Capitulo 5: perdóname, suplicio del adiós…
El famoso ladrón permanecía sentado, en su sofá mirando al techo, con sus ojos cerrados, suspiro, era de noche, muy tarde, de madrugada, estaba en la casa de su hikari, por suerte, después de que ishizu misma le suplicara, ryou le había dejado quedarse ahí.
A unos metros de el, estaba el cuarto de su niño adorado, dormido de seguro, le reloj de pared con su insufrible “tic-tac” seguía marcando las horas, no supo cuando o como, pero sus piernas se había movido. Ahora estaba de pie, camino hasta la puerta que daba al cuarto de su hikari.
Estaba entre abierta
Por el poco espacio que había, puso ver, a su amado niño dormir en su cama, arropado entre las sabanas, con sus cabellos ya revueltos, con una tierna expresión de paz , nada lo molestaba, nada lo perturbaba, otra vez, sus piernas se moviendo sin su permiso, ahora estaba frente a ryou.
En un toque suave, acaricio la mejilla de aquel lindo alvino, no se despertó por suerte…
Pero la cosa no quedo ahí…
Acerco su rostro… en mitad de una larga madrugada, en mitad del sueño de un inocente, le robo, sutilmente, un beso en sus labios, corto, suave, rápido.
Como pudo, salio de allí, En sus mejillas, un río de lágrimas bajaba en silencio, cuando volvió a aquel sofá, se sentó y miro al suelo esta vez, las lágrimas Caín sin prisa de su rostro, sus ojos mostraban dolor y tristeza…
Te amo…-susurro para aquel alvino que dormía en la otra habitación- te amo…
Desde lo profundo de su corazón, salieron aquellas palabras que fueron lo que mato su razón, amaba con locura aquel ser que dormía plenamente en la oscuridad del otro cuarto.
Entre sus lágrimas y juramentos de amor jamás escuchados…
El ladrón…
Quedo dormido…
………
Mirando el cielo estrellado de la noche, con cierta amargura en sus ojos, con cierta en cada suspiro, estaba el cuida tumbas, aquel moreno no dormía, no descansaba, no podía, pues cada que cerraba los ojos. Una imagen, solo una imagen, hacia que sus sueños y descanso se fueran.
Malik…-susurro- malik…
Repetía ese nombre como si fuera un rezo, miraba al inmenso vacío de la noche, quería llorar, pero sus lágrimas no bajaban de sus mejillas, pero si, un nudo en su garganta, que se apretaba cada vez mas, cortándole el aire, haciéndole difícil cada respiro.
Dormido (o eso aparentaba) estaba el menor de los morenos, malik, estaba acostado en su cama, arropado entre las sabanas, con los ojos cerrados, pero sin dormir, hacia poco más de una hora, el cuida tumbas, había entrado en su cuarto, el se había despertado un rato después de que el llegara.
Tenia ciertamente algo de miedo, de que aquel maniaco intentara algo, pero, había pasado una hora, y lo único que hacia el cuida tumbas era miran las estrellas por las ventana, ni siquiera había intentado acércasele, eso, en parte lo aliviaba.
Pero el moreno dejo de mirar las estrellas y miro su hikari, el cual “dormía” en la cama, el menor, tembló levemente, ¿Qué le haría?, ¿Por qué lo miraba?, ¿Qué es lo que tenia planeado?
Sea lo que sea…
El cuida tumbas seguía mirándolo… solo mirándolo…
El silencio tan presente, se retira cuando el cuida tumbas, por fin, dice algo…
Malik, perdóname, perdóname….- susurra bajo, muy bajo, pero el menor lo escucho
El menor estaba sorprendido, pero aun así, permaneció falsamente dormido, quería escuchar un tanto más.
Una disculpa, no es suficiente ni siquiera si me pongo de rodillas, ¿verdad?...-vuelve su mirada al cielo estrellado- …nada puedo hacer para que perdones, y lo entiendo…
Pero, ¿sabes?...
Aunque jamás me llegues a perdonar, yo… yo…-la voz del moreno se quebró en ese instante, estaba llorando.
El menor no cabía en su sorpresa, el cuida tumbas se estaba disculpando con el y para mas, ahora lloraba, no podía creer lo que escuchaba, pero aun así, permaneció con sus ojos cerrados fingiendo dormir.
Aunque tu no me perdones…-dice con su voz aguada por el llanto- te…. Te seguiré amando desde lo mas profundo de mi ser, este amor que te tengo, este amor tan enfermo y desgraciado…
Me hace vivir ¿sabes?, amarte me da fuerza para vivir, aunque no me perdones jamás, aunque me odies toda tu vida…
Siempre…-su voz se hace lejana, se había ido al puerta del cuarto- te amaré, aunque nunca tenga tu perdón, que se que no me merezco…
La puerta se abre, el cuida tumbas se va de allí, el cuarto quedo en silencio otra vez, pero, un sollozo leve su escucho, el menor, arropado entre las sabanas, tenia sus ojos entre abiertos, lágrimas bajaban de sus ojos, mordía su labio inferior, para que otro sollozo no escapara.
…….marik…..-susurro entre sollozos.
………
El faraón tenía en su pecho la foto del menor, el latir de su corazón era cada vez más doloroso, acostado en la cama del menor, oliendo la fragancia de su perfume, atrapada en sus sabanas, una lágrima que cae lentamente, sintiendo que el mundo no podía ser más solitario.
La noche estrellada, la cual cambiaba a un amanecer próximo, hermosa, solitaria, vacía, nada lo alegraba, nada hacia que aquella tristeza abandonara su ser, estaba solo, solo, ya nadie intentaría consolarlo…
Recordó aquellas noches de luna, en donde su aibou lo acompañaba a ver la belleza de la luna, aquellas noches, en donde la soledad la atormentaba, en donde quería… no, NECESITABA la compañía de su amada luz.
Te extraño…-susurra
Te necesito…
…..
Caminando por una calle vacía, la noche se acababa, el amanecer estaba en el horizonte, de negro pasaba a azul, las estrellas desaparecían, en silencio meditaba, mientras una bufanda taba sus labios y boca, su mirada amatista, lejana se fijo en el sol que salía apenas.
Suspiro largamente…
Otra vez…-susurra aquel joven, a través de su bufanda- me he quedado sin dormir