CAPITULO 6: Inspiración
Nos encontrábamos Uruha sentado en la silla del escritorio (evidentemente se había puesto nuevamente la camiseta que yo le había quitado en nuestro “encuentro” apasionado reciente) y yo en el sillón que había enfrente, cada uno con sus respectivas guitarras sobre las piernas, intentando sacar una buena melodía para la letra que el pequeño del grupo nos había entregado. El reloj de la mesilla de noche ya marcaba las 00:15 y aun no habíamos conseguido nada decente.
_Emm… tal vez si ponemos un floreo entre dos notas en arte menor….*(1) - dijo, e intentó buscar las notas adecuadas para esa melodía que proponía. Yo esperé a que tocara, y al hacerlo, improvisando un pequeño cacho, no es que quedara mal, pero no me pegaba para la letra. Al decírselo se recostó contra el respaldo de la silla y resopló.
_Buff…. A este paso no nos dará tiempo… necesitamos ya una melodía, para que nos dé tiempo a meter los acompañamientos de guitarra, bajo y percusión…. Se puede saber en qué pensaban dándonos solo 3 días??
Cuando me dijo eso no pude evitar acordarme de la explicación que nos dio Kai “es que les dije que ya teníamos varios proyectos en marcha… que solo nos quedaba grabarlos y me acordé de la sonrisa que nos había puesto de disculpa….. Evidentemente no iba a contárselo a Uruha, pues en el estado de desesperación que se encontraba era capaz de ir a matar al líder.
_Tranquilo, seguramente será para ponernos a prueba de que somos capaces de trabajar en esto- mentí para salvar a nuestro líder de la desgracia- ya sabes, este trabajo requiere esfuerzo y cansancio, así que será una prueba para que no nos tome por sorpresa. – se me quedó mirando con gesto de “tienes razón…”
_Aaaah! Pero no podrían habernos dado un día más??? Desde luego, a menuda compañía hemos ido a parar…..
_Si… - viendo su cara de desánimo no se me ocurrió otra cosa que tocar una melodía que yo conocía desde hace mucho tiempo. Empecé a tocar suavemente, haciendo que la melodía fluyera en el aire hasta sus oídos transmitiéndole paz y sosiego. Después de unos minutos, abrí los ojos que había mantenido cerrados durante mi interpretación, y vi al frágil humano dormido sobre la mesa del escritorio con la guitarra aun bien agarrada por el brazo que no utilizaba de apoyo.
Sonreí de medio lado, y dejando mi compañera sobre donde había estado yo sentado, me acerqué a su figura. Cogí la guitarra con cuidado y la dejé apoyada contra la pared. Me arrimé a él y acariciándole con la yema de los dedos la mejilla, me incliné para cogerlo en brazos y llevarlo a la cama.
Mientras lo cargaba en brazos pude apreciar su rostro dormido de cerca. Era la primera vez que lo veía dormido, y no me dejó para nada insatisfecho. Sus parpados cerrados creando una pequeña sombra sobre sus mejillas a causa de las pestañas, y su gesto relajado me sedujo de sobremanera. Verlo tan indefenso me hacía querer permanecer cerca suya para protegerlo.
Al llegar hasta la cama, me incline despacio para posarlo sobre esta lentamente. Fui a por una manta al armario y apagué la luz de la habitación, y cuando volví, una imagen me dejó hechizado. Su rostro y figura únicamente iluminados por la luna. Puse la manta sobre él, y lo observé un poco más.
Cuando iba a girarme para coger mi guitarra y marcharme, su voz me detuvo en seco:
_Aoi….- fue un susurro claro como el agua. Así que me volví rápido para contestarle, pero seguía dormido. Lo único que había cambiado, era que ahora su rostro mostraba una leve sonrisa.
_Hum… - sonreí de lado y, antes de desaparecer por la ventana con mi guitarra,( pues si salía por la puerta y se enteraban de que me iba porque él se había dormido, puede que no se enfadaran, pero sé que Uruha no se lo perdonaría), susurré – que tengas dulces sueños Shima….. Conmigo.
Y así como tantas otras veces que no deseaba ser descubierto por los chicos, dejé la mansión saltando desde una ventana.
A esas horas en esa pequeña ciudad no había casi nadie, solo algún rezagado que volvía a casa de su trabajo, y jóvenes que empezaban a salir de juerga. Inconscientemente mis pasos me llevaron al parque donde había empezado todo, aunque ahora estaba oscuro y desolado, y el joven precioso que había conocido sentado en aquel banco, ahora no estaba.
Me senté y observé la luna que iluminaba las noches oscuras para los humanos. Aunque estos ahora prescindían de ella con las luces artificiales de las calles, casas, coches…. Y recordé la figura del chico que había derretido el hielo que se había creado en mi corazón con los años, dormido y con la luz lunar iluminándole el rostro en calma que tenía al dormir. Inconscientemente mis dedos viajaron a las cuerdas del instrumento negro que llevaba conmigo, y una melodía pegadiza y hermosa empezó a surgir.
Al principio no me daba cuenta, pero después de un rato, vi que esa música podría servirnos perfectamente para la letra que había escrito nuestro vocalista. La toqué un rato más para asegurarme que la recordaría, pero para mí ya era imposible olvidarla pues había sido inspirada en él.
Después de que terminara por fin mi inspiración me recosté contra el respaldo del banco, y eché mi cabeza hacia atrás suspirando.
_U-ru-ha….- dije lentamente su nombre en voz alta, y sonreí. La verdad es que no sabía cómo había llegado tal locura a invadir mi mente, que yo creía completamente desprovista de sentimientos, pero sentía que ya no había vuelta atrás. Me había cautivado; había convertido el hielo en fuego, la soledad en prefecta compañía, el monótono paso del tiempo en un deseo de pausa de este, al cazador en la presa….
Cuando volví en mí de mis pensamientos, la luna se había desplazado un buen trozo, así que imaginé que ya era tarde, y por eso decidí volver a la mansión.
Las calles solitarias y oscuras me transmitían paz y tranquilidad, y yo mientras caminaba me entretenía observando el vapor que desprendía mi respiración a causa del descenso de la temperatura de la noche. Me dirigía lentamente a casa, con mi guitarra colgando de mi hombro dentro de su funda, cuando me llegó un sonido que rompía la calma de la silenciosa noche. Una muchacha gritaba desde algún callejón suplicando por ayuda, pues al parecer un par de hombres la estaban atacando.
Yo continué con mi camino sin prestar mucha atención. Durante mis primeros años de existencia como vampiro, me había revelado contra mi naturaleza evitando tomar sangre humana y utilizando mis nuevas habilidades adquiridas para ayudar a cuantos pudiera, pero con el tiempo aprendí que era inútil hacerlo. Al igual que los humanos cazan otros animales de escala evolutiva inferior para comer (y algunos por deporte), también pasan de si dos leones se pelean o de si una cebra es cazada. Simplemente eso no va con ellos, es algo aparte. Pues comprendí que ser vampiro era, de alguna manera, ascender en la escala evolutiva, y por lo tanto pasar de este tipo de situaciones era algo normal. Así que iba a pasar de largo del callejón donde se estaba produciendo el acoso, cuando la chica me llamó desesperada:
_Señor!!! Por favor ayúdeme!! – sus gritos eran desgarradores, y un golpe por parte de uno de los 2 hombres la hizo callar y sollozar más fuerte. Me paré en seco y miré la escena que se me presentaba. La muchacha no pasaría de los 25 años, y parecía ir vestida elegante, como si acabara de salir de algún trabajo de oficina (solo que ahora su blusa antes blanca presentaba suciedad y botones arrancados).
No sé qué fue exactamente lo que me conmovió, pero decidí ayudarla. Dejé mi guitarra apoyada contra el muro y me dispuse a iniciar la pelea.
_Eh tú!! No te creas un tipo duro!!! Lárgate si no quieres acabar muerto en algún basurero – me amenazó uno de los hombres que llevaba una navaja en la mano derecha. Su amenaza no me hizo frenar mi paso lento y decidido, ni siquiera cambiar mi expresión que se mostraba neutra – qué, no me has oído?? Como te sigas acercando, te mataré a ti y a ella!!!
Al decir eso cogió bruscamente a la chica pasando un brazo por su garganta y acercando la navaja a su cuello en señal de amenaza de muerte. Me paré y le miré a los ojos. Aunque el hombre hablaba seguro, su mirada mostraba miedo e inseguridad. Cuando me miró y vio que en mi cara no había el menor gesto de preocupación o duda, ese miedo aumentó, y entonces le dediqué una sonrisa burlona antes de desaparecer ante su lenta mirada, y acercarme a él por detrás golpeándole en la nuca haciéndole caer al suelo soltando así a la joven y a la navaja.
El compañero se me acercó corriendo con intención de golpearme, pero esquivé su puñetazo y le golpee en el estomago haciéndole caer al suelo junto al otro.
La joven en estado de shock, estaba apoyada contra el muro del callejón, y no conseguía moverse, así que me acerqué y le dije:
_Señorita, ya está a salvo. Váyase a casa y denuncie esto – no obtuve respuesta. Su mirada estaba como perdida, realmente le había afectado el susto. Suspiré y la cogí en brazos para llevarla a algún sitio más seguro. Iba caminando ya a la salida del callejón donde esperaba mi guitarra, cuando escuche que se oían los pasos de uno de los hombres que se había levantado, y venía hacia nosotros con la navaja en la mano dispuesto a atacar. Por el sonido de sus pasos deduje su posición, velocidad y fuerza con la que venía, y el ataque ponía en peligro a la chica, y no me daba ya tiempo a escapar o a atacar, así que no me quedó más remedio que girarme para así recibir el ataque en un costado. Ya al notar el dolor de la cuchillada le di una patada fuerte en la tripa y lo dejé sin sentido.
Sin soltar a la chica cogí mi guitarra y me fui deprisa de allí. La llevé a una zona próxima de donde había más barullo de gente, y la dejé en el suelo. Ya parecía estar más recuperada del susto.
_Señor muchas gracias… no sé ni cómo agradecerle lo que ha hecho por mi… - me decía intentando adecentarse un poco la ropa y el cabello.
_Tranquila… no hace falta que me agradezcas nada. Cuídese. – y así desaparecí de su vista sin darle tiempo a decirme nada más.
Caminando a casa me saqué la navaja que aun tenía clavada en mi costado, y la tiré en un contenedor que había de camino. Hacía tiempo que no sentía dolor así que recordarlo no estaba siendo muy agradable. Intenté presionar mi herida para que dejara de salir tanta sangre, pues si perdía mucha al final tendría más hambre que una fiera en ayunas.
Ya había llegado a la mansión, y evidentemente no podía entrar por la puerta, pues entrar por donde no me habían visto salir no tenía sentido, y verme en ese estado solo provocaría molestias. Así que tendría que hacer el esfuerzo de subir a la ventana de la habitación de Uruha…
Trepé como pude (la herida fastidiaba horrores, y la guitarra no ayudaba mucho) y por fin conseguí llegar. Empujé despacio el cristal de la ventana para colarme sigilosamente. Y cuando por fin llegué dentro, alguien encendió la luz.
_Donde coño estabas?? Te das cuenta de qué hora es y de que no tenemos aun nada de canción? – Al parecer Uruha había despertado con mal pie de su siesta nocturna…. Y yo la verdad tenía esperanzas de que no hubiera despertado para que no me viera herido. Pero al parecer iba a ser inevitable… y así fue.
_Qu-qué te ha pasado? – su cara se convirtió en preocupación y horror al ver la sangre salir del agujero de las ropas de mi costado. Y antes de darme tiempo a contestar se me acercó corriendo para mirarme más de cerca la herida. Al rozarme con las yemas de sus dedos, provocó una punzada de dolor, y al ver la mueca que puse se preocupó más. – habrá que llamar a un médico o algo.
_No vamos a llamar a ningún médico… - dije dejando la guitarra en el suelo para no llevarla más sobre el hombro.
_Sí claro que si, y habrá que avisar a los chicos.- empezó a caminar en dirección a la puerta para llevar a cabo la acción que había dicho, pero yo le detuve agarrándole del brazo.
_No podemos decirles nada, no quiero que se enteren de esto – el por qué era muy simple: no iban a entender cómo después de tantos años alejado de los humanos, ahora había salido herido protegiendo a uno. Y la verdad yo tampoco lo entendía. Y seguramente me echarían la bronca por empezar a actuar de manera extraña, así que contarles algo era completamente imposible. Gracias al cielo no hizo más preguntas.
_Muy bien, entonces, dame un botiquín y yo te curaré. – lo dijo tan decidido que me sorprendió un poco.
_A ver cómo te lo explico…. No tenemos botiquín. ^^U
_No tenéis botiquín? Pero y si alguna vez os cortáis cocinando o tenéis algún otro tipo de accidente? – que gracia… un vampiro teniendo un accidente cocinando. Era una idea que me hizo reír, aunque él me miró mal por hacerlo. Paré y me puse más serio, saliendo de la habitación sigilosamente mientras él me miraba extrañado. Cuando volví me esperaba sentado en el borde de la cama mirando en dirección a la puerta. Yo llevaba en la mano un poco de desinfectante de heridas que había en el baño (aunque con posibilidad del 80% de que ya no hiciera nada por el tiempo que llevaría allí), unas vendas que había cogido de la habitación de Reita de las que usaba para la nariz pero que ya no le hacían falta, y por ultimo esparadrapo.
_Con esto bastará? – le dije entregándole todo mientras me sentaba junto a él.
_Sí, supongo que tendrá que bastarnos con esto.- diciendo eso cogió una de las vendas y la empapó del desinfectante. – Quítate la camiseta… - levanté una ceja para ponerle nervioso y hacérselo mas difícil. Me gustaba molestarle, pues se veía muy lindo cuando se avergonzaba. -venga! Sino no podré curarte como es debido….
_Pero yo soy el herido…. Si vas a curarme no deberías quitarme tú la camiseta? – le sonreí de medio lado mientras él empezaba a tomar un color rojo en sus mejillas. Al ver que yo no iba a ceder, dejó momentáneamente la venda sobre la colcha para quitarme la camiseta con cuidado para no causarme dolor. Sus manos al acercarse se mostraban dudosas y temblaban, pero cuando por fin llegó a la camiseta y empezó a subírmela hacia arriba acariciándome en alguna ocasión sin querer, se mostraban decididas. Me la sacó y la echó a un lado. Me empezó a limpiar la herida suavemente, aunque escocía igualmente. Cuando termino de limpiarla, cogió otra venda y doblándola la puso encima de la zona afectada, asegurándola con esparadrapo. Y cuando iba a retirar la mano porque ya había acabado, yo como un acto reflejo presioné su mano contra mi piel, diciéndole así que no quería que terminara de estar en contacto con esta. Me miró un poco asombrado, pero pareció estar conforme con la idea, pues acto seguido empezó a acariciar la piel en dirección a mi pecho. Eran unas caricias tan suaves que casi causaban cosquilleo, y cuando ya iba a llegar a la cara le detuve la mano agarrándola con la mía.
_Ahora para que sane rápido tienes que besar la herida… Uru-chan – me miró avergonzado en señal de “vas en serio?” y al no ver una negativa por mi parte, se fue inclinando poco a poco hasta llegar a la zona ahora vendada. A causa de la vergüenza cerró los ojos y me beso la herida. Después de unos segundo le cogí del mentón y le hice subir otra vez hasta mi altura, diciéndole sin soltarle – gracias Uru-chan, has sido un enfermero perfecto. –y sin darle tiempo a decirme nada le besé en los labios. Fue un beso corto pero como siempre lleno de pasión.
Al separarnos mostraba cara de tristeza, y al preguntarle que ocurría me contestó con otra pregunta:
_Por qué me dejaste dormir? Ahora no nos dará tiempo a hacer la canción, y todo por mi culpa.
_Te veías demasiado lindo como para despertarte. – Por esa contestación giró la cabeza en dirección contraria a mí, pero yo le obligué con una mano a volver a mirarme – tranquilo Uruha, en mi ausencia estuve meditando, y me inspiré en una canción. Luego de tocarla se me ocurrió que quedaría bien para la canción del grupo, así que si te gusta, no hará falta que te preocupes más por encontrar la melodía. Quieres escucharla?
_En serio has compuesto una canción? Y como fue que te inspiraste? – yo al verlo un poco más animado sonreí y me levanté a por mi guitarra mientras volvía a tomar asiento.
_Supongo que tú tuviste algo que ver – y empecé a tocar la canción que había sido inspirada en él, por lo cual eso lo convertía en el autentico dueño de la melodía. Mientras la tocaba podía notar cómo su cuerpo se relajaba poco a poco, al parecer en señal de que ya habíamos encontrado la música apropiada. Al terminar de tocarla le miré, y me sonrió feliz, levantándose y corriendo al escritorio para coger un boli y papel para escribirla, y así dársela al batería y al bajista para que empezaran con un acompañamiento. Cuando terminamos de escribirla se fue corriendo a buscarlos, mientras yo lo esperaba en la cama sentado y mirando por la ventana, apreciando la infinidad de estrellas. De repente una punzada ardiente me invadió el pecho, y yo jadeando me lo agarré con una mano. Al parecer la sed de sangre, fruto de la herida recibida, ya estaba aflorando de manera salvaje.