Capítulo 9 Contratiempos
Sus finos labios se convirtieron en una mueca. Sus ojos negros, brillaban de un intenso rojo. Apenas un silencio y el corte seco. La sangre embriagaba su garganta, seduciendo cada uno de sus sentidos.
-Que comience el baile- anunciaba el Director Cross, haciendo una leve reverencia.
Los vampiros estaban a un lado, alzando sus copas con esas pastillas que se transformaban en un líquido carmesí.
Unas horas antes, la nueva estudiante organizó un baile de máscaras.
Misao, era un joven de bajo perfil, pero letal.
Cualquier movimiento extraño que notara, podría significar el fin de esa persona.
Zero estaba convencido de que eso era una trampa.
Podía oler en ella, la venganza, la traición.
Misao sabía que estaba en la mira. Era una vampiresa con un oscuro secreto.
-Debes vigilarla- dice Zero, quien mantenía su mano sobre el torso desnudo de su amante- ¿qué ha pasado con esos dos?- pregunta refiriéndose a Draco y Harry.
-Siguen igual- responde el castaño, rozando sus labios con los del cazador.
-¿Por qué lo convertiste?- la mirada del peliplateado era clara- responde.
-Porque él no puede morir… todavía.
-No te involucres, ellos son forasteros.
-Son magos, y muy poderosos.
-Has lo que quieras- dice Zero, quien se levanta y se aleja rápidamente de Kaname- recuerda que estás sentenciado, así que no te me acerques más.
En la habitación de huéspedes, Harry no se había podido controlar y nuevamente bebía de la sangre de Draco. Le sostenía delicadamente del cuello.
Era tan frío. Su sangre era un frenesí, que no podía parar de beber. Excitante, seductor, erótico.
-Te espero afuera- dijo el moreno dejando sentado en la cama al rubio.
Draco no respondió nada. Mantuvo la cabeza gacha en ese breve intervalo, mientras una mano se posaba en su cuello.
Su palidez era más notable, al igual que sus ojeras.
Desde que se convirtió en presa del niño-que-vivió, supo que su vida dependía de un hilo.
Sólo tenía dos opciones: mataban a ese grupo de chupasangres locos o él terminaría sin una gota de sangre en su cuerpo.
A su lado, tenía su túnica de mago, al igual que su gorro. No había día en que no se arrepintiera de sus acciones pasadas. Sobretodo la razón principal por la que ambos están en ese lugar tan peligroso.
“Si no detengo esto, voy a morir”- pensaba, mientras se arreglaba para la dichosa fiesta de máscaras.
Harry sólo aguardaba en el pasillo. Se relamió los labios saboreando hasta la última gota de su nueva pasión.
-Deberías tener cuidado- dice Yuki sacando de sus pensamientos al ojiverde.
-¿Por qué debería?- responde con otra pregunta.
-Tarde o temprano, lo lamentarás- la expresión de la guardiana cambió. Sus ojos se entristecieron.
-Jamás podré tener mi vida otra vez…- responde el pelinegro- él debió dejar que yo muriera.
-Para él eres muy importante- responde la castaña esbozando una sonrisa- para ti también lo es, por eso no has podido matarle aún.
-No podría hacerlo- responde con pesar.
-Me tengo que ir, nos vemos en el baile- se disculpa Yuki, al notar que Draco estaba saliendo del cuarto de huéspedes.
Yuki pasó por el lado de Draco, a quien sólo le dedicó una fugaz mirada. Se perdió por un pasillo.
Draco ni siquiera le dedica una mirada a Harry. Sólo sigue su camino hacia la sala donde se realizaría el baile de máscaras.
Dentro de su bolsillo, Draco llevaba su máscara que era plateada. La cual sólo le cubriría los ojos.
Harry por su parte, no sabía que hacer. Cualquier palabra, creía que estaba de más.
-Lo siento- fue lo único que pudo pronunciar.
Draco se detuvo en seco… se quedó pensando en aquellas palabras… “lo siento”… como si todo eso se acabara sólo al pronunciarlas…
Pedir perdón no arreglaría las cosas.
-No volveré a lastimarte- dice Harry y roza los cabellos del rubio- desde esta noche, no volveré a beber tu sangre.
-Si haces eso, ellos te matarán- dice el sly, con voz queda.
-Ya lo he decidido- dice con firmeza el ojiverde.
Harry se adelanta para ingresar al salón. Draco se quedó allí de pie, sin importarle absolutamente nada.
El salón estaba lleno de damas con vestidos ajustados, como en la época del renacimiento. Sosteniendo en sus manos, abanicos.
Ichiru, ataviado con un elegante traje azul marino, se quedó de pie en una esquina, contemplando a Yuki.
La guardiana estaba ataviada con un elegante vestido burdeo, bordado con un hilo dorado. Tenía el cabello tomado. Sólo unos pequeños mechones a los lados, caían con delicadeza.
Bailaba en el centro de la pista con su padre, a quien nadie le podía quitar la sonrisa de la cara.
Unas horas antes…
Despacho del Directos Cross…
-Adelante- unos golpes en la puerta.
-Buenas tardes, Director- dice Misao al ingresar a la oficina.
-Buenas tardes, ¿qué se te ofrece?- pregunta el Director, mirando a la nueva alumna.
-Estaba pensando, debido a los tiempos tan difíciles, para devolver la alegría a esta academia, ¿por qué no se organiza un baile?
-¿Un baile?
-Un baile de máscaras- responde Misao esperando una respuesta.
-No es una mala idea, pero quién lo va a organizar.
-Yo me puedo encargar de eso.
-Entonces hazlo- dice el mayor, esbozando una sonrisa.
-Ya tengo hechas las invitaciones, sólo necesitaba su autorización.
-Que bien, hoy mismo en la noche se realizará la fiesta de máscaras.
-Muchas gracias, Director Cross.
Misao sale de la oficina, esbozando una sonrisa.
La música estaba a cargo de una orquesta, compuesta por algunos violinistas.
Era la oportunidad perfecta para observar el comportamiento del enemigo.
Kaname y Zero se mantenían alertas, fingiendo que disfrutaban del baile de máscaras.
-Esta tipa es extraña- dice el cazador, desviando la mirada hacia los magos.
Kaname asiente y vigila cada movimiento de Misao, quien se percata del seguimiento.
Harry sale a balcón. Contempla aquel frondoso bosque.
Una especie de presentimiento se apodera del, cayendo la copa de sus manos.
La cicatriz volvía a arderle con intensidad. Debía volver a Hogwarts.
Escucha, escucha mi corazón,
Todavía late dentro de mí,
Una luz se ha apagado,
No podemos cegarnos a la verdad.
Fingir, fingir que nada pasó,
Eso no nos liberará de nuestras culpas.
Así como la rosa marchita,
Cayendo sus pétalos en tu cuerpo,
Eres tan adictivo amor,
Que no podré olvidarte jamás,
Aún si la luna se fuera,
Se derretiría entre mis manos,
Mis ojos sólo pueden ver el pasado.
Aquí, frente a ti,
No puedo evitar acariciarte,
La soledad no la puedo soportar,
Vuelve a mis brazos.
Mentir es un arma que nos acerca.
Si al amanecer no quieres verme,
Mis labios no abriré,
Otra promesa rota que mas da,
Si sólo a ti quiero tener.
Así que cierra tus ojos,
Y diré aquellas palabras que olvidé.
Nuestro destino no está escrito,
No es una elección,
Adorarte de esta forma,
Así que extiendo mis manos,
Alcánzame en el vuelo,
No te marchitarás,
No todo lo que sientes se va.
Espera en las sombras,
Tu respiración se ha agitado.
Aférrate con fuerza,
Que no te soltaré,
Eres lo más importante,
Lo único que tengo…
Lo único que amaré…
-Llegó el momento…
El eco de un disparo proveniente del balcón…
Harry cayó al suelo, sintiendo un dolor que jamás había experimentado.
-Si te mueves, te mueres- la voz fría y aterciopelada de un vampiro, resonó en sus oídos.
Sostenía un arma que apuntaba directamente a su corazón.
-¿Qué quieres de mí?- pregunta el moreno, sin poder moverse de allí.
-Te lo dije, morirán todos los que amas- una sonrisa curvada y los ojos, aquel brillo de venganza.
El eco de un disparo, que la música no pudo ocultar.
Continuará…
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