Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por una competición conocí al amor de mi vida. por BlackHime13

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡¡Hai, hai!!!

Como dije, lo subí en una semana. ¡¡Yaaayyy soy genial!! Vale no XDDD.

Bueno ahora en serio, aquí la conti y espero que os siga gustando.

Nos leemor, cualquier queja o sugerencia es bienvenida ^^

Editado---> 21/09/18

Los dos hermanos estaban muy preocupados, los mayores querían dejarlo y... ¡TAN SOLO ERA EL PRIMER DÍA! Se sintieron un poco culpables. Ellos solo estaban sorprendidos, pero por su actitud estaban deprimiendo a los mayores. Se miraron y decidieron intentar algo.

 

*En el comedor *

 

Los mayores estaban pensando seriamente el irse y no molestar más a los dos hermanos, pero mientras lo discutían, un ruido muy fuerte providente de la cocina los alertó. Corrieron hacia ella para ver que pasaba, preocupados a mas no poder. Allí se encontraron a un castaño y un rubio en el suelo, junto con muchas otras cosas tales como cazuelas y sartenes, que parecían haberse caído junto a ellos. El moreno y el peliazul notaron algo que antes no hicieron. El castaño tenía un pequeño corte en la mano, el cual tapaba con una tirita y luego vieron que en la mano contraria había algunas marcas de quemaduras. Los otros dos también se dieron cuenta de que el rubio también tenía un par de heridas y se miraron preocupados, pero no dijeron nada. Los ayudaron a levantarse mientras ellos se disculpaban por el alboroto y luego los mandaron a sus habitaciones, ya que ellos se encargarían de limpiar. Ellos sin decir nada y con la cabeza gacha salieron en dirección a las escaleras y una vez los dos hermanos se habían perdido por el pasillo, ellos se pusieron a hablar de su reciente descubrimiento.

 

-Oye... ¿os habéis fijado en...?- empezó a preguntar el moreno, pero antes de terminarla los otros tres respondieron.

 

-Si...- murmuró el peliazul mayor sin dejar de recoger trozos rotos de los platos que se encontraban desperdigados por todo el suelo de la cocina.

 

-Tenían varias heridas en ambas manos.- comentó el otro peliazul yendo a por el recogedor y la escoba.

 

-Supongo que...- empezó el peliplateado, pero paró para pensárselo bien- a lo mejor estaban tan distraídos que se hicieron daño.-los otros asintieron dándole la razón.

 

-Eso no es bueno... si nuestra presencia los molesta tanto que se hacen daño...- dijo Daemon preocupado.

 

-Creo que realmente tendríamos que dejar esto.- propuso otra vez el moreno el cual había acabado de colocar las cazuelas y sartenes en su respectivos estantes.

 

Desde arriba de las escaleras, los menores escuchaban la conversación y se miraron entre sorprendidos y molestos.

 

-Si serán... cuarteto de tontos.- se quejaba el rubio apretando los puños a causa de la frustración.

 

-Tranquilízate nii-chan.- intentó calmarle el castaño aunque tenía el ceño fruncido por culpa de la conclusión a la que esos bobos habían llegado.

 

-Pero es que no se dan cuenta que hfgahfh- le tapó la boca el menor de los Sawada ya que estaba subiendo demasiado el tono de voz. Cuando se dio cuenta de que los mayores no lo habían oído le soltó.

 

-Bueno es verdad... pero al menos han entendido que estábamos distraídos. Aunque mira que sacar esa conclusión.- se quejó también el castaño suspirando y negando con la cabeza.

 

-Lo normal es pensar que estábamos nerviosos, pero aún así nos esforzamos en hacer una cena espectalurar por que ellos nos importan. Si simplemente estuviésemos enojados con ellos o nos molestara tenerlos cerca ni siquiera les habríamos hecho de comer.- bufó el rubio sintiendo su frustración aumentar a cada minuto que pasaba.

 

-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó el ojimiel mirándole preocupado.

 

-Mmmm... sinceramente... no lo sé.- respondió suspirando el mayor.

 

-Por el momento... ¿por qué no les decimos a Alaude y Daemon que se queden a pasar la noche?- sugirió el castaño.

 

-Si... así podremos pensar cómo solucionar todo este malentendido.- accedió sonriendole a su hermano, acción que se vio correspondida por parte del contrario.

 

Una vez lo decidieron, volvieron a bajar las escaleras y, con un poco de vergüenza y nerviosismo pues no sabían como se tomarían su petición los mayores, se asomaron a la cocina.

 

-E-etto...- comenzó el castaño llamando su atención y por consiguiente haciendo que los mayores voltearan a verle.

 

-¿Qué pasa Tsunayoshi?- dijo el moreno animándole a seguir.

 

-Bu-bueno... es-esto... veréis...- intentaba decirlo pero se ponía muy nervioso delante de ellos. Sentía sus orejas arder y le era imposible dejar de tartamudear algo que su hemrano notó y decidió acabar él conl a frase.

 

-Lo que Tsu-chan intenta decir... es que... si no os importa que nos quedemos hoy.- finalizó el rubio, mirando hacia el suelo, todo sonrojado pues aunque no quisiera admitirlo también se encontraba nervioso frente a aquellos dos hombres, incluso su cuerpo temblaba levemente.

 

Los mayores se miraron. En parte les pareció una buena idea, así podrían discutir a fondo todo ese asunto, pero por otro lado el hecho que quisieran pasar la noche juntos podía significar que no querían quedarse a solas con ellos en el mismo lugar. Sin decir nada de momento decidieron acceder y, en cuanto los menores oyeron el vale, salieron corriendo escaleras arriba, dejándolos un poco sorprendidos.

 

*En la habitación del menor*

 

-Bien... hemos conseguido algo de tiempo.- comentó el rubio tumbándose en la cama.

 

-Si...- asintió el castaño tumbándose al lado del mayor.- pero... igualmente ¿qué vamos ha hacer?- cuestionó preocupado pues todavía no tenía ni idea de como solucionar lo incómodo de la situación actual.

 

-No lo se...- murmuró, pero de repente se le ilumina la cara y voltea a ver a su hermano menor.- ¡Ya sé me ocurrió algo que puede funcionar!- exclamó al tiempo en que le sonreía al castaño.

 

-Nii-chan... esa sonrisa tuya no me gusta. ¿Qué se te ha ocurrido?- preguntó desconfiado el ojimiel.

 

-Pues...- murmura sonriendo como el gato de cheshire y entonces se lo cuenta todo al menor.

 

-¿Estás seguro de que funcionará?- dice un poco preocupado el castaño a su hermano.

 

-No te preocupes... creo que... probablemente...- responde rascándose la nuca algo nervioso e insegutro mientras que el contrario le miraba con una gota cayéndole por la sien.

 

Sin otras opciones decidieron seguir con esa idea, cogieron el teléfono y marcaron el número lo más rápido posible. Esperaron a que del otro lado lo cogieran y en cuanto respondieron, casi saltan de la cama de la alegría.

 

-¿Hola?- decía una voz al otro lado del teléfono algo molesto.

 

-Hola... esto... necesitamos tu ayuda.- murmuró el castaño nervioso por lo que le iban a pedir al contrario.

 

-...- no hubo respuesta des del otro lado y temieron que hubieran colgado.

 

-¿Por favor? Es muy importante ¿si?- suplicó el ojiazul.

 

-¿Qué necesitáis?- preguntó no muy convencida la otra persona después de suspirar. Sabía que el mayor había puesto sus ojos de cachorro incluso sin haberle visto la cara.

 

-Bueno... es un poco delicado...- decía el castaño que cada vez se encontraba más inquieto. Si no fuese por su hermano ahora mismo se encontraría dado vultas por la habitación por no poder contener los nervios.

 

-¿Es algo malo? Si puedo ayudar... decidme lo que sea.- comentó la otra persona, ya en un tono preocupado, pues no era normal que el de ojos miel se comportara así con él.

 

-N-no... no es malo es solo que...- paró intentando encontrar las palabras que explicarían mejor toda la situación.

 

-¿Como lo haces para que tu novio no piense que le odias cada vez que eres tan frío con él o cuando le gritas sin más?- soltó como si nada el rubio aunuqe por dentro estaba con la ansiedad por las nubes.

 

-¿Q-qué... estáis diciendo?- tartamudeó muy avergonzado.

 

-Bueno es que... la hemos fastidiado un poco con nuestros candidatos y... no sabemos como arreglarlo.- respondió apenado el ojimiel.

 

-Ya veo... contadme todo lo que ha pasado.- les anima en un tono más calmado. Los menores le explican como fueron "atacados" por sus respectivos candidatos y lo que sucedió después, su intento de hacerles ver la situación y tal. Una vez acabaron esperaron la respuesta del otro joven deseando que este pueda ayudarles.-Bien... así que básicamente el problema es que os ponéis muy nerviosos en su presencia y os avergüenza recordar lo pasado ocasionando que acabéis huyendo por no saber sobrellevar los sentimientos que os invaden ¿es así?- resumió después de meditar un rato todo lo que sus amigos le contaban.

 

-Si... en resumen es eso. Lo que no queremos es que ellos sigan creyendo que les odiamos, dado que ese no es el caso. - contesta un poco apenado el rubio.

 

-Vale... en realidad eso a mí también me suele pasar pero...- hace una pequeña pausa.- supongo que tenéis que intentar demostrarles lo que sentís.- finalizó algo nervioso.

 

-Eso ya lo sabemos... lo que pasa es que no se nos ocurre el cómo. Ya intentamos darles pistas sutiles, pero al parecer solo les ayudó en su convicción de que nos molesta su cercanía.- refunfuñó el castaño.

 

-Bueno... es un poco complicado por que no les conozco y no se cómo reaccionarán, pero... ¿Por qué no intentáis hacer algo que no se esperen?- propuso pensativo.

 

-¿Como qué?- preguntó muy interesado el ojiazul en la respuesta del contrario.

 

-Pues... en mi caso... suelo sorprenderle siendo un poco más cariñoso con él... como, dándole un beso de buenos días y cosas de esas.- murmuró un poco avergonzado lo último.

 

-Si... pero eso no nos sirve de mucho...- se quejó el rubio.

 

-Eso es verdad... no somos pareja, al menos no todavía así que... sería demasiado vergonzoso hacer algo como eso de repente.- aclaró lo que quería decir su hermano mayor un muy sonrojado castaño.

 

-Pues por eso... no se esperan algo así. La verdad es que... siendo como sois normalmente ya está bien, pero si no queréis hacer eso... mmmh...- paró para pensárselo un poco.- pues... ¿Qué tal un abrazo o...?- se calló un momento.

 

-¿O qué?- le instó a seguir el de cabellos como el sol.

 

-O... les podéis pedir una cita...- soltó de la nada.

 

-¿U-un-una... ci-ci-ci-cita?- preguntó muy avergonzado el castaño entre tartamudeos. Miró la cara de su hermano el cual se encontraba igual de sonrojado y nervioso que él.

 

-Si... pero como dije al principio estoy seguro que estarán contentos con el simple hecho de que les digáis lo que sentís de forma sincera.- aseguró muy convencido de sus últimas palabras

 

A los dos hermanos les gustó la idea, dejando de lado lo de la cita claro está, y aunque no se veían con la valentía suficiente como para besarles, concluyeron que un abrazo no era para tanto y que eso si podrían hacerlo sin sentir sus cuerpos derretirse como la gelatina. Se miraron y sonrieron al mismo tiempo, pues ya tenían algo de esperanzas para solucionar todo ese tema.

 

-Gracias, eres el mejor Gokudera-kun. - agradeció muy animado y con voz repleta de dulzura el castaño.

 

-Sí, te queremos mucho y deseamos sinceramente que te vaya bien con Yamamoto.- dijo ahora el ojiazul rebosante de alegria para luego colgar sin darle oportunidad al contrario de despedirse.

 

-Si serán...- murmura el peliplateado sonrojado una vez ya le han colgado.

 

-¿Quién era?- preguntó un moreno que en ese preciso instante entraba por la puerta del departamento que ambos compartían.

 

-El juudaime y Giotto.- respondió como si nada.

 

-¿Y qué querían?- volvió a cuestionar el otro, curioso pues había visto el sonrojo de su pareja, al tiempo en que abrazaba al peliplateado por atrás.

 

-Na-nada... solo querían preguntarme algo.- contestó nervioso y para desviar la atenció del contrario giró levemente el rostro y le dio un beso de bienvenida. Acto que fue correspondido al instante por el más alto el cual olvidó su reciente pregunta y la evasiva del de ojos color jade.

 

*Volviendo con los Sawada*

 

-Tsu-chan... ¿crees que podremos hacerlo?- preguntó el rubio algo inseguro.

 

-Bu-bueno... es un poco vergonzoso pero...- suelta un gran suspiro.- no quiero que esto acabe así.. .realmente quiero conocerlos mejor.- confesó sintiendo sus mejillas arder.

 

-Hai yo también.- le dice dedicándole una sonrisa a su ototo.

 

-Bueno... vamos a dormir... mañana intentaremos hablar con ellos.- murmuró el castaño quien se encontraba muy cansado. Demasiadas emociones experimentadas en un solo día.

 

-Si... por cierto... - le llama la atención el rubio una vez ya habían acabado de cambiar su ropa por la de dormir y se encontraban dentro de la cama.

 

-¿Si? ¿Qué pasa?- preguntó el ojimiel con mucha curiosidad mientras se acomodaba mejor bajo las sábanas y se colocaba de lado para verle mejor.

 

-Exactamente ¿qué fue lo que te hicieron?- cuestionó un poco avergonzado el rubio, haciendo que se sonrojara el menor. Pero es que llevaba toda la tarde preguntándoselo y no pudo reprimir más la curiosidad.

 

-¿Eh? Eso...-con mucha vergüenza se lo explicó, el rubio también le contó su versión, donde un peliazul le acariciaba sin vergüenza los muslos al estar sentado en el sofá, mientras que un enojado peliplateado le mordió la nuca dejandole esa marca. Aquella situación acabó en una discusión entre los mayores mientras que el rubio moría de la vergüenza desde su sitio en el sofá. Cuando logró reaccionar medio departamento estaba destruído y él sugirió ir a ver a su hermanito. Cuando ambos terminaron de contar sus historias no pudieron evitar reirse un poco pues era innegable que el comportamiento de esos cuatro era realmente parecido.

 

-Si es que... ahora que lo pienso... supongo que eso significa que van en serio con nosotros ¿no?- susurró el ojiazul recordando la discusión de ambos hombres reclamando la acción del contrario.

 

-Si... bueno durmámonos ya.- le instió tapándose con la sábana el menor y dándole la espalda pues su sonrojo era evidente..

 

-Hai, hai.- comentó el mayor divertido mientras apagaba la luz del cuarto. No tardaron mucho en caer en los brazos de Morfeo dado que el día había sido muy largo y agotador tanto física como mentalmente.

 

Mientras los hermanos hablaban por teléfono, los mayores seguían en el comedor, sentados en el sofá mirando la televisión y discutiendo sobre lo mismo.

 

-¿Entonces qué hacemos?- cuestionó por sabe qué vez el peliazul algo cansado de tanto discutir.

 

-No quiero que nos odien, pero tampoco dejarlos ir.- murmuró un poco confundido el otro peliazul.

 

-Esto es muy cansino...me voy a dormir.- dijo el moreno como si nada, pero internamente su mente estaba echa un caos.

 

-Oe, que no hemos acabado todavía.- reclamó enfadado su "rival" en toda aquella situación.

 

-Pues mejor si lo pensamos mañana, yo estoy cansado.- sin más caminó escaleras arriba, hacia su habitación. Los otros suspiraron y le siguieron, pero al pasar por delante de la puerta de la habitación de esos dos escucharon algo que les molestó.

 

-¿U-un-una... ci-ci-ci-cita?- oyeron que preguntaba un muy avergonzado castaño. No se oyó nada más hasta unos minutos más tarde lo que les indicó que la conversación no era entre los hermanos sino por teléfono con alguien más.

 

-Gracias, eres el mejor Gokudera-kun.- oyeron por parte del castaño con una voz animada y dulce.

 

-Sí, te queremos mucho...-por parte del rubio fue todo lo que oyeron.

 

Eso no les gustó nada, el escucharles hablarle así a otra persona... les molestó muchísimo, pero al mismo tiempo les entristeció. No creían que esas palabras podrían serles dirigidas a ellos, al menos no después de sus actos imrpudentes del día. Con mucha pena, se dirigieron a sus habitaciones y se dispusieron a dormir, pero sin olvidar lo que habían oído.

 

*A la mañana siguiente *

 

Los dos hermanos se despertaron antes para preparar el desayuno. Se encontraban mucho más animados gracias a los consejos de su amigo ojijade y mientras cocinaban empezaron a hablar sobre lo que tenían que hacer con los mayores. Un rato después, llevaron la comida y la dejaron sobre la mesa. Unos minutos mças tarde los mayores bajaron de mala gana y se sentaron en la mesa. No parecían encontrarse bien y eso preocupó a los más jóvenes aunque no se atrevieron a preguntar. Eso ocasionó que todos comieran en silencio, uno muy incómodo, y cuando terminaron los menores recogieron la mesa mientras los demás se quedaban en ella.

 

Al salir de la cocina, ellos se miraron decididos y se dispusieron a contarles todo. Tenían que dejar la verüenza aparcadas de una vez y decir todo lo que pensaban con absoluta sinceridad.

 

-Es-esto...Hibari-san, Mukuro- les llamó el castaño jugando con sus dedos de forma nerviosa, pero mirándo a ambos varones..

 

-A-Alaude, Daemon...- hizo lo mismo el ojiazul.-que-queremos...- paró para aclararse la voz, pero su hermano terminó la frase por él.

 

-Hablar con vosotros...- finalizó el ojimiel con la voz y rostros serios, aunque el leve sonrojo en sus mejillas no pasó desapercibido por todos los presentes.

 

Los mayores solo les miraron, ya tenían una idea de lo que querían decir. Se levantaron y antes de que los otros pudieran decir algo ellos hablaron.

 

-Ya lo sabemos...- dijo Daemon completamente serio.

 

-Si...- corroboró Alaude de igual forma.

 

-Nos iremos cuanto antes.- aseguró el de ojos bicolor dedicándoles una sonrisa algo triste.

 

-No os preocupéis.- terminó el moreno con el rostro impasible, pero en sus ojos se podía notar lo decaído que realmente estaba.

 

Los hermanos se sorprendieron y entraron en pánico pues eso no era lo que querían. Definitivamente era lo que menos querían así que sin pensarlo se lanzaron sobre ellos.

 

-¡N-no es eso!- gritó el castaño mientras abrazaba a los otros dos.- no es eso...- volvió a decir en un susurro ahogado.

 

-Os equivocáis- continuó el rubio mientras que cogía el brazo de los dos que quedaban.- Nosotros no... queremos que os vayáis.- aseguró en un susurro.

 

Los mayores se quedaron atónitos ante esas palabras. Realmente... ¿habían oído bien? Les estaban diciendo que querían que se quedaran. Como los menores no vieron ninguna intención de hablar por parte de los mayores siguieron pues todavía tenían mucho que decir.

 

-En realidad... estamos contentos de que estéis con nosotros.- dijo un muy avergonzado castaño, mientras se separaba de ellos y les miraba con los ojos cristalizados conteniendo las lágrimas.

 

-Si... aunque fue sorpresivo todo lo de la competencia... estos días han sido... muy divertidos.- habló agachando la cabeza el ojiazul, mientras que también soltaba a los otros dos.

 

-Nosotros... queremos conoceros mejor.- pidió el castaño mientras unas lágrimas salían de sus lindos ojos miel.- por eso...

 

-No os vayáis...-terminó de suplicar el rubio que también estaba llorando y temblaba al igual que el menor de los dos.

 

Los mayores no sabían que hacer. Solo sintieron el gran impulso de abrazarlos y no soltarlos nunca más, y eso fue lo que lo hicieron. Ambos hermanos se sorprendieron al sentir dos pares de brazos rodearles, pero sin decir nada correspondieron a ese cálido y reconfortante contacto mientras seguían llorando. Un rato después, consiguieron que estos dejaran de llorar y se sentaron en el sofá.

 

-¿Ya estáis mejor?- preguntó el moreno y ambos asintieron aceptando los pañuelos que ambos peliazules les entregaban.

 

-Bien...- dijo soltando un gran suspiro el peliplateado pues odiaba que la gente llorara delante suyo, no se le daba bien reaccionar en ese tipo de situaciones.

 

-Menos mal... no sabíamos que hacer si hubierais seguido llorando.- confesó el peliazul mayor. Comentrario que hizo a los menores reir un poco acto que hizo que se vieran realmente adorables a opinión de los varones.

 

-Vale pero... volviendo al tema. - comentó el de ojos bicolor haciendo que los otros tres salieran de sus pequeñas fantasías pervertidas para con los jóvenes del lugar.- Si no nos odiáis...¿por qué nos habéis estado evitando?- cuestionó con una cara un poco triste. Los dos chicos se sonrojaron mucho, pero estaban decididos a decírselo.

 

-Eso es por que...-comenzó el ojiazul, pero paró al sentir sus mejillas sonrojarse de sobremanera algo que llamó la atención de los presentes que les miraron con curiosidad palpable.

 

-Por que.. .estábamos avergonzados.- soltó el ojimiel en un susurro casi inaudible, pero gracias al silencio de la estancia los mayores lograron escuchar sus palabras.

 

-¿Avergonzados?- preguntaron todos al unísono sorprendidos y confundidos.

 

-Pu-pues claro... haciendo eso tan de repente...- confesó el castaño haciendo un lindo puchero que hizo tragar duro a ambos pretendientes suyos.

 

-No sabíamos como miraros de la vergüenza... idiotas.- refunfuñó el rubio ladeado la cabeza intentando esconder su colorado rostro. Ahora fue el turno de sus dos varones los que observaron casi con adoración la apariencia tan encantadora que tenía ese joven frente suyo.

 

Los mayores sonrieron, realmente se habían preocupado por nada. Ahora comprendía el nerviosismo, el leve temblor de sus cuerpos al tenerlos cerca, los tartamudeos, las salidas precipitadas y el evitar de miradas. Todo había sido causado por la vergüenza. El rubio tenía todo la razón en llamarlos idiotas, pues ciertamente así se sentían en esos momentos. Debieron de pensar mejor las cosas y no llegar a una conclusión precipitada. Se encontraban demasiado metidos en su auto-regaño y culpabilidad como para notar aquellos pequeños detalles que pasaron por alto la noche anterior.

 

-Entonces nos alegra.- dijo el moreno claramente aliviado de saber la verdad de todas las acciones pasadas del adorable castaño.

 

-Si... pero todavía queda lo que oímos ayer.- comentó Mukuro recordando lo que escucharon al pasar por delante del cuarto del menor de los gemelos.

 

-¿A qué os referís?- preguntó el castaño de lo más inocente ladeando la cabeza a un lado inconscientemente. "Qué lindo" pensaron sus dos semes.

 

-Anoche os oímos hablar con alguien por teléfono.- comenzó a explicar Alaude, pero no especificó más que eso, confundiendo a ambos chicos que le miraron sin comprender.

 

-Si... y le dijiste que le queríais.- continuó Daemon mirando al rubio. Al escuchar aquellas palabras los jovenes abrieron los ojos sorprendidos y se miraron con comprensión en los ojos.

 

-!Ah¡- exclamaron los dos al mismo tiempo y rieron algo divertidos pues ahora entendían un poco por qué los mayores parecían tan decaídos aquella mañana.

 

-Eso fue... para darle las gracias.- comentó el ojiazul sonriendo dulcemente.

 

-¿La gracias por qué?- preguntó el peliplateado sin comprender y algo celoso de no ser el causante de esa adorable expresión que el rubio tenía en el rostro.

 

-Pu-pues por que...-comenzó a decir este algo nervioso al notar el malhumor del más mayor, pero no sabía cómo explicarlo así que miró a su hermano en busca de ayuda.

 

-Le preguntamos a un amigo... como arreglar esto.- explicó agachando la cabeza el castaño avergonzado.

 

-¿Le pedisteis consejo?- cuestionó sorprendido el poseedor de heterocromia.

 

-Si... él tiene novio y nosotros...- ladeó la cabeza el rubio no pudiendo verles a la cara de la vergüenza.

 

-No sabíamos que hacer para que comprendierais lo que en verdad nos sucedía... además que al parecer la sutileza no es lo vuestro.- murmuró muy sonrojado el ojimiel quien hizo un puchero al recordar que no sirvieron de nada sus pequeñas pistas.

 

-Ya veo...- suspiró aliviado el moreno mientras abrazaba al castaño y lo sentaba en sus rodillas. Esa acción molestó al peliazul el cual le dio un beso al castaño para desquitarse un poco, sorprendiendo a este y haciendo que su sonrojo aumentara aún más, llegándole hasta las orejas. Por otra parte el rubio fue rodeado por el brazo del peliplata quien acercó el cuerpo del menor al suyo cosa que no agradó al peliazul restante quien cogió la mano del de ojos azules y la besó al tiempo en que sonreía por el lindo rostro encendido de este.

 

-N-nee... Tsu-chan, ¿se lo decimos?- preguntó muy avergonzado el rubio quien miraba a su hermanito el cual se encontraba en las mismas que su persona. Los mayores sintieron mucha curiosidad ante esas palabras y al ver como estos asentían a la vez les ganó el deseo de preguntar.

 

-¿Decirnos qué?- preguntó Daemon algo impaciente al igual que los otros tres hombres quienes miraban fíjamente a sus futuras parejas, con suerte. Los hermanos volvieron a asentir y sonrieron levemente.

 

-Pues que...- comenzó el ojiazul en voz bajita.

 

-Pensamos que para compensaros por lo que hicimos...- siguió el ojimiel de igual forma a su hermano.

 

- Si... queréis tener una cita con nosotros...- dijeron casi en un susurro después de coger aire para darse valor. Los demás se quedaron en blanco pues no podían creer lo que habían oído. Les pasó por la cabeza el hecho de estar soñando, pero la calidez de los cuerpos ajenos eran muy real así que se vieron obligados a salir de su estupor cuando estos comenzaron a removerse incómodos en sus lugares. Debían responder rápido sino querían crear más malentendidos.

 

-¡Pues claro que sí!- exclamaron al unísono los cuatro sorprendiendo de sobremanera a los gemelos quienes les miraron con sorpresa, pero rápidamente sonrieron contentos. Después de todo estaban un poco asustados ya que no querían ser rechazados.

 

Se sintieron muy felices al oír la afimativa y aunque estuvieran nerviosos por que sería la primera vez que saldrían a una con alguien, si algo raro para jóvenes de 20 años, pero no se les puede juzgar por ser inocentes, sabían que todo saldría bien. Ahora solo faltaba planearlas bien y decidir con quien de ellos irían primero... algo que seguramente les daría dolor de cabeza, pero que en ese momento no importaba por que los rostros de emoción en los mayores valía la pena cualquier problema que tuvieran en un futuro.

 

...Continuará...

Notas finales:

Y bien...¿como estuvo? ¿Bien, mal? Ayyy espero un review please XDDD.

Acepto sugerencias para las cuatro citas ¿si? No importa si son muy tontas, a imaginar que es lo divertido :DDDD

Bueno, tardaré con la conti ya que es navidad y toca estar con la Family, que se le va a hacer u.u

Pero no tendré tiempo de leer buaaaa. *da vueltas y golpes en la cama*

Bien vale, que se me va la olla. Espero que os haya gustado ¿si?

Nos leemos ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).