Capítulo X: Primera vez.
Chikara llego a la habitación que compartía con Daion después de la media noche, se sentía intrigadamente nervioso, abrió la puerta y lo que vio fue algo que nunca le toco ver.
Daion estaba en la habitación, pero no era el verdadero Daion, no, Daion era de cabello negro y ese chico… ese chico brillaba con la luz de la luna, su cabello eran hilos de ese astro, estaba desnudo o medio desnudo, no lo sabia, no era capaz de bajar la mirada a su parte baja por temor a que sus ojos se clavaran en esa área y el chico al voltearse lo descubriera babeando como idiota.
Su garganta se seco… la sangre dejo de llegarle a la cabeza porque empezaba a acumularse en otro lugar, él era hermoso, era la fantasía recurrente… era… quiso moverse, su fantasía se estaba volteando, tenia que moverse, pero nada, su cuerpo no respondía como él quería, respondía, si, pero no era algo que pudiera controlar, quería lanzársele encima y a la vulgar, cogérselo y darle duro.
Lo más intrigante de todo fueron sus ojos, era Daion, y que si estaba desnudo, ahora lo sabia porque sus ojos tan desobedientes se clavaron en los glúteos firmes y perfectos, algo punzo en sus pantalones, como le costaba mantenerse de pie, cualquiera viendo tremendo espectáculo hubiera tomado al chico, aun en contra de su voluntad y dejarlo encerrado para tenerlo a su disposición día y noche.
El rostro del peliplata se pinto de rojo, Chikara lo atrapo en medio de un ritual para convocar a un guardián del bosque, necesitaba de su sangre y de la luna, y ahora Chikara se enteraría de su naturaleza, le temería sin importas o al menos dejar que se explicara. Los ojos se le aguaron. Tenia ganas de llorar y lanzarse a los brazos de su oto-san, cayo de rodillas tomando la sabana para cubrirse, al ver que el moreno no se movía sintió más miedo, no podía levantar la vista por el puro terror de ver la mirada de pánico que Chikara le dedicaría.
Envuelto en la sabana corrió al baño de la habitación para esconderse, esperaría hasta la mañana para no tener que presenciar cuando Chikara tomara sus cosas y se marchara, tendría que irse del internado cuando el rumor de su naturaleza se extendiera como pólvora, al intentar cerrar la puerta se percato que Chikara la detenía, tenia en los ojos algo que jamás pensó ver, era más, no lo identificaba, retrocedió chocando con el lavado cuando el moreno avanzo unos pasos.
Recorrió con la mirada la persona frente a él, era encantador verlo temblando de miedo, de frio…
Era como si Daion temiera de su cercanía, y eso le encantaba, lo hacia violable ante sus ojos… es más, lo iba a violar si el peliplata no se lo permitía. Con paso seguro lo acorralo ante el lavamanos, el chico temblaba ante su mirada, era como si intentara comérselo con los ojos, y eso ya estaba poniendo muy nervioso a Daion, ¿Qué planeaba Chikara? ¿Acaso seria capaz de…?
La línea de sus pensamientos se vio cortada cuando los labios del moreno se presionaron sobre los suyos, las manos blancas se enrollaron en su cintura mientras de la sorpresa Daion soltaba la liviana sabana que lo cubría dejando su cuerpo completamente desnudo y a la completa disposición del moreno que ni siquiera se lo pensó, atrapo las caderas del peliplata y lo subió a la fría superficie posicionándose entre sus piernas y solo dejo su boca para pasarse a su cuello donde succiono y mordió dejándole marcas muy notarias pero que con el tiempo fueron desapareciendo gracias a su poder de sanación.
La mente se le borro y solo le quedo esas desconocidas sensaciones que el moreno dejaba en su piel. Sin querer dejo escapar un gemido y empezó a mecer sus caderas sensualmente contra el moreno aunque la cremallera del pantalón de Chikara lo lastimo, era un dolor que amaba… un dolor delicioso.
-ahha…-Gimió en el oído del mayor, temeroso se cubrió la boca, eran sonidos que nunca antes tuvo que expresar y empezó a temer que Chikara quisiera aprovecharse de él.
El mayor se levanto con él en brazos, por temor a caerse se abrazó al cuerpo contrario consiguiendo profundizar el contacto, se entretuvo aspirando el aroma varonil hasta que la suave superficie de una cama llamo su atención.
Estaba en la cama de Chikara y Chikara estaba sobre él con cara de que se lo comería enterito, sus ojos brillaron con intensidad cuando los labios durazno se acercaron, sin querer los cerró y se dejo llevar. Seria la última vez… la primera y la que más recordaría.
Las manos del moreno recorrieron la suave piel de los muslos… desde la rodilla hasta los glúteos queriéndose grabar a fuego de caricias cada rinconcito de ese cuerpo… porque él era lo más importante en su vida… porque él había visto más allá de lo convencional… simplemente porque era Daion.
El peliplata solo se dejo hacer, permitió que el moreno recorriera su cuerpo, y él mismo se permitió mantener dicho contacto, en cualquier momento hubiera podido quitarse de encima a Chikara, un solo golpe y lo tendría fuera, el problema era que no quería, simplemente deseaba que el moreno lo marcara y muy en el fondo que nunca lo dejara ir. Sintió como las manos del mayor le abrían las piernas y las posicionaban a los costados, poco después un dedo hiso su aparición entre el cuerpo del menor que solo se arqueo evitando saliera algún grito, se quedo quieto… esperando el segundo dedo, y así el tiempo se fue entre los mimos que Chikara le proporcionaba hasta que tener los dedos del otro adentro ya no fue molesto, era más, necesitaba sentir verdaderamente al moreno. Empezó a mover las caderas contra la mano que lo invadía. Chikara estaba contento, la aceptación del acto lo hacia feliz, no se imaginaba forzándolo… bueno, tal vez si, pero no pasaría de eso.
Tomo de las caderas a Daion y lo acerco a su miembro que palpitaba por atención, y se fue introduciendo con cuidado para no desgarrar nada. Daion solo cerró los ojos mordiéndose el labio, no gritaría, no le pediría que se detuviera… la primera embestida y sintió que el paraíso en donde estuvo los primeros días de muerto volvía a recogerlo, se abrazó a la espalda definida de Chikara abrazando la cintura de este con las piernas, quería sentirlo más adentro, ya no soporto más y dejo salir su voz gimiendo en el oído de Chikara que más excitado arremetió más fuerte, no podían detenerse, dejaron besos en las pieles contrarias, sentían que el sabor ajeno les impregnaba la saliva, de tanta delicia el primero en correrse fue Daion seguido de un satisfecho Chikara que sonreía como nunca antes, Daion paso la mano en una marca en forma de araña que tenían en la espalda y cayo rendido, el inicio del fin hacia su aparición por encima del horizonte.