Capítulo XXXI
Desesperación.
Nicolás supo identificar que toda su familia estaba en peligro potencial, que sus adorados hermanitos, dadas las posibilidades serian acechados por seres nocturnos en pos del poder que navegaba por sus venas.
—¡Tengo que protegerlos! —Grito, exasperado con el temor aflorando rápidamente en su alma pura.
Val bajo la mirada sin poder aun procesar el hecho de que uno de esos seres estuviera tan cerca, tan próximo que no noto el aroma especial y esa candidez que emanaba como luz, como Nicolás en su oscuridad emanaba tanta dulzura tanta paz. Lo sujeto del brazo evitando que saltara al jardín y se marchara.
—¡Déjame! —Grito, forcejando alterado, jalando de su brazo como si se tratase de un tela—¡Te he dicho que me dejes!
Noa en cambio se miraba las manos, leyendo cada línea de las palmas atontando por ello y por los gritos que profería su primo, jamás lo vio así, desesperado por salir, completamente fuera de control.
—¡Nicolás tranquilízate! ¡Nico! —Val en cambio no entendía que podía ponerlo así, lucha con todas sus fuerza para mantenerlo en el corredor del balcón, sentía las pequeñas pero afiladas uñas en sus brazos y manos intentando provocarle un dolor que aun sintiéndolo no lo obligaría a dejarlo ir—¡NICOLÁS! —Y como antes, le propino una bofetada, que despertó al rubio—… tranquilízate, nadie esta en peligro, no hay seres nocturnos en toda la cuidad y el resto del mundo no se atreverá a pisar suelo en guerra, nada ni nadie puede lastimar a tu familia.
El rubio se acarició la mejilla golpeada recuperando poco a poco la faz que siempre había tenido.
—¿Me lo prometes?
Val compuso una sonrisa maternal y asintió enérgicamente dándole la mano para sellar el pacto. Noa en cambio intentaba sonreír, pero algo más no cuadraba en su mente.
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Mientras los otros dos observaban al peliceleste dormitar para recuperarse del golpe una puerta se abrió e ingreso el cazador de blanco.
—Vaya… que linda estampa.
El pelinaranja se levanto encarándolo.
—Déjalos ir, ellos no tienen nada que ver con esto.
El castaño le acaricio la mejilla al de cabello naranja y le susurro al oído:
—Cuando pase lo que debe pasar me besaras los pies en forma de agradecimiento por mi acertada decisión de traerlo aquí. —Se apartó del vampiro y abrió los brazos—¿No saludaras mi querido Marck?
El aludido lo miro con una mueca de estupefacción, ese hombre parado justo enfrente de ellos era la persona que más había llegado a admirar.
—Señor Corelli…—Murmuro sintiendo la garganta seca y un nudo en el estomago—¿Usted?
—Prefiero que me llames David, el señor Corelli era mi padre…—Él sonrió ladeando la cabeza en ese gesto angelical con el que lo había rescatado de las garras de vampiros siendo a penas un niño.
—¿Por qué estamos aquí? —Se atrevió a formular la pregunta que llevaba tiempo en la cabeza—¿Por qué secuestrados? Si nos hubiera pedido venir lo hubiéramos hecho.
—¿Obedecerían aun con la guerra en la puerta? —Tanto el pelinaranja como Marck se preguntaron ¿Qué guerra?, los tratados entre especies eran, en este milenio inquebrantables—… no han tenido ni tiempo de advertirlo…—Se lamento, se dirigió hacia una ventana y corrió la cortina dejando ver el paisaje que ofrecía el campo de batalla donde miles perderían la vida—Estamos en guerra.
El pelinaranja se pego al cristal de la ventana, sorprendido por que todo el trabajo y sacrificio realizado estaba desmoronándose como arena, el abandono al que sometió a sus hijos, la pérdida del amor, todo, todo había caído por la borda y se disipaba lentamente ante sus ojos.
—No…—Sollozo con las manos en puños—… no…
El castaño se abrazó al pelinaranja y lo consoló en sus brazos, sonriéndole a Marck como si no hubiera pasado absolutamente nada.
—Shhh…—Acaricio la cabeza del vampiro—… tranquilo mi amado, pronto todo terminara y mis deseos al fin se cumplirán… tendremos todo lo que merecíamos.
Agacho la cabeza y le beso la frente a Mishoto con dulzura, al hacerlo el cabello le resbalo de la nuca y mostro por leves instantes que no pasaron desapercibidos por Marck un sello de control que desaparecía entre su carne.
Las piezas de un rompecabezas de sádicos se unían para darle forma al paisaje final de la destrucción máxima. El rey de la luz era solo un títere.
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Noa suspiro cuando se volvieron a sentar en el balcón, ninguno tenia sueño y la nueva información no daba la posibilidad de cerrar los ojos. Escucharon como unas sabanas eran retiradas y el rostro somnoliento del rey se perfilo a través de la cortina vaporosa.
—¿Qué hacen allí?
Val se levanto y lo empujo de nuevo a la cama.
—Pensé que dormirías más…—Lo acostó y le cubrió con los cobertores de nuevo—… duérmete de nuevo, la reunión final ya esta cerca y debes lucir impecable para ese momento, ¿Qué diría tu padre si no lo hicieras bien?
Pero el pelinaranja se apartó de un salto y se paso los dedos por el cabello.
—Me importa poco lo que él diga, ya no puedo dormir.
—¿Hicimos mucho ruido? —Noa se levanto y le dedico su mirada más inocente que tenia.
—No…—Respondió en un bostezo—… descanse lo suficiente y ahora quiero acción…
“Acción” Noa apretó las piernas y se tenso, ¿Por qué usaba esa palabra con esa voz ronca?
—¿Qué piensa hacer? —Nicolás le sonrió con un gesto amable—Podemos acompañarlo.
El vampiro pelinaranja los miro a los tres y asintió con desgano desvistiéndose delante de los otros y vistiendo su desnudes que dejo sin aliento al rubio menor, salió hacia el balcón y aspiro el aire frio de la noche eterna, percibiendo en el aire un perfume que creía olvidado, se tomo el pecho con una mano e intento respirar otra vez pero el mismo aroma seguía allí, fresco e indeleble.
—¿Pasa algo? —Nicolás le puso la mano en el hombro, el rey asintió en un gesto pobre que se le antojo al rubio mayor una mueca de dolor—¿Seguro?
—Si…—Suspiró sin aire—…co-completamente…
Hizo un gran esfuerzo y llamo al resto de los vampiros, para la escena que lo acercaba al campo de batalla debían de hacer un reconocimiento inmediato y solo podía confiar en un grupo reducido constituido por su comitiva, los cazadores celestiales y los hombres de confianza de los otros dos reyes.
—Nos veremos en la torre del ala este…—Sentencio con los grupos repartidos de la mejor forma posible para maximizar y apoyar las habilidades de sus integrantes.
Vialer y sus dos hermanos marcharon hacia el norte, acompañados de Chia y unos cuantos cazadores celestiales.
Linca y Seijaku abarcarían el sur y el oeste dada la capacidad de rastreo de los licántropos y la habilidad especial de los demonios, siempre respaldados por Dereck, Raúl y Ezequiel.
Noa, Val, Mishogu y Nicolás tomarían el centro y el este.