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Angel Audaz por Shiochang

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Notas del capitulo:

Gracias. con 100 comentarios esta arriba el último capítulo, espero les guste.

Ángel Audaz

Quiero darle las gracias a todos aquellos que tan amablemente me dejaron sus comentarios, trataré de complacerlos con el Lemon tan ansiado ItaxDei (lo deje en el tintero adrede) y el SasuxNaru, el GaaraxSai, lamentablemente no es parte del repertorio, así que me lo tendrán que perdonar por ahora.


Por cierto, alguien me dijo que no lloró, genial dado que lo estuve modificando, espero que no haya perdido el sentido.


 


De quien será…

Sasori fue quien más sorprendió a las mujeres. Durante los últimos días casi no había hablado, y había seguido dócilmente a sus expresivas cuñadas sin hacer sugerencias ni emitir quejas. Pero en el momento en que un instrumento musical caía en sus manos, y alguien le pedía que tocara, sobrepasaba ampliamente a todas sus parientas en esplendor.


Ester y Bronwyn, vestidas con andrajos sucios, se mezclaron en la procesión que seguía a Sasori y a Naruto. Naruto, que ya llamaba la atención por su cuerpo magníficamente formado, usaba ropas baratas y llamativas, de colores tan brillantes que resaltaban de por sí.


Tan pronto como Sasori entró en el gran salón del viejo castillo, lanzó una nota que silenció a todo el mundo. Bronwyn y Ester nunca habían escuchado la potencia de la voz de Sasori y permanecieron quietas un momento, con expresión de respeto.


— Te daré un ritmo — le susurró Sasori a Naruto— Tú síguelo con el cuerpo.


Todos los ojos estaban clavados en Sasori y la hermosa mujer que la acompañaba. Abruptamente Sasori dejó que su voz cayera, y nuevamente el público comenzó a respirar y, entre risas y aplausos, comenzaron a moverse.


— ¡Ahora! — le dijo Ester a Bronwyn, y las dos mujeres desaparecieron por un hueco oscuro de la pared.


Con las pesadas faldas sostenidas con las manos, comenzaron a subir por los viejos escalones de piedra, un tramo, dos tramos, hasta arriba; pero cuando casi llegaban a su meta, un ruido las hizo aplastarse contra el muro.


Escuchando con todos los poros del cuerpo, esperaron a que el guardia pasara la abertura.


Ester señaló un agujero negro hacia la izquierda, lejos del guardián que vigilaba. Se deslizaron por la abertura sin un ruido. Las ratas protestaron ante las intrusas, y Bronwyn pateó escaleras abajo a una de ellas.


En lo más alto de las escaleras había una puerta... cerrada.


— ¡Maldición! — susurró Ester— . Necesitamos una llave.


Pero antes de emitir ningún sonido, Bronwyn se acercó a la puerta y comenzó a recorrerle los bordes con sus dedos. Cuando llegó al último borde, se volvió y le dirigió a Ester una sonrisa triunfante. En la oscuridad, sus dientes y sus ojos brillaban. Bronwyn tiró de un pasador de hierro y la puerta se abrió con facilidad. El chillido de una rata hizo que se detuvieran, pero no escucharon ruidos de pisadas en las escaleras. Por allí se escabulleron y muy pronto llegaron a la azotea.


Hicieron una pequeña pausa y respiraron profundamente el aire límpido de la noche. Bronwyn se volvió hacia Ester y vio que ésta miraba hacia abajo con el miedo pintado en el rostro.


— Déjame ir a mí — dijo Bronwyn.


— No — Ester negó con la cabeza —  Si algo pasara y tuviera que izarte, no podría, pero en cambio tú sí puedes izarme a mí.


Bronwyn asintió, porque el razonamiento de Ester era correcto. Sin hablar más, se quitaron las burdas faldas de lana que usaban sobre las enaguas y comenzaron a sacar una gruesa cuerda de su interior. Ester les había pagado a cuatro mujeres para que trabajaran toda la tarde cosiendo esas faldas. Ahora la luz de la luna brillaba sobre sus faldas de manta escocesa, azul y verde la de Bronwyn, dorada y castaña la de Ester.


Tan pronto como la cuerda de Bronwyn quedó formando un rollo en el suelo, ésta comenzó a caminar por la torre redonda y a espiar hacia abajo desde las almenas.


— Hay cuatro ventanas — le informó a Ester— ¿Cuál será la de Sasuke?


— Déjame pensar — dijo Ester, sosteniendo la cuerda—  Esa ventana está sobre las escaleras; la opuesta, frente a las escaleras, de manera que la celda tiene que ser una de esas dos. — Señaló a la izquierda y a la derecha.


No hacía falta que ninguna de las dos mencionara que si Ester aparecía por la ventana equivocada, podía costarle la vida.


— Vámonos ya — dijo Ester, como si caminara hacia su propia ejecución.


Bronwyn había usado cuerdas toda su vida, y con toda facilidad; haciendo algunos nudos, logró hacer una especie de asiento para Ester. Se pasó la falda de tartán entre las piernas y la ajustó con el grueso cinturón de cuero. Con el corazón latiéndole locamente, Ester se deslizó por los nudos de la cuerda, una parte alrededor de su cintura, la otra entre sus piernas.


Bronwyn, de pie frente a las almenas, le sonrió.


— Concéntrate en tu tarea y no pienses en dónde te encuentras.


Ester no pudo más que asentir, ya que el miedo le había hecho un nudo en la garganta. Bronwyn sujetó un extremo de la cuerda alrededor de una de las almenas y aprovechó para hacer descender lentamente a Ester.


Ester rezaba salmos en silencio, reafirmando su fe en Dios, mientras buscaba algún punto de apoyo con los pies. Tres veces se desprendieron trozos de muralla bajo sus pies, y en cada una se le cortó la respiración, esperando que en cualquier momento apareciera un guardia por encima de ella para cortarle la cuerda de la que pendía su vida.


Después de largos momentos, que transcurrieron muy lentamente, llegó a la ventana, y, cuando sus pies se apoyaron en el antepecho, una mano le aferró el tobillo.


— ¡Silencio! — ordenó una voz, cuando Ester jadeó de terror.


Un par de manos fuertes la agarraron por las piernas, después por las caderas, y la hicieron entrar por la ventana. Ester, feliz de estar en tierra firme nuevamente, se aferró con tanta fuerza a la ventana que estuvo a punto de romperse los dedos.


— ¿No sois vos la hermana de Lady Judith, la que tiene pavor a las alturas? — Ester se volvió para encontrarse frente al rostro tranquilo de Deidara Namikaze. Su camisa colgaba en jirones sobre su cuerpo musculoso y ella sintió que el corazón le latía con más fuerza, era muy guapo.


— ¿Dónde está Sasuke? — dijo, medio jadeando, medio gruñendo.


Un sonido de fuera de la celda hizo que Deidara la abrazara protectóramente,


— ¿Ya estás hablando solo, Namikaze? — le gritó el guardia, pero no se molestó en ir hasta la celda.


— Con nadie mejor que conmigo mismo — le respondió Deidara en voz alta, abrazando el cuerpo tembloroso de Ester.


— ¿Quién está arriba? — le susurró Deidara al oído.


— Bronwyn.


La respuesta de Ester mereció una maldición ahogada de Deidara. Ella quería  y a la vez no quería soltarse de sus brazos, pero en ese momento cualquier cosa que la confortara era bien recibida. Deidara la llevó, todavía sujeta a la cuerda, al rincón más lejano del pequeño calabozo.


— Sasuke está en la celda de enfrente — susurró—. Está herido y no sé si tendrá fuerzas suficientes para trepar por vuestra cuerda.  El muy Idiota pretendió rescatarme cuando yo estaba escapando y ambos terminamos en una celda por su idiotez.  ¿Acaso no le dije que no me buscara? – suspiró – Al menos un fue Itachi, habría sido peor. En fin, pronto el guardia se quedará dormido y saldremos. Yo iré primero y después os izaré. Pero no podéis quedaros sola aquí. Tendréis que sentaros en el antepecho, y si el guardia llega a mirar hacia dentro, tendréis que saltar. ¿Entendéis? Tan pronto como llegue arriba, os subiré — le repitió.


Ester dejó que sus palabras penetraran en su cerebro. Este era el enemigo de su familia, por muy guapo y apetecible que fuera, era el causante de la muerte de Mary Uchiha. Tal vez tenía en mente matar a Bronwyn y cortar la cuerda que la sostenía.


— No... — comenzó.


— ¡Tenéis que confiar en mí, muchacha! Bronwyn no podrá levantaros y vos jamás podríais trepar por la cuerda. ¡Malditas mujeres! ¿Por qué no han mandado hombres en su lugar? – gruñó fastidiado.


Con eso fue suficiente. Los ojos de ella relampaguearon.


— Desagradecido...


El le puso una mano en la boca.


— ¡Buena chica! Todo lo que me disgusta de los Uchiha me gusta de sus mujeres. Ahora no perdamos más tiempo. — Diciendo esto, llevó a Ester hacia la ventana, la levantó y la sentó en el antepecho.


— Poned las manos aquí — indicó el borde del antepecho—  y sosteneos firme. Cuando comience a izaros, usad manos y pies para no chocar contra la pared. — la sacudió levemente, porque ella no podía dejar de mirar el suelo, que quedaba muy, muy abajo.—  Pensad en la furia de vuestros cuñados cuando se enteren de que habéis rescatado a un Namikaze antes que a su querido hermano.


Ester casi sonrió al escuchar esto... casi. Logró levantar la cabeza y visualizó a Itachi, imaginándose en sus brazos protectores ¿Por qué tuvo que conocerlo primero su hermana?  Pero aquí había otro igual de guapo y se concentraría en conquistarlo a él, quizás así consiguieran romper por completo el odio entre las familias.


Juró que jamás volvería a hacer algo tan estúpido como ponerse a rescatar a un hombre. A menos, por supuesto, que Itachi la necesitara. O sus hermanos. O alguna de sus cuñadas. O tal vez, también, su madre. Y, sin ninguna duda, sus hijos. Y...


El tirón que dio Deidara a la cuerda cuando comenzó a subirla casi la hace volar por el aire.


— Concentraos en lo que hacéis, mujer — le ordenó él.


Ella encogió los pies, nuevamente alerta, y con la cabeza levantada observaba cómo él se iba izando, palmo a palmo.


Bronwyn recibió a Deidara en la azotea con un cuchillo apuntándole a la garganta, mientras él se balanceaba suspendido de la cuerda.


— ¿Qué habéis hecho con Ester? — gruñó Bronwyn.


— Está esperando abajo a que yo la suba, y cada minuto que pasa su vida corre más peligro.


En ese momento sucedieron varias cosas. Una, Ester, ya fuera por miedo o por necesidad, se lanzó del antepecho de la ventana y Deidara estuvo a punto de soltar la cuerda.


— ¡Guardias! — se oyó un grito más abajo.


— ¡La puerta! — dijo Deidara, luchando por mantenerse en la pared y no dejar caer a Ester — ¡Trabad la puerta!


Bronwyn reaccionó de inmediato, pero para cuando llegó a la puerta, ya un guardia la había atravesado. No dudó un momento en clavarle el cuchillo entre las costillas. El guardia cayó, y Bronwyn tuvo que correrlo para poder trabar la puerta.


Volvió corriendo hasta donde Deidara se encontraba, tirando de la cuerda de Ester, y se inclinó sobre las almenas para ayudar.


— ¿Qué ha pasado — preguntó Bronwyn antes de que Ester llegara sana y salva arriba.


— Sasori y Naruto terminaron en la misma celda que Sasuke. Me quedé tratando de escuchar todo lo posible, pero cuando el guardia quiso ver a Namikaze, gritó. ¿Qué ha pasado con él?


Bronwyn ayudó a Ester a trepar a la azotea.


— Ahí está — señaló con la cabeza hacia el cuerpo del hombre.


— ¿Quién lo ha oído gritar? — quiso saber Deidara.


— Creo que nadie — explicó Ester— ¡Vamos! tenemos que sacarlos de este lugar.


— No hay tiempo. ¿Dónde están los hombres Uchiha? —  preguntó Deidara.


— Aquí en Francia, pero... — comenzó Ester, mas se detuvo cuando Deidara cogió el segundo rollo de cuerda del piso de la azotea y lo ató a las almenas—  Están del otro lado.


Deidara la ignoró.


— No hay tiempo. El viejo estará aquí en pocos minutos. Tenemos que bajar y volver con ayuda.


— Cobarde — siseó Bronwyn— Escapad vos. Ester y yo vamos a rescatar a nuestra familia… —  Deidara la agarró del brazo con rudeza.


— ¡Cerrad la boca, idiota! ¿Os olvidáis de que Naruto es mi hermana? No hay tiempo para discutir, pero si nos atrapan aquí, no quedará nadie para rescatarlos. Y ahora, ¿podéis bajar por esa cuerda?


— Sí, pero... — empezó Bronwyn.


— ¡Entonces hacedlo! — Casi la arrojó al otro lado del muro, mientras le sujetaba las manos con firmeza —  ¡Abajo, Bronwyn! — le ordenó, y le dirigió una rápida sonrisa —  Mostradnos un poco de vuestra sangre escocesa.


Tan pronto como Bronwyn desapareció por un lado del muro, Deidara tomó a Ester por debajo de los brazos y la alzó.


— ¡Bien! No pesáis más que mi armadura. — Se agachó a medias —. Sujetaos a mi espalda con todas vuestras fuerzas.


Ester asintió con la cabeza y obedeció; hundió la cara en los hombros de Deidara y cerró los ojos. No miró cuando él pasó al otro lado del muro. El cuello del hombre comenzó a transpirar y Ester se dio cuenta de que estaba haciendo un tremendo esfuerzo.  Era tan lindo al protegerla así.


— ¿Vais a permitir que un inglés os gane? — le espetó Deidara, colgando en el vacío, a Bronwyn.


Ester abrió un ojo y miró a su cuñada con admiración. Bronwyn tenía la cuerda atada a un tobillo y se deslizaba hacia abajo con facilidad. Cuando oyó las palabras de Deidara, se apresuró más.


Ester no tenía intención de dejar la protección de la ancha espalda de Deidara aun cuando ya hubieran puesto pie en tierra. Como si se tratara de algo que hacía todos los días, él le desprendió de su cuerpo primero las manos, después las piernas.


Temblando, Ester vio que él corría hacia la cuerda de Bronwyn. Ella todavía estaba a algunos metros del suelo.


— ¡Saltad, escocesa! — le ordenó Deidara. Bronwyn dudó un instante pero enseguida obedeció, soltó la cuerda y cayó pesadamente en los brazos de Deidara.


— Debéis de pesar lo mismo que mi caballo — murmuró, mientras la depositaba en el piso— ¿Sería demasiado esperar que hubieran traído algún caballo?


— Venid, enemigo — dijo Bronwyn, haciendo un gesto con el brazo.


Deidara tomó del brazo a Ester porque ella se había quedado mirando hacia arriba, horrorizada, a la alta torre donde había trepado.


— ¡Corred! — le dijo, y le dio una fuerte palmada en las nalgas— ¡Saquemos a mi hermana y a Sasuke de aquí!


 


Sasuke estaba de pie en medio de la celda, como si las estuviera esperando, cuando la puerta se abrió repentinamente para dar paso a Naruto y a Sasori.


— Para que te hagan compañía, Uchiha. — El guardia rió— Disfruta esta noche, porque seguramente será la última que vivas.


Sasuke consiguió atrapar a Naruto antes que ésta cayera, y luego sostuvo a Sasori.


Sin una palabra se sentó en el piso y pasó sus brazos por los hombros de las dos mujeres, mientras Naruto comenzaba a besarlo con frenesí.


— Dijeron que habías muerto — dijo Naruto entre los besos—  Oh, Sasuke, no sabía si volvería a verte vivo.


Sasuke, sonriendo ligeramente, los ojos encendidos, depositó un beso en la frente de cada mujer.


— Ahora puedo morir en paz.


— ¿Cómo puedes bromear... — empezó a decir Naruto, pero Sasuke la besó en los labios y ella se calmó.


Los tres se pusieron alerta cuando el guardia gritó y se lanzó escaleras arriba, hacia la azotea de la torre. Un ruido sordo siguió a la desaparición del hombre.


En medio del silencio, mirando hacia arriba, Sasuke preguntó:


— ¿Bronwyn?


Ambas mujeres asintieron. Sasuke respiró hondo y suspiró.


— ¿Por qué no me contáis lo que habéis hecho? — Sasori permaneció callado mientras Naruto le contaba todo lo referente al plan de rescate, cómo Ester tenía que descolgarse por la pared y entrar en la celda de Sasuke. Sasori miraba a Sasuke, se apoyaba en sus fuertes hombros y veía cómo sus ojos se iban oscureciendo. Matsui me retorcería el cuello si supiera de este plan, pensó el, y los ojos se le llenaron de lágrimas.


— ¿Sasori? — dijo Sasuke, interrumpiendo el relato de Naruto— . Saldremos de aquí. Mis hermanos, en estos momentos...


Ella se secó las lágrimas con la mano.


— Lo sé. Sólo pensaba en que Matsui me arrancará el pellejo por esto.


Los ojos de Sasuke brillaron.


— Sí, lo hará.


— ¡Estás herido! — exclamó Naruto repentinamente, al descubrir un sucio vendaje que le envolvía las costillas. No quedaba demasiado en su camisa, y Naruto comenzó a inspeccionarlo.


Naruto se alejó de él. Sólo recibían un poco de luz de la luna, pero aun en esa semipenumbra, pudo ver todas las cicatrices. Le pasó los dedos sobre una de ellas, y dijo:


— Tú no tenías cicatrices cuando nos conocimos, y todas las que tienes ahora te las has hecho por mi culpa.


El le besó una mano.


— También yo voy a hacer que tengas cicatrices... de los veinte niños que pienso tener contigo. Ahora quiero que las dos descanséis, porque la mañana va a traer... novedades.


La mayor preocupación de Naruto había sido volver a ver a Sasuke sano y salvo, y ahora que estaba recostado junto a él, sabiendo que estaba vivo y bien, se sentía satisfecho. Cerró sus ojos cansados y se quedó dormido de inmediato.


No pasó lo mismo con Sasori. El no había estado viajando tanto como Naruto y no se sentía tan fatigado. Cerró los ojos y se quedó quieto, pero su mente trabajaba febrilmente.


Después de una hora, cuando apenas un hilo de luz alumbraba la celda. Sasuke se separó de las mujeres con suavidad y se puso frente a la ventana. Sasori lo miraba con los ojos medio cerrados.


— Ven conmigo, Sasori — susurró él, sorprendiéndolo, porque no creía que él supiera que estaba despierto.


Sasori pasó sobre el cuerpo dormido de Naruto y cuando se acercó a Sasuke, éste le pasó el brazo por los hombros y lo apretó contra sí.


— Has arriesgado mucho por salvarme, Sasori, y te lo agradezco.


Ella sonrió, y frotó su mejilla contra la mano de él.


— Por mi culpa nos atraparon. El duque me había oído cantar en Inglaterra, en alguna ocasión, me recordó y también recordó que me había transformado en una Uchiha. ¿Qué crees que habrá dicho Bronwyn cuando se haya encontrado con Deidara y no contigo? — Se movió entre sus brazos — ¿Crees que han logrado escapar, verdad? No había guardias esperándolos abajo, ¿no es así? ¿Vendrá Matsui?


Sonriendo, él la puso nuevamente frente a la ventana.


— Sé que han logrado pasar. Mira allá, hacia el oeste.


— No veo nada.


— En la niebla, ¿ves esos destellos?


— Sí — dijo ella, excitada—  ¿Qué son?


— Podría estar equivocado, pero creo que son hombres con armaduras. Y allí también, más al norte.


— ¡Más destellos! Oh, Sasuke. — Se volvió, le abrazó el pecho con fuerza y bruscamente lo soltó — Estás peor de lo que le has dicho a Naruto — le dijo acusadoramente.


El trató de sonreír, pero el dolor que sentía se reflejaba en su rostro.


— ¿Le vas a decir la verdad, para que se preocupe aún más? Se ha portado valientemente bailando para todos esos extraños, ¿no es cierto? — dijo con orgullo.


— Sí — respondió Sasori, y se quedó junto a él, mirando el amanecer, buscando esos destellos y viendo cómo se acercaban.


— ¿Quiénes son? — quiso saber Sasori— . Sé que hay Uchihas en Francia, pero parece que se aproximan como cien caballeros. ¿Quiénes son los otros?


— Dudo que haya otros — respondió Sasuke—  Hay Uchihas por toda Francia, y en España y en Italia. Cuando era un muchacho y gané mis espuelas, me molestaba que dondequiera que fuese hubiese un tío y algunos primos pegados a mí, pero en este momento siento que todos mis parientes son fantásticos.


— Estoy de acuerdo contigo.


— ¡Mira ahí! — dijo, señalando exactamente delante de ellos— . ¿Has visto eso?


— No, no he visto nada. — El sonrió alegremente.


— Es lo que tanto he esperado ver. ¡Ahí está otra vez!


Brevemente, por menos de un segundo, Sasori vio un reflejo diferente.


— Es el estandarte de mi tío Etienne. Siempre nos reímos de él, porque su estandarte es del tamaño de una casa, pero Etienne dice que la sola vista de los tres leopardos dorados hace que todos huyan de inmediato... y él quiere darles tiempo de hacerlo.


— ¡Lo he visto! — exclamó Sasori. En el horizonte aparecieron tres reflejos dorados, uno encima de otro—  Los leopardos — murmuró— ¿Quién crees...? — empezó a preguntar.


— Matsui está al frente con el tío Etienne. Shisui se aproxima con los hombres del norte e Itachi llega por el sur.


— ¿Y tú cómo lo sabes?


— Conozco a mis hermanos. — Sonrió —  Itachi esperará un tanto alejado y los tres ejércitos atacarán simultáneamente.


— ¿Atacar? — preguntó ella, con los dientes apretados.


— No te preocupes. — Le acarició suavemente una sien —  No creo que ni siquiera el duque de Lorillard se atreva a enfrentarse con las fuerzas combinadas de los Uchiha. Se le dará la oportunidad de rendirse pacíficamente.


 


Cabalgando junto a Matsui y Etienne Uchiha se encontraba Deidara Namikaze, su boca una línea apretada, su brazo derecho — el brazo de la espada—  vendado fuertemente pero aún sangrante, y, a su lado, Bronwyn lucía lo que muy pronto sería un magnífico ejemplo de ojo negro. Lo del brazo de Deidara había sido el resultado de su encuentro con Matsui, y lo del ojo de Bronwyn había venido como consecuencia de ponerse en medio de ambos. Ester se hubiera unido gustosa al embrollo, pero John Bassett se apeó de su caballo, la tiró al suelo y allí la mantuvo con firmeza.


Tuvieron que intervenir cuatro hombres para que Matsui no terminara despedazando a Namikaze, pero al fin aquél se calmó un poco y permitió que Ester y Bronwyn, que se tocaba el ojo golpeado, le contaran todo lo sucedido, en especial porque el idiota no los había esperado para escapar.


Cuando la historia iba por la mitad, todos los Uchiha estaban de nuevo sobre sus cabalgaduras. Cuando Ester contó que Sasori había terminado en la misma celda que Sasuke, Matsui volvió a abalanzarse contra Deidara. Deidara lo mantuvo a raya con una espada que sostenía en su mano izquierda, y los parientes de Matsui lograron tranquilizarlos.


Ahora, mientras se aproximaban al castillo Lorillard, estaban todos callados.


Itachi Uchiha estaba montado en su caballo, absolutamente callado, con trescientos hombres a sus espaldas, y mirando cómo se acercaban los demás Uchihas. A su lado se encontraba sir Juugo y el rostro marcado del gigante estaba rígido como una piedra. Juugo prefería no recordar la explosión de Itachi cuando se enteró de que Ester había viajado a Francia con los demás hombres.


— ¡Carece absolutamente de sentido común! — Había rugido Itachi— Cree que hacer una guerra es como limpiar un estanque de peces. Oh, Dios — había rogado fervientemente Itachi— si aún está viva cuando la encuentre, la mataré con mis propias manos. ¡Adelante!


Shisui ordenó a sus hombres que se acercaran al lado este del castillo, mientras que él y Tam cabalgaron hacia donde Itachi esperaba por el sur.


— ¿Mujeres? — aulló, bastante antes de llegar, a Itachi.


— ¡Ninguna! — respondió su hermano en voz tan alta que su caballo se levantó sobre las patas traseras.


En medio de una nube de polvo, Shisui y Tam viraron hacia el oeste en busca de Matsui. Cuando Shisui vio a Bronwyn, casi lloró de alivio, y enseguida notó su ojo hinchado.


— ¿Qué ha pasado? — gritó por sobre el estruendo de los caballos, sin tocarla pero comiéndosela con los ojos.


— Matsui... — fue todo lo que Bronwyn pudo decir, porque Shisui soltó una estrepitosa carcajada. Miró con afecto la inmensa figura de Matsui, muy tieso sobre su caballo.


Bronwyn no se molestó en mirar nuevamente a su esposo, sino que se puso junto a Tam.


— Shisui — lo llamó Ester—  ¿Está Itachi con ellos? — Señaló hacia el sur.


Shisui asintió una vez, y Ester, seguida de John, salió disparada como un relámpago hacia el grupo de Uchihas que aguardaban al sur.


No hubo lucha.  El duque de Lorillard, quien obviamente se acababa de levantar de la cama, con los ojos enrojecidos y la piel de un gris verdoso por los excesos de la noche anterior, no habría llegado a la avanzada edad de cincuenta y ocho años si hubiera tratado de luchar contra los mil hombres enfurecidos que rodeaban su castillo. Demostrando la fe que tenía en el nombre de Uchiha, caminó entre los caballeros armados y le dijo a Itachi que a cambio de su propia libertad, los Uchiha podían llevarse todo lo que quisieran, o a quienes quisieran, sin la pérdida de una sola vida.


Matsui no quiso aceptar los términos del hombre, porque el duque estaba rindiendo no sólo sus tierras sino también a dos de sus hijos, por mucho que fueran adoptados. Matsui creía que un hombre que se comportaba de esa forma merecía la muerte.


 


Bronwyn y Ester insistieron en rescatar a los prisioneros de la forma más sencilla posible.


Finalmente fue Itachi, como hermano mayor, quien tuvo la palabra final. El duque, con cinco de sus guardias, pudo irse en su cabalgadura, después que se ordenara abrir todas las puertas. Aunque tenía deseos de hacerlo pedazos por lo que le había hecho a Deidara hacía tantos años.


Entre protestas, las tres mujeres tuvieron que quedarse atrás, mientras los tres hermanos, Deidara y una docena de primos penetraron en la odiosa fortaleza del duque.


Puede ser que los ocupantes no supieran — o no les importara—  que los estuvieran atacando, o tal vez, como sugirió Shisui, no fuera la primera vez que pasaba eso. Ninguno se despertó de su borrachera. Había hombres y mujeres desparramados por el suelo y acostados sobre algunos bancos.


Cautelosamente, con las espadas en la mano, los hombres trataban de no pisar los cuerpos caídos, mientras buscaban la escalera que Bronwyn y Ester habían descrito.


En lo alto de la escalera los tres hermanos embistieron con los hombros contra una puerta que se abría al cuarto donde estaban las celdas.


— ¡Aquí tienen! — dijo Deidara, tomando una llave de la pared y abriendo la pesada puerta de madera como haciéndoles burla.


Allí los esperaba Sasuke, muy tranquilo y contento consigo mismo, con una mujer en cada brazo.


Sasori corrió, se lanzó en brazos de Matsui y él lo mantuvo apretada contra su cuerpo, y mientras hundía su cabeza en el cuello de ella, se le humedecían los ojos.


— Cada vez que te acercas a tus cuñadas — empezó a decir—  haces cosas como ésta. De ahora en adelante...


Riendo, Sasori lo besó para hacerlo callar. Naruto se soltó de los brazos de Sasuke y se acercó a Deidara, le acarició la mejilla y le tocó el brazo ensangrentado.


— Gracias — susurró. Se volvió hacia Itachi y le hizo un seco saludo con la cabeza, no iba a olvidar que el tipo andaba persiguiendo a su hermano – Pero ¿qué os paso en el brazo?


- Matsui – lo señaló con la cabeza – al parecer no le ha gustado demasiado la idea de tener que venir a rescatarme y rescatar a su hermanito – Miro a Sasuke que lo esquivaba – es más ¡yo estaba a punto de fugarme cuando el idiota de vuestro esposo se le ocurrió dejarse atrapar por el ayudante de Orochimaru!


- ¡Vos fuiste más idiota al entregaros a cambio de mi vida! – se defendió.


- ¿Qué esperabais que hiciera?  ¿Qué dejara que el degenerado eso os abusara?  Por más que no me guste, sois el esposo de mi hermana – gruñó – y por vuestra culpa el buen trato que había obtenido con los guardias se perdió ¡os hubieses quedado callado y no estaríais herido!


- Sois un malagradecido – le dijo Bronwyn de nuevo.


- Es que, mujer – la miro directamente – a vuestro querido cuñado no le cuadra en esa dura cabeza de piedra que no necesito de su protección.


- ¿Y por que un Namikaze debía de necesitarla? – dijo la escocesa.


- Es exactamente lo que le dije a él – intervino a fin de evitar que Itachi dijese algo – mejor marchémonos de aquí, este lugar es repugnante.


 


Ester se había olvidado de su cuñado al momento de conocer a Deidara y se había dedicado con gran esmero a curar sus heridas, de vez en cuando le daba de golpes a Matsui por ello, cosa que divertía al resto de los Uchiha.  Pero Itachi no miraba con buenos ojos el interés de la morena por su amado.  Sabía que Deidara necesitaba una esposa, por eso de ser el duque, pero no debía buscarla bajo sus narices, es más ¡el lo amaba!


- Estáis molesto, Itachi – le dijo Deidara sentado junto a la fogata del campamento mientras viajaban hacia el norte para regresar a casa.


- ¿Cómo no voy a estarlo si coqueteáis descaradamente delante de mis ojos con Ester? – le dijo entre dientes – sabéis que yo…


- Uchiha ¿estáis celoso? – se rió divertido y lo vio entrecerrar los ojos – os lo dije: a las mujeres le gustan los hombre guapos y fuertes.


- Pero vos no sois lo que aparentas – le dijo molesto.


- Itachi, creo que debéis buscar vuestra felicidad…


- Solo si aceptáis casaros conmigo – le dijo acercándose a él.


- Me abriréis los puntos del brazo – le dijo haciéndole el quite.


- Maldito Matsui ¡Le dije que no os hiciera daño!


- Ustedes los Uchiha son algo único – sonrió derritiendo a Itachi – Matsui enfureció cuando supo que Sasuke estaba de nuevo prisionero por mi culpa.  Yo no os he contado todo sobre mi “don”, pero estaba consiguiendo engatusar a uno de los guardias para que me dejase escapar, pero gracias a mi querido cuñadito, nos golpearon a los dos y terminamos encerrados en la torre.


- ¿Y se puede conocer el motivo?


- Pues bien, vuestro querido hermano peleó contra él hombre, lo que llamó la atención de los guardias, apareció el ayudante “raro” ese de Orochimaru y a Sasuke se le ocurrió decir que soy doncel – suspiró – al duque le dio un ataque y ya visteis cómo estaba, buscaba una marca que me señalara como tal – sonrió al ver que los ojos del moreno se ponían rojos de ira – gracias a Dios, aquella marca no está en algún lugar visible, así que se fue a celebrar que era mentira de Sasuke y nos dejó en paz.


- Pero estabais en distintas celdas.


- Así es, porque con vuestro hermano armamos un escándalo que no dejaba descansar al duque, así que nos amarraron a cada uno en una celda porque nos pasamos molestándonos, si hubiese podido pegarle hasta dejarlo inconciente da por hecho que lo hubiese hecho, y de paso al guardia.


- Pero pudisteis escapar de vuestra celda sin mayores problemas.


- Puedo manipular la materia y no sólo las mentes – le explicó – ese es mi arte.


- ¿Puedes manipular las mentes?  ¿Qué queréis decir con ello?


Deidara miro al cielo y luego a la fogata, no pudo haber sido más tonto al contarle aquello, si descubría que le había borrado los recuerdos…


- Bueno, cada doncel tiene un don, un arte por así decirlo – mantuvo su mirada lejos de la del moreno – os habéis fijado en el don de Sasori, la música es la manera en que muestra su arte, Naruto tiene las agujas de coser, ambos son dones femeninos, pero ten por seguro que en algún momento podrán “Leer” la mente de los hombres y mujeres con quienes hagan contacto – suspiró – yo hice contacto con la vuestra para calmaros cuando viajábamos rumbo a España, la mañana en que fue atacado vuestro hogar.


- Será por eso que tengo esos sueños tan… sensuales con vos – suspiró.


- Vaya, estáis aquí – dijo una vos femenina interrumpiéndolos, se trataba de Ester – Lord Deidara, deberíais descansar para recobraros por completo.


- Estoy bien, lady Ester, no os preocupéis por mí, soy un hombre fuerte.


- Y muy guapo – agregó ella sin notar el enfado de Itachi – pero igual no es bueno que os expongáis tanto, os hará daño.


- Le hará daño que lo fastidiéis tanto – le dijo Itachi poniéndose de pie yendo hacia su carpa furioso, si hubiese tenido puerta seguro la bota.


- Itachi ha estado muy extraño últimamente – dijo la mujer preocupada – quizás si le gusto y esta celoso – sonrió – pero el me rechazó en el pasado, así que no veo por qué se molesta en que yo haya puesto los ojos en tan bello ángel.


- Lady Ester – dijo Deidara negando con la cabeza – Itachi no esta celoso, al menos no de la forma en que vos creéis – le sonrió – en fin, en estos momentos no puedo explicaros todo, cuando regresemos a Inglaterra, lo sabréis – se levantó – por ahora os haré caso y me iré a dormir, buenas noches – agregó y le dio un beso en la frente sin notar que Itachi los miraba.


 


Deidara estaba medio dormido cuando sintió un peso sobre su hombro izquierdo, abrió los ojos y se encontró que estaba siendo abrazado por alguien de cabello oscuro, movió lo mas suave que pudo el brazo derecho y le tocó el hombro, demasiado masculino, así que debía tratarse de Itachi ¿Quién mas si no se metería en su cama a esas horas de la noche?


- Soy sonámbulo y necesito vuestro calorcito – le dijo Itachi acomodándose mejor pasando el brazo por encima de su pecho desnudo.


- En serio, Itachi, estáis bien loco por lo que se puede ver.


- Mi cuerpo se siente extraño cuando estáis a mi lado – frotó la nariz contra su hombro – es como si reconociera vuestro aroma y calor.


Deidara suspiró, era tal como le había dicho su tío, el cuerpo y la mente de Itachi actuaban de forma independiente y solo había conseguido remover los recuerdos conscientes del moreno, los otros habían quedado intactos.


- Itachi, no estamos solos – le recordó – es una imprudencia que acudáis a mi por la noche estando vuestros hermanos tan cerca ¿no os parece?


- Cuando estemos en Inglaterra me será imposible dormir a vuestro lado.


- Itachi – le susurró – esta bien, podéis quedaros, pero no intentéis nada o haré un escándalo tal que vuestros propios hermanos querrán mataros.


- No seréis tan malo ¿verdad? – le dijo en un tono malicioso antes de besarle una tetilla – os gustará tanto que querréis más – pasó un dedo  por su pecho bajando hasta el ombligo – por cierto ¿dónde tenéis esa marca que os señala como doncel? – le preguntó intrigado.


- En un lugar de difícil acceso – le dijo atrapando la mano traviesa – no continuéis por ese camino o no me hago responsable de vos.


- No quiero que os hagáis responsable de mí – se le apegó más – quiero que me quitéis este fuego que me quema por dentro y me hace daño – se froto contra su muslo – sólo una vez, ansío sentiros mío.


- No creo que con una vez os baste – le dijo en voz baja – ¿os dais cuenta que yo tengo mas apariencia de varón que de mujer?  Vuestra masculinidad se vería afectada si de repente aparecierais conmigo de pareja.


- No tratéis de sacrificaros una vez más, no os lo voy a permitir.


- Uchiha, sois muy testarudo – le tomó el mentón entre los dedos – quisiera ser capaz de no rendirme a los ruegos que me hace tu cuerpo, pero tendréis que ateneros a las consecuencias.


- Me suena muy bien aquello – le dijo y unió sus bocas en un beso salvaje.


Deidara pasó los brazos por el cuello de Itachi, se sentía tan bien el poder estar con él de nuevo ¿Qué importaba si a su regreso a Inglaterra no podían estar juntos si había disfrutado de todo esto?


- Pero no me habéis dicho dónde la tenéis oculta – insistió Itachi.


- No os lo diré – le dijo travieso – tendréis que encontrarla por vuestra cuenta.


- Sois un malvado – le sonrió y comenzó a darle besos por el pecho bajando lentamente rozando suavemente con su lengua los puntos más sensibles – me dijisteis que no era en un lugar visible ¿eh? – noto el sonrojo del mayor – entonces, muy pocos deben de haberla visto ¿cómo supieron que erais doncel si no se ve? – le dio un beso en el ombligo y Deidara contrajo los músculos de placer – debe de estar más abajo ¿no? En la zona que tapan los calzones – se sonrió – y a nadie se le ocurría buscar allí ¿verdad?


- Itachi – lo amenazó cuando este se puso a jugar allí por sobre la ropa – ah – gimió al sentir como le rozaba esa parte tan sensible – tratad de no hacerme daño ¿queréis? En eso somos iguales.


- Es la primera vez que hago algo así y tengo curiosidad – le dijo sacándole los calzones – de saber que diferencias tenemos – le rozó con los dedos apenas el miembro excitado a Deidara – porque a simple vista somos iguales.


- ¿Queréis que os muestre la diferencia? – le sonrió  y lo hizo sentarse en la cama para dejarlo totalmente desnudo también – os dejare tocar algo – guió su mano hacia la zona entre las piernas e Itachi pudo palpar algo que parecía ser una costura o cicatriz en la carne – allí se crea la salida para los bebés y una vez al mes, como a las mujeres, esta se abre para eliminar lo que no se ha fecundado – lo soltó – todos los donceles tienen marcas visibles en el resto de su cuerpo, yo sólo tengo “eso”.


- Pues quiero verlo – lo empujó hacia atrás y le separó las piernas para vergüenza de Deidara – apenas se os nota.


- Sois un desvergonzado – le dijo el rubio rojo hasta la raíz del cabello.


- Si, soy un pervertido – le dijo y tomó una de sus piernas comenzando a acariciarla por la cara interna de arriba abajo, primero con las manos y luego con los labios hasta llegar a ese punto.  Se sonrió al ver que Deidara se cubría la cara con las manos y se detuvo – quiero que me veáis cuando os hago esto.


- No puedo – le dijo ahogado – es muy… perverso.


- Bueno, en cierto modo tenéis razón, sé muy bien que lo has hecho con muchas mujeres y que esta es la primera vez que lo haces con un hombre – le tomó las manos – pero yo os amo, no soy el idiota de Orochimaru que abuso de vos – se inclinó sobre su cuerpo – yo os daré el más puro placer – lo besó en los labios – sólo tenéis que dejaros llevar y no temer, recordad que os amo.


- Oh, Itachi – lo abrazó y luego lo soltó – os dejo seguir, pero tened en cuenta que vuestras perversiones os llevaran al infierno.


- No me importa si puedo estar con vos – le dijo comenzando nuevamente a besarle la cara interna de los muslos, a rozar suavemente con sus dedos su sexo y comenzar a frotar lentamente su entrada, dilatando para darse paso.


Deidara ahogó un gemido al sentir que un dedo intruso entraba en su interior, Itachi recordaba perfectamente que hacer para llevarlo a la gloria.


- Esto es como en mis sueños – le dijo él colocando un segundo y tercer dedo en su interior tocando algo que hacia perder el aire a Deidara – eres hermoso.


- Como… sigas… haciendo… eso… voy… a… terminar… sin…vos – le dijo entrecortadamente casi sin aliento.


- No seáis malo – le dijo sacando sus dedos de allí – ya estáis listo para mí.


Y sin más puso su propio miembro en la entrada lista de Deidara y se hundió en este con fuerza, se sentía sublime, eran uno finalmente.


- Si este es un sueño de esos, no quiero despertar – le dijo moviéndose primero lentamente de adentro hacia fuera para ir tomando poco a poco más intensidad – Deidara – buscó su boca y este la aceptó – os amo.


- Y yo a vos – respondió él moviendo las caderas al mismo ritmo que le marcaba el moreno.


Y así, fusionados en un solo ser, alcanzaron la gloria sin despegar sus bocas, ahogando el grito de placer por las violentas olas del orgasmo que los abrasaba.


Casi sin separarse, Itachi se salió de Deidara y ambos se quedaron profundamente dormidos, sin notar que la herida del brazo del rubio se había abierto y teñía la venda.


 


Sasuke estaba medio dormido con Naruto dándole la espalda ¿Por qué estaba tan enfadado con él?  Es cierto, no iba a dejarse capturar por el degenerado ése, pero es que lo pillaron tan por sorpresa y no atinó a nada más que a defenderse con su espada.  Además, el que debía estar enojado era él. Lo hacía a salvo con las mujeres de sus hermanos y primo y ellas se habían metido en el nido de la víbora a tratar de rescatarlo como quien mete la mano en un cesto de rutas frescas.  Si, quien se merecía la indiferencia era otro.


Suspiró y se volvió hacia Naruto, no tenía ánimos de pelearse de nuevo con él, tanto les había costado admitir que se amaban y habían pasado por tanto como para terminar así, distanciados por algo que en realidad no valía la pena.  Decidido, le pasó un brazo por la cintura y lo atrajo hacia sí.


- Naruto, os he dicho que os amo ¿verdad? – le murmuró al oído – sois lo mas valioso que tengo en este mundo, vos y nuestros hijos – agregó.


- Sois terrible – le respondió enlazando sus dedos con los del moreno – os encanta poner en riesgo vuestra vida ¿Qué sería de mí y de nuestros hijos si algo os pasara?  Y no me salgáis con que tengo a vuestros hermanos o al mío, cada cual tiene su familia a la que cuidar – lo regañó.


- Lo sé – lo apretó más fuerte – pero no podía dejar a tu hermano en las garras de ese tipo, no después de descubrir que estaba tan rotundamente equivocado sobre él, me sentía culpable.


- Sasuke – se volvió hacia él – prométeme que no volverás a hacer idioteces.


- No puedo – le sonrió mirándose en sus preciosos ojos zafiros – seré idiota cada vez que sea necesario rescataros – lo beso en los labios – pero vuestro.


- Sasuke ¿creéis que haríamos mucho escándalo si nosotros…?


- Estamos casados – le dijo y lo puso debajo de él – pero procurad no gritar demasiado mientras lo hacemos – le advirtió.


Naruto se sonrió ¿cuántas veces le advertía lo mismo y resultaba que el escandaloso era el? Hizo que Sasuke terminara de quitarse lo poco que llevaba puesto y lo obligó a quedar debajo de él.


- Siempre sois vos quien me acaricia, así que ahora vais a dejar que os haga lo que yo quiera o no dejaré que me hagáis los otros veinte hijos que amenazasteis con hacerme – le dijo sentándose a horcajadas sobre sus caderas – sois mío y acariciare vuestra piel a mi antojo.


Sasuke asintió al sentir aquellas delicadas manos deslizarse suavemente por su piel, era como el roce de una pluma, pero mucho mas excitante.  Luego Naruto cambio sus manos por sus labios dando pequeños besitos aquí y allá hasta rozar una sensible tetilla que salió a buscar su lengua.  Sonriendo malicioso, la dejo para ir en pos de la otra que reaccionó igual mientras Sasuke trataba de ahogar los gemidos de placer mordiendo la almohada.  Bajó lentamente por las costillas dando besos y más besos hasta llegar a la hombría de su esposo, que se erguía orgullosa y húmeda, sin pensarlo demasiado, la tomó entre sus labios y escuchó a Sasuke jadear electrizado.


- Una dama… jamás… hace eso – gimió el sin voz.


- Os haré lo que quiera – le dijo Naruto – se os olvida que soy doncel.


- Sois un… pervertido – gimió cuando este continuó con su labor – quiero… dentro… de ti… voy a… voy a…


Naruto se detuvo limpiándose la boca con la mano, si las monjas supieran lo que estaba haciendo se escandalizarían, pero que importaba, no era pecado porque Sasuke era su esposo.  Sonrió y volvió a montarse sobre su esposo.


- Es lo que quieres ¿no? – dijo rozando con su entrada el miembro sobre estimulado de Sasuke.  Este, con los ojos dilatados por el placer, asintió y Naruto lo llevo a su interior lentamente hasta que lo sintió completamente en su interior, y lo volvió a sacar de la misma manera acelerando poco a poco procurando darle todo el placer del mundo a su esposo, quien agarró una de sus caderas con una mano mientras con la otra le recorría el pecho – os amo.


- Yo también – le dijo este y ambos sintieron como si un volcán hiciera erupción al momento de alcanzar el climax.


Naruto se dejo caer sobre el pecho de su esposo y casi al instante estaba dormido.  Sasuke, con cuidado, lo acomodó sobre la cama y los cubrió a ambos con la manta, si así era como su Naruto hacía el amor con el, dejaría que tomara la iniciativa mas seguido, se dijo antes de quedarse dormido completamente exhausto.


 


Los cuatro Uchiha aparecieron muy satisfechos en la mañana, cosa que levantó la sospecha en Lady Ester, o sea, tres de ellos estaban con sus respectivas esposas, pero ¿Por qué Itachi también?   Allí había algo raro. Se sentó junto a Deidara y lo notó un tanto pálido y esquivo, la herida en su brazo estaba teñida de sangre ¿habría dormido mal?


Deidara suspiró, maldito malestar que no lo dejaba desde hacía más de un mes, casi dos si tenía en cuenta cuando había comenzado todo ello, al principio se lo achacó a la perdida de costumbre de navegar, pero había sido después, después de aquella noche que comenzaron con mayor fuerza.


- Os veis muy pálido – le dijo Bronwyn tomándolo del mentón – ¿os hizo algo ese idiota del duque?


Deidara negó con la cabeza.


- Me trataron bastante bien a pesar de todo – admitió – desde que salí de España que me siento así – suspiró y sintió un aroma detestable – permiso – dijo tapándose la boca y vomitó detrás de una matorrales.


- Deberíais dejar que un medico os revise – le dijo Sasori preocupado.


- No creo que sea nada serio – le dijo volviendo a sentarse junto al fuego donde uno de los cocineros preparaba el desayuno – creo que algo de lo que comí en el castillo y los golpes recibidos por vuestro esposo me afectaron un poco.


- Deidara, debéis pensar un poco en vuestra salud, ya no sois un muchachito y la salud de algunos… – pero Deidara lo silenció.


- No quiero sermones, Lady Sasori, guardadlos para vuestro esposo – se puso de pie y entró en su carpa cansado.


- Pues no sé, ellos se ven tan… satisfechos – dijo Ester mirando a los morenos que charlaban animadamente – lo entiendo de vuestros esposo y de Sasuke, pero ¿Itachi?  Es como el gato que se comió la crema ¿no creen?


- Tenéis razón, ayer andaba de muy mal humor y esta mañana se le ve tan relajado, es bastante extraño – dijo Bronwyn pensativa.


- Tal vez Naruto nos pueda ayudar a descubrirlo – dijo Sasori.


El aludido apareció sobándose las caderas, las mujeres no estaban hechas para eso, o quizás no los donceles, eso había sido salvaje.


- Vuestro hermano anda algo enfermo, pero no nos ha querido decir que le pasa ¿Por qué no le consultáis vos y le cambiáis el vendaje del brazo de paso? – le dijo Ester – lo haría yo, pero parece molesto por algo.


 


Y si las mujeres habían notado que Itachi andaba extraño, los hermanos y primos  también, pero este sonreía feliz y se negaba a decirle a que se debía que ahora anduviera entre nubes de algodón.


- Pues para mí que se le cumplió un deseo muy anhelado a milord – dijo el cocinero revolviendo la olla en el fuego.


Los tres Uchiha se volvieron hacia Itachi y este seguía en sus nubes de ensueño, casi se palpaba la enorme felicidad que este sentía.


- Lastima que lord Deidara se sintiera tan mal esta mañana – prosiguió el hombre – estaba pálido como la leche y vomitó hace un rato, quién sabe que comió, si no fuera hombre, diría que parece en cinta.


Itachi se bajo inmediatamente de la nube, Deidara no podía estar embarazado ¿verdad?  Si apenas esa noche lo habían hecho, era imposible que aparecieran los síntomas tan rápido, por mucho que fuera doncel ¿verdad?


- Creo que debéis calmaros – le dijo Sasuke al ver que su hermano tomaba un aura sombría – quizás es sólo en respuesta a lo que ocurrió ayer.


- Jum – dijo molesto sentándose en el suelo enfuruñado.


- Dios, pasas de un estado de animo a otro como damisela en “esos días” – le dijo Matsui divertido – Sasuke tiene razón, no creo que sea eso, después de todo, no os ha dejado tocarlo ni de lejos ¿verdad?


Pero Itachi se sonrojó violentamente  esquivó su mirada.


- Itachi – lo amenazó – decidme que no hicisteis eso con él anoche.


- Lo amo – le dijo por un colmillo – y si, lo hice ¿me vais a matar por ello?


- Ay, Itachi – le dijo Shisui sentándose a su lado abrazándolo – no os preocupéis, de seguro es algo pasajero, cuando regresemos a Inglaterra olvidaras este mal trago.


- Quiero a Deidara como mi pareja – le dijo apartándose.


- Venga, Itachi, os gusta buscaros problemas – le dijo Sasuke – es mejor esperar a saber que es lo que piensa lord Deidara al respecto ¿no creéis?


 


Deidara resopló cansado, es que se acababa de dar cuenta de algo ¿cómo pudo ser tan idiota?   Las mujeres tenían un tiempo mas corto de fertilidad que los donceles, así que por ellos pensaba que él ya no podía concebir, pero desde hacía casi dos meses que su ciclo se había interrumpido, lo había achacado a todos los problemas en los que se había visto envuelto, pero lo mas probable era que esperara un hijo de Itachi. 


¡El, que había renunciado hacía tanto tiempo a ser madre estaba embarazado!  Era un grave problema, especialmente por el ducado y porque Itachi era menor que él  ¿Cómo se lo decía?  Quizás fuese mejor callarlo.


- Deidara, ¿puedo pasar? – le dijo Naruto preocupado.


- Entrad – le dijo respirando hondo sentándose sobre la cama, no sacaba nada con quebrarse la cabeza con todo aquello, ya vería que hacia más adelante.


- Me dijeron que no os sentíais bien y que vuestra herida parecía haberse abierto – lo tomo por el brazo y retiró con sumo cuidado las vendas teñidas de sangre – deberíais tratar de dormir apoyado sobre el otro hombro – le recomendó limpiando la herida y poniendo un vendaje limpio – supongo que no querréis perder vuestro brazo ¿verdad?


- Ni siquiera me había dado cuenta – le dijo dejándose caer sobre el camastro.


- Deidara ¿Qué os pasa? Vos no sois así, tan… despreocupado de vos mismo.


- Estáis equivocado, nunca me he preocupado demasiado por mí, si así fuera no me habría hecho cargo de vos y de Gaara, os habría entregado a la tía Tsunade y me habría casado con alguien – miro hacia la entrada – siempre que busque pareja fue pensando en vosotros.


- Sois terrible – le dijo dándole un beso en la mejilla – descansad un poco mas, os traeré el desayuno cuando esté listo.


- Naruto ¿dónde están Gaara y Sai?


- Los deje en casa a cargo de mis hijos – le sonrió – no quería dejar en vergüenza a Gaara delante de su esposa – le explicó.


- Os llevaréis una sorpresa cuando le veáis combatir – le dijo – no es tan bueno como me gustaría, pero finalmente se las apaña bastante bien.


Naruto sonrió y salió de la carpa, Deidara solo se veía cansado.


 


Itachi se sentó al lado de Deidara en la cama de este cuando le llevó el desayuno, el rubio había alzado las cejas interrogativamente, pero el moreno no quiso decir nada de momento.


- En la mañana parecíais en una nube – le dijo Deidara tomando un trozo de pan – pero ahora tenéis mala cara ¿os has arrepentido por lo de anoche?


- El cocinero dijo que parecías embarazado – le soltó de golpe y Deidara casi se ahoga – dime que es imposible – le dijo tomándolo de las manos al verlo recuperado –  y que solo yo he estado con vos.


Deidara lo miró asombrado ¿qué le decía?  ¿Qué era cierto que estaba embarazado pero que aquella criatura era suya, aunque el no recordara la vez anterior que habían estado juntos?


- Deidara, os estoy esperando – le dijo impaciente.


- Sólo he estado con vos – le dijo decidido.


- Menos mal – lo abrazó con fuerza – el cocinero está loco, se lo diré a mis hermanos – salió rápidamente.


- Itachi – lo llamó pero el moreno ya se había marchado – idiota.


- ¿Puedo pasar? – le dijo Lady Ester desde afuera.


- Claro, pasad – le dijo volviendo a tomar el tazón con leche de la mesa.


- Itachi anda medio raro – sonrió divertida – parecen que hicieron las paces.


- Vuestro cuñado es un idiota – le dijo divertido mirando a la mujer – perdonad, lady Ester que sea tan directo, pero ¿os gusto?


- Lord Deidara – le dijo ella poniéndose roja hasta las orejas.


- Lo sospechaba – suspiró dejando el tazón sobre la mesa – no es que me moleste, al contrario, atraigo a todo tipo de personas, generalmente no son las más convenientes para mí, no que vos no los seáis – le dijo antes que le replicara enojada – hombres y mujeres por igual.


- Lord Orochimaru es un desviado – le dijo.


- A Itachi también le gusto – le dijo tranquilo.


- A Itachi le gustan las mujeres – le dijo enojada.


- Lady Ester, yo, aunque no lo aparente, soy doncel.


- ¡No es cierto! – le dijo Bronwyn entrando bruscamente – vos no tenéis…


- No, tengo esa suerte – le indicó que se sentara – yo os dije que no le había hecho daño a Mary y es la verdad, no tengo nada que os pruebe que soy doncel excepto mi palabra y la de mis tíos – camino hacia la entrada, miró hacia fuera y se aseguro que no hubiese nadie mas cerca antes de volver a sentarse junto a ellas – fui abusado siendo niño por culpa de mi hermano mayor ¿creéis que haría algo tan detestable como me hicieron a mí?


- Entonces ¿quién mató a Mary?  Porque aquel hombre se os perecía mucho.


- Si me permitís que entre en vuestra mente y vuestro esposo no se entera, podremos averiguarlo – le dijo – pero sólo si vos lo queréis.


- El leer la mente de las personas es un don propio de los donceles – le dijo Ester convencida finalmente que Deidara lo era.


- En realidad, en mi familia se ha manifestado tanto en hombres como en mujeres y donceles – le dijo este divertido – mi padre lo tenía, y yo tengo otros dones aparte de este.


- Bien, lo que Shisui no sepa no le hará daño – le dijo Bronwyn.


- Bueno, dame vuestras manos y tratad de recordar aquella noche sin sentir odio o el recuerdo será borroso.


 


Shisui no estaba muy convencido de las palabras de Itachi y concordaba con Matsui, el Namikaze le estaba mintiendo a su hermano para mantenerlo a su lado, aunque ninguno comprendiera a ciencia cierta que ganaba el con todo eso.  Cierto que se habían equivocado en el pasado con él, pero debió de convenirle la enemistad pues pudo haberla solucionado con facilidad diciendo por qué no era culpable.  Caminó decididamente hacia la carpa donde estaba el rubio y sin anunciarse entró, el verlo con las manos enlazadas con las de su mujer fue más fuerte que sus intenciones anteriores y antes que nadie atinara a nada, trató de matar a Deidara.


- ¡Shisui, basta! – gritaba Browyn tratando de hacer que lo soltara mientras el rubio comenzaba a perder el aire por su agarre – ¡suéltalo!


- ¡No os basta con enamorar a mi hermano, también tenéis que meterte con nuestras mujeres! – lo golpeaba contra la cama enfurecido.


Ester le lanzo agua a la cara al Uchiha pero este la miró furioso, sus ojos totalmente rojos, como con fuego.


- ¡Ester, corred por Itachi y Matsui! – le dijo Bronwyn tratando aún de hacer entrar en razón a su esposo.


Ella salió y casi al instante los otros Uchiha habían atenazado a Shisui y habían conseguido que soltara a Deidara que luchaba denodadamente por recuperar el aire sentado a una distancia prudente de los Uchiha.


- Dejadme matar a este infeliz – gruñía Shisiu desde donde Sasuke y Matsui lo tenían bien sujeto – no se merece vivir.


- ¿Queréis calmaros de una buena vez? – le dijo su mujer enfadada – sois un mal pensado, Deidara solo trataba de ayudarme.


- Ah, ahora lo llamáis por su nombre – pero recibió una bofetada que lo hizo girar el rostro y los dos que lo sujetaban lo soltaron sorprendido – Bronwyn.


- Callaos y escuchad – le ordeno y su esposo cerró la boca – Deidara andaba buscando en mis recuerdos al asesino de Mary para que yo estuviera en paz, no intentaba hacer que os traicionara porque él esta enamorado de Itachi y yo de vos – lo hizo mirarlo a los ojos – ¿no fue a ti a quien elegí por esposo?


- Yo creo que debéis pegarle de nuevo – dijo Itachi – se lo merece por tonto.


- Muchas gracias por defenderme, hermano – le dijo él entre dientes.


- ¿Estáis bien, Deidara? – le dijo ignorándolo por completo.


- Si pierdo a mi hijo os haré ver las penas del infierno – dijo Deidara molesto y luego se tapó la boca al darse cuenta de lo que había dicho.


- ¿Veis que si es una rata traicionera?  Espera un hijo y no es vuestro.


- ¡CALLAOS, SHISUI! – bramó Itachi enfurecido haciendo que este quisiera no ser más grande que una hormiga, y es que ver a Itachi en ese plano era peor que la ira de su esposa, aunque la de Sasuke a veces fuera peor.


- El bebé si es de Itachi – le dijo Deidara desafiante – sólo que él no se acuerda porque yo le borre los recuerdos de esa noche.


- ¿Por qué lo hicisteis? – dijo Itachi molesto pero más calmado.


- Tuve una visión muy nítida de mi muerte – se encogió de hombros – no suelo equivocarme, pero hubo algo que altero la visión, quizás el embarazo, que se yo, o quizás mi propio deseo de vivir… a tu lado, aunque sea imposible.


- Me dijisteis que podías manipular las mentes, a eso te referíais ¿no? A borrar los recuerdos de forma permanente.


- No, no tengo tanto poder, simplemente puedo relegarlos a un lugar lejano en vuestros recuerdos, pero ellos siempre pueden regresar, ya sea en forma de sueños o visiones nebulosas.


- Entonces, os casaréis conmigo cuando lleguemos a casa – dijo firmementey se volvió hacia su hermano – y vos, Shisui, os pondréis en la buena con vuestra esposa u os daré una paliza – miro a su hermano menor y a su primo – levantemos de inmediato el campamento, cuanto antes estemos en Inglaterra, antes será mi esposo.


- Si, señor – se cuadraron y ambos salieron a toda velocidad de la carpa, no fuera a ser que tuviese otro arranque de ira y ambos perdieran sus cabezas..


- Brionwyn, podéis haceros cargo de vuestro esposo como os apetezca.


- Muy bien, Itachi – agarró a Shisui del brazo y se lo llevo a rastras.


- Lo siento de nuevo, Ester – le dijo Itachi – no fue mi intención haceros daño nunca, nunca pensé que Deidara llamase vuestra atención.


- No importa, ya encontrare a mi hombre correcto – le dijo orgullosa saliendo de la carpa, pero Deidara vio sus lágrimas.


- Itachi, no es necesario…


- Lo es – le rebatió – no soy como Sasuke que recoge a sus hijos como huevos, yo si que me hago responsable de ambos, aunque no recuerde concientemente  el momento de su concepción – se sentó en la cama y lo atrajo hacia su pecho – no haremos público lo nuestro aún, si eso es lo que temes, después de todo murmurarán mucho por el hecho de llevar tan poco tiempo siendo viudo, pero poco me importa porque estaréis conmigo para el resto de mis días ¿verdad?


- Como quieras – accedió finalmente, dejando su orgullo de lado, y lo beso en los labios.


 


Quince días más tarde estaban todos en el castillo de Deidara comiendo luego de la boda de este con Itachi, que andaba en una nube una vez más. En especial porque Deidara parecía estarse llevando muy bien con su otro hijo.


El problema había sido Obito, el volver a ver a Naruto había sido una gran alegría para el niño, pero a su niñera no le había caído muy en gracia la “señora”, en especial porque el niño la adoraba, pero había sido lo mismo con todos los hijos de Sasuke, Nidate y Fugaku se habian rendido a sus brazos con gran facilidad, lo mismo que Francine, la niña.  Nick había estado feliz de volver  a los brazos de su madre y Sasuke debió de admitir delante de sus hermanos, que estaba celoso de sus hijos ¡eran unos acaparadores!


- Y espera que lleguen los otros – se burló Deidara riendo.


- Me arrepiento de haberle prometido veinte hijos más – murmuró.


- Ah, pero un Uchiha es un hombre de palabra ¿no? – se rió Matsui.


- Vos también tendréis varias hijas que os darán dolores de cabeza – el dijo Yahiko que estaba de visita por lo de la boda – solo mujeres – repitió.


Matsui lo miró atacado ¡El quería varones!


- ¿Y cuántos hijos tendremos nosotros? – dijo Itachi abrazando a Deidara.


- Mm, vuestro futuro no es nada definitivo – sonrió Yahiko – ya lo habéis modificado al casaros, pero de algo estoy seguro, vosotros tendréis puros varones.


- Y yo voy a tener puras mujeres- se quejó Matsui y recibió un golpe por parte de Sasori que se reía de su falso dolor.


Y con solo verlo, Lady Ester supo que de nuevo estaba enamorada de un rubio, oró por no equivocarse esta vez y se lanzó a la cacería antes que alguien se le adelantara.


- Vos sois Ester – le sonrió Yahiko al sentarse ella a su lado – me acompañaréis a España siendo mi esposa – aseguró y ella creyó desmayarse de la felicidad, al fin tenía a su hombre.


 


EPILOGO


 


Deidara, para su desgracia, tuvo gemelos, ambos rubios y de ojos azules como él, aunque el hijo mayor de su esposo se parecía mucho a Itachi, pero este no contaba demasiado porque la primera esposa de este era su madre, pero ya no pudo volver a concebir, el médico le dijo que de por sí había sido un milagro que los tuviera a su edad, pero eso no significó que Itachi y él no lo siguieran intentando.


Sai y Gaara vivían en España y tenían seis hijos hermosos, el mayor de ellos había mostrado las dotes de su madre y era un gran pintor.


Sasori y Matsui habían tenido tres hermosas hijas, y cada una de ellas tenia una voz tan angelical como la de su madre, aunque ninguna heredara su “don”.


Shisiu y Bronwyn tuvieron seis hijos, todos grandes guerreros escoceses y uno de ellos llegó a ser general del rey.


En cuanto a Sasuke y Naruto, tuvieron los veinticinco hijos que Deidara y Yahiko les vaticinaron, pero no todos los tuvo Naruto, algunos los adoptaron por el camino y Obito fue un caballero de la corte del rey Enrique VIII.


Por cierto, nunca supieron quien asesino a Mary, solo que había sido contratado por Sakura Namikaze, pero la pobre infeliz ya estaba muerta, así que no podían hacer nada más que pedir que pagara sus culpas en el infierno.


Fin

 


Perdonen el final, no lo pude remediar ¡me gustan los finales felices!


Iba para más largo, pero no quiero extenderme más, ¡Un fic de mas de cien mil palabras!   Hasta yo me asombro a veces de las cosas que consigo estando frente al teclado.


Espero que les haya gustado y muchas gracias  por todos sus lindos comentarios, sin ellos no habría seguido (mentira, lo habría hecho igual pero no habría publicado tan rápido).


En fin, nuevamente gracias por leer a esta humilde seudoplagiadora, nos leeremos tan pronto como encuentre otra novela que plagiar, ejem, en la que basarme.


Shio Zhang.

Notas finales:

Gracias por sus comentarios, espero ahora terminar con mi otro fic


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