Capitulo 11: manos manchadas, asesinato a la luz de la luna…
El atardece estaba por acabarse, las primeras estrellas se notaban, el aun estaba sentado, abraza a sus piernas, sus mejillas ya no estaban rosadas, pero aun así, su cuerpo temblaba.
Dio otro largo suspiro, se levanto, sus articulaciones dolían, pues estuvo hay sentado por un largo rato, después de acostumbrar sus pierna quiso irse a su cuarto a tomar un baño muy, muy frío.
Pero cuando noto, algo a lo lejos una silueta, todo estaba oscuro así que no supo si era de mujer o hombre, la luna salio, su luz de plata lo ilumino, junto con esa extraña silueta, era aquella mujer de melena castaña de ojos azulados, mordió su labio inferior, tratando de aguantar su rabia…
Sabia que ella era la responsable…
Ella lastimo a su hermana…
Merecía ser castigada…
Se cerco a ella con sumo cuidado, para no ser visto por ella, al estar solo unos pocos metros de ella, escuchó algo que hizo su sangre arder de rabia.
Aun no ha muerto esa niña estúpida…-murmura algo enojada- debí de darle en el corazón, pero que importa, las medicinas se llegan a confundir con veneno…jajaja..-ríe malvadamente.
Apretó sus puños, sus ojos cambiaron aun color rojo muy intenso, una sonrisa maniaca se curvo en sus labios, termino de caminar los pocos metros que lo separa del al castaña.
Te dije….-la castaña se voltea y ve al tricolor, sus ojos rojos brillaban y su voz era tan grave como la de un demonio- que no acercaras a mis hermanas…
¿Qué?...-se echa para atrás dispuesta a irse corriendo, pero antes de que diera aun paso, yugi la tomo de los cabellos y le dio un fuerte golpe en el vientre, haciendo que esta pierda la conciencia.
Yugi arrastró a anzu, hasta un lugar muy lejano en el palacio, el cual había descubierto después de tanto perderse en el, era un cuarto algo retirado, muy oculto entre sombra, donde ni los sirvientes pasaban.
Yugi, abrió la puerta de ese cuarto tan alejado, la encerró en el, cuando la puerta se cerró detrás de el, aquella sonrisa maniaca se intensifico aun más, esos ojos rojos brillaron en la oscuridad.
Trono sus dedos, una silla apareció en medio del cuarto, junto a una mesa llena de algunos aparatos de tortura, tomo a anzu por el pelo y la sentó en la silla, sujeto sus manos y pies con una cuerda que estaba en la mesa.
Con una bofetada despertó a la castaña, ella miro asustada como yugi se le acercaba, con un cuchillo en su mano, jugando con el, con su mirada enloquecida, comienza a temblar mientras ve a yugi acercarse y colocarle el cuchillo en su cuello, muy cerca en la yugular.
Es hora…de tu castigo…-susurra mientras deja el cuello y va a su brazo, hace un corte a lo largo de su brazo, haciendo gritar fuertemente a la castaña, moviendo los músculo y tendones, encontró el hueso.
Con esa sonrisa tan perturbadora, abrió la piel, tomo de la mesa un martillo y comenzó a martillar el hueso, los gritos de la castaña rompía el silencio, pero nadie, nadie la escuchó.
El hueso quedo hecho trizas, sus manos estaban manchadas de sangre, que goteaba hacia el suelo, tomo con su mano el rostro pálido de la castaña, aun con su mirada enloquecida y esa sonrisa que hacia temblar los huesos…
La noche… es bastante joven….-esa voz tan grave, tan demoníaca, era el demonio quien estaba su lado- bajo la luz de la luna… morirás…
Dicho esto, tomo de la mesa un liquido, el cual esta en un frasco de cerámica, tapado con un colcho, con un movimiento lento, destapo el frasco, y lo acerco a los labios de su victima.
No me gusta que grites….- derrama lentamente el acido sobre el los labios de la joven, quien comienza a contorsionarse de dolor, el acido consumió los dientes y los labios de la chica, el hueso quedo al descubierto, lágrimas de dolor bajan por sus mejillas.
No llores…-susurra en su oído.- esto apenas comienza…
Tomo de la mesa, 5 agujas filosas, tomo el brazo que estaba bien y a un ritmo muy doloroso, coloco una de las agujas debajo de la uña de su pulgar, un hilo desangre comenzó a bajar por sus manos, era un dolor tan intenso que era casi imposible de describir.
Siguió con el mismo procedimiento con los otros dedos, gota a gota carmesí caía hacia el suelo, la joven, lloraba, con sus ojo cerrados, resignada que esa noche iba a morir, el tricolor tomo la con agujas y lamió la sangre de esta.
Este sabor metálico…-susurra mientras deja la mano- es muy adictivo…
Se acero a la mesa, tomo de ella, un cuchillo pequeño, lo miro y otra vez una sonrisa que helaba la sangre curvo en sus labios, se acero a ella y paso el cuchillo por alrededor de su cuerpo.
Se agacho hasta el vientre del la castaña, he hizo un corte en forma de C, abrió la piel, tomo con su mano, el estomago de la joven y lo saco lentamente, hasta que esta fuera de ella, su mano esta mojada de sangre, sostuvo en su mano el estomago con una mirada perturbada.
Lo soltó y cayó al suelo, con su pie lo aplasto, de un solo pisotón, manchado su pierna de pura sangre, una risa maniaca salio de sus labio y se dedico a mira a la joven, por la herida se asomaban su intestino, la sangre bañaba su cuerpo.
Se acerco a ella y la miro con sus ojo rojos, ella aun estaba viva, pero por muy poco, yugi sabiendo esto, tomo el mismo cuchillo pequeño, lo acerco al ojo derecho de anzu, con un pequeño corte, saco son su mano su ojo, cortando de un tirón el nervio ocular.
Una idea perturbada pasó por su mente, miro el ojo entre sus dedos, con un hilo que estaba en la mesa, ato el poco nervio ocular quedaba, encima de la cabeza de la castaña haciendo parecer que su propio ojo la viese.
Ya se estaba acabando el tiempo, con ese cuchillo, abrió la piel del pecho de la castaña, dejando ver el corazón, el corazón latía lentamente, con sus manos rompe las costillas, y con ellas saca de un solo tirón el corazón.
Estaba muerta, hasta el último minuto, había sufrido un gran dolor y lo sabia, río con ganas, estaba cubierto de pies a cabeza de su sangre, algo que lo alegraba enormemente, se dio la vuelta, se encamino hacia la puerta pero antes de irse susurro.
Duerme bien…
Al salir del cuarto, vio que la noche estaba en su punto, la luna iluminaba su cuerpo ensangrentado, dio un suspiro y comenzó a camina a su cuarto, dejando que la luna lo guiase.
Llego a su cuarto, lo primero que hizo fue tomar un baño para borra la sangre de su piel, ya sus ojos eran color amatista, estaba muy tranquilo con lo que había hecho, jamás se arrepentiría.
Al salir del baño, con un paño cubriendo su cintura, se sientan en el borde de su cama, cayó de espaldas, cerró sus ojos y recordó el beso del faraón, sus mejillas se prende en rojo y su corazón latía impaciente.
“Deseo poder tocar tu piel…”
Piensa mientras siente como el sueño se apodera de el.
“Pedidos en un remolino de placer, con mis gemidos y los tuyos al mismo ritmo, solo tu y yo en una cama, que mis manos acariciando tu cuerpo, hacerme tuyo y hacerte mío… deseo el sabor de tu piel, deseo el poder fundirme en ti… y quedar así… para la eternidad…”