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Angel Audaz por Shiochang

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Notas del capitulo:

A pedido del consumidor...

Ángel Audaz

Debo dar gracias a todos los comentarios recibidos, no esperaba tanta aceptación a mi historia, a la personita que leyó el original, verá desde aquí cambios, pero NO AL SPOILER.


 


Dadas las circunstancias…

Seis días después de la llegada y pronta partida de los mensajeros del rey, Naruto se encontraba sola en el jardín. No había visto a Deidara durante días y tampoco sabía nada de él, y la gravedad de las heridas de Gaara le había hecho perder a Sakura la poca cordura que le quedaba. No es que la mujer hubiera querido mucho a Gaara, sino más bien el hecho de que los Uchiha hubieran tenido que ver con lo que le pasaba. Naruto pensó en Matsui con odio.


Por supuesto, un día atrás había llegado el tío Jiraiya estaba enterado de muchas cosas y no hizo comentarios respecto a ver a Naruto vestido de mujer, simplemente preguntó por Deidara y luego arregló las cosas para llevarse al pelirrojo, dijo que allá en España estaría a salvo y se olvidaría de toda esa idiotez de querer matar a Deidara.


Naruto se atrevió a preguntarle a él sobre lo que pasó con la joven Uchiha.


- Deidara se la llevó a su casa ¿sabes que Itachi Uchiha no quería que se casara con Gaara?  Así que pensó en utilizar a la cuñada de este como rehén a manera de obligarlo a aceptar – miró la calesa en la que Gaara estaba – estábamos conversando al respecto cuando escuchamos los gritos, Deidara intentó detenerla, pero cuando los alcanzamos con Yahiko, Deidara estaba en el suelo con una herida en el costado de la cabeza y la chica había caído por una ventana con claras muestras de haber sido violada recientemente – suspiró – Gaara estaba enfurecido, no quiso escucharnos y al final Deidara dejó que se las llevara, eso hizo enfurecer a Matsui y hubo una pelea atroz entre ellos, con lo que rey proscribió a uno y al otro le puso fuertes multas, si no hubiese sido por Yahiko y por mí, Deidara habría sido decapitado.


- Los Uchiha no saben de eso ¿verdad?


- Ellos saben lo que les dijo Gaara, ninguno había sido capaz de escucharnos, han esgrimido que somos familia y por lo tanto somos muy parciales, pero el corte que tiene Deidara en el cuello cabelludo fue prueba suficiente para el rey para no condenarlo.


- ¿Estás seguro que Gaara estará bien? – dijo cambiando de tema.


- Yahiko cree que es la única forma en que el muchacho se recupere y consigamos hacerlo entrar en razón ¿Cómo puede creer que Deidara iba a violar a una mujer?  ¿Es tan idiota que se le olvida que es doncel y que el mismo fue violado cuando era apenas un crío?


Naruto abrió la boca y la volvió a cerrar, algo había escuchado al respecto entre las tantas burlas que lanzara Minato en contra de su hermano, pero se había cayado ante su presencia.


- ¿Cómo es eso? – dijo asombrado.


- No debería contarte, fue culpa de tu hermano Minato, por eso su padre dejó el título a Deidara, pese a que es doncel.


- Pero no me dices nada – insistió.


- Deidara tenía 12 años cuando acompañó a tu padre y su hermano a una cacería, después de ellos se quedaron a una fiesta en el castillo de Dounzu, tu padre le confió el cuidado de Deidara a Minato, pero este lo aposto con un amigo y perdió – apretó los puños con rabia – tu padre estaba enfurecido cuando descubrió lo que le había pasado a Deidara. Pudo haber terminado embarazado apenas siendo un niño y a Minato no le importó.


- Así que por eso Deidara me enviaba al convento para protegerme.


- Bueno, no le mencioneis nada de esto a Deidara, lo único que conseguirías es que te trate de cortar la cabeza y se olvide que eres su hermano – le dijo subiéndose al coche y partiendo de inmediato rumbo al puerto


 


Caminaba por el jardín meditando en lo que le dijera su tío, si así era, Deidara se podría peor si le consultaba sobre lo que le pasó a Gaara, si su primo no había querido contarle, suponía que Deidara menos lo haría


Una sombra se movió por el sendero y Naruto, asustado, levantó la vista... para encontrarse con los ojos intensos y oscuros de Sasuke Uchiha. La miró apreciativamente de arriba abajo, notando el vestido de satén color marfil, la doble hilera de perlas, y el rubí rojo sangre que le adornaba el pecho.


Naruto sintió que lo quería devorar, que nada podría resultarle suficiente. Había sombras amarillentas debajo de los ojos de él, y estaba más delgado. Obviamente no se había recuperado totalmente de la fiebre.


— Ven — dijo él con voz ronca.


Naruto no dudó, y lo acompañó por el jardín hasta llegar a los bosques que circundaban la casa Namikaze. Supuestamente, toda esa zona estaba vigilada, pero Sasuke había logrado entrar sin que se notara su presencia.


El no le habló, no lo miró, y sólo cuando llegaron a donde dos caballos esperaban, se dio cuenta de lo que sucedía: él lo odiaba. Su cuerpo rígido, la frialdad de sus ojos eran indicios más que claros.


Él mismo se puso rígido cuando llegaron junto a los caballos.


— ¿Adonde quieres llevarme? — El se volvió para mirarlo.


— El rey ha ordenado que nos casemos. Tu hermano se negó a cumplir esa orden. Si desobedecemos, tanto tu hermano como yo seremos declarados traidores y nuestras tierras serán confiscadas. — Sus ojos se fijaron en el rubí —  No debes temer. Después de la ceremonia te devolveré a tu precioso hermano, porque ni siquiera tú querrías que te despojaran de todas las cosas que te son tan queridas.


Se alejó de él. Naruto trató de montar su caballo, pero su larga falda y los temblores de su cuerpo no se lo permitieron. Sasuke se le acercó por detrás y, tocándolo lo menos posible, lo depositó sobre la montura.


Naruto estaba demasiado atónito, en un profundo estado de conmoción, y apenas si pudo pensar mientras partían raudamente hacia el norte. Tenía los ojos tan secos que le ardían, y no pensaba en otra cosa que en el viento y en cómo jugaba con las crines de su caballo.


Menos de una hora después se detuvieron en las afueras de una pequeña aldea, frente a una agradable casita que estaba frente a una iglesia. Sasuke desmontó y no lo miró, mientras él luchaba por llegar al suelo.


Un sacerdote les abrió la puerta.


— Sasuke, así que ésta es la encantadora novia — dijo — Pasen, sé lo impaciente que están.


Sasuke pasó primero, ignorando a Naruto, y este corrió detrás de él, tomándolo del brazo. La mirada que él le lanzó lo hizo contener el aliento. Dejó caer la mano.


— Después que hayamos terminado, ¿podríamos hablar? — susurró.


— Si no te va a llevar mucho tiempo — le contestó él fríamente— Mi hermano me está esperando.


— No — respondió, tratando de recobrar su dignidad— No te detendré demasiado. — Con esas palabras, se arregló la falda y caminó delante de él.


La ceremonia se llevó a cabo en pocos minutos. No hubo testigos de ninguna de las dos familias, sólo unos hombres conocidos del sacerdote. A juzgar por el sentimiento con que cada uno de los novios pronunció las palabras necesarias, bien podrían haber estado tratando un negocio de granos.


Cuando el sacerdote los declaró marido y mujer, Sasuke se volvió hacia Naruto y él contuvo el aliento.


— Creo que podremos hablar en la sacristía — fue todo lo que dijo. Naruto, con la cabeza en alto, lo precedió.


Cuando estuvieron solos en la pequeña habitación él se recostó perezosamente sobre una de las paredes.


— Ahora tienes la oportunidad de decir todo lo que quieras.


El primer impulso de ella fue gritarle dónde podría pasar el resto de su vida, pero se contuvo.


— No sabía que el rey había ordenado que nos casáramos. Si hubiera estado al tanto, no me habría negado. Estoy dispuesto a mucho con tal de terminar con esta enemistad.


— ¿Hasta a dormir con tu enemigo? — se burló él. Ella apretó los dientes.


— Deidara ha estado muy mal con lo de Gaara. — Por un momento, sus ojos lanzaron llamas.


Sasuke tenía la respiración agitada.


— Tal vez no estés enterada de que Matsui pudo sobrevivir al veneno que le dio tu hermano.


— ¡Veneno! — bufó ella— . ¿Y ahora de qué estás acusando a Deidara?


— No a Deidara — dijo Sasuke— Fue tu hermano Gaara quien envenenó a Matsui.


— Pues bien, ¡parece que Gaara pagó por lo que hizo! He oído que Matsui es un hombre corpulento. ¿Se divirtió mucho haciendo pedazos a mi hermano? ¿Disfrutó al oir el ruido de los huesos que se rompían?


Los ojos de Sasuke se endurecieron.


— Veo que una vez más has oído sólo una versión de la historia. ¿Te dijo Deidara que Matsui atacó a Gaara?


— No con todas las letras, pero...  – Sasuke se separó de la pared.


— Entonces pregúntale. Haz que tu perfecto hermano te diga la verdad sobre quién atacó a Gaara Namikaze. Y ahora, si no tienes otra cosa de qué acusarme, tengo que irme.


— ¡Espera! — lo llamó ella—  Por favor, dame algunas noticias. ¿Cómo está sir Juugo?


Los ojos de Sasuke se volvieron negros.


— ¿Y a ti qué cuernos te importa? ¿Desde cuándo te interesa alguien que no sea tu traicionero hermano? Juugo ha estado a punto de morir por las flechas de tu hermano. Tal vez debió practicar más su puntería. Otra pulgada y habría atravesado el corazón de Juugo.


— ¿Y Obito? — susurró ella.


— ¡Obito! — dijo él con los dientes apretados— Obito lloró durante tres días después de que te fuiste, y ahora ni siquiera acepta que la niñera de Fugaku entre a su cuarto. El nombre de la niñera es Naruko.


— Yo nunca quise... — comenzó — Yo amo a Obito.


— No, Naruto, no lo amas. No somos nada para ti. Te has vengado de todos nosotros por retenerte contra tu voluntad. Tú, después de todo, eres una Namikaze.


La furia explotó en él.


— ¡No pienso tolerar una sola insinuación más! ¿Qué se supone que podía hacer cuando mi hermano tenía su espada contra tu garganta? ¿Debía haberme quedado contigo? ¡Te hubiera matado! ¿No te das cuenta de que me fui con él para salvar tu miserable vida?


— ¿Y se supone que tengo que creer eso? — dijo en voz baja— . Estás frente a mí chorreando perlas, luciendo un rubí que cuesta más que todo lo que yo poseo y me dices que te fuiste con tu hermano para salvarme. ¿Qué te ha hecho pensar que soy un estúpido?


— Entonces, dime — le repuso —  ¿qué debería haber hecho?


El entrecerró los ojos.


— Tú dices que tu hermano te ama mucho; debías haberle dicho que querías permanecer conmigo—  Ella alzó las manos con desesperación.


— Oh, sí, eso hubiera dado excelentes resultados. Sin duda Deidara hubiera envainado su espada y muy dócilmente habría regresado a casa. Deidara tiene un temperamento tan fogoso como el tuyo. Y, Uchiha, ¿cómo iba yo a saber que tú querías que me quedara a tu lado?


El se quedó callado un momento.


— Mis deseos siempre han estado muy claros. Me he enterado de que últimamente has dormido con muchos hombres. Estoy seguro de que tu condición de casada no va a interferir con tus actividades, aunque mi hijo te será un estorbo por un tiempo más.


Con mucha calma, muy lentamente, Naruto se le acercó y le cruzó la cara de una bofetada.


Cuando Sasuke enderezó la cabeza para mirarla, había llamas en sus ojos. Con gesto violento y rápido le agarró las manos y lo empujó contra la pared de piedra. Sus labios se apretaron contra los suyos con fuerza, hambrientos.


Naruto reaccionó con todos sus deseos dormidos y apretó su cuerpo contra el de él, ansiosamente.


Los labios de él le recorrían el cuello.


— Tú me amas, ¿no es verdad, Naruto?


— Sí — murmuró ella.


— ¿Cuánto? — susurró él, tocándole el lóbulo de la oreja con la punta de la lengua.


— Sasuke — jadeó ella— por favor. — Tenía las manos sujetas contra la pared, sobre su cabeza, y deseaba desesperadamente rodearlo con sus brazos —  Por favor —  repitió.


Abruptamente se alejó de él, dejándole bajar los brazos.


— ¿Qué se siente al ser rechazado? — dijo fríamente, aunque le latían las venas del cuello— . ¿Qué se siente cuando se ama a alguien y éste te rechaza? Te rogué que te quedaras conmigo pero preferiste a tu hermano. Ahora vamos a ver si él puede darte lo que necesitas. Adiós, Naruto... Uchiha. — Con estas palabras dejó la sacristía y cerró la puerta tras de sí.


Por un largo momento Naruto se sintió demasiado débil como para moverse, pero finalmente pudo llegar a una silla y sentarse. Allí estaba, atontado, cuando entró el sacerdote, obviamente muy agitado.


— Lord Sasuke ha tenido que partir, pero afuera os espera una escolta. Y ha dejado esto para usted. — Como Naruto no reaccionaba, el sacerdote le tomó una mano y se la cerró sobre algo frío y pesado—Tomaos vuestro tiempo, querida, los hombres pueden esperar.


Sólo después de algunos minutos, Naruto pudo ponerse de pie. El objeto que tenía en la mano cayó sobre el piso de piedra. Se arrodilló y lo recogió. Era un pesado anillo de oro, del tamaño de su dedo, con una gran esmeralda que tenía tallados los tres leopardos de los Uchiha.


Su primer impulso fue arrojarlo lejos, pero con un gesto de resignación se lo puso en la mano izquierda y salió de la sacristía para encontrarse con los hombres que esperaban.


Deidara se topó con ella a media milla de la casa, con una guardia armada y las espadas desenvainadas. Ella espoleó su caballo para acercársele.


— ¡Muerte a todos los Uchiha! — gritó él. Naruto le sujetó las riendas del caballo y, después de un forcejeo que casi le saca el brazo de su lugar, consiguió detenerlo. Ambos tuvieron que tranquilizar a sus cabalgaduras.


— ¿Por qué estás cabalgando con hombres de Uchiha? — aulló Deidara.


— Porque soy una Uchiha — le gritó ella a su vez.


Afortunadamente esta declaración hizo que Deidara se detuviera.


— ¡Cómo te has atrevido a no decirme que el rey ordenó que me casara con Sasuke! — vociferó ella—  ¿Qué más has estado escondiendo? ¿Quién atacóó a Gaara?


La furia de Deidara hizo que su rostro se pusiera de color púrpura.


— Un Uchiha... — comenzó él.


— ¡No! ¡Quiero la verdad!


Deidara miró a la guardia armada que estaba detrás de Naruto como si estuviera planeando su muerte.


— O me dices la verdad aquí y ahora, o me voy con ellos a Escocia. Acabo de casarme con un Uchiha y mi hijo tiene todo el derecho del mundo a crecer como tal.


Deidara respiraba pesadamente.


— Yo ataqué a Gaara — gritó él, y de inmediato se tranquilizó— Ataque a mi primo, al que siempre quise como un hijo ¿Es eso lo que querías oír?


Naruto había esperado recibir cualquier otra respuesta, pero lo que oyó lo dejó pasmado.


— Volvamos a casa, Deidara, y hablaremos.


Cuando estuvieron solos en el castillo, Naruto exigió que Deidara le contara todo lo referente a las guerras entre los Namikaze y los Uchiha. No era una historia fácil de escuchar, y tampoco resultaba sencillo que Deidara contara las cosas exactamente como eran. El punto de vista de Deidara sobre los hechos estaba teñido con sus propias emociones.


En Escocia había creído que tenía la oportunidad de casarse con Bronwyn MacArran, que hubiera sido una excelente pareja para él. Le dijo a la mujer algunas falsedades para que ella lo tuviera en mejor concepto... pero ¿qué eran unas pocas mentiras cuando se trataba de cortejar a alguien?  Incluso le había ocultado que era doncel y qie por lo tanto nunca podrían tener hijos. Hasta había provocado que Shisui Uchiha combatiera por ella, pero cuando Shisui triunfó con tanta facilidad, Deidara perdió el control y lo atacó por la espalda, La humillación que tuvo que sufrir Deidara por este hecho había sido muy difícil de soportar. Había raptado a Bronwyn y a Mary solamente para dar una lección a los Uchiha, ya que el engreído hermano mayor no la dejaba casarse con Gaara sólo porque él estaba de por medio. Jamás había pensado en hacer daño a las mujeres.


— Pero sí le hiciste daño a Mary — dijo Naruto, iracunda.


— ¡Jamás le hice nada! — se defendió Deidara—  Pero tampoco podía decirles a ellos con lo que probaba que yo no era el culpable ¿Te imaginas cómo se hubieran burlado todos de los Namikaze? ¡Soy doncel y fui ultrajado tal como lo fue ella!  ¡Tenía que mantener mi cabeza en alto


— Tu orgullo me enferma. Gaara está como muerto en vida en vez de casado. ¿Ya tienes lo que querías?


— No — susurró él.


— Yo tampoco. — Se sentó —  Deidara, quiero que me escuches, y que me escuches bien. La guerra entre los Namikaze y los Uchiha ha terminado. Ahora mi nombre es Uchiha y mi hijo será un Uchiha. Ya no habrá más luchas.


— Si trata otra vez de llevarte... — comenzó Deidara.


— ¡Llevarme! — Se puso de pie tan rápidamente que la silla cayó hacia atrás — Esta mañana le rogué a Sasuke Uchiha que me llevara con él, pero se negó. ¡Y no lo culpo! Su familia ha perdido a alguien a quien amaban mucho, por lo que creen es tu culpa, y sin embargo no te han matado, como probablemente debieran haber hecho.


— Gaara...


— ¡Tú atacaste a Gaara! — gritó ella — Tú y tu orgullo han sido los causantes de todo, y por Dios que si vuelves siquiera a mirar a un Uchiha de mal modo, yo misma desenvainaré una espada contra ti — Diciendo esto, salió del salón, llevándose por delante a Sakura, quien, como de costumbre, estaba fisgoneando detrás de la puerta.


 


Pasaron tres días antes de que Naruto pudiera controlar su furia y pensar.


Cuando lo hizo, decidió revisar toda la situación y ver qué podía hacer. No iba a permitir que su hijo creciera como lo había hecho él. Probablemente nunca pudiera vivir con Sasuke, de manera que lo más cercano a un padre que iba a tener la criatura sería su hermano Deidara.


Encontró a Deidara cabizbajo junto al fuego, y si hubiera sido un hombre fuerte y corpulento, lo hubiera levantado a empujones de la silla y le hubiera dado unas buenas patadas en el trasero.


— Deidara — dijo, con voz dulce como la miel— no lo había notado hasta ahora, pero tienes un rollo en la cintura.


El se tocó sorprendido el estómago plano. Naruto tuvo que contener la risa. Deidara era un hombre muy apuesto y estaba acostumbrado a que las mujeres lo miraran.


— Tal vez a tu edad los hombres engordan y sus músculos se debilitan.


— Pero no soy tan viejo — dijo él, poniéndose de pie y mirándose el estómago.


— Eso era algo que me gustaba de Escocia. Los hombres se mantenían en perfecto estado físico. El la miró de lado.


— ¿Qué estás tratando de hacer, Naruto?


— Estoy tratando de evitar que te hundas en un mundo de autocompasión, Gaara está en España, y aunque todas las noches caigas borracho en la cama, por el resto de tus días, no lograrás que vuelva a ser como antes. Ahora ve a buscar esos perezosos caballeros que tienes y poneos a trabajar.


En el rostro de él apareció algo parecido a una sonrisa.


— Tal vez esté necesitando un poco de ejercicio — dijo, y salió de la habitación.


Seis semanas después, Naruto dio a luz un varón de buen tamaño y muy saludable, a quien llamó Nicholas Deidara. de inmediato fue evidente que el niño había heredado los pómulos altos de Itachi Uchiha. Deidara se entusiasmó con el niño como si fuera de él.  Fue en ese momento que la duda surgió ¿Por qué estabs tan contento que se pareciera a Itachi?


Cuando Naruto se pudo levantar, comenzó a trabajar para prepararle un bello hogar al pequeño Nicholas. Lo primero que hizo fue ordenar una guardia permanente junto al niño, porque Sakura parecía creer que Nicholas era hijo de Judith y Itachi, y Naruto no tenía confianza en lo que la pobre loca pudiera hacer.


Nicholas apenas tenía un mes cuando llegó la primera carta de Judith Uchiha. Era una carta reservada en la que preguntaba por el niño y lamentaba no conocer a Naruto, aunque Bronwyn hablaba muy bien de ella.


No se hablaba de Sasuke para nada.


De inmediato Naruto contestó la carta, elogiando mucho al pequeño Nick, contando que se parecía a Itachi y preguntando si Judith tendría algún buen consejo para una madre novata.


Judith respondió enviándole un baúl repleto de exquisitas ropas de bebé que su hijo, que ya tenía diez meses, había dejado de usar.


Naruti, en un leve desafío, le mostró las ropitas a Deidara y le dijo que había iniciado una correspondencia con Judith Uchiha. Deidara, empapado de sudor porque acababa de volver del campo de entrenamiento, no dijo palabra... pero Sakura tenía mucho que decir, aunque todos lo ignoraban.


Naruto se volvió a preguntar por que cualquier mención a la mujer o a Itachi lo ponían de ese humor tan extraño, a veces sus ojos parecían arder de rabia y otras de vergüenza ¿qué le pasaba a su hermano?


No fue sino hasta la quinta carta de Judith que ella mencionó a Sasuke, aparentemente de pasada. Contaba que Sasuke estaba viviendo con Matsui, que ambos estaban sin sus esposas y que ambos se sentían terriblemente mal.


Esas noticias la alegraron para toda la semana. Reía con Nick y le contaba todo lo referente a su padre y a su medio hermano Obito.


En septiembre, Naruto le envió a Judith unos bulbos para su jardín, junto con un hermoso jubón para Obito, similar al de los hombres grandes, que ella misma le había hecho. Judith le había contado que Obito estaba encantado con el jubón, pero que tanto él como Sasuke creían que era Judith quien lo había confeccionado; esto había hecho reír a Itachi, porque Judith estaba siempre demasiado ocupada y no tenía paciencia para sentarse a coser.


Justo después de Navidad, Judith envió una carta larga y muy seria. Matsui y su esposa estaban por fin reunidos, y Sasuke había ido a visitarlos antes de volver a su propia casa. Judith se había quedado sorprendida por el cambio sufrido por Sasuke. Siempre había sido un solitario, pero ahora casi no hablaba con nadie. Y lo que era peor, su amor por las mujeres al parecer había desaparecido. Las mujeres aún se sentían atraídas por él, pero Sasuke las miraba con suspicacia y sin el más mínimo interés. Judith había tratado de hablar con él sobre este tema, pero todo lo que él había respondido había sido: “Soy un hombre casado, ¿lo recuerdas? Los esposos deben ser fieles siempre”. Luego, se había reído y se había alejado. Judith le rogaba a Naruto que perdonara a Sasuke, advirtiéndole al mismo tiempo que todos los Uchiha eran increíblemente celosos.


Naruto respondió con otra larga carta, en la que se reflejaba toda su frustración. Sasuke era el único hombre que lo había tocado; le había rogado que la llevara con él después de la boda, pero él se había negado. Contó cómo se había ido con Deidara para salvarle la vida. Escribió páginas enteras explicando qué tonto había sido por creer tan ciegamente en su hermano, pero era Sasuke quien lo quería lejos de sí, no él.


Tan pronto como Naruto envió la carta con el mensajero, deseó tenerla de vuelta. A decir verdad, no conocía a Judith Uchiha. Con que sólo la mínima parte de lo que Sakura contaba de Judith fuera cierto, la mujer debía de ser un monstruo. Podría arruinar todas sus probabilidades de un arreglo con Sasuke.


Cuando pasaron dos meses sin recibir una respuesta, Naruto sintió que iba a enloquecer. Deidara no hacía más que preguntarle qué era lo que estaba mal.


Sakura hizo más que eso. Se deslizó en las habitaciones de Naruto, encontró las cartas de Judith, las leyó y luego le hizo un pormenorizado relato de ellas a Deidara. Cuando Deidara optó por no prestarle mayor atención, Sakura tuvo un ataque de furia que le duró casi un día entero.


 


La respuesta que Judith le hizo llegar a Naruto fue corta: Sasuke iba a estar acampando a veinte millas de la casa Namikaze el 16 de febrero, en las afueras de la aldea de Westermore. Sir Juugo estaba deseoso de ayudar a Naruto en todo lo que pudiera.


Naruto durmió con esta carta, la llevó consigo a todas partes y finalmente la escondió detrás de una piedra de la chimenea. Durante unos días se sintió entre nubes, y después consiguió poner los pies sobre la tierra. ¿Por qué tenía que pensar que Sasuke la querría de vuelta? ¿Qué podía hacer ella para que él la quisiera?


"Eres mía, Naruto —  había dicho él— Me fuiste entregada.”


En su mente comenzó a formarse un plan. No, no podría, pensó. Se le escapó una risita. No creía tener el coraje suficiente. ¿Pero qué pasaría si se “diera” nuevamente a Sasuke?


Mientras Naruto estaba en la galería, pensando en visiones deliciosas y horribles, Sakura se encontraba en las habitaciones de Naruto, espiando y buscando. Cuando encontró la última carta de Judith, se la llevó a Deidara, y esta vez él le prestó atención. Durante los días que siguieron, tres personas en la casa Namikaze maquinaban sus planes... todos con distintos objetivos.


 


— ¡De ninguna manera! — dijo sir Juugo mientras observaba a Naruto. Su tono de voz era bajo, pero se oía más fuerte que un grito.


— Pero Judith dijo que estabais dispuesto a ayudarme.


Sir Juugo se enderezó en toda su altura La cicatriz que le cruzaba el rostro estaba de color púrpura.


— Lady Judith —  enfatizó la palabra—  no tenía idea de que vos pudierais pedirme semejante cosa. ¿Cómo se os ha podido ocurrir algo así? — dijo con la voz cargada de reproche.


Naruto le dio la espalda y propinó una patada a la alfombra que cubría el suelo. A él le había parecido una muy buena idea en su momento: haría que sir Juugo la entregara nuevamente a Sasuke, envuelto en una alfombra.


Tal vez la repetición de la escena le hiciera reír y perdonarla. Pero sir Juugo se negaba a cooperar.


— ¿Y entonces qué puedo hacer? — preguntó con tono cansado— Sé que no querrá verme si se lo pido directamente.


— Lady Sasori le envió su hija a lord Matsui, y la niña actuó de emisaria.


— Oh, no. No voy a permitir que Sasuke le ponga las manos encima a Nick. Sasuke contrataría otra niñera y agregaría al niño a su colección. Nunca volvería a ver ni a Sasuke ni a Nick. — Se recostó contra un árbol y trató de pensar. Si lograba arreglar una reunión con Sasuke, no estaba seguro de que él quisiera escucharla.


Su única oportunidad verdadera era hacer que a él se le oscurecieran los ojos de pasión y que no se pudiera controlar. Tal vez entonces pudiera hablarle, después de hacer el amor.


Mientras pensaba, jugaba con su larga capa negra de terciopelo, adornada con visón del mismo color. La cubría de pies a cabeza. Miró de nuevo a sir Juugo y había una nueva luz en sus ojos.


— ¿Podéis arreglar que yo pase un rato a solas con Sasuke? ¿En el bosque, y no en la tienda? ¡Y que sea realmente a solas! Sin duda él llamará a sus guardias, pero quiero que no aparezca nadie.


— No me gusta la idea — dijo sir Juugo empecinadamente— ¿Qué pasaría si se presentara un peligro real?


— Muy cierto — dijo ella con sarcasmo— Podría arrojarlo al suelo y ponerle un cuchillo en la garganta.


Sir Juugo levantó una ceja y ostentosamente cambió de posición el pie que Naruto le había roto.


Naruto le dedicó una pequeña sonrisa.


— Por favor, Juugo, no le he hecho daño a un hombre en mucho tiempo. Sasuke es mi esposo y lo amo, y sólo trato de que él me vuelva a amar.


— Yo creo que lord Sasuke os ama mucho, casi está obsesionado con vos, pero habéis herido su orgullo. Nunca ninguna mujer le había causado problemas.


— No voy a disculparme por haberme ido de Escocia con Deidara. En ese momento hice lo apropiado, Ahora bien, ¿vais a hacer lo necesario para que tenga un rato a solas con mi marido?


Sir Juugo se tomó su tiempo antes de asentir.


— Estoy seguro de que me voy a arrepentir de esto.


Naruto le sonrió ampliamente, con el rostro iluminado.


— Seréis el padrino de nuestro próximo hijo. — Sir Juugo refunfuñó.


— En una hora lord Sasuke estará en este lugar. Os doy una hora con él.


— Entonces nos encontraréis en una situación embarazosa — dijo con franqueza— Intento seducir a mi esposo. Dadnos por lo menos tres horas solos.


— Así no se comportan las damas, Naruto Uchiha — dijo él pero había destellos en su mirada.


— Ni tampoco tengo ningún orgullo — estuvo de acuerdo — Idos ahora, mientras me preparó.


Cuando se quedó solo, Naruto perdió un tanto su sangre fría. Tal vez ésta fuera su única oportunidad de recuperar a su marido, y rezaba para que todo saliera bien. Con manos temblorosas comenzó a desabotonarse el traje.


Esperaba conocer a Sasuke lo suficiente como para saber que podría resistirse a él con su lógica, pero no físicamente.


Escondió sus ropas debajo de unos arbustos y, desnudo, se envolvió toda entera en la capa negra. Para el mundo sería una dama  o doncel decoroso. Cuando estuvo lista, se sentó en una piedra y esperó.


Cuando oyó los pasos de alguien que se acercaba, se puso rígida, porque reconoció la forma de caminar de Sasuke, rápida, ligera, decidida. Se puso de pie para recibirlo.


Cuando él la vio, sus ojos le dieron la bienvenida, ansiosos, pero de inmediato su visión se oscureció la miró muy fríamente.


— ¿Has dejado de lado a tu hermano? — le preguntó.


— Sasuke, he arreglado este encuentro para preguntarte si sería posible que viviéramos juntos como marido y mujer.


— ¿Los tres juntos?


— Sí. — Sonrió —  Nosotros dos y nuestro hijo Nicholas.


— Ya veo. ¿Y, si se puede saber, qué va a hacer tu hermano sin el hermano por el que tantas veces ha matado?


Naruto se le acercó unos pasos.


— Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y esperaba que ya te hubieras sobrepuesto a los celos.


— ¡No estoy celoso! — replicó él — Tuviste que tomar una decisión y la tomaste. Ahora, voy a hacer que te escolten de nuevo a tu casa. ¡Guardias!


Una mirada de intriga se pintó en el rostro de Sasuke cuando nadie respondió a su llamada, pero antes de que pudiera decir una palabra, Naruto se abrió la capa, revelando su cuerpo desnudo. Sasuke se quedó con la boca abierta y sólo atinó dar un resoplido.


Naruto dejó que la capa cayera abierta, mostrando desde su cintura hasta los pies. Lentamente, como una cazadora, se acercó a él y le puso una mano en la nuca.


Involuntariamente, la mano de él se fue a posar sobre la piel satinada de su cadera.


— ¿Voy a tener que suplicarte, Sasuke? — susurró, mirándole los labios— Me he equivocado muchas veces. Ya no tengo orgullo. Te amo y quiero vivir contigo. Quiero más hijos.


Lentamente, los labios de Sasuke se acercaron a los suyo. Estaba usando toda su fuerza de voluntad para resistírsele.


— Naruto — murmuró él, rozándole la boca levemente.


El fuego largamente reprimido se encendió entre ellos. Los brazos de Sasuke se deslizaron debajo de la capa y la levantó del suelo, apretándola contra sí y besándola más profundamente. Su boca le recorrió el rostro, como si quisiera devorarla.


— Te he extrañado. Oh, Dios, ha habido momentos en que creí que iba a enloquecer.


— Yo estoy seguro de haber enloquecido — respondió, riendo y llorando— , ¿Por qué no pudiste darte cuenta de que te amaba sólo a ti? Nunca he permitido que ningún otro hombre me tocara.


El le besó las lágrimas.


— Me enteré de que John Bascum tuvo que darse catorce puntos en la cabeza porque tú lo golpeaste.


Ella lo besó en la boca y no le permitió seguir hablando. Sin que ninguno de los dos se diera cuenta, comenzaron a resbalar hacia el suelo. Los dedos de Naruto estaban hundidos entre los botones de las ropas de Sasuke, mientras que las manos de él le recorrían el cuerpo ansiosamente.


— ¡Quitadle las manos de encima! — se oyó una voz mortal.


A Naruto y Sasuke les llevó un momento comprender quién había hablado. Deidara Namikaze apuntaba a Sasuke con su espada.


 


Sasuke le dirigió a Naruto una mirada dura y comenzó a ponerse de pie.


— Es tuya — le dijo a Deidara, con el pecho agitado.


— ¡Maldito seas, Deidara! — le gritó Naruto a su hermano, comenzando a arrojarle piedras a la cabeza— . Aunque sólo sea por una vez, ¿puedes dejar de meterte en mi vida? ¡Guarda esa espada antes de que alguien salga lastimado!


— Voy a lastimar a un Uchiha si...


— Puedes intentarlo — resopló Sasuke, desenvainando su espada.


— ¡No! — gritó Naruto, y saltó en medio de los dos hombres, de frente a su hermano— . Deidara, déjame aclararte esto. Sasuke es mi esposo y me voy a ir a su casa con él, esto es, si él me lo permite, después de cómo nos hiciste quedar a ambos.


— Qué modelo de esposo — rió Deidara entre dientes—  Hace meses que no te ve, ni siquiera conoce a Su propio hijo. ¿Es eso lo que quieres, Naruto? ¿Vas a dejar tu hogar por un hombre a quien nada le importas? ¿A cuántas mujeres has dejado embarazadas desde Naruto, Uchiha?


— A más de las que tú podrías embarazar en toda tu vida — repuso Sasuke con calma, sin saber cuanto daño le hacía al orgullo del otro.


Naruto se acercó más a Sasuke cuando Deidara se irguió amenazante.


— Si tuviera un poco de sentido común, os mandaría a ambos al infierno.


— Deja que te libre de él — dijo Deidara, pero cuando la punta de su espada tocó la capa de Naruto, se quedó muy quieto—  ¿Es que no tienes vergüenza? ¿Has recibido a este hombre... así?


— Deidara, eres un ser testarudo que sólo comprende lo que se le mete en la cabeza por la fuerza. — Girando con sus terciopelos y sus visones, se puso de puntillas y plantó su boca contra la de Sasuke. Sasuke estaba comenzando a comprender que esta vez Naruto lo elegía a él y no a su hermano. Lo apretó contra sí como para romperle las costillas y lo besó con promesas de un mañana.


Deidara, echando humo, tan furioso que no podía parar de temblar, no notó al hombre que se deslizaba a sus espaldas. Ni tampoco escuchó el silbido del garrote que le golpeó la cabeza. Sin emitir un sonido, cayó al suelo.


Sasuke y Naruto no estaban como para darse por enterados de nada que pasara a su alrededor, pero algo hizo que Naruto abriera los ojos repentinamente.


Un garrote estaba a punto de golpear la cabeza de Sasuke. Lo empujó rápidamente hacia la izquierda, de manera que el garrote lo golpeó y no a él.


Sasuke no comprendió al principio qué era lo que había hecho que Naruto se debilitara tan repentinamente. Sosteniéndolo con una mano, se volvió, pero no logró esquivar el golpe que esta vez iba dirigido a él.


Los tres hombres, sucios y fornidos, se quedaron mirando a los dos hombres y a la supuesta mujer que yacían a sus pies.


— ¿Cuál es Uchiha? — preguntó uno de ellos.


— ¿Cómo quieres que lo sepa?


— ¿Entonces a cuál nos llevamos?


— ¡A ambos! — dijo el tercer hombre.


— ¿Y la ramera? — preguntó uno de ellos, mientras con el garrote trataba de abrir la capa de Naruto.


— Llevémosla con ellos. La Namikaze dijo que podía haber una mujer y que debíamos deshacernos también de ella. Estoy planeando hacerla pagar por cada cuerpo. Ahora, quitadle las ropas a ese hombre mientras yo me ocupo de éste.


El tercer hombre cortó un mechón de los rubios cabellos de Naruto y se lo introdujo en un bolsillo.


— Veamos, daos prisa—  La carreta no va a esperarnos todo el día.


Cuando Naruto se despertó, el dolor intenso de su cabeza era tan grande que deseó haber seguido inconsciente. Hasta parecía que el suelo debajo de ella se movía. Cuando comenzó a sentarse, cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza no contra el suelo, sino contra madera.


— Cálmate, querido — le llegó la voz de Sasuke desde atrás.


Él se volvió para encontrarse con la mirada penetrante de Sasuke. El estaba desnudo, salvo por su taparrabos, y tenía los brazos sujetos a la espalda, formando un ángulo poco natural; sus tobillos estaban atados. A su lado, roncando, estaba Deidara, también atado.


A medida que la cabeza de Naruto se fue aclarando, se dio cuenta de que también estaba atado por las muñecas y los tobillos.


— ¿Dónde estamos? — susurró, tratando de no mostrar el miedo que sentía.


La voz de Sasuke era profunda, fuerte, reconfortable.


— Estamos en la bodega de un barco, y me parece que nos dirigimos a Francia.


— ¿Pero quién? ¿Por qué? — tartamudeó ella.


— Tal vez tu hermano lo sepa — dijo Sasuke con calma—  Por el momento tenemos que tratar de liberarnos. Voy a rodar hasta ti y con los dientes trataré de desatarte las manos; luego tú me soltarás a mí.


Naruto asintió, tratando de recobrar la calma. Si Deidara hubiera tenido algo que ver con la captura de ellos no estaría también en ese lugar, se dijo.


Cuando tuvo las manos libres suspiró aliviada, se volvió hacia Sasuke y, en lugar de liberarlo, se abrió la capa, apretó su cuerpo desnudo contra el de él y lo besó.


— ¿Has pensado un poco en mí? — le preguntó, muy cerca de sus labios.


— A cada momento. — Hambriento, se inclinó hacia adelante para besarla nuevamente. Riendo, ella le dio un empujón.


— ¿Quieres que te desate?


— Las partes que necesito libres ya lo están — dijo él, acercando sus caderas a las de el.


Naruto le enterró los dedos en los hombros y le invadió la boca con la suya. Sólo los gruñidos y las quejas de Deidara lograron hacer que se separara de él.


— Si hasta ahora no odiaba a tu hermano, voy a comenzar a hacerlo ya mismo —  dijo Sasuke con vehemencia cuando Naruto se sentó, se inclinó sobre él y comenzó a desatarlo.


— ¿Qué es esto? — exigió saber Deidara. Se sentó, cayó nuevamente hacia atrás y finalmente pudo mantenerse erguido— ¿Qué es lo que habéis hecho ahora, Uchiha?


Sasuke no le contestó, y se frotó las muñecas mientras Naruto se desataba sus propios tobillos. Cuando Sasuke comenzó a soltarse los suyos, Deidara explotó.


— ¿Piensan liberarse los dos y dejarme aquí? Naruto, ¿cómo puedes olvidar...?


— Por favor, tranquilízate, Deidara — dijo Naruto— Ya has hecho suficiente daño. ¿Tienes alguna idea de adonde piensan llevarnos en este barco?


— Pregúntale a tu amante. Estoy seguro de que él ha planeado todo esto.


Sasuke no se molestó en contestarle y se volvió hacia Naruto.


— Quiero saber si cuento con tu lealtad. Si alguien abre la escotilla, lo atacaré, mientras tú usas las cuerdas para atarlo. ¿Puedo confiar en ti?


— Lo creas o no, siempre has contado con mi lealtad — dijo Naruto fríamente.


— ¿Habéis tratado de exigir que nos liberen? — preguntó Deidara— . Ofrecedles dinero.


— ¿Y vos le vaciaréis vuestros bolsillos? — preguntó Sasuke, mirando la delgada franja de tela que cubría a Deidara.


Nadie dijo una palabra más, porque la escotilla comenzó a abrirse y un pie apareció en la escalera.


— ¡Abajo! — ordenó Sasuke, y tanto Deidara como Naruto se fingieron dormidos, echándose sobre el suelo de madera. Sasuke se deslizó silenciosamente hasta el extremo opuesto de la escalera.


El marinero introdujo la cabeza y pareció satisfecho al ver a los dos prisioneros dormidos; bajó otro escalón y en ese instante se dio cuenta de que faltaba uno de los cautivos. Sasuke atrapó al hombre por ambos pies y lo arrojó al suelo. No se produjo ningún sonido excepto un golpe amortiguado, que se perdió entre los crujidos de gemidos del barco.


Deidara no perdió tiempo en entrar en acción y levantó por los cabellos la cabeza del hombre.


— Estará fuera de combate por un tiempo. Sasuke comenzó a desabotonar las ropas del hombre.


— ¿Y esperáis que me quede aquí mientras tomáis sus ropas y escapáis —  preguntó Deidara de mal modo— . No voy a quedar a merced de un Uchiha.


— ¡Pues lo harás! — siseó Naruto— . Deidara, estoy enfermo de tanta desconfianza de tu parte. Tú eres quien ha causado gran parte de los problemas entre los Uchiha y los Namikaze, y si ahora queremos salir de ésta, tendrás que aprender a cooperar. ¿Qué podemos hacer, Sasuke?


Sasuke lo observaba mientras trataba de ponerse las ropas, que le quedaban chicas. Por lo general a los marineros se los elegía por sus cuerpos no muy desarrollados, porque de esa forma podían manejarse mejor dentro de los límites de un barco.


— Regresaré en cuanto haya averiguado algo. — Diciendo esto, desapareció por la escalera.


Naruto y Deidara ataron y amordazaron al marinero inconsciente y lo depositaron en un rincón.


— ¿Te vas a poner siempre de su parte? — le preguntó Deidara de mal humor.


Naruto se recostó contra la pared del barco. Le dolía la cabeza y su estómago vacío comenzaba a revolvérsele por el movimiento.


— Tengo mucho que reparar con respecto a mi esposo. Tal vez Sasuke tenga razón y yo hubiera podido hacer alguna otra cosa el día en que me fuiste a buscar a la cabaña. Nunca has sido el tipo de persona que entra en razones, pero quizá debiera haberlo intentado.


— ¡Me insultas! Siempre he sido una buena persona contigo.


— ¡No! Siempre te has aprovechado de todo lo bueno que has hecho por mí. Ahora escúchame. Como sea que nos hayamos metido en este lío, tenemos que salir de él. Tienes que cooperar.


— ¿Con un Uchiha?


—  ¡Con dos Uchiha! — repuso ella. Deidara se quedó quieto un momento.


— Sakura — murmuró— Ella me dio la carta que te mandó la mujer de Itachi Uchiha. Ella sabía dónde encontrar a tu...


— Esposo — aclaró Naruto— . ¡Oh, Deidara! — suspiró con fuerza— . Nicholas. Está con Sakura, solo. Tengo que volver con mi hijo.


Deidara le puso una mano en el hombro.


— El niño tiene una guardia y tienen órdenes de no permitir que Sakura se le acerque. No me desobedecerán.


— ¿Pero que pasará con él si no regresamos?


— Sin duda los Uchiha se harán cargo de él.


Los ojos de ambos se encontraron, y Deidara se dio cuenta de lo que acababa de decir. Estaba a punto de admitir que, tal vez, él estuviera equivocado en sus acusaciones contra los Uchiha. Quizá todo lo que Naruto venía diciéndole había comenzado a penetrarle.


Se volvieron, conteniendo el aliento cuando la escotilla se abrió, y respiraron tranquilos cuando Sasuke entró.


Naruto se lanzó hacia él y se abrazó a su cuello, y casi le hizo tirar los bultos que traía en los brazos.


— Creemos que ha sido Sakura la que ha planeado todo esto. Oh, mi Sasuke, ¿no estás herido? —  Sasuke lo miró con aire sospechoso.


— Cambias de parecer con mucha rapidez. No, no he tenido ningún problema. He traído comida y ropas. — Le arrojó a Deidara una rebanada de pan duro y le dio a Naruto algunas ropas. Le echó una mirada al marinero que yacía atado y amordazado, con los ojos muy abiertos por el miedo, y se sentó con Deidara y Naruto.


Además del pan había carne seca y una bebida de desagradable sabor que Naruto dejó de lado.


— ¿Qué es lo que habéis visto? — preguntó Deidara. Sasuke se dio cuenta de que Deidara estaba tragándose su orgullo al hacerle esa pregunta.


— Es un viejo barco, parece que se va a desarmar, y tiene una tripulación de borrachos y moribundos. Si saben que somos prisioneros, parece no interesarles en absoluto.


— Parecen ser el tipo de hombres que Sakura podría conocer — dijo Naruto con disgusto— .¿Nos dirigimos a Francia como pensabas?


— Sí. Puedo reconocer la línea de la costa. Cuando oscurezca, nos deslizaremos a cubierta, nos apoderaremos de uno de los botes y remaremos hasta la costa. No quiero que nos arriesguemos a una fiesta de bienvenida cuando el barco llegue a puerto. — Miró a Deidara y éste asintió con la cabeza.


— ¿Y cómo volveremos a Inglaterra? — preguntó Naruto, masticando.


— Tengo parientes a más o menos cuatro días de viaje de donde desembarcaremos. Si logramos llegar a ellos, estaremos a salvo.


— Por supuesto no tenemos ni caballos ni comida para el viaje — dijo Deidara, mientras bebía ávidamente el desagradable brebaje.


— Tal vez podamos arreglar algo — dijo Sasuke tranquilamente, tomando la jarra.


Enfatizó levemente la palabra "podamos".


— Sí, tal vez sea posible — contestó Deidara, igualmente tranquilo.


Comieron en silencio y cuando terminaron, Deidara y Naruto se pusieron las ropas de marinero. La camisa rayada de algodón apretaba un tanto los pechos, que se desarrollaran para la lactancia, de Naruto, y le gustó ver un brillo en la mirada de Sasuke. Ya había probado que aunque él estuviera enojado con su persona, aún lo deseaba... ¿y no había dicho que había pensado en él a cada momento?


Cuando la oscuridad fue aún mayor en la pequeña bodega maloliente. Sasuke trepó de nuevo por la escalera y esta vez tardó un buen rato en volver. Regresó con las manos vacías.


— He aprovisionado el bote con toda la comida que he podido encontrar. — Miró a Deidara—. Tengo que encargaros que me protejáis las espaldas. Naruto irá en medio de los dos.


Deidara, al igual que Sasuke, era demasiado alto para poder estar completamente erguido en la bodega. Sasuke podía pasar por un marinero, a pesar de las ropas chicas, con la barba negra de un día y sus ojos salvajes y fieros, pero Deidara no.


El cuerpo más robusto de Deidara había abierto las costuras de la camisa, y su blancura aristocrática no podía confundirse con el color de algún sucio marinero. Y Naruto, con sus rasgos delicados y la ropa marcándole la figura, no tenía ninguna esperanza de pasar por un hombre, por mucho que lo fuera.


Bajo la mirada fija del marinero maniatado, que trataba de pasar desapercibido, treparon por la escalera. Sasuke se adelantó algunos pasos, sosteniendo un corto cuchillo en sus manos. Era la única arma que había conseguido, y no había dado ninguna explicación de cómo lo había hecho.


El frío aire nocturno hizo que Naruto cayera en la cuenta del aire viciado que habían respirado en la bodega, y la cabeza se le comenzó a aclarar con la brisa marina. Sasuke lo tomó del brazo, impaciente, y Naruto volvió su atención a lo que estaba ocurriendo.


Había tres hombres en cubierta... uno en el timón y dos rondando por ambos extremos del barco.


Sasuke se agachó y desapareció entre unas enormes cuerdas, e instantáneamente Naruto y Deidara siguieron su ejemplo. Arrastrándose hasta que les dolieron las piernas, fueron avanzando centímetro a centímetro, muy lentamente, con gran cuidado, para no hacer ningún ruido.


Cuando Sasuke se detuvo, hizo un gesto con la mano y Deidara pareció comprender. Se deslizó por el costado del barco y Naruto contuvo el aliento, esperando oír algún ruido cuando Deidara cayera, pero nada sucedió.


Inmediatamente Sasuke le hizo un gesto a él. Sin pensarlo dos veces, pasó una pierna por la borda del barco y después el resto del cuerpo. Deidara lo sostuvo y silenciosamente lo depositó en el asiento del bote.


El corazón le latía con fuerza mientras observaba cómo Deidara, ayudado desde arriba por Sasuke, comenzaba a hacer descender el bote por el costado del barco. Los músculos de los brazos de Deidara se endurecieron por el esfuerzo de bajar el bote sin dejarlo caer con fuerza al agua. Naruto hizo un intento por ayudar, pero Deidara lo hizo a un lado. Mientras volvía a su asiento, se enganchó el pie con algo. Casi suelta un grito cuando vio una mano muy cerca de su pie, la mano de un marinero muerto.


De repente el bote se sacudió y oyó la respiración agitada de Deidara mientras luchaba por controlar la caída. Por alguna razón. Sasuke había soltado abruptamente las cuerdas, arriba. Deidara logró que el bote se apoyara en el agua sin el menor ruido. De inmediato, miró hacia la borda del barco.


A Sasuke no se le veía por ningún lado, y por un momento Naruto sintió pánico. ¿Cómo de profundo era el odio de Deidara? ¿Podría ella doblegarlo si él decidía dejar atrás a Sasuke?


Pero Deidara no hizo más que quedarse de pie en el bote, con la mirada ansiosa vuelta hacia arriba y sus piernas bien separadas para no perder el equilibrio.


Cuando Naruto estaba a punto de echarse a llorar de preocupación. Sasuke se asomó por la cubierta, vio donde estaba Deidara y en el instante siguiente arrojó un cuerpo a sus brazos. Parece que esto era precisamente lo que Deidara estaba esperando, porque cuando el cuerpo lo golpeó, ni siquiera trastabilló. De inmediato Sasuke comenzó a deslizarse por la cuerda con agilidad, y en cuanto estuvo dentro del bote, Deidara comenzó a remar. Sasuke pateó el cuerpo del marinero muerto junto al otro cadáver, tomó el otro remo y también comenzó a remar.


Naruto no podía pronunciar palabra al ver cómo los dos trabajaban juntos y el bote se iba perdiendo en la noche.


 


-Tenemos que deshacernos de ellos — fueron las primeras palabras que se pronunciaron después de una hora de silencio.


Sasuke asintió y continuó remando mientras Deidara echaba los dos cuerpos al agua. Deidara volvió a tomar el remo.


— Tenemos que conseguir otras ropas. Algo sencillo que no despierte sospechas.


— ¿Sospechas de qué? — preguntó Naruto— . ¿Creéis que los marineros tratarán de encontrarnos?


Deidara y Sasuke intercambiaron una mirada que ella no pudo comprender.


— Si alguien llega a saber que somos Uchiha o Namikaze — comenzó Deidara con paciencia— en pocos minutos nos harían prisioneros para pedir rescate. Como viajamos sin guardias, tenemos que hacerlo de incógnito.


— Como músicos, tal vez — agregó Naruto— Deberíamos tener a Sasori con nosotros.


La mención de la nueva cuñada de Sasuke hizo que Deidara recordara el momento en que ella le había salvado la vida. No fue sino hasta el amanecer cuando llegaron a la costa francesa.


— Mantente la capa bien cerrada y quédate cerca de mi — ordenó Sasuke en voz baja— Muy pronto instalarán un mercado aquí, y veremos si podemos conseguir algunas ropas.


Aun cuando sólo estaba comenzando a clarear, la plaza del pueblo bullía de gente que acarreaba mercaderías para la venta. Deidara, con sus prendas de costuras desgarradas y su forma arrogante de caminar, atrajo muchas miradas, lo mismo que Naruto, con sus cabellos sucios y despeinados pero cubierta con una capa muy cara. Pero fue Sasuke quien llamó más la atención... de las mujeres.


Una mujer joven y bella, rodeada de hombres, levantó la vista y se encontró con los ojos oscuros de Sasuke. Naruto dio un paso adelante, sus manos transformadas en garras. Sasuke rió y la tomó de un brazo.


— ¿Te gustaría tener el vestido de esa dama?


— Me gustaría tener su pellejo colgando de mi puerta.


Sasuke le dirigió a Naruto una mirada tan cargada de deseo que su corazón comenzó a latirle con fuerza.


— Compórtate y obedéceme — dijo él, caminando hacia la mujer que lo miraba tan provocativamente.


— ¿Y qué puedo hacer por vos? — preguntó la mujer, en un francés vulgar.


— ¿Podría persuadiros de que os quitéis la ropa? — medio murmuró Sasuke, mientras sus dedos acariciaban un enorme repollo, en un francés clásico perfecto.


Por la atención que le prestó la mujer, Naruto bien podía formar parte del camino.


— Aja, podría — respondió ella, colocando su mano sobre la de Sasuke— ¿Y qué me ofreceríais a cambio?


Sasuke retrocedió, con los ojos brillantes y esa media sonrisa que Naruto le conocía tan bien.


— Cambiaremos una capa adornada con pieles por tres juegos de prendas y provisiones.


La mujer miró a Naruto de arriba a bajo.


— ¿La capa de ella? — masculló.


En ese momento, dos de los hombres se acercaban al grupo, y por su apariencia parecían los hermanos de la mujer. Naruto, enojada por el flirteo de Sasuke, aunque fuera por una buena causa, miró a los hombres por entre sus espesas pestañas.


— Hemos tenido un accidente muy desafortunado — dijo ella en francés, no tan bueno como el de Sasuke pero bastante adecuado—  Pensábamos poder cambiar esta capa que no vale mucho por unas pocas prendas, aunque tal vez a su hermana le quede un poco chica. — Diciendo esto, dejó que la capa le cayera hasta las caderas, dejando a la vista la camisa que se le pegaba al cuerpo y unos pantalones aún más ajustados. Sasuke, de mal humor, le volvió a subir la capa hasta los hombros, pero ya los hombres miraban a Naruto con admiración.


— ¿Hacemos el trato? — dijo Sasuke con los dientes apretados, sin mirar a Naruto.


Los hermanos estuvieron de acuerdo, y nadie le prestó atención a la hermana.


Pocos minutos después, Naruto se acercó a un portal y se cambió las ropas, cubriéndose con la capa. El vestido que se puso era casero, suelto, cómodo, recatado.


Cuando Sasuke y Deidara también tuvieron puestas ropas sencillas, aunque las ajustadas calzas les marcaban los músculos de las pantorrillas, llenaron bolsas con alimentos y partieron rumbo al sur.


Ya estaban bien lejos del pueblo cuando Sasuke le habló a Naruto.


— ¿Has aprendido ese truco en casa de tu hermano? Parece que te has recuperado muy rápido de tu miedo a los hombres.


— ¿Y qué se supone que tenía que hacer? ¿Quedarme ahí y dejar que esa sucia te manoseara? Estoy segura de que la habrías poseído contra la pared, si hubiera pedido ese precio.


— Tal vez — fue toda la respuesta de Sasuke, que se sumergió en uno de sus furibundos silencios.


— ¿Por qué me acusas de tantas acciones perversas? Jamás he hecho nada para merecer tu desconfianza. Me quedé contigo en Escocia y...


— Escapaste y casi matas a ese MacGregor. Después te fuiste con tu hermano —  dijo Sasuke secamente.


— ¡Pero no tenía más remedio! — insistió Naruto.


Deidara iba caminando del otro lado de Naruto y se había mantenido silencioso hasta entonces.


— Os hubiera matado, Uchiha, si Naruto no hubiera partido conmigo. Y no le hubiera creído ni una palabra si me hubiera dicho que quería quedaros con vos.


— ¿Por qué me decís esto? — le preguntó Sasuke a Deidara después de una pausa.


— Porque Naruto me ha insistido mucho en lo... equivocado que he estado. Quizás haya alguna verdad en sus palabras.


Caminaron en silencio por algún tiempo más, sin que ninguno se decidiera a expresar sus pensamientos.


Cuando el sol estuvo alto en el cielo, se detuvieron a comer y tomaron agua de un arroyo que corría junto al camino. Naruto sintió varias veces que Sasuke lo observaba, y hubiera querido saber en qué estaba pensando.


En el camino se cruzaron con varios viajeros, ricos mercaderes con burros cargados de oro, muchos campesinos, músicos, herreros y un noble escoltado por veinte caballeros. Una hora después Deidara y Sasuke seguían haciendo comentarios peyorativos sobre los caballeros, criticando desde los colores de sus emblemas hasta sus armaduras pasadas de moda.


Cuando el sol comenzó a declinar, los hombres comenzaron a buscar un lugar apropiado para pasar la noche. Aunque se arriesgaban a ser detenidos por invasores, Deidara y Sasuke decidieron quedarse en los bosques del rey, lejos de los demás acampantes que se ubicaban al borde del camino.


Mientras comían, Deidara y Sasuke hablaban sobre su entrenamiento, mencionaban a personas que ambos conocían y en general actuaban como si fueran viejos amigos. Naruto se alejó un momento en la espesura y ninguno de los dos lo notó. Algunos minutos después estaba a punto de romper en llanto cuando se apoyó contra un árbol a escuchar los sonidos de la noche.


Cuando Sasuke le tocó el hombro, saltó por la sorpresa.


— ¿Pasa algo malo? — preguntó él.


— ¡Malo! — siseó, con los ojos llenos de lágrimas— . ¿Qué podría pasar de malo? Me has tenido prisionera durante meses, has hecho que me enamorara de ti, y cuando sacrifiqué todo por salvar tu miserable vida, me odiaste. He dado a luz a tu hijo, he conspirado con tus parientes y con tu propio hombre de confianza para recuperarte, y todo lo que consigo de ti son muestras de frialdad. Te he besado y me has respondido, pero no me has ofrecido nada de tu parte. ¿Qué debo hacer para demostrarte que no te traicioné? ¿Que no preferí a mi hermano antes que a ti? Ya has oído que Deidara te hubiera matado si no me hubiera ido. — No pudo continuar, porque las lágrimas la ahogaban.


Sasuke se recostó contra un árbol, un tanto alejado de él. La luz de la luna daba reflejos plateados a su cabello y a sus ojos.


— Yo creía que sólo mis hermanos estaban sujetos al viejo demonio del orgullo. Yo pensaba que Matsui era un tonto cuando se negaba a perdonar a su esposa porque había ido a rogarle al rey por su perdón. Yo te podía haber perdonado por un rey, pero tú elegiste a otro hombre en vez de mí, otro hogar que no era el mío. Y cuando oí las versiones según las cuales te habías acostado con infinidad de hombres, sentí deseos de matarte.


Cuando ella comenzó a protestar, él levantó una mano.


— Tal vez sea por haber tratado con tantas esposas infieles, mujeres que se levantaban de mi cama para ponerse su vestido de bodas. Tal vez sea eso lo que ha distorsionado mi opinión de todas las mujeres. Y finalmente, y para terminar, tú eras mi prisionero, pero te me entregaste muy fácilmente.


— ¡Yo me enfrenté contigo! — dijo acaloradamente, sintiéndose insultado.


Sasuke no hizo más que sonreírle.


— Matsui dijo que yo estaba celoso, y la ironía de toda la cuestión era que yo estaba celoso del mismo hombre que él. Matsui creía que su esposa Sasori sentía un gran afecto por Deidara Namikaze.


— Estoy segura de que Deidara no sabía nada de todo esto.


— Eso me imaginé, cuando contó la historia de cómo Sasori le había salvado la vida. Sasori lo hizo para salvar a Matsui, porque mi hermano es un hombre apasionado y terco que jamás escucha razones.


— ¡Matsui! — masculló Naruto— . ¿Se enfureció tanto que se abrió los puntos? ¿Hubo que drogarlo para que se durmiera?


Sasuke le sonrió vivamente, y los dientes le brillaron en la noche.


— Cuando Matsui está enojado rompe sus lanzas. Yo tengo mis propias costumbres. — Se quedó callado largo rato.


— ¿Cómo está nuestro hijo? — preguntó calmadamente.


— Tiene los pómulos altos como tu hermano Itachi. No hay ninguna duda de que tiene un aire de familia.


— Nunca lo he dudado, nunca en realidad. ¿Naruto...?


— ¿Sí? — susurró ella.


— ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué no volviste a mí después de una semana o así? Te esperé cada día; rogaba para que regresaras. Obito lloraba hasta que caía dormido. Son tantas las madres que lo han dejado.


Las lágrimas corrían por las mejillas de Naruto.


— Tenía miedo a Deidara. El no estaba en su sano juicio. Gaara había jurado matar a Deidara, y yo temía que si no estaba allí para impedirlo, Deidara podía declararle la guerra a todos los Uchiha. Deseaba poder hacerle comprender la verdad; deseaba conocer los verdaderos motivos del odio que existe entre nuestras familias.


— ¿Y los hombres? — dijo Sasuke— Dounzu le ha contado a todos cómo me fuiste entregada, y todos los hombres que te cortejaron se aseguraron bien de que me enterara de todos los detalles.


Naruto levantó una mano.


— No sólo has sido el primer hombre que me ha hecho el amor; has sido el primero que ha hablado sin lascivia, el primero que me ha hecho reír, el primero que ha sido afectuoso conmigo. Hasta tú mismo dijiste que no sabía nada de hombres.


— Así que te pusiste a averiguar sobre ellos — dijo él con amargura.


— En cierta forma, así fue. Pensé en ello desapasionadamente y supe que sería mejor que amara a cualquier hombre que no fuera un Uchiha. Si estuviera casado con algún otro, Deidara terminaría por olvidar que llevaba dentro de mí un hijo tuyo, y tal vez algún día su odio terminaría. De manera que decidí conocer a otros hombres y averiguar si te amaba solamente porque habías sido el primero.


Sasuke permanecía silencioso, los ojos clavados en él.


— Algunos de esos hombres me hicieron reír, otros fueron amables, otros me hicieron sentir hermoso, pero ninguno de ellos logró todo esto junto. A medida que pasaban las semanas, en vez de borrarte de mi mente, todo lo que tenía que ver contigo se fue haciendo cada vez más claro. Yo recordaba cada gesto tuyo y comencé a comparar a los otros hombres contigo.


— Hasta en el tamaño de...


— ¡Maldición! — Naruto lo cortó en seco— . No me he ido a la cama con ninguno de ellos y estoy segura de que lo sabes, pero insistes en que sea yo quien lo diga.


— Matsui y yo nos instalamos en una de sus propiedades y como estábamos los dos furiosos, echamos a todas las mujeres, incluso a las lavanderas. Pasábamos todo el día entrenando, todas las noches bebiendo, y maldecíamos a las mujeres constantemente. Matsui fue el primero en entrar en razón cuando su esposa le mandó a la hija de ambos. La pequeña Catherine hizo que yo extrañara a mis propios hijos, de manera que regresé a casa de Itachi para pasar la Navidad, y Judith... — se pasó una mano por el pelo— Yo solía pensar que Itachi era muy duro con su dulce esposa, pero es que no conocía su lengua afilada. La mujer no me dejó tranquilo ni por un momento. Fue despiadada. No hacía más que hablar de nuestro hijo, suspiraba porque el hijo de ella jamás conocería a su primo, y hasta llegó a contratar a un hombre para que pintara un ángel rubio de largos cabellos que sostenía a un niño, en la parte interior de mi escudo. ¡En mi escudo, increíble! Le dije a Itachi que iba a retorcer el bonito cuello de su esposa si no hacía algo al respecto, pero Itachi se rió tanto que nunca volví a tocar el tema. Cuando ella recibió la carta en la que le decías que estabas dispuesta a perdonarme, se lanzó sobre mí con renovadas fuerzas — Sasuke cerró un momento los ojos, recordando.— Ella convenció a Sasori para que la ayudara, y éste compuso una docena de canciones sobre dos amantes que estaban separados por un hombre estúpido y vano que daba la casualidad de que era exacto a mí. Una noche, durante la cena, Sasori dirigió a veintidós músicos y cantó una canción que hizo reír tanto a todos, que dos hombres se cayeron de sus sillas y se rompieron unas cuantas costillas. Sasori estaba feliz.


Naruto estaba tan sorprendido con su historia que casi no podía hablar.


— ¿Y tú que hiciste?


El hizo un gesto, recordando.


— Muy calmadamente me subí a la mesa y la agarré de la garganta a Sasori.


— ¡No! — resopló ella— Sasori es tan pequeña, tan...


— Matsui e Itachi desenvainaron sus espadas contra mí, y mientras yo seguía en mi lugar, a punto de matar a ese jilguerito, con las espadas de mis hermanos en la garganta, me di cuenta de que no era yo mismo. Al día siguiente Judith arregló el encuentro entre nosotros. — Sus ojos brillaron.—  Ese encuentro en que tú querías que sir Juugo te entregara a mí envuelta en una alfombra.


Elizabeth prefirió no mirarlo. Había creído que sir Juugo estaba de su parte, y sin embargo todo el tiempo había estado informándole a Sasiçuke... y riéndose. Cómo se habrían dado ambos palmadas en la espalda, festejando que quisiera seducir a su propio esposo. ¿Qué había pasado con ese doncel orgulloso que una vez había estado al borde de un acantilado y había jurado no someterse jamás a ningún hombre?


— Perdóname — susurró, mientras se alejaba de Sasuke para regresar a donde estaba Deidara. Sasuke lo tomó en sus brazos, apretándolo contra sí.


Cuando Naruto vio que le estaba sonriendo con esa expresión tan de conocedor, le dio un fuerte codazo en las costillas y se regocijó con su resoplido de dolor.


— ¡Te odio, Uchiha! — le gritó en la cara— . Me has hecho rogar y llorar, y me has quitado todo mi orgullo. — Trató de golpearlo nuevamente, pero él le apretó los brazos a sus costados y no pudo hacerlo.


— No, Uchiha — dijo él, acercando sus labios a los suyos — Tú me amas. Me amas tanto que estás dispuesto a humillarte ante mí. Te he hecho gritar de pasión y te he hecho derramar lágrimas de alegría.


— Me has humillado.


— Y tú a mí. — El la sostenía, mientras luchaba contra él— Todas las mujeres venían a mí dócilmente, sólo tú, mi doncel, me has dado trabajo. Sólo contigo me he enojado, me he puesto celoso, he sido posesivo. Me has sido entregado y eres mío, Naruto, y nunca más te permitiré que lo olvides.


— Nunca lo he hecho... — comenzó, pero él lo interrumpió con un beso. Una vez que sus labios tocaron los suyos, estuvo perdido. Ya no pudo ni discutir con él ni salir huyendo.


Los brazos de él se aflojaron un poco para que le pasara la mano por el cuello y lo apretara más contra sí


— Nunca, nunca vuelvas a olvidarlo, Uchiha— susurró él en el oído — Me pertenecerás siempre... en este siglo y en el venidero. ¡Para siempre!


Naruto casi no lo escuchaba mientras se ponía de puntillas para llegar a su boca.


No tenía idea de cuánto lo había extrañado físicamente. Era el único hombre en el mundo en quien podía tener confianza, el único hombre que no le resultaba molesto. Todos los años que había pasado resguardándose afloraron en su ansiedad, su ferocidad. Naruto le puso las manos en el pelo y sintió cómo se enroscaba entre sus dedos.


 


No supieron cuanto tiempo les tomó, pero cuando regresaron junto a Deidara, este estaba mirando fijamente las estrellas.  A Sasuke le había llamado ya antes la atención los gestos que hacía su cuñado en frente de los otros hombres, era despectivo y altivo en su forma de ser, pero los gestos eran más bien del tipo estudiado, había veces en que reaccionaba de una forma extraña.


- No me cuestionéis, Uchiha – le dijo este volviendo la mirada hacia él – no os responderé nada, y tu, Naruto, como os atreváis a decirle algo al respecto, os cortaré lo poco que tenéis de varón – le gruñó.


- Pero, Deidara, él es parte de la familia – le dijo preocupado.


- Ya, al menos déjame un poco de orgullo – le rogó.


Y Sasuke supo la verdad sobre el mayor de los Namikase y se sintió perdido ¿cómo era posible que aquello se le hubiese ido?  A Naruto se lo había notado, quizás porque él no se molestaba en simular lo que era, pero al otro…


- Si – le dijo al comprender que ya sabía su secreto – y si bien yo estuve equivocado en cuanto a vosotros, vosotros también lo habéis estado en cuanto a mí – miró las llamas de la fogata que estaba frente a él.


- Pero, si tú no fuiste ¿quién le hizo daño a Mary?


- Nunca lo sabremos, si no lo supo Browyn, menos lo sabremos nosotros que no estábamos allí en el momento de la desgracia.


- Pero Gaara…


- Gaara ha querido creer lo que le pareció, sin embargo, había testigos que no fui yo, no sólo mis tíos – se levantó el flequillo de la frete mostrándole una horrible cicatriz en el borde del cabello – yo traté de detenerla en su frenética carrera, pero no sé quien me golpeó y cuando el Tío Jiraiya y el tío Yahiko  legaron hasta mí, yo estaba inconsciente en un charco de sangre y la pequeña Mary estaba muerta con claros signos de haber sido violada.


- Browyn dijo que un hombre rubio de largos cabellos la había sacado de allí.


- ¿Soy el único rubio de largos cabellos que habita Inglaterra? – le replicó poniéndose de pie – Soy igual que Naruto, pero he tenido que tomar las responsabilidades de ser varón porque Minato no era apto para ser el heredero, ya a los 16 años demostró ser un desequilibrado, mi padre no podía permitir que siguiera con sus correrías con toda impunidad, y ello me ha quitado muchas cosas – se comenzó a pasear – entre ellas, al amor de mi vida, mi pasión por el arte, mis… - respiró profundo – pero ya nada se puede hacer.


- Deidara…


- Es hora de dormir, no hablemos más del tema, y si alguien vuelve a tocarlo, le cortaré la cabeza  - determinó con su porte más orgulloso y masculino.


Sasuke suspiró y abrazó a su esposo pensando en lo desdichado que era el pobre Deidara y todo por culpa del desgraciado de Minato, que si no estuviera muerto, lo abriría de las entrañas y lo colgaría con sus propias tripas…


Continuará…

 


Bien, espero que les guste, estoy tratando de complacer el gusto del consumidor.


Por cierto, el lemon no está bien trabajado, como alguien me señalo por allí, porque esta historia es para todo espectador (odio tener que hacer advertencias)


De aquí en adelante me tardaré un poco más en actualizar, ya no puedo seguir con la trama de la novela original, en especial si quieren que haya ItaxDei.


Tengan paciencia y el sábado trataré de subir los dos capítulos que me faltan para terminar.


Shio Zhang

Notas finales:

Voy a tardar con los siguientes por el hecho quem desgraciadamente, tengo que trabajar.  Espero sus comentario y nos leemos el sábado.


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