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"SOLO TÚ... SOLO YO..." por Orseth

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SOLO TU… SOLO YO…

 

            -¡POTTER!... –bramó por décima vez Draco Malfoy desde su oficina haciendo respingar a varios empleados que se encontraban afuera mientras el susodicho que fue llamado, exhalaba un suspiro de exasperación mientras estrujaba unos pergaminos en sus manos.

            Y es que aunque Harry Potter estuviese en su oficina, los tremendos gritos que pegaba el presidente de “Paralistranta Corporatión” llegaban hasta él aun sin usar un interfono.

            -Tremendo hijo de puta… -balbuceó un Harry Potter de veinticinco años y desenfadado estilo de vestir.

            -¡Con un maldito demonio, POTTER!

            -¡Ya voy, con un maldito carajo! –gritó poniéndose de pie y saliendo de su oficina dando un portazo.

            Los empleados vieron al vicepresidente pasar entre ellos lanzando humo por las orejas hasta llegar a la oficina del gritón y abrir sin siquiera tocar.

            -¡¿Qué mierdas quieres?!

            -¿Qué maneras de entrar son esas? –Respondio Draco con actitud tranquila mientras hojeaba varios documentos antes de dignarse a levantar la mirada- ¡por todos los cielos Potter! ¿Qué manera de vestir es esa? ¿Quién plancha tus putas camisas?

            -Es la misma forma de vestir que tengo desde siempre Malfoy y ahora ¿vas a decirme porque gritas como una puta banshee mal cogida?

            Draco Malfoy, quien vestía un elegante traje italiano de color gris piedra, camisa blanca y corbata negra brillante, alzo una ceja mientras cerraba su carpeta lentamente.

            -Tienes una reunión con un cliente muy importante dentro de quince minutos.

            -¿Y?

            -¿Y piensas ir así? –respondio el rubio señalándolo despectivamente con su pluma de águila.

            -¿Así cómo Malfoy?

            Draco volvió a barrerlo despectivamente con la mirada deteniéndose en el jean negro con los muslos desgarrados como si un gato se hubiese encargado de afilar sus garras en el.

            Harry se ajustó su chaqueta de piel en un claro gesto de desafío para después ajustar sus gafas por el puente con un muy significativo dedo medio.

            -Eres el vicepresidente de la compañía ¿es mucho pedirte que te comportes como tal?

            -Precisamente por ser el vicepresidente de la compañía tengo ciertos privilegios y por lo tanto puedo venir encuerado a trabajar si se me hinchan las bolas ¿y?

            Draco suspiro con la misma actitud de quien está viendo morir a un enfermo terminal para después cambiar su expresión a una de total frialdad.

            -Hay mucho en juego Potter… estamos hablando de un contrato de varios millones de galeones y no pienso arriesgarlo por tu maldita manera de vestir ¡pareces un vagabundo andrajoso!

            -¡Un vagabundo andrajoso que logra contratos millonarios! –gritó Harry caminando hasta el escritorio.

            Y es que eso era muy cierto, pues la compañía que habían fundado aquellos dos, adaptando todo tipo de aparato de computo a algo parecido a una PC mágica, había logrado subir hasta las nubes sus acciones en el mercado gracias a la sorprendente pericia de Harry Potter para vender sus proyectos.

            -El que puedas venderle una enciclopedia a un mismísimo trol, no significa que tengas el derecho de estropear la imagen de mi empresa que con tanto trabajo he levantado.

            -Empresa que también es mía.

            -En un 30%.

            -Y que ha progresado gracias a mi habilidad como negociador.

            -Habilidad a la que le han dado oportunidad gracias al nombre “Malfoy” que te respalda.

            -Pues no voy a cambiarme solo porque a ti te molesta verme así, en todo caso cierra los ojos.

            -Potty, Potty… -respondio Draco meneando la cabeza- aunque seas el vicepresidente ¿se te olvida que soy tu jefe?

            -Eres como un maldito grano en el culo ¿Cómo se me podría olvidar? –respondio cruzándose de brazos esperando el zarpazo.

            -¡Oh, qué bien que lo tengas muy presente! –Respondio  sonriendo ladinamente mientras jugueteaba con su pluma- porque quiero que te pongas un traje para esta reunión.

            -Y yo quiero que te mueras, pero como no se puede, ni modo, como podrás ver no todo lo que se quiere se obtiene –respondio  dándose la vuelta.

            -Te pondrás una ropa adecuada Potter, te lo advierto.

            -¿O si no, qué?

            -O si no, me encargaré de que el cargamento de computadoras para ese asilo de niños, se vaya a la mierda.

            El semblante de Harry paso de un bonito color claro, a un preocupante color rojo.

            -¿Se te atoró algo? Parece que te estás sofocando.

            -Haz lo que te plazca, yo puedo pagar ese cargamento con mi propio dinero.

            -Si, pero ¿podrás pagar todas las futuras donaciones?... digo, está bien que eres millonario, pero si vas a ocuparte de pagar la educación de todos los asilos de huérfanos de Inglaterra ¿Por qué no mejor lo adoptas a todos y viven como una familia feliz?

            Harry apretó los puños en un evidente esfuerzo por no saltarle encima al estilizado empresario quien simplemente sopló una pelusa imaginaria de una manicurada uña.

            El vicepresidente de “Paralistranta Corporatión” salió de la oficina del jefe ladrándole a todo aquel infeliz que osara cruzársele en el camino para después salir de su oficina con un flamante traje color negro y corbata azul cruzándose en el camino con el presidente.

            -¿Ya ves que no duele tener un poco de clase… Potty?

            Horas después, cuando Harry terminó sus labores pendientes, decidió irse a casa para tomar un relajante baño de tina, por lo que tomando un puñado de polvos flú y vestido nuevamente con sus jeans y chaqueta negra, los arrojó a la chimenea diciendo:

            -Chalet Paralistranta.

           

 

                                                                   ____________________________________

 

 

            Cuando Draco estampo su firma en ese último documento, suspiro aliviado pues por fin había llegado la hora de ir a casa, miro su reloj de oro blanco con diminutos diamantes marcar las 7:00 pm y se apresuró a dejar todo inmaculadamente en su lugar; tomó  su gabardina negra y su portafolios, después un puñado de polvos flú que arrojó a la chimenea diciendo:

            -Chalet Paralistranta.

 

                                                                   ____________________________________

 

 

 

            Cuando salió por la chimenea a la lujosa y espaciosa sala de estilo minimalista, por poco y cae de espaldas al encontrarse a Harry Potter sentado en un sofá de color blanco frente a la chimenea fumando un cigarrillo.

            -¡Por Merlín Harry!... ¡casi me matas de un susto! –exclamó llevándose una mano al pecho.

            -Que bien, esa era la idea.

            Draco tragó saliva al verlo vestido de cuero negro, desde las botas de plataforma, hasta su chaleco sin mangas creando un fuerte contraste con el fondo blanco de la piel del sofá.

            -¿Ya cenaste? –Exclamó nervioso pasando a un lado de él- dejé ordenado un menú que sé te gusta mucho.

            -¿Acaso te di permiso de moverte? –respondio el moreno tomándolo de la muñeca.

            -Pues no, pero yo pensé que…

            -Tampoco te di permiso de pensar, siéntate –dijo Harry apretándole con fuerza la muñeca haciéndolo estremecer sin soltar ningún quejido a pesar del dolor.

            Aun sujetando su portafolio, Draco se sentó en el otro sofá con la espalda muy recta y con el portafolios en sus rodillas a modo de inconsciente escudo.

            Draco comenzó a ponerse más nervioso al ver que el moreno no decía nada, tan solo se limitaba a observarlo fijamente mientras levantaba una pierna y colocaba el pie a un lado de Draco, al cual al ver la brillante  bota hasta la pantorrilla, soltó un pequeño jadeo de excitación.

            -Un fuiste un niño muy, pero muuuy malo –dijo Harry sacando de quien sabe donde una correa y una cadena.

            Draco lo miró por un momento para luego bajar inmediatamente la mirada sintiendo su sexo comenzar a crecer.

            Y es que esa era la vida oculta de aquellos dos, su juego perverso que nadie conocía porque había toda una historia atrás de ellos, por lo cual nadie sospechaba siquiera que viviesen juntos.

            -Hoy yo elegiré la palabra clave –dijo Harry dando una calada mientras se desparramaba mas en el sofá dando la impresión de una sensual pantera.

            -Sí mi señor –respondio Draco sin levantar la vista para recibir sin verlo venir, una fuerte bofetada que le cimbro hasta los sesos.

            -No te di permiso de hablar, puta.

            Draco parpadeo varias veces en un intento de aclarar sus ideas que estaban por demás revueltas por el fuerte sopapo.

            -Dejé un atuendo para ti en la recamara, ve a cambiarte y te espero aquí en cinco minutos, no más o ya sabes lo que te espera, mientras tanto pensaré la palabra clave.

            Draco se levantó de prisa y subió de dos en dos los escalones de mármol para entrar como torbellino a su habitación, pues sabía que eso de tener solo cinco minutos, no era en forma figurativa.

            -¿Qué diablos…? –Masculló al ver en la cama un atuendo de sirvienta francesa, con unas medias de red negras con todo y liguero incluido- mierda… -musitó sintiendo la vergüenza crecer en su interior al ver la pantaleta de encaje blanco que estaba encima de todo y las zapatillas al pie de la cama con estilizados tacones altos y encima de eso una gargantilla de cuero con estoperoles y un dije de rubi con la forma de un corazón.

            Pero con vergüenza y todo, comenzó a despojarse de su gabardina y elegante traje gris piedra a toda velocidad botando los zapatos con unos pataleos.

            Harry mientras tanto miró su reloj viendo que ya habían pasado cuatro minutos y medio, por lo que sonriendo de medio lado escuchó unos taconeos bajar por los escalones.

            -Ven acá puta, date prisa.

            Draco se apresuró a presentarse delante del moreno tratando de ocultar su sonrojo al ver como Harry lo examinaba con la mirada.

            -Date vuelta –dijo Harry viendo las medias negras abrazar sensualmente los blancos muslos con el liguero y con la pequeña faldita cubrirle apenas el trasero- agáchate y enséñame los calzones.

            Draco le dio la espalda mientras se agachaba y levantaba su falta mostrando el carnoso trasero cubierto por unas pantaletas de encaje.

            -Bien, la palabra secreta será una frase y será “frijolitos dulces” repítelo.

            -Frijolitos dulces.

            -Bien, ahora de rodillas.

            Draco se apresuró a obedecer en tanto Harry jugueteaba con la correa y un delgado fuete de cuero.

            -Hace un mes que no recibes una lección como se debe, por eso estas olvidando tus modales de sumiso y eso es algo imperdonable ¡mírame cuando te hablo! –exclamó soltándole  una bofetada que le dejo la mejilla roja.

            -Perdón, perdón… -musitó  sin moverse ni sobarse siquiera su ardorosa cara.

            -Te enseñare modales, eres una mierda como puta.

            Draco asintió con energía mientras clavaba sus enormes y cristalinos ojos grises en el moreno de cabellera alborotada.

            -Debo recordarte tu lugar, que no olvides que eres mío y solo debes  hacer lo que a mis putas bolas se les antoje, así sea orinar en medio del parque.

            -Si señor.

            -Ahora ven –dijo Harry colocándole en el collar, unca correa como si fuera un perro - bien pequeña perra… -añadió enderezándose en su cómodo asiento- bésame los pies.

            En cuanto recibió esa orden, Draco tomo uno de los pies y comenzó a besarlo con verdadera veneración como si esa bota de vinil fuera lo más sagrado del mundo.

            Por un buen rato, Harry dejo que el rubio se deshiciera en atenciones a sus pies, luego se levantó y haciendo que lo siguiera a gatas, lo paseo por la sala para finalmente salir a la terraza ante el espanto del rubio.

            -¿Vamos afuera… señor?

            -Si ¿algún problema? –respndió corriendo la puerta de cristal.

            -eee…

            -¡Responde cuando te hablo! –Exclamó azotando su fuete contra el trasero de Draco, quien lanzó un grito de dolor-  ¡no quiero oírte quejar una vez mas o te tapo la boca!

            -¡Perdón, perdón!

            -Vamos… -dijo jalándolo por la correa- ¿o temes que los vecinos sepan que eres mi perra?

            -No, no señor.

            -Bien.

            Salieron al balcón en donde el moreno se fumo otro cigarro con su mascota a sus pies, después volvieron a entrar; Harry se dirigió a la cocina en donde Draco vio el desastre que había ahí.

            -Me temo que hay un poco de desastre.

            -“¿Un poco?” –pensó Draco al ver el cubo de basura volteado con la basura desperdigada, una enorme pila de trastos sucios en el fregadero y la estufa llena de cochambre.

            -Le dije al elfo domestico que no limpiara, que tú lo harías cuando regresaras de trabajar, que lo harías con mucho gusto y que lo harías al estilo muggle.

            -¡¿Al estilo muggle!? –soltó Draco arrepintiéndose al instante, pues un fuerte jalón en el cuello lo hizo ponerse de pie al instante.

            -Tu no aprendes… ya te enseñare yo –dijo  arrastrándolo hasta la sala.

            -¡Lo siento, lo siento! –exclamó  asustado y excitado al mismo tiempo viéndolo soltar el fuete y comenzar a quitarse el cinturón.

            Cuando llegaron a la sala, Harry lo hizo poner las manos en el brazo del sofá.

            -Serán veinte azotes y tú iras contándolo, si se te pasa uno, comenzaremos desde el principio.

            Draco solo asintió sabiendo que lo que el señor decía era la absoluta verdad, pues esa lección ya la había recibido innumerables veces.

            -¡Mgh!... uno… dos… -comenzó a recitar Draco escuchando el cinturón romper el aire para enseguida sentirlo en su piel.

            Cuando al fin terminaron los veinte, Draco suspiro aliviado con la frente perlada de sudor.

            -Ahora a tu trabajo, que no pienses que es lo único que te espera.

            Haciendo gestos de asco, comenzó a levantar la basura con sus propias manos mientras Harry le sujetaba la correa.

            -No hagas gestos.

            -Perdón, no los haré.

            Cuando el piso quedó limpio, los trastos fueron los siguientes rompiendo el primer plato para su desconsuelo.

            -No es necesario que vayamos a la sala, jala esa silla y pon las manos en el asiento.

            Draco tragó saliva mientras su polla daba un respingo.

            -Bien -dijo Harry levantándole la minúscula falda- esta vez serán treinta y con cada plato aumentaran diez, cuenta...

            -¡Ay!... uno… ¡oh!... dos… tres… cuatro… cinco… ¡Ay!...

            -No te quejes como bebé, me fastidias –exclamó el moreno levantando de nuevo el brazo.

            -Lo… lo siento… ¡Mgh!...

            -Se te pasó ese, comenzamos desde el inicio…

            Draco suspiro adolorido, pues la mano de Harry era bastante pesada, sin embargo cuando llegó el siguiente azote, comenzó a contar.

            Para su fortuna, ese fue el único plato roto siguiendo después la estufa doliéndose no solo de su trasero ardiente, sino de sus pies que  con esos tacones, le mataban.

            Cuando al fin terminó todo, Harry camino escaleras arriba jalándolo de la cadena.

            -¿El cuarto de lavado? –pensó Draco.

            -Esa es tu siguiente tarea –dijo Harry señalando una enorme pila de ropa- plancharas todo y lo plancharás bien- añadió acercándolo con brusquedad a la ropa mientras tomaba una camisa y se la arrojaba a la cara- hoy fui puesto en vergüenza por mi camisa mal planchada… me preguntaron quien demonios plancha mi ropa y ¿Cuál es la respuesta?... ¡tú planchas mi ropa y lo haces mal!

            -¡Lo siento, lo siento…! -se apresuró a exclamar  enchufando rápidamente la plancha y poniendo manos a la obra.

            Harry tomó asiento frente a él sin dejar de sujetar su cadena mientras cruzaba las largas piernas y encendía otro cigarrillo.

            -También lava esas camisas de allá, no quiero que pierdas tiempo en lo que se calienta la plancha.

            Draco levanto la tapa de la lavadora sabiendo ya como funcionaba todo, pues tenía ya bastante practica en esas labores, tomó las camisas sucias del cesto y comenzó a meterlas una por una, solo que al estar a punto de meter la ultima, el aroma de la colonia que tenia impregnada, llego hasta su nariz haciéndolo aspirar profundamente provocando que ese aroma a colonia y tabaco le trajera el recuerdo de su primera vez juntos hacía ya casi tres años.

 

 

                                                                  ____________________________

 

 

            Fue una noche en que acudió como cada mes a la discreta casa de citas que un hombre dirigía para toda clase de gustos, un gusto muy caro por cierto, pues la atención que Draco Malfoy solicitaba ahí, no era de cualquier tipo, sino una muy especial para sus gustos algo… fuera de lo común.

            -La habitación ya esta lista señor Malfoy –dijo un hombre como de cincuenta años de edad, muy atractivo y sobre todo, muy discreto, pues su negocio se basaba en juramentos inquebrantables que mantenía a su clientela libre de toda preocupación.

            Draco se giró hacia él, cubierto por una bata de baño color azul marino que cubría su peculiar vestimenta.

            -¿La habitación de siempre?

            -La misma señor Malfoy.

            Draco asintió mientras le entregaba su varita, que el hombre recibió sin tocarla dejando que el rubio la colocara en una cajita de madera que el mismo caballero coloco en una caja de seguridad.

            -Gracias –dijo Draco saliendo de ahí.

            Se dirigió con paso ligero y silencioso hasta una habitación, en donde sin tocar entró quitándose la bata de baño y dejándola en un sofá.

            La habitación estaba hermosamente decorada al estilo victoriano, en la cual estaba un biombo al lado de la cama, biombo del cual salió un hombre todavía abrochándose su cinturón.

            -¿Dónde demonios andabas? Tardaste demasiado –dijo mirando su hebilla mientras terminaba de vestirse.

            -¡¿Potter?!

            -¡¿Malfoy?!

            Ambos se había quedado petrificados al ver quien era cada quien a tal  grado que sus apellidos fue lo único que salió de sus bocas.

            -Esto es un atropello, una maldita equivocación –masculló Draco tomando nuevamente su bata y poniéndosela torpemente por sus prisas.

            -Lo mismo digo yo –respondio Harry sin hallar que ponerse encima mientras buscaba desesperado lo que había dejado atrás del biombo.

            Draco tomó la perilla de la puerta intentando abrir sin poder lograrlo.

            -¿¡Qué demonios?!... ¡está atascada, abran la maldita puerta! –gritó golpeándola con fuerza.

            -Una palabra de esto Malfoy y juro por mi vida que te asesinaré –dijo Harry colocándose su chaqueta.

            -Yo no tengo necesidad de advertirtelo, pues en cuanto recupere mi varita te aplicaré un Obliviate… espera… -dijo volviéndose a verlo con estupefacción- ¡¿trabajas aquí?!

            -¡¿Qué, trabajar…?! ¡Por supuesto que no! –Respondio Harry casi cayéndose de espaldas por la pregunta- ¡por supuesto que yo no trabajo aquí!... a diferencia de ti por lo que puedo ver.

            -¿¡Piensas que yo trabajo aquí, maldito estúpido?! –Exclamó  más erizado que un gato ante un perro- ¡claro que no!

            -¡Pues yo tampoco!

            Los dos se miraron ya sin decir nada mientras la situación real les iba cayendo poco a poco; Harry miró el collar de cuero ceñido al blanco cuello de Draco, quien al sentir tal escrutinio se dio la vuelta para comenzar a golpear la puerta nuevamente.

            -¡Abran la puerta!

            -Tú… ¿eres cliente de aquí? –pregunto Harry con curiosidad y asombro mezclados.

            -No, vengo a rezarle a Merlín –respondio  volviéndose a mirarlo.

            Harry vestía un pantalón de vinil negro que le llegaba a las caderas ,tan ceñido al cuerpo que con franca sinceridad Draco se preguntó cómo diablos el Griffindor había logrado entrar ahí, un chaleco de mezclilla con adornos metálicos que  podía verse bajo su chaqueta y un cinturón de piel de dragón rematando su atuendo.

            Por varios segundos se escudriñaron con la mirada para después  voltear la cara con evidente incomodidad.

            -Escucha Potter, es obvio a que venimos aquí y si tú no trabajas en este lugar y es más que obvio que yo tampoco, es más que claro que el señor Faraday se equivocó.

            -Si… suele darme un poco más de tiempo para prepararme –respondio Harry rascándose la cabeza.

            -Que aquí muera todo ¿vale?

            -Por mi está bien…

            -Maldita sea, a este paso va a ser tu chica la que nos va a abrir la puerta.

            -¿Chica, cual chica?... ¡oh!... eee…si ¿verdad?

            Draco observó el repentino sonrojo en el rostro del moreno para caer en cuenta de algo.

            -¡Tú no esperabas a una chica!

            -Bueno ¿y?... puedo contratar a un puto trol si se me pega la gana.

            -¡Esta bien, está bien!... que genio… -masculló  dándole la espalda.

            -Tú tampoco esperabas a una mujer –concluyó Harry sin esperar respuesta del rubio, la cual efectivamente no llegó- es mas Malfoy… ¿Por qué vistes así?

            -Te importa una mierda.

            -Ese collar… ¿¡no me digas que eres un sumi…?!

            -¡Cállate! –Interrumpió rojo de vergüenza girándose a mirarlo- ¡lo que yo vengo a hacer a aquí no te importa, maldito entrometido!

            Y entonces, la puerta se abrió dejando ver a un apenadísimo señor Faraday deshaciéndose en disculpas.

            -¡Señor Malfoy, señor Potter!... ¡Mis más sinceras disculpas!

            -Es usted un imbécil –exclamó Draco.

            -Lo sé, lo sé señor Malfoy; escojan a quien deseen y todo corre por cuenta de la casa, incluyendo una botella de champan de la mejor cosecha.

            Draco solo lo fulmino con la mirada mientras salía por la puerta siendo detenido por una firme voz.

            -¿Tienes miedo Malfoy?

            Draco se giró a verlo con evidente  sorpresa e indignación.

            -¿Miedo?... ¿miedo de que, soberano imbécil, hijo de puta?

            -De mí.

            -¿De ti?... no me hagas reír, por supuesto que no.

            -Pues yo te haría sentirlo –declaró Harry dejando a los otros dos hombres mudos.

            Draco lo miró colgar sus pulgares del cinturón del pantalón en una pose absolutamente retadora.

            El ambiente se tornó tan raro que le señor Faraday solo atinó a mirarlos a ambos alternativamente sin decir nada.

            -¿Y qué te hace pensar que yo quiero…?

            -¡Cállate y cierra la maldita puerta! –interrumpió Harry dejando a los otros dos helados y a uno de ellos con una repentina excitación creciéndole en el pecho y en su entrepierna… y no era precisamente el señor Faraday.

            Lo siguiente fue al señor Faraday echado fuera y a dos hombres teniendo los mejores orgasmos de sus vidas al final de la jornada; lo que siguió  a eso fue una incomodidad superada en otra sesión más en la casa de citas y otras tantas ya en otro lugar; una vez en casa de Harry, otra en la de Malfoy, hasta que fueron conociéndose más allá del sexo; Draco Malfoy descubrió que Harry Potter no era tan idiota y Harry Potter descubrió que Draco Malfoy no era tan estúpido… descubrieron que su compañía era tan grata al grado de no desear la compañía de nadie más, al grado de extrañarla cuando estaban solos… increíblemente tan cerca y sorprendentemente tan lejanos, que pareció una clara broma del destino reunirlos ahí, ambos con sus parafílias y roles tan definidos y sobre todo, tan similares y opuestos a la vez.

            Terminaron viviendo juntos sin que nadie lo supiese, no por vergüenza sino por comodidad, poco después fundaron su compañía y el resto fue tan increíblemente sencillo como si se estuviesen esperando toda la vida; Draco sonrió al recordar su primer orgasmo en las rodillas de Harry Potter, sonrisa que fue interrumpida por un fuerte coscorrón que le acomodó las ideas.

            -¡Hey, despierta!

            -¿Eh?... lo… lo siento… -balbuceó sobándose  la cabeza.

            Harry fue consciente de aquella sonrisa, por lo que reprimiendo una, puso su cara más mala.

            -No aprendes, definitivamente no aprendes… -exclamó el moreno jalándolo con fuerza de la cadena hacia afuera de la habitación- ¡abajo!... caminarás sobre tus manos y rodillas hasta que te ordene lo contrario.

            Draco comenzó a gatear tras Harry lo más rápido que podía para seguirle el paso llegando de nuevo hasta la sala, en donde Harry finalmente lo soltó.

            -De pie ramera.

            Draco obedeció presuroso sin atreverse a sobar sus doloridas rodillas.

            Con su varita, Harry convocó una caja de madera que Draco conocía muy bien y que precisamente por eso, tembló tan solo al verla.

            -Trae una silla y ponla aquí, junto al sofá.

            -En seguida.

            -Ven aquí –dijo Harry haciéndole señas con un dedo, y cuando Draco se acercó, una nueva bofetada le cruzó el rostro- ¿en seguida, qué?

            -En seguida señor –respondio  con los ojos llorosos mientras se sobaba la mejilla.

            -¡No te sobes, maldita sea!

            -¡No me estoy sobando! –Respondio  retirando su mano de su cara dándose cuenta en seguida de su error- ¡perdón señor, perdón!

            -Ya ibas por el buen camino, pero veo que solo respondes a base de disciplina ¡trae la maldita silla!

            Draco casi se cae de bruces al tratar de correr con las zapatillas deteniéndose de puro milagro, después regreso con más cuidado con la silla.

            -Bien… -dijo Harry sentándose en ella con la caja de madera en sus piernas.

            Cuando la abrió, varios instrumentos y juguetes sexuales se dejaron ver; Draco suspiro un tanto aliviado cuando lo vio cerrarla sin tomar nada.

            -Ya sabes que hacer.

            Draco tragó saliva, pues aunque estaba excitado, también estaba asustado por lo que sabía iba a suceder, pues había llegado a conocer a Harry en su rol de dominador y sabía que éste se lo tomaba con mucha seriedad.

            Harry lo vio dirigir sus temblorosas manos debajo de su falda y desabrochar las medias del liguero para bajarse lentamente su pantaleta hasta las rodillas para después abrocharlo de nuevo y recostarse sobre sus muslos.

            Harry levanto la faldita y vio ante sí un par de redondas y carnosas nalgas que respingaron en cuanto él les pasó la mano para acariciarlas.

            -Eres mi puto, solo mío y solo debes hacer lo que yo te ordene…

            -Si señor… -respondio  sujetándose de los muslos de Harry poniéndose cada vez más tenso.

            -Pero eres torpe…

            -Si, soy torpe señor.

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