Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ciudad de pobres corazones por Aphrodita

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPITULO 5: “Buena estrella”...

 
 
  En el auto, Saga se abstuvo de hacer preguntas, el rostro de aquel chiquillo reflejo claramente que no tenía ganas de dialogar, Hyoga siempre fue de muy pocas palabras y el griego pudo suponer la razón de su estado: Algún tipo de disputa familiar. Respetando su silencio, el peliazul manejó hasta su impresionante mansión.
Comenzaba a ser de noche y aunque no quiso reconocerlo, el rubio tenia hambre, al llegar a destino se sorprendió al no encontrar nunca algún ama de llave o empleado domestico, según Saga prefería hacer las cosas él solo, aunque cuando de la limpieza se trataba solía ir de vez en cuando una mujer a limpiar, pero con la comida era distinto, el sabor se apreciaba mas si cocinaba él, eso argumento el griego en su momento y esa cena no fue la excepción ya que la mansión parecía estar desolada. Hyoga se preguntó como hacia ese hombre para vivir en ese silencio, en ese espacioso lugar sin compañía. A pesar de ser también un chico solitario, el ruso no concibió la idea de vivir así, tan solo en un lugar tan inmenso en donde solo reinaba el eco.
  Se sentaron a comer una comida sencilla, enfrentados a lo largo de una mesa para seis, Hyoga permaneció en su silencio entonces Saga decidió hablar:
 
--Hyoga... He querido decirte esto desde que me entere... –El griego hizo una pausa para beber de su copa de vino –Dentro de un mes tendré que viajar, si no es antes... Me mudaré a Italia...
--¿Vivirás permanentemente allí?... –Se atrevió a preguntar Hyoga con un dejo de enojo en sus palabras.
--Si... –Saga desvió su mirada de aquellos ojos azules tan penetrantes y dolidos.
--Pero ¿¡Porque!?...
--Negocios Hyoga... –Respondió el peliazul con frialdad.
--¿Por qué así? ¿Tan rápido?...
Esa pregunta, el hombre no se la espero, balbuceando respondió sin convicción.
--Surgieron unos inconvenientes y deberé viajar a Italia... Es eso nada mas...
 
  Aquello no conformó al rubio, sin embargo se sumergió en sus pensamientos observando la comida en su plato ¿Por qué se iba? ¿Por qué luego de que algo bueno le había pasado después de tanto tiempo se esfumaba así, como si nada? La felicidad es efímera, dura un instante, eso comprendió el ruso pero acaso ¿Lo amaba? ¿Amaba a ese hombre? ¿O tan solo era un “salvavidas” para su pobre vida? . Saga no pensó que aquello perturbaría tanto al pequeño, se asombró de su reacción y hasta un poco se sintió victorioso y más seguro de la petición que tenia en la punta de su lengua.
 
--Yo necesito saber si... Me acompañaras...
 Hyoga levantó su vista y la depositó en aquel rostro que nada expresaba, solo expectante el griego esperó una respuesta.
--¿Tu? ¿Tu quieres que vaya a Italia contigo?...
--Comprendo que quizás te asuste un poco la idea, es un país completamente distinto al tuyo, no solo por las costumbres sino también por el idioma... Y sé que quizás no nos conocemos hace mucho pero...
--Si... –Interrumpió el rubio firmemente –Si... Iré contigo... –Aun estaba tan enojado con su niisan que se iría al mismo infierno con tal de llevarle la contra.
 
  El ruso respondió impulsado por el enojo, sin pensarlo estaba decidido a irse a otro país, a enfrentarse con otro idioma, al lado de un hombre que conocía poco y nada de su vida. Saga esbozo una cálida sonrisa y alentó a su niño a comer, en su interior supo que el enojo había motivado esa respuesta, sin embargo se sintió triunfante, no fue tan difícil convencer a su pequeño.
  Cuando la cena finalizo y las palabras escasearon, Saga se puso de pie y caminó lentamente hasta donde su niño se encontraba sentado, lo tomó por la nuca acariciando su suave pelo rubio con una mueca en sus labios, sonriendo y sin pensarlo demasiado Hyoga llevo su boca hasta la entrepierna de su hombre palpando apenas sobre la fina tela del pantalón un miembro que comenzaba a erguirse. El griego se encorvó un poco, lo suficiente para juntar sus labios con el del ruso quien se puso de pie sin interrumpir ese beso que de a poco comenzaba a tornarse más agresivo y pasional.   El peliazul aferro con sus manos los redondeados, firmes y bien formados glúteos de Hyoga, tan pequeños que casi cabían cada uno en una mano, todo su cuerpo era armoniosamente y exquisitamente pequeño y perfecto. En pocos segundos terminaron en la común habitación de Saga, y fueron milésimas lo que tardaron en quitarse las prendas para desencadenar así sus más bajos instintos, su lujuria, sus deseos contenidos casi hasta morbosos. Para el rubio no fue solo sexo, fue una especie de liberación personal, poder hacer eso sin sentir el más mínimo arrepentimiento, era tan excitante, tan prohibido, tan único. Sin embargo, luego del clímax, cuando su cigarrillo iba por la mitad comprendió la situación.
  El ruso dejó la colilla sobre el cenicero que descansaba sobre una simple mesa de luz, mirando al frente, prácticamente ignorando a su amante supo que no podía hacer las cosas como las estaba haciendo, por mas que no quisiera y por mas que le costase debería hablar de su partida con su niisan, ya sea por respeto o por temor a una represalia, Hyoga necesitaba comunicarle a su hermano sus planes, no podía irse así, sin mas, sin previo aviso. Saga no necesitó que su niño le dijese en que estaba pensando, era evidente, viajar a otro país de esa forma tan improvista merecía un mínimo de razonamiento.
  Fue por eso que el rubio, luego de una fugaz ducha, se vistió para irse cuanto antes a su hogar, el griego nada le preguntó, lo dejo hacer, de hecho insistió en llevarlo, y sin transportes el ruso no tuvo mas opciones que aceptar.
  Por precaución Hyoga prefirió bajarse en la plaza a cuatro cuadras de su casa, se despidió de Saga con un tímido y fugaz beso a escondidas de curiosos y caminó con paso firme por aquellas pobres y sucias calles.
  A medida que sus pies lo llevaban a su hogar, esa seguridad comenzó a flaquear... ¡Era tan difícil enfrentarlo a Ikki! Sin embargo, como llamado por sus pensamientos, justo antes de llegar a la esquina, el rubio vio como su niisan venia en sentido contrario caminando rápidamente.
  El ruso paró en seco, esperando a que su hermano llegara primero y una vez frente a frente teniendo aun presente la discusión de esa tarde, en son de paz Hyoga preguntó:
 
--¿Qué sucede? ¿Adónde ibas?...
--A buscarte... –Respondió Ikki sin ningún tono de voz especial y sin ningún gesto amenazante.
 
  Si bien el peliazul no estaba sonriendo ni haciendo chistes, el menor pudo notar que no había ningún dejo de enojo ni en sus palabras ni en su mirada, de hecho el rubio sintió que estaba frente al Ikki de antes, ese comprensivo, duro y firme, pero comprensivo, compañero y consejero de siempre, quiso sonreír pero su sonrisa fue interna.
 
--¿A buscarme?... –Preguntó el ruso extrañado --¿Y como pensabas encontrarme?... –Aquello era ilógico, no sabría por donde empezar ya que Hyoga tenia muchos lugares donde refugiarse.
--No lo sabia... Pero salí a buscarte... Te iba a encontrar... –Aseguró Ikki firme, aun sin mostrar ningún sentimiento de enojo, dolor o reproche.
--¿Vamos a casa?... Tengo algo que decirte... –Pidió el rubio pero su hermano en respuesta se sentó sobre un muro derrumbado de una vieja casa.
--Dímelo... Si quieres hablar hazlo ahora... En casa están tus hermanos... –El peliazul supo que de tener que hablar cuanto menos oídos lo escuchasen, mejor.
--Bueno pues... Es difícil... –El ruso desvió su mirada, no pudo mirar directamente a su hermano mayor, aun de pie endureció sus palabras y sus gestos y con un dejo de frialdad, quizás como una pequeña venganza se lo dijo –Me voy... A Italia... Te guste o no, me voy a vivir a Italia...
  Listo, lo había dicho y había sido firme, no cambiaría de parecer por mas palabras persuasivas o golpes de Ikki... No, no lo haría cambiar de parecer, sin embargo...
--Hyoga... –Pronunció el peliazul cambiando rotundamente el ambiente, su vista descendió al suelo.
 
  En su extraña mirada, Hyoga pudo ver ¿Vergüenza? ¿Arrepentimiento? ¿Tristeza? Lo que menos espero de Ikki, en vez de enojarse o explotar como era lo esperado, el peliazul pronuncio su nombre con extrema tranquilidad.
 
--Supongo... –Dijo Ikki rompiendo la momentánea pausa –Que esta demás preguntar con quien te vas...
--Es mas que obvio... –Concedió el rubio, comenzaba a impacientarse y a molestarse con ese inusual comportamiento en su niisan.
--Ahora déjame preguntarte... ¿Lo amas?... –Fue una pregunta sin dudas difícil para el peliazul, era como aceptar y asimilar las preferencias sexuales de su otouto.
--Eso que importa... –Respondió el ruso cruzándose de brazos y frunciendo el ceño al mismo tiempo que largaba una risa incrédula. –Es lo de menos...
 
  Con esa respuesta Ikki comprendió varias cosas, una: Que su otouto no era una pobre víctima de Saga Mileto, y la otras, quizás más importante: que Hyoga no era para nada inocente y conocía perfectamente su lugar en el “juego”... Muy astuto y muy inteligente había resultado el rubio.
 
--Y a este tipo... Saga... –Siguió hablando el peliazul --¿Lo conoces lo suficiente como para irte con él?...
--Pues si... Un poco, lo suficiente... –Balbuceó el ruso preguntándose él mismo aquello.
--Y dime... ¿Qué hace? ¿Quién es? ¿De donde viene?... –Ikki comenzaba a impacientarse, quizás a molestarse.
--Que te importa... Es coleccionista de arte, griego... ¡Qué sé yo!.. Tiene mucho dinero, no sé....
--¿Y con eso te crees que es suficiente para conocer a una persona? ¿Te crees que con eso ya sabes todo de alguien?... –Le increpó el peliazul en el rostro ya de pie. –No puedes irte con él...
--¡Ja! Sabia ¡Lo sabia maldición!... –Exclamó Hyoga casi alegre por acertar, supo que  en cualquier momento el Ikki de siempre resurgiría imponiéndole como debía ser su vida --¡Sabia que no me ibas a dejar ir!... Pero sabes que Ikki... Ya no soy un niño, y yo no soy Shun para que programes mi vida como un álbum de fotos... Me iré con él, te guste o no...
  El peliazul supo que su otouto habló muy enserio, por eso sin opciones y sin perder la calma, masajeando su nuca repitió reiteradas veces:
--No lo conoces... Tu no lo conoces...
--¡Ja! ¡¿Y tu sí?! ¿No?... –Preguntó el rubio casi gritando por la furia y la indignación, sin embargo lo comprendió, cuando su mirada se cruzó con la de su niisan.
--No lo conoces... –Volvió a repetir el peliazul con esa extraña mirada.
--¿Y tu si?... –Fue una pregunta cargada de temor, el ruso algo había notado, más tranquilo tragó saliva y esperó una respuesta.
--Mas que tu... Seguro... –Ikki volvió a sentarse con esa mirada cargada de vergüenza, dolor y hasta repugnancia, Hyoga nunca había visto ese tipo de mirada en su niisan, siempre tan correcto y tan seguro de sí mismo.
--¿Co-Como?... –Balbuceó el rubio respirando con dificultad, sus ojos asombrado esperaban impacientes que su niisan largara todo de una buena vez.
--¿Crees que un simple coleccionista de arte podría llegar a tener tanto dinero?... –Preguntó el peliazul sin mirar a su hermano –O mejor aun... ¿Nunca te preguntaste por que un coleccionista de arte tiene tantos hombres a su servicio?... –Recién ahí, levantó su vista --¡Vamos Hyoga! Sé que eres inteligente... ¿Cómo supones que Saga Mileto hizo su fortuna?...
--No sé... Ni me interesa... –Respondió el ruso entre dientes agitándose nuevamente –Solo dime como lo conociste... –Aquello fue lo que realmente le importó, aun más que saber como el griego había hecho su fortuna.
--Esto... No se lo conté nunca a nadie... –Dijo Ikki ocultando nuevamente su vista nervioso –No quiero que Shiryu lo sepa, ni mucho menos Seiya y Shun...
  Comprendiendo la situación de su niisan, lo difícil que era hablar de ello, Hyoga guardó compostura y se sentó a su lado, más tranquilo para escucharlo.
--No me enorgullezco de eso pero... ¿Te acuerdas? ¿Hace tres años?... ¿Cuándo tu y Shiryu tenían 14 y Seiya y Shun 13?...
--Si... Nosotros tres estabamos en el orfanato, Shun por ser hermano tuyo por misma madre y mismo padre pudo permanecer contigo, en cambio a nosotros nos querían mandar con tres familias distintas... –Recordó Hyoga con un poco de dolor –No me gusta recordar esa época...
--Lo sé... A mí tampoco, fue difícil sacarlos de allí... Yo quería que ustedes estuviesen conmigo pero ser menor de edad era un gran problema... –Ikki negó con su cabeza también recordando con un poco de dolor--Con 15 años no puedes hacerte cargo de cuatro hermanos menores...
--Eso decían... –Retrucó el rubio –Pero ya vez... Tu has podido –Una apenas indescifrable sonrisa surcó los labios de ambos –Pero no entiendo ¿Qué tiene que ver Saga en todo esto?...
--Mucho... Deberás que mucho y créeme que el ya te conocía desde antes, pues yo le hablé de ustedes... —El peliazul hizo una breve pausa para tomar aire, sabiendo que su otouto no lo interrumpiría comenzó a relatarle –En aquella época yo necesitaba dinero, no sabia que hacer y lo único que tenia en mente era, que si quería tenerlos conmigo, mínimamente debía darles un hogar pero ¿Quién le da trabajo a un niño de 15 años recién cumplidos?... Tuve la desgracia o la suerte, dependiendo del punto de vista, de cruzarme con Saga Mileto... Como ya sabes un Coleccionista de arte que estaba de paso por Japón por negocios... –Hubo un dejo de sarcasmo en sus palabras, arqueo levemente sus cejas con una irónica sonrisa –Comencé a trabajar para él... Llevando paquetes completamente cerrados a diversos clientes... Yo sólo, me daban una dirección y debía llegar, entregar ese paquete y esperar el cheque o dinero, era tanto dinero a veces que temía perderlo, sobre todo cuando estaba impreso en un papel, como sucede con los cheques... Era tan inocente... –Susurró casi teniéndose lastima –Tan inocente, creía que ya me las sabia todas, que el mundo no albergaba sorpresas para mi... Trabaje tres meses así, y junté tanto dinero en ese tiempo que te juro Hyoga, jamas volveré a juntarlo en lo que me queda de vida... Era lo que yo cobro hoy en día en un año de trabajo para el puerto...
--¿Nunca se te ocurrió revisar los paquetes? ¿Qué llevaban?... –Hyoga no era tonto, supuso que no eran piezas de arte y así se lo confirmo su niisan.
--Si, por supuesto, yo no hacia muchas preguntas y a Saga lo veía poco y nada, mas que nada mantenía contactos con sus hombres... Siempre me decían que eran obras o piezas de arte... Hasta que un día, camino hasta un restaurante en donde debía entregar un paquete sucedió una revuelta, miles de patrulleros y la D.E.A. que jamas había visto en mi vida llegaron justo al mismo tiempo que yo llegué... Intenté escapar y como supuse que mi vida correría peligro si ese paquete lo perdía me encerré en el baño e intenté ocultarlo, por los nervios se me cayó y el papel marrón ya estropeado se rompió un poco mas y pude visualizar algo extraño... Varios paquetes que contenían algo parecido a la harina... Sin inspeccionar mas lo boté, asustado, por el retrete, gracias a los Dioses que el paquete era pequeño y el agua se llevo consigo todas las pruebas...
 
  Hyoga supo de que se trataba, ahora comenzaban a cerrarle varias cosas de Saga, y un sentimiento extraño se albergo en su interior, lo que más le lastimaba era la mentira y su inocencia frente al tema.
 
--¿Qué sucedió contigo?... –Inquirió el rubio asombrado por el relato.
--Termine preso... –Dijo con extrema calma como quien habla del estado del tiempo o de un partido de fútbol –Como era menor de edad y no tenían pruebas a pesar de haberme visto con el paquete, termine en una correccional, no le dije absolutamente nada a la policía de todo lo que sabia, supe nuevamente que si lo hacia no sólo mi vida correría peligro, temí por ustedes...
--¿Y nosotros? No entiendo... –Analizó el ruso --¿Cómo no nos enteramos de tu ausencia?...
--Porque estuve preso solo unos días, menos de una semana... Creí que nadie iría a sacarme de allí ¿Quién? ¿Si ustedes son mi única familia? No esperaba que Shun me sacara de allí... Por suerte el siempre estuvo acostumbrado a mis desapariciones que a veces duraban semanas, siempre le dejaba el dinero para la comida y demás gastos...
--¿Quién te saco de allí?... –Preguntó Hyoga aunque supo la respuesta.
--Saga... El pago la fianza y mando a buscarme con sus hombres... Llegué a su Mansión y me dio de comer, me permitió darme un baño y descansar un poco... Yo estaba confundido, no sabia bien cual era mi papel en ese lugar, pero por el momento me sentía cómodo y... Protegido.
 
  A medida que el relato continuaba, el rubio sintió en su interior como el corazón se le estrujaba por la bronca y la indignación, era una mezcla de sensaciones, odiar y amar, querer y detestar. Dejó que su niisan continuase hablando.
 
--Al otro día, cuando desperté tuve una larga charla con Saga... En pocas palabras me dijo que yo sabia demasiado de él como para dejarme libre, debería trabajar en su nombre me gustase o no... Y si vamos al caso... –Reconoció Ikki ---La paga era muy buena y yo necesitaba ese dinero... Le fui sincero y algo en mi le gusto porque a pesar de tener a sus hombres experimentados ya no me dejaba hacer el trabajo peligroso y en cambio prefería tenerme a su lado, trabajando codo a codo... Así conocí un poco mejor su mundo y a él... Y Saga comenzó a conocerme mejor... Le conté de ustedes y le dije porque necesitaba el empleo... Comenzó a pagarme por día y aun así, a pesar del ahorro era muy pendejo para poder saber bien como debía guardar el dinero...
--¿Qué paso? ¿Cómo conseguiste dejar de trabajar para Saga, si te dejo en claro que trabajarías para él, te gustase o no?... –Preguntó el ruso agudo y su niisan esbozo una melancólica sonrisa.
--Esta es la parte que no me gusta... Como te dije antes, algo en mi le había gustado, yo con mis 15 años no supe descifrar que era, pero digamos que pasaba por lo sexual...
  Hyoga tosió nervioso, no quiso saber de la vida sexual de su niisan y eso Ikki lo comprendió perfectamente.
--No voy a entrar en detalles... –Aclaró el peliazul rápidamente –Pero con el tiempo me convertí en su amante, en su compañero y en su amigo... Eso duró seis escasos meses, pues con el tiempo Saga pareció aburrirse de mí y yo me sentía perdido...
--¿Lo... Lo amabas?... –Aquella pregunta surgió de la boca del rubio con profundo temor.
--No... No lo sé... –Respondió Ikki sinceramente –No lo creo, solo que...
--Fue lo mejor que te había pasado hasta el momento... –Completó el ruso la frase asintiendo, comprendiendo ese sentimiento.
--Fue un salvavidas... Eso si... –Coincidió el peliazul para luego seguir con su relato–Entonces me ofreció mas dinero, dinero que yo estaba juntando  y que necesitaba... –Bajó su vista, nuevamente con ese brillo de vergüenza –No sabia lo que hacia... Pero acepté otro tipo de trabajo...
--¿Cuál?... –Preguntó Hyoga impaciente, su niisan se tardo demasiado en responder, casi en un susurro.
--Debía acostarme con algunos clientes... Por dinero... –Antes de que su otouto acotara algo, prosiguió rápidamente, ahorrándose el disgusto y la pena –Por fin, en nueve meses había ahorrado lo suficiente, el tema era planear bien las cosas...
 
  El rubio no interrumpió a su hermano, se había quedado asombrado con la mitad del relato y hasta un poco maravillado por todo lo que había hecho solo para sacarlos de aquel orfanato antes de que los separaran mandándolos con tres familias distintas.
 
--Saga era un problema, escapar de él... Y por el otro lado sacarlos a ustedes de allí... Compré la casilla en donde ahora vivimos gastando hasta el último centavo ahorrado... Bueno, algo me quedaba, pero era para vivir mientras yo conseguía un empleo.... Supe que, de hacer algo alocado, la policía me buscaría, y si me escapaba de Saga entonces, no sólo la policía sino también Saga me buscaría... No tuve mas opciones cuando me enteré que una familia había pedido por ti... –Ikki observó a su otouto y este asintió, la sangre se le helo al recordar lo cerca que había estado de separarse de sus hermanos –No le dije a Saga donde había comprado la casilla, le mentí... Busque este barrio lejos de Nara... Y termine comprando aquí en Tokyo, el mejor lugar para ocultarme de Saga...
--Recuerdo la noche que pasaste a buscarnos...  –Dijo Hyoga --Shiryu no nos dejo dormir y en cambio nos levantó en plena madrugada para agarrar nuestras cosas...
--Si... Un día antes de raptarlos hable con Shiryu para que los tuviera listos... Era la única forma ya que la legal no nos sirvió...
--Seiya no entendía nada... –Recordó el rubio sonriendo, divertido por aquel momento –Se quedaba dormido de pie y no quiso cooperar... Yo, a pesar de no saber bien que estaba pasando, lo supuse... Sabia que ibas a ir a buscarnos...
--Y así fue... Viajamos en plena noche en tren y autobús, llegamos a la mañana y a pesar de que no teníamos nada, ustedes estaban radiantes de felicidad, solo por salir de allí... –Dijo Ikki sonriendo, aquel recuerdo era entre triste y feliz.
--No... No solo por salir de ese lugar... Sino por que estabamos juntos y ya nadie nos separaría...
  Un breve silencio que fue interrumpido por el mayor.
--Luego tuvimos que escondernos un buen tiempo... –Acotó el peliazul mas serio –Recién, luego de un año pudimos salir a las calles sin el temor de que vinieran a buscarnos... De un día para el otro la policía se cansó, al principio revisaban en cada barrio y en cada casa abandonada, yo temí que llegaran hasta aquí, pero sin embargo dejaron de buscarnos...
 
  Hyoga comprendió en ese momento que gracias a los ahorros de Ikki ese fatídico año pudieron comer sin la necesidad de trabajar, pero ese dinero, inevitablemente comenzó a escasear haciendo necesario conseguir empleo con urgencia.
 
--Pero... –Pronunció Ikki volviendo con el tema inicial –La policía no nos encontró pero sí otra persona...
 
  Hyoga respiro hondo, el nombre que hacia una hora le era sinónimo de “salvavidas” ahora le sonaba todo lo contrario. Pensar y nombrar a Saga se le hizo hartamente difícil. No supo si en realidad era decepción o enojo, quizás era enojo consigo mismo, por ser tan inocente y tan crédulo.
 
--¿Y tu crees que Saga esta aquí por ti?... –Preguntó el rubio con un poco de dolor en sus palabras -- ¿Para ajustar cuentas?...
--No lo sé... No sé si realmente se cruzo contigo de casualidad, o si me estaba buscando, o si la forma de arreglar cuentas conmigo lo esta haciendo a través tuyo... –Ikki se puso de pie, comenzaba a hacer demasiado frío para su gusto y ya era muy tarde.
--Ikki...
--Por eso Hyoga... –Pronuncio el peliazul volteando –Sé que ya eres grande, sé que ya no eres un niño, ni eres Shun y yo no soy papá... Pero ten cuidado... Por favor, no quisiera perderte después de lo mucho que me costo llegar hasta aquí, con ustedes cuatro...
 
  Una imperceptible lagrima amarga, de culpa y remordimiento surcó la mejilla del ruso, una lagrima que Ikki no pudo ver aunque no necesitó verla para saber que su otouto le había comprendido. El peliazul se alejó hasta su casa dejando solo a Hyoga, solo con sus pensamientos y pesares. Transcurrieron horas hasta que el frío y el cansancio lograron convencer al rubio y el también volvió a su casa para descansar un poco e intentar olvidarse de aquel tipo, intentarlo por lo menos.
 
 
cccccc
 
 
  Pasaron varios días, menos de una semana hasta saber de Saga, Shiryu tuvo la desgracia de recibirlo quien, si bien no estaba enterado de toda a historia, era lo suficientemente inteligente para comprender que ese griego no auguraba nada bueno.
  Cuando el pelilargo abrió la puerta intento ser cortes y decirle por las buenas que se retire, pero el dialogo distaba de ser ameno.
 
--¿Qué quieres?...
--Oh... –Pronunció el peliazul notando el tono de voz molesto en aquel joven --¿Esta tu hermano? ¿Hyoga?...
--No esta... —Respondió Shiryu seco –Y déjalo tranquilo...
  Ignorando completamente las palabras del joven, Saga investigó con su mirada la pequeña casa.
--Por lo que veo estas solo... –Una sonrisa morbosa surcó sus labios --¿Por qué no me dejas pasar y charlamos más tranquilo de este tema?...
--No estoy solo... No vas a pasar... Y no tengo ganas de charlar contigo... –El pelilargo no pudo evitar descender la vista al suelo, la mirada de aquel hombre era penetrante, sin embargo no se dejo avallasar –Quiero que te quede bien claro... Te quiero lejos de mis hermanos... Eso no solo incluye a Hyoga... Por sobre todo lejos de Seiya...
 
  El griego se alejó unos pasos asintiendo lentamente, todo había sido dicho en esa pequeña conversación y para no echar todo a perder, lo que tanto le había costado con el rubio, prefirió irse sin armar alboroto. Shiryu había ganado, a medias, pero había conseguido quitarse de encima por un tiempo a ese tipo.
 
 
vvvvvv
 
 
  Seiya abrió el amplio portón e ingresó casi corriendo, en su paso se detuvo para levantar su pelota del suelo y siguió su correría hasta la entrada principal, sin golpear, como debería ser, entró a la amplia Mansión Kido. El pequeño iba a hacerse notar pero un lastimero sollozo le hizo ser más cauteloso, de pie, en medio de la sala principal buscó con la mirada el dueño o dueña de aquel llanto, como era de suponerse, la Señora Kido se encontraba sollozando sentada en su sillón preferido, enfrente de una gran hoguera. A medida que Seiya fue acercándose notó que la señora tenia en sus manos unas cuantas fotos viejas y demás chucherías.
 
--Señora... ¿Qué le ocurre?...
--Oh... Pequeño Seiya... –Keiko quiso disimular limpiándose rápidamente las lagrimas y forzando una cálida sonrisa.
--¿No se siente bien?... –Se acercó lentamente hasta ella.
--Si niño... Me siento bien... –Asintió la mujer aun con sus ojos vidriosos.
--¿Y eso? ¿Qué es?... –Señaló el joven apuntando con su dedo índice aquellas fotos.
--Cosas... Recuerdos... En su mayoría fotos...
  Cuando Seiya se sentó en la alfombra para escuchar mejor a la señora, pudo visualizar en el suelo, junto a ella una caja de metal; Ignoró aquella caja para ser más directo:
--¿Por qué llora?...
Keiko sonrió al verse descubierta, sin saber bien que responder se tomo su tiempo para hablar.
--Extraño... Eso es... Extraño mucho...
--¿A quien?... –El morocho fijó su vista en aquellas fotos, algunas parecían realmente viejas y otras no tanto.
--A mi esposo... Y a mis hijos sobre todo... –Contestó la Señora limpiándose nuevamente una lagrima rebelde, pasó su pequeño pañuelo blanco debajo de sus grandes lentes.
--¿Y ellos?... –Seiya cada vez fue mas osado --¿Dónde están?...
  Aquella pregunta fue mas que obvia ¿Por qué esa mujer tan amable estaba sola teniendo familia? Todo ese tiempo el pequeño creyó que la mujer no tenia a nadie.
--Mi esposo y mi hijo mayor... –Pronunció Keiko buscando entre el desorden de cosas una foto en especial, cuando dio con ella se la entregó a Seiya –Fallecieron hace 16 años... En un accidente automovilístico...
 
  El morocho se quedó helado, observando aquella raída foto en donde un hombre barbudo y corpulento vestido de traje gris pasaba su brazo cálidamente sobre el hombro de un joven, quizás mucho mas que Seiya... Ambos sonreían radiantes. Sin necesitar hacer mas preguntas la Señora Kido siguió hablando.
 
--Mi esposo iba manejando una noche de tormenta, venían de un viaje largo, habían ido hasta Hiroshima por que la abuela de Aioros, mi hijo... –Aclaró la señora  --Había fallecido... Yo me quede en la Mansión con mi hijo menor: Aioria... El solo tenia ocho años y no era prudente obligarlo a asistir a un funeral...
 
  Keiko hizo una breve pausa, de repente el aire empezó a escasear y necesitó tomar varias bocanadas antes de proseguir con su relato, Seiya no dejó de escuchar y ver fotos al mismo tiempo y no tardó demasiado en sacar sus propias conclusiones.
 
--Entonces... Su hijo menor... Aioria... –Recordó el morocho –Esta vivo ¿No?... Digo, él no estaba en el auto la noche del accidente...
--Oh no... –Respondió la Señora –El siempre estuvo a salvo...
--¿Y donde esta? ¿Por qué no la viene a visitar?... –Quizás, Seiya fue demasiado osado.
--Pues... Porque... –La señora Kido no supo bien que responder –El ya es un hombre... Tiene su familia y yo...
--Pero usted también es su familia... ¡Es su madre! ¿Sabe lo que daría yo por tener a mi madre?... –Exclamó el morocho con jubilo.
--Han pasado varias cosas desde el accidente... –Keiko suspiró, supo que Seiya no se daría por vencido hasta escuchar una respuesta razonable –Digamos que cuando mi esposo y mi hijo mayor fallecieron yo... Mi fui con ellos... Olvidando por completo de que un niño pequeño, que también era mi hijo, estaba creciendo... -–Observó al morocho y con una melancólica sonrisa prosiguió –Aioria un buen día dejo de ser un niño, empezó a tener amigos, a salir, a conocer mujeres y a enamorarse... Y yo nunca me di por enterada...  Mi hijo creció y yo estaba tan dolida por lo ocurrido y tan sumergida en el recuerdo que no me estaba dando cuenta de que cada día me alejaba mas y mas de él, de lo único que tenia... Y ya vez... El tiempo paso, Aioria se hizo todo un hombre –Dijo casi con orgullo --Conoció a la mujer que seria su esposa y formó su familia...
 
  Cuando la señora Kido termino su relato Seiya tomo dulcemente su mano para llevarla hasta su mejilla y dedicarse una cálida caricia. Keiko observo al niño y sonrió, si su hijo mayor estuviese vivo tendría 29 años:
 
--Te pareces tanto a Aioros...
 
  Al escuchar eso, el morocho buscó con la vista la imagen de ese muchacho y observando las facciones no comprendió por que le dijo eso ¡Eran tan distintos! Sin embargo luego de meditarlo en silencio entendió lo que le quiso decir, quizás ambos tenían la misma “estrella”, ese mismo “brillo” que caracteriza a las personas haciéndolas distintas entre sí.
 
 
  CAPITULO 6: “Dejaste ver tu Corazón”...
 
 
  Mensajes sin responder, llamadas sin atender... Saga comenzaba a hartarse de buscar bajo cielo y tierra al rubio... No solía ser entrometido, pero que de un día para el otro Hyoga dejase de dar señales de vida no solo le preocupo sino que hasta lo enojo, sobre todo porque el viaje a Italia estaba cada día mas cerca. Llegó en su imponente auto frente a la casa de los hermanos Yamaguchi con el fin de dar, de una buena vez, con su ruso.
  El griego bajó del auto y caminó hasta la puerta, luego de golpear, un dulce peliverde rápidamente le abrió. Shun se quedo impávido, sin saber que hacer ni que decir.
 
--Hola pequeño... –Saludó el peliazul con su hechizante sonrisa --¿Esta tu niisan?...
--¿Cuál de ellos?... –Preguntó el joven causando la risa del mayor.
--Hyoga, por supuesto...
--No esta... –Shun balbuceó nerviosamente, aferrado a la puerta como temiendo lo peor.
--¿No esta?...
--Salió en busca de empleo... –Reafirmó el peliverde.
--¿Y tu niisan? ¿El mayor?... ¿Ikki?... ¿Dónde esta?... –Preguntó buscando con la vista en el interior de la casa.
--Trabajando...
 
  Shun permaneció contestando al mejor estilo “telegrama”, Saga nunca le gustó y nunca le gustaría, en ese momento mucho menos, sin embargo el mayor se las apañó para ingresar a la vivienda con total naturalidad sin forzar la situación. El pequeño no supo que hacer, no supo como reaccionar, si echarlo o contestarle sus preguntas para que se fuera cuanto antes.
 
--¿Y tus otros hermanos?... –Volvió a investigar el griego bastante insistente con el tema.
--Shiryu, en la biblioteca... –Shun dio un paso atrás cuando aquel peliazul se le acerco peligrosamente –Seiya callejeando...
--Entonces... ¿Te dejaron solo?... –Preguntó Saga con tono de falsa tristeza --¿Cómo pueden dejar solo al conejito de la casa?... –Sin ninguna intención de forzar nada, pues no era su estilo, siguió avanzándole al pequeño quien permaneció helado y atrapado por la pared.
 
  Shun vio varias opciones, una era golpearle en la entrepierna, otra era gritar, y la otra rezarle a los Dioses para que ocurriese algún milagro.
  Como si Athena lo escuchase, Hyoga apareció oportunamente quien al ver a Saga de pie en la sala negó con su cabeza a la vez que le dedicaba una mueca de desprecio, una media sonrisa... Rápidamente el ruso se alejo de ese hombre cuando este intentó acercarse a él.
 
--¿Hyoga?... ¿Qué ocurre?... –Investigó, aunque supuso que Ikki había tenido mucho que ver en todo.
 
  En respuesta el ruso salió como alma que lleva el diablo por las pequeñas calles de su barrio, Shun suspiró aliviado y cerró la puerta cuando Saga se marcho detrás de su niisan.
  El griego no tardó en dar con él, se subió al coche y manejando a paso lento intentó seguirle la marcha a su niño.
 
--Hyoga... Creo que tengo derecho a saber porque te comportas así conmigo... –Supo que ese día, tarde o temprano llegaría, y estaba preparado.
--¡A la mierda!...  –Explotó Hyoga sin siquiera mirarlo --¡¡No tienes un carajo el derecho de saber!!...
--Por favor Hyoga... ¡Sube al coche!... –El peliazul fue autoritario, pero lo único que consiguió fue que el rubio frenara sus pasos para enfrentarlo.
--¡No tienes un carajo el derecho de saber porque mierda me comporto así!... ¡Ya que yo tampoco sé muchas cosas de ti!...
--Oh por todos los Dioses... –Exclamo Saga perdiendo la paciencia, y comprendiendo la difícil situación acotó –Sube... Por favor... Hablaremos de ello...
--¿¡De que vamos a hablar!? ¿¡He!? ¿¡De que!? ¡Yo no tengo nada que hablar contigo!... –Exclamó el ruso agitándose gravemente.
--Por favor... Dame una oportunidad... Escucha mi versión... –Suplicó el mayor, pero Hyoga permaneció de pie con los brazos cruzado.
  De alguna manera, si el rubio no se había ido y permaneció allí, era por algo ¿No?.
--¡Maldito seas Ikki!... –Susurró el griego echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en el respaldar del asiento.
--Te escuche... –Espetó el ruso refiriéndose al susurro.
--Por favor... Sube... –Suplicó el peliazul nuevamente, abrió la puerta del acompañante.
 
  Hyoga tardo unos segundos en decidirse, de alguna manera necesitó escuchar las palabras de su hombre, saber su versión, y quizás así darle una oportunidad.
  El rubio subió al coche estampando la puerta al punto de hacerla giratoria, su cara de pocos amigos le indicó a Saga que seria muy difícil volver a tenerlo.
 
--¿Adónde me llevas?... –Preguntó Hyoga aun con enojo.
--Hablaremos más tranquilos en mi casa...
--No quiero ir a tu casa... –Dijo el menor con tono cortante.
--Hyoga por favor... No sé que te habrá dicho tu niisan de mi pero...
--¡Lo reconoces! ¡Entonces basura lo reconoces!... –Escupió el rubio –Tu... Tu y mi niisan... ¡Se conocían!...
--Si... Es cierto... –Afirmó Saga --¿Eso tiene algo de malo?... –Intentó averiguar que le había dicho Ikki a ese joven.
--Me contó todo... Me contó como te conoció, lo que le hiciste... Lo que tuvo que hacer... –El tono de su voz permaneció igual de irritado.
--¡¿Lo que le hice?!... –Exclamó el griego asombrado desviando un instante la mirada de la carretera para posar su vista indignada sobre la ofuscada del ruso.
--Sí... ¡Todo!... –Volvió a exclamar el ruso.
--¿Y que es todo? ¿Se puede saber?... –Preguntó el peliazul suspirando reiteradas veces para mantener la calma.
  Hyoga comenzó con su perorata:
--Que no eres un simple coleccionista de arte, que le hiciste trabajar cuando apenas era un adolescente, que luego le obligaste a trabajar le gustase o no, que lo convertiste en tu amante... –Recién, en esa ultima oración, el ruso dejo de lado el enojo para dejar paso a una sensación angustiante de ahogo y pesar --Que te aburriste y de paso dejabas que tus clientes se acostasen con él...
--¡Ja!... ¡Por Zeus!... –Exclamó Saga --¿¡Eso te dijo!?... No lo puedo creer...
--¡Lo vas a negar!... –Se indignó el ruso frunciendo su ceño --¡¿Vas a negar que conoces a mi niisan?! ¿¡Que trabajó para ti!? ¿¡Que!?...
  El griego se hartó de esa discusión sin sentido:
--¡No! ¡No lo voy a negar!... –El peliazul tuvo que frenar en el sendero boscoso para evitar chocar, pues la conversación le quitaba toda la concentración necesaria para conducir prudentemente --¡No voy a negar que conocí a tu niisan mucho antes que a ti! ¡Ni que trabajó para mí! ¡Pero quiero que sepas algunas cosas!... –Su mirada, siempre cautivante y hechizante por primera vez dio real miedo, el pequeño vio un fuego en aquel hombre que jamas sintió -- ¡Yo no le obligue a trabajar! ¡No lo forcé a tener sexo conmigo! ¡Ni tampoco a que mantuviera relaciones con algunos clientes! ¡Ni siquiera lo busque cuando se fugó!... –Buscó tranquilizarse y seguir manejando, su Mansión quedaba cerca, ya se podía visualizar a lo lejos.
--Saga yo... –Pronunció Hyoga más tranquilo.
--El asunto aquí... –Interrumpió Saga tajante –Es lo que realmente te molesta: Si saber que tuve una historia con tu niisan o la idea de pensar que estoy aquí por él...
 
  El rubio se quedó callado con aquellas palabras, desvió su mirada al pavimento completamente confundido, de vez en cuando el griego lo observaba de reojo notando que sus palabras habían causado el efecto esperado.
  El ruso ingresó a la Mansión y sin que el dueño de aquella casa le dijese nada, se desplomó en el amplio sillón de la sala, el peliazul se sirvió una copa de algún licor y se sentó frente a su niño.
 
--Si Hyoga... –Comenzó a hablar Saga con uno tono de voz duro –Conocí a tu niisan hace tres años mas o menos, era un pendejo... Mas pendejo que tu... –Bebió un sorbo de su copa. –No le obligue a trabajar, él me pidió el empleo y yo se lo dí... ¿Crees que un mocoso, que apenas sabe de la vida, es alguien capacitado para ese tipo de trabajo?... ¿Te piensas que yo lo contrate por algún beneficio propio? Fue muy arriesgado en su momento darle esa posibilidad a tu niisan, y se la di de todos modos... ¡Yo salía perjudicado si Ikki se mandaba alguna cagada!...
--Me jode tremendamente la mentira... –Pronunció Hyoga buscando en su interior aquella respuesta hecha en el auto –Eso me molesta... Que me hayas ocultado estos grandes detalles...
--¡Ja! ¡Hyoga! ¡Por favor!... –El griego se puso de pie luego de lanzar una carcajada irónica --Serás un pendejo, pero para nada inocente... ¿Me vas a decir que no te lo imaginabas si quiera?... –Recordando una conversación en el coche, tiempo atrás, acotó –Tu mismo me dijiste “¿Conque un coleccionista de arte? ¿Eh?” Cuando yo te di la idea de que tu jefe sufriera un accidente que termino ocurriendo...
  El rubio se quedo callado nuevamente pues aquel hombre tuvo razón, también lo sospechó, aunque no quiso verlo, cuando Tokumaru Tatsumi termino internado por culpa del peliazul.
--Te acostaste con mi niisan, cuando solo era un pendejo...
--¿Y me vas a crucificar por ello?... –Preguntó Saga arqueando sus cejas caminando nerviosamente de un lado al otro por la sala, Hyoga jamas lo había visto así de nervioso, perdiendo la compostura--¿Cuántos tipos hay como yo? ¿Qué gustan de pendejos?... Tu no te quejaste nunca por la edad... Y si vamos al caso de tu niisan... –Acotó rápidamente al ver que el menor iba a decir algo –Yo no lo forcé, ni nada por el estilo... Las cosas se dieron... ¡Si! ¡Esta bien! –Reconoció finalmente --Quizás lo seduje, pero acaso ¿Es pecado seducir a alguien?... Tu niisan no era tan inocente al fin de cuentas... Como tu no lo eres...
--No se... Ya no se que pensar... –Negó el rubio tapando su rostro con ambas manos, unas lagrimas que surgieron desde lo mas profundo de su alma se resbalaron copiosas por su mejilla.
 
  El griego dejó de lado su postura rígida y acercándose hasta su niño se sentó a su lado y lo tomo entre sus brazos, supo los motivos de su dolor y nada de lo que habían hablado tenia que ver. En casi un susurro apenas audible el ruso desahogo su miedo:
 
--No te conozco... Y tengo miedo... Tengo miedo de que estés aquí, conmigo... Por venganza o algo por el estilo...
--Si que me conoces... –Contradijo Saga sonriendo, por fin su pequeño fue sincero –Eres la persona que más me conoce en el mundo, aunque suene loco, en este corzo tiempo has descubierto cosas en mi muy secretas e internas: Mañas mías, sueños y deseos que jamas se los he confesado a nadie... Ni siquiera a tu niisan...
--Saga yo... No se quien eres... –Pronunció Hyoga levantando su vista para mirar el rostro de su amante, dejando al descubierto su rostro empapado de lagrimas amargas.
--Dame una oportunidad... –Pidió el griego suplicando con su mirada, por primera vez estaba siendo sincero, por primera vez había abierto su alma para que un chiquillo rebelde de 17 años lo aceptase –Dame una oportunidad por favor... Con el tiempo me conocerás y yo a ti...
--No quiero llevarme una gran desilusion... –Se sinceró el rubio
--No me juzgues... Por favor... –El peliazul esbozó una melancólica pero sincera sonrisa –No me juzgues por mi pasado... Dame la oportunidad de demostrarte de lo que soy capaz de hacer por ti... He hecho cosas aun mas horribles de las que piensas... Aun así no quisiera... No quisiera irme sin llevarte conmigo...
--Algo me ocultas... –Descubrió Hyoga escudriñando y moviendo sus pupilas frenéticamente, como si así leyese en el interior de Saga.
--Es cierto... –Reconoció el mayor –Algo no te he dicho... –El griego desvió su mirada para no mirar directamente a su chico, aquella vista comenzaba a dolerle en el alma –Me acerque a ti con el fin que tu y tu niisan creyeron... Pero ya vez... Aquí estoy... Amándote...
 
  En otras circunstancia, aquellas palabras, aquella confirmación le hubiese enojado de sobremanera, pero acompañado de esa ultima frase, era mas de lo que Hyoga hubiese esperado y mas de lo que pudo soportar.
 
--He cometido muchos errores, se que tarde o temprano lo pagaré en vida, pero hoy me di cuenta de todo esto... Y no quiero perderte... –Pronunció Saga al mismo tiempo que posó sus labios sobre la boca de su ángel.
 
  ¿Era realmente amor? Que importaba, habría tiempo de sobra en Italia para averiguarlo. Mientras tanto el rubio supo en donde terminarían si el beso que Saga había comenzado se tornaba mas pasional. Y así fue... No tardaron ni un minuto para quedar completamente desnudos y a pesar de las lagrimas del ruso, aquello fue sin duda el encuentro mas especial que había tenido con el griego.
  Hyoga no pudo evitar llorar de principio a fin, aun se encontraba confundido y pensando profundamente en su niisan, no supo que decisión y que postura tomar... Ahora las cosas se habían tornado mas confusas y difíciles que antes.
 
 
bbbbbb
 
 
  Caminó impaciente de un lado al otro como gato enjaulado, lo que su otouto Shun le había comentado no le gusto nada: Saga había ido a su casa y se cruzo con Hyoga, ambos desaparecieron. Shiryu busco tranquilizar a Ikki pero mas lo intentaba menos lo conseguía. Harto de perder el tiempo el peliazul tuvo en claro solo una cosa: No renunciaría por nada ni por nadie a su otouto, iría tras Hyoga a como de lugar. Sin poder detenerlo, el pelilargo dejó que Ikki se fuera a donde supo que encontraría al rubio. Shiryu se limitó a consolar junto a Shun a un destrozado Seiya quien con semejante alboroto había terminado por explotar, entre sollozos confesó aquello que el peliverde supo a medias y que mantuvo bien guardado... En pocas palabras le contó a su niisan Shiryu que una tarde en la que el griego había ido en busca de Hyoga, lo recibió estando solo, el pelilargo cerró sus ojos temiendo lo peor:
 
--¿Qué sucedió?...
--Pues... –Pronunció el morocho entre lagrimas descansando sobre los brazos de Shun –Me ofreció dinero y yo acepté... –Ocultó avergonzado su rostro.
--¿Qué aceptaste?... –Shiryu lo supuso pero buscando la calma espero la respuesta.
--Tener sexo con él... –Soltó Seiya abatido.
--¡Que hijo de puta!... –El pelilargo no era de insultar pero debido a la situación fue lo único que le surgió --¿Por qué no nos dijiste nada?... –Reprochó finalmente.
--¡¿Qué iba a decirles?! ¿Qué tuve sexo con un tipo porque quise?... –Las palabras del morocho volvían a tener su lógica --¿Por dinero?... No podía contarles eso...
 
  Shiryu comprendió las cosas, aun mas cuando su otouto le afirmó que Saga no lo había forzado, por ende no hubo violación. El griego había sido paciente y dulce, y finalmente Seiya aceptó que le había gustado... Lo que le dolió fue la bajeza de su acto ¿Y porque por dinero? Por los mismos motivos que lo llevaban a robar: Necesidad de ayudar a sus hermanos. ¿Culpables o inocentes? Un gran enigma, sin dudas el adulto ahí era Saga, pero por otro lado el pequeño morocho había aceptado el trato. Se volvió a repetir la historia del seductor griego ¿Podían culparlo? Si, era estupro, en el ámbito penal, pero en el ámbito personal no hubo inocentes.
  Shiryu en parte respiró aliviado, por fin supo que demonios le había ocurrido a su otouto, a pedido del mismo, Ikki jamas se enteraría ¿Eso era bueno o malo? Quien sabe.
 
--Ikki... Si se llega a enterar... –Sollozó Seiya –Me va a despreciar... Y se va a enojar mucho con migo...
--No... No veas a Ikki niisan de esa forma... –Contradijo Shiryu con la voz tranquila.
-- Se que no soy un buen hermano... Pero hago lo que puedo y aun así... Para Ikki no es suficiente...
--No digas eso... –Pidió el pelilargo acercándose mas a su otouto, quitándoselo a Shun de sus brazos quien escuchaba todo sin omitir juicio.
--Quisiera... Que alguna vez se sintiera orgulloso de mi... –Los ojos grandes del morocho que miraban dolidos a Shiryu se encontraban húmedos al igual que sus mejillas.
--Lo esta... –Aseguró el pelilargo sintiendo una punzada en su interior –Ya no robas tanto como antes y tus calificaciones han mejorado... Eso Ikki lo ha notado... Aunque no te lo haya dicho lo habla conmigo...
--Dicen que cuando mas nos exigen... Es porque mas nos quieren... –Acotó el peliverde por primera vez y Shiryu asintió.
--Ikki esta pasando por momentos muy difíciles... –Justificó el pelilargo acariciando la mejilla del morocho –Entiéndelo... Veras que cuando todo pase las cosas volveran a estar bien...
 
  Eso quiso creer Shiryu y por todos los Dioses que fuera cierto, que la tormenta pasase cuanto antes con la menor cantidad de heridos posibles.
  Todos extrañaban al Ikki de antes, y en parte también al Hyoga de antes... Todos habían dejado de ser los mismos, quizás por que es inevitable que el paso del tiempo cambie las cosas, no iban a estar eternamente iguales, las personas cambian, para bien o para mal pero las personas y las cosas cambian... Nada en la vida es lineal, todos los caminos son sinuosos y tienen curvas.
 
 
nnnnnn
 
 
  Ikki supo que necesitaría algún medio de transporte para llegar a la alejada mansión de Saga, sin dudarlo sus pies lo llevaron hasta el restaurante Tokumaru, una vez allí ingresó por el costado donde solo se admite al personal. Llegó frente a una puerta en donde una moto, a su costado descansaba, observo por una ventana y llamó con disimulo al cocinero.
 
--¡Agustín!... –Intentó el peliazul no gritar demasiado fuerte, el aludido volteó y enseguida una marcada sonrisa surcó su rostro, dejó sus quehaceres y se quitó el delantal.
--¡Ikki Yamaguchi! ¡Tanto tiempo hombre!... –Exclamó Agustín sacando medio cuerpo por la ventana para estrecharle, al mejor estilo occidental su mano.
--Es verdad... Tanto tiempo... –Reconoció Ikki –Hace dos mes que no te vemos la cara por casa...
--Seee... –Admitió el cocinero –Es cierto... Ya ves... Mucho trabajo ¿Cómo andan los otros? De Hyoga poco y nada se...
--Ahí andan, en la misma de siempre... –Resumió el peliazul con el fin de acortar la charla, estaba allí por otros motivos muy claros. –Espero que pases algún día...
--Dime ¿En que te puedo ayudar?... –Agustín notó que Ikki estaba frente suyo por algún motivo particular, automáticamente se preocupó --¿Le ocurrió algo a Hyoga?...
--Oh no... Pero tiene que ver con el... ¿Me prestas tu moto?... –Largó el peliazul de una temiendo una negativa –Por favor... Prometo traértela de vuelta antes de que termines la jornada...
--Pero... –Se quejó el cocinero.
--¡Vamos! No le haré nada... Necesito un transporte...
--Maldición... –Se quejo Agustín buscando algo en el bolsillo de su pantalón –Esta bien... Pero me la rayas, aunque sea... Y me la pagaras con sangre--- Exageró extendiéndole a Ikki la llave.
--Gracias... Te la traeré enseguida... –Puntualizó el peliazul llevándose la moto hasta el frente.
 
  Ikki colocó la llave y arrancó acelerando sin control por las estrellas calles de aquel barrio. Cuando tomo la carretera tenia solo en mente traer consigo a su hermano menor. El viento golpeaba fuertemente su cara y el frío pareció cortarle el rostro, visualizó a lo lejos la conocida mansión del griego y eso fue el motivo que lo llevó a acelerar al máximo.
  Llegó en un santiamén, sin golpear, abrió con las manos el portón y atravesó con la moto andando la pequeña calle que lo llevó hasta la fuente, la bordeo y frenó la moto una vez frente a la puerta, dudó un momento que no le tomó mas que un segundo e irrumpió en la mansión... Lo primero que vio fue exactamente como lo recordaba, una amplia sala desprovista de muebles y en cambio cubierta las paredes con cuadros, y alguna que otra pieza de arte por los rincones. Caminó lentamente por el pasillo que supo lo llevaría hasta el living y una vez allí vio a Saga quien aparentemente los esperaba pues de pie lo observó sin ninguna expresión en su rostro, detrás de él, estaba sentado en el sillón Hyoga con una cara de espanto que casi daba risa.
   Ikki no pudo articular palabra al principio, pero luego hizo una petición que extraño al hombre y a su otouto:
 
--Hyoga... Por favor ¿Puedes esperar afuera?...
--Ikki... –Balbuceó el rubio poniéndose de pie y caminando con duda hasta terminar al lado de su hombre.
--Hyoga... Has lo que te pidió... –Ordenó el griego sin mirarlo.
  El ruso observó al mayor con el terror en sus ojos, iba a hacer caso pero ya no era un niño.
--No... ¿Por qué?... Tengo derecho a saber que van a hablar...
--Otouto... No vamos a hablar de nada que no te haya contado antes... Por favor, espera afuera junto a la moto que ya nos vamos...
--Ve Hyoga... –Reiteró Saga –No lo hagas enojar a tu niisan...
 
  Ikki no quitó sus ojos inyectados del rostro de aquel hombre, Hyoga observó a uno y luego a otro y sin saber bien como actuar pues estaba muy confundido, camino por el pasillo hasta la puerta de entrada y salió, rezándole a los Dioses por un milagro.
  Una vez solo Ikki no perdió tiempo:
 
--¿Que carajo estas haciendo Saga?
--¿Yo?... –Preguntó el aludido con falsa inocencia.
--Si.... No te hagas el idiota... ¿Qué estas buscando?... –El menor comenzó a impacientarse, de pie con los puños apretados al punto del dolor.
--Por que mejor no te sientas un rato y tomas algo... –Ofreció Saga rompiendo su rígida postura para llegar hasta el pequeño bar y servir en dos copas un poco de licor.
--No quiero sentarme... No quiero tomar nada... No quiero nada de ti... ¡Déjanos en paz!... –Explotó Ikki.
  Con un gesto de fastidio el griego dejo una de las copas y tomando la otra se sentó en su sillón.
--¿Qué no quieres nada de mi?... –El mayor bebió de su copa --No decías eso hace unos años...
--Hace unos años era un perfecto idiota que no sabia lo que hacia... Seamos claros Saga... ¿Qué estas buscando? ¿Qué quieres conseguir?...
--¿Te gustaría que la respuesta sea: A ti?... –Saga fue perspicaz
--No, si con el tiempo te has vuelto mas estúpido... –Sentencio el menor --Quiero que me nos dejes en paz ¿Qué buscas metiéndote de nuevo en mi vida?... ¡Se sincero carajo! Una vez en tu vida aunque sea...
--Oh esta bien... Me atrapaste... –Dijo el griego con ironía --¿Quieres saber que hago aquí?... Mejor siéntate y escúchame...
  Ikki obedeció solo para conseguir algo por parte de ese tipo, una respuesta, tenerlo allí, de nuevo en su vida, y para colmo en la de su otouto le crispaba los nervios.
--¿Qué buscas con Hyoga?... ¿Qué haces aquí?... –Volvió a inquirir el japonés.
--Si quieres que te sea sincero... Si... Tus sospechas eran ciertas... –Reconoció el griego bebiendo un sorbo y terminando su bebida.
--Y me lo dices tan tranquilo... –Explotó Ikki poniéndose de pie para avanzarse sobre aquel hombre, pero este fue mas rápido y de una sola trompada bien puesta en su estomago, le obligó a retroceder  unos pasos hasta terminar acostado en el mismo sillón tomándose con los brazos la herida.
--Tranquilízate... Escúchame...
--¡Eres un bastardo!...
--¡Es cierto maldición! ¡Lo soy!... –El mayor comenzó también a impacientarse. --¡Por eso! Pretendes desaparecer así, sin mas ¡¿Sin que yo te busque?! ¡Dioses Ikki! ¡Sabias que iba a buscarte! ¡Lo sabias!...
--Si... –Admitió Ikki con un gesto de dolor en su rostro.
--¡Y también sabias que tarde o temprano te encontraría!...
--Pero porque él... ¡Por que Hyoga!...
  Saga suspiró y volvió a sentarse, hacerle a entender a ese joven que ahora era menos bastardo que antes era algo imposible.
--Si Ikki... Te busqué, pero di con Hyoga... Y créeme me las hubiese cobrado todas... –Admitió el griego sin ningún tipo de remordimiento --¿Sabes? Hasta te pense muerto... –Le dijo al joven casi con dolor –Pero bueno, después supe realmente que había sido de ti cuando la policía te buscaba por haber raptado a tus hermanos... –Lanzó una carcajada, divertido con la idea.
--Si le haces algo... Si lo lastimas de cualquier forma... No se, pero te juro que te lo haré pagar en vida de alguna forma... –Aseguró Ikki mirándolo fijamente, habló muy en serio y eso, el mayor lo supo, hasta le sorprendió esa actitud tan firme y amenazadora del niño.
--Créeme... Lo que menos quisiera hacer es justamente eso... Lastimarlo... –Pronunció Saga con la sinceridad en sus pupilas, eso vio el japonés al mismo tiempo que buscó incorporarse hasta quedar sentado cuando el dolor comenzó a ceder.
--¿Y pretendes que te crea?...
--Por supuesto... –Exclamó el griego y con tono obvio prosiguió --¿Alguna vez te lastime Ikki? Dime... ¿Alguna vez te hice daño?...
--Si... –Afirmó el joven y al ver el rostro de pregunta acotó – En ese tiempo... Yo quería acostarme contigo... No con tus clientes...
--¡¿Y porque demonios no me lo dijiste?!
--Saga... No te hagas el inocente... –Reprochó Ikki --¿Me vas a decir que no te diste cuenta? ¿Qué no veías mi cara de asco?...
--Pero estaba en ti decir que no...
--¡Pero yo lo hacia por ti!... –Se indignó el menor.
--¡Problema tuyo! Tu tomabas las decisiones, no yo...
 
  El japonés se quedo callado, en cierta forma Saga tuvo toda la razón y tratando de buscar alguna prueba, algún recuerdo llegó a la conclusión que dentro de lo bastardo que era nunca lo había lastimado ni forzado en nada. Así era el griego, así actuaba: Siempre conseguía lo que quería de maneras persuasivas sin forzar nada.
 
--No quiero... No quiero que Hyoga haga las mismas cosas que yo hice... –Se sinceró Ikki.
--Pero él no es Ikki Yamaguchi –Que astuto el griego, eso era obvio, sin embargo quiso decir muchas cosas en esa afirmación –El lugar que él ocupa no es el mismo que el que tu ocupabas...
 
  Recién ahí el japonés comprendió sus palabras, ¿Estaba diciendo que lo que sentía por Hyoga iba mucho mas allá de lo que alguna vez sintió por el? Por todos los Dioses, ese extraño sentimiento que estaba experimentando en su corazón, ¿Eran celos?.
 
--¿Es alguien importante en tu vida?... –Preguntó Ikki escondiendo la mirada.
--Pues... Si... Mas de lo que creí...
--Entonces trátalo bien ¿Si?... ---El joven se puso de pie con la intención de finalizar aquel cerrado dialogo.
--Y si vamos al caso... –Pronunció Saga –Él no es ningún corderito de Dios...
  El japonés entendió lo que le quiso decir, y era tan cierto como que las vacas dan leche.
--Por eso... Se que esta en edad de tomar sus propias decisiones... Y ya le he advertido de la clase de bastardo que eres... –Dijo Ikki dándole la espalda al hombre para marcharse –Y aun así ya lo ves... Esta aquí... –En realidad no supo lo que pensaba Hyoga y lo que había decidido, aunque en su corazón temió lo peor.
--Por eso... No es ningún inocente... Y nunca será una víctima...
--Mas te vale... –Sentenció el joven entre dientes, caminando hasta la puerta Saga lo siguió por atrás con paso lento.
--Me alegro... –Pronunció el griego consiguiendo que el menor diera la vuelta antes de abrir la puerta –Me alegro de saber que estas bien... –Quiso decir muchas cosas, en parte que se alegraba de haberlo encontrado, de saber que estaba bien, que todo en su vida marchaba, nunca se espero cruzarse con Hyoga de aquella manera, aunque lo buscó nunca penso que las cosas darían ese curso.
--Gracias... Por todo lo que hiciste por mi y mis hermanos... –Ikki supo que no volvería a ver a ese hombre que en su tiempo fue su salvación.
--Hace unos minutos querías matarme... Y ahora me das las gracias... –Se burló el mayor rompiendo a reír –Nunca cambias... Siempre tan extremista...
--No te estoy dando las gracias por robarme a mi otouto... –Ikki se sintió estúpido al notar en sus palabras sus celos de hermano. –Te estoy dando las gracias por... ¡Ya sabes!... --Simplificó --Lo que hiciste... Siempre en mi interior supe que habías sido tú el que consiguió que la policía dejase la búsqueda...
--Oh... De nada... –Respondió Saga con un gesto despreocupado de mano y volteando dejo que su antiguo empleado y amante dejase su mansión.
 
  Ikki salió y vio a su otouto fumando un cigarrillo con la espalda recostada en la moto, llego rápidamente a él y de un brusco movimiento le quitó aquel cigarrillo de la boca para luego espetar casi con resignación:
 
--Ya te dije que no me gusta que fumes...
 
  Hyoga nada dijo, si hubiese sido otra la situación, aquella actitud hubiese desencadenado una discusión y consecuente pelea. Se quedó callado, de pie observando a su niisan buscando algún indicio de pelea y cuando este arranco la moto y le dijo firmemente “Vamos”, el rubio subió detrás y se aferró a la cintura del peliazul, con su corazón latiendo a mil y muy curioso por saber que había pasado y en que pensaba.
   Pasaron el portón y tomaron la carretera, el ruso había reconocido la moto de su compañero y amigo de trabajo, aunque bueno, ya no trabajaba mas para Tokumaru Tatsumi y supo que a ese restaurante se dirigían. Ikki como una tumba no soltó palabra y el rubio, siendo bastante callado, no necesito mas para saber que no hablarían nada hasta que llegasen a su casa.
 
 
   CAPITULO 7: “Alguna vez voy a ser libre”...
 
 
  Los hermanos llegaron frente al restaurante, en la puerta, vestido con ropas mundanas los esperaba Agustín con cara de pocos amigos. Tanto Ikki como Hyoga supieron que todo estaba bien, el cocinero era una persona muy amable y aunque se quejase era su costumbre, siempre se quejaba por todo. Mantuvieron una charla corta, bastante seca ya que los hermanos Yamaguchi no tenían muchas ganas de hablar y concordando una reunión de amigos, el peliazul y el rubio se encaminaron hasta su casa.
  Caminaron en silencio un buen trecho y recién cuando llegaron a su hogar el mayor abrió su boca para ofrecerle un te a su otouto. Ya todos dormían en la pequeña pero acogedora casa.
  Ikki preparo dos te y sirviéndole a su hermano se sentaron a la mesa, el clima se había puesto un poco denso, cargado de emociones, de dudas y temores:
 
--Ikki...
--Hyoga...
 
  Hablaron al mismo tiempo, las miradas se cruzaron y el ruso supo que debía ser sincero, su hermano lo comprendería, estaba seguro de eso, Ikki era muy comprensivo pero seria difícil convencerlo, aunque Saga ya había hecho su parte.
 
--Ikki... Yo... Quería que sepas que ya he tomado una decisión al respecto... –Al ver que su niisan no lo interrumpió prosiguió con duda –Me iré de todos modos a Italia...
--¡Hyoga! ¡Maldición!... –Exclamó el peliazul indignado por la decisión –Después de todo lo que ha ocurrido, después de todo lo que te conté... Aun así ¿¡Quieres irte!?...
--Ikki... Por favor... –Hyoga dejó de jugar con la taza y dio un pequeño sorbo –Déjame, una vez en la vida...  ¡Dioses!... –Se interrumpió para luego acotar con sinceridad –Déjame ayudarles... No les faltara nada... Los sacare de esta pobreza...
--¡¿A costa de que Hyoga?!... –Preguntó el peliazul intentando hacerle entrar en razón.
--A costa de nada... –Respondió el rubio –Ikki... Estaré bien, se cuidarme... Y tu ya has visto como son las cosas...
 
  Ikki nada contradijo, con esa conversación llegó a la conclusión de que sus suposiciones eran mas que ciertas, su otouto no era para nada inocente, pero aun así no era justo que se arriesgara de esa forma.
 
--Quiero intentarlo... Y si me equivoco, yo me haré cargo de las consecuencias... Además se que tu estarás cerca, de algún modo u otro... Cualquier cosa se que cuento contigo...
--Hyoga yo... Se que no puedo darte nada... –Admitió el peliazul dolido –Ni a ti, ni a tus hermanos... Se también que eres muy listo y que sabes cuidarte... Yo...
--Ikki niisan...  No hace falta que digas nada... –Pronunció el ruso con una cálida sonrisa, supo que su hermano le había comprendido, que había entendido que Saga, para bien o para mal era una gran ayuda económica.
--Hyoga... Solo quiero lo mejor para ti... Y para tus hermanos... –Ikki luchó contra las palabras que se le quedaban en la garganta, era casi la primera vez, que él recordaba que Hyoga le decía “niisan”.
--Lo se niisan... Y siempre fue así... –Aseguró Hyoga levantándose para dejar su taza en la bacha.
--Ahora no solo se me va Shiryu... Si no tu también... –Pronunció siguiendo los pasos de su otouto para dejar la taza.
--¿Shiryu se va?... –Preguntó el rubio sorprendido, supo que el año escolar llegaba a su fin esa semana decisiva de exámenes.
--Mañana tiene un examen... Si todo le sale bien, le dan la beca... Pero ya sabes como es Shiryu, seguro que saca la nota necesaria...
 
   Hyoga asintió, de seguro que esa beca se la darían, ya era suya desde principio de año pues el pelilargo siempre mantuvo las mejores notas de su curso. Sin mas que hablar, notando la tristeza de su niisan por dejar partir a dos de sus hermanos, Hyoga armó su cama en el sillón y se acostó buscando el escurridizo sueño.
 
 
mmmmmm
 
 
  La semana pasó velozmente, con un clima extraño mezcla tristeza y alegría... Shun había sacado muy buenas notas y si bien Seiya no había tenido un año brillante podría seguir el año entrante junto a su niisan. El morocho, el menor de los Yamaguchi irrumpió en la casa con la alegre noticias de que estaban todos invitados a cenar en la Mansión Kido, la Señora Keiko se lo había propuesto tiempo atrás a Ikki, cuando este fue en busca de su otouto, el mayor supo que la Señora Kido era una buena persona, llena de buenas intenciones y le alegró saber que ella había tenido real influencia en su hermano consiguiendo que estudiara un poco mas y robara menos. Enseguida, una voz dulce se hizo escuchar en la pequeña casa:
 
--Podrás invitar a tu novia Ikki... –Dijo Shun rompiendo a reír.
--¿¡EH!?... –Exclamó Hyoga quien en ese último tiempo pareció ser un desconocido en su propia casa, poco y nada se había enterado de sus hermanos.
--¡Shun!... –Reprochó el aludido volteando y disimulando que ordenaba la mesada para evitar posibles preguntas.
--¿Cómo se llama Ikki?... –Investigó Shiryu --¿Podré conocerla antes de irme a China?... –Si, de mas esta decir que esa beca ya era suya, había sacado 100 sobre 100 en sus exámenes y podría así ir a estudiar idioma y cultura del mismo país.
--Esmeralda... –Respondió el peliazul sin escape escondiendo su sonrisa al verse descubierto.
  Mientras Seiya reía y se burlaba, buscó saber mas de la chica en cuestión, pero Ikki encontró la manera de salir de aquella embarazosa situación:
--¡Con un demonios! ¡Vayan a ordenar sus cosas que esta casa es un chiquero!... –Exclamó poniéndose en el lugar de niisan que le correspondía, y era cierto, cinco hombres viviendo en una pequeña casa ¡Imagínense!.
 
  Ikki lo supo, supo que Hyoga partiría al otro día con ese hombre y aunque en su corazón le dolió dejarlo ir también supo que nada tenia para ofrecerle, nada para convencerlo de quedarse con él... Por otro lado Shiryu también partiría mas adelante demostrándole una vez mas al peliazul que sus hermanos estaban creciendo, que poco a poco despegarían sus alas y aunque solo le quedaba aun para mandonear a su dos hermanos menores, también comprendió que pronto ellos harían su vida y era lo mejor... Con una triste sonrisa llegó a esa conclusión, viendo como los cuatro iban de un lado al otro acomodando sus cosas, seria la ultima vez que vería esa graciosa escena.
  Así fue, al otro día Hyoga entró al cuarto de sus hermanos muy temprano en la mañana, había preferido irse así, sin ningún tipo de despedida dolorosa. Llegó a la cama de Shun y besó su frente, haciendo lo mismo luego con Seiya y Shiryu... Y cuando llegó hasta Ikki se aseguro que este dormía y depositando el beso más cálido que había dado en su vida le susurro un sincero “Te quiero, gracias por todo lo que has hecho por mi”. Luego se retiró del cuarto, tomo su pequeño bolso con todas las pertenencias y con un nudo en el estomago salió del lugar que había sido su hogar y el de sus hermanos, su refugio, su lugar. Era hora de abrir sus alas y volar, de saber que le deparaba la vida y el futuro.
  Al escuchar la puerta del frente cerrarse, y asegurarse que su otouto ya había partido Ikki se levantó de la cama y caminó hasta la cocina, se preparo un té muy aguado con lagrimas en sus ojos, ya debía irse a trabajar. En aquella soledad dio rienda suelta a ese dolor que le carcomía el corazón. Aun así, esa tristeza dejo paso a una extraña alegría: Hyoga había resultado ser una persona firme y segura, mas de lo que el peliazul espero de él. Y estaba orgulloso, de él y de todos sus hermanos.
  Había luchado por darle lo mejor a sus hermanos y con el tiempo las cosas comenzaban a salir bien, poco a poco el destino le había devuelto todo aquello que Ikki había depositado con su corazón, poco a poco la vida comenzaba a darle revancha, a darle mas oportunidades y pudo ver que después de todo, sus esfuerzos no habían sido en vano.
 
 
´´´´´´ FIN ´´´´´´
 
 
  ¿Termino muy mal? A mi me dio la sensación de que si. ¡Por fin! ¡Dioses! Pense que nunca terminaría, mas después de tener que empezar a hacerla de nuevo. No quedo como la primera versión, pero aun así me gusto hacer esta historia. Espero que les haya gustado y se que suelo dejarlo como “al malo” a Saga, pero en esta ocasión es un bastardo bueno ¿Vieron?. Podrá ser similar a otros fics míos pero no del todo.
  Quiero aclarar que nunca hubo violación, espero que en la historia haya quedado bien claro eso, ya que no se si lo exprese bien en el dialogo con Seiya: El estuvo completamente de acuerdo y encima le gusto, lo que lo hizo sentir mal, por decir así, fue la bajeza de su acto, de aceptar solo por dinero. Siempre lo dejo al Pegasus como a una prostituta en casi todos mis fics, o lo violan o abusan de él, o lo someten, o se aprovechan de su inocencia.
Espero Pandora tu comentario y el de todos, sinceramente quiero saber que piensan de este fic, nos vemos con la continuación del Ikki x Shaka que lo tengo muy olvidado, nunca tarde tanto en actualizar pero espero que comprendan, los que siguen esa historia, que nunca me había pasado esto (O si, pero en esa ocasión fue con un fic de tan solo ocho paginas, esta vez fue de 75... Mmmm... ¡Que corto quedo este!). Después de actualizar “¿Que he hecho yo para merecer esto?” Cumpliré con el primer pedido del foro de Dazi.
 
 
  ¡ROSAS!
 
 
  24/04/2006 05:02 p.m. - Villa de Merlo, San Luis, Argentina. -
 
 
  Exclamaciondeathena@hotmail.com
  kurumadasama@gmail.com
 
 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).