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AMORTENIA por giovanetta

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Notas del capitulo: Hola!!!, espero que este capi les encante, otra vez agradecer el gran aporte de Hera-chan para estos capis que cierran este fic, nos leemos el lunes, ^O^
Capítulo XVII El enfrentamiento, decisiones culpables…


Harry abría los ojos nuevamente. Había pasado unas dos semanas bajo el cuidado de su maestro. El bebé seguía creciendo en su vientre y los síntomas eran cada vez más frecuentes.


No tenía ganas ni de vestirse. Sólo sacó la sábana de la cama y se cubrió. Sus piernas estaban cubiertas por el semen de él. Todo su cuerpo estaba marcado. Se sentía tan sucio. Tan impotente. Tan frágil. Tan cobarde.


Poco a poco cayó en un pozo sin fondo. En una gran depresión.


Ya ni siquiera apareció en el Gran Comedor. No valía la pena salir de allí. No quería comer, ni beber nada. Sólo quería morir, languidecer.


Y si ese hijo era de Severus Snape, ¿qué haría?... si al menos fuese hijo de Draco, en esos momentos, sería una bendición.


Pero todo llevaba a la misma respuesta. Si ese fuera el caso, prefería morir allí mismo que dar a luz un hijo de él.


Pansy, que durante todo este tiempo se había quedado al margen de la situación, ignoraba por completo que era la razón principal de las desgracias en cadena que ha sufrido Harry. El hecho de mantener la boca cerrada, le pasaría la cuenta, de la forma más cruel y poco deseada.


Snape estaba preocupado. Notaba el deterioro de su amante. Pero sobre todo, tenía el alma en un hilo. Ya que repetidas veces ha descubierto al niño-que-vivió en claros indicios de suicidio. Usó todos los objetos que tenía la habitación. Desde vidrios para cortarse las venas, hasta veneno para ratas. Menos mal que hasta ahora, le ha podido salvar justo a tiempo. ¿Cuánto durará aquella situación?


Sabía en el fondo que esa relación no tenía futuro. Bajo ningún concepto. Si al principio sólo quería amarle, ahora sólo le estaba llevando por el camino de la autodestrucción. Ya ni siquiera le veía a los ojos. Era como un cadáver que se ha resignado a la muerte.


No obstante, la voz de su alumna Pansy Parkinson, le sacó de sus cavilaciones.


Salió de la habitación, dejando la puerta con llave.


-¿Qué quieres?- pregunta el maestro que presentaba grandes indicios de cansancio.


-Profesor, ¿tendría por casualidad un poco de sangre de dragón?- dice la ojiverde, poniendo su expresión más inocente.


-Iré a buscarla- deja sola a su alumna y fue hasta su botica a buscar la bendita sangre de dragón.


Pansy, se acerca a aquella puerta de madera. Era como si la llevara directo a abrir y descubrir el gran secreto. Posó su oído sobre la puerta y oyó quejidos, delirios… aquella voz… la había escuchado en otra parte.


-¿Por qué no me dejas morir?... ¡no quiero este bebé!... no lo deseo- decía el moreno que tenía una leve pancita que iba a seguir creciendo.


-¿Bebé?... ¿quién será?- se pregunta y su curiosidad pude más. Siguió escuchando.


-Sólo porque soy el niño dorado, debo seguir en esta prisión- seguía delirando.


-Pero si es… ¡Potter!- exclamó sin voz ya que sentía que unos pasos se acercaban a la habitación. Rápidamente volvió a su sitio original y recibió el frasco- muchas gracias, maestro- dice y se va.


Harry, ya en ese entonces, miró el piso de piedra. Un objeto blanco le llamó la atención. Era una figura de porcelana.


Como última medida desesperada… si no iba a ser libre, entonces no le quedaba más que… matar a Snape.


Esperó con ansiedad hasta que la puerta se abrió. La misma figura negra y que tanto conocía, se acercó. Tomó el rostro entre sus manos.


Sentía aquella mirada de preocupación sobre su persona.


Pero Harry ya no era capaz de sentir absolutamente nada. Se quedó quieto y esperó la oportunidad perfecta para largarse de ese sitio. Al precio que sea.


Pansy se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba segura de que Draco estaría dispuesto a escuchar aquella noticia.


Llegó a la sala común de slytherin. Allí estaban Draco y Blaise platicando.


-Te digo que Potter sigue desaparecido- dice Blaise tratando de que su amigo se diera cuenta del error que estaba cometiendo al haberle dejado ir.


-Alguien debe estarle cuidando- dice el rubio y su expresión era muy gélida.


-Lo único que sé es que en gryffindor iban a comenzar una búsqueda exhaustiva… incluso han llegado a decir de que lo más probable es que esté… muerto- dice Blaise, ya que tenía una fuente muy confiable en el bando contrario.


-Harán lo que deban hacer, no es asunto mío- dice y con paso elegante subió las escaleras hasta el dormitorio.


Pansy, que había escuchado aquella conversación, saludó a Blaise y subió al dormitorio del príncipe de las serpientes.


Tocó la puerta y Draco la dejó pasar.


-Drake, yo sé donde está Potter- dice la pelinegra, muy convencida de sus dichos.


-Entonces ve a gryffindor y grítalo- dice despectivo el rubio.


-El profesor Snape lo tiene encerrado en una habitación- espera unos segundos hasta que logró captar la atención de él- y le va a dar un hijo.


Aquello si fue un balde de agua fría para el orgullo de Draco. Se sentó en la cama y asimiló la noticia. Potter estaba embarazado de su Padrino…


Salió como alma que lleva al diablo a encararlo. Era el momento de hundirlo.


Degradarlo. Terminar con su insignificante existencia.


Blaise vio que la expresión de Draco no era de las mejores. Justo cuando iba a seguirle, apareció Theo y le invitó a jugar en la Torre de Astronomía.


Blaise aceptó y se fueron los dos. Aún así, tenía un mal presentimiento.


Mientras que Ron y Hermione, por décima vez fueron hasta la oficina del Director y le preguntaron dónde estaba Harry. El anciano una vez más, les respondió con el mismo hermetismo… “está en buenas manos”, “no se preocupen”


Si él no les iba a ayudar, entonces ellos le buscarían por cuenta propia. Hablaron con todos sus amigos y encantados accedieron a ayudarles. Parecían niños exploradores en búsqueda del tesoro perdido.


Armaron grupos de 4 personas y fueron a distintas partes. Desde el lago, hacia las otras clases. Revisaron los baños, preguntaron a cuanto vieron en los pasillos.


Harry, aguardó el momento esperado. Y ese llegó.


Producto del cansancio, el maestro se quedó dormido en la cama. El ojiverde, se acercó sigilosamente y sujetando con fuerza aquella figurita de porcelana, golpeó la cabeza del mayor hasta hacerla sangrar.


Rápidamente buscó las llaves en los bolsillos, hasta que las encontró. Abrió la puerta y con algo de ropa que encontró, se vistió.


Cerró la puerta detrás de él y olvidando su estado real, su gran debilidad y agotamiento, comenzó a correr.


Conocía muchos pasillos que no eran muy transitados.


Al doblar en uno, se detuvo. Su respiración estaba agitada, muy cansada. Ya que en varios días no había comido y con suerte, había bebido un vaso de agua.


Cuando pensó que todo estaba perdido, unos brazos le recibieron.


-Así te quería encontrar… Potter- dice el ojigris, que conocía muy bien los hábitos del niño-que-vivió.


Ni siquiera sintió algo de compasión. Estaba cegado por la rabia que corría por sus venas.


-Dra…co- para el ojiverde era como haya a su salvador. Sólo pudo sonreír ante su suerte.


-Sí que eres fácil… Potter- dice y le besó a la fuerza. Una energía ajena a ellos, les fue llenando de variados sentimientos- no te costó nada convertirte en la zorra de mi Padrino…- dice apenas se separaron. Su mirada era implacable- y más encima… llevas en tu vientre a su hijo- posa su mano sobre el vientre del moreno y Draco se asustó. Aquella magia, le estaba absorbiendo. Poco a poco, sentía que su magia le estaba siendo traspasada a ese ser. Le invadió una calidez tan grande que tuvo que separarse de Harry- eres una basura… y tu hijo, no es más que un bastardo que no merece vivir- dice y se va corriendo sin importarle la suerte que corrían ambos.


Harry estaba destrozado. Aquellas palabras sólo terminaron por hundirlo en aquel pozo que no hacía más que atraerle y con sus fuertes brazos, le impedía salir a flote.


-Bebé… tal parece que ninguno de los dos podemos vivir- dice ahogando un quejido- por favor, perdóname- siguió el camino, con determinación.


Mientras todos sus amigos le buscaban en el castillo y sus alrededores, Harry se las ingenió para que nadie le viera. Se fue escondiendo, hasta llegar a la Torre de Astronomía.


Subió los peldaños y fue hasta la parte más alta.


Extendió los brazos y sólo sintió aquel viento que le acariciaba.


Theo estaba dos pisos más abajo que Harry. Blaise estaba fuera de la Torre.


Últimamente habían adquirido un hábito que nadie más conocía… (n/a por favor, que no salga de aquí). Era tan simple como lanzar objetos livianos de una gran altura y el otro los intentaba atrapar.


-¡Theo, estoy listo!- exclamó Blaise, aguardando el próximo objeto.


-¡Aquí voy!- exclamó y lanzó una lata de bebida.


Para Harry toda esa situación pasaba inadvertida. Estaba ciego de dolor, de rabia, impotencia y dudas.


Miró hacia el suelo. Estaba muy alto y si caía, no sobreviviría.


-Perdóname, bebé… por ser tan egoísta- derramó unas últimas lágrimas, y una voz apenas audible llegó a sus oídos.


-¡HARRY NO LO HAGAS!- era la voz de Hermione que venía corriendo junto con un gran grupo de compañeros.


El niño-que-vivió, no lo escuchó. Aquel grito desgarrador de su amiga, pasó inadvertido. Se lanzó al vacío y mientras caía, sólo podía sentir que era la decisión más egoísta e inaceptable que pudo tomar.


Al llegar los alumnos, sólo hallaron a Blaise Zabini y a su lado, el cuerpo sin vida, del que alguna vez llamaron el salvador del mundo mágico.



Continuará…
Notas finales: nos leemos el lunes, besos y abrazos, gio-chan ^O^

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