besando a Ron… Su estómago se revolvió, rebatiendo tal porquería, y el Gryffindor decidió que no era tiempo de pensar idioteces. En realidad no quería vomitar lo poco que tuviera en el estómago. Vale, le faltaba una pieza, de eso estaba seguro. Se preguntó si comunicárselo a Draco serviría de algo… - Bien, analicemos la situación: estamos en… Sí, sí, no sé dónde estamos, pero no podemos hacer magia por que nuestras varitas están en el primer cajón del escritorio del profesor Dumbledore, en su despacho; no tenemos alimentos ni bebidas y lo más seguro es que si llamo a mi Elfo Doméstico no vendrá…

- ¿Tienes un Elfo, Potter? - se mofó Malfoy, sentándose en el suelo, sobre la caliente arena, a la escasa sombra que ofrecía el cuerpo de Potter, y contempló el horizonte con un poco de molestia. Desde que habían llegado a aquel lugar le dolían los ojos.- ¿No me dirás que es Dobby, o sí?

Por algún motivo el comentario de la Serpiente molestó a Harry. Quizá tuviera que ver el hecho de que le recordó cosas que no quería recordar… Como la reciente muerte de su padrino, Sirius Black, a manos de Bellatrix Lastrange, La Loca Tía de Aquel Gilipollas que tenía a sus pies. Aunque, claro, el Avada no había salido de la varita del Rubio. Sin embargo…

- Bésame al culo, Malfoy.

- ¡No! ¡Bésame el culo tú a mi!

- ¡¿Podrías madurar ya?! - masculló Harry, intentando ignorar esa vocecita en la cabeza que le gritaba que si mataba al Rubio en aquel solitario lugar, nadie lo sabría. Draco vio como el Gryffindor se llevaba los dedos a sus sienes y los movía en círculos lentamente - ¿Qué tienes: ocho años? No me estás ayudando con tu actitud, ¿sabes?

- ¡¿Ah, sí?! - rebatió el Slytherin, poniéndose en pie nuevamente. - No veo que tú estés haciendo mucho. ¿A que no?

Potter apretó los puños pero se negó a usar la fuerza con aquel intento de mago. Debía ser paciente. Total, ¿cuánto tiempo podría pasar hasta que Dumbledore volviera a su despacho, se diera cuenta de que sus dos alumnos favoritos no estaban en Hogwarts, descubriera que el giratiempos en su mesa de instrumentos no estaba y pidiera la ayuda de la profesora McGona… del profesor Severus Snape y… ?

Respiró profundo y estiró su cuello en todas direcciones, sintiendo que sus nervios se volvían de metal.

De todos modos no pasaba de uno o dos meses hasta que Dumbledore diera con el lugar… y el tiempo correctos.

- Vale - dijo al fin -, vayamos en esa dirección…

- ¡¡¿Quién te ha nombrado líder a ti?!!

- ¡¡¡¡¡Aaaaagggggggg!!!!! Vale. ¡Has lo que quieras y como quieras! Yo me voy en esa dirección.

“Vaya, que sensible se pone," pensó el rubio mirando en todas direcciones, y cuando notó qe Harry ya estaba lejos de él, decidió queno era buena idea quedarse solo.

- Eh… Vale - dijo lo suficientemente alto como para que el Tío de la Cicatriz en la Frente que iba delant de él, pudiera oírle con claridad -. Yo… soy libre de elegir, así que… elijo esa dirección… ¡Y no tiene nada que ver que tú la eligieras primero!

- Ya.

Harry contempló de reojo al Rubio que le dio alcance en unos segundos. Se veía realmente gracioso con el ojo morado y sus rubios cabellos en punta, debido a la explosión de materia de unos momentos atrás.

Y eso era bueno: que le resultara gracioso, por que eso de que Un Malfoy le pareciera fascinante, no le pegaba al Moreno por ningún lado.

Y de pronto fue como si la realidad cayera de golpe sobre los hombros del Rubio Menor y Harry fue testigo de cómo su rostro palideció aun más que de costumbre y se quedó clavado en el suelo, con la vista en la nada.

- ¿Y… - balbuceó este - y si no volvemos jamás?

- Cálmate, Malfoy - pidió el Gryffindor, sin saber que hacer para tranquilizarle. Y de paso tranquilizarse a si mismo, que comenzaba a dudar seriamente de que no fuera a pasar menos de un año antes de que pudieran encontrarlos.

Hasta entonces el Rubio Menor no se había dado cuenta de que estaba híper ventilando… Otra vez… Y tenía tremendas ganas de vomitarle encima a Potter. Su Terapeuta Mágico lo llamaría “Un ataque de pánico,” término con el cual Draco estaría totalmente en desacuerdo, ya que, el suyo no era un Miedo Irracional. Cualquier miedo que se pudiera sentir sería muy racional teniendo como único compañero a Harry Gilipollas Potter en el nacimiento del mundo. Y de hecho, de miedo nada…

Era terror.

- … y él asegura que soy paranoico, obsesivo y demases, pero yo le he dicho que se vaya a la mierda por que yo no puedo ser paranoico por que esos tíos son, usualmente, egocéntricos y megalómanos, y, pues nada, que yo no soy ni lo uno ni otro. De hecho dice que sufro de Manía Persecutoria y delirios de grandeza. Estoy bastante seguro de que lo dice por que… me odia…“¡¡Mieeeeeeeeeeerda!!”

¡¿Cuánto tiempo llevaba hablando a Potter de si mismo?!

¡¿Cuánto tiempo llevaban caminando hacia la nada (¿caminando? Caminando nada. Arrastrándose) por las ardientes arenas bajo aquel gilipollas sol despiadado, hacia ninguna parte que no fuera la locura?!

- Vale, pero supongo que de algo te servirá. Imagino que los Terapeutas Mágicos cobran un ojo de la cara como los terapeutas muggles ¿no?

¡¡Y ¿desde cuándo Harry Popotter mantenía conversaciones civilizadas con él?!

Para desgracia del Rubio Mas Rubio del Desierto, no era la primera vez que hablaba de más cuando se ponía nervioso (en este punto Draco quería aclarar que no era miedo sino nervios. No eran ATAQUES DE PANICO aunque el capullo de su Terapeuta Mágico insistiera en ello).

Recordaba bochornosamente como, el día que recibió la Marca Tenebrosa se había puesto a contar la Historia de Mercedes y Las Ranas de Chocolate al Señor tenebroso.

Terminó la historia tímidamente cuando descubrió - y Draco aun se sorprende de haberse dado cuenta de ello - que el tío Cara de Reptil había torcido los ojos y se golpeaba las rodillas con los dedos en un gesto impaciente.

Por su parte, el tal Peter pedigrí o como se llamara, estaba de lo más emocionado, limpiándose las lagrimas con el dobladillo de la túnica de su señor.

¡¡Oh, Merlín quisiera que aquello solo fuera un terrible sueño!!

Notas finales:

Pues nada, gracias de nuevo por leer y espero actualizar pronto. Besos.


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