Capítulo XVII: Lucha contra la noche.
Cuando despertó no sabia nada de nada, ni siquiera se acordaba que fue lo que había hecho como para llegar a la enfermería y para Tsuzuki y Daion eso estaba bien, no quería comprometer el desarrollo normal de Hisoka, ahora solo era necesario mantener a raya a ciertos individuos que acechaban día con día.
Empezaron a pasar los días, y un incidente dejo incomunicado el internado con el mundo exterior, por lo que los estudiantes no podían salir y los padres que habían ido de visita tuvieron que quedarse unos días más, así el atractivo castaño padre de Daion se vio en la obligación de permanecer en el establecimiento.
Y eso a Hisoka le daba una mala espina, hace algunos días había empezado sentir como propios los sentimientos ajenos. Todo estaba tenso, el rumor de un perro rojo que deambulaba por los pasillos de noche tenia en jaque a medio establecimiento, los más valientes esperaban verlo, los demás, evitarlo.
Daion estaba cada días más cansado, hablaba menos y se desaparecía mucho, Hijiri y Chikara parecía congeniar porque hablaban a solas y esas cosas.
—Dime por favor que no intentas conquistar a Chikara.—Rogó el rubio dándole un sorbo a su te.
—Para nada, solo que…—No pensada decirle a Hisoka que Daion era un ser sobrenatural y posiblemente también lo fuera el padre de este—… es que tiene dudas sobre algunos cursos.
—hm…—Escuchó—... más te vale, creo que Daion esta enamorado de él y no quiero que tu te interpongas.
Eso lo tomo por sorpresa, ¿Desde cuando Hisoka era tan sobreprotector?
—Lo que digas, hermano.
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Hacia muchas noches que Akuma usaba su cuerpo y le robaba energía, se sentía demacrado, que no rendiría en ningún curso por culpa del pelirrojo, hasta Honnou se había dando cuenta de esa baja en su personalidad, y a eso se le sumaba la presencia de Date y Tsuzuki… y lo peor, que Chikara evitaba tocarlo a toda costa, el moreno ya sabia de su naturaleza, atribuida a ese dato la indiferencia de su compañero.
La realidad era otra, Chikara ya sabia lo que pasaba y evitaba tocarlo para no lastimar la dañada piel de Daion. Aunque no fuera siempre fuerte.
Daion estaba en su habitación leyendo unos reportes sobre el dichoso perro rojo, pero nada, nada concordaba con lo que miraba y le hacia creer que era solo Akuma jugando a infundir temor, de Muraki no sabia nada, simplemente no estaba haciendo nada.
De pronto la puerta se abrió y entro Chikara con cara de que se moría, Daion no quiso intervenir, no quería sentirse más rechazado y siguió con la vista en los informes, pero una mano le arrebato los papeles, miro a Chikara que sonrojado lo empujo a la cama y le dio la vuela apresándolo con su propio cuerpo.
—¿Qué… que haces?—La voz le tembló imaginándose que Chikara volvería a violarlo.
—Shhh… no hables por favor, deja que mi cuerpo te muestre la verdad…
Una mano se coló en su pantalón y fue bajándolo junto a la ropa interior, empezó a forcejar para liberarse, no soportaría ser violado por dos personas diferentes, ya se había empezado a acostumbrar a la brutalidad de Akuma, pero que Chikara también lo hiciera lo destrozaba.
—¡No, déjame!—Grito ya llorando, pero Chikara solo siguió besando su piel marcada por las garras del pelirrojo, lentamente las caricias bruscas y apresuradas fueron sustituidas por unas delicadas y suaves, Daion se removió incomodo confundido por las sensaciones, su espalda se mantenía pegada al pecho de Chikara por un abrazo cálido.
—Te amo…—Susurro el moreno a su oído estremeciéndolo—… te amo…—Repitió destrozando las débiles defensas del ojicarmín.
Daion sintió como el mundo le sonreía de nuevo con esas dos palabras, lo siguiente fue un dedo ensalivado en su entrada que le dolió horrores pero supo soportar, Chikara continuaba diciéndole lo mucho que lo amaba, recordándole que pasara lo que pasara jamás iba a abandonarlo, con las rodillas el moreno le separo más las piernas y se ubicó entre ellas dispuesto a hacer las cosas del modo correcto pero una especie de pulso hiso que el más pequeño se convirtiera en un ovillo, temblaba como una hoja y su piel se había puesto tan fría que parecía nieve.
—¿Daion que pasa?—Trato de abrazarlo, el moreno lo aparto con un empujo que lo mando al suelo, se levanto encarando al menor.—… si no querías bastaba que me lo dijeras y ya…—Comento sonriente, no quería que Daion pensara que se iba a enojar por negarse.
Dejo de sonreír cuando el tinte negro del cabello de Daion se fue cayendo como si fuera polvo, la ropa flotaba imperceptiblemente y estaba esa oleada de energía.
—¿Daion?—El mencionado alzo la cabeza sonriendo con prepotencia, una sonrisa que jamás le vio antes y que lo asusto mucho.— ¿Sucede algo?—Se aventuro.
—¿Qué si pasa algo?—Pregunto inocente—… pasa mucho Chikara.
Tuvo que saltar aun lado pues Daion lo ataco, después de eso salto por la ventana. Logro mirar como el cuerpo esbelto caminaba hacia las habitaciones de los sempais y temió en serio por Hisoka y Hijiri, tomando un abrigo empezó a correr rogando por que el menor no le hiciera nada a nadie.
—————————————————————————————————————————————¿Así que…—Muraki bebió de su copa mirando complacido a Akuma—… le controlas para que sea él el que se deshaga de Hisoka?
—Estas en lo correcto…—Comento este mirando por la ventana—… le puse la marca mientras lo hacíamos, dudo que halla podido distinguir entre la marca y las muchas mordidas que le he dado.
————————————————————————————————————————————No sabia por que sentía la necesidad de salir de la habitación destinada para los padres, no podía dormir y eso de que una amable maid le había dado un vaso de leche tibia y unos pastelillos, quería correr con Hisoka y quedarse allí hasta el amanecer, miro a la cama de al lado, era increíble como a las personas que se les olvidaba todo, estaba en la misma habitación que el hermano mayor de Daion y este ni se acordaba, decidido se levanto y salió.
Con el abrigo negro de siempre empezó su camino hacia la habitación de su rubio amor, tal vez si le besaba un poco más iba a recordar, su expresión feliz y relajada se transformo en un mutis de sorpresa cuando vio a Daion con un cuchillo en mano en el balcón de los gemelos.
Sin dudarlo salto hacia el balcón y tomo la muñeca de Daion para que girara y le explicara que hacia allí y en esa condición. El menor volteo mirándolo con los ojos encendidos, una sonrisa desquiciada adornaba el pálido rostro.
—¿Qué haces Daion?—Cuestiono en voz baja.
—Nada oto—san…—Escupió las palabras con ironía—… solo quiero saludar a nii—chan…
—¿Y el cuchillo?—Zarandeo la mano que sostenía fieramente el arma.
—¿no adivinas?...—Sonrió con falsedad—… lo regresare al mundo donde pertenece, con nosotros.
Zafo el brazo con un movimiento brusco empujando del balcón al castaño para adentrarse luego en la habitación en penumbra, podía ver dos siluetas en la cama, se acercó a la primera y alzo el cuchillo dispuesto a clavárselo al durmiente, pero al hacerlo se dio cuenta de que eran solo almohadas, la puerta entreabierta delato la vía de escape.
Mientras Daion y Tsuzuki hablaban, Chikara había logrado llegar a los gemelos y los ponía a salvo en el jardín de atrás.
—Eso es imposible.—Hablo Hisoka frotándose los brazos por el frio.—Daion no nos aria daño nunca.
—No dudo de eso, pero no es Daion el que tiene el control de su cuerpo.—Explico el moreno.
—Y ahora me dices que esta poseído.—Suspiro—… Chikara, creo que deberías ir a dormir, debes estar cansado…
Un nuevo escalofrió sacudió el cuerpo del rubio, volteo para mirar con horror como el perro de pelaje rojo caminaba hacia ellos, no había duda de que eso era muy real, a parte de enorme y horripilante, los ojos parecían dos brasas ardiendo, las fauces sangrantes y el pelaje erizado, estaba listo para lanzarse encima de quien se moviera primero siendo en este caso Chikara que movía los brazos para llamar su atención.
—¡Corran y busque al padre de Daion, él debe saber que hacer!
El perro corrió hacia Chikara para darle caza, pero vio los ojos esmeraldas y cambio de objetivo, Hijiri tuvo apenas unos segundos para empujar a Hisoka y cubrir con su cuerpo el de su hermano, el perro dio un giro dejando sus garras clavadas en la tierra, se puso en dos patas y lanzo un aullido que congelo el momento, era como si tuviera la facultad de detener el tiempo mismo, Hijiri se levanto y levanto a Hisoka para correr, tenían que llegar con el castaño de ojos amatistas, Hisoka estaba aterrado, sostenía la mano de su hermano con fuerza, aunque algo lo obligo a voltear, solo para ver como el temible perro se convertía en Daion sosteniendo un filoso cuchillo, Chikara se aproximó por la espalda y empezó a forcejar con el peliplata para hacerlo soltar el arma, el rubio se detuvo en seco cuando en un descuido Chikara había hecho que Daion se clavara en el vientre el arma, los cabellos plata se mecieron lentamente, una bocanada de sangre empapo el suelo mientras el cuerpo del menor caía al piso y se dejaban escuchar unos cuantos sollozos de dolor, Chikara alejo el cuchillo mirando asustado la sangre que cubría sus manos.
Hisoka no pudo soportar el dolor y la culpa que llenaban el aire y se desmayo en los brazos de Hijiri.
—¿Qué… qué paso?—Pregunto Daion débil, cubriéndose la herida que iba a cerrar dentro de unos segundos.
—Ibas a matarnos.—Respondió sin complicaciones el castaño que sostenía el cuerpo inconsciente de su hermano.
—¿Yo?—Se toco la nuca sintiendo ardor, la palma de la mano mostro una especie de tinta en forma de ojo, una marca de control, empuño la mano y haciendo que su energía se dirigiera hacia
ese lugar chamusco la marca.
—————————————————————————————————————————————No ha funcionado.—Aclaro Muraki a Akuma, mirando la escena desde una oculta ventana.—… fallaste.
—¿Y eso qué?—Respondió altanero—… solo porque dañaron a un ser querido, salió mejor sensei, la semilla de la culpa esta sembrada… y no solo esa, también me encargue de la desconfianza.
Ambos sonrieron desapareciendo en la penumbra. Tsuzuki desde lo alto del edificio miraba todo, Muraki había movido hilos para controlar a Daion, y este como una marioneta se vio obligado a casi asesinar a los que debía proteger, si no fuera por ese chico llamado Chikara, todo hubiera terminado mal, vio a Hijiri sonreírle a Daion y alborotar su cabello plata, pero ese rostro tímido estaba surcado por la culpa, la eternidad y esta no se llevan.
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—¿Cuánto daño crees que pueda provocar?—Escucho, no sabia como había llegado al bosque del internado. Pero si sabia que esa voz que preguntaba era la del doctor.
De pronto una voz muy parecida a la suya respondió:
—No mucho, no te dejare.
Una risa macabra y vio disiparse la neblina para mostrar a Daion y a su padre amarrados en unos postes con serias heridas, la voz soltó una especie de gruñido de rabia.
—¡No te atrevas a tocarlos!—Exigió iracunda esa voz que empezaba a reconocer como propia.
—¿Y si no qué? ¿Estarías dispuesto a morir por ellos?—Muraki apareció detrás de los postes.
La figura del doctor parecía tan atrayente en medio de la neblina débil, giro el rostro viendo con asombro como su propia imagen aparecía enfrente, titubeaba entre morir y no morir.
—Moría por ellos mil veces.—Se decidió al fin, los ojos apagados del castaño le gritaban: ¡NO!
—Entonces mil veces deberé matarte.—Respondió Muraki acercándose peligrosamente empuñando un cuchillo.
Despertó asustado, sudando con un terrible dolor en el pecho, como si acabaran de apuñalarlo hasta la muerte, vio a Daion dormir a los pies de la cama como si se tratase de un gato mientras Hijiri y Chikara hablaban en voz baja en la cocina de la habitación.
Sentía la necesidad de ir al bosque y buscar las respuestas que su propia mente le negaba.