Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por una competición conocí al amor de mi vida. por BlackHime13

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno...aquí está la conti.*-* Ya queda poco para acabar creo yo.

Bueno espero que les gusteeee!!!

Nos vemos en las notas finales XD

Editado ---> 07/05/19

Daemon, Tsuna y Alaude bajaban hacia el salón. Una vez bajaron, los dos semes de nuestro castaño se enfadaron y Giotto, que había decidido bajar a despejarse un poco y estaba sentado en el sofá, también se molestó.


La razón de ello era que el ojimiel estaba subido en la espalda del peliplateado, hablando de algo muy feliz, mientras el otro le sonreía.


Daemon miró disimuladamente la cara de los otros tres y sonrió internamente por la reacción de los tres. Les hizo una seña a la "parejita", que los otros tres no vieron, y procedieron con lo que seguía.


El castaño se bajó de la espalda del mayor y le dio un beso en la mejilla, delante de todos, que ya estaban en llamas de furia. Luego sin prestar atención alrededor dijo:


-¿En serio?- le preguntó todo emocionado al mayor. El otro solo asintió.-¡Yaaaay! ¡Alaude-san eres genial!- exclamó abrazándolo de un brazo.


El rubio les miraba con dagas en los ojos, ya bastante enfadado por la actitud de su hermano con su novio. "Espera, espera, espera un momento. ¿En qué estoy pensado? Alaude no es mi novio pero... ¿Por qué me molesta tanto el que Tsu-chan esté tan pegado a él?" pensó el ojiazul entre confundido e irritado por toda la situación.


Daemon se dio cuenta de que su plan estaba funcionando bastante bien y les hizo otra seña al par para que siguieran. Estos entendendieron al peliazul mayor, puesto que también habían estado pendientes de las reacciones de todos los presentes, y continuaron con su actuación.


Tsuna se soltó del brazo del mayor y, a paso tranquilo, aunque por dentro le temblaba todo el cuerpo cual gelatina y se lamentaba por lo que saldría de su boca a continuación, se dirigió a su moreno.


-Nee... Hibari-san... ¿puedo pedirte algo?- dijo lo más dulce que pudo. El mayor asintió, todavía enfadado por lo acontecido.- Bien... ¿te importa si dejamos lo de la cita para otro día?- pidió sonriendo tiernamente aunque por dentro lloraba a mares. Tenía muchas ganas de salir con el moreno, pero su prioridad en ese momento era ayudar al lento de su hermano. El mayor quedó en shock y no supo que decir.


-¿Por qué?- consiguió preguntar con los dientes apretados y sus puños ni se diga. Sentía unas enormes ganas de golpar algo o alguien, preferentemente al peliplateado. Aunque tuvo que contenerse. Todavía no tenía suficiente información como para decidir si mataría a alguien o no.


-Es que... Alaude-san tiene unas entradas para una película que hace mucho quería ver y solo la ponen mañana... ¿te importa?- preguntó con ojitos de carnero degollado por lo que el mayor no le pudo decir que no. Como hipnotizado, por esa carita, accedió sin darse cuenta. Solo logró salir de su estupor cuando oyó al menor agradecerle entusiasmadamente- ¡Gracias!- exclamó muy contento el castaño al tiempo en que daba saltitos en su lugar.


La imagen era adorable, pero cuando su cerebro comprendió lo que sucedía sintió una punzada de dolor en su pecho. Al parecer el castaño iba a tener una cita con otro que no sería él... bueno a parte del de cabello de piña.


Era tarde y hubo consenso en que era mejor irse a dormir para así despertarse temprano y disfrutar más del día. El humor entre los integrantes del grupo era bastante variado. Tres de ellos parecían deprimidos, confundidos y bastante más que molestos, aunque no lo dijeran en voz alta. Mientras que los otros tres celebraban internamente su pequeña victoria. Su plan estaba en marcha y, cierto que no parecían haber hecho gran cosa, pero el simple hecho de haber conseguido la aprovación del ojinegro ya era un paso enorme en la buena dirección.


Una vez todos se encontraban en sus respectivos cuartos, era evidente que el rubio iba a preguntarle a su ototo a qué venía todo lo ocurrido durantes los últimos 15 minutos, pero el castaño, sabiendo de antemano cómo reaccionaría su hermano, se hizo el dormido no dejándole de otra más que rendirse y esperar para hablar con él al día siguiente.


A la mañana siguiente, Tsuna despertó antes que el ojiazul y le miró entre apenado y decidido. Sabía que al tener una cita con Alaude, o bueno fingirla, resultaría en una situación incómoda, pero lo hacía por su bien. Su hermano necesitaba ayuda y él estaba dispuesto a ser el malo de la película con tal de que este pudiera ser feliz. El plan lo decidieron después de que saliera del cuarto y se encontrara con Daemon en el pasillo.


*Flashback*


-¿Daemon?- dijo el castaño al ver al peliazul delante suyo.


Hubo un pequeño silencio durante el cual el menor no sabía que decir. "¿Lo habrá oído todo? Creo que por su expresión así es... ¿Debería intentar animarle?" en lo que él cavilaba lo que posiblemente podría suceder a continuación, el mayor habló.


-Así que eso pasó...- comentó mirándole fijamente. El castaño solo asintió un poco apenado. El mayor se dio cuenta y decidió seguir.- No te preocupes... ya sabía lo que Giotto siente por Alaude.- confesó con una leve sonrisa en los labios.


-¿Eh?- dijo sorprendido el menor.


-Si... no pasa nada.- aseguró sin cambiar su expresión. Cierto que le dolía el no ser correspondido, pero al ver al rubio sonreir... sentía que eso era suficiente para sentirse feliz.


-Pero... ¿eso no te molesta?- cuestionó algo cohibido y, por qué no decirlo, curioso.


-Si pero... hablemos en otro sitio mejor.- sin decir nada más se dirigieron a la habitación que ocupada el peliplateado.


Al entrar lo encontraron sobre la cama leyendo quien alzó la mirada para observarles ligeramente curioso y sorprendido. Alzó una ceja para instarles a hablar, cosa que Daemon hizo sin miramientos.


-Bien... me enteré que le confesaste tus sentimientos a Giotto.- fueron las palabras que salieron de su boca, parecía un comentario casual, pero los tres sabían que darían paso a una conversación bastante seria. Se sentó sobre la cama, dejando espacio en madio de ambos para que el castaño lo ocupara.


-Si es verdad..- afirmó el otro secamente. El silencio que le siguió era tenso y pesado. El ojimiel sentía que se sofocaba y decidió que tendría que intervenir para que la conversación fluyera mejor. Se sentó en el espacio que le habían dejado, estando de frente a los otros dos formando así un triángulo.


-Bu-bueno...- suspiró para darse ánimos.- Daemon-san, me dijiste que no te importaba el que a Gio-chan le guste Alaude... ¿estás seguro?- inquirió dirigiéndose al peliazul. Evidentemente ese comentario llamó la atención del peliplateado quién les miró sin comprender y asombrado al mismo tiempo.


-¿Qué?- preguntó este, pero su pregunta fue simplemente ignorada por los otros dos.


-Si es verdad... por que me gusta Giotto quiero que sea feliz. Por eso...- paró un momento y miró a Alaude, luego volvió a mirar al castaño.- Os voy a ayudar a que Giotto se de cuenta de lo que siente por este idiota.- declaró con voz divertida. El mencionado frunció el ceño, pero decidió que no merecía la pena ponerse a discutir con él. No cuando, al parecer, había sido el ganador en la competición por el amor del rubio. Así que dejaría que el conrario se desquitase un poco con ese tipo de comentarios hacia su persona.


-Ya veo...- el menor suspiró para luego sonreír.- Gracias entonces.- dijo sinceramente y con una leve sonrisa adornando sus facciones.


-¿Pero que haremos?- preguntó el implicando en el tema, que se había mantenido callado. Mayormente por que sabía que le volverían a ignorar si hablaba cuando no tocaba.


-Mmmm... no lo sé. Yo hablé con él y creo que realmente está pensando en lo que le dije aunque... sino hacemos algo realmente tardará en darse cuenta.- respondió suspirando el menor. A veces su hermano era más despistado que él mismo y era en esos momentos en que le parecía sumamente irritante la actitud del rubio.


-Bien... y que tal si... intentamos celarle. Ahora mismo, con la confesión que ha recibido, siente que puede tomarse su tiempo por que cree que el idiota no cambiará de opinión. Como decirlo... para él, Alaude ya está asegurado, o algo así. No cree que alguien más pueda llamarle la atención, no si cree que ha sido sincero. Si metemos a un tercero que pueda hablar con él sin problemas y a quien Alaude preste atención... lo más seguro es que se sienta amenazado. No querrá perderle. - Daemon les contó y cuando dejó de hablar se encontraba mirando fijamente al ojimiel. Este comprendió lo que estaba implicando y frunció el ceño, no muy seguro de si era buena idea, pero al ver como los otros dos parecían tan decididos accedió a ser el "tercero". Después de todo, quería ayudar a su heramno además que las miradas intensas que ese par le dirigía eran difíciles de ignorar, mucho menos rechazar.


-Está bien...- accedió después de suspirar.- No me gusta parecer el malo pero... por Gio-chan lo haré. Aunque con una condición.- los otros dos le miraron interrogantes.- No quiero que ni Mukuro ni Hibari-san sepan de esto.- declaró con absoluta convicción.


-¿No quieres que sepan que finges?- preguntó sorprendido el peliazul. El menor simplemente negó con la cabeza.


-¿Por qué?- ahora era el peliplata quién cuestionaba.


-No quiero que sea una prueba solo para Gio-chan. Quiero saber si esos dos de verdad van en serio conmigo o solo es una competición por saber quién es el mejor de ellos.- explicó y por el brillo inseguro en sus orbes los mayores comprendieron el miedo que sentía respecto al tema. Ellos entendían las dudas del menor, no había que ser un genio para notar la desestima que esos dos sentían al mirarse, por no decir odio. Es difícil creen en las palabras de alguien referentes al ámbito romántico cuando toda la situación ha comenzado por una competición y mucho más cuando dicha persona, o personas en este caso, eran orgullosas y no querían perder frente al contrario.


Es por esas, y muchas otras razones, por las cuales accedieron. El ojimiel merecía hacerles esa prueba y comprobar la veracidad y autenticidad de los sentimientos que ambos le profesaban. Hablaron sobre los pasos y acciones a seguir ycuando estuvieron seguros de que funcionaría, bajaron al salón para llevarlo a cabo.


*Fin flashback*


Se dirigió al salón para preparar el desayuno. Todo estaba en silencio dado que todavía era muy temprano. Fue cuando colocó toda la comida sobre la mesa que bajaron Daemon y Alaude, ya completamente arreglados. Les sonrió levemente, acción que fue devuelta con el mismo entusiamo.


-Bien...¿estáis listos?- preguntó el peliazul mirándole a los dos alternativamente.


-Si... pero todavía no estoy muy convencido de esto.- confesó el castaño con preocupación evidente en la voz. Por la forma en que jugaba con sus dedos estaba claro que la situación le hacía sentir ansioso y nervioso.


-No te preocupes. Estoy seguro de que todo saldrá bien.- aseguró muy convencido el mayor, colocando una mano sobre el hombro del castaño para intentar relajarle.


-Bueno... está bien.- dijo resignándose el menor no queriendo hecharse para atrás ahora que todo se encontraba en marcha.


Los tres almorzaron tranquilamente, a penas y eran las ocho de la mañana. Cuando terminaron, una media hora más tarde, la pareja se marchó sel apartamento. Daemon solo tenía que esperar a que los demás bajaran y entonces proswguiría con su parte del plan. Fueron casi cuarenta minutos más tarde que los otros tres inquilinos del lugar hicieron acto de presencia. "Menos mal. Llegan a tardar más y no creo que hayamos podido seguir adelante con esto. Me habría visto obligado a ir a por ellos yo mismo y entonces las cosas no habrían salido como deben." pensó el peliazul mayor, aliviado de todavía poder continuar. La película no tardaría tanto en empezar, contando que tendrían que conducir hasta allí, así que solo tenía como 15 minutos para sacarlos del apartamento.


-Buenos días.- saludó el mayor.


-Buenos días... esto... ¿Dónde está Tsu-chan?- preguntó el rubio mirando hacia ambos lado, claramente buscando al mencionado.


-¿Tsuna-kun? Se fue con Alaude hace un rato ya que la película empieza a las 10:30h.- respondió lo más normal que pudo. Teniendo en cuenta que los otros dos mayores lo miraban amenazadoramente. Si las miradas mataran él ya se encontrarían en el centro de la tierra.


-¿¡POR QUÉ NO NOS HAS DESPERTADO ANTES!?- demandó saber un irritado y malhumorado Mukuro.


-¿Qué pasa? Ni que fuera para tanto.- comentó intentando calmarle. "Definitivamente moriré hoy si no consiguimos que esto salga bien. Esos dos dan miedo." pensó mientras sentía escalofríos recorrerle el cuerpo entero por culpa de ese par.


-No seas imbécil. ¿Dónde han ido y qué película van a ver?- exigió el moreno mirándolo inquisidoramente. Con mucho miedo, el cual no se molestó en ocultar, el peliazul les dijo el lugar y el nombre de la película. No tardaron mucho en correr escaleras arriba y mucho menos en bajar vestidos. Evidentemente obligaron a Daemon a llevarles aunque, siendo sincero consigo mismo, él tenía como deber hacerlo así que no puso mucha resistencia que digamos.


"¿Qué demonios está pasando?" pensaba Mukuro sentado en el asiento derecho de la parte trasera del coche, cruzado de brazos y mirando por la ventana.


"Esto me está molestando mucho. Cómo se atreva a tocar al conejo morderé hasta la muerte al hervíboro." eran los pensamientos del ojinoche quien se encontraba en el lado izquierdo con el ceño fruncido y las manos hechas puños.


"¿Por qué me haces esto? Idiota... después de todo yo..." el rubio estaba hecho un lío. La situación le enojaba y sentía su pecho doler, pero todavía no sabía exactamente por qué.


Daemon solo les miraba divertido por el retrovisor mientras se dirigían a su destino. Las cosas iban mejor de lo que habían pensado en un principio.


_/_/_/_/_/_/_/_


Alaude y Tsuna hacía mucho que habían llegado al lugar y se encontraban sentados en uno de los bancos cerca de la entrada, esperando a que Daemon les enviara un mensaje para seguir con su parte. El castaño se encontraba bostezando cuando el mayor recibió dicho mensaje, el cual anunciaba su pronta llegada.


El castaño suspiró intentando darse ánimos. Realmente no le parecía muy bien lo que estaban haciendo, pero... su hermano necesitaba ver que Alaude era un varón atractivo y soltero, por lo que muchas personas intentarían conquistarle y este no tenía obligación ninguna a serle fiel al rubio puesto que no eran nada, oficialmente hablando.


El mayor se dio cuenta de la preocupación del ojimiel y le acarició suavemente la cabeza para tranquilizarlo, cosa que funcionó, dado que este le dedicó una hermosa sonrisa en agradecimiento. Justo cuando aquello transcurría fue que llegaron los demás, enfadándose ante la actitud de "parejita feliz" que llevaban esos dos.


La "pareja" no perdió más tiempo y entraron al cine, dirigiéndose de inmediato a la sala que les tocaba. No se molestaron en comprar nada, primero por que no hacía tanto que habían comido y segundo, el castaño confesó que si tenía algo encima lo acabaría tirando por todos lados por el miedo así que le parecía un gasto realmente absurdo e innecesario.


-¡AH! Tsu-chan mintió, a él no le gustan nada estas películas.- declaró el rubio al ver el cartel de dicho film y reconocer al género al cual pertenecía. Era una de esas películas de lobos, vampiros y cazadores la cual pertenecía al género del horror, donde había mucha violencia y sangre. Al castaño le aterraban y luego casi nunca podía dormir. "Completamente cierto... pero era nuestra mejor opción si queríamos que esto funcionara." pensó Daemon. Los mayores le miraron como para confirmar que decía la verdad y cuando le vieron asentir sus ceños se fruncieron a más no poder.


-Qué demonios...- comenzó el peliazul.


-Si no le gustan para que...- el moreno se calló antes de acabar la pregunta. Era evidente la respuesta. Este tipo de películas es para arrimarte a la persona que te gusta sin que sea tan sospechoso. "Es verdad, este tipo de películas son perfectas para las parejas. Me da un poco de pena que Tsuna-kun tenga que verla a pesar de que las odie, pero... de esta forma todo será más real. Menos mal que no cogimos la sesión de la noche o al pobre lo traumatizaríamos." volvió a pensar Daemon apretando los labios preocupado por el castaño.


-¡Eso nunca pasará!- eclamaron al unísono ambos semes y entraron corriendo en la sala.


Durante toda la película, el pobre ojimiel estuvo abrazando al peliplateado, gritando y escondiendo su rostro en el pecho de este. En algún punto casi que terminó sentado sobre el regazo del mayor sin darse cuenta. Este no se vio con el corazón de apartarle puesto que el pobre chico estaba haciendo esto por ayudarle en su relación con el ojiazul, por lo que solo se limitó a rodearle por la cintura y susurrarle palabras reconfortantes al oído. Los demás por su parte, observaban toda la escena desde los asientos traseros a la vez en que intentaban molestarlos sin ser descubiertos. Aunque no lograron gran cosa pues los mayores no ayudaban mucho al quedarse embobados ante las reacciones del lindo castaño. "Par de idiotas... qué simples son." se dijo a si mismo Daemon con una gota resbalando por su sien.


Por fin, una larga hora y media más tarde, la película acabó. Aunque según el castaño esta duró un siglo lleno de sufrimiento para su persona. En lo que salían del recinto, este seguía abrazado del brazo del mayor por acto reflejo de esa última hora de su vida.


-Lo siento.- se diculpó el mayor on absoluta sinceridad al tiempo en que secaba unas cuantas lágrimas que había derramado el pequeño durante la filmación.- Siento que hayas tenido que verla a pesar de que no te gustan.- dijo mientras le acariciaba una mejilla con delicadeza borrando todo rastro húmedo que hubiera allí.


-Está bien...- susurró secándose las últimas lágrimas que caían.- No pasa nada.- aseguró mientras le sonreía levemente.


"¡Joder!Si es que parecen una pareja de verdad...si no llega a ser por que sé que están fingiendo..." pensó Daemon completamente sorprendido por lo natural que actuaban ese par.


La "pareja", quienes cansados de tanto actuar (entre otras cosas, sobretodo el ojimiel), aunque siendo sinceros no estaban fingiendo tanto, decidieron que ya era hora de dar el últmio paso... el beso. Solo tenían que fingir besarse y esperar a que alguno de los otros tres les parasen. Con eso en mente, se sentaron en un banco de un parque por el cual estaban pasando y procedieron con lo dicho.


Alaude acariciaba la mejilla del castaño en un acto dulce y tierno mientras el menor le cogía la mano dando un asentimiento de aprobación. Entonces, el mayor se fue inclinando para besar al lindo castaño, pero... antes de conseguirlo, alguien le coge del cuello de la camisa y lo aparta del pequeño. Ese alguien, no es más ni menos que Mukuro que con una mirada de completo odio, intenta golpear al otro. Por suerte, Daemon le paró a tiempo de que pudiera lograrlo.


-Tu... ¿¡POR QUÉ TE METES!?- gritó muy enfadado el peliazul menor al mayor.


-Tranquilízate Mukuro.- pidió el castaño intentando calmarle, aunque por dentro se sentía nervioso a más no poder.


-¿¡Cómo quieres que me tranquilice después de ver eso!?- exclamó cogiendo al menor de un brazo con mucha fuerza. El ojimiel apretó los labios para parar el quejido que saldría de estos, aunque no pudo contener la mueca de dolor que se formó en su rostro. Fue el moreno quien logró verla y sin dudarlo ni un segudo separó de inmediato al castaño del peliazul, abrazando al primero por detrás contra su pecho. El ojiazul, quien hasta ese momento había estado estupefacto mirando todo lo transcurrido, se acercó hasta el peliplateado y le golpeó en la mejilla con todas sus fuerzas.


-Tu...¡Alaude idiota! ¡Tsu-chan te odio!- gritó mientras comenzaba a llorar y se iba corriendo. El golpeado se fue tras él para explicárselo todo. El castaño, desde su lugar entre los fuertes brazos del ojinoche, comenzó a llorar también pues el que su hermano le hubiera dicho eso... le había dolido en demasía.


-Bueno... creo que no salió tan mal.- comentó Daemon rascándose la nuca algo incómodo.


-Tu... ¿eres idiota? ¿¡Crees que esto ha salido bien!?- le gritó el castaño, separándose del moreno y encarando al mayor. Sus semes no lo entendieron muy bien lo que sucedía por lo que solo se quedaron callados, observando y escuchando. Aunque el ver así al pequeño les provocaba una punzada en el corazón.- ¡Yo he pasado un miedo de muerte en esa estúpida película, a Alaude le han golpeado, Gio-chan se ha ido llorando y Mukuro y Hibari-san están realmente molestos! ¿¡Y dices que todo ha ido bien!?- vociferó completamente enfadado sin ser capaz de detener su llanto. Su respiración se encontraba acelerada y sentía que le faltaba el aire por lo que se recargó contra el pecho del moreno quien le sujetó por la cintura para evitar que cayera el suelo.


-Lo siento... no era mi intención que llegara tan lejos.- se disculpó muy apenado al ver así al ojimiel.


-Bien... ¿alguien nos puede explicar qué está pasando aquí?- preguntó aún molesto el otro peliazul, pero algo más relajado y mucho más preocupado por el menor.


Los otros dos se miraron y como el castaño no era capaz de articular palabra en ese momento fue Daemon quien les explicó todo. Antes de que eso ocurriera y, por el bien del castaño, el ojinoche se sentó en uno de los bancos con este encima de sus piernas. Fue entonces que Daemon comenzó con su explicación y una vez finalizó, miró con temor la reacción de los dos.


-Tu... ¿qué clase de estúpido plan era ese?- gruñó molesto Mukuro cogiéndole del cuello de la camisa.


-Lo siento... pero funcionó ya que os pusisteis celosos los tres.- fue su respuesta junto con una sonrisa mientras era zarandeado por el otro.


El moreno solo suspiró y siguió acariciando el cabello del menor, tranquilizándolo ya que este estaba con la cabeza gacha, apoyada en su pecho y no había dejado de llorar. Sentía como su cuerpo temblaba ligeramente a causa del llanto.


-Bueno como sea...- dijo el peliazul soltando al otro y acercándose al ojimiel.- ¿Estas mejor?- le preguntó al castaño quien solo negó con la cabeza desde su lugar en el pecho del moreno. Esa respuesta hizo suspirar al mayor.- Lo siento... debí escucharte y no dejarme llevar por la ira. ¿Todavía te duele?- fueron sus palabras cargadas de sinceridad y preocupación a la vez en que le acariciaba el brazo que había agarrado antes.


-Estoy bien...- dijo por fin el menor, levantando un poco la cabeza.- Lo siento... esto fue mi culpa.- su voz era casi un susurro inaudible.


-No, no lo fue.- declaró ahora el moreno, el cual no había pronunciado palabra hasta ese momento.- Esto fue culpa de este idiota. - aseguró señalando al peliazul mayor.- Tú solo querías ayudar a tu hermano ¿verdad?- dijo mientras le dedicaba una sonrisa, pequeña pero sincera.


-Pero aún así... Gio-chan me odia.- murmuró apoyándose otra vez en el pecho del mayor.


-No te preocupes... eso lo dijo por que estaba enfadado. Él te quiere mucho tenlo por seguro.- consoló ahora el peliazul mientras le acariciaba esos preciosos y suaves cabellos castaños.


-Gracias...- susurró el ojimiel sonriendo por primera vez desde que comenzaron aquella conversación.


Los mayores se miraron entre si, y devolvieron el gesto, complacidos por haber podido tranquilizarle. Fue entonces que decidieron volver al departamento pues ya se les había hecho algo tarde.


-Venga volvamos.- instó con una sonrisa el peliazul.


-Hai...- susurró y obedeció como un niño pequeño. No queriendo soltarle, el moreno decidió llevarle en brazos hasta el coche del peliazul mayor, y lo depositó suavemente en el asiento del medio, ocupando su anterior puesto al igual que los otros dos. Sin decir nada más Daemon arrancó y emprendieron camino de vuelta a su hogar.


*Por otro lado*


Nuestro rubio corría por las calles mientras lloraba. Llegó hasta el puerto y se detuvo un poco para recuperar el aliento. No podía creer que su hermano hubiera estado a punto de besar a la única persona que le había gustado en mucho tiempo. En ese momento se dio cuenta de que había sido muy tonto en pensar que el peliplateado le esperaría. Con ese pensamiento solo pudo empezar a llorar de nuevo mientras dirigía su vista al mar.


El mayor buscaba desesperadamente al rubio. Tenía que explicarle lo que pasó, le había dolido mucho verlo llorar y tampoco quería que odiara a su hermano por ese estúpido plan, uno en el que ni siquiera quería participar el castaño.


Un poco lejos, en el puerto vio una cabellera rubia y dos hombres le estaban hablando. Se dirigió muy enfadado ya que sabía que las intenciones de esos dos hombres no eran para nada bien intencionadas.


-¡Soltadme!- gritó el rubio. Esos hombres no le daban buena espina y no quería irse con ellos.


-Venga... no te resistas. Tenemos el trabajo perfecto para una lindura como tú.- habló uno de ellos con una sonrisa torcida.


-No te preocupes... te gustará y pagan bien.- insistió el otro mientras le cogía de un brazo.


-¡Ni hablar! ¡No quiero! ¡Soltadme idiotas!- gritó aún más desesperado y ya casi sin fuerzas para resistirse.


-Parece que tendremos que hacerlo a la fuerza.- comentó el primero ampliando su sonrisa. Estaba a punto de golpear al menor cuando sintió un fuerte dolor en el lado derecho de su cuerpo, gimiendo de dolor cayó al suelo con fuerza. Su compañero quisó salir corriendo, pero un fuerte golpe en su estómago le hizo caer también.


El rubio solo había cerrado los ojos al verl la clara intención de estos de golpearle, pero cuando sintió unos brazos rodearle con suavidad y aspiró ese aroma que conocía muy bien se tranquilizó y los volvió a abrir. Estuvieron un buen rato así, el menor intentando regular su respiración y calmar a su acelerado corazón, hasta que recordó lo que había pasado entre ellos hace poco y se separó de él con un fuerte empujón.


-¡Lárgate! ¡A ti tampoco te quiero ver!- gritó mientras lágrimas recorrían de nuevo su fina piel.


-Me da igual que me odies pero... al menos escúchame.- pidió a la vez en que hacía que el menor le encarara.


-¿Por qué tendría que hacerlo?- dijo mientras se soltaba de su agarre.- ¡Solo me has estado mintiendo! ¿Te burlabas de mí verdad? - su voz salió con tanto dolor que el mayor sintió como si alguien apretara con fuerza su corazón.


No queriendo verle más de esa forma y, tampoco sintiéndose capaz de aguantar las hirirentes palabras del rubio, le besó logrando callar todas sus palabras. El ojiazul intentó resistirse en un comienzo, pero su cuerpo no cumplía las órdenes de su cerebro. Pasaron unos minutos y por fin el beso se terminó.


-¿Por qué?- preguntó el rubio mientras intentaba recuperar el aire perdido.


-Te lo explicaré, todo.- cuando el ojiazul se tranquilizó un poco, el peliplateado cumplió con su palabra y comenzó a explicarle todo lo sucedido. A cada palabra que decía, el menor se sentía cada vez peor por haberle dicho eso a su ototo. Una vez Alaude terminó, el rubio no sabía que decir ni qué hacer.- Lo siento. No queríamos que pasara esto. No me importa si me odias pero... no le hagas eso a tu hermano. Él realmente te quiere y a pesar de no estar muy convencido con esto nos ayudó. Todo por tí.- el mayor iba a marcharse, pero unas manos lo detuvieron al agarrar con fuerza su camisa.


-Lo siento... te creo. De verdad te creo y...- empezó a llorar otra vez mientras agachaba la cabeza.- Te amo... gracias a esto me di cuenta. El solo pensar que podrías estar con alguien más me molestó mucho. Te amo y... no quiero que te alejes de mí.- confesó en a penas un susurro con las mejillas enrojecidas. El mayor sonrió ante esa confesión y le abrazó para seguidamente volver a besarle, aunque en esta ocasión fue un breve y casto contanto entre sus labios.


-Yo también te amo.- declaró mirándole a la cara y sonriéndole. El ojiazul también sonrió y se aferró aún más al cuerpo del mayor.- Vamos, tu hermano te está esperando.- anunció a la vez en que le acariciaba la mejilla. El otro asintió y se dirigieron al vehículo del mayor, cogidos de la mano todo el trayecto hasta el.


Durante todo el viaje estuvieron en silencio, no era incómodo, simplemente no tenían nada que decirse en ese momento. Además... el rubio se sentía morir. La preocupación y culpabilidad le embargaban al recordar lo que le dijo a su hermanito en su ataque de celos y furia.


Una vez llegaron, se dirigieron al apartamento y cuando entraron vieron al menor de los Sawada sentado sobre el sofá, dormido con la cabeza recostada en el hombro del moreno y el peliazul al lado del primero, acariciándole el cabello con suavidad y gentileza.


Estos notaron su presencia y con un leve gesto les indicaron que no hiciesen ruido.


-Por fin se quedó dormido.- susurró Daemon quien se encontraba apoyado contra la pared al lado de la puerta por la cual acababan de entrar.


-¿A qué te refieres?- preguntó el rubio preocupado.


-Estuvo llorando hasta hace poco. Les ha costado mucho tranquilizarlo, pero por fin han conseguido que se duerma.- dijo con una sonrisa llena de dulzura al ver la preocupación del ojiazul.


-Ya veo...- murmuró y luego se dirigió hasta el sofá, donde se agachó hasta la altura de su hermanito.- Lo siento Tsu-chan. Te amo muchísimo y mañana te lo diré tanto como quieras.- prometió para luego darle un dulce beso en la mejilla y después sonrió. Él nunca odiaría a su ototo pasase lo que pasase. Al día siguiente hablaría con él y le pediría perdón. Después de todo el solo quería que se diera cuenta de sus sentimientos y que dejara de ser tan idiota.


...Continuará...

Notas finales:

Bueno espero que le haya gustado XDD

La verdad es que me ha costado seguirlo por que no sabía que escribir pero una vez me llegó la inspiración me he divertido mucho escriviéndolo.

Me daba un poco de pena el poner al Tsuna como el malo ya que él es tan adorable pero...por su hermano haría cualquier cosa^^

Bueno dejen reviews si quieren. El próximo ya si que será la última cita...uy uy uy ¿qué pasará??

Pues ni yo lo sé la verdad XDD

Solo espero que les haya gustado y que sigan conmigo hasta el final.

Nos leemos ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).