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Por una competición conocí al amor de mi vida. por BlackHime13

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Notas del capitulo:

Gomenne!!!! Iba a subirlo ayer pero estube muy ocupada el fin de semana y para colmo no tenía internet en casa DDDD:

 Pero bueno...aquí está!!!! L aúltima cita ¿qué pasará?

Pues ya os dejo de rollos para que lo leáis.

Disfrutadlo.

Nos vemos a bajo!!!! ^^

Editado---> 17/06/19

Cap.9- Un pequeño incidente. Y comienza la última cita.

Cuando el castaño se despertó, la cabeza le punzaba de forma intermitente y la molesta luz del sol que se colaba por entre las cortinas le daba de lleno en los ojos, los cuales irritado y sensible por el llanto del día anterior volvieron a cerrarse. Gruñó y esperó a que la habitación dejara de dar vueltas para volver a abrir sus orbes color miel, percatándose entonces que se encontraba sobre la mullida y confortable cama de su cuarto. Lugar al que no recordaba haber ido, al menos no cosncientemente. Fue mientras él intentaba hacer memoria que la puerta de su habitación se abrió, con tanta suavidad que casi no se percatade ello, mostrando a un rubio en ella. Ambos se quedaron mirando al contrario y la confusión del castaño se disipó cuando los recuerdos del día anterior le golpearon con fuerza.

Por su culpa el ojiazul se había ido llorando y Alaude se había ganado una buena bofetada. Al recordarlo se sintió un poco triste y bajó la mirada hacia las sábanas. El rubio se dio cuenta del gesto de su hermanito y se acercó lentamente hasta sentarse en el borde de la cama. Permaneció en silencio unos instantes, pensando en qué le debería decir exactamente a su adorable ototo para pedirle perdón, después de todo, él solo quería ayudar y la verdad... es que si lo hizo.

-Tsu-chan...- se atrevió a decir. El castaño solo giró la cabeza hacia el otro lado.- Tsu-chan mírame... por favor.- suplicó casi en un susurro.

Ante ese tono de voz, el ojimiel obedeció y le miró. Muy apenado por todo, el ojiazul solo sonrió ante esa visión tan linda y le abrazó, sorprendiendo al menor.

-¿Ni-nii-chan...?- tartamudeó algo sorprendido. Él no se esperaba ese gesto por parte de su nii-chan, realmente pensaba que estaría enfadado con él.

-Perdóname.- eso se lo dijo susurrándoselo al oído. Ante esas palabras el menor comenzó a llorar otra vez.- Tsu-chan... lo siento. No era mi intención decirte eso. Es verdad que estaba enfadado, pero... no tendría que haberte dicho eso.- le dijo mientras lo separaba un poco y acariciaba la mejilla y los orbes castaños del ojimiel.- Que sepas que eres mi querido ototo y no te cambiaría por nadie más. Y también...- le dio un beso en la mejilla y le sonrió sinceramente.- Gracias Tsu-chan.- su sonrisa era dulce e iluminaría hasta la cueva más oscura con ella.

El ojimiel siguió llorando un buen rato más hasta que ya no pudo más y le sonrió sinceramente a su hermano.

-Lo siento y... gracias.- susurró con la sonrisa más tierna del mundo.

-No pasa nada.- le devolvió la sonrisa.- Vamos... tienes que hablar con Hibari-san y Mukuro-san. Además... le sigues debiendo la cita al moreno.- le recordó pues con todo lo sucedido el pobre joven de ojos color pizarra no pudo estar a solas con el ojimiel.

El castaño asintió y los dos se levantaron de la cama. El mayor de los dos esperó a que el otro se vistiera y, una vez terminó, se dirigieron hasta el comedor. Estaban bajando las escaleras cuando vieron a un moreno muy conocido sentado en el sofá del salón. Se miraron entre ellos confundidos y con una ceja alzada.

-¿Lambo?- murmuraron los dos hermanos a la vez sin comprender qué hacía él en su apartamento.

-Vino de repente y dice que no piensa volver a vuestra casa.- fueron las palabras de alguien desde detrás. El rubio saltó ligeramente en su sitio cuando unos brazos le rodearon la cintura desde allí.

-A-alaude...- susurró sonrojándose el pequeño cuando reconoció al dueño de aquella voz y brazos. El castaño solo sonrió ante ese acto y se limitó a mirarles en silencio. Se alegraba sinceramente por ellos y les deseaba lo mejor en su futuro.

-Bien... ¿le podéis convencer de que se vaya?- pidió un peliazul de ojos bicolor llamando la atención de los tres. Este se encontraba apoyado contra la pared y con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Mmm...- contemplativo el rubio miró a su hermanito y los dos asintieron después de apenas un par de segundos.- Está bien.- fueron sus palabras.

-Nosotros nos encargamos.- declaró con una sonrisa el castaño y sin esperar más se dirigieron hasta el sofá enfrente del que estaba sentado el moreno, donde se dejaron caer pesadamente.

-Lambo.- llamó el ojimiel en tono dulce y cantarín.

-¿Qué pasó esta vez?- preguntó comprensivo el ojiazul.

-Ugh... Tsuna, Giotto...- sin decir más se echó a llorar. Los dos hermanos se miraron, ya sabían lo que pasaba así que el preguntar había sido una gran tontería. Lambo empezó a hablar rápido, entre sollozos, algo que se hacía inentendible para los mayores quienes observaban la escena desde las escaleras, no queriendo entrometerse demasiado, pero por alguna razón, los Sawada parecían ser capaces de comprender sus balbuceos.

-Ya veo...- comentó el castaño asintiendo con una sonrisa algo siniestra en el rostro.

-Así que Reborn hizo eso...- murmuró el rubio con la misma expresión que su hermano en la cara y sinceramente, los mayores sintieron como los escalofrías recorrían su piel sin detenerse. El moreno solo asintió sin decir nada más ocasionando que el ojiazul se acercara a él y le acariciara el cabello con suavidad.

-Vale, lo entendemos. Hablaremos con él ¿si?- dijo el ojimiel muy apenado.

-Bien... te puedes quedar aquí mientras hablamos con él ¿vale?- habló el rubio con ternura. Lambo volvió a asentir, relajándose un poco gracias a las caricias proporcionadas a su persona por el mayor de los hermanos Sawada.

Los dos hermanos se levantaron del sofá y se dirigieron hacia donde estaban los mayores quienes, cabe decir, seguían atónitos por lo sucedido. No entendían cómo habían logrado comprender lo que le sucedía al moreno en tan poco tiempo y con tan pocas pistas.

-¿Pero cómo habéis...?- comenzó el peliplateado no sabiendo cómo formular la pregunta.

-Yo no entendí nada de nada.- confesó el peliazul mayor.

-Ah... eso es porque estamos acostumbrados.- aclaró el castaño con una gran sonrisa que causó que sus dos semes le abrazaron en un acto reflejo. El castaño solo se ruborizó y se dejó hacer.

-Hehehe... Bueno, vamos a hablar con Reborn, cuidadlo ¿si?- pidió el rubio con unos ojitos de borrego. Todos asintieron sin siquiera darse cuenta.- ¡Gracias!- después le dio un casto beso a los labios del peliplateado y se dirigió a la puerta.

-Gracias... tranquilos que no hará nada. Solo dejadle ver la televisión o algo por estilo. Mientras se entretenga os aseguro que no pasará nada.- animó el ojimiel y les guiño el ojo. Luego también les dio un beso al moreno y al peliazul, solo que este fue en la mejilla y no en los labios.- Nos vemos luego.- y con esas palabras ycon una sonrisa salió del apartamento sin mirar atrás.

Los semes se quedaron en shock. Realmente no sabrían si podrían cuidar de un chico de 15 años que se comporta como uno de 5... aunque sus ukes a veces si que actúen así, esto era diferente. A ese chico no lo podían atacar con besos o caricias para calmarle. De solo pensar en ello un escalofrío incómodo les recorrió el cuerpo entero. Ni en broma emplearían esa táctica con ese joven, esa estaba reservada para sus adorables ukes.

*En la entrada del edificio*

-Nee... Tsu-chan, ¿crees que estarán bien?- preguntó preocupado. El mencionado solo le miró interrogante.- Es por que Lambo actúa como un niño pequeño en estos casos y... ellos no tiene mucha paciencia que digamos.- comentó con una mueca insegura en la cara.

-Bueno... supongo que se esforzarán, aunque solo sea por nosotros.- le dirigió una sonrisa y luego se encaminaron hacia la casa de sus padres.

Un rato después llegaron a su destino y se fueron directos a la habitación de su espartano tutor.

-¡REBOOORN!- gritaron los dos a la vez, al mismo tiempo en que entraban de golpe en la habitación. El moreno les miró con cara indiferente para volver a su lectura.

-¿Qué queréis?- cuestionó sin apartar su vista del libro.

-¿Qué le hiciste a Lambo esta vez?- exigió saber el castaño aunque su tono de voz era cansado.

-Nada.- due su respuesta en tono indiferente.

-¡NADA TUS *******, NO ME VENGAS CON ESO ESTÚPIDO SÁDICO PERVERTIDO PEDÓFILO!- gritó el rubio, tan alto que se oyó por toda la mansión.

-¿A quién llamas pedófilo? ¡MOCOSO!- exclamó igual de alto e igual de enfadado el moreno.

-¿Y a quién llamas tú mocoso?- en menos de medio minuto, ya habían comenzado a gritar sapos y culebras por las dos partes. El castaño se los miraba cansado y hasta cierto punto aburrido pues ese tipo de situaciones ya eran normales entre ese par. Su hermano por lo drama queen y su tutor por que no le gustaba que le llevaran la contraria.

-¡PARAD YAAA!- ordenó el dulce ojimiel, que dulce no tenía nada en ese momento, desde el aire ya que le habían lanzado hace un rato. Ese grito hizo que pararan de lanzarse cosas mutuamente y se miraran con dagas en los ojos y jadeando por la falta de aire. Una vez se calmaron, se sentaron y el castaño se dispuso a hablar.

-Bien... ahora mismo me da igual lo que le hayas hecho, pero irás allí y te disculparás.- el asesino iba a protestar, pero el ojimiel no le dejó.- Y me da igual que no te guste disculparte, ni que te den órdenes, ni nada de nada, pero... como no lo hagas te golpearé de tal manera que no conseguirás volver a ''hacerlo'' en muuuucho tiempo.- advirtió el castaño con una aura demoníaca rodeándole. No era una amenaza. No señor. El ojimiel era demasiado bueno como para amenazar a alguien. Simplemente le estaba sugiriendo de forma muy pacífica y razonable del futuro que le espera si no hace caso a sus palabras... pero eso no era amenazar que conste. Ante eso el moreno solo asintió y, antes de que se diera cuenta, ya estaba en un coche de camino al apartamento del menor de los hermanos.

Los dos chicos llegaron al departamento junto con el mayor y entraron a este sin demoras. Una vez dentro, encontraron al moreno tumbado en el sofá dormido y a los demás sentados en la mesa del comedor.

-Ehhh... que raro.- habló el rubio al entrar y ver la escena.

-¿Lambo dormido? ¿Qué habéis hecho?- preguntó el castaño mientras se acercaba a sus dos semes y se sentaba sobre el moreno. Claro que primero besó la mejilla de cada uno de ellos. Sinceramente no era que Kyoya fuese su favorito, sino más bien su instinto le decía que era menos probable que este le metiera mano a si lo comparaba con el peliazul. Y su intuición nunca fallaba, creedle.

-Bueno...- comenzó el moreno acaricando leve y distraídamente la mano del ojimiel en la mesa.

-Le hemos dado esto.- acabó de decir Alaude mientras Mukuro les enseña un pote de pastillas que decía "Somníferos, los dejará bien dormidos".

-¿D-de-de dónde... los habéis sacado?- preguntaron ambos hermanos mientras tragaban saliva de forma nerviosa.

-No os preocupéis. Son del vecino que se quejó de su incesante y alto llanto y nos lo dio.- aclaró como si nada el moreno.

-En realidad teníamos pensado utilizar cloroformo, pero... nos habríais tachado de pervertidos.- soltó de la nada Daemon encogiéndose de hombros y suspirando inconforme.

-Mmm...- Reborn quien se había quedado callado hasta ese momento, se dirigió hasta la mesa donde cogió el pote y, en menos de lo que canta un gallo, ya estaba cargando a Lambo como un saco de patatas y saliendo por la puerta.- Gracias.- fue lo último que se oyó mientras se cerraba la puerta.

-¿Qué piensa... hacer con eso?- cuestionó inseguro el peliazul menor.

-Prefiero no saberlo.- dijeron al unísono los hermanos quienes negaban con la cabeza para quitarse ideas e imégenes indeseadas de sucesos anteriores que tuvieron como protagonistas ese par. Digamos que tuvieron pesadillas durante meses por su culpa y no estaban dispuestoas a pasar por lo mismo de nuevo.

Estuvieron un rato observando la puerta en silencio hasta que el rubio habló.

-Nee... ¿Tsu-chan?- le llamó a la vez en que se sentaba sobre el peliplateado y le daba un rápido beso en los labios.

-Dime.- le respondió este mientras volteaba a verle.

-¿No tienes nada qué decir?- le insinuó, cosa que el menor entendió rápidamente.

-Ha-hai... etto... Hibari-san yo... siento mucho lo que pasó ayer así que...- comenzó a hablar entre tartamudeos nervioso. Calló un momento pensando en cómo seguir y le miró a los ojos unos segundos para luego apartar la mirada abochornado.- Yo... bueno lo de la cita... siento el haberla aplazado.- acabó de decir mientras agachaba la cabeza.

El moreno solo sonrió de medio lado, le cogió la barbilla e hizo que le mirara.

-No pasa nada... pero ya me compensarás luego.- lo último se lo dijo en un susurro al oído y luego le dio un suave beso en los labios.

El de ojos bicolor se molestó, pero no dijo nada ya que él ya había tenido su cita y no tenía ningún derecho a interrumpirles.

-Bueno... entonces, ¿quieres... que la tengamos hoy?- sugirió muy tímido y sonrojado el castaño.

-Por supuesto.- accedió muy contento el moreno aunque no lo expresara del todo.

A duras penas eran las 10:30 de la mañana así que tendrían todo el día para salir. Los dos hermanos prepararon el desayuno, puesto que todavía no habían tenido tiempo de almorzar, y al terminar la pareja salió del edificio para irse a su cita.

El ojimiel estaba un poco nervioso dado que sería la primera vez que estarían a solas des de la fiesta en la que se conocieron.

-Tranquilo.- le dijo el moreno des del asiento del conductor mirándole por el rabillo del ojo, pero prestando total atención a la carretera.

-Etto... Hibari-san. ¿Dónde iremos?- preguntó muy sonrojado el menor.

El moreno aprovechó el semáforo en rojo para girar a verle, cogerle la mano para besar los dedos suavemente y sonrir de medio lado al ver que se ponía en verde de nuevo.- Ya lo verás.- fue su simple respuesta lo que provocó que el ojimiel hiciera un puchero, resaltando aún más las rojas mejillas de este.

El viaje fue tranquilo y ameno, no hablaron mucho, pero disfrutaron de la compañía del contrario de todas formas. Fue una hora más tarde que por fin llegaron a su destino. Lugar que causó que el menor abriera los ojos sorprendido y emocionado a partes iguales.

-Esto es...- el castaño se quedó mudo. El mayor solo le miraba divertido ante la expresión del chico.- ¡Increíble! ¡Esto me encanta, Hibari-san!- exclamó sonriendo de oreja a oreja el ojimiel y con los ojos brillando por la excitación.

-Eso pensé. ¿Vamos?- insitó mientras se dirigía hacia la entrada aunque no tuvieron que hacer cola para comprar los tickets pues el morenoya las había adquirido con antelación.

-Hai.- contestó muy feliz el castaño siguiéndole a paso rápido. Pero no pasaron ni cinco minutos de haber entrado que el ojimiel ya se estaba perdiendo entre la gran cantidad de gente que le rodeaba. El ojigris lo notó y rápidamente le cogió de la mano para a continuación juntarlo a su cuerpo.

-¿Hi-hibari...-san?- interrogó muy avergonzado ante ese gesto.

-No te separes de mí ¿vale?- fue mitad petición y mitad orden al tiempo en que se separaba un poco, pero sin soltarle la mano. El ojimiel solo asintió y se dirigieron hacia una de las atracciones.

Comenzaron por atracciones más o menos tranquilas como las tazas giratorias, el carrusel o las sillas voladoras, pero había una en particular a la cual no tenía los más mínimos deseos de adentrarse. ¿El problema? Que se encontraban delante de las puertas al infierno, o eso creía el lindo chico.

-¿Qué pasa?- preguntó el moreno parado en la entrada de una mansión.

-Es... es que eso es...- dijo tartamudeando el menor completamente nervioso mientras jugaba con sus dedos y desviaba la mirada hacia cualquier sitio excepto ese.

El moreno pretendía que entrara en una casa encantada y... para ser exactos él era muy cobarde en ese tipo de cosas. Algo que estaba claro que el contrario sabía, sobretodo después del montaje del día anterior con esa horrible película.

-Bueno yo me tuve que montar en todas esas atracciones así que... ¿no me concederás este deseo?- pidió el de ojos pizarra, abrazando por la cintura al castaño. El menor se ruborizó y solo asintió. Entraron a paso lento, el moreno disfrutaba de los ligeros temblores que recorrían el cuerpo ajeno, notándolos al instante pues no había abandonado su posición abrazando por detrás al más bajo.

Como a los dos segundos el castaño se movió para poder aferrarse más cómodamente del brazo del mayor, dejando que este decidiera qué camino tomar. La mansión por dentro era de estilo victoriano con candelabros que ilumnaban pobremente la estancia, telarañas por todas partes, polvo y algunos esconmbros repartidos por el suelo. Muebles de madera decoraban el lugar y con los cuadros y espejos colgados por las paredes el pobre castaño sentía que era observado por miles de ojos. Se encontraban girando a la derecha en la primera intersección cuando alguien apareció de entre las sombras.

-¡Giaaaa!- gritó el menor aferrándose más al moreno quien solo se lo miraba enternecido. -¡Noooo!- volvió a gritar el ojimiel al ver a una persona con la ropa hecha trizas y sangre por todas partes. Más de una vez intentó salir corriendo, pero el mayor no se lo permitió. No por ser mala persona, sino más bienpara evitar que este se perdiera y acabara desmayado por el estrés.

Entre grito y grito por fin salieron de la mansión. El castaño seguía agarrando el brazo del mayor y este no se había inmutado ni un poco durante la atracción. Él estaba más pendiente de las lindas reacciones del ojimiel, además de disfrutar plenamente el contacto entre sus cuerpos.

-¿Estas bien?- preguntó el mayor preocupado. Cierto que había disfrutado la cercanía entre ambos, pero al verle tan pálido mientras seguía agarrado de su brazo y sollozaba levemente... digamos que le quitaba lo entretenido a la situación anterior y la culpabilidad comenzaba a embargarle. Decidió que sería una buena idea sentarse en un banco cercano para esperar a que el ojimiel se tranquilizara.

-Eso dio mucho miedo Hibari-san.- dijo sollozando un poco mirándole con los ojos brillando por esas gotas saladas.

-Pero te veías muy lindo agarrando mi brazo como si la vida te fuera en ello.- ese comentario hizo que el menor se ruborizara enormemente.

-Id...idiota...- respondió apartando la vista abochornado por la situación, pero seguía sin soltar el brazo del mayor.

-Venga... vamos a comer algo.- sugirió mientras le acariciaba los mechones castaños con la mano libre.

-Hai.- accedió el más bajo con una dulce sonrisa agradecida adornando su rostro.

Después de comer con tranquilidad, dieron un paseo y jugaron a algunos de los juegos donde el de ojos platino ganó varios premios. Luego fueron a algunas de las atracciones de agua, aprovechando lo cálido del día y que ambos portaban ropa que podían mojarse sin problema alguno. Las horas pasaron volando y para cuando el castaño se percató de ello, quedaban media hora para que el parque cerrara. Fue entonces que decidió pedirle una última cosa al moreno.

-Nee...Hibari-san ¿podemos... ir a la noria antes de irnos?-cuestionó muy flojito. El ojigris se extrañó ante la pregunta, pero sonrió levemente y asintió, comenzando a caminar en dirección a dicho lugar. Gracias a dios la cola no era muy larga y diez minutos más tarde pudieron subirse, quedando sentados uno en frente del otro.

-Etto... Hibari-san.- llamó en un susurro el ojimiel cuando la atracción comenzó a moverse.

-Dime.- dijo el otro mientras se giraba a verle.

-Bueno yo...- cogió aire para darse ánimo, se levantó de su asiento y se sentó sobre las piernas del contrario en un acto que casi que se les hacía natural. A continuación le dio un dulce y tierno beso en los labios.- Yo... me lo he pasado muy bien hoy.- confesó para seguidamente agachar la cabeza para que este no viera el sonrojo que cubría enteramente sus mejillas.

El ojinegro sonrió de medio lado, le cogió el mentón con suavidad para levantarle la cabeza y así poder dalre otro beso solo que este era uno lujurioso, caliente, húmedo y, sobre todo, con mucho amor. Entre besos el castaño rodeó el cuello del contrario con sus brazos mientras que este hizo lo mismo en su cintura, asegurándose de que no se caería al suelo. Se estuvieron besando un buen rato hasta que la falta de oxígeno se hizo presente. Una vez se separaron se quedaron viendo a los ojos.

-Yo también me lo pase muy bien.- le respondió el moreno sonriendo de lado.

El menor solo se sonrojó y el ojinegro aprovechó para acariciarle la mejilla, en un acto tan tierno que hizo que el castaño le mirara directamente.

-Y que sepas...- hizo una pequeña pausa al observar esos ojos miel que hipnotizaban a cualquiera y luego siguió.- Que aunque hace poco que te conozco, me he enamorado de ti tanto que se me haría muy difícil vivir sin ti.- finalizó para luego sonreirle dulcemente. Aquella confesión le sorprendió, pero a la vez no. Ciertamente no podía negar la conexión que se había forjado entre ambos desde el primer momento en que se conocieron.

El castaño estuvo a punto de responderle cuando se dio cuenta de que la rueda ya había dado la vuelta por lo que se bajaron y se dirigieron al coche del mayor. Por supuesto que iban de la mano, pues al ojimiel se le hacía imposible el soltarla después de haber estado haciéndolo todo el día.

Los dos se subieron y sin decir nada emprendieron el camino de regreso al apartamento. Durante todo el viaje el menor seguía sorprendido por las palabras del mayor y realmente no sabía qué hacer ni qué responder. Recordó la confesión del de cabellos azulados cuando fueron a la playa y sintió su corazón partirse en dos, la indecisión embargarle por completo.

Al llegar el ojimiel se dirigió directamente a su habitación sin saludar al de ojos bicolor cosa que extrañó y molestó a este quien no perdió tiempo en encarar al moreno el cual se había sentado en el sofá en frente del que ocupaba su persona.

-¿Qué le hiciste?- exigió saber, molesto, al ojinegro.

-Nada... solo le dije lo que sentía por él.- respondió de lo más normal aunque por le brillo en sus orbes pudo notar la inseguridad en ellos. Él lo comprendió. Ahora que el menor sabía de los sentimientos de ambos, tendría que tomar una decisión y elegir a uno de ellos. Para bien o para mal, ya se encontraban en la recta final y uno de ellos saldría victorioso y feliz, mientras que el otro no tendría más que buenos recuerdos y un corazón agrietado por el rechazo.

*En el cuarto del castaño*

El rubio se sorprendió al ver a su hermano entrar tan rápido en la habitación por lo que se le quedó mirando fíjamente con una ceja alzada.

-Tsu-chan... ¿qué pasó?- inquirió el ojiazul al ver lo increíblemente colorado que se encontraba su hermano menor quien paró de dar vueltas por la habitación para mirarle sorprendido. Al parecer no se había percatado que no se encontraba solo.

-Yo... ¡Nii-chan ayúdame!- pidió abalanzándose al mayor, cayendo ambos sobre la cama bruscamente.

-¿Eh? Bueno... está bien, está bien, pero si no me dices lo qué pasó yo no...- accedió un poco sorprendido por la actitud del pequeño.

-Es que... Hibari-san se me confesó y... Mukuro ya lo hizo antes.- confesó soltándole y sentándose mejor en la cama, lo que consistía en él con las piernas dobladas y abrazándolas por las rodillas con sus brazos mientras escondía en rostro entre estos últimos.

-Ya veo... Bueno, Tsu-chan tú me ayudaste antes así que ahora es mi turno.- le dijo con una sonrisa.- Bien... ¿qué sentiste cuando te lo dijeron?- comenzó con su cuestionario sobre el tema.

-Yo... me sentí muy avergonzado, pero... también me sentí muy feliz... aunque también confundido e inseguro... sinceramente creo que algo asustado también... pero no en el mal sentido... no sé muy bien cómo explicarlo... diría que habían tantas cosas sucediendo por mi cabeza que creo que no sabría identificar todo lo que sentí...- balbuceó nervioso e inquieto a más no poder.

-Vale... esto será un poco más difícil de lo que creí...- susurró para sí el rubio y paró un momento para pensar.- Bien... hagamos otra cosa. Quiero que me digas qué es lo que más te gusta de cada uno.- pidió mirándole expectante por lo que saldría de los labios ajenos. El castaño se lo pensó un momento y luego asintió.

-Bien... pues de Mukuro... me gusta que sea sincero y... que aunque siempre tenga esa sonrisa falsa a mi me dedique las sinceras. También se preocupa mucho por mí y me encanta cuando me sonríe o presta atención a lo que hago y digo. Es como si con solo sus actos me diera a entender que soy una de sus prioridades y la forma en que me mira hace que me recorran escalofríos por todo el cuerpo.- declaró mordiéndose el labio levemente. Mientras el menor hablaba el rubio escuchaba muy atentamente y prestaba atención a su lenguaje corporal.

-Vale... ¿y de Hibari-san?- preguntó muy serio.

-Bueno... pues... Hibari-san es muy callado y misterioso. Es un poco difícil el hablar con él, pero... me siento muy cómodo cuando estoy cerca suyo y también relajado y protegido. Su compañía realmente me agrada. También me gusta el que... a pesar de parecer tan estoico conmigo se comporte más tierno y dulce. El que me dedique sus leves sonrisas hace que mi corazón se acelere.- confesó mientras sonreía inconscientemente. Su hermano se dio cuenta de ese gesto y sonrió.

-Tsu-chan... ¿no crees que acabas de aclarar tus dudas?- inquirió mientras le acariciaba el cabello con suavidad y ternura.

-No lo entiendo... ¿a qué te refieres?- cuestionó un poco confundido el ojimiel.

-Piensa en ello esta noche y mañana te darás cuenta.- respondió el mayor.

-¿Pensar en qué?- preguntó comprendiendo aún menos lo que quería decir el ojiazul.

-En si lo que pasa es que te has enamorado de los dos. ¿Qué harás respecto a ello?- y una vez terminó de decir eso, salió del cuarto y se dirigió al de su novio, pues ambos habían decidido dormir juntos.

El castaño estaba muy confundido y cansado así que se cambió de ropa con toda la intención de irse a dormir, pero no dejó de pensar en las palabras de su hermano mayor hasta que se quedó profundamente dormido.

-¿Realmente estaré... enamorado de los dos?- y con esa pregunta en mente se durmió.

Al día siguiente... tendría que tomar una decisión. La que cambiará su futuro.

...Continuará...

Notas finales:

Bueno...¿qué os pareció?

Acepto sugeréncias de con quién lo queréis al final XD.

El lemon lo pondré como un agregado al final, de las dos parejas, por eso no os preocupéis ^^

Y bueno...solo espero que os haya gustado y creo que el próximo será el último.

Nos leemos en el próximo y dejad reviews y os gustó, no os gustó, si soy muy pesada...por lo que queráis XD.

Bye bye...qué pesada soy por dios XD

Ja neee ^-^


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