Capítulo XXXVI.
Banalidad.
Vialer se alejó aterrado, Nicolás estaba embarazado ya… y él, él dejo que su bebe muriera. Se despeino completamente horrorizado, casi gritando, enloquecido de ira.
—¡Los matare! —Vocifero fiero, con los discretos colmillos sobresaliendo de sus labios rojos y delgados que seducían a cualquiera.
—Tranquilízate…—Exigió Chia—… lo importante es detener el sangrado.
—¡También mi bebe era importante! —Lo tomo de la solapa de la camisa y lo sacudió con furia—¡Él también contaba!
Nicolás miro a los dos vampiros discutiendo y gimió de dolor.
—No lo soporto más… —Se quejó evitando que los cazadores celestiales lo tocaran más de lo debido.
El moreno corrió al lado de su amor y lo alzo en brazos caminando hacia la salida dispuesto a abandonar esa guerra que no les pertenecía.
—Ya nos iremos Nico…—Le beso las mejillas arrasadas por lagrimas—… iremos a casa y trabajaremos en el siguiente bebe para reponer el que perdimos.
Vyaron no alucino con la sonrisa retorcida que tenía el rubio en el rostro, lo sabía por qué hasta el mismo Chia se había girado para verlo y consultar con una mirada si no les fallaba la vista.
—“Vialer regresa, suéltalo…—Susurro en la cabeza del moreno su hermano menor—… ese no es Nicolás.”
—“Déjate de tonterías, mi Nico está mal, este no es nuestro lugar”—Respondió la voz martirizada por el dolor del rubio.
—“Confía en mi por favor.”—Rogo una última vez, si no le obedecía, él mismo le arrancaría a ese tipo de los brazos y le haría conocer el dolor por provocar el de Vialer con una pesadilla de ese calibre.
—“No.” —Vyaron se movió muy rápido, aparto de un golpe al rubio de su hermano y lo sometió en el piso. —¡¿Qué rayos crees que haces?! —El moreno se repuso de inmediato, solo para ser detenido por el peligroso juez de cabello rojo—¡Déjennos en paz a los dos!
Vyaron no escuchaba a su hermano, estaba entretenido odiar con la mirada al impostor, Nicolás podía ser un simple humano convertido en un vampiro, implicado en una guerra que no le incumbía, pero no era ningún debilucho, no era alguien que se dejara vencer así de fácil. Si Nicolás hubiera estado embarazado, cosa que no dudaba dada la naturaleza ninfómana de su hermano, no dejaría que se lo quitaran tan fácil. Aunque Nicolás no lo supiera, era muy fuerte.
—Revélate…—Ordeno presionando con el pie el cuello del rubio, pero este no se movió, solo estaba en el piso, con los ojos cerrados y quejándose de dolor—¡He dicho que te reveles maldito!
—Vi-Vialer…—Sollozo alargando la mano hacia el moreno—… ayúdame…
El aludido forcejaba con Chia a todo lo que daban sus fuerzas, no podía dejar que su amor sufriera más de lo que ya había sufrido, se juró así mismo que evitaría cualquier malestar en su amor, que lo consentiría en cada capricho. Que lo amaría por siempre.
—¡Nicolás! —Vialer ya no soportaba más, ver esos ojos tan claros y hermosos llenos de lágrimas, la tensión de sus músculos de marfil—¡Déjenlo!
—Maldito…—Mascullo el de mechas—… deja de ensuciar la imagen de mi cuñado. —Y le clavo en el hombro la espada que le colgaba de la cintura, expandiendo un alarido por toda la habitación.
Después el grito hubo silencio, solo roto por una risa sarcástica que nació de la persona menos esperada. Chia apretó más fuerte al moreno. El rubio se estaba riendo, por el dolor, por el placer, por el poder que le confería ese disfraz.
Alargo la mano hacia el rostro de Vyaron y lo mando a volar por la energía que emanaba de la punta de sus dedos.
—A veces es tan divertido…—Se levantó con la mano en el hombro dañado—… es tan divertido cuando pierden los estribos, en el instante mismo en que besándome creen que besan a ese otro ser que les da amor… es tan divertido.
—¿Qué? —Vialer se separó de Chia y lo comprendió todo—… al menos no eres Nicolás y no fuiste tan patético como para perder a mi futuro heredero.
De nuevo la risa endemoniada de ese tipo.
—No me decía lo mismo esas lágrimas sanguinolentas que te manchaban la cara. —Se burló.
El moreno compuso una sonrisa elegante y a la vez sardónica, deslizando después por sus labios tan letales los dedos.
—Ahora que lo pienso mejor Nico no sería tan débil como para perder un bebe… y no necesitaría un estúpido disfraz para sentirse amado.
Aquello último relativamente había hecho enfurecer al hombre, al mismo nivel del dolor. Cuando se juega con los sentimientos no es de extrañar que alguien más quiera jugar también. El moreno, que estaba tan enfadado no solo con ese tipo por pretender ser quien no era y además de eso fingir que había perdido a un bebe.
—Te vas a morir y no veras al hombre o mujer que amenes.
—No temo a eso…—El hombre desenvaino una espada que pendía de su cintura—… nunca le he temido.
Llevo dos dedos a sus labios y lanzo un silbido agudo y molesto, uno que atrajo la atención de los seres informes que existían afuera.
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Valery noto como después de un paso tranquilo las bandas transportadoras llevaban más a prisa los miembros hacia el punto de ensamblaje, por lo que supuso y muy acertadamente de que el resto de miembros de su equipo de rastreo estaban teniendo problemas, materializándose aterrizo sobre una de las bandas con miembros mutilados yendo directo hacia la máquina, tras un soplo de aire dorado los brazos de la maquina cayeron al piso mutilados por la espada elemental heredada a su familia. Espero pacientemente llegar al siguiente puesto de ensamblaje y realizo el mismo procedimiento anterior dejando la sala inutilizada, dejo que la banda la condujera al final del camino y cuando llego no puedo menos que asombrarse por la cantidad de miembros mutilados que estaban sirviendo de alimento a esos zombis cibernéticos, de un salto volvió a la sala, debía encontrar a sus hermanos.
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Vyaron y Chia estaban más preocupados por los seres mezclados que por el impostor que aún usaba la imagen de Nicolás. Los celestiales no podían contenerlos dada la calidad y cantidad de armas que usaban, pero si tan solo pudieran conseguir o hacer de alguna forma de que les llevaran las bombas con una mezcla de venenos para los hijos de la noche.
Los tacones de una dama resonaron entre el ruido de los cuerpos metálicos y las paredes. Valery con la velocidad que iba hasta se pasó, se sostuvo del marco para detenerse, los seres invencibles que ya tenían acorralados a los cazadores se preparaban para engullir de un bocado.
Mientras tanto Vialer seguía arremetiendo contra ese hombre, cada cuchillada y puñetazo tenía la fuerza de la convicción del amor, una cosa en la cabeza del mayor, regresar al lado del hombre al que amaba.
En un descuido, muy negligente si alguien preguntaba, el impostor no se dio cuenta de que iba directo a Valery y que el moreno ya le había contado la desagradable broma por lo que la espada que le atravesó desde la espalda lo tomo de sorpresa.
—No juegues con fuego si no quieres quemarte.
Y para ese hombre, al cual le quedaba por único rostro uno ajeno todo se volvió oscuro.
—De nada Vialer, siempre es un placer ayudarte. —Comento ella divertida al notar el mutismo de su hermano.
—No es eso, pero témenos problemas más grandes que las gracias.
—Eso déjamelo a mí…—Vyaron se había escapado del circulo donde el resto de cazadores intentaban sobrevivir a costa de todas sus habilidades.