“Error Mortal”
La fiesta se estaba llevando a cabo y Teo estaba rodeado de chicas entre las edades de 17 y 20. Jade no se podía acercar mucho, la cantidad de chicas era de temer además de parecer feroces animales tras su presa. Varias llevaban platos con diferentes frutas, otras jarras de diferentes bebidas y unas cuantas danzando alrededor.
Jade se alejo un poco y tomó el medallón entre sus manos y lo aferro a su pecho cerrando fuertemente sus ojos. En cuestión de segundos el cristal rojo empezó a tintinar y a brillar, el brillo cubrió a Jade y fue desapareciendo poco a poco dejando un manto de fragancia y también dejando ver a Jade muy provocadora, claro que conservando su toque de inocencia.
Teo giró el rostro y dirigió su mirada al cielo. Sinceramente ya estaba cansado de tantas muchachas revoloteando a su alrededor y todas parecían unas pesadas que solo querían estar con el por qué sería el próximo en tomar las riendas de la tribu calé.
- ¡Atención! – grito una voz entre la multitud, el padre de Teo se encontraba montado en una caja para poder que la gente le prestara atención.- ahora comenzaran las danzas, les pido a las muchachas que se formen e irán de dos en dos – explico.
Las chicas se alejaron del de cabellos marrones y se dirigieron a un lado más apartado. El chico estaba sentado en una silla muy elegante y frente a él había ya un espacio considerable para ver a la que podría ser su futura esposa bailar y además de eso la gran fogata que se encontraba en el centro del lugar daba una fabulosa iluminación.
La luna desde lo alto veía todo lo que ocurría en la fiesta y presenciaba a la muchacha que le había conjurado, el deseo que le había pedido ya pronto se cumpliría, eso ya era cuestión de tiempo, muy poco tiempo.
Una pareja de muchachas empezó su danza tratando de verse lo más sugerente posible a la mirada del joven que ni se inmutaba en dirigir su mirada a ellas, si estaba viendo a la dirección de ellas pero su vista estaba perdida, sin mirar algo fijo.
Las danzas seguían una tras otra, el aburrimiento tomaba posesión de él. Por un momento su mirada presto atención hacia las dos jóvenes que en ese momento bailaban a la par y ahí fue cuando su mente despertó. No podía creerlo, nunca había visto a un ser tan bello como esa chica. Su mirada se poso en su figura, miraba detenidamente cada parte de ella, sus ojos parecían hechizados y su mente no razonaba. Le llamó mucho la atención esos ojos color jade, eran tan bellos según él.
Jade continuaba bailando a la par de la otra muchacha, la chica a su lado se dio cuenta de cómo el chico miraba a Jade y en un descuido de esta, empujo a Jade cerca de la fogata haciendo que una de sus manos llegara a tocar el flamante fuego, quemando un poco su mano dejándola muy rojiza. La chica pego un grito aterrador y los allí presentes vieron todo lo ocurrido, varios fueron a socorrerla y uno de los primeros fue Teo. Teo al ver las intenciones de la otra chica y al ver lo que esta hizo, corrió a toda prisa donde se encontraba Jade, tomando su mano y viendo lo lastimada que estaba la llevó cargando como si fuera una princesa donde la Gran Abuela.
Jade se encontraba acostada en una colcha con sabanas de diversos colores, estaba dormida por la medicina dada por la anciana. La Gran abuela, como todos la llamaban, era una anciana que cargaba con más de 90 años, pero no lo demostraba. Usaba las ropas de cualquier gitana, en los hombros llevaba un chal rojo, que hacia juego con su falda negra, su suéter blanco y su pañoleta roja la cual llevaba en la cabeza.
- ¿Cómo esta Jade anciana? – preguntó el muchacho.
- Anciana tu abuela mocoso – le regaño la anc…la señora jalándole fuertemente una oreja – ella se encuentra bien, la medicina que le di la adormeció, era para calmarla y le he puesto un ungüento para la mano, no dejara mancha ni nada –explicó.
- Gracias – dijo, claro que se notó que omitió lo de “anciana”, solo por la muchacha y para no quedarse sin oreja.
El festival continuaba y las muchachas esperaban ansiosas que el heredero del Calé llegara.
Teo salió con dirección al festival a anunciar que Jade seria su nueva esposa. Cuando la vio recostada en la colcha, vio a un ángel, la chica se veía hermosa, sus facciones relajadas y pudo ver más de cerca ese cuerpo que también le había cautivado. Salió de la carpa de la anciana no sin antes echarle otra miradita a la chica y decir un nuevamente – gracias – a la anciana.
Teo se paro en medio de la multitud y lo principal que dijo fue que la chica se encontraba bien. Las personas aliviadas dieron un suspiro y el padre de Jade se alegro ya que, pensar que a su pobre hija le hubiera ocurrido algo malo. El no había podido ir con ella ya que Teo le había dicho que pusiera orden y que no se preocupara.
- Lo otro que les quiero anunciar es que…ya he elegido a mi futura esposa – dijo. Las chicas quedaron impactadas, quien había sido la afortunada que había llamado la completa atención del muchacho.
- Hijo, pero no has visto a todas las chicas – decía el padre de Teo.
- ¡Ya he decidido!- alzo las voz – mi esposa será… ¡Jade! – reveló.
Todos miraban sorprendidos la decisión y el más sorprendido era el padre de Jade. Con la decisión tomada, los preparativos para la boda empezarían mañana, claro que después de limpiar los restos de la fiesta de la luna.
Teo se dirigió a la carpa donde Jade se encontraba y viendo que esta ya había despertado se le acercó. La chica lo miraba nerviosa ya que el muchacho se dirigía donde ella estaba con una mirada seria.
- Jade – llamo la atención de la chica que miraba a otra dirección muy nerviosa – lo que te diré es importante, a si que mírame a los ojos – dijo con un tono de orden.
La chica sin remedio ni escapatoria voltio la mirada, esta se conecto con la de Teo poniéndola aun más nerviosa. Las manos de Jade sudaban y hacia que la herida de la mano ardiera un poco.
- Jade…yo pues…- el chico de marrones cabellos no sabía cómo decirle, respiro profundo y dijo – te he elegido como mi esposa -.
- Yo…yo…- Jade no encontraba palabras que decir, estaba demás que decir que se encontraba en shock total. Y de repente una alegría la invadió por completo, le recorrió por todo el cuerpo, desde los dedos de los pies hasta la punta de cada hebra de cabello castaño.
La chica se le tiro en sima a Teo y llenándole la cara de besos le dijo que la había hecho la mujer más feliz de la tierra. Ya confirmado todo y aceptado el compromiso, los preparativos daban comienzo, en dos días los prometidos se casarían.
Desde lo alto del cielo, con todo su esplendor, la luna se encontraba viendo todo lo ocurrido en la fiesta en su honor. Ya había visto que sus planes habían funcionado y el deseo de la gitana se había realizado. Pero solo era cuestión de tiempo en que la gitana pagara el deseo, sabía que esto no terminaría bien, sabía que la gitana deseo algo que no está bien. Manipular a una persona para que esta se enamore de ella y solo por su alto cargo y su buen parecido. El deseo tenía sus consecuencias, aunque sabía que la gitana hacia esto inconscientemente y con inocencia, no dejaba de ser ante su pensar, una violación a las reglas de Afrodita. La regla consistía en que podías tener ayuda, pero si las dos personas realmente se atraían mutuamente, no se permitía intervenir si el amor era unilateral.
Habían pasado ya dos días y los preparativos estarían listos para el atardecer, a esa hora seria la boda.
Jade se encontraba buscando que ponerse, no sabía que ropas vestir. Hasta que encontró un conjunto de ropas gitanas blancas y al observar mejor también encontró joyas de oro. Impresionada al ver encontrado bellos ropajes en una caja que se encontraba en uno de los baúles de su padre. Sin darse cuenta su padre había entrado en la carpa y al ver lo que su hija tenía en las manos su rostro se lleno de melancolía.
- Jade – llamó el señor.
- Oh, padre, no me asustes así – dijo exaltada y con una mano en el pecho tratando de regular su respiración.
- Lo siento hija –rió burlonamente - he visto que encontraste las ropas que uso tu madre cuando nos casamos –dijo con una voz apagada.
- Esto…era… ¿de mi madre? – preguntó y obtuvo un asentimiento afirmativo departe de su padre – mamá – susurro – ¿puedo usarlas papá? – hizo una nueva pregunta.
- Sería un honor que las utilizaras y tu madre debe sentirse orgullosa desde el cielo – le dijo con alegría.
El padre de la chica salió de la carpa. Mientras tanto, dentro de la carpa, Jade se empezaba a probar las ropas y viendo que le quedaban a la medida su alegría aumento.
Ya en el atardecer se celebro la boda. Todos los gitanos bailaban y tocaban música para celebrar la unión, mientras algunas chicas enojadas solo se desahogaban bebiendo ron.
Cuando la luna estuvo en lo más alto, la unión de Jade y Teo se consumo en una ardiente noche de pasión. Todo esto era observado por la luna que esperaba ansiosa a su pronto hijo.
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Los meses pasaban y con hechos una gran noticia. Jade estaba esperando un hijo, un hijo de Teo…un hijo de la Luna. Las gitanas de más edad cuidaban de la salud y bienestar tanto de la madre como de la criatura. Jade no se encontraba muy contenta que digamos, la chica no quería quedar embarazada a tan temprana edad y en tan poco tiempo de casada. Solo aguantaba esto por Teo y rezaba a Dios para que esta agonía acabara.
Pasaron ocho meses y medio según Jade de agonía, pero le sacaba provecho a la situación. La chica era cuidada y complacida en todo lo que ella quería, tanto de comida como de vestimenta y demás. Teo estaba que saltaba en un pie por la alegría de ser padre.
Ya en la noche se empezaron a oír gritos estruendosos de dolor. Jade había empezado la labor de parto.
- Vamos chica, aguanta un poco, ya veo salir su cabeza – le decía la Gran Abuela que era la que atendía la mayoría de los partos.
La chica estaba que desfallecía del cansancio, el bebé ya pronto saldría y por fin terminaría su agonía.
- Buaaaa!!! Buaaaa!!! – se oían los llantos de un bebé.
Las gitanas quedaron asombradas al ver al bebe recién nacido. Su color no era el de un gitano, era, era el color de un payo. Todas miraban a la inconsciente muchacha, todas pensando que la gitana había traicionado al líder del Calé, pensaban que le había sido infiel con algún payo del pueblo cercano.
La chica ya despierta se encontraba sentada en una silla mirando el medallón dado por la luna sin percatarse de lo que pronto le pasaría.
En la otra carpa se encontraban las mujeres que ayudaron en el parto y también la Gran Abuela que llevaba en sus brazos al niño que hace ya unas cuantas horas había nacido. Entregándole el bebé a su padre se fueron.
El gitano miro horrorizado a la criatura. Ya que de padre canela nació un niño blanco como el lomo de un armiño. El bebé abrió un poco sus ojos sorprendiendo aun más al gitano. Ya que el bebé tenía los ojos grises en vez de aceituna…hijo alvino de luna.
- Maldita tú estampa, eres hijo de un payo…. ¡y yo no me lo callo! – dijo.
Gitano al creerse deshonrado, se fue a su mujer con cuchillo en mano. Entro de improviso donde su mujer se hallaba, asustándola en el proceso, dejando caer el medallón.
- ¿De quién es el hijo?, me has engañado fijo – gritó. Y de muerte la hirió.
Luego de a ver aplacado su ira, miro el medallón en el suelo, lo agarró y lo envolvió con el bebé en un manto blanco.
Luego de eso se hizo al monte, con el niño en brazos, muy alejado de los demás gitanos y ahí lo abandono.
Ya llegando a las carpas se echó a llorar con amargura, dejando libre todo su sufrimiento.
De todo esto fue testigo la luna y mirando donde se encontraba el niño dirigió un cálido rallo que pego directo en el medallón. El medallón comenzó a tintinar y una capa de brillantes empezó a rodear al bebé que plácidamente dormía, llevándolo cada vez mas lejos de la tierra, traspasando las nubes, hasta llegar al lado de su madre, de su madre la luna. La luna arrullo al niño muy cerca de ella, convirtiéndolo en estrella. Desde ese día nació una nueva estrella.
- Mi pequeño hijo – habló la luna que contenta se encontraba, por fin su primer hijo varón.
Tenía un montón de hijas que ya grandes estaban y que muy poco le hablaban y como sola se sentía ella quería un hijo. Ahora con su sueño realizado se fundía con la noche. Las demás estrellas al igual que la luna feliz estaban, que alegría sentía por tener un hermanito. La luna recordó que un nombre le faltaba a la nueva estrella nacida.
- Te llamare Sirio – dijo – la estrella más brillante del mundo y del universo – dijo con orgullo a los demás astros y estrellas que habían presenciado el nacimiento y la trasformación del bebé en estrella.
Continuara…