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Por una competición conocí al amor de mi vida. por BlackHime13

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Notas del capitulo:

Bueno...empecemos con las citas, primero la de Alaude con el Giotto ^^

Espero que os guste y siento si queríais lemon pero no me parecía bien, teniendo en cuuenta que luego saldrá con el Daemon...así que ha esperar un poco más. Bien, no me enrrollo más. Disfrutádlo :D

Editado---> 06/01/19

El trayecto se le hizo inesperadamente corto al rubio. Se encontraba tan emocionado y nervioso que no notó cuando el peliplateado aparcaba el coche. Este salió del auto, dio la vuelta y abrió la puerta del copiloto, sacando al menor de sus pensamientos quien le miró confundido.


-¿Qué pasa?- cuestionó sin comprender por qué el mayor le miraba tan fijamente.


-Hemos llegado hace un rato. ¿No vas a salir?- respondió con una sonrisa ladeada en el rostro. El rubio se sonrojó de sobremanera al comprender que se había perdido tanto en su propio mundo que no había notado ese hecho. Rápidamente salió del coche y miró maravillado el lugar donde estaban. No podía creerselo.


-¿Qué pasa?- dijo el mayor al ver la cara del chico, aunque ya suponía que recibiría ese tipo de reacción, por lo que sonreía de lado.


-Esto es... ¿como sabías qué quería venir?- preguntó muy sorprendido.


-¿No lo recuerdas?- al ver la cara completamente descolodada del pequeño, no pudo evitar que una leve risita escapara de sus labios. - Cuando nos conocimos dijiste que nunca habías ido a uno así que... pensé que te gustaría.- le explicó sin borrar su leve sonrisa del rostro.


El menor no recordaba haber dicho tal cosa, pero también tenía que reconocer que cuando conoció al mayor estaba tan nervioso que en su memoria todo se veía borroso. A pesar de no recordarlo le puso muy feliz que el peliplateado prestara atención a ese pequeño detalle y considerara llevarle a ese lugar solo para complacerle. Le sonrió con completa sinceridad y sin dudar ni un segundo le cogió del brazo para comenzar a caminar hacia la entrada.


-¡Entonces vamos! Me muero por ver todos los peces. - exclamó entusiasmado. Por su parte el mayor veía esa actitud del más bajo como algo muy adorable y le gustaba el ser él quien lo había provocado.


Una vez el peliplateado pagó las entradas, se dispusieron a verlo todo. La cara del rubio era de pura felicidad. Parecía un niño pequeño, corriendo de lado a lado, arrastrando al mayor e impresionándose con cada uno de los animalesacuáticos que observaba. Vieron todos los tanques con peces. Algunos eran pequeños, otros más grandes, de colores chillones o más oscuros. Todo eso al rubio le fascinaba importándole poco si estos eran preciosos o de aspecto horrible. En una parte, se subieron a una cinta transportadora para ver a los diferentes seres acuáticos.


-¡Guau!- decía el rubio fascinado mientras miraba a unos tiburones pasar por encima de su cabeza.- Es increíble ¿verdad?- susurró mientras seguía mirando los animales. Sin percatarse de como el mayor apretaba un poco más el agarre en su mano al tiempo en que entrelazaba sus dedos.


-Si...- dijo el más alto aunque este no estaba muy interesado en los peces, ya que se la había pasado observando la cara del menor.


Después de dar unas cuantas vueltas más, decidieron descansar un poco para comer y luego ir a ver un espectáculo de delfines. Fueron a la cafetería del lugar donde en el centro se encontraba un enorme tubo lleno de agua y repleto de más animales. Colocado ahí para que los visitantes pudieran disfrutar incluso comiendo.


-E-etto... Alaude.- llamó sonrojado el rubio. Se había percatado de que sus manos estaban agarradas solo cuando el mayor soltó la suya para así sentarse en frente de su persona. No podía creer que hubiera estado tan distraído como para no notar la calidez que la mano contrario desprendía. Se sentía super avergonzado pues recíen comprendía que ambos se encontraban solos... y en una cita.


-¿Mmmh?- le miró de reojo.


-Bu-bueno... gracias, esto es muy divertido.- confesó mirando hacia el suelo sintiendo su cara arder por el rubor que cubría hastasus orejas. Al mayor le pareció muy tierno, pero le gustaba ver esos preciosos orbes azules semejantes al color del mar por lo que le cogió suavemente por el mentón para hacer que levantara la vista.


-De nada.- fue su leve susurro para luego darle un beso. Fue uno tierno y casto, ya que algunas personas se les quedaban viendo y como había niños alrededor pensó que sería lo mejor para que no los hecharan del lugar. Se separó de sus labios poco después con una sonrisa ladeada, acariciando suavemente las coloradas mejillas del contrario. A continuación volvió a su comida como si nada fuera de lo normal hubiese pasado.


Una vez terminaron de comer, el peliplateado cogió de nuevo la mano del ojiazul y lo llevó a ver a los pingüinos, ya que el espectáculo de los delfines todavía no empezaba.


-Qué lindos...- decía el rubio mientras los miraba con los ojos brillando.


-Si.. pero tú lo eres más.- alagó en un susurro contra su oído para que solo él lo escuchara. Esas palabras hicieron que el pobre se sonrojara hasta las orejas.


-N-no digas eso...- amonestó con voz muy floja mientras ladeaba la cabeza para ocultar lo colorado que se encontraba por su culpa. El mayor solo sonrió ante ese dulce acto y lo abrazó por detrás. El ojiazul no se quejó ante ese contacto y así estuvieron un buen rato, hasta que el pequeño vio a unas focas en una zona cercana y salió corriendo a verlos.


-Realmente parece un niño pequeño...- se dijo el mayor para sí y sonrió al verle tocando a las focas. Uno de los trabajadores del lugar le preguntó si también quería tocarlos, pero se negó. Estaba más entretenido mirando al ojiazul tan contento.


Eran sobre las 16:00h cuando se oyó por el megáfono que el espectáculo de los delfines iba a comenzar. La pareja se dirigió al recinto especificado y se sentaron en la primera fila.


-¡Esto es increíble!- exclamó maravillado el rubio, una vez había comenzado. En uno de los saltos de los animales, el rubio quedó empapado por agua al igual que el peliplateado. El primero simplemente se puso a reír, al ver el ceño fruncido del mayor quien claramente se sentía molesto por no haber recordado comprar o traer un impermeable, pero su expresión cambió a una muy sonrojada cuando el mayor se quitó la camiseta que llevaba dejándolo ver todo ese abdomen tan bien formado, que resaltaba con las gotas de agua que escurrían por él. El menor solo ladeó la cabeza sintiendo que moriría por culpa del mayor, pues toda la sangre se le subió a la cabeza. Este porsu parte solo sonrió complacido por la reacción que obtuvo, además de la vista pues la ropa se pegaba al cuerpo del rubio de tal forma que no dejaba mucho a la imaginación, cosa que hizo que se lamiera los labios con hambre. Decidió apartar también la mirada cuando una parte de su anatomía comenzó a crecer. No era ni el momento ni el lugar como para estar pensando en ese tipo de cosas.


Una vez el espectáculo terminó, sobre las 17:00h más o menos, se fueron al baño para cambiarse la ropa por una un poco menos mojada que habían comprado allí. El mayor llevaba unos pantalones negros y una camisa de un tono lila oscuro junto con un dibujo en ella que ponía el nombre del acuario, mientras que el rubio llevaba unos pantalones cortos azules y una camiseta de manga corta de color anaranjado que resaltaba su color de piel.


Una vez ya se habían cambiado, se encaminaron hacia la salida, dado que ya habían visto todo el lugar. Era un día muy caluroso, siendo plento mes de Julio, y el rubio se detuvo al ver una heladería.


-Nee... ¿podemos ir a comprar un poco?- pidió con una carita tan dulce e inocente que el mayor casi se desangra solo de verla, menos mal que se sabía controlar.


-Claro... ¿qué quieres?- le preguntó como si nada, aunque por dentro lo que quería era comérselo a él. "Contrólate, no debes sucumbir a tus más bajos instintos." se recriminó a si mismo.


-Mmm... un helado de nata y chocolate.- respondió sonriendo. El más alto asintió y comenzó a caminar hacia el establecimiento. Por su parte el ojiazul se sentó en un banco cerca de ahí y miró a la gente pasar. Desde familias, parejas y amigos una gran cantidad de personas diferentes iban y venían. El rubio sonrió cuando un niño le pidió a su madre que le comprara un helado y esta accedía sonriendo divertida. "Tal vez es verdad que a veces soy como un crío." pensó para sí y se rió sin poder evitarlo.


Fue sacado de sus pensamientos cuando vio que alguien se paraba en frente de su persona. Levantó la vista para encontrarse con el peliplateado quien tenía una sonrisa burlona en el rostro. Al parecer también había visto la escena y de seguro pensó lo mismo que él. Aquello le hizo sonrojar levemente, pero no dijo nada.


-Toma.- le dijo este extendiéndole un cono mientras se sentaba a su lado.


-Gracias.- agradeció mientras cogía su helado. Estuvieron en silencio un rato, cada uno metido en sus propios pensamientos.


-Alaude...- llamó de la nada el menor.


-¿Sí?- dijo volteándole a ver con clara curiosidad en el tono de voz.


-Pues... verás... yo...- intentó decir el pequeño pero no le salían las palabras. Mientras tanto, parte de su helado se escurría por su mano, cosa que el mayor vio y no desaprovechó la oportunidad.


-Se está derritiendo...- avisó al mismo tiempo en que se acercaba y le lamía el helado de la mano. El rubio se ruborizó muchísimo y antes de que se diera cuenta, unos labios habían capturado los suyos.


Al principio el beso era sencillo, tierno y suave, pero en muy poco tiempo se tornó salvaje, húmedo y pasional. El peliplateado mordió un poco los labios del ojiazul, pidiéndole permiso para entrar. Este estaba tan sorprendido y con la mente en blanco que abrió la boca sin protestar. El mayor coló su lengua dentro de la cavidad del pequeño y la exploró entera, entreteniéndose con la lengua de su compañero, comenzando una danza pasional. Las dos se entrelazaban, succionaban y peleaban entre sí, mezclando las dos salivas. Pero como todo beso se terminó, el menor necesitaba respirar así que el otro se apartó. Mientras el rubio recuperaba el aire, el otro le cogió de la mano y lo llevó hasta el coche.


-Me gustas.- confesó de la nada el mayor, una vez ya se encontraban dentro del auto, sorprendiendo al otro quien todavía seguía estupefacto por lo sucedido anteriormente.


-Y-yo...- empezó a tartamudear buscando algo que decir en respuesta. No podía negar que el más alto le gustaba,mucho menos decir que le había molestado el acto, por que claramente no era el caso, pero... no sabía exactamente qué es lo que tenía que decir.


-No hace falta que respondas ahora.- le dedicó una sonrisa, casi imperceptible, le dio un casto beso en la frente y arrancó el coche.


El rubio estuvo en silencio todo lo que duró el trayecto de regreso al apartamento de su hermano pequeño. Miraba por la ventana como si imaginara muchas historias observando el paisaje. Poco después llegaron al edificio y fue cuando el peliplateado ya había aparcado que decidió hablar.


-Gracias...- soltó de pronto. El mayor se sorprendió y lo miró de reojo. El menor se sonrojó, pero continuó lo que estaba diciendo, mientras seguía mirando por la ventana.- Yo... me lo he pasado muy bien hoy.- le miró de frente y le dio un beso en la mejilla al otro para luego abrir la puerta y salir del vehículo. El peliplateado decidió que era mejor no decir nada y siguió al contrario hasta el ascendor.


Una vez llegaron al apartamento, estos entraron viendo a Hibari y Mukuro peleando con un Daemon intentando pararles mientras que el lindo castaño estaba sentado en el suelo como paralizado y muy, pero que muy, ruborizado. Ellos dos solo se miraron confundidos, pero rápidamente el rubio agachó un poco la cabeza ruborizándose al recordar lo sucedido ese día. Negó con la cabeza para quitarse esos pensamientos y se dirigió hacia donde se encontraba el ojimiel.


El mayor solo pensó que seguramente sería cuestión de tiempo que el ojiazul aceptara y aclarara sus sentimientos.


...Continuará...

Notas finales:

Bueno y qué os pareció???

El próximo será del Tsuna con el Mukuro que lo dejé ahí ^^

Espero que os haya gustado y comentad si queréis :D

Jaa nee... (=^w^=)


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