Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AI por Aphrodita

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Advertencia: Lemon.

(…)

 

Todo estaba perdido. Mayuri y su equipo entendieron enseguida el fin de Nemu.

La destrucción primero comenzó con un cese absoluto de todo el sistema de seguridad, el caos se inició en el laboratorio. Choujirou, al comprender la situación, quiso detenerla por su cuenta, pero ni su bankai sirvió para salvarse la vida a sí mismo o siquiera detener a la despiadada teniente del doceavo escuadrón.

Nadie la pudo contener, no había Capitán sobre el cual “Lo” no tuviese con precisión sus datos. Salvo por uno…

Nemu no pudo hacer contra el ex capitán del doceavo escuadrón, lo último que escuchó fue la palabra bankai y lo último que vio fue una hermosa princesa carmesí.

De haber sido otra la situación Mayuri hubiese masacrado a Hiyosu por precisarle la fecha de la primera prueba; Urahara intuyó que las cosas podían salir mal, el Hougyoku le había enseñado tiempo atrás las consecuencias de forzar la entropía.

El bankai de Kisuke no sólo destruyó a Lo, sino a todo lo que la rodeaba; medio escuadrón fue diezmado y las perdidas, tanto materiales como humanas, fueron incalculables. Fue arriesgado, fue estúpido, fue atinado a los ojos de Kurotsuchi entrar en la zona de Nemu para detenerla, pero así era su colega.

¿Debía darle las gracias? ¿Otra vez? No, era su culpa, su completa culpa. Al menos de esa forma se consolaba Mayuri, pues de no haberlo presionado tanto, no hubiese llegado al punto actual, ni tampoco tener que cargar con la posible muerte de quien admiraba y detestaba por partes iguales.

 

 

Despertó deseando no haberlo hecho, a decir verdad creyó —en el último segundo— que no viviría para contarlo. Abrió los ojos enfocando poco a poco —tanto como el dolor se lo permitió— en una figura que le traía demasiados recuerdos. La penumbra del lugar era parcial, apenas iluminada por algunas velas puestas al azar.

 

—Maldito bastardo —musitó el sujeto sentado a un costado de él—, ni a punto de morir dejas de sonreír.

—Que agradable despertar así —dijo como pudo, tratando de incorporarse.

—No te muevas —censuró con voz parca—, abrirás las heridas.

—¿Dónde estoy? —supuso que en el cuarto escuadrón.

—En el país de Alicia —ironizó muy gestual con la mano.

—Yo quería ir al de Peter.

 

Kurotsuchi chistó, ni siquiera al borde de la muerte dejaba de ser el mismo idiota de siempre.

 

—Los del cuarto escuadrón son una manga de ineptos —comentó el actual capitán mirándose las uñas.

 

Urahara pudo verlo mejor, no llevaba el traje, apenas un shirogi o kimono blanco, ni siquiera su maquillaje, y por eso supuso que debía ser muy tarde. En antaño Kurotsuchi se paseaba sin sus ornamentas cuando ya no había trabajo por hacer y restaba descansar.

Pocas personas lo habían visto sin maquillaje y él había sido una de esas, por lo tanto no se asombró más de la cuenta, sí le resultó curioso ver como sus facciones habían cambiado con el paso del tiempo; ya no era un muchacho joven, ahora era un hombre.

 

—¿Y por eso… —musitó el rubio—tú serás mi enfermero? Que desgracia.

—Tsk, como si tuviese salida.

 

Los papeles invertidos: en su tiempo Kisuke cuidó de Mayuri, no había nada malo en hacerlo él. No, no lo hacía por sentirse en deuda ni en agradecimiento por haber intervenido a tiempo; al fin de cuentas era un entrometido.

 

—Dime ¿qué pasó?

—El sou-taichou me quiere colgar de las bolas —comenzó a enumerar—, media Sociedad de Alma no existe, hay más bajas que cualquiera que hubiese habido en las guerras y… —completó—: me quedé sin teniente —luego ironizó—pero no debería importarme el detalle, porque si después de lo ocurrido conservo mi puesto será un milagro.

 

Urahara empezó a carcajear odiando de inmediato a Mayuri por eso, se llevó una mano a la herida principal del pecho con un rictus de dolor agudo en el rostro. Su colega se puso de pie y se acercó a una camilla, preparó lo que enseguida entendió era una jeringa.

 

—No me hagas reír —rogó, sintiendo el pinchazo en el brazo.

—Te lo mereces, idiota —dijo refiriéndose al dolor—, pudiste haber muerto ¿eres consciente de eso, estúpido?

—¿Qué, te preocupaba? —se burló, regalándole una mirada desafiante.

 

Creyó que, como siempre, Mayuri le diría algo para retrucarle, sin embargo el científico en cuestión guardó silencio, como si la respuesta fuese evidente.

No preguntó por el daño físico, era consciente de que tenía todas sus extremidades y que las heridas eran considerables, el dolor era buen referente.

 

—Lo que hiciste… —murmuró el rubio.

—Ya Kisuke, si vas a retarme cual padre al hijo métete el reproche en el…

—No —lo cortó tajante—; quería decirte que lo que hiciste, además de estúpido —no pudo evitar recriminarlo—, fue brillante.

—Mhbm.

—¿Qué? —volvió reír pero con mesura, apenas una risita ladina.

 

Kurotsuchi negó alejándose un poco de él, Urahara entonces vio en los ojos de su colega todos sus reproches y recelos, lo más triste era saber que tenía razón; aunque lo peor era darse cuenta de que Mayuri parecía no enterarse, por lo tanto mucho menos lo admitiría.

 

—Ven —invitó, motivado por los recuerdos del pasado, añorando un poco de confort, queriendo darlo, al menos como manera para pedir perdón.

—¿Qué? —Mayuri lo contempló entre asqueado y sorprendido.

—Ven —volvió a decir con más énfasis palmeando a un costado de la camilla—, hay suficiente espacio para los dos. Si vas a quedar toda la noche cuidándome —como en el pasado él lo había hecho—, no dormirás en una silla.

—¿Estás loco? Antes muerto que… —pero no pudo evitar que su amigo lo jalase de un brazo con las pocas fuerzas que le quedaban.

—Vas a decirme que ahora te da pudor.

—No es el punto Kisuke —se quejó, ocupando un sitio al lado, acomodándose boca arriba y llevando los brazos detrás de la nuca.

—No nos ve nadie —consoló con tono de obviedad, para después concluir con humor negro—, porque no hay nadie.

—Están todos muertos —no era momento para reír, no era un tema sobre el cual reír, pero después de tanta presión, después del inminente terror vivido, era lo que necesitaban para distenderse.

 

Empezaron a carcajear, primero con mesura, para acabar con ganas, salvo por Kisuke quien enseguida, sin poder contenerse, volvió a llevar la mano sobre la herida como si eso aliviase el dolor.

 

—¿Akon?

—Con heridas leves —respondió Kurotsuchi—, Hiyosu y Rin están graves, todos en el escuadrón cuatro —en verdad el laboratorio había quedado desierto.

—¿Y tú?

 

En respuesta Mayuri abrió el shirogi mostrándole las vendas del pecho, luego aclaró:

 

—Un poco la cara y la espalda, pero pude arreglármelas solo.

—¿Y conmigo? ¿Qué hiciste conmigo? —preguntó con curiosidad.

—A ti te cambié el sexo —dijo con dureza, reprimiendo una sonrisa.

—Oh, qué pena —quiso devolvérsela—, ahora dejarás de quererme tanto.

 

Se ganó en buena ley una mirada llena de desprecio, Mayuri perfiló la cabeza para observarlo y asesinarlo metafóricamente con la mirada; pero Urahara estaba entretenido en otra cosa llevándose una mano a la entrepierna, lo más triste es que lo creía capaz a Kurotsuchi de hacer algo así, pero no, todo estaba como debía estar y en su debido lugar. Suspiró aliviado; sólo era una broma.

Se produjo un pesado silencio, sólo se percibían, lejanos, los ruidos nocturnos, ni siquiera las maquinas ofrecían su repertorio, al fin de cuentas todo el sistema había sido destruido por Nemu. Kisuke se entretuvo calculando el tiempo que le llevaría a Mayuri reparar todo el daño mientras que éste murmuró, con la mirada perdida, serio, no con un semblante duro pero sí inconmovible.

 

—¿Por qué te fuiste?

—¿Eh?

 

Dio la vuelta, dándole la espalda a su colega, sintió como el otro se quejaba del dolor por querer intentar girar en la camilla, quizás para alcanzarlo o tal vez para darle al mismo tiempo la espalda, sin embargo no, sintió la mano de Urahara sobre su brazo.

 

—Duérmete Kisuke si no quieres que te duerma de una trompada.

—Da la vuelta, no me gusta hablar con la gente y no verla a la cara —exigió sin su habitual amabilidad para hablar.

 

Mayuri obedeció, cual chiquillo, pero enseguida reveló su postura, estampó un puño en el brazo izquierdo de Urahara al grito de “Duerme o muere”; Kisuke se retorció del dolor, gritando de manera desgarradora, Kurotsuchi manifestó algo similar a la culpa pero no lo exteriorizó, al contrario, le regaló una sonrisa de satisfacción.

Cerró los ojos para evitar tener que ver a ese malnacido que parecía existir para complicarle la vida, Urahara en cambio permaneció con la vista fija en el rostro de su amigo, meditando al respecto. Claro que lo había oído:

 

—¿Es por eso?

—¿Eh? —Mayuri abrió un ojo.

—Siempre me pregunté porqué estabas tan enojado conmigo, ¿era por eso? —volvió a preguntar—¿porque me fui?

 

Kurotsuchi no respondió, sintió la aceleración del pulso, más de lo que comúnmente estaba. Mantuvo los parpados cerrados como si así evitarse la forzosa charla en camino; él había abierto la caja de Pandora.

 

—Me fui por razones evidente… —continuó hablando pero fue inmediatamente censurado.

—No me interesa Kisuke, me da igual, duérmete carajo y déjame en paz.

 

Urahara ahogó una risa, a veces Mayuri se comportaba como un adolescente, lo siguió mirando, acercándose un poco más a él pero antes de poder hace acotación alguna fue Kurotsuchi quien habló, aún con los ojos cerrados:

 

—Pudiste haberme llevado.

—No podía, no quería…

—Eso es: no querías, porque de poder —elevó al fin los parpados para mirarlo con profundo desprecio y enojo ¿Cuánto tiempo más seguiría sintiéndose así?

—No quería involucrarte —se excusó con calma. Le regaló una sonrisa para acotar—: tú siempre fuiste un científico brillante, mucho mejor que yo incluso, tenías un gran futuro por delante, haberte arrastrado conmigo… Bastante con involucrar a Yoruichi y a Tessai como…

—A esa puta sí ¿no?

—No le digas así.

Ñiñi no le digas así.

 

Urahara volvió a estallar en carcajadas, en verdad era un crío de cinco años mentales.

 

—Además —continuó Mayuri, tragando saliva antes de decir lo que pensaba—, en ese entonces no era mejor que tú, no mientas —volvió a cerrar los ojos, reconocerlo fue un golpe bajo.

—Oh, sí, lo eras… siempre lo fuiste.

—No me consueles Kisuke, no necesito tus migajas —se puso boca arriba, llevando un brazo al rostro para taparse.

—Nunca lo entenderás ¿cierto? —desde su perspectiva Mayuri siempre fue un mejor científico pues él no conocía límites ni el miedo, ese que siempre dominaba a Urahara.

 

Miedo a hacer las cosas mal, a lastimar a la gente, a involucrar a inocentes. Eso lo obstaculizaba, no le permitía profundizar en los experimentos, en cambio Kurotsuchi no, él arriesgaba todo logrando siempre resultados.

 

—¿Qué tengo que entender? —reprochó furioso.

 

No quiso explicarse más de lo necesario, sin embargo Urahara era lo suficiente listo para deducir todo el meollo, para comprender los sentimientos de su colega y le resultó… tierno; es decir viniendo de Kurotsuchi cualquier gesto humano resultaba ser tierno.

 

—Mírame —exigió el rubio.

 

¿Qué puta fijación tenía con eso? Mayuri se ahorró el insulto para ceder y mirarlo.

 

—No me miras cuando te hablo ¿por qué?

—Porque te aborrezco —explicó elevando apenas las cejas, en un gesto de obviedad. —Me repugna verte —continuó explicándose con energía—, me revuelve el estomago ver tu sonrisita estúpida y…

 

Fue callado, por un fortuito beso, al principio intentó rechazarlo, teniendo en cuenta las heridas de Kisuke no sería difícil, pero algo en él no quería evitar eso. Por un lado, tampoco pretendía volver el tiempo atrás, al pasado, le dolía recordar esa época.

¿Había sido feliz? Tal vez.

Se aferró al cuello de Urahara abriendo poco a poco la boca y cediendo al beso, la lengua irrumpió y un gemido escapó de sus labios. Sí, lo había extrañado, su cuerpo se lo decía, no podía mentirse, ya no más.

El rubio se las ingenió para colar una mano dentro del kimono de su colega y alcanzar el pecho, pero al estar cubierto por los vendajes acabó por seguir con la caricia rumbo al sur. Las cosas se estaban yendo de tema, todo estaba pasando muy rápido y no les importaba, al menos a Mayuri, ya nada le importaba, podía volver Lo, acabarse el mundo, no le importaba, estaba alcanzando el Nirvana. Sin embargo un quejido por parte de Urahara, no de placer sino de dolor, le hizo caer en la cuenta.

 

—No se te parará.

—Sí —contradijo Kisuke. —Mira —tomó la mano del científico—, toca—y le obligó a aferrar la hombría por encima de la manta que lo cubría.

—Se te va a bajar —no por pesimista, él era realista.

—Que no —se quejó mordiéndole los labios y luego el cuello, tratando de estrechar su cuerpo al de él para sentir su calor. —Si vienes arriba podremos —propuso.

 

Mayuri desató el lazo del obi y dejó al descubierto su anatomía, en perfecta desnudez, las vendas cubrían el pecho ocultando las cicatrices, pero las otras zonas estaban al descubierto. Por reflejo suspiró mostrando una expresión de incomodidad en el rostro. Urahara en cambió le sonrió recordándole con ese rictus que poco le importó las cicatrices cuantiosas de su piel en el pasado, menos que menos en el presente.

Kurotsuchi no era pudoroso ni tampoco se cohibía pero era plenamente consciente de que las suturas existían, estaban y se veían. Intentó dejar de lado tan tonto pormenor para intentar sentarse sobre su amigo, corriendo las sabanas con premura y viendo de inmediato la hombría despierta, quiso acomodarse, pasar las piernas a cada lado, rodeando la cintura del rubio, pero éste reveló una expresión de dolor.

 

—¿Ves? Se te bajará.

—¿No tienes algo para que no se baje?

—Pervertido —musitó en su rostro con una seriedad que le arrancó una nueva carcajada.

 

Se puso de pie para salir del sitio y buscó entre las cosas que habían sobrevivido al impacto del bankai, se tomó su tiempo hallar el frasco en el desorden, tanto que Urahara terminó por enfriarse pero igualmente divertido de ver a su colega yendo de un lado al otro con el kimono abierto.

 

—El brazo —solicitó con una jeringa en la mano; le administro la droga por intravenosa, arrojó el material descartable y volvió a subirse a la camilla sobre el cuerpo del científico.

 

—¿No se me va a bajar con esto?

—Ni en cinco días —comentó con alegría.

—Nos vamos a divertir mucho entonces —dijo lejos de espantarse. —Ven aquí —acotó con algo de cariño en el tono, lo tomó de los brazos y lo acercó al pecho.

 

Lo acarició por la espalda, mordiéndole despacio el cuello; Mayuri cerró los ojos dejándose llevar por la agradable sensación de sentir las manos del rubio sobre su anatomía y la boca de éste recorriendo su rostro.

La sensación era indescriptible, más que placentera era lo que por tantos años había querido y lo más nefasto es que recién en ese instante se daba cuenta. Las manos de Urahara bajaron por la espalda hasta situarse en la cintura, ejerciendo una leve presión le instó a tomar posición. Ahora uno de los corazones de Kurotsuchi latía con más fuerza, ansioso y asustado por lo inminente. Asustado por la incertidumbre que le daba suponer lo que sentiría en su cuerpo si ya estaba así sin siquiera experimentar la penetración.

Al acoplarse a Kisuke percibió de inmediato la piel rozando la suya, sus miembros se refregaron, palpitando, pidiendo por más. Urahara mucho no podía hacer en su posición, así que fue Mayuri el que hizo, bajando regocijado, relamiéndose de deseo, hasta llegar con su boca al pene del rubio y apresar el glande, escuchó los primeros gemidos profundos, creyendo que eso era todo lo que necesitaba en esa noche: oírlo pronunciar su nombre, necesitando de él, dependiente de su persona y atento a todo sus movimientos.

Engulló todo el falo succionando con fuerza y aumentando la cadencia, quería sentirlo, quería saborear el semen de Kisuke, y sus deseos fueron órdenes, órdenes cumplidas; en sonoros quejidos masculinos Urahara se descargó, abundante, aferrando la azulada cabellera que se entremezclaba entre sus dedos.

Mayuri volvió a ocupar su sitio portando una lujuriosa sonrisa, buscando la boca del rubio para robarle un beso, hundiendo la lengua en aquella entreabierta cavidad que buscaba con ahínco el oxígeno perdido, le dio a probar su propia esencia, encendiéndose más; llevó una mano a la hombría para masturbarla comprobando no hacía falta ponerla a tono, no se había bajado pese a tan poderoso orgasmo.

 

—Dame unos minutos —pidió Kisuke, pero Kurotsuchi lo ignoró.

 

Divertido y macabro; si estaba cansado no era problema suyo, río ante ese pensamiento, y guió el endurecido miembro hasta la unión de los glúteos, estremeciéndose con ese particular roce. Se sentó, poco a poco… Urahara no dijo nada del lubricante, sabía lo mucho a Mayuri le gustaba sentir el dolor de la irrupción en seco, en cambio tomó entre sus dedos el pene del científico para motivarlo más de lo que ya estaba.

Kurotsuchi creyó que se correría, a medida que el pene de Urahara se introducía más y más los espasmos de su pene advertían del inminente orgasmo, pero no, todavía era muy temprano para finalizar con el encuentro. Cuando tocó fondo, descansó. Recargó la frente sobre la de Kisuke quien le arrebató un beso, apenas superficial.

Era extremadamente cariñoso, demasiado, en un pasado Mayuri se hubiese quejado de eso, pero en el presente el detalle le encantaba, sentir sobre la epidermis las yemas de los dedos recorriéndolo en una sutil caricia, como si Urahara lo quisiese en verdad.

¿Lo quería? Era idiota preguntárselo a sí mismo y en voz alta, además los ojos sinceros del rubio más esa estúpida mueca en los labios hablaban por sí solos.

Empezó a moverse, ansioso por sentir la deliciosa invasión, el pene del científico rubio poco a poco comenzó a ocupar espacio, moviéndose con más libertad. El que hacía todo el trabajo, de igual modo, era Kurotsuchi; sus caderas realizaban un rítmico vaivén, a veces hacia adelante y hacia atrás, a veces hacia arriba y hacia abajo y a veces ambas a la vez, eso enloquecía a Kisuke, lo sabía, y anhelaba arrancarle otro orgasmo, así que se movió sin piedad sobre él.

¿Cuándo acabó? No lo supo, experimentó el calor envolver su cuerpo, la explosión interna, el pequeño Big Bang, su pene se descargó ayudado por la hábil mano de Kisuke, ensuciando los vendajes del mismo. Como pudo, pese al dolor, se las ingenió para tomarlo de la cintura y guiar los movimientos, fue su turno de eyacular otra vez, entre nuevos gemidos de gratitud y gozo. Echó la cabeza hacia atrás, exhalando todo el aire atorado en los pulmones, Mayuri lo contempló con curiosidad, calmo y complacido por el reciente orgasmo; le encantaba ver el rostro del rubio preso del placer.

El pene de Urahara seguía igualmente duro en su interior pero un poco más blando que al inicio. Cuando todo terminó intentó salir del lugar, sin embargo el rubio no se lo permitió, lo tomó entre sus brazos estrechándolo. Mayuri cerró los ojos y le permitió por unos segundos tomarse la libertad de hacer con él lo que se le antojase, pero tenía una reputación que defender:

 

—Ya Kisuke, ¿me tendrás toda la puta noche así?

 

El mentado lo soltó poco a poco, permitiéndole salir del todo y acostarse semi desnudo a su lado, no obstante se incorporó para tomar la manta y acomodarla. El silencio en esa ocasión fue necesario para reflexionar, no por mucho tiempo, las heridas dolían pero el sueño era intolerable, demasiadas emociones. Ambos se encontraban cansados, había sido un día muy largo.

 

 

Urahara despertó viendo la sonrisa reprimida de su colega y sintiendo la mano de éste masturbándolo con frenesí. Quiso reír pero el dolor en las heridas era algo tangible, Mayuri lo dejó en paz para ponerse de pie y buscar el analgésico que enseguida le administró.

 

—No se baja.

—Y no se va a bajar —aclaró el hombre de cabellera azul.

 

Como si el detalle le alegrase, entonces era verdad que iban a pasarla bien durante el tiempo que Urahara estuviese allí.

 

—Ven y ayúdame a calmarme.

—No puedo —se negó luego de haberlo masturbado ¿para qué, entonces, lo hizo? Eso era cruel.

—Que malo eres Mayuri-san.

—Tengo que reunirme con el Sou-taichou. Quizás pueda convencerlo de que el cargo libre de capitán te lo den a ti otra vez.

 

Urahara recordó y comprendió: la situación era delicada, de todos modos sabía que no perdería el puesto, lo ocurrido había sido un accidente pero no por un mal proceder de Kurotsuchi, aunque visto desde otra perspectiva podría decirse que sí ya que Nemu actuó en consecuencia “de”.

 

—Cuando vengas —comentó Urahara—quiero que conversemos, se me ha ocurrido una idea.

—Ay, no, Kisuke —se quejó buscando vendas nuevas para cambiar las sucias, o le causarían una infección—; ya bastante tuvimos con la orbe y la cápsula, esperemos un tiempo, no más experimentos por las próximas semanas.

—Qué raro tú, negándote a la posibilidad de…

—Tan sólo… —interrumpió—quiero concentrarme en el ahora —negó con un gesto extraño en el rostro, muy humano—; demasiado tiempo viví en el pasado, ahora quiero concentrarme en el presente.

 

Lo miró, su presente ahora era él. Sí, seguiría adelante con nuevos experimentos, perfeccionándose —aunque la perfección fuese una quimera absurda e inalcanzable— y aprendiendo de los errores.

Ante sus ojos quizás nunca superaría a Urahara, pero eso ya no le importaba. Se daba cuenta de que eso, en verdad, nunca le había interesado. No tanto como poder permanecer a su lado, compartiendo conocimientos, superándose mutuamente.

Un logro personal que iba mucho más allá de la ciencia, tenerlo a Urahara de vuelta consigo, en el doceavo escuadrón. Aunque fuese algo pasajero ya lo había dicho: quería vivir el presente, no más el pasado.

 

 

Fin

 

Notas finales:

Gracias por leer =). ¡Fiu! Lo que me costó hacerlo lemoniar a Mayuri, con lo particular que es, espero que no haya quedado muy ooc. ¡Sí! Me quité las ganas de hacerlo uke xD

Me pregunto cómo será el bankai de Kisuke.

 

 

24 de mayo de 2010

Merlo Sur, Buenos Aires, Argentina

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).