Capítulo XII:
Sacrificio.
Al terminar la revisión, Tsuzuki se levanta encarando a su eterno enemigo, ambas miradas chocaron desafiando a la otra, situación que no paso desapercibida por Hisoka, que sintió que en cualquier momento vería a esos dos luchando, pero fue Tsuzuki quien sonrió nervioso disipando la atmosfera tensa.
-¿Qué le sucede a mi hijo, doctor?-La ultima palabra sonó un tanto forzada, pero con una nueva sonrisa hizo cálido el entorno.
-Señor…-Miro de arriba a bajo al castaño para luego sonreír con superioridad-… Asato, el joven Daion solo esta exhausto, tal vez realizo alguna actividad demasiado rigurosa para su complexión.
Y de nuevo un cruce de miradas que seguro fulminaría en pleno vuelo a una mosca que se interpusiera, un sonido ronco producido por Daion al despertar mientras se removía incomodo ante la atenta mirada de Akuma llamo la atención de ambos adultos, Tsuzuki corrió a tomar su mano apartando con un ligero empujón al pelirrojo.
-¿Qué te sucedió Dai-chan?-La voz no le temblaba pero Hisoka juraría haber sentido cierto temor en ella.
-Creo que me excedí un poco con mi entrenamiento, oto-san…-Rio tontamente tocándose la nuca, claro que se había excedido, tenia que limpiar desastres no ocasionados por él, cuidar de todos… y por encima soportar como Chikara lo tomaba.
Un suspiro y la sonrisa del castaño mayor se incremento, con un gesto dulce retiro el cabello de la frente del ojicarmín y deposito un beso en ella, en ese instante Hisoka sintió una envidia increíble, pero no solo era suya, Muraki se moría por matar a los dos, mientras Akuma por hacer lo que Tsuzuki hacia sin problemas. Olvidando esa posible fuente de celos giro el rostro a Hijiri que muy enternecido miraba la escena, de pronto el sonido de un violín rompió sus pensamientos, el trino del diablo retumbaba en su mente, sin embargo no lo demostró, permaneció quieto. Dejo que los celos de la dicha de Daion calmaran la música, que simplemente todo callara como se supone debería estar.
Daion regreso a sus clases al igual que los gemelos, en cuanto a Tsuzuki había desaparecido, y ahora estaba en el bosque que rodeaba el internado, pudo percibir en el aire la presencia de seres malignos que se arrastraban hacia el internado, y uno en especial que lo miraba con interés.
-¿Qué quieres?-Pregunto sin rodeos.
Una risita macabra se escucho acompañada de un:
-¿Acaso no es obvio que quiero a Daion?
-No lo tendrás, su misión es proteger a Hisoka y ahora la mía es protegerlos a los dos.
-¿Entonces me puedo quedar con Hijiri?-Una nueva carcajada y los ojos azules de Akuma sonreían por si mismos.
-No…-Tsuzuki empuño las manos controlándose lo suficiente para no explotar-… no tendrás a nadie.
Pudo sentir como la presencia del pelirrojo se desvanecía, estaba consciente de no poder luchar contra un shinigami tan poderoso.
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Se sentó en su lugar con pesar, algunos estudiantes había presenciado el acontecimiento de su desmayo y murmuraban una infinidad de tonterías, sintió unos pasos peculiares bailar hacia su puesto y de pronto las manos delicadas de Honnou tomaban las suyas.
-Ya me contaron lo que te paso…-Sonó extrañamente preocupado-¿Qué te paso?
-Entrene de más…-Y volvió a reír como un tonto.
Chikara se sintió desplazado por el nuevo amigo de Daion, había estado intentando acercarse a él pero no podía, el mismo Hisoka se negó a hablar, Daion lo evadía, se sintió culpable por haberlo tomado de esa forma, pero es que no soportaba más, su límite se había impuesto.
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Las clases transcurrieron de forma normal, mientras cierto rubio se rompía la cabeza intentando encontrar sentido a lo que creía una locura, ¿Acaso el padre de Daion era el mismo hombre que le mandaba las cartas? ¿Por eso Daion se mostraba tan de acuerdo con responderlas?
Acabo las clases sin importarle el proyecto que seria más de la mitad de su calificación, ni siquiera espero a Hijiri para regresar a la habitación, tomo un camino diferente, uno que por lo general evitaba por se poco transitado y muy tenebroso, aunque al ver la silueta de algún estudiante lo relajo, pero no duro, el cabello rojo y los ojos azules lo hicieron desear nunca haber tomado ese camino, lo que paso después fue confuso, solo se sintió mareado y vio el suelo acercarse muy rápido.
Akuma alzo al estilo nupcial el cuerpo inconsciente del rubio para llevárselo a Muraki pero la mirada fría de Daion lo detuvo, el pequeño shinigami estada dispuesto a todo por salvar a su amigo.
-¿Qué ofreces?-Fue directo, sin protocolos.
-Lo que me pidas…-Tampoco Daion parecía tener problemas.
El pelirrojo sonrió macabro, miro a Hisoka y rio más fuerte, poco después se acercó a un tembloroso moreno y lo tomo bruscamente de la mano para desaparecer en medio de una intensa llamarada, Daion se cubrió el rostro de las llamas y estas al disiparse mostraron la habitación del rubio, el cual fue depositado en su cama con todo el cuidado del mundo, Akuma no paraba de sonreír, después de dejar a Hisoka en la habitación volvió a Daion y con la mismo dureza atrapo su cuerpo con el suyo, él si era exigente, iba a pedirle todo a ese pequeño… haría que el sacrificio no fuera en vano.