Capítulo XXVI
Guerra nocturna.
Nicolás sintió una mano en su muñeca que lo arrastraba lejos del peligro, ese cosquilleo iba quedándose rezagado mientras quien lo sostenía se apartaba, pudo reconocer las paredes de la cloaca de antes y al voltear al museo desapareciendo lentamente al desmoronarse, miro delante, Vialer era quien lo protegía acompañado de sus dos hermanos, el otro pelirrojo y Val, pero el de cabello naranja no estaba, no era parte del plan que se quedara.
Mientras dentro del museo, las lámparas del techo caían como lagrimas de cristal, Noa era sostenido con fiereza contra la pared aun cuando intentaba quitarse de encima a su captor, una lluvia de chispas le mostraron los ojos amatistas que le enamoraron y dejo de luchar para abrazarse al cuello del otro.
—Pensé que no volvería a verte…—Murmuro apretando el cabello naranja—… realmente pensé que tu y yo jamás volveríamos a vernos…
Un par de manos tomaron su cintura y lo alejaron en un gesto brusco golpeándole la cabeza contra el concreto de la pared, como pudo se retiro la mascara queriendo enfocar el rostro pálido, eran manos frías y un silencio solo roto por la destrucción de la morada de los nocturnos al ser trasladados sus moradores a un lugar más seguro.
—Tú y yo no volveremos a vernos jamás…
Tenía suerte que todo estuviera oscuro, o si no, ese chico hubiera visto como se le humedecían los ojos sin embargo Mishogu inhalando aprecio el aroma salado de las lágrimas y aunque una punzada le atravesó el vacío corazón, se obligo a ignorarla.
—¡Entonces lárgate! —Noa grito golpeándole el pecho y los hombros con los puños débilmente —… lárgate… lárgate y cuando me extrañes regresa para que pueda decirte lo mismo…
Una risilla oscura le saco más lagrimas, no debía llorar por que su padre estaba allí y lo ultimo que quería era que su padre lo viera llorando por un vampiro por el cual se moría de amor
—Tan tonto…—La mano fría le acaricio la mejilla provocándole un escalofrió, como si el chico estuviera a punto de morderle la yugular—… si me voy, no regresare nunca…
—¡NOA! —Se escucho una voz madura a escasos metros—¡Noa responde, hay que irse de aquí hijo, Noa!
El cuello pálido del chico que lo sostenía se mostro entre la oscuridad, estaba mirando el lugar donde provenía la voz que llamaba al cazador menor y el rubio no necesitaba ser un vampiro para entender el peligro en el que se encontraba su padre. Tomo el rostro contrario y lo acerco a sus labios.
—Hazme a mi lo que quieras…—Halo aire para continuar—… mátame, pero a él déjalo vivir.
La voz de su padre resonó más cerca, el silencio entre ambos se prolongo y Noa temía que el vampiro se pensara a cual de los dos debía matar.
—Es curioso…—Inicio con el típico tono frio—…estoy seguro que el piensa lo mismo respecto a ti…
La sangre se le helo, los pasos de su padre se confundía con la caída de las piedras del techo, sintió los brazos del otro en su cintura y una respiración golpearle el cuello encima de la yugular.
—Pero él no me interesa por el momento…—Fue arrastrado al lugar donde su padre gritaba, todo paso demasiado rápido para su gusto, deslumbro la cabellera oro del mayor y a un vampiro de expresión neutral acercársele por la espalda resguardado por el ruido, quería gritarle, pero su voz estaba de paseo y no la podía usar, entonces, Mishogu tomo el hombro del mayor y lo giro, apresando su garganta—… señor…—Una palabra que sonó tan sincera y respetuosa aun con esa voz sarcástica—… esta guerra no le pertenece…—Y con esa fuerza de vampiro que tenia acerco al mayor de los Kaido a su boca besándolo con fuerza, el padre de Noa abrió los ojos mucho, cada gota de su fuerza estaba siendo drenada a la vieja usanza* mientras el otro se mordía el labio para sangrarse y formar un pequeño sello en su frente donde lo excluía de la guerra mientras durara. El adolescente se separo de los labios adultos aun unidos por un hilo de saliva—… ya veo de donde heredo esos labios Noa…—Todo se volvió oscuro para el hombre rubio.
El menor recién descubría su voz, se apartó del otro arrodillándose delante de su padre.
—¿Qué le hiciste? —Revisaba sus signos vitales y le tocaba el rostro —¿Qué rayos le hiciste?
—Lo que harías tu para protegerlo, acabo de excluirlo de la guerra, cuando activen la esfera de la eterna noche, él permanecerá en el mundo humano a salvo…—Se agacho sobre el cuerpo y lo alzo en brazos esperando que Noa lo siguiera—… estará bien y en cuanto se acabe este estúpido espectáculo tu volverás a su lado, pero mientras tanto, debes venir conmigo y ayudarme a parar esto…
—No puedo confiar en ti…—Analizo en voz alta—… ¿Cómo hacerlo después de lo que me has dicho?
—Entonces quédate, no importa si quieres ayudarme o no…—El pelinaranja se adelanto unos pasos a la salida, ya nadie quedaba adentro, los cazadores habían huido tan solo se apagó la luz—… siempre podre quedarme con tu padre como mi amante…—Se giro regalándole un sonrisa al menor—… besa muy bien… mejor que tu…
Los celos aparecieron por primera vez en el rubio menor, su padre, léase bien, su padre besando mejor que él aun cuando lo hacia como si estuviera en esa época donde los besos eran ceremonias de amor todas cursis y empalagosas.
—¡Ni hablar! ¡Iré contigo y dejaras a mi padre en paz! —El otro lanzo una risa sarcástica, y allí estaba el horrible orgullo humano, hacia bien en picarle de esa lado al rubio—… y te demostrare que mi padre no besa mejor que yo…—Murmuro quedo para que el vampiro no se enterara de su indignación pero aun así Mishogu lo escucho, ambos apresuraron el paso y salieron justo en el momento en que el museo se convertía en un montón de escombros.
Nicolás nervioso se frotaba las manos mirando como el museo era solo un recuerdo a la magnanimidad mientras Vialer se enfadaba por la preocupación que el otro vampiro generaba en el rubio.
—¿Creen que este bien? —Volvió a preguntar.
—¡Claro que esta bien Nicolás, no seas iluso, es un vampiro adulto con casi todas su habilidades desarrolladas, además es un rey! —Se acercó al oído del rubio y le chillo—¡Un rey! Alguien que no necesita que lo cuiden como si fuera un niño de pecho…
—Papá…—Val alejo un poco a Vialer del pobre de Nicolás que se sobaba el oído al casi quedarse sordo—¿No crees que exageras?
—Bienvenido al mundo real querido…—Hablo la única chica—… tu papá nació así de exagerado…
—Y no hay compostura…—Agrego un sonriente Vyaron que era abrazado por la cintura por un calladito Chia entretenido en besarle el cuello.
—Pero no tenia por que gritarme…—Se metió el dedo dentro del oído intentando recuperar la facultad de escuchar—… es su problema si no tiene paciencia.
Los pasos acercándose al lugar donde los otros vampiros conversaban, entre el polvo se apreciaba una segunda silueta mucho más pequeña que caminaba encorvada y medio aplazada.
—Espero no haberlos hecho esperar demasiado…—El pelinaranja deposito al mayor en el piso y dibujo a su alrededor un circulo con su sangre—… solo termino esto y podremos ir a convocar a la noche perpetua.
Nicolás pasaba los ojos del rostro del inconsciente al vampiro de cabello naranja, intentando descartar la posibilidad de que el que se encontraba allí era su tío, Val noto como Nicolás se había tambaleado al ver al hombre en el piso y que el otro intentaba enviar a casa por medio de un conjuro.
—¿Pasa algo Nicolás? —Le sostuvo del hombro antes que el rubio cayera al piso lleno de inmundicia.
—¿Nicolás? —La voz tímida del otro rubio se escucho detrás del pelinaranja.
—Lo olvidaba…—Señalo al rubio recién llegado—… él es Noa y nos acompañara…
Ambos blondos se quedaron mirando, con los ojos desorbitados y el cuerpo tembloroso, de pronto ambos lanzaron un retraído quejido con una sonrisa encubierta en esa mueca de estupefacción y se arrojaron el uno contra el otro con los brazos abiertos pero antes de tocarse, Vialer y Mishogu sostenían del cuello del abrigo a su respectivo rubio.