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Rival Consanguíneo por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

4/6/12. Mucho drama, amantes del D18, preparen sus armas.

+ : : Telón IX: : +

Tener compasión era un sentimiento que obstaculizaba el camino de los súper hombres. O por lo menos eso leyó alguna vez de sus tranquilas mañanas en la biblioteca. Ahora que lo pensaba, tenía ansia de regresar a su antigua vida. Sí, sería muy buena idea. Volver a ser el trabajador de medio tiempo, ser el alumno de media vida y el acosador de medias horas.

La noche era fría. Caminaba y miraba a sus espaldas para asegurarse de que todavía no le seguía. La cabeza, la razón, le decía muy diáfanamente que Dino iría en su búsqueda, tarde o pronto, porque ese bobo sentimental no era malvado. Muy probablemente allí radicaba su maldad.

¿Qué haría? Irse y ya. Extrañamente no lloraba, no lágrimas de dolor y demás. El mundo se le antojaba tonto, sinsentido. Hasta todavía podía mofarse de haber armado tanto jaleo antes.  Se le puede llamar madurez. Cosa que llega sin invocarse y después de mucho suplicio. O mucha necesidad. Viró de nuevo la vista. Todavía solo en la noche estrellada.

A un par de cuadras se hallaban negocios ya cerrando las puertas, un hotel con luces provocativas sería buen blanco, Dino no sería tan Dino como para buscarlo allí. Encaminó todo su vacío corazón y no se dio cuenta de que alguien lo había encontrado.

La sombra se fue acercando a paso decidido, reconoció a Hibari de inmediato y no perdió el tiempo en intentar llamarlo.

Kyōya tenía miedo de lo que podría estar creciendo lentamente dentro de él. Era hora de ir a ver  Shamal. Aunque ése loco empedernido con complejo por lolitas podría ponerlo en riesgo, no tenía más que perder.

La silueta aumentó la velocidad, fue levantando la mano hasta posarla en el hombro izquierdo de Hibari, que lo encaró de súbito, mostrando un gesto de horror. Un horror que enmascaraba algo más.

−¡Hola! –le sonrió con cálido sol –¿Qué hay, Hibari? –se apartó poco antes de que se le fuera a golpes y se rascó la nuca mientras seguía riendo.

−Yamamoto Takeshi.

+ : : : : +

Ya estaba harto de salir corriendo tras él. Pero lo seguía haciendo. Le cansaba mentir a su mujer. Y continuaba. Hastío por esconderse. Pero se fijaba bien en cada esquina.

Que nadie lo viera, que nadie le gritara a la cara: eres el más grande de los idiotas.

+ : : : : +

Escuchó pasos rápidos, una persona corría cerca de esas calles.

−¿No es muy noche para que salgas a pasear?

El sonido se hacía próximo. El eco propinaba en el corazón de Hibari una punzada de certero miedo.

−Oye, sé que siempre que te invito me rechazas, pero veo que tienes planes de irse –miró sobre el hombro la mochila donde venía la poca ropa cargada.

Si no hacía algo pronto, sería encontrado. Y no lo quería.

−¿Hibari?

Actuó con más ahínco que un niño de cinco años al querer tomar un dulce. Jaló a Takeshi de la muñeca y se enterraron en el oscuro callejón.

Y dejó que Dino Cavallone pasara de largo.

+ : : : : +

−Qué grosería de tu parte, Takeshi, debiste decirme que vendrían visitas…

−Lo siento, papá, pero Hibari cayó del cielo –se llevó una mirada asesina –. Deja que yo me encargue, buenas noches, papá –lo corrió de la manera más tierna que podía, empujándolo para que los dejara solos en la barra del restaurant.

Las puertas ya estaban cerradas, nadie molestaría. Nadie lo iba a buscar, perfecto. Pudo suspirar de ligero alivio, ya después se pensaría qué hacer. Por este tiempo, se sentó en uno de los bancos frente a la parrilla y vio el circo que manejaba hábilmente Takeshi.

−Jamás probarás mejor sushi que el de aquí –alardeaba con verdad y cortaba con premura. Vaya, pensó Kyōya, para esto no es torpe.

−Nnn –soltó un murmuro indiferente y recargó su barbilla en la mano derecha.

−¿Adónde te diriges? –inquirió dándole la espalda, dándole tiempo, mientras fingía no encontrar un plato.

−No te incumbe.

−Jajajá, lo sé bien, pero viniste –se incorporó y siguió sonriendo. Hibari maldijo por lo bajo, ése gesto era idéntico al de Cavallone.

¿Qué pasaría si Yamamoto se enterase que hasta hace pocas horas estuvo «casado» con el profesor de inglés?

−Bien te lo diré –alcanzó un vaso con agua –. Desde hace algún momento, soy la puta de Dino Cavallone y hace unas horas me acosté con su hijo… -sonrió apáticamente –, ah, Tsunayoshi, tu amigo.

La expresión de Takeshi cambió a modo lento. Serio y apretó los labios, entornó los ojos y volvió a la faena de cocinar. Ya cuando estuvo todo listo, respiró profundo y se reanimó.

−¿Cuál es el plan entonces?

−Eres un idiota –quiso saber porqué razones no se sorprendía y lo sacaba a patadas de su negocio.

−Jajaja, es en serio –le sirvió con todo el orgullo y buena fe que ostenta un cocinero de calidad –, algo te pasó con el profesor, eso lo pude imaginar porque te busca, ¿verdad? Vamos, Hibari, te conozco desde primaria.

−No comiences.

−Déjame terminar.

−Temo que salgas con la misma sandez que Tsunayoshi.

−¿Ya se te declaró?

−Es una pregunta tan estúpida como tú, te dije que me acosté hoy mismo con él, ¿tú inútil cerebro de herbívoro qué te dice?

−Que no los quieres ver –sonrió como tonto varios segundos. Hibari decidió mejor ignorarlo hasta que se le pasara el ataque de euforia.

−¿Tú qué quieres? –preguntó.

−Que comas mucho –levantó el dedo índice –, que subas a mi habitación para que duermas hasta muy tarde –elevó el dedo anular –, y que me dejes ayudarte con tus planes. No pido nada a cambio, antes de que lo preguntes.

−Loco.

−Ligeramente, pero ¿quién este cuento no lo está? Vamos, Hibari, debes dejarme por lo menos una vez en tu vida ser tu amigo.

−Sólo para que te quede claro, no pienso dormir contigo… -y apuró la comida. Yamamoto le sonrió con fraternidad.

+ : : : : +

Rendido, y sabiendo que por segunda vez en su vida preocuparía a su esposa, regresó a casa. Miró raro que la puerta estuviera abierta de par en par.

+ : : : : +

Posteriormente de haber revisado a Hibari dormido en su cama, se fue a acostar bocarriba en el futón dispuesto en el pasillo. No sabía si creerse del todo lo que Hibari le había dicho, pero ciertamente sabía de los sentimientos de Tsuna, aunque ignoraba que ya tuviera su mejor amigo ese tipo de encuentros. Se preocupó mucho, ¿en qué posición se encontraba cada uno en el mapa? Los puntos cardinales no mentían.

Hibari era el epicentro, Dino y Tsuna norte y sur, tal vez este y oeste. Polos totalmente opuestos, no por las personalidades, sino por la dichosa posición. Si los dos querían a Hibari de ésa manera, ¿a quién le correspondía el corazón? ¿A quién el cuerpo y a quién el alma? ¿O era acaso que las tres cosas pertenecían alguno de los dos desde hace mucho?

Lo que Yamamoto no se podía imaginar era lo que acaecería al día siguiente.

+ : : : : +

Al amanecer se sentía mucho mejor. Tocó su vientre y miró por la pequeña ventana del cuarto de Takeshi. Lo pensó, realmente desahogarse le sirvió de consuelo.

Es de humanos equivocarse, es de locos persistir en el error.

Había estado huyendo y ocultándose toda la vida. Los cambios, según decían, son buenos. Así que cambiaría; haría algo que Dino no se esperaría. Iba a regresar a la escuela, con la frente en alto. Para que le remordiera, aunque sea en algo, y poder demostrarle que era autosuficiente. Sí, con eso se daría por bien servido. Obtuvo más de lo que merecía. Incluso por unas horas fue el terriblemente feliz segundo esposo.

Lo que no sabía, es que Dino rogaba porque no se apareciera.

+ : : : : +

El rumbo no era nuevo, pero sí poco transitado. Iba al lado de Takeshi, con ropas prestadas y más limpias que las suyas. Era Takeshi el que hablaba de cosas absurdas como su equipo de baseball que jugaría la semana entrante.

El grupo de amigos normales de Yamamoto se quedó hecho hielo cuando lo vieron arribar con Hibari, mete-miedo, Kyōya.

Mucho murmuro captaría la atención de cualquiera, ¿era porque jamás haría amigo con Yamamoto? No, era por otra cosa. No preguntó a nadie, pero Yamamoto se le alejó por unos segundos, su curiosidad se volvió algo enfermo cuando vio la cara de Takeshi torcerse en una fea sorpresa.

−Hibari –dijo el nombre como quien invoca una persona que está a punto de sufrir una tragedia.

Mucho había intentado para hacer cambiar de opinión a Kyōya. Para que siguiera siendo la persona que todo el mundo respeta, a pesar de todo lo que acontezca.

Y ahora esto.

+ : : : : +

No iba a tragarlo. Definitivamente no. ¿Cómo hacerlo? ¿Con una cómoda sonrisa y diciendo que sí ahora que ya todo mundo se lo preguntaba?

No podría ocurrirle una cosa peor a Hibari Kyōya.

+ : : : : +

Cuando Dino llegó a su casa, derrotado y sin encontrar al alumno que no quería ser encontrado, se vio con su esposa e hijo una vez en la sala.

−Lamento llegar tarde –dijo secamente, tratando de no mirarlos a los ojos.

−Nosotros también –dijo Kyoko, sentada en un sillón individual, absorta al piso y sosteniendo temblorosamente la mano de un Tsunayoshi cansado de llorar –¿Desde cuándo?

Hacerse el típico tonto se antoja sencillísimo, pero era tonto no darse cuenta.

−¿Qué te dijo?

−¿Desde cuándo? –repitió herida, enojada y sobretodo humillada. Sus largos cabellos servían para ocultarla.

−No tiene caso –respondió –, el hecho está.

−Cierto –se enjuagó las lágrimas con la manga de su blusa y se levantó con el apoyo de Tsuna –. Pero no te pediré el divorcio.

−Kyoko, yo…

−Cállate –dijo en bajo volumen –, y escucha, por lo menos me lo debes –y Dino lo aceptó –, para remediarlo -tragó mucho aire y con intento de sosiego declaró…

+ : : : : +

−¡Pero si todo mundo habla de eso, pareces lejos, Yamamoto-sempai! Hibari se...

+ : : Prólogo del telón último : : +

Atrapado, como ratón en la trampa. Se retorcía y ya era su turno de firmar. Toda la familia burlona, toda la sociedad crítica y supuestamente pensante. El mundo daba vueltas, deseaba vomitar. Quería morirse y pronto.

Y miró de reojo a Dino, este trataba no pestañar. Muy tranquilo en la esquina más oscura del salón donde estaban a punto de consolidar un matrimonio legal. Se retorció al escuchar el sucio voto de su engendrado hijo, lindas e hipócritas palabras, a su sabor, para Kyōya.

«Más es lejano el pedazo del cielo que se perdió en el paraje inhóspito del desierto negro. Permite, pues, desvanecer tu corazón, mi corazón, en ese viento que quema por la pasión con la que te amo.

+ : : : : +

Hibari se casa la próxima semana con Tsunayoshi Cavallone.

Notas finales:

Sí, pueden asesinarme...digo, todo es culpa de Sada DX ella dijo: drama, y yo amo el drama! y antes de que esto tenga tema musical: Hibari, la del barrio, soy yo, pues ya, se acaba DX. Créenme, estoy muriendo a fuego lento por lo que acabo de hacer DX. Te odio, Tuna!
*intento de explicación y notas finales*
Ah, respuestas a revs, después de los semestrales!


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